domingo, 23 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Acta del debate contra el maniqueo Félix (398).

La lucha contra los maniqueos aún no termina y es ahora el maniqueo Félix quien se enfrenta en este debate contra San Agustín de Hipona. Cabe destacar la buena preparación de los dos contrincantes, pues Las Confesiones de San Agustín han ahondado fuerte en el mundo religioso, mientras que los maniqueos no tienen menos adeptos que la Iglesia Católica. Lo que aquí veremos es una discusión primeramente sobre la carta de Manés en cuanto a la fundamentación religiosa de los maniqueos (que hemos visto en este blog en el siguiente enlace) Luego se hablará principalmente de las cosas del Nuevo Testamento. 

Referencias:

(1) Agustín trata de dejar en claro el argumento ''ad hominem'' que ha hecho Félix y trata de alejarse del mismo argumento. 
(2) Debe decirse que la carta completa no se muestra, sólo se muestra un extracto de ella. 

Definiciones:

(1) Paráclito: es el mismo Espíritu Santo, de hecho, Paráclito significa en latín ''consolador''.
Acta del debate contra el maniqueo Félix


LIBRO I: MANES Y EL ESPÍRITU SANTO

Primera parte de la carta del Fundamento

Manés como el Paráclito

El debate comienza con el reconocimiento de Félix a la carta del fundamento de la secta maniquea, reconocimiento pedido por el mismo San Agustín. Lo primero que Félix hace es leer el comienzo de la carta que reza así:

''Manés, apóstol de Jesucristo por providencia de Dios padre. He aquí las palabras saludables que manan de la fuente viva y perenne. Quien las oiga y primeramente las crea y luego cumpla lo que ordenan, nunca estará sujeta a la muerte, antes bien disfrutará de una vida eterna y gloriosa. En efecto, ha de ser considerado justamente dichoso quien haya sido instruido por este divino conocimiento; liberado por el permanecerá en la vida eterna''

La primera pregunta de San Agustín es: ¿de dónde salió Manés quien no fue nombrado en al biblia como apóstol? Félix responde con una petición a San Agustín y esta se trata de probar de que Manés no fue el paráclito es decir, el Espíritu Santo que Jesús enviaría para decir la verdad. En efecto, en la biblia dice:

''Os envío el Espíritu Santo paráclito''
(Juan 16:7)

Esto pertenece al libro de Juan y fue cuando los discípulos estaba reunidos con Cristo y sintieron que entraba una especie de sonido desde el cielo ''y vieron lenguas de fuego posicionadas en ellos mismos'', es decir, el Espíritu Santo había entrado como una especie de señal ese día que los apóstoles estaban reunido. En ninguna parte se nombra a Manés, al contrario, sólo se describe (en palabras nuestras) un cierto fenómeno. 

La veracidad de los hombres

Félix se ve atrapado en este argumento por lo que cambia la dirección del debate revisando las palabras de San Agustín: ''Yo destruyo la ley de Manés'' a lo que Félix se basa en la biblia para decir:

''Todo hombre es mentiroso, sólo Dios es veraz''
(Salmos 115:2)

Si es así, entonces tendríamos que decir que Félix también es un mentiroso al ser hombre. En ese momento, Agustín le hace una pregunta clave a Félix ¿qué importa quién haya dicho que quiere destruir la ley de Manés? En efecto, ¿qué importa? si el verdadero significado es que se diga si realmente se puede destruir la ley de Manés(1)

Dejando en claro esto, Agustín se mueve a la imagen de Manés para demostrar lo pecador y contrario al Espíritu Santo que él era, citando un pasaje de la biblia que es el siguiente:

''El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos se alejarán de la fe prestando atención a espíritus engañadores, a doctrinas de los demonios construidas a partir de la hipocresía de proporciones falsas, que tienen cauterizada su propia consciencia; prohíben el matrimonio y el uso de alimentos que Dios creó para que los tomasen con acción de gracias los fieles y los que conocieron la verdad''
(1 Timoteo 4:1-6)

Este versículo describe perfectamente la secta maniquea, pues estos mismos prohíben el matrimonio y los alimentos como la carne. 

Félix responde que el versículo no prueba nada, pues Manés nunca estuvo en otra secta, es decir, siempre se mantuvo cristiano; por lo tanto, no se podría decir que Manés apostató para seguir otra religión. No obstante, Agustín argumenta que el maniqueísmo ha convertido una gran cantidad de Católicos, así como también otras religiones para su secta. De ahí se podría decir que los ''vendedores'' de espíritus engañadores serían justamente los maniqueos. 

¿Es Manés el Paráclito?

Félix nos dice que Manés es el enviado por el Espíritu Santo, incluso cuando San Pablo no lo menciona. Esto se debe a que Félix recurre a lo dicho por el mismo apóstol en la biblia:

''Parcial es nuestro conocimiento, parcial nuestra profecía''
(1 Corintios 13:9)

Esto quiere decir que ningún hombre podrá saber nunca nada sobre las cosas divinas, mucho menos el apóstol Pablo, por lo que bien puede decir Félix que Manés es el Paráclito del Espíritu Santo. Sin embargo, ¿cómo es que esto no aparece en la biblia, en efecto, nada se dice sobre un Paráclito que vaya a instruir a los hombres por medio de profecías del bien y el mal separados como naturalezas. 

Félix queda nuevamente sin argumentos para probar la autenticidad de Manés, aceptando la superioridad de San Agustín frente a estos temas. 

Segunda parte de la carta del Fundamento

Félix insiste en la superioridad de Manés en cuanto a ser el elegido por Jesús para ser el Paráclito. Aunque sin muchos argumentos, Félix pide que se lea la segunda parte de la carta del Fundamento que reza así:

''Que la paz invisible y el conocimiento de la verdad esté con sus hermanos y amadisimos que también creen y obedecen a los mandatos celestes; pero que también la diestra de la luz os proteja y os libre de toda incursión maligna y del lazo del mundo. Que la piedad del Espíritu Santo abra la intimidad de vuestro corazón para que veais con vuestros propios ojos vuestras almas''


En ese momento, San Agustín no vio nada malo en las escrituras de la segunda carta de Manés. Luego siguieron leyendo y encontraron algunas cosas que a San Agustín no le gustaron mucho(2). Esta parte fue cuando se decía que en el principio existían dos naturalezas: el bien y el mal cada una independiente con un reino. 

El problema de separar el reino del bien y del mal, es que el reino, según los maniqueos, anteceden al Padre (que también consideran eterno) lo que implica eliminar la omnipotencia de Dios, pues no sería el creador de todas las cosas. Más aún, el reino de Dios es tan eterno como el mismo, por lo tanto., ¿cómo Dios que no creó ese reino podría ser el inquilino siendo que él también es eterno? Sin duda es un argumento sin salida, y por lo demás un error grave de los maniqueos. 

