domingo, 4 de diciembre de 2016

San Agustín de Hipona - Contra los Académicos (Libro III: Sabiduría y felicidad) (386)

No es que no hayamos hablado de la felicidad, pero no la hemos tratado en cuanto a la sabiduría. San Agustín de Hipona parte así la tercera parte de ''Contra los Académicos'', tratando de refutar el escepticismo de estos al postular que la verdad no se puede encontrar. Lo que el doctor de la gracia intenta hacer en este escrito es defender la verdad a toda costa, pues si no hay verdad no puede existir Dios. ¿Será tan así en todo caso? ¿Será que al igual que la verdad Dios también es inaccesible para nosotros?


CONTRA LOS ACADÉMICOS

LIBRO III: SABIDURÍA Y FELICIDAD

Capítulo I: Exhortación a la verdad

Agustín insiste en que la verdad es algo que se debe alcanzar y que no podemos tener esa actitud de decir que como no se  puede encontrar la verdad es mejor concentrarse en lo probable (lo que encuentra reprobable).

Capítulo II: Sabiduría y fortuna

Para seguir desarrollando la teoría de la verdad, Agustín propone poner el perfil del sabio. El sabio no necesita nada, dice Agustín, pero antes de ser sabio, el hombre necesita servirse de la fortuna para luego alcanzar la sabiduría. 

Trigecio está de acuerdo con esta máxima de Agustín pues es obvio que una vez siendo sabio no necesitará ningún bien o fortuna superflua. 

Alipio se muestra reticente a este teoría del sabio y dice que si la fortuna me aleja de la sabiduría, entonces ¿para qué necesitaré fortuna previamente? Alipio cree que para ser sabios no es necesario buscar la fortuna ni tampoco temer sus reveses.

Capítulo III y IV: El sabio conoce la sabiduría

Alipio le pregunta a Agustín cuál es la diferencia entre el sabio y el filósofo. Éste le contesta que el sabio es quien posee la sabiduría y el filósofo el que está en constante búsqueda. ¿Qué significa esto? que los dos: el sabio y el filósofo poseen la verdad, pues uno no puede empezar a buscar la verdad si no creyera que es justamente la verdad. 

Alipio acepta (con ciertas dudas) esta proposición de Agustín y admite que en este aspecto los Académicos están derrotados.

Capítulo V: Inconsistencias del academicismo

La inconsistencia es clarísima. Si estos dicen que el sabio no puede conocer nada porque no tiene acceso a la verdad, entonces sería absurdo llamar a un sabio sabio, pues no conoce ni posee la verdad. Por otro lado, si la verdad no se alcanza, entonces el sabio es aquel que no conoce la verdad lo que es igual de absurdo. 

Capítulo VI: Necesidad de un debido socorro para conocer la verdad

La verdad es que los mismos Académicos dicen que si el hombre pudiera conocer la verdad, éste tendría que hacerlo a través de una entidad divina, es decir, los dioses. Agustín está de acuerdo con esto y al decir que los dioses son la verdad, y que tanto el sabio como el filósofo buscan la verdad, entonces los dos comprenden la verdad, en otras palabras: a Dios. 

Capítulo VII, VIII y IX: La definición de Zenón

Decíamos en los libros anteriores que Zenón decía que el hombre no puede conocer la verdad porque sólo puede percibir la ''verdad'' porque estas tienen en común algo con lo verdadero. 

Agustín llama a esto ''pereza espiritual'' al no aportar nada a la investigación filosófica, entendiéndose como la búsqueda de la verdad. Si es así, la sabiduría o la verdad quedarían reducidas a nada y por lo tanto a cosas inútiles porque ¿qué caso habría buscar la verdad si es incognoscible para nosotros?

Capítulo X: Otras objeciones académicas

Otro académico que fue totalmente extremo fue Carnéades quien dijo que absolutamente nada puede percibirse. Sin embargo, esto sigue llevando al mismo error planteado anteriormente pues ¿se puede dudar de que uno siendo hombre no lo sea? ¿o de que siendo mujer no sea? Negarlo siendo que es verdad sería totalmente ridículo. 

