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lunes, 17 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Las confesiones (Libro X: El concepto de memoria) (397).

¿Qué cosa más importante existe que la memoria del ser humano? sin ella no podríamos seguir adelante en ningún aspecto de la vida; ni siquiera en el más mínimo de ellos. Otro tema importante es el del alma que ha sido tratado largamente por todos los filósofos que precedieron a San Agustín de Hipona, y además de los filósofos que vendrán después de Agustín. Por supuesto que hay una mezcla entre la memoria y el alma, pues estas se complementan la una a la otra. Veamos qué nos dice el santo de Hipona sobre esto.

Referencias:

(1) Esta es una interpretación mía. 

Las Confesiones

LIBRO X: LA MEMORIA Y EL ALMA

La confesión a Dios

Esta podríamos decir que es la gran confesión de San Agustín, el filósofo se siente atrapado en un cuerpo y quiere entregarse totalmente a Dios. Esto nos puede recordar los deseos de Plotino, quien se sentía como un alma atrapada en un cuerpo; alguien que odiaba la corporalidad. 

Propósito de Las Confesiones

Agustín va calando hondo en el verdadero propósito de las confesiones. ¿Para qué escribir las confesiones? ¿Acaso será para que lo conozcan los otros hombres? ¿Qué interés pueden tener los otros hombres? El propósito de las confesiones es que los hombres de todo tipo de corazón y Dios (quien en realidad ya sabe sobre las cosas de Agustín) sepan quién es el filósofo. 

¿Quien conoce a quien?

Esta parte de Las Confesiones puede ser una de las más interesantes, pues discute con Dios diciendo que hay algo que desconoce de sí mismo; es decir, Agustín desconoce algo de sí mismo, y sólo Dios conoce esa parte. De ahí viene su gran pregunta:

''¿Qué amo cuando te amo?''

Agustín nos adelanta que no es nada corporal, ni una luz ni nada que esté sobre la tierra. ¿Qué es eso que ama? a Dios, pero la verdad es que metafóricamente, Agustín pregunta a todos los elementos de la tierra (agua, tierra, fuego y aire) quienes le responden que no son Dioses. Al contrario, estas cosas (la materialidad) le dicen a Agustín:

''Ipse fecit nos''
(Él nos hizo)

Al no encontrar las respuestas de qué ama en Dios, Agustín no tiene más a quién preguntar que a sí mismo: ''¿quién soy yo?'' a lo que se responde ''Un hombre'', luego se pregunta de nuevo desde la interioridad y se responde ''Soy el alma''. Sin embargo, esta alma también le dice:

''No soy Dios, soy una hechura suya''


Podríamos decir que los hombres tienen la gran facultad de percibir lo que es Dios. Pero ¿qué es esa cosa que percibe? sabemos que no es el cuerpo porque este sólo percibe las cosas sensibles. Los animales tampoco pueden percibir a Dios porque de ser cierto deberían evitar el pecado. Por lo tanto, lo único que nos queda es que sea el alma la que puede percibir todas las cosas. El alma sería el último escalón con el cual se puede conocer a Dios, pero aún nos queda vedado qué amamos de Dios. 

El concepto de memoria

La memoria, como habíamos dicho, es una de las facultades más importantes del alma. Todas las cosas exteriores como el sonido, las imágenes, los movimientos son almacenados en la mente, así como también son almacenados los movimientos interiores (sentimientos, emociones). Cada uno tiene su propia entrada, pero sus ''puertas'' son distintas entre las exteriores e interiores. 

Misterios de la memoria

Para Agustín, los procesos de almacenamiento de la memoria son un total misterio ¿cómo es que la memoria almacena el contenido? en efecto, uno puede evocar el color blanco estando en la oscuridad absoluta. No sólo eso, su administración es mucho más increíble porque si el hombre almacena todas los estímulos del exterior ¿cómo es que podemos evocar correctamente todas las imágenes, todos los sonidos sin confundir o mezclar (aunque también podemos mezclarlos a voluntad)? De hecho, el recuerdo puede ser muy bueno incluso cuando no movemos nuestra lengua o cerramos completamente los ojos. 

