jueves, 9 de agosto de 2018

Pedro Abelardo - Errores de Abelardo (1140).

Exponemos en esta entrada todo aquello relacionado con lo que se denominó como ''los errores de Pedro Abelardo'' ¿Quién podría mostrar a la Iglesia todos estos errores? el mismísimo hombre que no dio tregua hasta que se condenara a Abelardo: San Bernardo. Como sabemos, este fue el santo que dio sepultura a las obras de Abelardo haciéndolo incluso retractarse de ellas. Pareciera ser que la lógica de Abelardo es irrefutable, pero si Abelardo no fue capaz de ganarle en un debate, entonces es meritorio ver los siguientes apuntes.

Referencia:

(1) Puedes ver más información en este link
(2) Para saber más sobre los pelagianos haga click en este link.

Errores de Abelardo
Introducción

En esta carta, San Bernardo advierte de los peligros de la herejía al Papa Inocencio III, poniendo como ejemplo la obra de Pedro Abelardo


Capítulo I: El hereje de Francia

San Bernard dice que Abelardo es uno de los teólogos y lógico más sólido de la época, pero que tiene un inconveniente: desafía las Sagradas Escrituras. Explica cómo es que Abelardo muestra una actitud arrogante respondiendo a todo lo que se le pregunta sin ninguna incomodidad. Establece promesas donde dice que responderá a todas las inquietudes por medio de la razón. 

Doctrina de la Trinidad

Abelardo dice que el Padre es el poder absoluto, el Hijo tiene algún poder y el Espíritu Santo no tiene ningún poder, de acuerdo a lo que San Bernardo dice de Abelardo. Al mismo tiempo, el filósofo dice que aunque sean distintos son de todas maneras la Santísima Trinidad lo cual es una contradicción. 

La confesiòn de la Trinidad no puede acabar con la unidad que tiene esta con los tres conceptos. Abelardo la destruye diciendo que el Padre es omnipotente, pues de la misma manera le está quitando poder al Hijo y al Espíritu Santo. 

Sucesión de los apóstoles

Recordemos que otras de las cosas con las que Abelardo no estaba de acuerdo era con el poder que tendrían los sucesores de San Pedro, es decir, los sumos sacerdotes: el poder de atar y desatar. Por supuesto, San Bernardo no estaba de acuerdo con esto diciendo que todos los hombres pueden ser salvados del pecado. 

Si podemos entender bien, Abelardo está arrojando una doctrina donatista donde los hombres debían ser perfecto y sin ninguna mancha de pecado, lo que es considerado herejía para los católicos pues ningún hombre es perfecto. Si todos los hombres pueden ser perdonados y salvados, entonces no habría ningún problema que un sucesor de Pablo pueda ser digno de un cargo. 

El pecado de Adán

Abelardo nos decía que el pecado de Adán pertenecía justamente a él y no al resto de los hombres. Recordemos que el filósofo, en el libro Ética, o conócete a ti mismo, nos decía que el hombre carga con una pena pero no con una culpa refiriéndose al pecado original(1). Esto se debe a que Abelardo tenía la teoría de que todo hombre es culpable cuando hace una acción mala y además a esta le da consentimiento. 

Basado en esta teoría, San Bernardo acusa inmediatamente a Abelardo de pelagianismo, doctrina condenada por la Iglesia Católica (sobre todo por San Agustín de Hipona). En efecto, Pelagio decía que el hombre estaba libre de culpas y libre del pecado original(2)

¿Por qué está condenada la teoría pelagiana? porque implicaría que todo hombre estaría libre de pecado, lo cual es imposible porque todos están con la culpa de Adán. Si fuéramos libres, entonces ninguna doctrina cristiana se justificaría. 

Conclusión

Es así que San Bernardo hizo que se condenaran todas las obras de Abelardo, y que en el Concilio de Sens se terminara de decir que, todos los seguidores de la doctrina de Abelardo fueran condenados por igual. No me parece extraño que Abelardo fuera condenado por ser parecido a Pelagio, pues el pelagianismo fue la doctrina que más dio pelea a la doctrina de la Iglesia Católica. Realmente es un gran mérito del filósofo el presentarnos estos razonamientos lógicos, que, de hecho, no serán escritos en vano. Las nuevas generaciones de pensadores se encargarán de llevar el legado de nuestro filósofo. 

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