domingo, 19 de febrero de 2017

San Agustín de Hipona - Sermón de la montaña (Libro I: Bienaventuranza) (394).

Este es un de los hechos considerado el más hermoso de la biblia, pues es aquí donde Jesús dice su famosa frase: ''Bienaventurados los pobres de la tierra, porque de ellos será el reino de los cielos''. Una frase que, por supuesto, es una imagen de consuelo a aquellos que padecen todas las necesidades básicas en el mundo. En todo caso, las bienaventuranzas no son el único discurso que se presenta ante nosotros en el libro de San Mateo, pues también aparecen otras oraciones como por ejemplo, el Padre nuestro. Veamos qué tiene que decir San Agustín de Hipona en este fragmento.

Definición:

(1) Paraclito: proviene del griego antiguo ''parakletos'' que en este idioma significa ''consolador''.
(2) Racca: un insulto muy duro que utilizaban los hebreos en tiempos de Cristo. San Agustín había preguntado a un judío qué significaba racca a lo cual le dijo ''una interjección''. Otras fuentes dicen que significa ''necio''. 

Referencias:

(1) Los cismáticos son aquellos hombres que produjeron controversias dentro de la Iglesia, con la intención de esclarecer algunas cosas oscuras de la biblia.
(2) Hoy en día, en este pasaje la palabra aborrecer quiere decir ''amar menos''.

SERMÓN DE LA MONTAÑA


LIBRO I: BIENAVENTURANZA

La enseñanza moral y la montaña

San Agustín nos dice que las enseñanzas de la montaña son justamente las reglas de vida cristiana. De hecho, bastará leer lo último que dijo Jesús en dicho sermón:

''Todo aquel que oye estas palabras mías y las lleva a la práctica, lo asemejaré a un hombre sabio que construyó su casa sobre la roca'' 
(Mateo 7:24)

De aquí se deduce que quien quiera realmente ser cristiano deberá seguir las enseñanzas que Jesús dio en el monte. 

¿Por qué en el monte?

Recordemos que en el monte se reunieron tanto niños como adultos para escuchar a Jesús. El simbolismo de la montaña representa la justicia, pues así se dijo en el Salmo 3:57 ''Tu justicia es como los montes de Dios''. Quién más apto para enseñar en el monte que representa la justicia que Jesús.

La actitud de Jesús también conviene a la justicia, porque enseñó sentado; cosa que todo maestro digno hace. 

Las ocho Bienaventuranzas

Primera bienaventuranza

Veamos qué consiste la primera:

''Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos''

Estos ''pobres de espíritu'' son aquellos que son humildes y que tienen miedo de Dios. Ya decía San Agustín que el peor pecado de todos es la soberbia, de hecho, es el peor porque es el principio de todo pecado. 

Segunda bienaventuranza

Así reza la segunda bienaventuranza:

''Bienaventurados los mansos porque ellos heredarán la tierra''

Los ''mansos'' también son los humildes, pero su diferencia con la primera bienaventuranza radica en que estos ceden ante los atropellos de sus enemigos. De ahí dice San Agustín que estos vencen el mal con el bien

Tercera bienaventuranza

Aquí está la tercera bienaventuranza:

''Bienaventurados los que lloran porque Dios los consolará''

De acuerdo con el pensamiento de San Agustín, la tristeza sólo existe por el amor a las cosas materiales. Es el Espíritu Santo el que se encarga de consolar, pues por ello lo llaman Paráclito(1) ya que el consolará a ese amante de las cosas materiales para que luego voltee su mirada a las cosas eternas. 

Cuarta bienaventuranza

Veamos la cuarta bienaventuranza:

''Felices los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados''

Estos que ''tienen hambre y sed de justicia'' son lso amantes del bien eterno. Si están hambrientos de la justicia, entonces nunca les faltará comida; al igual como Jesús dijo en Juan 4:34 ''Mi comida es hacer la voluntad de mi Padre''. 

Quinta bienaventuranza

Tenemos la quinta bienaventuranza


''Felices los misericordiosos porque a ellos se le dará misericordia''

Estos ''misericordiosos'' son aquellos que ayudan a los infelices y, como recompensa, estos recibirán misericordia en momentos de necesidad. 

Sexta bienaventuranza

Seguimos con la sexta bienaventuranza


''Felices los de corazón limpio porque ellos verán a Dios''

Insensato sería buscar a Dios con los ojos del cuerpo, pues la única manera de ver a Dios es con el corazón. 

Séptima bienaventuranza

Veamos la séptima bienaventuranza:

''Felices los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios''

Es en la perfección donde se encuentra la paz, porque en la paz no existe oposición alguna. De ahí que el sabio sea una persona de paz y el beligerante siempre esté en movimiento y haciendo resistencia a lo que no le parece bien. 

Octava bienaventuranza

Y finalmente tenemos la última bienaventuranza:

''Felices los que sufren persecución por causa de la justicia porque de ellos es el reino de los cielos''

Una vez que en el ser humano está establecida la paz interior, nada podrá destruirlo porque será tan sólido como la piedra. Nada que no sea la verdad puede ser perjudicada la ser ella totalmente buena. Cuando dice ''por causa de la justicia'' es perfectamente reemplazable por decir: ''por causa de ser honestos''.

Conclusión de las ocho bienaventuranzas 


Para resumir todas estas bienaventuranza, Jesús continúa enseñandole a sus discípulos diciéndoles: 

''Seréis felices cuando hablen mal de vosotros y os persigan''

Si observamos cuidadosamente, veremos que la enseñanza de Jesús comienza con la humildad, luego sigue con los méritos del hombre, para luego finalizar con la contemplación entera de la sabiduría y de Dios. También caerá agregar que en las últimas bienaventuranzas el hombre no podrá ser afectado por absolutamente nada. 

Comparación de las bienaventuranzas y el don del Espíritu Santo

Como hemos visto, las bienaventuranzas nos ponen en el plano de la humildad y la aceptación a Dios. La única manera de que aquello se lleve a cabo, es siendo temerosos de Dios porque recordemos que el pecado más grande es la soberbia. Además, la soberbia ni siquiera podría conducirnos a ningún modo de sabiduría, al tener que considerar todo inferior a uno mismo. 

La verdad es que el Espíritu Santo también está relacionado con las cosas dichas por Jesús en el monte. Es cosa de ver el Isaías 11:2-3 donde se comenta dice que el primer grado de conocimiento de Dios es la sabiduría, y esta sabiduría consiste en el miedo hacia Dios. Por supuesto, Isaías hablaba de el Espíritu Santo al hablar de que lo primero es la sabiduría. 