Lo otro que es fascinante es que la memoria me permite extraer todos los recuerdos de las cosas que más me agradaron, distinguiendo muy bien una cosa de otra (sabores, sonidos, olores). También se guardan las habilidades de las artes o disciplinas que se aprenden durante la vida, pero la diferencia con esto es que las disciplinas no están guardadas como imágenes, es decir, las matemáticas, la gramática o la dialéctica no son imágenes. 

El proceso de recordar

Pero ¿cómo entra esta información? a través de los sentidos, luego, la memoria los almacena en la mente. Por otro lado, todas las cosas que sentimos tienen una especie de validez en la memoria, es decir, no sabemos qué es lo dulce hasta que lo probamos, pero pareciera ser que es el alma quien sabe mucho antes qué es lo dulce antes de que nosotros pudiéramos decir ''esto es dulce''. Este recuerdo de las cosas debe ser constante; por ejemplo, el hombre debe rememorar las cosas una y otra vez para que no se le olvide. De ahí que la palabra pensar en latín sea ''cogitare'' que significa ''recoger'', por lo tanto, podríamos decir que se ''recogen'' los recuerdos. Esto podría recordarnos justamente la teoría de Platón donde aprender significa efectivamente recordar

¿Cómo podemos recordar los números? el latín y el griego tienen su propios números, pero en los dos lenguajes los números tienen algo en común. Es decir, los números se entienden en los dos lenguajes, pero no es necesario saber latín o griego para tener la noción del número. Esa noción del número es común a todas las personas sin necesariamente saber el nombre de cada número (uno, dos, tres...). Quizás a lo que se refiere San Agustín es justamente el concepto de unidad, en efecto, no hay que tener un aprendizaje especial para saber qué es la unidad(1)

Ahora, hay muchas cosa que gracias a las imágenes que tenemos de ellas podremos recordarlas; por ejemplo, si yo recuerdo las palabras piedra o sol, no me servirán de nada si no tengo la imagen de ellas. Si no es por las imágenes no podríamos saber ni recordar que es cada cosa. 

La memoria también puede recordar hechos que nos hicieron alegres y tristes, sin que necesariamente nos pongamos tristes o alegres. Hay algo similar entre el alma y la memoria, pues mucho se dice que quien guarda algo en el alma lo guarda en la memoria. Sin embargo ¿cómo se explica que el alma esté alegre y luego se recuerda algo triste? De aquí se resuelve que son entes separados.

La teoría del olvido

El olvido es obviamente la privación de la memoria, pero ¿cómo es posible que pueda recordar el olvido? el olvido está dentro de la memoria, dice Agustín porque de otra manera no podríamos saber lo que es el olvido. 

No obstante, queda mucho por resolver en el tema del olvido, pues ¿cómo se puede recordar algo que consiste en omitir el recuerdo? Agustín asume que es un tema difícil, pero a la vez también dice que debería saberlo pues en sus palabras ''no hay nada más cerca de mí que yo mismo'' y aún así ''no puedo saber qué es la memoria que en efecto, es algo mío''. 

Además, cuando recordamos el olvido ¿recordamos el olvido mismo o una imagen del olvido? Agustín dice que el olvido no está retenido en sí mismo en la memoria, sino que está retenido como una imagen. En efecto, recordamos la cosa olvidada y no el olvido mismo, pero ¿cómo la memoria nos puede dar una imagen del olvido? Agustín nos dice finalmente que sólo podemos tener una imagen del olvido por más misterioso e increíble que parezca este fenómeno del olvido. 

¿Trascender la memoria?

El fin último de San Agustín es encontrar a Dios sea por el medio que sea. Ya sabemos que por el cuerpo es imposible, por lo que lo más cercano que existe para acercarse a Dios sería el alma. El mismo Agustín dice que se debe trascender la memoria para encontrar a Dios, pero esto trae un problema. Todo lo que está fuera de la memoria es el olvido; ¿cómo podemos trascender la memoria si fuera de ella no recordamos? ¿cómo podremos recordar a Dios (y más aún llegar a él)? 

Suele pasar que quien pierde una cosa, por medio de un método de descartes mental encuentra lo que perdió. ¿Qué nos ayuda a encontrar lo perdido? justamente la imagen de esa cosa y he aquí que la memoria es importante. Ahora, ¿podemos olvidar algo absolutamente? No, nada se olvida completamente. 