Capítulo XI: Certeza y verdades matemáticas

Una de las objeciones clásicas de los Académicos es ¿cómo sabes que tienes la verdad si los sentidos te engañan? Está bien, puede ser que los sentidos nos engañen. Sin embargo, si nada se me aparece, entonces nunca podré errar porque yerra quien toma por cierto lo que es aparente. Si esto fuera así, entonces tampoco podré ver lo que es aparente porque lo que se parece tiene un tanto de verdad. 

Alipio pregunta inmediatamente ¿qué hay sobre los sueños? Agustín dice que no hay ningún problema con ellos, pues, estos en nada afectan al mundo como es. Por más que se sueñe, la tierra y la vida seguirá siendo la misma con las mismas reglas que tiene. 

Percepciones distintas

Se puede refutar con buena razón que los gustos son diferentes, es decir, gustos diferentes en cuanto a probar un tipo de fruta; por ejemplo, que una manzana parezca más dulce que otra en uno y otro hombre. ¿Quién tiene la verdad si dos hombres prueban la misma manzana y cada uno tiene una opinión distinta? ¿dónde está la verdad?

Agustín recurre aquí al argumento de decir que cada uno tiene certeza de lo que prueba. Si el otro hombre encuentra que la manzana no es tan dulce esa será su certeza y el otro tendrá otra certeza. Por lo tanto, los dos tienen la verdad en cuanto a que tienen certezas de sus gustos. 

Capítulo XII: Certeza y sentidos

Agustín continúa la argumentación de que el sabio y el hombre en general puede tener la verdad dentro de sí. Incluso si se trata de los sentidos, pues una vez que despierte desechará lo que no le agrado, y abrazará lo que sí le agrade. 


Capítulo XIII: Certeza y dialéctica

Nadie puede llamarse sabio si no ha alcanzado la verdad, o en otras palabras, si no tiene la verdad dentro de sí. Una de las ''técnicas'' o disciplinas que nos ayudan a averiguar la verdad es la dialéctica. Por supuesto, hay un solo sol y no dos, estamos conscientes de que estamos despiertos y no dormidos, dos es dos y no uno, dos más dos son cuatro. Todas estas son certezas que se alcanzan con la dialéctica (y muchas otras solo con el sentido común). 

Recordemos que la dialéctica es una especie de diálogo donde dos personas intentan alcanzar la verdad por medio de razonamientos y argumentos.

Capítulo XIV: El sabio y la certeza

Si el sabio ya tiene la verdad ¿de dónde la sacó? San Agustín nos dice que la verdad del sabio está en su interior. Podría decirse que el sabio ignora que tiene la sabiduría dentro de él, pero eso nos haría caer en un mal planteamiento que sería decir que el sabio ignora la sabiduría. 

Capítulo XV: Peligro de la probabilidad

Vimos que lso Académicos sólo aprobaban la probabilidad y no la verdad de las cosas. Esto pareciera ser peligroso, pues para los Académicos el escoger el camino de la verdad sería engañarse puesto que no existe. Lo más apropiado, según los Académicos, sería seguir la probabilidad y no la verdad. ¿Dónde está el peligro? justamente en la vida práctica. 

Imaginemos que en la vida no sigamos la verdad y sólo sigamos lo que parece verdadero. Si no seguimos el camino verdadero entonces podremos perdernos sin remedio, pues no seguiríamos el camino correcto al ser verdadero. 

Capítulo XVI: Consecuencias del academicismo

Agustín ya nos anunció el peligro de aceptar las doctrinas académicas en el ámbito práctico, pero aún más peligroso es en el ámbito moral para los jóvenes. 

Los profesores no podrán enseñar de la manera adecuada porque los alumnos se guiarán por lo probable y no por lo verdadero. Esto es por no decir todos los crímenes y vejaciones que podrían ocurrir al guiarse por la probabilidad y no por la verdad de las cosas. 

Capítulo XVII:  La doctrina platonica

Para Platón las cosas eran muy simples debido a que dividía la realidad en dos: el mundo inteligible y el mundo sensible. En el primero estaban todas las cosas divinas y por lo tanto verdaderas, mientras que en el sensible están las humanas y aparentes. 

