jueves, 16 de marzo de 2017

San Agustín de Hipona - Cuestiones diversas a Simpliciano (Libro II: Preguntas sobre Reyes) (396)

Puede ser que este sea uno de los libros más destacados del Antiguo Testamento porque, en efecto, aquí vemos las importantes cuestiones sobre la vida de Samuel, Saúl, David y Salomón. Estos libros son importantísimos para la tradición judía y en menor medida para las otras religiones. Ya vimos en el libro anterior lo difíciles que eran responder las preguntas de Simpliciano que consideraban las palabras dichas por San Pablo, quien por cierto ha sido una figura inexorable para San Agustín de Hipona. Ahora nos enfocaremos en el Antiguo Testamento y cómo se van desarrollando las preguntas a Simpliciano.

Referencias:

(1) Clara referencia a Plotino y su teoría del Uno.  

CUESTIONES DIVERSAS A SIMPLICIANO

LIBRO II: PREGUNTAS SOBRE REYES

Cuestión I: Los profetas y el Espíritu Santo


El espíritu de Dios influye diversamente en los profetas

Esta duda de Simpliciano se basa en la diversa influencia en cada uno de los profetas. Sabemos que la vida de Samuel y Saúl fueron muy distintas, y es porque el Espíritu Santo ejerce su influencia de distintas maneras. 

Unos son influidos por medio de fantasías (o teofanías), que serían la representación de los ángeles (como le pasó a Abraham) y otros son influidos por la Inteligencia.

Manifestaciones habituales perpetuas y manifestaciones transitorias de la profecía

Las manifestaciones de fantasía siempre se dan la mayor parte a través de los sueños,y así fue con muchos profetas como:

El Faraón
Nabucodonosor

Otras manifestaciones consisten en el asombro, la cual consiste en que el hombre pueda ver más allá de las cosas carnales y comience a ver seres iluminados.  

Hay también una manifestación de profecía que se da a través de la inteligencia y ocurre cuando el hombre es capaz de dar sentido a las cosas que ve y siente. 

También existe la manifestación que se da por casualidad y sin conciencia de ellos, como fue la experiencia que tuvo Caifás. 

Por lo tanto, estas son las diversas maneras en que los profetas fueron influidos:

Fantasía
Asombro
Inteligencia
Casualidad y sin conciencia

Por supuesto, a algunos profetas, si bien el Espíritu Santo influyó en ellos, éste sólo lo hizo transitoriamente. Así fue por ejemplo el caso de Balaam que el Espíritu Santo estuvo con él, pero luego se retiraba. De aquí que San Agustín dice que uno no se debe convencer por personas que tengan una buena retórica, o un buen comportamiento porque eso no significa que están influidos por el Espíritu Santo. 

El espíritu de Dios sin más aditamentos, es bueno

De acuerdo con lo dicho por San Agustín, el espíritu es bueno sin aditamentos, es decir, sólo se debe decir espíritu para darnos cuenta que es el espíritu bueno. Pero ¿cómo se entiende que el espíritu sea malo? El espíritu es malo cuando no sigue las órdenes de Dios como cuando el hombre escoge el mal en sus acciones. 

¿Con este nombre (Espíritu de Dios) debe entenderse el Espíritu Santo, consustancial al Padre y al Hijo?

En muchos pasajes de la biblia se dice ''Espíritu de Dios'' y ''Espíritu Santo'' ¿será que son dos palabras de una misma cosa? San Agustín dice que esta se una tarea difícil de determinar, pues muchas veces la biblia se refiere al Espíritu Santo.

Ahora, San Agustín encuentra un versículo clave para resolver este problema:

''Yo lleno con mi presencia el cielo y la tierra''
(Jeremías 23:24)

El Espíritu de Dios no llena el mundo sin el Espíritu Santo; por lo tanto, cuando se habla del Espíritu de Dios se habla consustancialmente del Espíritu Santo. 

Manifestaciones del espíritu bueno y malo en Saúl

Primeramente, Saúl tuvo un espíritu bueno que lo guiaba pues éste era el mismo Dios. Sin embargo, luego lo oprimió un mal espíritu, cuando Saúl decidió hacer el mal; por ejemplo, cuando condenó a David.

Saúl, al perseguir a David, es corregido por un espíritu profético

Sabemos que lleno de envidia y odio, Saúl persiguió a David en el relato del libro ''Reyes''. Sin embargo, en las Sagradas Escrituras dice:

''Y el Espíritu de Dios se posó sobre él y entraba caminando y profetizaba''
(Romanos 19:23)

¿Pero cómo pudo posarse ahí el espíritu de Dios en Saúl que tenía odio a David? Esto fue porque primero el Espíritu de Dios se posó con un propósito profético. Luego, cuando Saúl comenzó a cometer sus impiedades se le posó el espíritu malo. 

Algunos dones del Espíritu Santo pueden poseerse sin la caridad, pero nada aprovechan

Por lo tanto, uno de los grandes dones del Espíritu Santo es la profecía, aunque esta no puede aprovecharse sin la caridad. En efecto, nadie puede llegar a Dios si no tiene caridad, en consecuencia, aunque se sea profeta nada podrá lograr si no tiene caridad. Podríamos entender que nadie es excluido del Espíritu Santo

¿Puede entenderse sin caridad el don de profecía?

La verdad es que una persona sí puede ser caritativa, pero no necesariamente profética. Ahora, en primera instancia, San Agustín dice que un profeta es caritativo, pero claramente los ejemplos de Saúl y Balaam lo contradicen. 