LIBRO II: LAS DOS NATURALEZAS OPUESTAS

El bien y el mal

Félix trata de justificar las dos naturalezas contrarias con el Evangelio, pues ahí se dice:

''El árbol que nunca da frutos malos y el árbol malo que nunca da frutos buenos''
(Mateo 7:17)

Por otro lado, también tenemos este versículo:

''¿No sembraste buena semilla en el campo? ¿De dónde salió la cizaña ? Fue del enemigo''
(Mateo 13:27)

Esto prueba las dos naturalezas que existen, en efecto, la palabra enemigo ya nos habla sobre un contrario al bien. Además, Félix añade que Cristo fue crucificado por una fuerza contraria a las fuerzas del bien, porque, de otro modo, si los que lo crucificaron eran buenos, entonces no se entiende que le hayan hecho mal a Cristo. 

San Agustín responde hábilmente diciendo que todo el ''poder'' del mal yace en el libre albedrío, la cual es una construcción de Dios. Todos cometen sus actos a partir de su libre voluntad, lo que significa que si alguien decide hacer el mal, no habría otra naturaleza llamada mal para cometerla, sino que sería el mismo hombre quien ha escogido hacer el mal. Por lo demás, estos hombres no quedarán impunes pues Dios castiga el mal que hacen estos, y que hacen sin necesidad de tener una naturaleza externa a ellos. Si existiera una naturaleza exterior al hombre que lo incite a cometer el mal, entonces tendríamos que librar al hombre de toda responsabilidad del mal que ha hecho, lo cual sería un desastre.

La ''fuerza'' contraria a Cristo

Se cambia el tema de la discusión cuando Félix reprocha a Agustín acusar a Manés de cruel, cuando Cristo había dicho:

''Id al fuego eterno''
(Mateo 25:41)

¿Qué crueldad puede ser ésta tan terrible que dijo Cristo? Recordemos que este pasaje trata de la venida de Dios a la tierra, diciendo a los impíos ''id al fuego''. ¿Quienes son estos impíos? los hombres y mujeres que no asistieron al humilde cuando lo necesitaba. Por supuesto, aquí Félix apela a la poca paciencia y crueldad de Dios para quienes cometieron el ''error'' de esto, pero San Agustín no lo considera un error, pues ignorar al menesteroso es un acto de voluntad. El hombre ha preferido ir al fuego eterno al no obedecer la ley. 

Félix sigue contraatacando diciendo que si existe una naturaleza externa a Dios, o al bien. Félix argumenta que si Cristo vino a ''liberarnos'' como dicen las S.E., entonces el ser humano debió estar sometido a una cierta maldad antes de la llegada de Cristo. Por otro lado, ¿cuál fue el propósito de Cristo al ser crucificado? ¿no fue acaso liberar a los hombres de sus pecados? El pecado, dice San Agustín, se encuentra en el libre albedrío. Esto quiere decir que los hombres que crucificaron a Cristo pudieron ser tanto bueno como malos. ¿A quien liberó Cristo del pecado? a aquellos hombres que por voluntad pecaron.

Sigue Félix tratando de argumentar con otro tópico. ¿Cómo el alma que es divina y que procede de Dios puede ser mancillada? Ésta pregunta tiene sentido en cuanto el alma es creación de Dios. San Agustín dice que el alma no procede de la naturaleza de Dios, sino que enfatiza que es la creación de Dios así como lo fue el hombre y tanto así, el hombre como el alma, pueden ser mancillados. Esto hace sentido a través de la lógica, pues ningún hombre nace iguala su progenitor, así como ninguna creación es igual a su creador. ¿De dónde hizo Dios el alma entonces? Dios creó todo lo que creó de la nada; algo imposible para el hombre.

No obstante, Félix sigue insistiendo en que si el alma proviene de Dios y al mismo tiempo, cuando el alma es mancillada Dios también lo es. Agustín le dice que en un sentido es cierto y en otro no, pero del mismo modo como lo piensa Félix; Agustín sigue recalcando la separación entre creador y creación. 

Como sabemos, los maniqueos dicen que en el reino de la luz, Dios y las cosas divinas fueron mancilladas por el mal. Y así refutaban al cristianismo diciendo que Dios podría ser mancillado por el mal, pero el supremo bien no puede ser condenado por el mal. 


La firma de las actas

Finalmente, el debate se termina firmando ambos contrincantes, un acta donde declaran la condena de Manés. Sí, Félix también acepta los errores maniqueos y condena a su maestro anterior convirtiéndose al mismo tiempo al catolicismo. El primero que comienza es San Agustín:

''Yo, Agustín, obispo de la Iglesia Católica, ya he condenado a Manés, a su doctrina y al espíritu que por medio de él profirió tan execrables blasfemias; era un espíritu que arrastraba no a la verdad, sino al error nefasto: ahora condeno de nuevo al ya mencionado Manés y al espíritu de su error''

Luego se acerca Félix para declarar:

''Yo, Félix, que había dado fe a Manés, ahora le condeno a él, a su doctrina y al espíritu seductor que moraba en él, quien afirmó que Dios había mezclado una parte suya con la raza de las tinieblas, y que la libera de forma tan vergonzosa que trasfigura sus virtudes en hembras frente a los demonios machos, y a su vez, a estas en machos frente a los demonios hembras, y después sujeta para siempre en el globo de las tinieblas a los restos de su propia parte. Condeno estas y las restantes blasfemias de Manés'' 

Los dos firman las actas del debate y se retiran, dejando un aire de victoria al cristianismo frente al maniqueísmo. 

Conclusión

Este es otro de los maniqueos que queda en evidencia de su sacrilegio. Manés ya no parece ser más un ser iluminado ni mucho menos; sin embargo, aún faltan contendientes que esperan debatir con San Agustín. Muchas fuentes indican que el maniqueísmo existió aproximadamente hasta el siglo XX, principalmente en los pueblos asiáticos. ¿Será que existe una naturaleza distinta del bien y que le es contraria? San Agustín insistiría en que no y que lo único que existe es el bien, y que el mal existe en cuando es nuestra voluntad hacerlo. 

sábado, 22 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Las confesiones (Libro XIII: Interpretación alegórica del Génesis) (397).

Seguimos con la interpretación del Génesis, pero esta vez lo haremos desde la perspectiva alegórica, es decir, ayudándonos más del espíritu que de la letra como bien lo dice Corintios 2:6 en el segundo libro: ''La letra mata y el espíritu vivifica''. Como hemos dicho incontables veces (más bien como San Agustín de Hipona dijo incontables veces), el análisis literal de las Sagradas Escrituras no nos deja ver el fondo de lo que realmente significan. Veamos este último libro de las Confesiones que nos trae el santo de Hipona.

Referencias:

(1) En efecto, en esos tiempos el concepto de hombre servía para referirse tanto al hombre como a la mujer. 

Las Confesiones

LIBRO XIII: INTERPRETACIÓN ALEGÓRICA DEL GÉNESIS

El mérito de los espiritual por sobre lo terrenal

Todas las cosas estaban en confusión, en caos y en tinieblas las cuales no significaban nada (porque las tinieblas son la nada absoluta). Dios fue quien dio luz a todas las cosas dándoles existencia a cada una de ellas. Cabe destacar que este mundo fue hecho creado a una cierta semejanza a las cosas más divinas, por eso en la biblia se dice que también el hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios. 

