En el libro anterior vimos como el orden era aplicado a la providencia, y cómo ésta estaba directamente relacionada con el concepto de orden. Ahora restaría ver el concepto de orden en sí y cómo se aplica en la realidad sensible de nuestro mundo. Sé que algunas preguntas quedaron pendientes del libro anterior y quizás sea hora de resolverlas en este libro hecho por el doctor de la gracia. Sigamos con el pensamiento de este intelectual cristiano del Imperio romano.
Definiciones:
(1) Estulticia: estupidez
(2) Hemistiquio: es la mitad de un verso de un tiempo separado por un silencio; por ejemplo, las derrotas tuyas y las glorias mías.
(3) Cesura: el silencio que se produce entre dos Hemistiquios.
EL ORDEN
LIBRO I: EL CONCEPTO DE ORDEN
Capítulo I: Exposición del orden
En este capítulo se sigue la afirmación que Licencio había dicho la vez anterior: que Dios era el mismo orden. Recordemos que Agustín los había regañado por tener tal concepto de Dios y ahora el obispo quiere explicar porqué se había molestado. Por supuesto, en toda esta conversación estará presente la madre de San Agustín.
Licencio insiste en la concepción de que Dios es el orden en sí mismo y que da orden tanto a las cosas buenas como a las cosas malas. Agustín no parece muy complacido por esta definición.
El orden de las cosas
Agustín continúa la discusión preguntándole a Licencio si las cosas que administra Dios son móviles, y Licencio responde que sí, además, agrega que las cosas inmóviles son las que pertenecen a Dios. Todo lo que está en Dios no se mueve, mientras que todo lo que está fuera de Dios es mutable.
Las consecuencias de este pensamiento trae a pensar que Dios no está en todas las cosas y por lo tanto, hay cosas que no estarían en el alcance de Dios. Agustín no encuentra viable este parecer porque nada está fuera del alcance de Dios. Si decimos que todo lo mutable no está con Dios , pues entonces Dios no está ahí.
Capítulo II: ¿Qué significa estar con Dios?
Como a Agustín no le gustó la definición dicha por Licencio, el obispo le ofrece otra definición más exacta.
''Está con Dios todo lo que entiende a Dios''
Licencio no está del todo de acuerdo con Agustín, pues el sabio es alguien que muta siempre, es alguien que va de acá para allá. Además, el sabio conoce múltiples cosas y no podemos decir que todas esas cosas que conoce están con Dios.
En efecto, las cosas sensibles que conoce el sabio no están con Dios, al contrario de las cosas mentales que sí están con Dios; esta sería la única forma de entender a Dios.
Por otro lado, Trigecio quiso intervenir para agregar que el hombre no tiene percepciones sensibles, sino más bien percepciones inteligibles. Por lo tanto, para Trigecio, la única forma de comprender las cosas es usando la percepción inteligible y no la sensible.
Agustín acepta esta definición diciendo que el sabio, si bien no necesita muchas cosas, la memoria, la virtud y las demás buenas acciones las necesitará para promoverlas a sus seres queridos y a las personas en general.
Capítulo III: La ignorancia está con Dios
Un nuevo integrante se suma a la conversación y éste es Alipio quien había prometido hablar sobre el asunto.
Si el sabio es la persona que entiende a Dios y el sabio entiende la estulticia(1), entonces la ignorancia está con Dios, pues puede llegar a ser entendida. Recordemos que todas las cosas inteligibles que conoce el sabio están con Dios. Alipio no está del todo de acuerdo con este silogismo, y nos dice que el sabio, al estar lejos de la sabiduría (porque ya es sabio), no estaríamos poniendo la ignorancia en Dios.
Agustín responde a esto inmediatamente, pues el acto de conocer la ignorancia no es un proceso inteligible. Debo ser sabio para saber lo que es la ignorancia porque, cualquier hombre que pueda explicar la ignorancia lo hace porque sabe lo que es. Por lo tanto, el sabio sabe de la ignorancia y Dios está ahí también.