Por lo tanto, por muy profeta que sea el hombre, no podrá aprovechar nada si no tiene la caridad que es concepto fundamental para acercarse a Dios.

Los herejes y cismáticos tienen otros dones del Espíritu Santo, mas no la caridad

De aquí quedarían refutados todos los herejes y cismáticos de la Iglesia, pues estos dicen que los santos no reciben ningún don del Espíritu Santo, siendo que incluso profetas que no merecerían este don lo tuvieron.

¿Por qué el espíritu malo se llama espíritu del Señor?

Puede parecer algo extraño que justamente el espíritu malo se llame espíritu del Señor. Una de las razones que adhiere San Agustín es que la tierra es del Señor al ser el verbo, y por lo tanto, este espíritu ya no era más bueno por ser terrenal. 

Sin embargo, ¿cómo se condice esto con la teoría de San Agustín de que todo en la tierra es bueno? al darse esta pregunta, San Agustín dice que entonces, el propósito de llamar espíritu malo es para marcar la profecía. En efecto, Dios se sirve de los malos para hacer una especie de ''Ministerio del mal'' para probar a los buenos y castigar a los malos. 


Cuestión II: Lógica, ciencia y Dios

Nada se predica digno de Dios

Muchas cosas se dicen de Dios en la biblia; por ejemplo, que Dios es todopoderoso, bondadoso, etc. Sin embargo, ¿pueden estas palabras realmente describir a Dios? San Agustín nos dice que los atributos que nosotros los hombres podamos dar a Dios siempre serán insuficientes(1). 

¿Porqué la biblia usa atributos para describir a Dios entonces? Simplemente para que el hombre pueda comprender, con su limitadamente, que las cosas que se asemejan a Dios son grandiosas y fuera de nuestro entendimiento. Así, nada puede predicarse de Dios. 

Si la presencia existe propiamente en Dios

Dios lo abarca todo según San Agustín, y niega de cosas como el arrepentimiento justamente porque es una de las cosas que los humanos tienen en su interior. Dios existe en sí mismo, y debido a eso puede comprender al hombre. 

Qué es ciencia y como se atribuye a Dios

La ciencia, de acuerdo con San Agustín, es la presencia atemporal que tiene Dios. Es decir, Dios trasciende todos los tiempos y para él, todos los tiempos son presente.

El conocer el pasado, el presente y el futuro del mundo es por supuesto, tener la ciencia de todas las cosas que existen. Y si Dios es atemporal entonces lo conoce y sabe todo. 

La ira, la misericordia y el celo en Dios

En muchos versículos se habla de la ira de Dios, pero esta ira no es entendida como la humana en donde el hombre, luego de la ira queda resentido y dolido. La ira de Dios recae sobre los hombres pecadores, pero Dios no sufre ningún daño en esa ira (pues sería ridículo que recibiera daño).

La misericordia es señal de empatía, pues la palabra misericordia viene del latín ''misere'', que significa miseria o necesidad, mientras que ''cordis'' significa corazón. Cuando se le pide misericordia a Dios, aunque su concepto quiera decir ''llora con quien esté llorando'' o ''alégrate con los que estén alegres'', Dios no recibe ninguna emoción luego de tener misericordia con lso humanos.

El celo de Dios se entiende de la misma manera, es decir, Dios no sufre con el celo.

A las cosas divinas se aplican las palabras humanas, pero quitándoles las imperfecciones que entrañan

El lenguaje, por supuesto, no puede llegar a describir la magnanimidad de Dios y por esta razón el hombre busca algunos adjetivos que puedan acercarse lo más posible, para comprender esa grandeza de la divinidad. Sería bueno decir que Dios es todopoderoso, pero aún así esto el poder de Dios va mucho más allá de esa descripción. 

Diferencia entre ciencia y sabiduría

Muchos dicen que no hay diferencia entre ellos y otros dicen que se diferencia en que la ciencia es teórica y la sabiduría práctica. Para San Agustín, la ciencia proviene del descubrimiento de las cosas que nos son reportadas por los sentidos, mientras que la sabiduría pertenece a las cosas inteligibles. 

Ahora, si fuera así, entonces la ciencia no correspondería a Dios pues esta es relativa a las capacidades del hombre. Por lo tanto, sólo la sabiduría correspondería a Dios, aunque San Agustín dice que los dos conceptos (ciencia y sabiduría) comparten una idea en común: la revelación. 

¿Puede Dios arrepentirse? 

Por lo menos en el hombre, el arrepentimiento designa una acción de dolor y cambio posteriormente. ¿En qué consiste el arrepentimiento de Dios? básicamente en que la cosa que se hizo debió ser así y ahora necesita un cambio. Esto no tendría nada de malo ni contradictorio, pues es Dios quien maneja las cosas eternas y las cambia cuando cree que es pertinente. 

Cuestión III: La historia de Samuel y Saúl

Cómo Samuel pudo ser evocado por la pitonisa

Samuel y Saúl fueron dos profetas elegidos por Dios que precedieron al rey David, pero Saúl fue un tanto desobediente. Pasó que un día Saúl fue mandado por Dios a derrotar a los filisteos, pero cuando Saúl los vió, este quedó atemorizado; en consecuencia, Saúl no los atacó y desobedeció a Dios

Posteriormente, Saúl pidió a Dios qué podría hacer, pero Dios no le respondió por desobedecer su orden. A falta de Dios, Saúl fue a consultar a una pitonisa llamada la bruja de Endor. Esta bruja podía contactarse con los muertos y Saúl le pidió que se contactara con Samuel, y la pitonisa pudo lograrlo. 

