domingo, 20 de octubre de 2019

La Guerra Justa en la Edad Media

Pintura sobre una antigua guerra

La Guerra Justa

El concepto de Guerra Justa llama la atención en tiempos modernos, pues las guerras son dañinas y devastadoras para todos los seres del planeta. ¿Por qué entonces existe un concepto de Guerra Justa? hoy vamos a observarlo y analizarlo desde los distintos filósofos que hemos abordado hasta ahora en Filosofía Apuntes. 


Antigua Grecia

El primer hombre en crear el concepto de Guerra Justa fue Aristóteles en su tratado sobre La Política. Recordemos que Aristóteles creía firmemente en el Derecho Natural por el cual un hombre tenía la justa causa de tener un esclavo, ya que es natural que el más fuerte someta al más pequeño. En efecto, así ocurre en la naturaleza.

En ese sentido, es necesario que la ciudad proteja la libertad cívica para no caer en esta esclavitud natural.  

Antigua Roma

El concepto de Guerra Justa en Roma puede entenderse desde la perspectiva de un país que quiere repeler un ataque, una retaliación o que debe defenderse debido al incumplimiento de un tratado. 

Sin embargo, no era tan fácil declarar la guerra ya que esto significaba que los dioses no favorecerían al territorio porque la guerra era algo prohibido (nefas). Por eso, los romanos siempre consultaban a los sacerdotes feciales quienes se encargaban de decidir si se entraba en la guerra o no. 

San Agustín de Hipona

La posición de un país ganador en una guerra era básicamente por disposición del mismo Dios, de acuerdo con San Agustín de Hipona. Por otro lado, también argumenta que el cristiano no debiera sentirse avergonzado si lo fuerzan a ir a la guerra.

En consecuencia, seguir la Guerra Justa en realidad es cumplir un mandato divino. Esto es dicho por San Agustín en su escrito ''La Ciudad de Dios''; sin embargo, luego en el mismo escrito dice que la misma guerra sería un motivo para actuar en contra de las leyes divinas; ''No matarás''. 

Santo Tomás de Aquino

Novecientos años después, Santo Tomás de Aquino elaborará las condiciones para que se pueda librar una Guerra Justa. 

  1. Debe ser con la autorización de una autoridad instituida como lo es el Estado
  2. Debe ocurrir por una justa causa y un buen motivo más que por propia ganancia
  3. La paz debe ser el motivo central entre la violencia

Estos basamentos están considerados bajo el pensamiento de San Agustín de Hipona. De cierta forma, Santo Tomás formaliza lo dicho por el santo. 

Conclusión

A medida que fue avanzando el tiempo, el concepto de guerra tuvo más justificaciones y hoy en día ya se libra por un solo motivo ''la defensa de la democracia''. Sin embargo, pareciera ser que esta defensa de la democracia solo la imponen los países más grandes y fuertes. Los demás solo deben someterse a la coacción que los más pequeños ejercen. Si esto es así, entonces bien podríamos decir que las cosas desde Aristóteles no han cambiado...

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sábado, 19 de octubre de 2019

Principio de doble efecto


Principio de doble efecto

Este es un principio importantísimo no solo para la filosofía sino que también para el mundo de las leyes. Se dice que Santo Tomás de Aquino analizó este fenómeno en su celebre obra ''Suma Teológica'' específicamente en el libro II. 

Básicamente, el principio de doble efecto es el planteamiento que reflexiona si dar muerte producto de la defensa propia está permitido. Para resolver esto existen dos reflexiones:

San Agustín

El santo de Hipona nos dice que matar en defensa propia no está permitido porque la defensa propia solo puede provenir del amor propio. San Agustín no puede justificar la matanza en defensa propia porque es un carácter egoísta que justifica que el hombre pueda procurarse solo sus propios bienes y seguridad. 

Santo Tomás de Aquino

El aquinate nos dirá que ''nada puede evitar que un acto tenga dos efectos''. En efecto, cuando se lleva a cabo una acción esta podría tener consecuencias adversas o coherentes con la primera. Santo Tomás nos continúa: ''mientras un acto tiene intención, el otro no la tiene''.