Trigecio no está en absoluto de acuerdo con esta afirmación diciendo que es justamente la ignorancia lo que hace que el sabio no pueda conocer. Por lo tanto, el hombre cuando es sabio ya no tiene ni comprende la ignorancia.
Capítulo IV: El mal se hace con orden
La discusión del libro precedente había quedado con la opinión de San Agustín de decir que todo se hace con orden, pues sería ridículo que el desorden fuera hecho con desorden. Por lo tanto, el ignorante hará sus cosas dentro del orden que corresponde hacer sus cosas.
Pensemos de la siguiente manera. Todo está sometido a las leyes de la naturaleza o a las leyes humanas. Todas estas leyes están creadas con orden y por lo tanto, incluso el mal para ser mal debe cumplir con ciertas reglas como por ejemplo, ser contrario al bien.
Capítulo V y VI: El orden y el sabio
A pesar de todas las cosas malas que ocurren en el mundo, todas ellas se han hecho con orden y la providencia lo sabe. Sin embargo, en el caso del sabio, este está en el mundo sensible y está amarrado al cuerpo.
Licencio nos dice una argumentación muy plotiniana, pues nos dice que el alma no está en el cuerpo para que éste (el cuerpo) maneje al alma. No obstante, Agustín le dice que tampoco cree que el caballo está en el jinete de modo que el caballo mande al jinete, pero si el jinete quiere moverse se va a tener que mover con el animal (en el entendido que el jinete sea el alma y el caballo el cuerpo. Al final, Licencio nos dice que en todo caso, el jinete está inmóvil mientras el caballo se mueve, es decir, el alma queda inmóvil mientras que el cuerpo se mueve.
El movimiento del sabio y el orden
Agustín y Licencio empiezan a discutir sobre esto conviniendo en la argumentación dada anteriormente. El sabio puede moverse mientras su alma está en paz, ahora, si su alma no está en un momento, ¿significa eso que su cuerpo está muerto? Evidentemente, no. El sabio puede estar presencialmente con el cuerpo, pero puede estar ausente de mente. Su cuerpo no se transforma en cadaver porque Dios no lo permite al estar presente en todas partes.
Licencio nos dice una argumentación muy plotiniana, pues nos dice que el alma no está en el cuerpo para que éste (el cuerpo) maneje al alma. No obstante, Agustín le dice que tampoco cree que el caballo está en el jinete de modo que el caballo mande al jinete, pero si el jinete quiere moverse se va a tener que mover con el animal (en el entendido que el jinete sea el alma y el caballo el cuerpo. Al final, Licencio nos dice que en todo caso, el jinete está inmóvil mientras el caballo se mueve, es decir, el alma queda inmóvil mientras que el cuerpo se mueve.
El movimiento del sabio y el orden
Agustín y Licencio empiezan a discutir sobre esto conviniendo en la argumentación dada anteriormente. El sabio puede moverse mientras su alma está en paz, ahora, si su alma no está en un momento, ¿significa eso que su cuerpo está muerto? Evidentemente, no. El sabio puede estar presencialmente con el cuerpo, pero puede estar ausente de mente. Su cuerpo no se transforma en cadaver porque Dios no lo permite al estar presente en todas partes.
Capítulo VII y VIII: Antes del mal había orden
¿Habrá siempre existido el mal? esta es la discusión que surgirá ahora entre ellos. Esta pregunta va unida con la siguiente ¿habrá dejado Dios de ser justo? Licencio responde que obviamente no, por lo tanto, el bien y el mal siempre debieron haber existido, puesto que si no hay mal no habría porqué existir justicia.
Por lo tanto, si Dios siempre fue justo, entonces el mal es y ha sido eterno, si lo negáramos tendríamos que decir que Dios no es eterno. Pero esto representa otro problema, pues si el mal es eterno y Dios también, entonces los dos nacieron al mismo tiempo, lo cual es ridículo. En ese caso, el mal debió existir después del orden de Dios, porque si el mal es orden, para ser mal debe haber existido primeramente orden. Licencio y Santa Mónica adhieren a esta postura sin añadir ningún comentario.