¿Cómo pudo una bruja contactarse con Samuel que fue un profeta elegido por Dios? la pregunta es un tanto complicada, pero San Agustín tiene una respuesta.

Muchos ejemplos se han dado en cuanto a que seres malignos han podido contactar a seres divinos; por ejemplo, cuando Satanás contacta a Dios para probar a Job. O cuando Satanás tomó a Jesús para mostrarle todo lo que podría obtener por medio de él. 

No hay ningún problema en que el malo pueda ver al bueno. El alma del bueno no pierde su dignidad si es vista por los malos, así como los buenos tampoco pierden dignidad si son vistos por los malos en el mundo terrenal. 

Tal vez fue el fantasma, no el espíritu de Samuel

Otra respuesta a la primera pregunta sería decir que lo que vio la bruja no fue el espíritu de Samuel, sino más bien su fantasma. ¿Qué diferencia hay entre espíritu y fantasma? la misma que entre persona real y retrato. Es decir, lo que vio la pitonisa sólo fue una imagen y no el verdadero espíritu del profeta. 

Cómo los demonios conocen el futuro

Agustín admite que lo pueden hacer, pero que su intención no es enseñar sino que dañar. También reconoce que la cuestión es muy difícil y que los demonios luchan por atraer adeptos a través de estas cosas. Lo importante que establece San Agustín es que no hay que fiarse de ellos, y que espera que otros hombres puedan encargarse de ese tema. 

Cuestión IV: La oración

Simpliciano le pregunta a David sobre el versículo:

''Entró el rey David y se sentó ante el Señor''
(2-Romanos 7:18)

¿Es que acaso hay una forma especial para hacer la oración? La verdad es que no. La oración siempre se dará de la forma más conveniente para el hombre o mujer en cuestión. No es necesario estar de alguna forma específica, sino que la más cómoda para lograr esa devoción que se hace al momento de orar. 

Cuestión V: La queja que Elías le hace a Dios

Elías fue otro de los profetas que siguió el ciclo profético que continuó después del rey Salomón. 

La historia de Elías es marcada por un hecho increíble y milagroso que es la resurrección del niño de una viuda; de hecho, es la primera resurrección documentada en la historia. Hay un versículo difícil de interpretar en la biblia, cuando Elías le dice a Dios:

''¡Oh Señor!, testigo de esta viuda en cuya casa me he hospedado, no habéis obrado bien en quitarle a su hijo''
(1-Samuel 17:20)

Esta frase, de acuerdo con San Agustín, no es un reproche a Dios. Al contrario, es una pregunta. Es como si dijera ''habéis obrado bien en quitarle a su hijo''. En efecto, San Agustín dice que existe un error de pronunciación en ese versículo en específico. 

Cuestión VI: El espíritu de Acab

La última pregunta de Simpliciano recae en la figura de Ajab quien era rey de Israel. Ajab fue engañado por un espíritu malo y Simpliciano se pregunta cómo fue posible que fuera así. Normalmente, esto ocurrió por la misma razón que añadió San Agustín anteriormente, los malos espíritus son creados para probar a los buenos hasta el final.

Conclusión

Nunca pudimos saber la respuesta que Simpliciano le diera a San Agustín en ese tiempo. La verdad es que todas estas respuestas responden correctamente a las preguntas, pero hay algunas que tienen poca consistencia, y otras que ni siquiera pudieron ser bien respondidas. En efecto, nada de esto es fácil pues el mundo de la biblia es muy amplio. Sin embargo, aún más difícil es explicar las cosas divinas con la razón pura del hombre, ya que, como dice el mismo Agustín, las cosas divinas no pueden asemejarse a las mortales. 

miércoles, 15 de marzo de 2017

San Agustín de Hipona - Cuestiones diversas a Simpliciano (Libro I: Preguntas sobre La Carta a los Romanos) (396).

¿Quien fue Simpliciano? Simpliciano fue uno de lso asesores del mismísimo San Ambrosio y amigo de San Agustín de Hipona. Este libro, naturalmente, está dedicado a su amigo Simpliciano, ya que este tenía algunas preguntas sobre la epístola a los romanos y otras cosas dichas por San Pablo. ¿Qué habrá tenido San Agustín que respondía las preguntas de todo el mundo religioso? Seguramente la oscuridad de las Sagradas Escrituras y la pasión filosófica que tenía Agustín lo llevaba a resolver fácilmente, lo que para otros parecía demasiado oscuro. 

CUESTIONES DIVERSAS A SIMPLICIANO



LIBRO I: PREGUNTAS SOBRE LA CARTA A LOS ROMANOS

Cuestión I: Las leyes que debieran cumplir los hombres

Simpliciano pide encarecidamente a San Agustín que le aclare las siguientes dudas que se le presenta cuando lee algunos versículos de San Pablo

Para qué se dio la ley

San Agustín asume que la duda de Simpliciano consiste en el cambio de la ley antigua a la ley nueva. Nuestro amigo se pregunta si tal vez, al tener una nueva ley, la antigua pasaría al olvido o si eventualmente podría considerarse pecadora. 