De acuerdo con lo anterior, el acto de la defensa propia tiene dos efectos:

  1. El amor propio
  2. Matar al agresor


Al contrario de San Agustín, Santo Tomás de Aquino considera que no es contrario a la ley procurarse la vida por amor propio, ya que el amor propio es una función natural que tiene el hombre. Sin embargo, este amor propio no es incondicional, ya que el amor propio se acabaría cuando el hombre en defensa propia excede su violencia, pero si repele la violencia con moderación, entonces ese hombre ha actuado conforme a la ley.

Por lo tanto, para Santo Tomás de Aquino el elemento más importante para que la defensa propia no sea fuera de la ley es que esta se lleve sin la intención de matar al otro, procurándose así la legítima defensa.

Conclusión

Por supuesto, esto no es todo el concepto del principio de doble efecto, pero más adelante veremos cómo es que se desarrolla desde otro punto de vista. En efecto, los utilitaristas mencionarán que la intención en la acción no es relevante para efectos morales, cosa que iría en contra del planteamiento de Tomás de Aquino. Tendremos que ahondar mucho más en este tema. 


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viernes, 18 de octubre de 2019

Alejandro de Hales - Vida y obra (1185 - 1245)



Filósofo y teólogo con una importante obra que se confunde con la excelentísima obra de Santo Tomás de Aquino: Summa Universae Theologiae, Alejandro de Hales sigue el movimiento franciscano junto a su discípulo San Buenaventura. El presente filósofo sigue la misma línea del Doctor Angélico (Santo Tomás de Aquino), es decir, no se acepta la eternidad del mundo, se acepta la teoría de la esencia y el ser, aunque también existen cuestionamientos a este último. Veamos la vida de este gran filósofo. 



Alejandro de Hales


Sus inicios

Alejandro nació en Hales el año 1189 en Shropshire, Inglaterra.  Proveniente de una familia rica, Alejandro estudió en la Universidad de París convirtiéndose en maestro de artes en el año 1210. Luego estudió teología para convertirse en Master Regens, un título conferido en esos tiempos por las universidades medievales equivalente a una maestría de hoy en día. 

Estudios

Para el año 1221, Alejandro de Hales impartía clases sobre las Sentencias de Pedro Lombardo, el cual era un texto de alta importancia para los escolásticos. También fue uno de los filósofos que trató de incorporar las obras de Aristóteles al curriculum universitario de teología. 

Trabajo

Trabajaba principalmente en lo que se conocía como prebenda; una porción de bienes de una iglesia designada a un eclesiástico para que realice ciertas funciones. De igual forma, tiempo más tarde recibió la canonjía, el cual era un título eclesiástico del cual no se percibían rentas. Para el año 1230, Alejandro recibiría su primera diócesis en Coventry y Lichfield. 

Vida franciscana

En el año 1235, Alejandro de Hales se une a la escuela franciscana a los 50 años de edad. Fue el primer franciscano que ocupaba un puesto universitario desde la existencia de la orden, y alineó sus punto filosóficos con los planteamientos de la orden. 

En aquella oportunidad fue llamado Doctor Irrefragibilis (doctor irrefutable) así como también lo llamaban Doctor Doctorum (maestro de maestros). Esto le valió la influencia y el honor de muchos filósofos como por ejemplo, Richard Rufus de Cornwall, Odo Rigaldus, pero el más importante fue San Buenaventura. Practicamente, San Buenaventura lo consideraba como un padre, a pesar de no haber tenido contacto directo con él. No obstante, se refería a él como un padre y un maestro. 

Tiempo más tarde, al regresar de París Alejandro cae enfermo probablemente debido a una epidemia. El filósofo muere el 21 de Agosto de 1245.

Pensamiento

El pensamiento filosófico de Alejandro de Hales está estrechado entre la filosofía de San Agustín de Hipona y San Anselmo de Canterbury. De hecho, Alejandro acepta y reconoce la labor de San Anselmo en el argumento ontológico, además de coincidir con la doctrina del Monologion (obra de San Anselmo). 

