jueves, 11 de septiembre de 2014

Platón - La República (Libro III: Los guerreros).


Volvemos con los mismos personajes Sócrates, Glaucón y Adimanto. Ahora examinarán las cosas que son pertinentes a la ciudad y las artes, antes de analizar el problema de la justicia que había quedado pendiente después de el debate con Trasímaco en el primer libro. Muchos de los planteamientos en este libro (y en los precedentes también) difieren totalmente sobre los de Aristóteles, no olvidemos que éste último fue un alumno muy crítico de su maestro, pero volveremos a este asunto más adelante. Concentrémonos en los planteamientos que se sostendrán ahora.

Advertencia: 

Antes de leer este tercer libro, sería muy útil que los textos como ''la Illíada'' y ''la Odisea'' ambos del mismo autor (Homero), sean leídos a causa de que el contexto lo exige así. La mayoría de los ejemplos citados para determinar los rasgos del guerrero, son de éstos dos celebres libros griegos.

Definiciones:

(1) Ditirambos: Composición poética de la Antigua Grecia en honor a Dionisio


Libro III

Capítulo I
Sócrates-Adimanto



Una vez acentuadas las correctas formas de relatar fábulas a los niños y jóvenes, Sócrates se propone analizar las cosas que aluden a al divinidad en la poesía y las cosas que pueden ayudar a los muchachos en la lectura.
  • ¿Deberán formarse jóvenes valientes en la ciudad? Sí
  • ¿Se les moldeará para que no teman a la muerte en absoluto? No.
  • Entonces, es preciso enseñar a los jóvenes que no denigren al Hades, sino que le respeten.
Sócrates nombra una serie de extractos de la Illíada y la Odisea para analizar las partes temerarias de ellas.

No intentes consolarme de la muerte, noble Odiseo. Preferiría estar sobre la tierra y servir en la casa de un hombre pobre, aunque no tuviera gran hacienda, que ser el soberano de todos los cadáveres de los muertos (Homero, La Illíada canto XX). 
Y a los inmortales y humanos la lúgubre casa les mostraba. Que aun en los dioses espanto produce (Homero, La Illíada canto XXIII). 

Conservar la razón, rodeado de sombras errantes. 
 

Y el alma sus miembros dejó y si fue al Hades, volando y llorando su destino y la fuerza y la hombría pérdidas. 
 

Y el alma gimiente se fue bajo tierra lo mismo que el humo. 
 

Como cuando los murciélagos en lo más profundo de una cueva sagrada revolotean estridentes cuando se desprende uno de la hilera y cae de la roca, y unos y otros se agazapan, ya sea para salvar gimiendo.
¡Ay de mi! Por lo visto en el Hades perduran el alma y la imagen, aunque privadas de juventud y vigor.

La intención de Sócrates no es perjudicar a los poetas griegos, ya que esta censura de ninguna manera afecta su valor poético; es decir, estas partes serán censuradas para los niños y jóvenes de dicha ciudad.

Capítulo II
Sócrates-Adimanto



Sócrates advierte que los nombres designados como El Cocito, La Éstige, Los de abajo o los espectros, ya que este tipo de nombres espantan a todos en la ciudad. Se suprimirá de los textos:
  • Los gemidos y las quejas de los guerreros celebres.
Los títulos que posean los guerreros deben considera las siguientes características:
  • No llorar ante los cadáveres como si les hubiera sucedido algo terrible (En virtud de que no sea tan sensible).
  • Alguien que no necesita de los demás.
  • No debe lamentarse tanto (Así aguantará más las desdichas que ocurran).
En la Ilíada aparecen muchas lamentaciones que hacen los guerreros. Es claro cuando la madre de Héctor se lamenta por la la muerte de éste.

Capítulo III
Sócrates-Adimanto

De este modo, Sócrates dice que los jóvenes no incurrirán en actos temerarios y mucho menos los justificaran a través de los libros de estos poetas. Adimanto asiente la propuesta de Sócrates.

Tampoco se debe exhortar a los jóvenes a la risa, es decir, no se les puede representar a los grandes héroes o dioses en situaciones vergonzosas o que produzcan risa. Por lo tanto, deberemos extinguir el siguiente pasaje de Homero:

El inextinguible nación entre los dioses la risa cuando vieron a Hefesto jadeante pasar delante del palacio. 

Capítulo IV
Sócrates-Adimanto



Los jóvenes que se dirigen hacia la educación de un guerrero, se les tendrá que suprimir las partes de los textos que aluden y fomentan los placeres compulsivos como:

Estar delante de las mesas que se ven repletas de carnes y pan y el escanciador extrae de la gruesa cratera el licor y lo vierte en las copas.
Sócrates dice que los jóvenes que necesiten templanza y control de sí mismo, no debieran leer estas partes de los textos griegos, puesto que aluden a los placeres compulsivos.

Lo mismo pasa con Zeus y los demás dioses griegos quienes se ven tentados por las bellezas de las diosas como Hera o Afrodita. O el engaño que hacen los dioses a los hombres.