Agustín le asegura a Simpliciano que no debe pasarse al olvido y mucho menos será pecadora aunque así lo parezca. La ley antigua no servía para extirpar el pecado del hombre, sino más bien para que el hombre conociera el pecado. El hombre ya conoce el pecado por los ejemplos de Adán y otros hombres y por lo tanto, no tiene excusa para pecar; el hombre ya conoce la ley. 

La concupiscencia aumentó sus bríos con la ley

Dice Simpliciano que ''La concupiscencia aumentó sus bríos con la ley'' como si de alguna manera la ley fuera culpable de sus pecados, pero la verdad es que la ley es buena cuando se sabe utilizar de ella. Siguiendo la misma línea agustiniana, la voluntad sigue siendo un elemento fundamental para entender las Sagradas Escrituras. 

Como el pecado estaba muerto sin la ley y cómo revivió

Esta duda proviene de los que dice San Pablo:

''Porque no aparecía (el pecado) cuando faltaba la ley, sobreviniendo el mandato revivió''
(Romanos 7:9)

Más que estar muerto, Agustín nos dice que el pecado estaba oculto. Luego el pecado revivió al pecar Adán y los hombres quedaron con la condena del sufrimiento y de la muerte.

Solo los hombres espirituales cumplen la ley

Por supuesto, la ley siempre será buena para con los hombres espirituales. Si la ley prohíbe lo malo y permite lo bueno, entonces restará que sólo lso hombres espirituales podrán hacer el bien. 

''La ley es buena si se usa bien de ella''
(1-Timoteo 1:8)

De ahí que quien abuse de la ley o no la cumpla derechamente, tendrá que aceptar su propio mal. 

Doble sentido de la palabra carnales

¿Qué quiere decir el apóstol cuando dice ''pero yo soy carnal''? Podríamos pensar que el hombre está hecho de carne, pero también de espíritu. Ahora, incluso con la llegada de Cristo el hombre sigue siendo carnal. Sin embargo, peor aún será que además de ser carnal nos sometamos a los deseos de dicha carne y no al Espíritu. 

En todo caso, recordemos que el hombre no aborrece la carne al ser esta una creación de Dios, sino que más bien aborrece los pecados que esta lleva consigo. 

La pena del pecado original

Hay dos maneras de tener el pecado, pero una de esas dos es inevitable. En efecto, el pecado original es el pecado que ningún ser humanos se puede quitar, pues es la herencia del pecado de Adán es el mejor reflejo de eso. La otra forma de tener el pecado es justamente la acumulación de ellos. De ahí que San Pablo diga:

''Preferí vivir menospreciado en la casa del Señor a morar en las tiendas de los pecadores''
(Salmos 83:11)

Qué se entiende por la ley del pecado que vive en los miembros

Por supuesto, el pecado sólo es realizado por nuestras voluntades, pero esto no es sólo una suposición de San Agustín, sino que San Pablo también lo piensa:

''Pues el querer en la mano lo tengo, más el poner por obra lo bueno, no''
(Romanos 7:18)

Esto quiere decir que justamente, se tiene la voluntad, pero depende de la voluntad hacer el bien y hacer el mal. Por eso se dice que el pecado vive en los miembros, pues por el cuerpo se peca (siempre y cuando exista la voluntad de pecar). 

Lugares donde la ley aparece como mala

Es difícil imaginarse que en la biblia pudiese decirse algo así, pero en efecto lo está:

''Atravesóse la ley para que aumentase el delito''
(2-Colosenses 3:7)

Y uno aún más crítico que este:

''Porque cuando estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas, aumentadas por la ley, obraban en nuestro miembros y daban frutos de muerte''
(Romanos 7:4)

Básicamente, estos dos pasajes quieren decir que la ley tiene la culpa de aumentar y incitar al pecado. En efecto, la ley lo hace, pero lo hace con quienes no la cumplen, pues recordemos que no pueden existir los buenos si no son puestos a prueba. De ahí que San Pablo también diga:

''Me complazco en la ley de Dios según el hombre interior''
(Romanos 7:22)

Es decir, aquellos hombres espirituales son los únicos que podrán conocer la ley divina de Dios. El hombre carnal se verá perjudicado por la ley y el espiritual se verá favorecido. 

La ley es buena

La única manera de ver que la ley es buena será justamente cumpliendo. De este resultado sobreviene lo que dice el apóstol sobre la ley:

''La ley, pues, es santa, y el mandato, santo, justo y bueno''
(Romanos 7:12)

Siguiendo la misma lógica en cuanto a las respuestas anteriores, quien cumple la ley se ve favorecido, quien no, será perjudicado. 

Error de los maniqueos sobre la ley antigua

Los maniqueos, de acuerdo con San Agustín, malinterpretan la ley antigua cuando ven el siguiente pasaje:

''La ley es fuerza del pecado''
(1-Colosenses 15:56)

La ley es simplemente letra para quienes no la saben cumplir, además de que se acentúa con el pecado cada vez más. 



Cuestión II: La intención de la Carta a los Romanos

El argumento de la Carta a los romanos



El fin de la Carta a los romanos fue simplemente que los hombres no se vanaglorien de sus propias obras, pues las buenas obras son hechas por Dios. 

La gracia de la fe precede a las buenas obras

Quizás esto puede ser lo más difícil de probar. Ya sabemos que las buenas obras son hechas por Dios, pero el origen de estas obras provienen por la gracia. En efecto, las obras no pueden preceder a la gracia, pues las obras mismas necesitan la gracia y no al revés. 