Por supuesto, tampoco se puede dejar de lado, como se mencionó anteriormente, que Alejandro siguió la doctrina de las Sentencias de Pedro Lombardo considerando incluso más importante que las lecturas de la biblia.

Sin embargo, lo más destacable de Alejandro fue seguir las líneas de pensamiento de Anselmo de Canterbury. Alejandro nos decía que el pecado era falta de justicia, en otras palabras, el pecado no solo era el castigo sino que además era la causa del mismo. Así, el cuerpo representaría la corrupción el alma representaría aquello que es puro y limpio. Como Dios nos dió el cuerpo, así también nos dio el alma; por lo tanto, Dios es misericordioso al otorgarnos el alma teniendo un cuerpo corrupto. 

También desarrolló la idea de la ''guerra justa'', aunque este concepto ya había sido desarrollado por San Agustín cuando el santo de Hipona se refería al concepto de orden. 

Para que la guerra se produzca se necesitan 6 condiciones:

  1. Autoridad y actitud (quien declare la guerra)
  2. Intención y condición (referente a los soldados)
  3. Mérito (del enemigo)
  4. Justa causa

La justa causa a su vez se divide en tres: el alivio de la gente, coerción de los malditos y paz para todos. Nótese cómo el concepto de paz va en último lugar. 

Conclusión


Me parece de una total importancia la vida de Alejandro de Hales, ya que con este filósofo se empieza a iniciar otro importante capítulo en la historia de la filosofía: el movimiento franciscano a manos de los filósofos. Lamentablemente, no hemos podido encontrar sus obras traducidas al inglés o al español. Por lo tanto, solo dejaremos la vida de Alejandro de Hales de manera general junto con su pensamiento. 

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miércoles, 16 de octubre de 2019

Santo Tomás de Aquino - Ad Bernardum (Sobre Bernardo) (1273).



Esta es una de las tantas cartas que se conocen de Santo Tomás de Aquino. En este caso, es el abad de Monte Casino, Bernardo. Esta vez, creo que más que una carta personal de consulta enviada a Santo Tomás de Aquino, el texto que leeremos a continuación trata sobre una sentencia que escribiría San Gregorio la cual podría dar mucho que hablar en los círculos cristianos. Veamos la última escritura o el último texto que nos dejó el increíble Santo Tomás de Aquino

Ad Bernardum

Bernardo, quien posiblemente sea un abad de Francia, ha enviado una consulta a Santo Tomás de Aquino sobre la siguiente cita de San Gregorio:


Esto debería saberse, dice, que la bondad de Dios otorga a los pecadores posibilidades de arrepentimiento. Si no se vuelven en el tiempo que se les concede a los frutos del arrepentimiento sino que se vuelcan al servicio de la iniquidad, renuncian a lo que podrían haber obtenido a través de la misericordia de Dios. 

El Dios todopoderoso conoce de antemano el momento en que la vida de cada individuo llegará a su fin, y nadie podría morir en ningún momento, salvo en el momento en que muera.  

Porque si tomamos en cuenta los quince años que se agregaron a la vida de Ezequías, esto aumentó el término de su vida desde ese momento, en el cual, por sí mismo, había merecido morir: porque la ordenanza de Dios sabía de antemano el tiempo en que lo sacaría de la vida presente.

Aquí el ilustre doctor nos hace notar dos cosas muy importantes: la dimensión de la persona y la dimensión de la divinidad. En simples palabras, lo que el aquinate quiere decir en esta parte es que Dios conoce el porvenir del hombre porque de no conocerlo, entonces no podría ser perfecto. 

Por otro lado, el hombre no puede saber su destino, es decir, puede saber de cuántas múltiples formas puede morir, pero no puede saber exactamente cuál pues esa característica es exclusiva de Dios. 

Sin embargo, Dios no puede conocer algo ''de antemano'', ya que eso querría decir que Dios tiene tiempo lo cual es absurdo. Comprendiendo que Dios es la eternidad, entonces debemos entender que Dios está tanto en el pasado como en el presente y el futuro. 