Capítulo V
Sócrates-Adimanto



Entonces, Sócrates y Adimanto acuerdan que todos estos textos promueven cosas que son falsas.
  • La necesidad de los dioses de engañar.
  • La burla que ocurre de los dioses (en el caso de Hefesto).
  • Las transformación de los dioses en humanos.
  • El lamento exagerado de los héroes.
  • La avaricia y el poder de riquezas de los guerreros.
Una vez examinados los elementos que promueven tales características a los niños, Sócrates se propone examinar las cosas de escritura y significados que tiene la poesía de esos tiempos.

Sócrates dice que no es bueno que los poetas muestren al hombre justo como desdichado y al hombre injusto como feliz, ya que de ser así, esto solo dejaría como enseñanza que la injusticia es buena y aún mejor si se comete sin ser visto.

Contradictoriamente, Adimanto acepta el argumento de Sócrates: el hombre justo no debiera ser desdichado y el hombre injusto sí. Por lo tanto, Sócrates puede volver a retomar el tema de la justicia, aunque antes seguirá determinando los tipos de escritos o narraciones de los poetas.


Capítulo VI
Sócrates-Adimanto


Ahora los que dialogan se atenderán de analizar los estilos de lo que se dice en los escritos. Sócrates explica a Adimanto que existen narraciones que hablan de cosas pasadas, presentes y futuras. Éstas se dividen en caracteres de narración simple (relato del autor sobre la historia) o bien de imitación (se hace creer que el autor es el personaje en cuestión). 
  • En este caso específico de la Ilíada Adimanto, Homero sería un imitador, ya que pareciera ser que nos habla el personaje en vez del autor mismo del poema.
  • En cambio, hay partes en que Homero describe los hechos sin recurrir a la imitación de un personaje, eso se llamaría ''narración simple''.


Capítulo VII
Sócrates-Adimanto



Existe un tipo de imitación donde solamente se relata la historia de los personajes, suprimiendo la labor del narrador, es decir, la ausencia completa del que relata a cambio del propio personaje como relator de su historia. Ésta imitación generalmente la tiene la tragedia y la comedia.

Otra narración pertenece a los que hace los propios poetas como es el caso de los ditirambos(1). Aquí el narrador es el relator de la historia sin intervenir como personaje.

Y una tercera que combina los dos métodos, que generalmente se utilizan en los relatos de guerra o epopeyas.

Sócrates, en consideración de lo anterior, pregunta a Adimanto si es correcto que el guerrero sea un imitador. Éste le sugiere que resultaría difícil e incluso imposible, ya que habían establecido que nadie puede estar con más de una profesión y además ser bueno en la propia.


Capítulo VIII
Sócrates-Adimanto



Una vez establecido que los guardianes no deben preocuparse de otro oficio que no sea el suyo, se procede a examinar la imitación.
  • Los guardianes deben imitar desde pequeños a héroes valerosos. De lo contrario, imitarán cosas vergonzosas y que no corresponden a la profesión.
  • La imitación como formadora de una segunda naturaleza hasta volverse como si fuera prístina.
En la dicción de la narración, se cuentan historias relacionadas tanto con hombres buenos y malos. Sócrates dice que el lector que se encuentre con la descripción de éste hombre de bien, el lector no tendrá miedo de imitar tales acciones de las que lee, en cambio, si fuera un hombre malo el que hace las aventuras, entonces el lector no lo imitará, o quizás de una manera muy superficial. 


Capítulo IX
Sócrates-Adimanto


La dicción como la de Homero, sería la apropiada en las narraciones apropiadas para el guerrero de la ciudad. Existe otra dicción mediocre que consta solamente de imitaciones; así, el narrador imitará incluso hasta el viento que se describe en la historia.

Entonces las clases de dicción se dividen así:
  • Primera dicción: Invariable, uniforme y en una sola armonía. 
  • Segunda dicción: Variable, existe toda clase de armonías y ritmos.
Para la formación de la futura ciudad, Sócrates adhiere a la imitación pura de lo bueno. Si existiera una persona que pudiera combinar estos dos tipos de dicción, se tendría que ir de la ciudad puesto que ésta está compuesta de hombres que solo lleven una profesión. Como habíamos dicho anteriormente, nadie puede hacer más de lo que le está predeterminado hacer.


Capítulo X
Sócrates-Adimanto-Glaucón



Sócrates, Adimanto y Glaucón se proponen ahora analizar los métodos musicales. Existen 3 elementos de los que se compone la melodía:
  • Letra
  • Armonía
  • Ritmo
La armonía y el ritmo deben acomodarse a la letra y no se deben aceptar tonalidades que promuevan la molicie y la pereza. Una de estas tonalidades es la llamada tonalidad lidia, que representa las lamentaciones.



Tampoco deben aceptarse las armonías propias de la embriaguez como las jónicas y también parte de las lidias.


No debieran entonces considerarse tales armonías que incitan al guerrero a la lamentación o a la pereza, sino a la valentía, al respeto por los dioses y el velar por la paz. Sin embargo, Sócrates al no saber lo suficiente de música, no es capaz de establecer las armonías exactas para la ciudad, pero si acuerda con Glaucón que no deben tener variabilidad, sino que solamente uniformidad.

Por otro lado, se necesitarán instrumentos musicales como la lira y la cítara por su uniformidad en cuanto a las armonías.