El reino de los cielos como premio

Como vemos en las bienaventuranzas, lo primero que se da como recompensa es el reino de los cielos, así como también se llega al reino de los cielos acatando todas las enseñanzas de Jesús en la montaña. Desde la primera bienaventuranza se obtendrá la ayuda del Espíritu Santo quien nos encaminará a obtener todo lo que nos hacía falta; misericordia, felicidad, saciedad de justicia, la herencia, etc.

¿Ser felices sufriendo?

Podríamos pensar fácilmente que, en definitiva, los que sufren son aquellos que tendrán todas las cosas que deseaban. Recordemos que para Jesús y los cristianos en general, la felicidad está en el interior y no en el exterior. 

Los sufrimientos se superan con paciencia, y la paciencia es justamente virtud. Los males deben soportarse no sólo con fuerza, sino también con alegría, aunque los únicos que no pueden obtener esto serán los herejes y los cismáticos(1)

La recompensa

Obviamente, cuando se habla de la recompensa de los cielos no se habla de un cielo ni siquiera parecido al que vemos con los ojos. Es un cielo sempiterno, estable y eterno; y sólo hay lugar para aquellos que cumplen con los requisitos. 

La luz del mundo

Continúa Jesús en la montaña dirigiendo el sermón diciendo a todos los presentes: 

''Vosotros sois la sal de la tierra''

Lo que significa que siendo tan diminutos, al ambicionar los bienes temporales, nos veremos enfrentados a las más terribles dependencias; por lo tanto, no seremos felices. De alguna manera, siendo pequeños somos inferiores, pero si tenemos nuestro corazón en el cielo nunca lo seremos. 

Luego continúa: 

''Vosotros sois la luz del mundo''

Si somos la sal de la tierra, no entiendo esta tierra como la que pisamos con los pies, sino más bien interpretada como el mundo, entonces podremos entender que somos la luz. En efecto, somos la luz cuando nos acercamos a Dios. 

La ley de Dios y la ley del hombre

Las obras de los hombres para con Dios

Un pasaje de la biblia reza así:

''Brille vuestra luz delante de los hombres para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro padre, que está en los cielos''

Puede ser que esta cita se confunda y el hombre que la siga busque jactarse de estas, con el objetivo de sólo recibir alabanzas. Sin embargo, sigue en el mismo pasaje:

''Si todavía buscase el agrado de los hombres, no sería siervo de Dios''

La idea de hacer las buenas obras no es captar el agrado de los hombres, sino el agrado de Dios, y encima que los demás hombres se convenzan en seguir las buenas obras. De ahí que los hombres deben ser exhortados a sufrir por la verdad cada vez que se oculte. 

Las leyes de Dios

Veamos un pasaje en cuanto a las leyes:

''No creáis que he venido a abolir la Ley y a los Profetas; no he venido a abolirla, sino a darle cumplimiento''

Jesús vino justamente a dar cumplimiento a las leyes, y no sólo a las que fueron dictadas por Dios por medio de los profetas, sino que también a la palabra de los profetas. Dar cumplimiento significa cumplir hasta la más mínima de las órdenes dadas por Dios. 

Ley y evangelio

Obviamente, estas leyes mínimas que nos muestran las escrituras deben ser complementadas con las más grandes. Es probable que se pregunten cómo es posible que alguien quien haya cumplido sólo las leyes más mínimas no entre en el reino de los cielos, pero sí estará más cerca de quien no las cumplió. 

Las culpas entre los hombres

Las ofensas

En el mismo Mateo se dice que será condenado aquel que insulte e injurie a su hermano. Aún más, quien se enoje sin motivo será condenado de la manera más punitiva, que otro que no se enojó. En realidad hay tres ''niveles'' por decirlo de alguna manera:

  1. ''Quien se enoje con su hermano sin motivo será condenado a juicio''
  2. ''Quien llame a su hermano ''racca''(2) será reo de condena''
  3. Quién llame imbécil a su hermano conocerá las penas del infierno''

Por lo tanto, será mucho mejor enojarse sin motivo con su hermano que llamarlo ''imbécil'' o con alguno otro insulto. Tenemos entonces un juicio, una condena y una pena hacia el infierno.

En todo caso, quien meresca las penas del infierno no podrá ser perdonado. 

Los enemigos de los hombres

¿Quiénes son realmente los enemigos del hombre? ¿Otros hombres o el diablo? La palabra nos llama a ser misericordiosos y condescendientes, pero ¿podemos ser condescendientes con el diablo? Agustín nos dice que eso no será posible, pues sería como tener una amistad con él, lo cual sería absurdo. 

Con lo único que debemos ser enemigos es con los hombres pecadores, aunque a estos también se debe perdonarlos cuando se den cuenta del error que cometen al querer la carne. 

Así es como dice una escritura:

''Si subo al cielo, allí estás tú; si desciendo a los infiernos, allí te encuentro; si al rayar el alba me pusiera alas y fuese a poner en el último extremo del mar, allí igualmente me conducirá tu mano y me hallaré bajo el poder de tu diestra''

Dios está en todos lados y nada puede estar lejos de su mano creadora. Incluso está entre los injustos para que se arrepientan de sus malas acciones. Se podría pensar que si Dios está con los enemigos no debería ser conveniente para nosotros estar con él. No obstante, ¿con quién más estaremos? ¿seremos pecadores de soberbia y así ser doblemente pecadores? No sería conveniente alejarse de Dios. 

La relación entre hombre y mujer

Dice un pasaje de Mateo que no se debe fornicar con una mujer, aunque San Agustín nos dice que basta pensar en fornicar con dicha mujer para fornicar de corazón. En efecto, una cosa es fornicar de corazón y otra con la unión corporal, pero la primera será mucho menos condenable que la segunda. 

Los pecados ya sea en el hombre y la mujer se dan con tres pasos:

  • Sugestión: proviene de los cinco sentidos corporales. Por supuesto, todos sentimos placer a través de nuestros sentidos, pero aquellos placeres que nos llevan al pecado son los que debemos reprimir. Para Agustín la sugestión está representada en la serpiente

  • Delectación: una vez que hemos percibido un placer por los sentidos, nos viene de forma sucesiva la delectación que es la aprobación de dicho placer. Para San Agustín la delectación está representada por Eva.

  • Consentimiento: es la consumación del pecado. Una vez que ya está aprobado el pecado no hay nada más que hacer. Para San Agustín, el consentimiento está representado por la conciencia

Lo más importante de rescatar aquí es que el hombre puede evitar el pecado si no se sugestiona o se consiente con ellos. Sin embargo, si no logra hacerlo, el hombre se verá implicado en la costumbre del pecado lo cual lo hará malo. Siempre debe someterse a la gracia de Cristo así como la mujer se somete al hombre. 