Por eso, debemos ver las palabras del santo doctor Gregorio con un tenor interpretativo. 


Conclusión

Muy corta pero también muy conectada con la carta que habíamos visto anteriormente sobre la suerte. Nos queda claro entonces que solo Dios es el que puede saber el destino del hombre, ya que este por sí mismo es incapaz de hacerlo porque es una facultad divina. 

Hemos terminado la mayoría de las obras de Santo Tomás de Aquino. Como han podido ver, hemos dejado fuera todos los comentarios que el santo hizo sobre Aristóteles porque de ser así, el desarrollo de la obra del aquinate sería interminable. 

Muchas gracias por seguirnos. 





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domingo, 13 de octubre de 2019

Santo Tomás de Aquino - De sortibus (Sobre la suerte) (1272).

La herradura es un símbolo de buena suerte

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La suerte es un concepto que nos lleva a muchas interrogantes en esta vida, es decir, ¿Pasan las cosas por algo predestinado o por suerte? Por supuesto, el mundo cristiano nos comenta que nada pasa por casualidad ni mucho menos por la suerte, sino que todo lo contrario. Todo está predeterminado por un ser todopoderoso que comanda este mundo hasta la más mínima de sus creaturas. Veamos como Santo Tomás de Aquino enfrenta esta postura.
De Sortibus


Capítulo I: Información sobre la suerte

Santo Tomás de Aquino nos dice que hay cosas que existen por necesidad como las matemáticas cuando se dice dos más tres es igual a cinco, o de la naturaleza como cuando aparece el sol. Sin embargo, entre todas estas cosas (naturales o matemáticas) la suerte no está considerada en ellas.

No obstante, hay muchos quienes recalcan y consideran importante el concepto de suerte. 

Capítulo II: El fin de la suerte

La suerte no sería necesaria si todo en la vida del hombre estuviera ordenado y armonioso. Pero cuando no existe el orden y la armonía, entonces el hombre recurre a la costumbre de echarlo todo a suerte. Como dice la biblia:

''La suerte pone fin a las contiendas''
(Proverbios 18:18)

También ocurre que los títulos o las dignidades se han elegido por medio de la suerte. Así, en el Antiguo Testamento algunos individuos entraron al sacerdocio por suerte: Zacarías en el evangelio de Lucas fue elegido por suerte en el sacrificio de los inciensos y Saúl quien fue elegido rey por suerte.  

Bajo este respecto, Santo Tomás de Aquino describe tres tipos de suerte:

  1. Suerte distributiva: cuando algo es desconocido de como debe ser distribuido
  2. Suerte consejera: aquella que da consuelo en tiempos de necesidad
  3. Suerte divina: aquella que los hombres recurren para tener un buen pasar en el futuro

Capítulo III: Los modos de buscar la suerte

Hay algunas cosas que van más allá del esfuerzo humano. Hay algunas señales que son claramente de Dios o del demonio. Los hombres que pueden ver las señales de Dios sobre los acontecimientos, o la suerte de las demás personas son los profetas. Los del segundo grupo, los de las señales de los demonios son llamados nigromantes,  cuyos sacrificios y tributos les permiten ver algunas cosas de la suerte. 

También existen otros que por sus conocimientos de los movimientos de los astros y cálculos matemáticos pueden predecir la suerte. Estos son los llamados matemáticos.

Sin embargo, un tercer grupo tiene que ver con aquellas manifestaciones de ciertos actos donde se deduce una suerte. Esto es por ejemplo la geomancia, ver la suerte a partir de cosas arrojadas al mar o a la tierra, o tirar los dados para adivinar otras ciertas cosas. Este es el grupo que está mucho más relacionado con la suerte que los otros anteriores. 


Capítulo IV: La fuente de poder de la suerte

Si bien el argumento anterior es bueno para calificar a la suerte como un fenómeno futuro, también debemos decir que las cosas que ocurren en el futuro aún no existen. Si esto es así, la suerte tampoco existiría si la consideramos en el futuro. 