Pero ¿cómo se entiende lo que Dios dijo después ''Hágase la luz''? porque bien podríamos decir que ''hacerse la luz'' es dar la esencia espiritual a las cosas. San Agustín dice que en el principio de la creación, las cosas ya tenían cierta divinidad y que al decir ''Hágase la luz'' se completaba. 

El concepto de Trinidad

El concepto de Trinidad ha sido unos de los más discutidos durante la historia, e incluso hasta nuestros días cuesta entender. 

Dilema con el Espíritu Santo

Si existe una Trinidad y nos basamos en la lectura del Génesis, entonces ¿cómo podemos entender esto si el Espíritu Santo apareció cuando se hizo la luz? ¿Y el Verbo (o el hijo) dónde se realizó? San Agustín nos dice que el verbo se hizo en el principio, pero el Espíritu Santo después. 

Para dar solución a esto, San Agustín toma la frase de la biblia ''se cierne'' es decir, el espíritu de Dios (el Espíritu Santo) se cierne sobre las cosas para darles vida. El Espíritu Santo se cierne en todas las cosas que existen desde el mismísimo principio.  

Ahora, bajo la premisa anterior puede surgir una nueva duda: si el Espíritu Santo se cernía sobre las cosas ¿acaso no hacía lo mismo el Padre y el Hijo? Obviamente, si son una trinidad entonces se tiene que decir necesariamente que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se cernían sobre las cosas. Sin embargo, ¿por qué en la biblia se nombra sólo al Espíritu Santo (que en este caso se cernía sobre las aguas)? De acuerdo con San Agustín, es el mismo don de Dios el que dirige al Espíritu Santo y por lo tanto, mientras el Espíritu Santo esté en cierto lugar, también lo estará la Trinidad. 

Entendiendo la conformación de la Trinidad

Así como la Trinidad es el Padre, el hijo y el Espíritu Santo, el ser humano también tiene una especie de Trinidad entendida en términos de ''ser'':

- Ser
- Conocer
- Querer

Cada una de ellas comprende otras tres cosas que se toman de la vida práctica que serían la vida, la mente y la esencia. La misma manera tiene la Santísima Trinidad para unirse, por supuesto, no es exactamente lo mismo que nosotros, pero se entiende alegóricamente que la Santísima Trinidad son estas tres cosas: Padre, hijo y Espíritu Santo. 


El conocimiento sobre Dios

Así como el hombre es como la luna y Dios como el sol, entendiendo que la luna es cambiante y el sol siempre es uno, la ciencia y el conocimiento exacto de las cosas es como la luna, pero Dios es mucho más que esto, pues la Sabiduría está por sobre el conocimiento. 

El conocimiento de Dios lo tiene el alma, y el alma proviene de la creación de la tierra, entendiendo por ''tierra'' la creación de todas las cosas ya sena visibles o invisibles. No obstante, el alma siempre va a ser mejor que la materia y cuando esta se deja llevar por el pecado de la soberbia, se muere. Por lo tanto, no podemos dejar nuestra alma en las cosas materiales, pero tampoco dejarla al conocimiento soberbio de la ciencia, pues así se dice:

''No os acomodeis al mundo presente''
(Romanos 12:2)

Lo que significa que el alma no puede quedar atrapada en nada que este mundo tenga (soberbia o materia). El hombre debe acercarse a Dios y amar a Dios para encontrar la felicidad.

Los hombres fueron hechos a imagen y semejanza de Dios, pero bien podemos distinguir al macho y a la hembra(1). Si bien los hombres se distinguen corporalmente, todas las almas son iguales

Bendición de los animales

¿Qué pasa con los animales y las cosas de la tierra? ¿Acaso ellas no son bendecidas o no pueden ser bendecidas? en efecto, el único que puede ser bendecido es el hombre a través del bautismo, pero ni las cosas ni los animales pueden tener tal cosa. ¿Será que  las cosas fueron creadas en vano para no ser bendecidas? No, porque ya se podría tomar como bendición cuando Dios dijo:

''Creced y multiplicaos''
(Génesis 1:28)

Esto por supuesto, se aplica a todos los seres vivos que existen en el mundo; sólo quedaría pensar en las cosas de la naturaleza. 

Propósito de la naturaleza

¿Qué dice realmente la biblia en cuanto a la naturaleza? Veamos lo que dice el Génesis en cuando a ella. 

''Toda hierba de semilla que existe sobre la haz de  toda la tierra y todo árbol que lleva fruto de semilla, todo animal terrestre, para toda ave de los cielos y para todo ser animado que se arrastra sobre la tierra''
(Génesis 1:30)

Todas las cosas naturales fueron creadas para el uso y el alimento humano; por lo que no habría ningún pecado en comerlas o usarlas; cosa contraria a la doctrina maniquea o judía quienes sólo comían cierto tipo de alimentos. 

La totalidad de la creación de las cosas es supremamente buena, ya que toda existencia es buena, y si existe es verdadera y como verdadera es buena. 

Conclusión

Con la palabra ''Amén'' se termina el último libro de las confesiones de San Agustín. Podríamos decir que este libro es un agradecimiento final a todas las cosas hechas por Dios que en su totalidad son buenas. En cuanto la interpretación del Génesis, la verdad que noes muy diferente a las que hemos visto en contra de los maniqueos. Por lo demás, aún queda un voluminoso texto de la interpretación del Génesis que es mucho más extensa que está. Dejamos las confesiones de San Agustín para movernos por otros libros.

jueves, 20 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Las confesiones (Libro XII: Análisis del Génesis) (397).

San Agustín de Hipona ya nos tiene acostumbrados a las grandes exégesis que hace sobre los textos bíblicos, sobre todo del Génesis con el cual se sirvió para contradecir a los maniqueos. El Génesis tiene una importancia tremenda en la biblia, pues es el principal libro de todos y el que introduce el concepto de creación en el hombre, un fenómeno que por cierto, ha dado mucho que hablar últimamente. Este episodio nos lleva a una de las discusiones más antiguas, pues es aquí donde veremos que está primero en la constitución del ser humano: la materia o el alma. 

Referencias:

(1) Las tinieblas son la misma nada para San Agustín.

Las Confesiones

LIBRO XII: ANÁLISIS DEL GÉNESIS

La tierra y sus elementos

Hemos visto evidentemente en muchos libros de San Agustín donde el cielo y la tierra tienen dos divisiones: una divina y otra terrenal; la primera no la conocemos mientras que la segunda es justamente donde vivimos. Pero antes de la creación de este mundo, todo era vacío y tinieblas porque nada existía(1)

Este razonamiento en que la nada sea una especie de ausencia total abrumó mucho a San Agustín. En efecto, el mismo nos dice que ninguna materia puede imaginarse sin forma y por supuesto esto es imposible; sin embargo, la nada sí se puede intuir y razonar como diciendo: la total ausencia de todo. 