Las partes del cuerpo

Tenemos ahora un pasaje complicado para San Agustín con referencias a las partes del cuerpo:

''Si tu ojo derecho es el que peca, entonces sácatelo y arrójalo lejos de ti; pues te conviene más que uno de tus miembros se pierda que todo el cuerpo'' 

Por supuesto, quitarse los ojos es una cuestión muy difícil, pero también recibir el castigo eterno será algo peligroso. Para San Agustín, este pasaje podría ser una metáfora más que una regla corporal, es decir, que realmente el hombre se tenga que arrancar los ojos. Puede ser que con ''ojo derecho'' se refiere a que cuando lo más valioso nos falle (entendido coloquialmente como un ''mano derecha''), debemos apartarnos inmediatamente de aquello. 

El matrimonio cristiano

La única forma en que la mujer puede separarse del marido es una vez que éste último esté muerto. De hecho, la mujer puede volverse a casar nuevamente si el marido ya está muerto. El marido tampoco puede dejar a su mujer por otra, y si llegara a separarse, debería tratar de reconciliarse nuevamente. 

En todo caso, el matrimonio debería llevarse sin fornicación a excepción que esté el propósito de tener un hijo. Muchos menos que la fornicación se haga sin motivo alguno o sólo por placer. De ahí podría decirse lo que sostenía el apóstol San Pablo:

''Por lo demás, los que tienen mujer, vivan como si no la tuviesen''

Hay algunos pasajes que parecieran ser aún más duros son los miembros de la familia. Veamos el Lucas 14:26

''Si alguno de los que me sigue no aborrece a su padre y a su madre, a la mujer y a los hijos, y a los hermanos y hermanas, y aún a su vida misma, no puede ser mi discípulo''

Es muy difícil interpretar este pasaje sin tener un dejo de extrañeza en estas palabras. Lo que puede significar es que una vez que el hombre entre en el estado que va más allá de la muerte, no tendrá estas necesidades de amar a su padre o a su madre, o a todos sus familiares, pues en el reino de los cielos todos son hermanos(2)

En otras palabras, quien ama esta vida terrenal, aún no está preparado para amar la vida celestial. Ahora, en esta vida celestial se supone que estamos todos aquellos que han seguido los mandamientos irán a esa vida, y aquí tenemos otra razón de despreciar a los ''familiares terrenales''. 

Derechos del matrimonio

El apóstol San Pablo decía que la mujer no debe permanecer fuera del matrimonio, y si se separara, no podrá contraer nuevamente matrimonio y se tendrá que reconciliar con él. El hombre tampoco puede contraer matrimonio luego de separarse de su esposa, y tendrá al igual que la mujer tratar de reconciliarse con él. 

Es sabido que otra de las cosas más difíciles en la disolubilidad del matrimonio es la infidelidad. No obstante, si la mujer es infiel y el marido consiente en su amor, entonces deberían estar juntos; lo mismo pasaría en el caso contrario. Tampoco deberá dejar a su mujer si esta es pagana, pues con el tiempo puede convertirse en cristiana; lo mismo va para los hijos. 

En el caso de fornicación, el hombre puede separarse de la mujer sin ningún problema, pero él también debe estar limpio de todo pecado de fornicación. 

Adulterio

Si un hombre se casa con una mujer que es adúltera, entonces los dos se convierten en adúlteros y pecadores. La esposa y el marido, si fueron adúlteros y pecadores tendrán que tratar de reconciliarse con sus respectivo esposo o esposa. 

Existió un caso de adulterio en el imperio de Constancio estaba el prefecto (que también fue Cónsul) llamado Acindino. Este prefecto llegó a tener tantas deudas que tuvo que ser encerrado en el calabozo. Su esposa era muy hermosa, y un rico quiso hacerla su esposa, sabiendo que su marido estaba en la cárcel. Este le dijo que si estaban juntos éste podría darle el dinero suficiente para sacar a su marido de la cárcel. La esposa le contó a Acindino la situación en que se encontraba, y éste aceptó. No obstante, el rico la engañó y en vez de darle dinero le dió un saco de tierra. La mujer protestó y como indemnización le dieron algunas tierras. 

Agustín dice que en este sentido, el adulterio sí está justificado pues la fornicación fue consumada por amor al marido. En efecto, todo mal que se hace para un bien mejor, será aceptado y libre de pecado. 

Los tipos de juramento que existen

El juramento sólo se puede dar por la realización de las buenas acciones y no por la necesidad de cosas materiales, ni de ningún otro tipo. 

Tampoco se debe jurar por Jesús o por un familiar, siempre se debe jurar por Dios, porque de todas las cosas Dios está en todas. 

Bondad y generosidad

Sólo un versículo es representativo de la bondad y la generosidad en la biblia:


''Habeis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente; pero yo os digo que no os opongáis al que haga el mal; sin embargo, si alguien te hiriese la mejilla derecha, vuélvele también la izquierda; y a quien te quiera llamar a juicio y quitarte la túnica, ofrécele también la capa; y quien te forzare a ir con él mil pasos, vete con él otros dos mil. Al que te pida dale y no vuelvas tu rostro a quién al que pretende de ti algún préstamo''

Son los fariseos quienes decían algo muy similar, pues ellos nos decían que estaba muy bien el evitar la venganza. Sin embargo, no hay nada más perfecto que no devolver daño alguno a quienes nos hizo daño (o mucho daño). 

El significado de la mejilla derecha

Agustín añade un dato interesante en cuanto al significado de la mejilla derecha. Solamente en los códices griegos aparece ''mejilla derecha'', pero en los códices latinos sólo aparece ''mejilla''. 

Sea como sea, el rostro en sí es lo primero que apreciamos de una persona, es la identidad de cada uno. Cuando nos golpean la mejilla, en verdad, es una muestra de desprecio por nosotros como persona. Por otro lado, todo lo que signifique el lado derecho es lo más apreciado que tenemos, mucho más que lo izquierdo. Por ejemplo, los amigos de los emperadores siempre están a mano derecha.  

Se debe poner la otra mejilla por una cuestión de bondad y humildad; muchos dan la otra mejilla pero no aman al que les golpeó. Debemos ser tan bondadosos como Jesús quien no solamente dio la otra mejilla, sino que el cuerpo entero a los romanos. 

Corrección de las conductas

Nada sacamos con golpear a nuestros enemigos si ellos os golpearon antes. ¿Acaso si devolvemos el golpe se nos restablecerá el rostro o tendremos algún otro beneficio? Por supuesto que no, aunque la venganza si tiene un efecto lenitivo. 

En vez de desear la venganza hacia el prójimo, será mucho mejor desearle corrección y benevolencia. Nadie se vuelve bueno con el mal, sino que todo lo contrario, todos nos volvemos buenos con el bien. Por lo demás, nunca se deben aceptar las cosas injustas, es decir, si alguien pidiera a otro hombre una cosa injusta, entonces será mejor no hacerla. 