Agustín está absolutamente de acuerdo con el paradigma platónico, más no con lo que desarrolló después porque recordemos que la Academia promovía las enseñanzas platónicas. Para Agustín, Zenón y Carnéades pervirtieron toda la escuela introduciendo la teoría de la probabilidad contra el mundo inteligible; para ellos no había más que un mundo que era el sensible porque Dios también era cuerpo (solo fuego). 

Capítulo XVIII y XIX: División en la Academia

Al presentar los argumentos anteriores es posible deducir que los académicos estaban divididos por las idea de Platón y de Zenón. Agustín no comprende cómo es que se pudo cambiar tanto la doctrina platónica, diciendo que el mundo es sólo sensible y no inteligible. La unión de estos dos mundos, al estilo plotiniano, es la respuesta de San Agustín a esta disputa. 


Capítulo XX: Conclusión

Agustín acuerda que el hombre es llevado al razonamiento y al entendimiento por una entidad mucho más allá de éste mundo. Una entidad que es capaz de imprimir el recuerdo de la verdad, y que con esto el hombre sea capaz de buscarla. La única autoridad para hacer esto es Cristo. 

Para llegar a esta autoridad divina debemos conducirnos por las ideas platónicas. En otras palabras: Platón conduce a Cristo. 

Finalmente, Alipio acepta la gran refutación de San Agustín en contra de los Académicos, y le hace una pequeña alabanza con la cual los demás defensores de los académicos quedan algo impresionados. 

Conclusión

La gracia de Dios ha revelado la respuesta y todo será a favor del platonismo, y del innatismo si queremos entenderlo de otra manera. La verdad es que es un gran punto a favor de la subjetividad decir que no se puede investigar la verdad, sin saber previamente qué es. Es primera vez en este blog que vemos una defensa tan sólida al cristianismo en términos de argumentación. Ya lo decía en todo caso el gran Arthur Schopenhauer: ''El platonismo es cristianismo para masas'' y es que las dos perspectivas comparten un nicho común entre sí. 

sábado, 3 de diciembre de 2016

San Agustín de Hipona - Contra los Académicos (Libro II: Doctrina Académica) (386)

Ya dijimos en el libro anterior quienes eran los Académicos, y ahora San Agustín quiere indagarlo en detalle. San Agustín vuelve a arremeter con estos ''hijos de Platón'' y expone una segunda contraofensiva. Quizás, dentro de estos textos podemos comprender por qué fue cerrada la Academia de Platón en el año 486, ya que esta fue proscrita por la iglesia al considerarse pagana (junto con muchas otras escuelas filosóficas lamentablemente). Al mismo tiempo se prohibieron las enseñanzas de la antigua Grecia por lo que no se pudieron volver a enseñar a Platón ni a Aristóteles. Veamos cuales son las razones de ir en contra de los Académicos. 

 CONTRA LOS ACADÉMICOS

LIBRO II: Doctrina Académica

Capítulo I: Exhortación a Romaniano

Agustín nos dice que los Académicos son amantes de la ciencia y por eso parece que sus argumentos son irrebatibles. Agustín exhorta a Romaniano que no se deje convencer por los argumentos de estos intelectuales, y que a través del camino de la filosofía se siga finalmente el camino de Dios. 


Capítulo II: Beneficios de Romaniano a San Agustín

Recordemos que Romaniano ayudó a San Agustín con la subvención de la carrera y también con la amistad que le brindó luego de la muerte de su padre. 

Esta amistad que Romaniano tuvo con Agustín realmente cambió al filósofo. De ahí que en adelante siguiera con sus estudios religiosos y filosóficos que lo convertirían en alguien aún más sabio.

Capítulo III: El amor de la hermosura y la sabiduría

Agustín introduce un término muy parecido a la filosofía llamado Filocalia. 

Filosofía: Amor a la sabiduría
Filocalia: Amor a la belleza

Estos dos conceptos son muy similares, aunque la filocalia puede alejarse por su compañía (a veces) con el placer y el deseo. 

Gracias a estos existen dos escollos o dificultades para encontrar la verdad:

Primera dificultad: cuando se cree tener la verdad sin llegar a través de la filosofía. 