Como en el universo no había nada antes de la creación, San Agustín nos dice que Dios creó todo a partir de la nada, es decir, antes de la creación existía Dios y la nada. 

La creación del mundo

Las cosas que perecen

Habiendo dejado claro lo anterior ¿de qué materia se sirvió Dios para hacer todo lo que hizo? simplemente de materia informe. Es decir, una cosa fuera de cualidad y magnitud. 

El cielo y la tierra y todas las cosas que habitan ahí fueron hechas de esta materia informe. Sin embargo, podríamos preguntarnos ¿hay cosas que fueron hechas eternas e inmutables? porque muchas de las cosas que están en la tierra son perecederas e inmutables. 

Las cosas que no perecen

Existen cosas que si bien sufre modificación no es perturbable en cuanto a contemplación, pero tampoco pertenece a Dios. Estas cosas son las que preceden a las cosas materiales, por ejemplo, el alma precede al cuerpo y esta no perece. Así, todas las cosas de este mundo fueron creadas a una ''imagen y semejanza''. 

Las palabras del Génesis decían así:

''En el principio, Dios creó el cielo y la tierra''
(Génesis 1:1)

¿Es acaso este cielo el que conocemos? No. La verdad es que éste versículo puede entenderse como una metáfora, es decir,  el cielo es ese lugar donde están todas las cosas (la luz), mientras que la materia es el caos (las tinieblas). 

¿Qué es Dios para que haya creado todo lo que existe desde la nada? por supuesto que es el supremo bien y el bien absoluto pues desde el mal, que es la nada, nada puede existir. Dios es la infinita sabiduría, como lo dice la misma biblia porque, en efecto, el supremo bien es así. 

Distintas maneras de entender ''cielo y tierra''

Agustín nos habla sobre unos hombres que no acuerdan con su interpretación en cuanto al Génesis 1:1. Obviamente, estos hombres son los mismos maniqueos quienes no reconocen las palabras divinas. Estos dicen que cuando Dios creó el cielo y la tierra, creó justamente eso: el cielo y la tierra ''sensibles'', o, en otras palabras, todo lo que puede verse y tocarse. 

Otra interpretación del Génesis 1:1 puede ser que la creación del cielo y la tierra represente todas las cosas visibles, pero también las invisibles. 

Luego hay una tercera interpretación del mismo versículo que el cielo es la creación de todo lo espiritual y la tierra la creación de todo lo material. 

Por otro lado, también se puede interpretar como si el cielo fuera el Verbo y la tierra fuera la carne donde se sitúa el Verbo mismo. 

Lo que quiere decir estas diversas interpretaciones, es que en la existencia siempre hay algo que precede a la materia que sería justamente esta materia informe de la que habla San Agustín.

Distintas maneras de entender ''la tierra caótica''

El siguiente versículo del Génesis sigue así:

''La tierra era algo caótico y vacío y las tinieblas estaban sobre el abismo''
(Génesis 1:2)

También este versículo tiene diversas interpretaciones que San Agustín nombra a continuación. 

Una de ellas es que justo en ese momento se estaba creando la materia informa de las cosas corporales. Otra podría ser que se comenzaba a formar la materia visible e invisible de las cosas y finalmente otros dicen que es tanto la formación material como espiritual. 

¿Cómo saber lo subyacente del testimonio?

Sin embargo, hay una objeción. ¿En qué parte de la biblia Dios designó esta materia informe? a menos que por ''tierra'' se haya referido justamente a esta materia informe. Tampoco se nombra que Dios haya creados los ángeles y los querubines, lo cual hace la discusión aún más misteriosa. 

¿Cómo resolver esto? es decir, ¿cómo saber lo que quería decir el autor? con Dios no se puede dudar por lo que nada debemos cuestionar en cuanto a su palabra, pero ¿qué pasa con estas palabras dicha en la biblia las cuales fueron pronunciadas por Moisés? En efecto, Moisés dijo ''En el principio Dios hizo el cielo y la tierra'', pero ¿cómo podemos saber lo que pensaba Moisés en ese momento al pronunciar dichas palabras? San Agustín dice que por tierra y cielo, Moisés quiso decir la creación de absolutamente todas las cosas. En todo caso, por todas estas cosas, Agustín acepta la palabra de Moisés sin duda alguna, ya que a este le habló nada más ni nada menos que Dios; entonces, no habría porqué dudar. Así lo dice la misma biblia:

''No hay, pues, que propasarse de lo que está escrito y que nadie se apasione por uno contra otro''
(1 Colosenses 4:6)

Además, ¿quién podría decir verdaderamente lo que pensaba Moisés? asegurarlo sería una temeridad y se caería en una mentira. Lo único que se tiene es el testimonio bíblico y si no se cree este, entonces la discusión no tendría sentido. 

Aseverar un razonamiento con base a algo difícil de averiguar (como es el pensamiento de una persona) es una cuestión muy arriesgada lo cual podría conducir a equívoco. Nada más quedaría en este caso que guiarse por la autoridad de los escritos porque es imposible saber qué pensaba el autor. 

Distintas maneras de entender ''En el principio''

Unos se refieren al principio como la Sabiduría, pues la creación debió tener una esencia buena y no existe nada más bueno que la Sabiduría. Otros también lo entienden inmediatamente como el principio de las cosas tanto visibles como invisibles. 

Sin embargo, para San Agustín el hecho de decir que el principio es la creación instantánea de las cosas visibles e invisibles ¿qué fue lo que creó después? recordemos que después de decir ''En el principio Dios creó el cielo y la tierra'', lo cual habría una paradoja al afirmar que el principio fuera la creación de todas las cosas. 

Otra de las cosas discutidas es que si luego del principio, estas cosas como el cielo y la tierra fueron creadas con tiempo, lo que tiene una respuesta negativa porque el tiempo nació justamente con el comienzo del cielo y la tierra. 

Conclusión

Fuera de la interpretación del Génesis que San Agustín hace en este libro (y que ha hecho en otros también), me parece mucho más importante la lección que nos deja en cuanto a la interpretación de un escrito. En efecto, nada más nos queda que acatar la autoridad, así como el mismo Agustín lo ha explicado en su máxima ''Nisi credideritis non intelligetis'' (Sin creencia no se comprende). Toda nuestra mente está llena de prejuicios y lo único que queda (muchas veces) es basarse en lo que tiene un hecho; de lo contrario, sólo podremos especular. 

miércoles, 19 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Las confesiones (Libro XI: El concepto de Tiempo) (397)

Otro de los conceptos más puros en la filosofía de San Agustín de Hipona junto con la memoria, la voluntad, el mal, el alma o el albedrío es el concepto de tiempo. La hazaña no es de poca dificultad porque la esencia del tiempo siempre parece escaparnos por entre muchas limitaciones de nuestra mente. ¿Es realmente el tiempo un concepto que no puede abarcar la mente humana a menos que se le fraccione en partes? Sin duda que el santo de Roma tiene una de las tareas más difíciles en las páginas que siguen, por lo que se pide mucha atención a lo que se viene.