La ley de los fariseos y la ley de Jesús

La ley de los fariseos siempre ha sido ''ojo por ojo, diente por diente'' es decir, la ley del Talión. Es comprensible que en un comienzo fuera así, pues todos nos sentimos mal cuando dañan a nuestros seres queridos. Amar al prójimo (incluyendo al enemigo) será el próximo peldaño que el hombre deberá sobrepasar. Para San Agustín, odiar al enemigo será lo más fácil y por lo tanto, lo más débil que pueda hacer el hombre. 

Arrepentimientos

En la ley nueva existe el concepto de arrepentimiento que surge después por dos tipos de pecados: traición y negación. Estos dos conceptos se representan en los apóstoles; por ejemplo, cuando Judas traicionó a Jesús y Pedro negó a Jesús tres veces. 

Los dos se sintieron mal una vez que cometieron sus pecados, pero no sabemos si verdaderamente Dios perdonó estos pecados, aunque el Mateo 12:33 dice:

''Cualquiera que hablare contra el hijo del hombre, se le perdonará; pero quien hablare en contra del Espíritu Santo no se le perdonará ni en esta vida ni en la otra''

Por lo tanto, hay mucho más castigo cuando se habla en contra de la divinidad y más aún, en contra de la Santísima Trinidad. 

Conclusión

Este puede ser uno de los episodios más célebres de la biblia, aunque también uno de los más difíciles porque nada más difícil es cumplir con todos los preceptos divinos. Se sigue insistiendo en que lo más benevolente y misericordioso es dar la otra mejilla, así como también ayudar al enemigo cuando lo necesite. Por supuesto, todo esto se hace en la vida terrenal, pues luego de hacer todas las cosas mandadas por Jesús se obtendrá la recompensa divina del reino de los cielos. Una tarea, por lo demás, difícil por no decir imposible de realizar. 

lunes, 13 de febrero de 2017

San Agustín de Hipona - Contra los donatistas (394 - 421)

Esta puede ser un obra de arte en San Agustín de Hipona, si lo vemos desde la perspectiva literaria, es decir, como una poesía o novela. Hemos querido daros el Salmo de San Agustín, pero también hacer una introducción sobre quiénes eran estos tipos que se llamaban donatistas justamente por seguir a su maestro Donato. Por supuesto, el Donatismo fue otras de las sectas religiosas a las que San Agustín tenía cierta aversión por atacar a la Iglesia Católica. Veamos más detalladamente el nacimiento del Donatismo y cómo San Agustín compuso este salmo.

Antes de leer, debo advertir que esta es una edición especial que junta todos los diálogos y análisis que San Agustín tuvo con los donatistas.

Referencias:

(1) A interpretación del lector queda la palabra ''corregir''.

Definiciones:

(1) Ruptura que se da dentro de una organización. 

CONTRA LOS DONATISTAS

¿Quiénes eran los Donatistas?

Historia previa

El cristianismo había sufrido numerosas persecuciones alrededor del siglo III y una de las más sistemáticas fue en el gobierno de Decio en los año 249 y 251. El cristianismo era visto como una amenaza para el emperador, pues estos estaban construyendo un Estado dentro de otro Estado, y su aceptación en oriente se hacía cada vez más grande. 

El problema más grande para los cristianos era hacer sacrificios al emperador que no era cristiano. Sin embargo, el sacrificio era una obligación que además debía ser probada mediante un cumplimiento llamado ''libellus'' que certificaba que el ciudadano cumplía con el sacrificio. Con el tiempo, lamentablemente, muchos cristianos fueron doblegados a aceptar el mandato del emperador, y muchos adeptos al cristianismo traicionaron su ideología cristiana, dando al emperador toda la información sobre los cristianos. 

Todas las persecuciones posteriores terminaron con el reinado de Diocleciano (284 - 305) que fueron tiempos de paz y tolerancia religiosa, aunque luego se volvió a perseguir a los cristianos con mucha más dureza. Se tuvo que hacer un edicto de tolerancia que fue firmado por Galerio, donde los cristianos pudieron estar tranquilos nuevamente. 

Finalmente, tuvo que llegar Constantino I para que el Imperio Romano aceptara el cristianismo como la religión oficial de todo el territorio. 

La búsqueda de los culpables

Los cristianos quisieron revelar todo lo oscuro que hubo en la persecución de Decio. El gran problema surgió cuando se consagró como obispo de Cartago a Ceciliano quien había participado con Félix de Apthungi considerado traidor en esos años. 

Los obispos se reunieron inmediatamente para invalidar la elección y elegir como obispo de Cartago a Mayorino. Con el tiempo, las diversas sucesiones dieron con Donato Magno, maestro de la secta donatista.

Los traidores y los donatistas

Donato no quería que los que fueron vinculados con las traiciones de Decio ocuparan puestos públicos. Primero tenían que bautizarse nuevamente y aceptar la fe para hacerlo, cosa que no querían volver a hacer. 

Constantino I promulgó muchas legislaciones donde se condenaba totalmente a los donatistas, haciendo que cerraran sus iglesias. No obstante, el mismo Donato logró que Constantino I lo indemnizara por todos los daños de aquella legislación. 

El donatismo se expandió en todo Cartago y el norte de África quedando las rivalidades perfectamente divididas. Estaban los que estaban con Ceciliano (quienes los donatistas llamaban traidores), mientras que por otro lado, estaban los donatistas. Hubo un comisario imperial llamado Macario que trató de conciliar las dos posturas, pero fracasó irremediablemente y no haciendo más que acrecentar las diferencias. 

Filosofía de los donatistas

Bajo esta especie de justicia, los donatistas querían vengarse de quienes habían sido traidores al cristianismo. De aquí se forma el primer cisma(1) de la iglesia, de hecho, este es uno de los más importantes en la historia del cristianismo.

Los donatistas consiguieron muchos adeptos tras sus peticiones de indemnizaciones sociales, políticas y económicas. Estos representaban un gran problema para la Iglesia Católica y sobre todo para San Agustín quien nunca aprobó a los donatistas. 

Uno de los conceptos fundamentales para los donatistas era la pureza. Esta pureza de la que hablaban los donatistas estaba aceptada bajo el siguiente punto de vista


''Los hombres de la Iglesia deben ser perfectos y puros''

¿Qué significa esto? que los hombres que quieran entrar a la religión donatista no deberán tener ningún pecado a su haber, y además no deben tener ninguna vinculación con los traidores. De aquí se dividen los hombres en dos clases: los puros (los santos) y los impuros. Por lo demás, nadie que haya sido impuro puede volver a ser puro o a ocupar algún cargo en la Iglesia. 