Capítulo XI
Sócrates-Glaucón


Sócrates esta vez se ve un poco complicado debido a que sería muy difícil determinar los ritmos apropiados, así como lo hicieron con las armonías. Por esta razón Sócrates hace las siguientes preguntas:
  • La gracia de los gestos ¿depende del ritmo que se tenga? Sí.
  • El buen sentido de ritmo y la carencia de el dependen de la dicción.
  • Lo mismo pasa con lo armónico y los disonante.
  • Las palabras y la dicción dependen del modo de ser del alma.
Cuadro de dependencia:

↑: Dependencia.

Alma

Dicción

Ritmo

Gestos



Entonces, la gracia gestual, el buen ritmo y la buena dicción son causas de la buena disposición del alma. Es así que los guerreros y jóvenes de la ciudad debieran poseer tales características.


Capítulo XII
Sócrates-Glaucón


Sócrates y Glaucón aceptan que la música es uno de los elementos más importantes en la educación de los guardianes.

Sócrates dice que el guardián, si tiene una buena disposición del alma, solo amará a la persona que pertenezca a su misma armonía, mientras que a los de armonía inferior no la amará. Sin embargo, Glaucón objeta a Sócrates que tal vez, este guardián no amará a la persona de armonía inferior en términos de espíritu, pero que es posible que la ame en cuanto al cuerpo; y aquí es cuando Sócrates comienza con las preguntas:
  • ¿Tiene algo en común el desborde de placer con la templanza? No.
  • ¿Y entre este placer y la virtud en general? Si.
  • ¿Entre este exceso y la incontinencia? Sí.
  • ¿Un placer mas vivo que el placer amoroso? La locura.
  • ¿No consiste el amor en aquellos que es bello y ordenado? Sí.
  • Entonces no se debe relacionar el amor a nada que sea desordenado e incontinente.
Así, concluyen Sócrates y Glaucón que la música encuentre su fin en el amor a la belleza.


Capítulo XIII
Sócrates-Glaucón


Luego de la música, es pertinente comenzar con la gimnástica y los cuidados del cuerpo para la educación del guerrero. Sócrates pregunta y Glaucón responde:
  • ¿Es el alma la que concede al cuerpo todas sus perfecciones? Sí.
  • Entonces le conferiremos al cuerpo los cuidados que necesita considerando que el alma esta bien dotada.
Así, Sócrates dice que nada que conduzca a la embriaguez o a los vicios debe ser considerado en la educación de los guardianes y esto se aplica también a los cuidados del cuerpo. La alimentación en este sentido es clave.

Un modelo a seguir para los guerreros serían los grandes atletas, pero Sócrates objeta que el régimen de estos atletas siempre induce al sueño y esto podría traer penosas consecuencias. Ahora Sócrates dice que el régimen de los guerreros debiera ser más flexible. Los guerreros no deben sufrir daño alguno y para esto, Sócrates piensa en el texto de la Ilíada de Homero donde a los soldados se les alimentaba solamente con carne asada. Deben abstenerse eso sí de los condimentos, la pastelería ática, las comidas de Siracusa.


Capítulo XIV
Sócrates-Glaucón


Existen situaciones ignominiosas que describe Sócrates como la dependencia de alguien más para solucionar problemas propios. Por supuesto, el guerrero jamás podría recurrir a estas cosas incluso en el ámbito de la medicina, a menos que sea que se enferme por una epidemia o algo por el estilo (algo inevitable).

Éste capítulo en realidad habla sobre las preocupaciones y cuidados del cuerpo que tiene que tener el ciudadano en general. La ciudad que está construyendo Sócrates, no puede valerse de ciudadanos que no cuidan su salud entre si, ya que en la ciudad hay ocupaciones y no están pensadas para que alguien se enferme y tenga que cuidar de su enfermedad y de su oficio simultáneamente.


Capítulo XV
Sócrates-Glaucón



Como se había dicho anteriormente, no hay tiempo para los ciudadanos de enfermarse y si ocurriera que se enfermara, el artesano, por ejemplo, si le prescriben en la receta que debe estar largo tiempo en cama, éste despedirá al médico y continuará su labor hasta el final. Esto se debe a que pasar una vida enfermo y sin trabajo, no vale la pena.

Sócrates menciona a Focílides quien decía que cuando se contaba con todas las necesidades básicas, los ciudadanos se tenían que dedicar al ejercicio de la virtud. Pero no se adentra más en el tema, ya que no quiere disputar nada contra Focílides.

Por otro lado, Sócrates y Glaucón se ven en un problema debido a que si existiera el ejercicio de la gimnasia, se solaparía con los oficios y deberes que debe ejercer el ciudadano. Es entonces cuando entra la doctrina de Asclepio que postula que el ciudadano con una enfermedad interna y crónica no se le debiera prolongar la vida, a modo de evitar el sufrimiento y la descendencia que pudiera obtener de dicha enfermedad.

Capítulo XVI
Sócrates-Glaucón


Glaucón añade que en la ciudad debieran haber médicos que sean buenos en su profesión. Sócrates, por otro lado, dice a Glaucón que los médicos que serán virtuosos en su profesión, serán aquellos que hayan estado más tiempo en presencia de cuerpos defectuosos; por lo tanto, si lo han estado en presencia desde niños, mucho mejor.

  • No es el cuerpo quien cuida al cuerpo, sino el alma.
En contraste, el juez gobierna las almas por medio del alma, pero el juez no debería haber estado desde pequeño con almas defectuosas, es por eso que el juez a diferencia del médico tiene que estar rodeado de almas puras para él también mantenerla así.