Referencias:

(1) Para más información sobre el concepto de lugar, véase Aristóteles - Física Libro IV.
(2) Nótese que estos ''errores'' son considerados así por San Agustín
(3) El mismo Plotino dice que lo que precede al tiempo es la eternidad en la tercera Enéada
(4) Probablemente porque esta respuesta (o más bien broma) alejaba el conocimiento. 

Las Confesiones

LIBRO XI: EL CONCEPTO DE TIEMPO

La creación total

San Agustín reconoce a Dios como el creador total de la existencia materiale inteligible. Hace al hombre y a todas las cosas con cuerpo, pero también añade un alma a dicho hombre para que pueda comprender cosas más elevadas que ciertos animales. Sin embargo, después de todo esto hay una pregunta implacable: ¿cómo Dios hizo todas las cosas?

¿Cómo pudo crear Dios la tierra y sus componentes? Tendría que haberlo hecho con algo que fuera algo aparte de la materia, pero esto sería imposible. Para San Agustín, la creación de las cosas proceden justamente de la boca de Dios, tal como lo hizo con el hijo:

''Este es mi hijo amado''
(Mateo 3:17)

Y así se hizo el hijo, pero también esto estaba anunciado:

''Hablaste tú y fueron hechas todas las cosas''
(Salmos 33:9)

Así, queda probado que Dios crea las cosas de su boca o más bien desde el habla. No obstante, para que el cielo y la tierra fueran creados debieron crearse sobre algo, obviamente, este algo proviene de la voz de Dios pero ¿qué es este algo? Este principio queda vedado por un momento a San Agustín, pero luego se deduce qué es ésta cosa que hace que existan las demás: el tiempo.

Por supuesto que esto nos puede recordar la teoría de la Física de Aristóteles donde se dice que todo tiene su contenedor y este contenedor un contenido. El lugar del vino es la vasija y el de la vasija la mesa, así como el contenido de la vasija es el vino. En este caso, San Agustín, haciendo algo aparte del concepto de lugar,añade el concepto de tiempo, es decir, todas las cosas están contenidas en el tiempo(1)

Consideraciones del tiempo por otros filósofos

Pitagóricos

En tiempos más antiguos, los pitagóricos fueron unos de los primeros filósofos en establecer una teoría formal en cuanto al tiempo. Estos decían que era ''la esfera que abraza todo'' y que por lo tanto, el tiempo se identificaba con el movimiento, es decir, el tiempo se debe al movimiento

Platón

El mismo Platón en el Timeo definía el tiempo como ''la imagen de la eternidad'' y además añadía que el Universo y el tiempo se hicieron juntos y perecerán juntos. Platón considera que el tiempo es el que imprime el movimiento, y este a su vez crea las demás cosas del mundo como el sol y la luna.


El estagirita definía al tiempo no como un movimiento, sino como algo que va mucho más allá, algo que subyace al movimiento. Nos decía también que el presente es el intermediario entre el pasado y el futuro, es decir, si no existiera el presente, entonces el pasado y el futuro se solaparían lo cual es ridículo. Así como esta explicación es verosímil, Aristóteles nos da la primera definición de tiempo: ''Numero de movimientos según el antes y después'', ahora, ¿por qué Aristóteles se refería al tiempo como ''número''? Porque el pasado, el presente y el futuro, según Aristóteles, se miden por magnitudes y las magnitudes son números. 


Cicerón también tenía su propia concepción del tiempo escrita en un libro llamado ''De Fato'' (o del destino), donde nos dice que tanto el pasado como el futuro son tiempos inmutables, es decir, que existen en sí mismos sin la necesidad del presente. 

En efecto, hay un futuro inmutable como sería decir que todos vamos a perecer, así como hay un pasado inmutable como es decir que todos los seres vivientes nacimos. 

Estas han sidos las teorías que por lo menos hemos visto en este blog con respecto al tiempo. Veamos lo que nos dice San Agustín sobre estas cosas.  

El concepto de Tiempo

Uno de los errores típicos de los maniqueos (y en parte también de Marco Tulio Cicerón)(2) era preguntarse ¿qué hacía Dios antes del tiempo? ¿Acaso estaba ocioso cuando de repente se le ocurrió crear la humanidad? En el libro sobre la interpretación del Génesis contra los maniqueos, Agustín respondía que sería ridículo decir que Dios estaba de ocioso antes del tiempo, pues entonces se tendría que hablar de otro tiempo donde Dios estuvo ocioso. De ahí que además pueda hablarse de las hipóstasis de Plotino, para decir que la creación debió darse fuera de las hipóstasis cognoscibles para el ser humano. 

¿Qué hacía Dios antes del tiempo?

Sin embargo, aún queda la pregunta ¿qué hizo Dios antes del tiempo? el tiempo es medible y tiene intervalos, para que éste fuera hecho se necesitaría algo sin movimiento y que permanezca siempre, en otras palabras, Dios creó el tiempo en la eternidad porque la eternidad no es tiempo(3)

Eternidad: presente perpetuo.
Tiempo: pasado, presente y futuro.

Pero ¿cómo puede crear el tiempo si para crearlo necesita movimiento y en la eternidad no lo hay? Es una de las preguntas cruciales de San Agustín quien humildemente contesta ''no lo sé''. 

Muchos decían en al época de Agustín que antes del tiempo, ''Dios preparaba el infierno para aquellos que se atrevían en escudriñar en los misterios más altos''. Esta frase era hecha en forma de broma o metáfora para que los niños no preguntaran cosas tan extrañas, cosa que a San Agustín molestaba profundamente(4)

Finalmente, San Agustín dice que no cabe preguntarse qué hacía Dios antes del tiempo porque antes del tiempo no había tiempo para realizar algo. En efecto, ¿cómo vamos a hablar de la creación del tiempo cuando no había tiempo? la pregunta es ridícula al razonamiento de San Agustín. En la nada no puede haber movimiento, así como tampoco puede haber creación. No obstante todo esto, Dios es el gran creador del tiempo.

¿Qué es el tiempo?


El mismo Agustín admite la dificultad de la respuesta diciendo:


''Sé bien lo que es, si no se me pregunta. Pero cuando quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé''

Para tratar de resolver esta duda, Agustín parte diciendo que si el presente no tuviera ni pasado ni futuro entonces sería eternidad, y por lo tanto no podríamos hablar de tiempo. Así, el presente necesita del pasado para ser tiempo, pues de otra forma sería eternidad. Ahora, el presente deja de ser una vez que es pasado; lo que significa, que el presente para existir debe tener tendencia a no-ser (de otro modo sería eternidad).

Pasado:

Hablado esto, San Agustín se propone analizar el pasado y el futuro. El pasado ya no existe y el futuro no existe todavía, pero ¿cómo podemos referirnos a ellos como si fuera un tiempo presente si no existen? No podemos referirnos al pasado de ninguna forma, ni siquier diciendo que ''fue larga la estancia'', pues dicha estancia ya no existe. 