Sin embargo, contra este argumento existe el que se dice que los augures del futuro son manifestados por aquello que practican geomancia, ya que en el movimiento de sus manos y cuerpo van manejando la suerte de los demás. 

Por otro lado, también los cuerpos celestes tendrían cierto poder ya que hay ciertas cosas que pueden mover e influir (el movimento del mar por la luna, por ejemplo). Por lo tanto, la suerte también estaría en los astros. 

No obstante, este último argumento es débil ya que los astros no conducen el comportamiento del ser humano. De ser así, entonces podría decirse que el astro, que es un cuerpo material, puede manejar la voluntad del hombre lo que sería absurdo, ya que la voluntad es un proceso intelectivo y no material. En otras palabras, lo material está al servicio de lo intelectual

Ahora, esto no es aplicable a las cosas de la naturaleza, pues ellas sí pueden tener una especie de predicción en el futuro. Por ejemplo, por el clima sabremos qué cultivar en el campo, así como también el movimiento de las estrellas nos ayudará a discernir cuando es la temporada de algún alimento. Como dice Ptolomeo:


''El hombre sabio maneja las estrellas''


Se dice que los astros influyen de cierta manera en el comportamiento del hombre, pero debe tenerse algunas cosas en consideración: los cuerpos celestes actúan naturalmente. Además, las cosas de la naturaleza tienen sólo un principio que es el principio de acción natural; por ejemplo, el crecimiento de la planta solo tiene un solo fin: su crecimiento. 

Por el contrario, la mente humana no está supeditada a un solo fin sino que a múltiples. Las cosas que le ocurren a un ser humano son casualidades, por ejemplo, un hombre que cavando una tumba encuentre un tesoro. Pero lo que es por accidente (casualidad) no es uno, es decir, lo accidental de cavar una tumba y encontrar el tesoro. Sin embargo, la naturaleza no es accidental porque tiene un solo fin. 

En otras palabras, encontrarse un tesoro mientras cava no es algo natural porque surgen dos fines: cavar y encontrar el tesoro, pero sí sería natural que el hombre, teniendo un medio como cavar para encontrar un tesoro, pues hay un solo fin: encontrar el tesoro. Pero esto interviene también con el supuesto con el que se dice que lo material no maneja lo intelectual; por lo tanto, los astros no pueden manejar el comportamiento del hombre ni puede decidir sus fines. Por lo demás, encontrar un tesoro es un fin humano y no natural.  

Como la voluntad no puede ser manejada por la naturaleza (en la naturaleza incluimos los astros), debe existir una voluntad superior que incline a los hombres a realizar ciertos actos: esta voluntad superior es Dios. 

En suma, la suerte del hombre es manejada por Dios. Dios hace a los hombres afortunados o desdichados. La sola voluntad del hombre no es manejada autónomamente, sino que Dios la hace posible al ser una voluntad superior. En este sentido, así como una materia superior puede mover una materia inferior, una mente superior puede mover una inferior. Por el contrario, una materia (los astros por ejemplo) no pueden mover el intelecto pues el intelecto siempre es superior a la materia. 


Capítulo V: Si es permitido usar la suerte

No es permitido usar los artificios de los demonios en un cristiano que cree en la divinidad. Las creencias o costumbres que traen buena suerte a través de los demonios son llamadas por San Agustín de Hipona como ''nulidad supersticiosa''. En efecto, Santo Tomás pone el ejemplo de cuando un hombre se siente mal y toma alguna medicina, este se cura y por lo tanto aquí no hay ninguna superstición; ya que justamente la medicina sirve para curar un mal. En cambio, un hombre que lleva un amuleto y dice que ese amuleto lo curó, entonces estamos frente a una nulidad supersticiosa, ya que un accesorio que no tiene que ver con la medicina que cura la enfermedad, no puede curar esta (valga la redundancia). 

Por lo tanto, pedir a un astrólogo si lloverá o no en el futuro no corresponde a una suerte sino más bien a algo natural que es probable de predecir. Sin embargo, que un hombre encuentre un tesoro es algo encargado por los demonios ya que no pertenece a la naturaleza. 