Es menor en los catecúmenos, mayor en los renacidos

La gracia puede darse más en un cierto tipo de personas que en otras. De acuerdo con San Agustín, la gracia se da menos en los catecúmenos, quienes eran los postulantes o candidatos a ser católicos de la iglesia. Sin embargo, mucho más evidente es en los renacidos, es decir, a los que se les presenta algún tipo de revelación que los hace ser parte de la iglesia inmediatamente. 


Para qué trae los ejemplos de Jacob y Esaú

La diferencia que se da entre Jacob y Esaú es justamente la gracia. En todo caso, la gracia se da por acciones, no se puede dar por sí sola como si fuese un milagro. 


Recordemos que Jacob y Esaú eran hijos de Isaac y Rebeca; Jacob era el favorito de Rebeca por su apacibilidad, y Esaú era el favorito de Isaac porque era muy buen cazador. Sin embargo, Dios ya había decidido que era Jacob quien recibiría la bendición y no Esaú.


Uno de los propósitos de que San Pablo traiga los ejemplos de los dos hermanos gemelos, es para refutar a los astrólogos. Estos decían que el comportamiento del ser humano se determinaba por el movimiento de los astros y de nacimiento de cada ser humano; sin embargo, al ser Jacob y Esaú tan distintos, ¿cómo es posible que al haber sido gemelos al mismo tiempo sean tan distintos? Para San Agustín, los geneltíacos y los astrólogos se basan sólo en hechos casuales. 


El otro es para respetar el orden de los hermanos, pues de ahí que se diga:


''El mayor servirá al menor''
(Romanos 9:11)

De aquí nace la refutación a los paganos como los astrólogos. El ejemplo de Jacob y Esaú perdurará por siempre para mostrarnos la diferencia y gracia del Señor.

Las obras buenas vienen de la gracia, no al revés

El propósito de las buenas obras no es para recibir la gracia, de hecho, se hacen buenas obras por haber recibido la gracia. 


Justicia en la elección de Jacob y en la reprobación de Esaú

Se puede preguntar con mucha razón porqué Jacob, que ya había sido elegido antes de nacer si antes de nacer no había hecho cosa alguna (buenas obras). Sin duda que es una cuestión difícil de resolver al ser los dos gemelos. Resolvamos en la siguiente pregunta.


Si la elección de Jacob provino de la presencia de la futura fe

Como no pueden haber razones que vayan justo al nacimiento, se puede deducir que Dios eligió a Jacob por predicción de las cosas que pasarían en el futuro.  


La elección por gracia y propósito de Dios

En efecto, la gracia de Dios no se da por obras, pues habíamos dicho que la gracia precede a la obra. Así dice en el versículo:



''No por mérito de las obras, sino por voluntad del que llama, se le dijo que al menor serviría el mayor, para que el propósito divino, conforme a la elección, perdurase''
(Romanos 11:13)

Por supuesto que Dios no necesita hacer una buena obra, sino que solamente su voluntad representaría la gracia. 

Si la fe debe contarse entre los dones de la gracia

La gracia precede a todo mérito y por lo tanto existe antes de toda obra. Sin embargo, los méritos están con la fe y como lo méritos no preceden, la fe no estaría en la gracia, pero sí sería la base de todo mérito. 


Como la reprobación de Esaú fue justa

Como sabemos, entre Jacob y Esaú, éste último no fue escogido para tener la bendición de Dios. Pero ¿por qué? ¿cómo es posible que Dios diera bendición a alguien que ni siquiera había nacido como para dar algún mérito?  


La respuesta de San Agustín ya la tuvimos al decir que Dios lo hizo para predecir las cosas del futuro, pero más allá de eso es porque Dios hace las cosas para amarlas. Es decir, ¿qué mérito tiene el sol para ser lo que es? ¿Qué tiene la luna que fue inferior al sol? ¿o que la Luna tuviera más brillo que otros astros? Ninguno de estos seres son aborrecidos por Dios, todos son amados por igual


Jacob y Esaú eran amados, pero Esaú fue aborrecido finalmente por sus obras y no por su nacimiento. Por lo tanto, la reprobación de Esaú fue justa. 

La fe es don de Dios misericordioso

Nadie puede jactarse de la fe porque como dijimos, si la fe es la base de las buenas obras, y las buenas obras son hechas por Dios y no por el hombre, entonces que no se ufan el hombre de aquellas obras y mucho menos que sea para agradar a los otros hombres. 

Los problemas de Esaú

Seguimos con los problemas de Esaú que en realidad no son menores. Pareciera ser que San Agustín, a pesar de dar las razones del porqué Esaú fue desaprobado no está contento con las respuestas. 

Aquí San Agustín añade otra explicación del problema. Debemos pensar que Dios es quien elige quien será el elegido, y no los seres humanos entre ellos. Por eso se dice:


''No depende del que quiere o del que corre, sino que de la misericordia de Dios''
(Romanos 9:16)

Pareciera ser que este es el argumento más doctrinario y consecuente con las Sagradas Escrituras. Todo lo bueno se cumple por voluntad de Dios.

¿Qué es el pecado? Los vasos de perdición se ordenan a la corrección de los demás

El hombre no es un ser que se debe aborrecer: su alma y su cuerpo son buenos en cuanto a que existen, pues todo lo que existe es bueno. Por lo tanto, Dios no aborrece el cuerpo ni el alma del hombre, lo que sí aborrece es el pecado que este comete por voluntad. 