De alguna manera, la Iglesia de Donato era la iglesia de los mártires cristianos que fueron asesinados a manos del emperador y gracias a los traidores que los entregaron. 

El problema de la filosofía donatista radica justamente en el planteamiento de hombres perfectos y puros. De hecho, los donatistas exigían un segundo bautismo en el caso de los traidores para que se ''purificaran''. 

Agustín en contra de dicho bautismo

Agustín tiene la idea de que todos los hombres pueden llegar a ser buenos por medio de su voluntad. Aplica los principios cristianos de piedad y misericordia para quienes cometieron pecados y quieren arrepentirse. Nadie es totalmente puro pues nacemos del pecado original de Adán,  por lo que no podemos esperar que todo hombre sea intachable. Así termina la discusión San Agustín:


''No se debe alabar a los malos por causa de los buenos, ni se debe abandonar a los buenos por causa de los malos'' 

Por lo menos, el tema del bautismo quedaría arreglado hasta algunos escritos posteriores. Por ejemplo, otro que los atacaría sería Cresconio y Petiliano donde San Agustín dedica 2 libros. 


Contra Emérito

Obispo del partido de Donato, Emérito era una persona un tanto fría e indiferente con los que le rodeaban según San Agustín. Sin embargo, ese día donde Emérito y Agustín tendrían el debate, el obispo donatista aceptó entrar a la iglesia para tener la discusión ahí. 

El debate que tuvieron fue relativamente corto, pues Emérito no supo responder bien a ninguna de las preguntas hechas por Agustín. Finalmente, Agustín lo trata de una manera cordial al despedirse pidiéndole que se una a la Iglesia Católica, cosa que nunca se supo bien si finalmente lo hizo. 


Contra Parmeniano

Una de las réplicas que tenía San Agustín era con un obispo llamado Parmeniano, amigo de Ticonio quien también fue obispo en su tiempo. 

Parmeniano acusaba al obispo católico de Córdoba llamado Osio en 294. Luchaba incansablemente con el arrianismo, pero fue acusado por ayudar al emperador Decio a entregar a los cristianos a la muerte. De acuerdo con San Agustín y con la biografía de Osio, no hay pruebas que puedan culparlo. 

Osio fue relacionado con Ceciliano para reunir gente que hiciera comunión con ellos. Uno de ellos fue Milcíades quien logró gracias a Constantino I exculpar a Ceciliano y a Osio. Se acusaba al emperador cristiano de tener mucha influencia de parte de Osio, y que a final de cuentas, Osio nunca logró ser condenado. Lamentablemente para los donatistas, no había ninguna prueba para condenar a Osio.

Parmeniano se quejaba también de que uno de los más polemistas sacerdotes fuera anti donatista: Optato. De hecho, este sacerdote escribió un libro llamado ''Contra el donatista Parmenio'', que, como pueden imaginar es una carta en contra del donatista. 

La separación que hace Parmeniano (y no sólo él sino que todos los donatista) es que existen los hombres buenos y malos. Los buenos son los que condenan a los malos (acusados de traidores) y los malos aquellos quienes condenaron a los buenos de forma vergonzosa. San Agustín dice no existen necesariamente los buenos y los malos de forma separada, sino que los buenos y los malos. Todos tienen la oportunidad de ser perdonados como lo establecen los principios cristianos.

Contra Gaudencio

Otro de los obispos donatistas que amenazó a San Agustín con quemarse dentro de una iglesia con unos cuantos compañeros. Sus debates con San Agustín la verdad es que están llenos de falacias. Quizás sea uno de los debates más desesperados que haya tenido la secta donatista en contra de San Agustín.

De acuerdo con Agustín, Gaudencio inventa amenazas y asesinatos que han cometido los católicos en contra de los donatistas, pero Agustín tilda esta conducta de paranoica diciendo que no pueden referirse a así a cualquier persona. En todo caso, a los herejes (como eran considerados los donatistas) se les ''corregía''(1), pero muchos de los donatistas aprovecharon esto para denunciar violencia contra ellos; incluso, muchos de ellos se auto exiliaron diciendo que los habían exiliado (de acuerdo con San Agustín).

¿Perdón o condena? 

Mucho se habló del amor que tenía San Agustín incluso por sus enemigos, a propósito de los principios cristianos que debía seguir. De hecho, Agustín llamaba a amar a los maniqueos aún cuando lo de ellos era cometer herejía. Sin embargo, con el tiempo esa mirada cambió.

San Agustín se vio abrumado por el cisma donatista y la unión con los grupos rebeldes llamados los circunceliones. Los circunceliones se unían a cada cisma para aprovechar de dar sus quejas sobre el imperio. Mientras los donatistas se quejaban de la religión, los circunceliones se quejaban de la economía, la sociedad y todos los problemas administrativos del Imperio. 

La unión de los circunceliones con los donatistas era la ocasión perfecta de San Agustín para justificar el empleo de la represión física a los herejes. Una interpretación de las S.E., específicamente en el Evangelio de Lucas daría la razón para justificar la violencia. 

''Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. A la hora de la cena envió a sus siervos a decir a los convidados: 'Venid que ya todo está preparado'. Al rato después, todos comenzaron a excusarse... ...Entonces enojado el padre de familia dijo: 'Ve pronto por los pobres los mancos y los ciegos, y trae acá a todos ellos'.
''El siervo llegó y dijo: 'Todos están aquí señor, pero aún hay lugar'. El señor le dijo: 'Entonces ve por los caminos y por los vallados y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. Ninguno de esos hombres que fueron convidados gustarán de mi cena' ''.
(Lucas 14:15) 

La fuerza de la coacción al decir ''oblígalos a entrar'' Agustín al interpreta como un símbolo de disciplina y orden, que posteriormente resultará en la voluntad divina que se pregonaba en la Santísima Trinidad (Memoria, Inteligencia y Voluntad). Está demás decir que esta justificación de la parábola de la cena en Lucas, justificaría la represión posterior de la Iglesia Católica contra todos los herejes.

Finalmente, ya en el año 411 en la conferencia de Cartago, Marcelino, quien era un excelente cristiano hizo la proclamación donde los donatistas son condenados por sus doctrinas. 

Salmo de San Agustín

Para San Agustín, el concepto de cisma era una cuestión difícil y vergonzosa. Los donatistas representaban una religión de resentimiento, donde se exige al ser humano algo que no es, pues nadie puede ser perfecto. El perdón y la misericordia es algo central en la obra de Jesús y los donatistas no lo están aceptando. 