La felicidad y la memoria

Todos quieren una vida feliz, o al menos ese es el fin al que aspiran la mayoría de los hombres. ¿De dónde viene este recuerdo de la felicidad? ¿cómo los hombres pueden saber de la felicidad sin nunca haberla tenido? Agustín nos dice que la felicidad está en el hombre de una forma misteriosa. Si el hombre reconoce la felicidad, entonces esta debe estar en la memoria, pero si la reconoce significa también que ya la obtuvo.

¿Recordamos la felicidad así como recordamos un número? ¿Recordamos la felicidad como si fuera una especie de país donde todos están alegres? De ninguna de estas formas porque la felicidad no es corporal. El único, gozo, la única felicidad es Dios porque Dios no es corporal o elemental.

Ahora, ¿qué pasa con la felicidad? ¿acaso se elige o se tiene por fortuna? Dios es la felicidad, pero ¿por qué no todos tienen la felicidad? simplemente porque por voluntad no quieren escogerla, aunque también hay una presión por parte de la carne, es decir, la carne hace que el ser humano sienta una felicidad ''falsa'' y se conforme con aquella. Sin embargo, habíamos dicho que la felicidad era un concepto que el hombre ya tenía incorporado dentro de su memoria. ¿Cómo es que el hombre, sabiendo que es la felicidad, escoge otros caminos para obtenerla? Es simplemente porque esas cosas que no es la felicidad divina los detienen y deleitan, haciéndoles querer que esa sea la verdadera felicidad.

Por otro lado, ¿cómo puede el hombre conocer a Dios? ¿Acaso lo tenía en la memoria así como también tenía la felicidad? San Agustín se preguntaba cómo era posible que tuviera noción o memoria de Dios sin haberlo nunca conocido. La respuesta es que Dios está en las cosas verdaderas y que por lo tanto, como todas las cosas que existen son verdad, entre el hombre y Dios no hay espacio, por lo que se deduce que Dios siempre ha estado con el hombre. 


El alma frente a los placeres del cuerpo

Este es un tema del cual todos los filósofos han hablado y San Agustín no es la excepción. Los placeres del cuerpo tiran al hombre por los caminos de la carne, pero el hombre es perfectamente capaz de dejarlos. 

San Agustín acusa a los sentidos de llevar al pecado sin excepción y también aborrece aquellos estímulos de los sentidos que están relacionados con Dios y las S.E.; por ejemplo, los cantos al rey David que son deleitables, pero que no dejan de ser estímulos para los sentidos. Por lo tanto, los estímulos y los sentidos son medios para conocer otras cosas, entre ellas la verdad, pues, debemos oírla, verla o sentirla para conocerla. 

La curiosidad

¿Qué lleva al hombre a querer estos placeres? San Agustín nos dice que es la curiosidad. Esta nos lleva a querer conocer los misterios de la naturaleza que finalmente no sirven para nada a la vida del hombre. Ningún tipo de ciencia sirve si no está acompañada de la gran sabiduría de Dios. 

La alabanza

Este es otro de los temas que ha hablado San Agustín, pues la importancia de la alabanza es un tema incluso hasta los días de hoy. En efecto ¿a quién debemos alabar? si nos enfocamos en las S.E. veremos que siempre será bueno amar a los hombres, siempre y cuando esto signifique amar a Dios. Lo más peligroso de esto es quedarse con el poder de la costumbre y amar a los hombres antes que a Dios. 


Conclusión

Tremendamente interesante el décimo libro de San Agustín que les dejo en este blog. Nunca el tema de la memoria había sido tratado con tanta verdad en algún filósofo antiguo, de hecho, esta teoría pasará a la historia para ser tratada por otros filósofos, científicos e incluso psicólogos que tomarán todos estos conceptos para describir lo que es la memoria. Aunque hay muchas cosas explicadas sobre ellas, también es increíble reflexionar sobre los grandes misterios de la memoria. San Agustín fue muy humilde al reconocer las limitantes del por qué no se puede conocer todo sobre la memoria.