El orígen del mal no se dio por Dios, pero sí se dio por un orden divino ¿Por qué? es muy fácil. Pensemos en la conjura de Catilina que descubrió Cicerón ¿Acaso podría haberla descubierto sin orden? Por supuesto que no, por eso, el orden existió antes del mal, porque el mal se debe descubrir.
Capítulo IX y X: Autoridad y razón
El tema cambia a cómo encontrar el conocimiento. Agustín nos dice que son dos: Autoridad y razón. Entre los dos, la razón es mucho más privilegiada que la autoridad, puesto que la autoridad sólo afina el camino para la razón y también precede a este última.
Esto es muy simple pues todos los incautos pasan a ser cautos mientras se les da autoridad. Los ignorantes pasan a ser sabios, primeramente cuando tienen autoridad y luego puede ver la razón.
Existen dos tipos de autoridad en este mundo:
- Divina: la perfecta autoridad manejada por Dios donde ningún hombre podrá perderse.
- Humana: la imperfecta autoridad de los humanos que la mayor parte del tiempo es confusa.
Viendo estas dos posibilidades, obviamente será mejor elegir la autoridad divina frente a la humana.
Capítulo XI: ¿Qué es la razón?
Una pregunta que era la continuación de los dos capítulos precedentes. Agustín distingue dos conceptos:
Racional: lo que se puede usar con razón
Razonable: lo que está dicho conforme a la razón
La razón procede del alma racional para comunicar cosas razonables. Esta sería la diferencia entre Racional y Razonable.
¿Tendrán los sentidos algo de razón? Agustín nos dice que existen unos que sí y otros que no. Veámoslo ahora mismo:
Vista: imprescindible para poder captar la razón, pues siempre se dice que una cosa (sobre todo cuando aparenta) ''se ve razonable'' o ''es razonable''. Así vemos que la razón siendo sensible, igualmente comparte algo de razón.
Audición: otro sentido imprescindible para conocer la verdad y la razón. Todos decimos que alguna cosa ''nos suena'' razonable o derechamente que lo que dijo alguien ''es razonable''. Por lo tanto, la audición también comparte algo de razón.
Gusto: no podemos decir que algo nos ''sabe razonablemente'', aunque si podemos decir que un plato está razonablemente dulce. Sin embargo, esto no sería razón propiamente tal, sino más bien una cuestión de gustos.
Tacto: más difícil es decir que el tacto tenga algo de razón, pues no decimos ''la textura es razonable'', a menos que se haga con propósitos de construir algo. Al igual que el gusto, en el tacto no es posible encontrar razón.
Olfato: Lo mismo que el tacto y el gusto. No puede haber razón al decir ''me huele razonable'' pues el olfato no tiene propiedades para percibir la razón.
Podemos preguntarnos ¿y por qué se tiene que determinar por medio de lo que se dice (en el caso de decir ''se ve razonable'' o ''se escucha razonable''? Porque la declaración de lo razonable se tiene que ver a través de algún sentido. Como los tres últimos no perciben razones: la visión y la audición serán los sentidos más cercanos a la razón.
Capítulo XII y XIII: La razón prima por sobre todo
Podemos notar la obra de la razón por medio de tres cosas:
- Las obras realizadas con un fin: lo que nos dice que se hagan las cosas con mesura y que no se desvíe del fin contemplado. Se relaciona con la cultura que el hombre tenga.
- El lenguaje: dart testimonio de la verdad a los demás. Se relaciona con las artes (la oratoria, la retórica, etc.)
- El deleite: contemplación final de la propia obra. También se relaciona con el arte.
Así es como se hacen todas las artes existentes en este mundo y no sólo eso, así se han construído la mayoría de los razonamientos incluyendo la dialéctica y la oratoria.