Es así que San Agustín compone este salmo contra la secta donatista:

Vosotros, que amáis la paz, juzgad ahora la verdad.
Con acepción de personas es vergonzoso juzgar.
Nunca podrán los injustos el Reino de Dios ganar.
Que rasgues la ajena túnica nadie lo tolerará:



¿Cuánto más reo es de muerte romper de Cristo la paz?
Al autor de estos delitos busquémoslo sin errar.
Vosotros, que amáis la paz, juzgad ahora la verdad.
Atormenta a los hermanos la abundancia de malvados.

Ya quiso nuestro Señor dejarnos bien avisados,
asemejando una red con el celeste Reinado
que por los mares recoge toda clase de pescados

La sacan hasta la orilla, comienzan a separarlos:
los buenos van a las cestas, al mar se tiran los malos.
Quien conozca el Evangelio hallará, con temor santo,
que en la red vemos la Iglesia, y el mar es el caos mundano

La mezcla de peces dice que viven buenos con malos.
El fin del mundo es la orilla: allí separarse han ambos.
Quienes rompieron las redes mucho al mar se aficionaron.
Las cestas son de los santos los tronos que no alcanzaron.

Vosotros, que amáis la paz, juzgad ahora la verdad.
Buen hombre, tal vez preguntes: ¿Y quiénes la red rompieron?
Los henchidos de soberbia, que se dicen justos ellos.
Han creado divisiones, altar contra altar han puesto.

Al diablo se han entregado, con altercados muy viejos,
y el crimen que cometieron lo cargan a hombros ajenos.
Entregaron la Escritura, mas con gran atrevimiento
nos acusan a nosotros, quedando de manifiesto
que es mayor hoy su pecado que lo fuera en otro tiempo.

Podrá excusarse la entrega de los Libros, por el miedo,
que por temor a morir de Cristo renegó Pedro.
Pero ¿cómo excusarán ser causa de enfrentamiento
de un altar contra otro altar? ¿Y el culpable rompimiento
de la paz que nos dio Cristo, sólo en el hombre poniendo
su esperanza? Tanto daño a la Iglesia nunca hicieron
todas las persecuciones, como ellos en paz le han hecho.

Vosotros, que amáis la paz, juzgad ahora la verdad.
Custodio nuestro, Dios grande: Tú nos puedes liberar
de estos bastardos profetas que nos quieren devorar.
Negro corazón de lobo quieren ellos ocultar
bajo piel de oveja mansa, con nombre de santidad,
pero en sus entrañas fieras él cisma escondido está.

Los que ignoran la Escritura se les suelen acercar;
oyen hablar de «traidores» sin conocer la verdad
de los hechos ya pasados. Si yo les digo: -«Probad
lo que afirmáis como cierto”, no saben qué contestar.

Ellos dicen que a los suyos creyeron sin vacilar.
Yo les digo que mintieron, pues nosotros, a la par,
a los nuestros damos fe, que testimonio nos dan
de ser vosotros «traidores».

 ¿Quiénes dicen la verdad? Los que en la raíz se injertan.
¿Y quiénes la falsedad? Solamente quien no vive
con todos en la unidad.

Tiempo ha concluyó la causa ¿Por qué no vivís en paz?
Vosotros, que amáis la paz, juzgad ahora la verdad.
Dijeron nuestros mayores, y pusieron por escrito
los cargos que ahora os probamos: ellos fueron los testigos.

Hubo algunos «traditores» de los Sacrosantos Libros.
No eran hombres de la plebe: eran los propios obispos
de la región de Numidia; en Cartago reunidos
para ordenar nuevo obispo, encontraron que había sido
ya ordenado Ceciliano y en su sede establecido;
grande fue su indignaciónal verse ellos excluidos.

Era Botro, era Celestio, de Ceciliano enemigos,
-más vale de ellos no hablar-soberbios, truhanes, impíos.
Se confabularon todos inventando este delito:

Que su obispo consagrante entregó los Santos Libros
¡La red de la paz rompieron y andan por la mar perdidos!
Vosotros, que amáis la paz, juzgad ahora la verdad.
¡Es tan dulce y delicioso el convivir como hermanos!
Oíd la voz del profeta para que estéis aunados.

¿Quiénes lograrán probar este tan viejo pecado?
¿Quién fue su fiscal en juicio? ¿Y qué jueces se sentaron?
¿Quiénes fueron los testigos de quien osó confirmarlo?
Pero todo es invención, porque en sus hechos pasados
la fama bien claro hablaba de sus Libros entregados.

Los verdaderos autores en este caos se ocultaron.
Echaron a otros la culpa para esconder su pecado,
y, a partir de sus mentiras, han vivido equivocados
los jefes de su partido, por creerlos como a hermanos.

¡Que se acabe ya el error y la unidad construyamos!
Vosotros, que amáis la paz, juzgad ahora la verdad.
Fueron sus antojos ley, sumidos en su ceguera:
para juicio tan solemne, para una causa tan seria
no eligieron sacerdotes  en número según regla;
el acusador y el reo no presentaron sus pruebas;
no hubo escritos ni testigos que el crimen probar pudieran
furor, engaño y tumulto se imponen en la tiniebla.

¿Podéis mostrarnos las actas que todo concilio lleva?
¿Qué obligó a nuestros altares enfrentar con violencia?
Si era indigno el sacerdote, que antes removido fuera,
y si esto no era posible, que en la red se mantuviera,
como ahora mantenéis tantos malos, a fe cierta.

Los que a muchos aguantáis por mor de vuestra fiereza,
para que hagamos las paces, aguantad a uno siquiera
Vosotros, que amáis la paz, juzgad ahora la verdad.
Gozo inmenso nos daría saber que jamás antaño
quisisteis vuestros errores.

Mas si entonces no fue claro dónde estaba la verdad,
vedlo ahora los letrados. Muchos malvados tenéis
que soportáis de mal grado, mas de vuestra comunión
no consentís separarlos No hablo -los podréis negar-
de los famosos pecados: palizas, hogueras, muertes,
obra de vuestros sicarios a la luz del pleno día.

Y los sufrís, sin embargo, por error o por temor.
Hubieran bien soportado vuestros padres, por la unión,
a lo menos un malvado, si la protesta era tal
que impidiese degradarlo.

Añade que era inocente, sin nada en contra probado.
Mas porque nadie moviese la verdad de su pecado,
se fingieron los muy justos, siempre embrollos planeando.
Vosotros, que amáis la paz, juzgad ahora la verdad.
Honores vanos quien busca, con Cristo no ama reinar,
como el jefe de esta plaga -«partido» nombrado le han-
Sí, Donato ambicionaba toda África conquistar
y pidió al Emperador jueces de allende del mar:
petición esta muy justa, mas no según caridad.

Da voces la verdad sola que ahora os voy a contar.
Consiente el Emperador, prelados a Roma van,
que a Ceciliano y Donato puedan en juicio escuchar.
Donato nada probó, pero se atreve a apelar:
del juicio de sus colegas, al Emperador irá.