Además, pensemos en lo siguiente: para haber dicho ''fue larga la estancia'' debimos haber dicho primero ''es larga la estancia''. Por otro lado, algo es largo cuando está colocado en el presente, cuando ya es parte del pasado ya no existe; por lo tanto, las cosas tienen magnitud cuando están en el presente y dejan de tenerla cuando están en el pasado (por eso, la estancia larga ya no existe). 

¿Cómo se debería decir algo que ''fue largo''? de la siguiente manera según San Agustín: ''Largo fue aquel tiempo mientras fue presente''. 

Forma incorrecta de referirse al pasado: ''fue larga la estancia'' es una forma incorrecta porque nada que pertenezca al pasado puede tener magnitud.

Forma correcta de referirse al pasado: ''Fue larga la estancia mientras fue presente'' es la correcta porque la magnitud existe mientras está en el presente. Es decir, la única forma de referirse al pasado, es refiriéndose al presente. 

Veamos ahora si el alma puede reconocer este tiempo presente con referencia en el pasado.

Presente:

Para entender el presente, San Agustín recurre a un pequeño símil de los cien años. Imaginemos a un hombre dentro de un intervalo de 100 años:

  • Cuando está en el primer año, el hombre tiene 99 días futuros.
  • Cuando está en el segundo año, el hombre tiene 98 días futuros y un día en el pasado. 

Bajo este razonamiento, podemos determinar que el presente nunca podrá estar en los 100 años simultáneamente, sino que sólamente en uno de ellos. Lo mismo pasaría si llevaramos el símil a un año, el hombre en el primer mes tendría 11 meses futuros y cuando pase al segundo tendrá 10 futuros y 1 pasado.

Lo mismo pasaría incluso si reducimos dichos años y el año en un día. El día tiene horas y minutos que tendrían la referencia de ser pasado o futuro según en qué hora o minuto nos encontremos; así, ni el día puede ser presente todo. 

De este modo, San Agustín define el presente como ''un instante'', pero entonces ¿a qué podemos llamar largo? ¿cómo es que el presente puede ser largo o puede ''durar'' ciertos minutos o ciertas horas si es un instante? 

Futuro:

Mucho menos podríamos decir que el futuro tiene un intervalo largo, pues aún no existe. Y si existe, es gracias al presente porque el futuro pasa a ser presente una vez que pasa por él. 

Conclusión:

¿Qué diremos pues de estos tres tiempos: pasado, presente y futuro? ¿Acaso tendremos que decir que el pasado y el futuro no existen por sí solos a menos que pasen por el presente?

Al menos en el pasado, todo lo que tenemos de él nos queda en la memoria. Ahora, si nos queda en la memoria, entonces está en el presente porque a medida que lo podemos evocar en la memoria estarán presentes; lo mismo ocurre con el futuro. 

Todas las cosas que existen se ven en el presente, pero es la memoria la que también las tiene. Por ejemplo, podemos ver una aurora y podemos predecir que el sol saldrá. La imagen que tenemos del sol saliendo, es una imagen presente en nuestra mente y la predicción sería decir ''el sol va a salir''. Por lo tanto, podemos retener el pasado y el futuro llevándolos al presente por medio de la memoria, como ya habíamos dicho, el pasado y el futuro sólo pueden existir por medio del presente. De hecho, podría decirse con justa razón que el pasado y el futuro no existen. 

Así, la referencia correcta al presente y al pasado sería de la siguiente forma:

Pasado: Presente de las cosas pasadas
Presente: Presente de las cosas presentes
Futuro: Presente de las cosas futuras

Volvemos a repetir, es el presente el que da existencia al pasado y al futuro. 

Este es un tema que ya se hablado entre los antiguos, sobre todo por Aristóteles quien decía que el pasado y el futuro tienen como límites al presente, pero nunca aseguró algo tal como decir que el pasado y el futuro no existen. Cicerón también tenía su opinión con respecto al tiempo, diciendo que el futuro y el pasado son inmutables, es decir, cada uno tiene su propia existencia.

En todo caso, Agustín acepta que los demás puedan decir que existe un pasado o un futuro, siempre y cuando se entienda que es con referencia al presente pero se debe estar consciente que la única forma correcta de referirse al pasado y al futuro es la descrita por San Agustín


Tiempo y espacio

¿Cómo podemos medir el tiempo si el presente es un instante? difícil respuesta tiene esta pregunta, pero lo que sí es claro es que podemos percibir que el tiempo cambia, que tiene intervalos y que esos intervalos ''pasan''.

Es una paradoja porque de acuerdo con Agustín, el pasado y el futuro no existen y sin embargo son medibles cuando pasan por el presente. ¿Cómo pueden existir y no-existir al mismo tiempo? en el lenguaje cotidiano podemos hablar perfectamente del pasado y el futuro diciendo (erróneamente) que tal período fue largo o tal período fue corto.

Los tiempos y los cuerpos

Muchos dicen que el tiempo no es más que el giro que da el sol y la luna para marcar los días, pero San Agustín no está en absoluto de acuerdo con eso. En efecto, si fuera así, entonces, el movimiento del sol sería el creador del tiempo; sin embargo, recordemos que el movimiento es posible gracias al tiempo. Por lo tanto, el tiempo es algo que va más allá de los cuerpos, como dijimos, el tiempo es el contenedor de los cuerpos. 

El movimiento no determina el tiempo, pues es posible que el sol se detenga pero el tiempo seguiría contando. Al contrario el movimiento se mueve gracias al tiempo y si es así, el tiempo va primero que todas las cosas. Por otro lado, otra cosa tan importante como el movimiento es el reposo de los cuerpos, porque este también tiene tiempo. De ahí que el movimiento de un cuerpo no es el tiempo mismo. 

La incógnita del fenómeno

Agustín acepta no saber la esencia del tiempo porque de hecho, asume que cuando mide un intervalo ''no sabe lo que mide'', y en efecto, no sabe qué se mide siendo que el instante (que es el presente) no puede tener una extensión precisa. Así definiría San Agustín el tiempo:


''Por ello, me parece que el tiempo no es otra cosa que una cierta extensión. Pero no sé de qué cosa''

Agustín se pregunta ¿Qué mido Dios cuando digo que este tiempo es más largo que otro? ¿Cómo se puede medir si el futuro no existe y el pasado aún no existe? Bien se sabe que el tiempo se mide, pero no el pasado ni el futuro, y, obviamente, tampoco el presente porque este no tiene extensión. Finalmente Agustín concluye lo dicho un poco antes, se mide el tiempo que ya ''pasa''. 

El tiempo y el alma

Nada puede ser medido a menos que se acabe, por lo tanto, la tendencia al no-ser (en cuanto al pasado y al futuro) es la que determina la duración de una cosa. ¿Con qué cosa el hombre mide el tiempo?  naturalmente que el hombre mide el tiempo con el alma, pues es allí donde quedan impresas las percepciones del tiempo.  