Segunda dificultad: la falta de duda para ejercer la filosofía, es decir, tener presunciones sin haber dudado antes. 

Agustín le ruega a Romaniano que no se deje convencer por los Académicos y que siga la máximo del Mateo 7:7 ''Buscad y hallareis''. 

Capítulo IV: Exposición de la doctrina Académica

Luego de la última discusión sobre la verdad y la felicidad, siete días después estaban leyendo los libros de Virgilio. Licencio es uno de los más aficionados a la poesía, y Agustín lo detuvo para discutir posteriormente la doctrina de los Académicos. En realidad, los expositores serán tanto Agustín como Licencio y Alipio. 


Capítulo V: Exposición

Como dijimos en el libro anterior, los Académicos postulaban que todo era incierto para el hombre, pues este mismo no es divino ni nada; por lo tanto, nunca podrá conocer la verdad de las cosas.

¿Cómo podían asegurar tal cosa? podían asegurarlo por la doctrina de Zenón el estoico quien aseguraba que la verdad no puede ser conocida a través de nuestras percepciones imperfectas. La opinión es una de las cosas más aborrecibles para los estoicos, pues esta no nos conduce a la verdad pero si nos lleva a nuestras percepciones. 

Por lo tanto, el sabio no puede afirmar nada porque nada es cierto, debe mantenerse en un silencio tal que no deba dar nada por cierto. La verosimilitud para el sabio estoico no es una posibilidad alcanzable. 

Capítulo VI: Diferencia entre la antigua y nueva academia

Una vez Agustín hubo terminado su exposición, Alipio le agradece y ahora se propone a exponer las diferencias que hubo entre ambos períodos de la historia de la Academia. 

La diferencia se dio cuando Zenón introdujo esta idea de que el hombre, al tener percepciones mortales y a veces imprecisas no puede tener el conocimiento de las cosas de verdad. Los antiguos academicistas aceptaron este pensamiento, diciendo que incluso el mismo Sócrates y Platón estarían a favor de esto. Ni siquiera hubo una discusión previa, pareciera ser que esta doctrina se aceptó sin más preámbulo. 

Capítulo VII: Réplica a los argumentos

Ciertamente, a Licencio le gusta la doctrina académica pues él ya nos dijo en el libro anterior que la felicidad está en la búsqueda de la verdad, es decir, no necesariamente obtenerla. En este momento entra Trigecio del diálogo anterior para insistir a Licencio a que entre en defensa de los académicos. 

La verdad es que Licencio duda un poco de la doctrina académica y luego la acepta como verosímil. Sin embargo, algo que dice Trigencio es muy cierto. ¿Cómo se puede buscar la verdad si al mismo tiempo se la está ignorando? Los académicos al tratar de buscar la verdad diciendo que esta no se puede encontrar, están afirmando y negando algo al mismo tiempo. 

Capítulo VIII: Argucias de los académicos

Trigencio, como es de esperar, no está de acuerdo con la doctrina académica. Realmente la doctrina académica es bien confusa a veces, sobre todo cuando Agustín le hace la siguiente pregunta a Licencio.


Imaginemos la siguiente situación: tenemos a un hombre que ve a otro y le dice ''¡oh eres muy parecido a tu padre!'', luego el hombre aludido a la apariencia de su padre le pregunta al otro ''¿conociste a mi padre?'' y el otro responde ''no, no lo conocí''. 

Así de ridícula sería la doctrina académica, pues por un lado afirman que no conocen la verdad y por otro la conocen pues afirman que la verdad no se puede conocer. Esto produce una especie de paradoja. 

Capítulo IX, X y XI: El problema de la verdad y la probabilidad

A Agustín no le parece que la doctrina académica esté en lo cierto pues afirmar que la verdad no se puede encontrar ya es una verdad (aunque ellos la piensen) ¿Cómo puede ser verdad esa afirmación si ellos mismo dicen que la verdad no se puede conocer?

Probabilidad

Los académicos (y los estoicos) tenían un razonamiento muy curioso en cuanto a la verosimilitud o la probabilidad. El obrar es una verosimilitud, pero no una certeza, es decir, nosotros podemos obrar aceptando que no conocemos la verdad de dicha obra. 