La apelación por sí prueba no estar en la caridad
Vencido, a los ya cristianos comenzó a rebautizar
Vosotros, que amáis la paz, juzgad ahora la verdad.
Investigad todo el caso, si queréis ser imparciales.
Lo que luego hizo Donato, ¿por qué no haberlo hecho antes?

Los obispos africanos no lograban concordarse:
Bien será, pues, que lo juzguen jueces de allende los mares.
¿Por qué corristeis al cisma, enfrentando ambos altares,
para cerrar los oídos a los fallos judiciales,
y que vuestros propios jueces a apelar os obligasen,
mientras por todos los medios procuráis que se proclame
el imperio del error?

 Y ahora que en vosotros nadie ignora lo sucedido,
os fingís los ignorantes; y si la verdad os urge,
decís que erraron los padres, como si alguien impidiera
que abjuréis las falsedades. Por la soberbia estáis presos
a una cátedra infamante.

Vosotros, que amáis la paz, juzgad ahora la verdad.
Caridad cristiana tiene quien ante todo es pacífico.
Prestadnos atención, pueblos, y a la concordia aveníos
quienes carecéis de sede que defender con prejuicios:
Si en un lugar contendiesen entre sí vuestros obispos,
¿a qué jueces llamaríais, como ajenos al litigio,
sino a obispos de otras tierras?

Y si ellos en justo juicio condenasen una parte,
¿no seríais vosotros mismos los primeros en romper
vuestra unión con los obispos que a los jueces imparciales
hicieran sordos oídos? ¿Cómo, pues, sois partidarios
de quienes, en tiempos idos, esto mismo realizaron?

Ellos son quienes, sin tino, a los jueces de ultramar
no les prestaron oídos en sentencia a favor nuestro;
y nos están hoy unidos. ¿Aún tendréis que replicar,
si lo declara el Juez, Cristo?

Vosotros, que amáis la paz, juzgad ahora la verdad.
La verdad conoceréis, si hay luz en vuestro interior.
Se conservan todavía para darnos la razón,
Preces y Actas de Donato: comprobadlas, por favor,
Si no las queréis creer, probad con otra razón,
y si ésta la rechazamos, habrá eterna discusión.

Abracemos, pues, la paz: ¿Qué importa lo que pasó?
Nos acusáis viejas faltas y ésta es la contestación:
también vosotros faltasteis. Por Macario alzáis la voz
y nosotros contestamoscon lo del circuncelión
Lo nuestro ya está pasado, mas lo vuestro sigue hoy.
Si hay pajas en nuestra era, paja en ella sólo sois,
cuando no queréis la paz; y esos otros el bastón
levantan con amenazas.

¡Y ojalá sólo el temor, sin las palizas diarias,
infundieran! Pero no; porque si quitáis a éstos,
vuestro reino terminó.

Vosotros, que amáis la paz, juzgad ahora la verdad.
Macario en su proceder si tal vez fue más allá
de la mesura cristiana, luchaba por la unidad,
haciendo cumplir las leyes que dio el edicto imperial.
No digo que él no pecase, pero vosotros aún más.
¿Quién ordenó a esos furiosos ensañarse con crueldad,
como lo han hecho en el África?

No invoquéis la autoridad, de Cristo ni del Imperio:
no la podéis demostrar para quemas y apaleos
y locuras sin piedad. El palo -dicen- no es crimen,
porque sólo escrito está: Mete la espada en la vaina.
No es que lleguen a matar; les basta un duro apaleo:
él solo se morirá entre crueles dolores.

Si les mueve la piedad, se compadecen, sirviendo
un solo golpe mortal. «Israel» llaman al palo:
así Dios lo quiso honrar pero ultrajan más su nombre
que el cuerpo que tundirán.

Vosotros, que amáis la paz, juzgad ahora la verdad.
No nos imputéis, hermanos, lo de tiempos de Macario.
De su mucha crueldad estamos avergonzados;
si de ellos dicen calumnias, Dios es quien puede juzgarlo.

Amemos la paz de Cristo, jubilosos nos unamos.
Nada nos podrá dañar que en la Iglesia queden malos,
y si no pueden vivir entre nosotros mezclados,
separados sean al punto, dejando la paz a salvo.

Si esto no es posible, sean del corazón apartados
Dijo el profeta Ezequiel que unos hombres señalados10
se lamentan de maldades causadas por sus hermanos;
pero de ellos no se apartan, siguen viviendo a su lado.

No nos apartemos, pues, por los hermanos malvados,
de nuestra única madre. Esto lo hicieron antaño
los impíos, erigiendo su propio altar separado,
para contar en sus filas peores y más dañados
que los que, fingiendo, dicen haber ellos evitado

Vosotros, que amáis la paz, juzgad ahora la verdad.
Ojeando la Escritura, verás de forma sencilla
lo que pretendo explicar: que predicó Juan Bautista
a los judíos, muy claro, que Cristo los limpiaría
como se aventa la parva de la era preferida.

A la mies, como operarios, sus discípulos envía:
tras recoger la cosecha, es la Cruz quien la ventila.
El trigo -los justos- llenan la Iglesia de castas vidas;
diciéndole adiós al mundo, vendieron cuanto tenían.

Eran como la simiente por todo el mundo esparcida,
para que brote otra mies que sólo al final se limpia.
Esta crece entre cizaña por doquier: las herejías.
Quienes rompen la unidad son la paja de esta trilla.
y si Macario en su tiempo se contaba entre sus filas,
¿por qué razón nos queréis rebautizar todavía?

Vosotros, que amáis la paz, juzgad ahora la verdad.
Pon dentro del corazón las dos eras, para ver
lo que quiero demostrar. Las Escrituras dan fe
que en el Viejo Testamento había santos también:
Dijo Dios que siete milse guardaba para El;
sacerdotes, reyes, santos, muchos hay bajo la Ley.
Allá ves muchos profetas, y de la plebe los ves.

Mas, dime, ¿quién de estos justos su propio altar quiso hacer?
Cometió muchos pecados el inicuo pueblo aquel:
sacrificó a falsos dioses, mató a profetas también,
pero nadie entre los santos la unidad quiso romper.

A los malos soportaban todos los hombres de bien,
en espera de que el bieldo supiera el grano escoger.
Aunque en el templo mezclados, mezclada el alma no fue,
y por más que los acusen, sólo un altar ha de haber.

Vosotros, que amáis la paz, juzgad ahora la verdad.
¿Qué pensáis de todo esto? Otra mies nueva nació:
la Iglesia por todo el orbe, que ha de sufrir el dolor.
En Jesús tiene un ejemplo con lo de Judas traidor.
Lo admitía entre los buenos y a predicar lo envió.
Un mal siervo predicaba, pero la fe a Cristo vio,
porque los que al juez creían, se olvidaban del pregón.