Tampoco lo sería si se ve a los pájaros huyendo de un lugar pensando que existe algún peligro; esto no sería superstición. Lo que sí sería superstición sería creer que el susurro de los pájaros predice eventos futuros. 

La pregunta es ''¿se puede pecar usando la suerte?'' la respuesta es sí, pero desde cuatro puntos de vista:


  1. Cuando un hombre recurre a los métodos de adivinación para saber cómo vendrá el futuro. Esto implicaría probar a Dios ya que él es el único que sabe nuestro destino
  2. Cuando se quiere saber del futuro sin haber realizado las correspondientes ovaciones a Dios
  3. Cuando se quiere saber la suerte de cosas banales o tengan relación con la vanidad
  4. Cuando se deja por suerte y no a la inspiración divina los cargos eclesiásticos

Santo Tomás de Aquino termina este capítulo sobre la suerte citando un pasaje de la biblia:

''No os toca saber a vosotros saber los tiempos o las razones, que el Padre puso en su sola potestad''
(Hechos 1:7)

Finalmente, podemos entender que Santo Tomás de Aquino considera la suerte, pero como una oportunidad que Dios da a los hombres. Los hombres por otro lado, no tienen conocimiento de esta ya que es solo el Padre quien sabe su destino. 

Conclusión

Es primera vez que de los filósofos que hemos tratado en el blog hable de este tema tan relevante para la vida y la filosofía. Siento que de alguna manera la suerte está en las circunstancias, pero también es cierto que muchas cosas se pueden predecir, entonces, la pregunta es ¿puede ser suerte si es predecible? si todo es predecible o todo cae en el rango de la posibilidad, entonces no podemos hablar de suerte ¿o sí? realmente es un tema que confunde pero interesa. 


domingo, 29 de septiembre de 2019

Santo Tomás de Aquino - De operationibus occultis naturae (Sobre las operaciones ocultas de la naturaleza) (1272)



Esta vez Santo Tomás de Aquino hablará sobre los misterios de los cuerpos celestes, una interrogante que ha venido desarrollándose desde los griegos para luego ser tomado por los romanos. En este texto opúsculo, Santo Tomás recibe las dudas de cierto ''caballero más allá de las montañas'' que le pregunta sobre ciertos fenómenos que aún en ese tiempo no se comprendían. El aquinate, con todo su esfuerzo y mente filosófica tratará de dar respuestas a estas dudas. 


De operationibus occultis naturae


El problema

Es un hecho que el cuerpo sigue el movimiento de los elementos gobernantes. Así, una piedra siempre se dirige hacia el centro de la tierra y el fuego se dirige hacia los cielos, hacia las estrellas fijas. Sin embargo, aún hay misterios sobre ciertas piedras que atraen hierro o medicinas que pueden purgar los humores. 

También existe un agente o una substancia formal que da dirección a los objetos o a las criaturas. Por otro lado, los cuerpos superiores también dan cierto movimiento a otros objetos; por ejemplo, la luna puede incidir en las olas, y el sol puede incidir en la iluminación de la luna. Por lo tanto, hay cuerpos superiores que pueden mover y accionar a otros cuerpos más pequeños.

Por último, también existen algunos objetos que por medio de algún artificio o poder divino pueden generar ciertos efectos. Por ejemplo, se decía que la sombra de San Pedro podía curar a los enfermos. 

En ese sentido, pareciera ser que la naturaleza oculta tiene tres condiciones para manifestarse.


  1. En algunos objetos a ciertos tiempos (la sombra de san Pedro, ya que no cualquier sombra puede curar) o también llamado principio común intrínseco. 
  2. Por un agente superior
  3. Por un agente inferior

Explicación

De aquellos tres que fueron mencionados anteriormente, podríamos decir que el que causa mayor controversia es el primero. En efecto este debe ser una potencia en el interior de la cosa, que al mismo tiempo genera poder. Pero todo poder tiene una forma porque todo está compuesto de materia y forma. Por lo tanto, dicho poder procede de una forma. 

Ahora, si nosotros queremos observar el porqué de ese poder descrito, entonces tendremos que decir que aquellos seres celestiales son la fuente de este poder. 