Por otro lado, tenemos un fenómeno aún más fuera de toda lógica que sería la extensión del futuro y del pasado que no tienen ninguna existencia. ¿Cómo podemos decir que el futuro tiene extensión si aún no existe? ¿cómo podemos decir que el pasado fue largo o fue corto si ya no existe? simplemente porque esta sensación queda en el alma y es ella la que nos deja la impresión de que fue larga y corta. El alma tiene tres funciones con respecto al tiempo: espera, atiende y recuerda. Estas tres acciones representan los tres tiempos de los que estamos hablando:

Espera: Futuro
Atiende: Presente
Recuerda: Pasado

Esta acción del alma sucede sobre todo cuando queremos cantar una canción que no conocemos. Esperamos como va a ser, prestamos atención a la letra y a la música y finalmente la volvemos a cantar cuando la recordamos. 

Finalmente, esta sería la solución a la cuestión del tiempo según San Agustín, es el alma la que puede retener todo pensamiento futuro y pasado. 


Conclusión

Con muchas más dudas que respuestas (como lo es la filosofía) nos deja este texto dificilísimo de San Agustín. El tiempo ha sido un tema de oscuros pasajes en la vida de los filósofos pero también en la vida de los científicos más grandes de la historia. Por supuesto, los precursores de estas ideas preciosas fueron los filósofos a lo que posteriormente los científicos soportaron con teorías que van renovándose por cada período. Si bien no hay una solución cierta para la medición del presente (más que del tiempo porque este comprendería pasado, presente y futuro), las pistas que nos deja San Agustín no son de menor tamaño; al contrario, queda mucho más ánimo para averiguar qué es realmente el tiempo. 

lunes, 17 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Las confesiones (Libro X: El concepto de memoria) (397).

¿Qué cosa más importante existe que la memoria del ser humano? sin ella no podríamos seguir adelante en ningún aspecto de la vida; ni siquiera en el más mínimo de ellos. Otro tema importante es el del alma que ha sido tratado largamente por todos los filósofos que precedieron a San Agustín de Hipona, y además de los filósofos que vendrán después de Agustín. Por supuesto que hay una mezcla entre la memoria y el alma, pues estas se complementan la una a la otra. Veamos qué nos dice el santo de Hipona sobre esto.

Referencias:

(1) Esta es una interpretación mía. 

Las Confesiones

LIBRO X: LA MEMORIA Y EL ALMA

La confesión a Dios

Esta podríamos decir que es la gran confesión de San Agustín, el filósofo se siente atrapado en un cuerpo y quiere entregarse totalmente a Dios. Esto nos puede recordar los deseos de Plotino, quien se sentía como un alma atrapada en un cuerpo; alguien que odiaba la corporalidad. 

Propósito de Las Confesiones

Agustín va calando hondo en el verdadero propósito de las confesiones. ¿Para qué escribir las confesiones? ¿Acaso será para que lo conozcan los otros hombres? ¿Qué interés pueden tener los otros hombres? El propósito de las confesiones es que los hombres de todo tipo de corazón y Dios (quien en realidad ya sabe sobre las cosas de Agustín) sepan quién es el filósofo. 

¿Quien conoce a quien?

Esta parte de Las Confesiones puede ser una de las más interesantes, pues discute con Dios diciendo que hay algo que desconoce de sí mismo; es decir, Agustín desconoce algo de sí mismo, y sólo Dios conoce esa parte. De ahí viene su gran pregunta:

''¿Qué amo cuando te amo?''

Agustín nos adelanta que no es nada corporal, ni una luz ni nada que esté sobre la tierra. ¿Qué es eso que ama? a Dios, pero la verdad es que metafóricamente, Agustín pregunta a todos los elementos de la tierra (agua, tierra, fuego y aire) quienes le responden que no son Dioses. Al contrario, estas cosas (la materialidad) le dicen a Agustín:

''Ipse fecit nos''
(Él nos hizo)

Al no encontrar las respuestas de qué ama en Dios, Agustín no tiene más a quién preguntar que a sí mismo: ''¿quién soy yo?'' a lo que se responde ''Un hombre'', luego se pregunta de nuevo desde la interioridad y se responde ''Soy el alma''. Sin embargo, esta alma también le dice:

''No soy Dios, soy una hechura suya''


Podríamos decir que los hombres tienen la gran facultad de percibir lo que es Dios. Pero ¿qué es esa cosa que percibe? sabemos que no es el cuerpo porque este sólo percibe las cosas sensibles. Los animales tampoco pueden percibir a Dios porque de ser cierto deberían evitar el pecado. Por lo tanto, lo único que nos queda es que sea el alma la que puede percibir todas las cosas. El alma sería el último escalón con el cual se puede conocer a Dios, pero aún nos queda vedado qué amamos de Dios. 

El concepto de memoria

La memoria, como habíamos dicho, es una de las facultades más importantes del alma. Todas las cosas exteriores como el sonido, las imágenes, los movimientos son almacenados en la mente, así como también son almacenados los movimientos interiores (sentimientos, emociones). Cada uno tiene su propia entrada, pero sus ''puertas'' son distintas entre las exteriores e interiores. 

Misterios de la memoria

Para Agustín, los procesos de almacenamiento de la memoria son un total misterio ¿cómo es que la memoria almacena el contenido? en efecto, uno puede evocar el color blanco estando en la oscuridad absoluta. No sólo eso, su administración es mucho más increíble porque si el hombre almacena todas los estímulos del exterior ¿cómo es que podemos evocar correctamente todas las imágenes, todos los sonidos sin confundir o mezclar (aunque también podemos mezclarlos a voluntad)? De hecho, el recuerdo puede ser muy bueno incluso cuando no movemos nuestra lengua o cerramos completamente los ojos. 

Lo otro que es fascinante es que la memoria me permite extraer todos los recuerdos de las cosas que más me agradaron, distinguiendo muy bien una cosa de otra (sabores, sonidos, olores). También se guardan las habilidades de las artes o disciplinas que se aprenden durante la vida, pero la diferencia con esto es que las disciplinas no están guardadas como imágenes, es decir, las matemáticas, la gramática o la dialéctica no son imágenes. 

El proceso de recordar

Pero ¿cómo entra esta información? a través de los sentidos, luego, la memoria los almacena en la mente. Por otro lado, todas las cosas que sentimos tienen una especie de validez en la memoria, es decir, no sabemos qué es lo dulce hasta que lo probamos, pero pareciera ser que es el alma quien sabe mucho antes qué es lo dulce antes de que nosotros pudiéramos decir ''esto es dulce''. Este recuerdo de las cosas debe ser constante; por ejemplo, el hombre debe rememorar las cosas una y otra vez para que no se le olvide. De ahí que la palabra pensar en latín sea ''cogitare'' que significa ''recoger'', por lo tanto, podríamos decir que se ''recogen'' los recuerdos. Esto podría recordarnos justamente la teoría de Platón donde aprender significa efectivamente recordar

¿Cómo podemos recordar los números? el latín y el griego tienen su propios números, pero en los dos lenguajes los números tienen algo en común. Es decir, los números se entienden en los dos lenguajes, pero no es necesario saber latín o griego para tener la noción del número. Esa noción del número es común a todas las personas sin necesariamente saber el nombre de cada número (uno, dos, tres...). Quizás a lo que se refiere San Agustín es justamente el concepto de unidad, en efecto, no hay que tener un aprendizaje especial para saber qué es la unidad(1)

Ahora, hay muchas cosa que gracias a las imágenes que tenemos de ellas podremos recordarlas; por ejemplo, si yo recuerdo las palabras piedra o sol, no me servirán de nada si no tengo la imagen de ellas. Si no es por las imágenes no podríamos saber ni recordar que es cada cosa. 