Entonces, el juez es un hombre de bien y un hombre justo; en cambio, los hombres malos se muestran hábiles y rápidos solamente cuando están con los de sus mismas características, pero cuando están en frente de un hombre de bien, se comportan estúpidamente.



Capítulo XVII
Sócrates-Glaucón


Sócrates dice que los médicos y jueces de la ciudad deben ser como los anteriormente descritos; es decir:
  • Deben dejar morir a los que poseen un cuerpo crónicamente enfermo (En el caso de los médicos).
  • Deben matar a los ciudadanos de alma incorregible (En el caso de los jueces).
Luego se proponen ahondar en las dificultades que trae dedicarse solamente a un aspecto de la educación en la ciudad, la gimnasia o la música.
  • Quienes se dedican solamente a la gimnasia se embrutecerán.
  • Quienes se dedican solamente a la música se volverán más delicados.
Es por esto que Sócrates, dice a Glaucón que las dos dependen de la disposición del alma. Por mucho que se dediquen a la gimnasia  embellezcan su cuerpo, su alma estará descuidada y puede llegar a al embrutecimiento. Sin embargo, si existe una buena disposición del alma, el cuerpo será usado de manera sensata y correcta. Lo mismo pasa con la música.


Capítulo XVIII
Sócrates-Glaucón



Así, la dedicación por separado de estos dos conceptos, llevaría a un exceso y por lo tanto, a un mal.
  • La sola dedicación a la música nos daría como resultado un guerrero débil
  • La sola dedicación a la gimnasia nos daría como resultado un guerrero irascible.
Pero si se lograran combinar las dos cosas, podría formarse un guerrero hábil y fuerte; inteligente y poderoso. Es por esto que Glaucón y Sócrates llegan a la conclusión que el guardián o el guerrero de la ciudad debe recibir una educación donde estos dos elementos se relacionen mutuamente y no por separado.


Capítulo XIX
Sócrates-Glaucón


Sócrates y Glaucón comienzan a establecer las características que debe tener todo gobernante:

El gobernante:
  • Anciano por su sabiduría y experiencia.
  • El mejor en el oficio que desempeñe.
  • Debe rehusar todo lo que no esté relacionado con la ciudad.
Debido a esto, Sócrates considera necesario vigilar a este tipo de gobernantes en todas sus edades para asegurarse de que estos no caen en excesos o en tentaciones. Esto Sócrates lo explica a través de las opiniones que los ciudadanos emiten; estas pueden ser voluntarias o involuntarias:

Voluntarias:
  • Renunciar a las cosas malas.
Involuntarias:
  • Renunciar a las cosas buenas.
*Puede que no se entienda muy bien esto de las cosas voluntarias e involuntarias, pero más adelante se verá con mucha más claridad.




Capítulo XX
Sócrates-Glaucón



La selección de guardianes se describe de la siguiente forma: 

Se vigilarán desde pequeños a dichos guardianes y se seleccionarán:
  • Quienes tengan buena memoria.
  • Quienes sean difíciles de embaucar.
  • Quienes soporten más dolores.
  • Quienes no sean asustadizos.
  • Quienes se comportan bien en cuanto al ritmo y la armonía.


Capítulo XXI
Sócrates-Glaucón


Sócrates cuenta a Glaucón el mito fenicio sobre la naturaleza de los hombres, o como es también llamado, El mito de los metales.

Sois, pues, hermanos todos cuantos habitáis en la ciudad -les diremos siguiendo con la fábula-; pero, al formaros los dioses, hicieron entrar oro en la composición de cuantos de vosotros están capacitados para mandar, por lo cual valen más que ninguno; plata, en la de los auxiliares, y bronce y hierro, en la de los labradores y demás artesanos. Como todos procedéis del mismo origen, aunque generalmente ocurra que cada clase de ciudadanos engendre hijos semejantes a ellos, puede darse el caso de que nazca un hijo de plata de un padre de oro o un hijo de oro de un padre de plata o que se produzca cualquier otra combinación semejante entre las demás clases. Pues bien, el primero y principal mandato que tiene impuesto la divinidad sobre los magistrados ordena que, de todas las cosas en que deben comportarse como buenos guardianes, no haya ninguna a que dediquen mayor atención que a las combinaciones de metales de que están compuestas las almas de los niños. Y si uno de éstos, aunque sea su propio hijo, tiene en la suya parte de bronce o hierro, el gobernante debe estimar su naturaleza en lo que realmente vale y relegarle, sin la más mínima conmiseración, a la clase de los artesanos y labradores. O al contrario, si nace de éstos un vástago que contenga oro o plata, debe apreciar también su valor y educarlo como guardián en el primer caso o como auxiliar en el segundo, pues, según un oráculo, la ciudad perecerá cuando la guarde el guardián de hierro o el de bronce.»

Acorde al relato, pareciera ser que cada hombre está predestinado a ser un metal y a comportarse como tal. Si era un metal como el bronce o hierro, era un ciudadano malo y que nunca debiera gobernar la ciudad. Sócrates advierte que este relato no es más que una mentira.