Finalmente, los cuerpos celestes son dirigidos por una sustancia separada que los gobierna. Entonces, los poderes están en proporción a la forma del ser. Por lo tanto, mientras más noble y cercano sea ese ser a la sustancia, entonces más noble será su poder. Así, el poder más noble que tiene el ser humano es el racional que proviene de su alma racional.

En conclusión, Santo Tomás de Aquino nos dice que existen dos principios: 

  • Intrínseco: proveniente de la forma
  • Extrínseco: proveniente de la materia

Conclusión

Cabe recalcar en este análisis que Santo Tomás de Aquino no cae en la concepción teológica o religiosa estrictamente, sino que se aboca a que se entiendan los fenómenos naturales desde un ámbito filosófico y metafísico. De todas formas, incluso ahora existen fenómenos de la naturaleza que la ciencia no ha podido explicar. Puede ser que tengamos que esperar algunos años para conocer realmente esos principios intrínsecos que nos manifiesta la naturaleza. 



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sábado, 21 de septiembre de 2019

Santo Tomás de Aquino - De mixtione elementorum (Sobre la mezcla de los elementos) (1271)

Los cuatro elementos en Platón

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Este es otro texto opúsculo de Santo Tomás de Aquino en relación a la mezcla de los elementos, es decir, si los elementos de la naturaleza: aire, agua, fuego y tierra pueden mezclarse y formar una sola solución, o si en realidad estos son independientes cada uno. Sin embargo, se puede observar que en algunas cosas hay elementos que destacan o sobreviven más que otros; por lo tanto, vale preguntarse ¿será que se mezclan o son independientes uno de otro?


De mixtorum elementorum


Hay ciertos hombres que afirman que los elementos no se mezclan y otros que sí. Sin embargo, si la forma substancial no permanece, entonces no podemos hablar de mezcla sino que de corrupción de algunos elementos. 

Un elemento es aquello por lo que algo está principalmente constituido y es indivisible de acuerdo con las especies. Un cuerpo mezclado no estaría compuesto de cuerpos simples si estos después no puede permanecer. Es imposible, de hecho, que los cuerpos admitan distintas formas en el mismo respecto. 

Las diversas partes de la materia subsisten por medio de las formas de los elementos que admitan la noción de muchos cuierpos: esta sí sería una forma para que distintas partes se pudieran mezclar. Sin embargo, tampoco es posible decir que existen muchos cuerpos al mismo tiempo pues el cuerpo es uno solo. 

Por lo tanto, los cuatro elementos no existirán mezclados en un cuerpo. En efecto, los contrarios no pueden estar en un mismo lugar así como el agua y el fuego, que son contrarios, no pueden mezclarse (al menos en su forma substancial). 

Cuando los elementos se ''mezclan'' o se reúnen, estos siempre están entre la forma substancial y la forma accidental, es decir no alcanzan a concretarse. No obstante, esto también es imposible porque no existe un intermedio entre lo accidental y lo substancial. Esto sería tan improbable como tener algo entremedio de la afirmación y la negación. 

Además, esto también significa que la forma acepta una gradación, esto es, un más y un menos lo cual resultaría absurdo. Un ser no puede ser más o menos ser que otro, verbigracia, el fuego no puede ser más o menos fuego de lo que es. 

Sin embargo, parece ser que algunas partes pueden estar unidas entre sí en un cuerpo compuesto. Pero no es correcto decir que están mezcladas; así, el estagirita (Aristóteles) nos dice que los elementos no están mezclados en el cuerpo por acto sino que más bien por virtud: el agua humedece, el fuego calienta, etc.

Conclusión

Interesante conclusión de Santo Tomás de Aquino, complementaria por supuesto a las reflexiones de Aristóteles como por ejemplo, aquellas que se hicieron en libros como ''Sobre la generación y la Corrupción'' y ''Física'', cuyos postulados eran tremendamente vigentes en la época del aquinate. Este no será el único libro donde Santo Tomás se soporte en las teorías aristotélicas.