Capítulo XIV: Música y poesía
La razón, al ver que podía hacer más inventó las palabras y la armonía de aquellas. De aquí que nacieran cosas como la gramática, la retórica y la dialéctica. De aquí que la razón se sirviera de la audición para conformar y diferenciar los distintos sonidos que surgen de los seres vivos:
Animal: el sonido que viene de todos los animales.
Viento: que se puede producir con las flautas.
Percusión: que se puede producir con los golpes.
Obviamente, el hombre se dio cuenta que no era suficiente solamente guiarse por los sonidos, sino que también buscó como ordenarlos y armonizarlos. Así, el hombre buscó ayuda en la escritura agregando acentos y silencios para crear dicha armonía; de aquí que surgiera el hemistiquio(2) y la cesura(3). Luego se creó el verso completo junto con el ritmo y ambos formarían lo que conocemos hoy como música.
Capítulo XV: Geometría y astronomía
El hombre, al verse deleitado por las cosas de las matemáticas, decidió ver si estas se podían aplicar a la naturaleza y a los planetas que lo rodeaban. Así, éste descubrió que todo podía extrapolarse; por ejemplo, las figuras geométricas a la naturaleza de lso planetas. De esta manera nació lo que hoy llamamos como astronomía.
Capítulo XVI y XVII: Los ignorantes no deben dedicarse a problemas arduos
Como es de esperar, la enseñanza que se les debe hacer a los que recién están aprendiendo un arte, debe ser lenta y progresiva. Los ignorantes no puede aprender un idioma o a tocar un instrumento de manera rápida y difícil, sino que debe ser de manera gradual para que con el tiempo se perfeccione.
Capítulo XVIII: El alma y la unidad
Lo único que necesita el hombre para conocerse a sí mismo es alcanzar la unidad. De hecho, nada es concebible sin la unidad; todas las cosas son unidas y son posibles gracias a la unidad. Nosotros mismos necesitamos unidad para ser seres humanos así como también las cosas necesitan unidad. Los grupos de personas necesitan unidad para llamarse ''pueblo'' o ''tribu''.
Capítulo XIX: Superioridad del hombre
Los seres humanos construyen casas y es así que los seres humanos valen más que las casas porque son ellos quienes la construyen. Más no sólo por construirla es superior, sino que es superior porque conoce las proporciones de una casa. Sin embargo, los pájaros también construyen nidos, así como los hombres construyen casas ¿son habilidades comparables? la verdad es que no, puesto que los pájaros no conocen las proporciones de un nido, ellos sólo se dejan guiar por los impulsos de la naturaleza. así, el hombre es superior al pájaro porque conoce las proporciones.
¿Hay algo que pueda ser inmortal? aparte del alma, la razón también es inmortal, pues 1+1 siempre será 2 pase lo que pase. Este mundo se puede acabar y destruir, pero la razón de 1+1 siempre va a ser 2. Por lo tanto , ¿qué será mejor? ¿guiarse por lo inmortal o por lo que perece? Siempre será mejor estar con las cosas inmortales pues estas estarán con nosotros siempre.
Capítulo XX: Epílogo y exhortación a la vida honesta
Finalmente todos le quedan muy agradecidos a Agustín al resolver el problema del orden y Dios. San Agustín nos dice que a Dios no se le debe pedir riquezas o bienes, sino más bien cosas que nos hagan mejores cada día como personas.
Conclusión
¿Qué más podemos decir que quedar totalmente agradecidos, al igual que lo estuvieron sus alumnos? De verdad fue un tema interesante el orden visto desde la perspectiva agustiniana. Quizás hubiera sido bueno ver en detalle lo que significa el desorden, pues al tener el orden la hegemonía de todas las cosas, falta que se nos relate y explique de manera precisa qué es el desorden. De cualquier manera, da que pensar el concepto de orden frente a una sociedad tan desordenada, pero esperen, el desorden también cabe dentro del orden...