Capítulo XXII
Sócrates-Glaucón


El régimen de vida de los guardianes se establece por vía común, es decir, todo es compartido, incluso, la habitación en que ellos vivan. Deben vivir en común, de lo contrario, se volverán administradores déspotas que solo querrán bienes para ellos y no a la comunidad en la que viven. 

*Este planteamiento de Sócrates recibió muchas críticas en el libro La Política de Aristóteles. De hecho estas serían quizás los primeros relatos que hablen sobre una ciudad donde debía existir las propiedades en común. Puede ser un primer acercamiento al Comunismo.


Conclusión

El régimen de vida de los guerreros y su educación dependen de muchos factores. Muchos de ellos coinciden con nuestra sociedad actual y de hecho son las bases de toda convivencia a excepción de la doctrina de Asclepio, la función de los médicos y los jueces, el mito de los metales y la propiedad en común. Es interesante ver como se plantea la dualidad mente/cuerpo por medio de conceptos llamativos como lo son la gimnasia y la música. Sin embargo aún queda mucho por recorrer en estos aspectos del alma. El tema de la justicia aún no ha sido del todo resuelto, aunque cierto atisbo pudimos ver en este libro.

sábado, 30 de agosto de 2014

Platón - La República (Libro II: La naturaleza de la justicia y la ciudad).

El segundo libro de la República continúa el tema de la justicia, la naturaleza de ésta y algunas consideraciones sobre la ciudad. Esta vez la conversación es tomada con Glaucón y Adimanto quien es hermano de Glaucón y a la vez se une a la conversación para soportar ciertos fundamentos en cuanto a la justicia. 

Definiciones:

(1) Fogosidad: Entendida en este contexto como apasionamiento o fortaleza.


Referencias:


(1) El concepto de autosuficiencia en un estado se elaborará con más detalle por Aristóteles en ''La política''. El hombre es un animal político.


(2) Aristóteles difiere totalmente de la visión platónica de la poesía, ya que Aristóteles agrega un ''valor estético'' a cada arte independientemente de si sea verdad o no. En cambio Platón considera la poesía, una burda imitación de la realidad que nunca logrará imitarla perfectamente. 



Libro II

Capítulo I
Sócrates-Glaucón

No contento con la discusión que se había terminado con Trasímaco, Glaucón quiere seguir explorando el término de justicia para tenerlo absolutamente claro. Glaucón comienza a dar las preguntas y Sócrates responde:
  • ¿Crees que existe una clase de bienes a los que aspiramos no por los efectos que se producen, sino que por sí mismos? Sí.
Lo que quiere decir Glaucón, es que hay bienes que producen un efecto de goce al experimentarlos; por ejemplo, la alegría.
  • En segundo lugar ¿Crees que existen bienes que gozamos por lo que son en sí mismos y por sus resultados? Sí.
Glaucón se refiere al buen discernimiento, a la vista o a la salud.
  • Existen una tercera clase de bienes que son penosos, pero necesario de hacerlo. Solo queremos estos bienes por sus resultados.
Glaucón se refiere a la gimnasia, los cuidados del médico y el ejercicio de la medicina. Glaucón le pregunta a Sócrates en cual de estos bienes se encuentra la justicia. Sócrates responde que en la segunda clase de bienes; los que aspiramos por lo que son en sí mismos y también por sus beneficios.

Sin embargo, Glaucón dice que esa no es precisamente la opinión del vulgo; en cambio, dice que el vulgo considera a la justicia en la tercera clase de bienes es decir, esos bienes que son penosos pero que nos reportan beneficios. Además, dice que debido a la dificultad de lograr la justicia, el vulgo no prefiere este tipo de bienes.

Capítulo II
Sócrates-Glaucón

Sócrates sabe muy bien que ésta es la opinión del vulgo y además es la opinión de Trasímaco; no obstante, no quiere dejarse convencer por tales argumentos.

Glaucón manifiesta que no se vio convencido tras la discusión con Trasímaco y decide llevar a cabo el tema de la naturaleza de la justicia. Estas son las intenciones de Glaucón.
  1. Volver a soportar el argumento de Trasímaco en cuanto a la injusticia.
  2. Los que practican la justicia lo hacen en contra de su voluntad (como algo necesario y no como un bien).
  3. La vida del hombre injusto es mejor que la del justo.
Glaucón expresa que quisiera creer en la justicia, pero no puede verse convencido con tales argumentos. Sócrates acepta de buen agrado el tema y plantean resolver todas las dudas. Glaucón comienza a redactar sus primeras premisas.
  • Incurrir en injusticias se considera un bien y sufrirla un mal.
  • La injusticia se encuentra en el medio del mayor bien que es la injusticia, y el mayor mal que consiste en sufrir la injusticia.

Cometer injusticias sin ser castigado
La justicia
Sufrir la injusticia y no poder resarcirse












































El mayor bien
El justo medio
El mayor mal

De este modo, la justicia no sería apreciada como un bien, sino más bien la incapacidad del hombre para hacer actos injustos.