Puede parecer complicado, pero esto es simplemente verosimilitud, es como decir ''No sé lo que hago, pero me parece que es lo correcto''. Así, entendemos que nuestras obras son probables y no verdaderas, al igual que toda acción y todo concepto. 

Refutación

Agustín nos dice que cuando se abraza al verosimilitud se está abrazando la causa de la verdad. Pensar que las nubes se reúnen para dar lugar a la lluvia es una verosimilitud, pero pensar que lloverá se saca porque el hecho de llover es una verdad. 

Por lo tanto, nos basamos en la verosimilitud porque en el fondo sabemos que puede ocurrir una verdad. Es cierto que a veces la probabilidad no acierta con la verdad, pero finalmente la verdad puede aparecer. En otras palabras, la verosimilitud no puede negar la verdad, pues se tiene que basar en ella. 

Capítulo XII: Conclusión

Finalmente, luego de este claro argumento de Agustín, Alipio le pregunta a Licencio si es cierto que la teoría de la verdad de los académicos era esta, o había algo más que ocultaron a los ignorantes. 

Licencio acepta que no se ha descubierto la verdad y que probablemente los Académicos decían mucho menos de lo que sabían. Ahora, en caso contrario, Licencio acepta que pudiera verse nuevamente otra perspectiva si son capaces de argumentar inteligentemente en contra de los académicos. 

Conclusión

Es confuso. Es verosímil (usando las palabras académicas) pensar que el hombre no tiene acceso a la verdad por medio de sus sentidos que son limitados e imperfectos. Sin embargo, cuando los académicos nos dicen que lo que obramos lo hacemos a conciencia de que es bueno, ¿porque no vamos a aceptarlo como la verdad? si es verdad que puedo alegrar a alguien y ese alguien me lo confirma, ¿cómo no va a ser eso la verdad? me parece que para Agustín va a ser fácil de argumentos.  

viernes, 2 de diciembre de 2016

San Agustín de Hipona - Contra los Académicos (Libro I: Sobre la verdad y la virtud) (386)

¿Quienes eran los Académicos? la definición nos lleva inmediatamente a recordar la escuela platónica, pues era la mismísima Academia de Platón. Sin embargo, debemos ver a qué se refería el santo con decir ''contra'' ¿acaso estaba en contra de los discípulos de Platón? ¿o acaso el santo se refiere a otros académicos? Este libro puede ser uno de los primeros que va en defensa de su pensamiento y en contra de las cosas que no tenían lógica para el santo en ese tiempo. Veamos como nos impresiona este filósofo con su primer libro.

Referencias:

(1) Recordemos que Romaniano era un potentado local.
(2) Esto aparece en el libro V de las Cuestiones Tusculanas de Cicerón.
(3) Podríamos decir que hay una inspiración aristotélica, pues el fin de una cosa es el bien de la misma. 

CONTRA LOS ACADÉMICOS


LIBRO I: SOBRE LA VERDAD Y LA BIENAVENTURANZA

Capítulo I: Dedicación a Romaniano(1)

¿Quienes son los académicos?

Los académicos son justamente aquellos que seguían las doctrinas platónicas. Sin embargo, con el tiempo, la perspectiva académica fue cambiando y es justamente la Academia Nueva la que San Agustín crítica, pues ellos estimaban que el ser humano no podía llegar a la certeza absoluta como tampoco a una incerteza absoluta. 

Agustín exhorta a unos de los amigos de su padre que era Romaniano (quien además era quien permitía los estudios del filósofo) que se acerque más a la virtud sin importar la mala fortuna que pueda acaecer. ¿Por qué? porque el propósito de Dios no es en vano, es decir, no se está haciendo nada que no se merezca que se le haga. 

Lo exhorta también a que siga con su vida humilde y que rechace las tentaciones de este mundo. Agustín ya las estaba rechazando para ese tiempo ¿cómo lo hacía? al estar en contacto con la filosofía.