Cuando dio la Santa Cena, ni siquiera lo excluyó16,
y aunque antes salido hubiese, fuera también su traición
quien a Jesús entregara. Pero ejemplo nos dejó,
de tolerar a los malos, y si la separación
no es posible, la ruptura sólo sea de corazón.
Pero cual paja de espigas algunos soberbios son,
que antes de ser aventados la tempestad arrastró.

Vosotros, que amáis la paz, juzgad ahora la verdad.
Responded: ¿Por qué razón nos queréis rebautizar?
A vuestros obispos reos expulsáis de la unidad
pero nadie después de ellos se atrevió a rebautizar,
y a los que ellos bautizaron en vuestra unión aceptáis.

¿Qué pudieron transmitirles si nada tenían que dar?
Mirad cómo a los adúlteros la Ley manda castigar.
No podrán decir que el miedo si bautizan sólo santos,
tras ésos rebautizad. ¿Nos calumniáis a nosotros,
que estamos en la unidad, y que no éramos nacidos
cuando aquella crueldad?

Los pecados de los padres los hijos no cargarán.
Esto dice la Escritura, y que buen fruto no da
si el sarmiento de la vid cortado del tronco está.

Vosotros, que amáis la paz, juzgad ahora la verdad.
Sabéis bien qué es «la Católica», y qué «de la vid cortado».
Si de en medio de vosotros hay algunos avisados,
que vuelvan, y vivirán en la raíz injertados,
y, antes de ser ramas secas, serán del fuego librados.
La fe sólo tiene un signo, y a nadie rebautizamos,
por usar la única fórmula, no por veros como a santos.
Ambos la tienen: la cepa y el sarmiento separado.
Mas ¿qué aprovecha la forma a quien está desgajado?
Venid, si queréis hermanos, y a la vid incorporaos.

Nos duele veros yacer por el suelo así cortados.
A partir del mismo Pedro, si queréis, id numerando
los pontífices, y ved qué padres antepasados
en su cátedra se han ido uno tras otro sentando:
Ella es la Roca invencible ante las fuerzas del Tártaro.

Vosotros, que amáis la paz,  juzgad ahora la verdad.
Tú, si un católico viene, hacia ti de buena fe,
hombre santo, como todos aquellos hombres de bien
que solemos escuchar, y te pregunta: «¿Por qué
me quieres rebautizar? Del pasado yo no sé;
sólo sé que ahora en Cristo tengo la auténtica fe.

Si me mancha lo que ignoro, cómo eres hoy quiero ver.
Muéstrame todas tus caras, que el corazón no se ve.
Si me mancha lo que ignoro, me estás manchando tal vez.
y si te tengo por santo, has de examinar muy bien
con quiénes estás mezclado.

Si pecamos sin saber los pecados que tu gente
no cesa de cometer en secreto, te mancillan,
y santo no puedes ser y si de faltas que ignoras
te despreocupas, también yo quiero despreocuparme
de lo sucedido ayer ¡Y a un cristiano así te atreves a bautizarlo otra vez!

Vosotros, que amáis la paz, juzgad ahora la verdad.
Vuestras sedes pretendéis mantener contra justicia.
¡Ay de vosotros!, que sois -proclama vuestra osadía-
los únicos hombres santos, aunque de forma distinta
pensáis en el corazón, cuando veis en vuestras filas
los malos por todas partes abundar en demasía.

¿Podréis decirnos: «Estamos mezclados en la red misma»?
Os respondemos bien pronto que rota la red habíais.
No podréis decir que pajas soportáis en vuestra trilla:
- «¿Por qué antaño no lo hicisteis?», nuestra respuesta sería.
Los malos no eran peores que Judas traidor, y un día
los apóstoles aceptan tomar con él las primicias
del misterio de la Cena, sabiendo, como sabían,
todos ellos que era reo de tamaña felonía.

Tampoco a ellos les manchaban pecados de ajena vida.
¡Y a los cristianos osáis rebautizar todavía!

Vosotros, que amáis la paz, juzgad ahora la verdad.
Atendedme sin enojos a lo que os digo, hermanos:
Nada hay falso en lo que oís, y podéis bien comprobarlo.
¿Qué respondéis si la Iglesia como madre os fuese hablando.
- Hijos míos, a qué viene de vuestra madre quejaros?
Decidme más bien por qué me abandonasteis antaño.
Culpáis a vuestros hermanos, y es a mí a quien dais quebranto.

Antaño con los gentiles, cuando sufrí males tantos,
me abandonaron, sí, muchos, mas por miedo renegaron;
¿Y quién os fuerza a vosotros a estar contra mí luchando?
Decís estar de mi parte, pero bien sabéis que es falso.
Yo me llamo la Católica, vosotros los de Donato.
Rezar por todos los reyes me mandó el apóstol Pablo,
y a vosotros os da enojo de ver que ya son cristianos.
¿Cómo os doléis, si sois hijos, de que Dios me haya escuchado?

Cuando trajeron sus dones, no quisisteis aceptarlos,
olvidando a los profetas que tiempo ha profetizaron
que grandes reyes gentiles a la Iglesia harían regalos.

Y al rechazar estos dones dejasteis bien demostrado
no ser parte de la Iglesia, y obligasteis a Macario
dolido de tal desprecio a vengar su desagrado.
Pero yo, madre de todos, ¿qué males os he causado?
Si puedo expulso a los malos, y cuando no, los aguanto.

Los soporto hasta que sanen, o sean al fin separados.
Vuestra muerte me atormenta; ¿por qué os habéis alejado?
Si a los malos tanto odiáis, en los que tenéis fijaos.

Pero si también vosotros toleráis el tener malos,
¿por qué razón no ha de ser en unidad hermanados,
donde nadie rebautiza, ni hay altares enfrentados?
¡A cuántos malos sufrís!, pero será sin salario, pues que el sufrir lo debéis no a Cristo, sino a Donato.
Cantares de paz son éstos, si escuchar queréis, hermanos.
Os recuerdo que algún día llegará el Juez soberano:

Él es quien exige cuentas, nosotros quienes las damos.


Conclusión

A los donatistas podríamos ubicarlos como un movimiento social que buscaba justicia por las persecuciones en tiempos de Decio. Este fue un texto relativamente corto porque sólo consta de este salmo, donde San Agustín cuenta la historia de los donatistas, junto con el resentimiento que estos tienen debido a los traidores de esos tiempos. Cabe destacar cómo comprendían el concepto de perdón o misericordia de los donatistas, porque claramente no perdonaron nunca a los dichos traidores. ¿Qué piensan ustedes? ¿Perdonarían a los traidores?