Capítulo III
Exposición de Glaucón

Glaucón comienza a relatar la leyenda de Giges:
''Dicen que era un pastor que estaba al servicio del entonces rey de Lidia. Sobrevino una vez un gran temporal y terremoto; abrióse la tierra y apareció una grieta en el mismo lugar en que él apacentaba. Asombrado ante el espectáculo descendió por la hendidura y vio allí, entre otras muchas maravillas que la fábula relata, un caballo de bronce, hueco, con portañuelas, por una de las cuales se agachó a mirar y vio que dentro había un cadáver, de talla al parecer más que humana, que no llevaba sobre sí más que una sortija de oro en la mano; quitósela el pastor y salióse. Cuando, según costumbre, se reunieron los pastores con el fin de informar al rey, como todos los meses, acerca de los ganados, acudió también él con su sortija en el dedo. Estando, pues, sentado entre los demás, dio la casualidad de que volviera la sortija, dejando el engaste de cara a la palma de la mano; e inmediatamente cesaron de verle quienes le rodeaban y con gran sorpresa suya, comenzaron a hablar de él como de una persona ausente. Tocó nuevamente el anillo, volvió hacia fuera el engaste y una vez vuelto tornó a ser visible. Al darse cuenta de ello, repitió el intento para comprobar si efectivamente tenía la joya aquel poder, y otra vez ocurrió lo mismo: al volver hacia dentro el engaste, desaparecía su dueño, y cuando lo volvía hacia fuera, le veían de nuevo''. 
Tras este relato, Glaucón dice que si existieran dos anillos, y cada uno se pusiera el anillo, ninguno de los dos podría perseverar en la justicia y caería en la misma ambición que en el relato. Según Glaucón, nadie podría resistir la tentación de la injusticia ni siquiera el hombre más justo, así, la justicia no podría ser una virtud personal debido a que si se presenta una oportunidad de cometer injusticia, el hombre la aprovechará.

Capítulo IV
Glaucón


Glaucón propone examinar las diferencias del hombre justo y del injusto. Para esto, se establece que cada uno de estos hombres representa su característica perfectamente, es decir, el injusto es perfectamente injusto mientras que el hombre justo es perfectamente justo.

El hombre injusto:
  • Debe cometer las más perfectas injusticias pasando inadvertido y parecer justo cuando no lo es en verdad. Que pueda persuadir a todo mundo con sus palabras y que tenga la más intachable reputación de bondad puesto que puede simularla de modo perfecto. Recordemos que estamos hablando de la más perfecta injusticia.
El hombre justo:
  • A este hombre debemos quitarle todo lo que vimos en el hombre injusto y solo dejarle con la justicia. Tampoco con la bondad y demás cosas para no pensar que es justo solo por interés. Solo tener la justicia y que además, sin haber cometido la menor falta, se le trate como el peor de los criminales y así hasta el final de sus tiempos.
Capítulo V
Glaucón



De esta manera, el hombre injusto sería mucho más beneficiado que el justo quien tendrá que sufrir toda su vida. Glaucón asegura que solamente el hombre debe parecer ser justo y no serlo porque si es así, se verá en vuelto en una vida muy desdichada.

Capítulo VI
Sócrates-Adimanto



Apenas terminó Glaucón todo su argumento, Sócrates se dispone a contestar pero inesperadamente Adimanto, quien es hermano de Glaucón, interviene para formar parte de la conversación. 

Adimanto toma parte de la conversación y en este caso defiende a Sócrates. El argumento está basado en la religión griega de aquellos tiempos. Adimanto dice que a los hombres injustos una vez muertos, van a parar al Hades mientras que los que practican la justicia y la bondad tendrán la recompensa divina y además tendrán una gran descendencia a partir de los hijos de sus hijos.

Capítulo VII
Adimanto



Adimanto añade además que lo que está en favor de la justicia, es mucho más difícil y penosa de practicar mientras que la injusticia, que refiere a la licencia y la injusticia, es mucho más agradable y fácil de practicar y son vergonzosas solamente por que la opinión pública lo establece así.


Por otra parte, Adimanto sigue añadiendo el argumento de los dioses:
Gran maldad puede ser obtenida fácilmente, dado que llano resulta el camino y habita bien cerca del hombre, pero en cambio, los dioses han puesto el sudor por delante de la virtud y una ruta larga, difícil y escarpada.


Capítulo VIII
Adimanto


Se argumenta que la apariencia del hombre injusto vence incluso la realidad en la que todos lo ven, puesto que todos creen que el hombre injusto puede ser bondadoso si simula ese tipo de apariencia. Es verdad en todo caso, que a la furia de los dioses se puede clamar a través de los sacrificios, en realidad si los dioses existieran, poco interés tendrían de preocuparse de las cosas humanas y de su existencia solo nos la dan los relatos de Homero y Hesíodo. Nada sabemos hasta que hayamos muerto.

Capítulo XIX
Adimanto



Adimanto continua tratando de convencer a Sócrates de que la justicia es menos provechosa que la injusticia y que ésta es buena en casi todos los aspectos. No hay mucho que agregar a este capítulo, ya que todo ha sido expuesto con claridad en los capítulos precedentes.

Capítulo X
Sócrates-Glaucón-Adimanto



Sócrates queda impresionado por los argumentos de Glaucón y Adimanto y les da las gracias por tales defensas; sin embargo, admite que será un poco difícil defender a la justicia, ya que Adimanto y Glaucón se empeñan en afirmar el argumento de Trasímaco. De todas formas, Sócrates prefiere la justicia y no se rendirá en defenderla.