El pecado es un desorden y una perversidad; de ahí que no se debiera aborrecer a Esaú como hombre sino como pecador. 

Ahora, ¿qué son los vasos de perdición? hay un versículo de la biblia que dice:

''Si para mostrar Dios su ira y dar a conocer su poder, soportó con mucha paciencia a los vasos de ira, aptos para la perdición, ¿Tú quién eres para pedir cuentas a Dios?''
(Romanos 9:22)

De alguna manera, estos vasos de perdición son aquellos pecadores que desatan su ira con su prójimo. Dios construye estos vasos de ira para que todos se convenzan de la conversión a la religión. Por otro lado, también podemos pensar que aquello es una prueba Dios para con los verdaderamente elegidos.

No todos fueron llamados, pero sí de todas gentes, de judíos y gentiles

Todos los hombres son creación de Dios y por eso todos son buenas hasta cuando utilizan su libre albedrío para pecar. Sin embargo, de todos los hombres que existen no todos fueron llamados por Dios: los únicos que fueron llamados fueron los gentiles y los judíos. 

Ahora, entre los gentiles y los judíos, mucho más ''preferidos'' fueron los judíos, porque Dios intercedió por Israel. Podemos pensar que el mérito judío tiene que ver con el cumplimiento de la ley antigua.

La intención del apóstol al escribir la Carta a los Romanos.

La intención del apóstol es básicamente la siguiente: que nadie se gloríe de ninguna obra y ni mucho menos que lo haga para ser alabado por otros hombres. 

Pero nadie puede hacer una buena obra si no tiene fe y para tener fe se necesita primero que todo creer. Creamos pues en la gracia del Espíritu Santo. 

Conclusión

No fueron inocuas las reflexiones de Simpliciano, pues se nota que le dieron muchos desafíos a San Agustín. El dilema de Jacob y Esaú ha sido ampliamente debatido entre los teólogos porque es aquí donde la gracia y voluntad de Dios parece muy oscura. Me da la impresión que también San Agustín aprovecha de rebatir y dejar en claro el poderío de Dios frente a cualquier cosa, pues, en efecto, quien quiera que esté de lado de Dios tendrá como recompensa el reino de los cielos. 

sábado, 11 de marzo de 2017

San Agustín de Hipona - Sobre la doctrina cristiana (Libro IV: Retórica y elocuencia) (395).

San Agustín de Hipona advierte inmediatamente que este libro no pretende ser una guía o un manual de retórica, pues él mismo dice que no esperen aprender nada de los tiempos en que el mismo fue profesor de retórica. En efecto, este libro sólo habla sobre la utilidad que le reporta al cristiano el ser elocuente y mantener la práctica de la retórica frente a sus hermanos y hermanas. Ya habíamos hablado anteriormente sobre retórica y algunas palabras que pueden obstruir nuestra comprensión sobre las Sagradas Escrituras, y ahora toca ver cómo estas pueden hablarse y comprenderse retóricamente.

Referencias:

(1) San Ambrosio fue el obispo anterior a San Agustín de Hipona, y quien además fuera su maestro en materias católicas. 

SOBRE LA DOCTRINA CRISTIANA

LIBRO IV: RETÓRICA Y ELOCUENCIA

Retórica para los cristianos


Los cristianos deben aprender retórica desde los años más tempranos. Los grandes retóricos de Roma siempre recomendaron que la retórica se debía aprender desde jóvenes si se quiere alcanzar su perfección.

La única forma en que la retórica puede aprenderse es a través de la observación e imitación de los grandes hombres que saben sobre retórica. Puede ser que en algunos casos ni siquiera se recurra a la gramática, pues la retórica pareciera ser un arte muy práctico. Ahora, esto no significa que no se estudie formalmente las reglas estrictas de la retórica posteriormente. 

En todo caso, la retórica es inútil si está no contiene la sabiduría necesaria para emplearse. La retórica y la sabiduría deben ser complementarias la una con la otra para agradar a la audiencia; mientras la retórica tiene elocuencia que es oída con gusto, la sabiduría que lleva la retórica es oída con provecho. Cuando el discurso logra ser entendido por la audiencia, es porque la retórica producida es buena, cuando da lugar a la confusión entonces es mala. 

Ejemplos de la elocuencia

San Pablo

Par dar un ejemplo de elocuencia cristiana, San Agustín evoca un versículo de San Pablo:

''Nos gloriamos en las tribulaciones sabiendo que la tribulación labra la paciencia, la paciencia la prueba, la prueba la esperanza, y la esperanza no nos engaña por que el amor de Dios se infundió en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos ha sido dado''
(Romanos 5:3-5)

Aquí vemos el ejemplo claro de un elemento retórico que los griegos llamaban ''klimax'', mientras que los romanos la llamaban ''gradación''. Este consiste en usar de un término para pasar a otro como una especie de ''escalera'' (De hecho, San Agustín prefiere llamarlo así); por ejemplo, la tribulación labra la paciencia, la paciencia la prueba, la prueba la esperanza. El último término va siendo el comienzo del primero. 

San Gerónimo

Otro ejemplo de un gran retórico sería San Jerónimo quien dijo:

''Ay de los que sois opulentos en Sión, y confiáis en el monte de Samaria, Nobles, cabezas de los pueblos, los que entráis pomposamente en la casa de Israel. 