La memoria también puede recordar hechos que nos hicieron alegres y tristes, sin que necesariamente nos pongamos tristes o alegres. Hay algo similar entre el alma y la memoria, pues mucho se dice que quien guarda algo en el alma lo guarda en la memoria. Sin embargo ¿cómo se explica que el alma esté alegre y luego se recuerda algo triste? De aquí se resuelve que son entes separados.

La teoría del olvido

El olvido es obviamente la privación de la memoria, pero ¿cómo es posible que pueda recordar el olvido? el olvido está dentro de la memoria, dice Agustín porque de otra manera no podríamos saber lo que es el olvido. 

No obstante, queda mucho por resolver en el tema del olvido, pues ¿cómo se puede recordar algo que consiste en omitir el recuerdo? Agustín asume que es un tema difícil, pero a la vez también dice que debería saberlo pues en sus palabras ''no hay nada más cerca de mí que yo mismo'' y aún así ''no puedo saber qué es la memoria que en efecto, es algo mío''. 

Además, cuando recordamos el olvido ¿recordamos el olvido mismo o una imagen del olvido? Agustín dice que el olvido no está retenido en sí mismo en la memoria, sino que está retenido como una imagen. En efecto, recordamos la cosa olvidada y no el olvido mismo, pero ¿cómo la memoria nos puede dar una imagen del olvido? Agustín nos dice finalmente que sólo podemos tener una imagen del olvido por más misterioso e increíble que parezca este fenómeno del olvido. 

¿Trascender la memoria?

El fin último de San Agustín es encontrar a Dios sea por el medio que sea. Ya sabemos que por el cuerpo es imposible, por lo que lo más cercano que existe para acercarse a Dios sería el alma. El mismo Agustín dice que se debe trascender la memoria para encontrar a Dios, pero esto trae un problema. Todo lo que está fuera de la memoria es el olvido; ¿cómo podemos trascender la memoria si fuera de ella no recordamos? ¿cómo podremos recordar a Dios (y más aún llegar a él)? 

Suele pasar que quien pierde una cosa, por medio de un método de descartes mental encuentra lo que perdió. ¿Qué nos ayuda a encontrar lo perdido? justamente la imagen de esa cosa y he aquí que la memoria es importante. Ahora, ¿podemos olvidar algo absolutamente? No, nada se olvida completamente. 

La felicidad y la memoria

Todos quieren una vida feliz, o al menos ese es el fin al que aspiran la mayoría de los hombres. ¿De dónde viene este recuerdo de la felicidad? ¿cómo los hombres pueden saber de la felicidad sin nunca haberla tenido? Agustín nos dice que la felicidad está en el hombre de una forma misteriosa. Si el hombre reconoce la felicidad, entonces esta debe estar en la memoria, pero si la reconoce significa también que ya la obtuvo.

¿Recordamos la felicidad así como recordamos un número? ¿Recordamos la felicidad como si fuera una especie de país donde todos están alegres? De ninguna de estas formas porque la felicidad no es corporal. El único, gozo, la única felicidad es Dios porque Dios no es corporal o elemental.

Ahora, ¿qué pasa con la felicidad? ¿acaso se elige o se tiene por fortuna? Dios es la felicidad, pero ¿por qué no todos tienen la felicidad? simplemente porque por voluntad no quieren escogerla, aunque también hay una presión por parte de la carne, es decir, la carne hace que el ser humano sienta una felicidad ''falsa'' y se conforme con aquella. Sin embargo, habíamos dicho que la felicidad era un concepto que el hombre ya tenía incorporado dentro de su memoria. ¿Cómo es que el hombre, sabiendo que es la felicidad, escoge otros caminos para obtenerla? Es simplemente porque esas cosas que no es la felicidad divina los detienen y deleitan, haciéndoles querer que esa sea la verdadera felicidad.

Por otro lado, ¿cómo puede el hombre conocer a Dios? ¿Acaso lo tenía en la memoria así como también tenía la felicidad? San Agustín se preguntaba cómo era posible que tuviera noción o memoria de Dios sin haberlo nunca conocido. La respuesta es que Dios está en las cosas verdaderas y que por lo tanto, como todas las cosas que existen son verdad, entre el hombre y Dios no hay espacio, por lo que se deduce que Dios siempre ha estado con el hombre. 


El alma frente a los placeres del cuerpo

Este es un tema del cual todos los filósofos han hablado y San Agustín no es la excepción. Los placeres del cuerpo tiran al hombre por los caminos de la carne, pero el hombre es perfectamente capaz de dejarlos. 

San Agustín acusa a los sentidos de llevar al pecado sin excepción y también aborrece aquellos estímulos de los sentidos que están relacionados con Dios y las S.E.; por ejemplo, los cantos al rey David que son deleitables, pero que no dejan de ser estímulos para los sentidos. Por lo tanto, los estímulos y los sentidos son medios para conocer otras cosas, entre ellas la verdad, pues, debemos oírla, verla o sentirla para conocerla. 

La curiosidad

¿Qué lleva al hombre a querer estos placeres? San Agustín nos dice que es la curiosidad. Esta nos lleva a querer conocer los misterios de la naturaleza que finalmente no sirven para nada a la vida del hombre. Ningún tipo de ciencia sirve si no está acompañada de la gran sabiduría de Dios. 

La alabanza

Este es otro de los temas que ha hablado San Agustín, pues la importancia de la alabanza es un tema incluso hasta los días de hoy. En efecto ¿a quién debemos alabar? si nos enfocamos en las S.E. veremos que siempre será bueno amar a los hombres, siempre y cuando esto signifique amar a Dios. Lo más peligroso de esto es quedarse con el poder de la costumbre y amar a los hombres antes que a Dios. 


Conclusión

Tremendamente interesante el décimo libro de San Agustín que les dejo en este blog. Nunca el tema de la memoria había sido tratado con tanta verdad en algún filósofo antiguo, de hecho, esta teoría pasará a la historia para ser tratada por otros filósofos, científicos e incluso psicólogos que tomarán todos estos conceptos para describir lo que es la memoria. Aunque hay muchas cosas explicadas sobre ellas, también es increíble reflexionar sobre los grandes misterios de la memoria. San Agustín fue muy humilde al reconocer las limitantes del por qué no se puede conocer todo sobre la memoria.