Para hacerlo, Sócrates quiere ampliar el concepto de justicia a la ciudad, es decir, defender el concepto de la justicia que fue abollada por Adimanto y Glaucón, a través de la descripción de la ciudad.

Adimanto y Glaucón acceden al planteamiento de Sócrates de analizar la ciudad en cuanto a justicia e injusticia.

Capítulo XI
Sócrates-Adimanto



La ciudad nace de la necesidad de establecer relaciones humanas y de la incapacidad de ser autosuficiente (1). Además, el cambio que surge en una ciudad, también es en beneficio de los hombres.

Los elementos más importantes para la ciudad en orden de prioridad son:
  1. La provisión de alimentos.
  2. La habitación.
  3. Los vestidos y cosas similares.
Sócrates le dice a Adimanto y a Glaucón que todos estos recursos tendrán que ser distribuidos por hombres con ciertas profesiones. Así, cada hombre está ocupado en una de estas profesiones.
  • Cada hombre cumple una función específica en la ciudad, ya que todos los hombres tienen diferencias innatas.
Adimanto y Glaucón aceptan ésta premisa acordada por Sócrates. Luego Sócrates pregunta y Adimanto y Glaucón contestan:
  • ¿Trabajaría mejor una persona dedicándose a varios trabajos o solamente a uno? A uno solo.
Por supuesto, de esta manera las cosas producidas serán de mucho mayor calidad al dedicarse cada hombre a componerla.
  • Ahora, si un labriego quisiera calidad al construir un arado, necesitaría de algunos hombres más. 
De este modo, la ciudad crece y se establecen asociaciones entre los hombres para emprender un proyecto. Así, se forma la ciudad.
  • Si hubiera algo que faltara en la ciudad, se tendría que recurrir a los pueblos vecinos e intercambiar objetos.
  • Será necesario no solamente hacer bienes que convengan a los ciudadanos, sino también hacer bienes para ocupar estos en el intercambio con otras ciudades.
Capítulo XII
Sócrates-Adimanto



En éste capitulo comienza el análisis de la ciudad en cuanto a sus integrantes, es decir, la labor de cada uno de ellos, pero antes, Sócrates hace preguntas para introducir el tema. Adimanto es quien responde.
  • ¿Como intercambiaran entre sí las cosas que cada uno produzca? Por medio de la compra y la venta.
  • Entonces se tendrá que crear un mercado (ágora) y una moneda que sea un símbolo que permita los intercambios.
Adimanto responde afirmativamente a Sócrates por el momento.
  • Existe otro tipo de comerciante quien se caracteriza por su vigor y fuerza, y es quien intercambia su fuerza de trabajo por dinero. Estos son los asalariados.
Sócrates comenta que los hombres que vivan en esta ciudad tendrán que hacer actividades para tener un sueldo y luego para utilizarlo. Estos ciudadanos no harán más que trabajar y descansar dándose banquetes y todo tipo de alimentos para seguir viviendo.




Capítulo XIII
Sócrates-Glaucón



Glaucón le reprocha a Sócrates que los ciudadanos no solo necesitan de alimentos para esta mejor, sino que también necesita un lugar en donde comerlos. Sócrates con mucha amabilidad dice a Glaucón que el mobiliario también esta entre las necesidades de una ciudad. Sin embargo, existen también otras necesidades y es por esto que Sócrates plantea la idea que una enfermedad ataque la ciudad. 

En cuanto la ciudad se ensanche más, se necesitarán nuevas profesiones para ocupar dicho territorio. Aparte de los que ya habíamos tenido, necesitaremos obligatoriamente médicos, empresarios, músicos, poetas, preceptores o nodrizas.


Capítulo XIV
Sócrates-Glaucón



Debido a que en el país aparezcan más ciudadanos, la capacidad de este para la población será insuficiente. Sócrates pregunta y Glaucón responde:
  • Si no tenemos ese espacio ¿Deberemos tratar de obtener el del enemigo y el hará lo mismo en la misma situación? Sí.
  • ¿Tendremos que librar una guerra entonces con ellos? Necesariamente Sócrates.
Sócrates dice a Glaucón que la ciudad necesitará de un espacio para formar tal ejercito e ir al combate por ese territorio necesitado.
  • El hecho de ganar una guerra ¿Estaría relacionado con el arte? Desde luego.
  • ¿Merece más atención el oficio de zapatero que el de militar? No.
Se advierte que no debe ser posible que un zapatero desempeñe múltiples cargos, sino solamente los que el puede desempeñar según su profesión. Es por esto que se necesitan ejércitos y que estos solo hagan lo que es concerniente a ellos. 



Capítulo XV
Sócrates-Glaucón


Estos ejércitos constan de guardianes y estos guardianes deben estar absolutamente dedicados al oficio de la guerra y no en otro.
  • ¿Pero, no habrá de tener este guardián un modo de ser para ésta ocupación? Sí.
Los atributos apropiados del guardián serían:

  1. Sentidos agudos.
  2. Velocidad.
  3. Vigor a la hora de pelear.
  4. Fogosidad (1) en el alma.
No obstante, Sócrates dice que esto representaría un problema. Si los guardianes reunieran estas características, se pelarían entre ellos y además con los ciudadanos. Entonces, los guardianes deben ser también amables con el amigo pero fieros con el enemigo.