Pasad a Calanna y contemplad, y desde ahí marchad a Emath la grande, y bajad a Geth la de los palestinos, y a sus mejores reinos, por si el territorio de ellos es más dilatado que el vuestro. 

Los que estáis separados para el día malo y os acercáis al solio de la iniquidad. Los que dormís en lechos de marfil; y os holgáis libidinosamente en vuestros aposentos, los que coméis el cordero del rebaño y los novillos de en medio de la vacada; los que cantáis al sonido del salterio. 

Juzgaron que, como David, tenían instrumentos musicales, bebiendo el vino en tazas, y ungiéndose con el más precioso ungüento, y permanecían impasibles ante el aplastamiento de José''

San Jerónimo relata aquí la arrogancia y la ingratitud de ciertos pueblos que no miran a su prójimo teniendo en cuenta las Sagradas Escrituras (SE). Por supuesto que este es un versículo de denuncia hacia los judíos quienes eran tremendamente opulentos. 

La última parte del versículo ''el aplastamiento de José'' podría haberse reemplazado perfectamente por ''hermano'', pero mucho más bello fue decir José como si fuera un homónimo de hermano. 

Enseñanza de la retórica


Tal como Marco Tulio Cicerón lo hubiera dicho en ''Sobre el orador'', se deben preferir las palabras entendibles en el discurso. San Agustín dice que el discurso debe omitir las palabras complicadas para que el discurso sea comprensible para la audiencia, es decir, sacrificar la precisión y la gramática, por el estilo y el aprendizaje sobre el discurso. 

¿A qué se debe que sea así? San Agustín divide la audiencia en dos tipos: aquellos que pueden preguntar y aquellos que no. Por lo tanto, en un conversación particular, por supuesto, todas las palabras complejas pueden aflorar, pero en un discurso donde sólo hay una audiencia pasiva que sólo escucha, deben preferirse las palabras simples a las complejas. 

El deber del orador

Más que presentar un discurso verosímil a una audiencia pasiva, el deber del orador siempre será enseñar a los menos doctos. Todo esto debe ir adornado con una voz correcta para cada situación, recordemos que a cada propósito del discurso hay que mantener cierto decoro al pronunciar las palabras. 

La palabra de Dios ante todo

Cada orador cristiano debe considerar fundamentalmente las tres cartas del apóstol San Pablo y los versículos que éste anuncia:

Carta a Timoteo:

1-Timoteo 4:11 ''Anuncia y enseña estas cosas'' (hablando de la palabra de Dios. 

1-Timoteo 5:1 ''Al anciano no le reprendas, sino adviertele como padre''.

1-Timoteo 1:13 ''Conserva la forma de las palabras sanas''.

1-Timoteo 2:15 ''Esfuérzate en presentarte a ti mismo como obrero probado a Dios, que no se avergüenza y que trata debidamente la palabra de la verdad''.

2-Timoteo 4:2 ''Predica la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, exhorta, reprende con toda paciencia y enseñanza''.


Cartas a Tito:

Tito 1:9 ''Que el obispo debe ser perseverante conforme a la enseñanza de la palabra de la fe, para que pueda redargüir en la sana doctrina a los que le contradigan''.

Tito 2:1-2 ''Tú habla las cosas que convienen a la sana doctrina, que los viejos sean sobrios''.

Tito 3:1 ''Habla estas cosas, y exhorta y arguye con todo imperio. Nadie te menosprecie. Amonéstalos que estén sujetos a los príncipes y a las autoridades''.


Carta a los Colosenses

1-Colosenses 3:7 ''ni el que planta es algo ni el que riega, sino Dios que da el incremento''.

Todas estas cosas fueron consideradas por los oradores cristianos. La enseñanza de la retórica debe ir unida de la inspiración cristiana para poder llegar a convencer y enseñar a una audiencia (cualquier audiencia). 

Modos de elocuencia

Quien quiera ser realmente elocuente deberá seguir tres modos del decir:

Enseñar: decir palabras sencillas.
Deleitar: hablar con moderación.
Mover: exponga los grandes temas con grandilocuencia. 

¿Qué quiere decir grandes temas? Si se quiere hablar de cosas grandes se tiene que hablar siempre de la salud y la vida. Por supuesto, la justicia, la bondad o el entendimiento son temas relacionados con la vida misma. Para estas cosas siempre se necesitará palabras grandes y convincentes, pues así mismo lo requieren dichos temas. Por otro lado, el tema más simple de hablar será el dinero y las deudas; para estos temas será bueno hablar con palabras sencillas y sin mucha explicación con palabras grandes. 

Ahora, para que el hombre pueda realmente convencer a los que lo escuchan, su discurso debe ser moderado entre las palabras complejas y las simples. De hecho. se preferirá hacer mucho más las simples que las complejas. De ahí que San Agustín hable de unas palabras llamadas ''llanas'' que son aquellas que de manera simple explican cosas grandes.

Ejemplo de palabras llanas

Un ejemplo de esto es el mismo San Pablo quien dice:

''Decidme los que deseáis estar bajo la ley. ¿No habéis oído la ley? Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos: uno de la esclava y otro de la libre, pero de la esclava nació según la carne, más la libre, en virtud de la promesa. 

Estas cosas están dichas en alegorías. Porque ellos son dos testamentos, uno que parte del monte Sinaí, el cual engendra para servidumbre, que es Agar''

En este pasaje vemos la claridad y la paciencia con que el orador habla a su audiencia. Cada concepto que parece oscuro lo explica de modo que todo resulte claro y sin ningún error. 