Sócrates se ve envuelto en un problema, pero al poco pensarlo da un ejemplo sobre los perros. Los perros se muestran hostiles contra el enemigo y amables con la familia y el amo; por lo tanto, lo que se persigue puede ser posible en los hombres también.



Capítulo XVI
Sócrates-Glaucón-Adimanto



Sócrates considera que el guardián ademas de ser fogoso, debe ser un filósofo por naturaleza. Glaucón se muestra confundido ante tal afirmación y Sócrates le dice:
  • ¿No es verdad que los perros al ver al enemigo se muestran fieros incluso sin haber sufrido daño alguno de éste? Sí.
Es aquí donde se ve el verdadero sentido natural y filosófico que tienen los perros.
  • Los perros no solo distinguen a un enemigo o un amigo por ser conocidos o no. Se muestran como verdaderos amigos de la filosofía, ya que pueden delimitar lo ajeno y lo familiar por sus sentidos.
Es decir, el guardián debe reconocer quien es el enemigo y quien es el amigo, para eso, tiene que ser un filósofo. Entonces, además de todos los atributos anteriormente mencionados, se les debe adjudicar el de filósofos.



Capítulo XVII
Sócrates-Glaucón-Adimanto



Inmediatamente Sócrates comienza a realizar las preguntas sobre la educación de los guardianes.


  • ¿Sera buena forma empezar por la gimnasia y la música? Sí.
  • ¿Empezaremos a educarlos por la música o por la gimnasia? Por la música.
  • ¿Deben incluirse las fábulas en al música? Sí
  • ¿Debemos empezar por las verdaderas o por las falsas? Si son niños por las falsas.
Las fabulas y relatos falsos en la Antigua Grecia, han constituido la base del conocimiento y la base de la cultura griega. Autores como Homero y Hesíodo han sido los exponentes más fuertes; sin embargo, Sócrates no tiene una buena opinión de relatos como ''la Ilíada'' o ''Teogonía'' llamándoles de falsas narraciones (2).

Sócrates advierte a Adimanto que sería peligroso enseñar este tipo de cuentos a la juventud, ya que sería terrible que los jóvenes se enteraran que incluso hasta los dioses tienen disensiones y conspiran entre si para lograr sus fines. Las fábulas deben llevar al joven hacia la virtud.



Capítulo XVIII
Sócrates-Adimanto


Adimanto acepta todo esto de buena forma, pero se pregunta cuales serían las fábulas adecuadas de las que habla Sócrates. Y Sócrates le contesta, que serían adecuadas ellas donde muestren a los dioses tal cuales son: Como divinidades; es decir, sin maldad ni vicio.

Capítulo XIX
Sócrates-Adimanto



Quedan de acuerdo Sócrates y Adimanto en censurar estas leyendas y mitos poéticos que alientan a ver a los dioses con vicios y defectos siendo que son divinidades. En esta ciudad no se deben promover esta clase de mitos; nadie debe escucharlos por ningún motivo.

Por otro lado, tampoco se debe mostrar a la divinidad como alguien que cambia constantemente y se confunde con los seres humanos. El alma siempre es la misma y nunca cambia, es por esto que es divina, todo lo que no cambie de su forma prístina, será un alma divina y buena.

Capítulo XX
Sócrates-Adimanto

Los diálogos se centran en la metamorfosis que sufren los dioses al tratar de ayudar a los humanos. Sócrates pregunta y Adimanto contesta:
  • ¿Se deberán estas transformaciones divinas a su propia voluntad? Sí.
  • ¿Se transformarían para embellecerse o empeorar? Para empeorar, ya que la divinidad es perfecta y el humano no lo es.
  • ¿Y el hombre en su condición querrá empeorar en alguna ocasión? Imposible.
  • Entonces, imposible es que la divinidad quiera empeorar también. No necesitan empeorar para ayudar a los humanos debido a que ellos ya son perfectos.
Con ésta conclusión, Sócrates pide a Adimanto no dejarse engañar por estos poetas que dicen que las divinidades se transforman en humanos; por ejemplo, la diosa Hera cuando se transforma en Sacerdotisa para ayudar a unos indigentes.

Podríamos pensar que los dioses nos engañan y en realidad se transforman tan solo pro engañarnos, pero el engaño es aliado de la mentira y los dioses y los hombres aborrecen la mentira.



Capítulo XXI
Sócrates-Adimanto


Una vez convenido que las mentiras son aborrecidas por el hombre y por los dioses, se comienza a examinar la mentira.
  • La mentira puede llegar a ser útil para engañar al enemigo sobre alguna estrategia que tomara su contrincante.
  • ¿Necesitará la divinidad recurrir a la mentira para engañar a sus enemigos? En absoluto.

Conclusión

Aunque no ha quedado resuelta la duda de la justicia que planteó Glaucón y Adimanto en el principio, sí se analizaron temas muy interesantes como la construcción de una ciudad y la cualidad de ciertos habitantes. Por lo demás, se desarrolló algo tan interesante como la poesía y como en ella se expresa la mentira; en realidad, esta aseveración suele ser un poco fuerte en nuestros tiempos en donde la música y el arte de la literatura son un deleite para todo el mundo hoy en día. Queda pendiente el tema de la justicia con Glaucón y Adimanto, veamos si en el próximo libro queda resuelto.