Principales autores de los tres géneros de elocuencia

En opinión de San Agustín, las autoridades más apropiadas para hablar de los tres géneros mencionados anteriormente son San Cipriano y San Ambrosio(1). 

Es Cipriano quien escribe con estas palabras llanas que San Agustín se refirió en el pasado capítulo. Cipriano escribió sobre el dilema de tener agua en el cáliz o si más bien el cáliz debiera tener vino. Con mucha elocuencia y palabras llanas, Cipriano nos dice que el cáliz debe tener el vino ya que ese es la sangre de Cristo y no el agua. Veamos una comparación entre Cipriano y Ambrosio sobre el mismo versículo de unas vírgenes. 

Si un excelente pintor hubiera hecho el retrato de la cara y figura de alguno, con color que imitase la naturaleza del cuerpo; y pintado y terminado el retrato, otro, dándoselas de más mérito, pusiese sus manos con el fin de reformar lo ya acabado y perfecto, se tendría por una grave injuria hecha contra el primer maestro, y su indignación sería justísima. 


¿Y juzgas tú impune el llevar a cabo la audacia de tan abominable temeridad, ofendiendo al artífice Dios? Pues dado caso que con esos adornos de meretriz no seas impúdica y deshonesta ante los hombres, no obstante, violando y corrompiendo las obras de Dios, serás tenida por peor que una adúltera. 


Lo que tú crees que te adorna, lo que piensas que te compone es un ataque a la obra divina, es alejarse de la verdad. Voz es del Apóstol que avisa: Purificaos de la levadura antigua para que seáis masa suave, así como sois ácimos. Porque Cristo, que es nuestra pascua, ha sido inmolado por nosotros. Por tanto celebremos fiesta, no con la antigua levadura, no con levadura de malicia y de maldad, sino con ácimos de sinceridad y de verdad. ¿Y acaso persevera la sinceridad y la verdad cuando se manchan los rostros que son sinceros, y con adulterarlos de colores y falsos adornos de afeites se cambia la verdad en mentira? Tu Señor dice: No puedes convertir un cabello en blanco o en negro, ¿y tú quieres ser tan poderosa que venzas el mandato de Dios? Con audaz intento y con desprecio sacrílego te pintas tus cabellos; funesto presagio de lo por venir que lleves ya cabellos de color de llama

San Ambrosio, por su parte, tiene un estilo sencillo para explicar las cosas. Uno de sus ejemplos es cuando escribe sobre la unión entre el Espíritu Santo, el Padre y el Hijo y como estos se justifican. Veamos el fragmento de San Ambrosio. 


De aquí nacen los incentivos de los vicios, pues, cuando se pintan la cara con colores postizos por temor de no agradar a los hombres, traman con el adulterio del rostro el adulterio de la castidad.

¡Cuánta locura no es pretender cambiar el semblante natural buscando otro pintado! Mientras recelan del juicio que de su belleza pueden dar sus maridos, traicionan el suyo propio.

La primera que contra sí pronuncia sentencia es la que desea cambiar el color natural, porque mientras intenta agradar a otros, ella primeramente se desagrada a sí misma. ¿Qué juez más veraz, oh mujer, buscaremos de tu fealdad que a ti misma, que temes ser vista? Si eres hermosa, ¿por qué te escondes? Si fea, ¿por qué te finges hermosa, si no has de tener el consuelo de engañarte a ti misma, ni al conocimiento de nadie? Tu marido ama de este modo a otra, y tú quieres agradar a otro; no te irrites, pues, si ama a otra, porque en ti aprendió a adulterar.

Mala maestra eres de tu agravio. Rehúye ser alcahuete aun la misma que toleró al alcahuete, y por vil que sea una mujer, para sí misma peca, no para otro. Casi son más tolerables los crímenes de adulterio pues allí se adultera la honestidad, aquí la misma naturaleza


En fin, son estos dos oradores quienes pudieron lograr los tres géneros fundamentales que describe San Agustín. 

El estilo elevado

El estilo elevado es aquel que tiene las tres combinaciones de los géneros anteriormente mencionados. Este incluso sirvió a San Agustín para disuadir una gran pelea que tuvo que afrontar frente al público. Luego de pronunciar su discurso pudo hacer desistir a los que peleaban para que incluso lo aplaudieran. 

No por esto estará descartado el género moderado, ya que en realidad cada género tiene su utilidad según la ocasión. El buen orador siempre tendrá que intentar los tres géneros antes de procurarse el último estilo que es el elevado. 

En este estilo elevado, la veracidad es algo de suma importancia también. En otras palabras, la verdad debe enseñar, debe deleitar y debe mover a la audiencia. Tampoco será mal si un orador, al no poder encontrar las palabras precisas o la manera precisa para expresar lo que quiere decir, basarse en otro orador. 

Conclusión

Un libro que nos recuerda de alguna manera las lecciones de Marco Tulio Cicerón sobre las partes de la operación y de la oratoria en general. Salió un poco más largo y en efecto es así, pues el mismo San Agustín al terminar el libro confiesa que se lamenta alargarse tanto en este libro sobre la retórica. Supongo que el obispo de Hipona tenía mucho que decir sobre los modos de la retórica cristiana, pues en la misma biblia deben haber muchos ejemplos más de cómo se encuentran estos modos.