Ocasión de la disputa

La filosofía es tal cosa que puede hacernos olvidar de dichos placeres de la carne. Agustín nos dice que incluso esta puede servir a cualquier edad, pues tiene como alumno a un niño que ya parecer ser filósofo; tanto así que podría poner a este mismo niño como modelo de su padre. 

Para seguir convenciendo a Romaniano del poder de la filosofía, Agustín le dice que lea la siguiente discusión entre Trigecio y Licencio quienes hablan sobre la filosofía y la religión. 


Capítulo II: Felicidad y conocimiento

Agustín está con sus dos alumnos y les pregunta si es conveniente conocer la verdad y Trigecio y Licencio contestan afirmativamente. Luego les pregunta si es posible ser felices sin conocer la verdad y Trigecio nos dice que si estamos felices, podemos abstenernos de buscar la verdad. Por otro lado, Licencio dice que podemos ser felices sin conocer la verdad, pero con la convicción de que se intente buscar la verdad

Trigecio no acepta de ningún modo que la felicidad consista en buscar la verdad. Licencio argumenta que muchos de los sabios de la antigüedad pudieron vivir felices al dedicarse sólo a la búsqueda de la verdad. 

Alipio, un amigo de San Agustín, toma un rol en esta discusión haciendo de juez.

Si pudiéramos ver la discusión a modo general sería así:

Trigencio: Cuando se obtiene felicidad no es necesario conocer la verdad. 

Licencio: Cuando se obtiene felicidad es necesario que se busque la verdad.

Trabajemos bajo estas premisas que nos dejan los dos alumnos de San Agustín. 

Capítulo III: Una objeción...

Cuando se pide a Trigecio que justifique su postura, este dice que el hombre es perfecto y sabio en todas las cosas, y que el sólo hecho de buscar la verdad lo haría imperfecto ¿cómo puede ser feliz el hombre en la imperfección? Ergo, el hombre no necesita buscar la verdad pues él ya es perfecto en sí mismo. 

Inmediatamente, Licencio le pregunta a Trigecio si la autoridad de los sabios le es digna a la discusión y este dice podrá ser la de Cicerón. El mismo Cicerón decía que nadie puede ser feliz si no conoce la verdad, pues al no conocerla siempre caerá en un error ¿se puede ser feliz cayendo en el error? en otras palabras, refutando a Trigecio ¿se puede ser feliz en la imperfección?(2). 

Pareciera ser que Trigecio se ve en apuros, pero este se rectifica y dice que haber considerado a Cicerón un sabio fue un dicho hecho a la ligera. Licencio admite que el hombre que no es feliz cuando está sólo en búsqueda de la verdad, eso responde a que sólo Dios posee la verdad y que el fin del hombre es buscar la verdad(3)

Sin embargo, Trigecio dice que con mayor razón el hombre nunca podrá alcanzar la verdad, pero lo cierto es que si la puede alcanzar sobre todo cuando somete todas las cosas a su orden, y ahí no sería necesario descubrir ninguna verdad. 

Finalmente, Licencio le responde que vivir en razón es vivir feliz, y la verdad no se puede buscar si no se tiene razón; por lo tanto, si preferimos la razón preferimos también la búsqueda de la verdad y al mismo tiempo seremos felices. 

Capítulo IV: ¿Qué es el error?

Trigecio no está de acuerdo con lo dicho y propone un nuevo camino para la discusión. Nos dice que quien siempre busca y nunca halla jamás podrá ser feliz, pues ese hombre siempre vivirá en el error y nadie puede ser feliz viviendo en el error. 

Licencio le dice que el hombre feliz no puede errar y se hace un largo silencio. Tampoco puede errar el que busca porque tiene que hacerlo siempre con buen método. Pero Trigecio le dice que dicho hombre no se salva del error si finalmente no encuentra lo que está buscando. 

Agustín les dijo que era mejor que definieran el error para que no cayeran paradójicamente en errores. Sin embargo, Trigencio dijo que le costaría mucho hacerlo y dejaron el tema para el día siguiente. 

SEGUNDA DISPUTA

Licencio: definición del error

Se reúnen al día siguiente y es Licencio quien da primeramente su definición del error. Aquí tenemos sus palabras literales:

''El error es la aprobación de algo falso que se da por verdadero''

Así, el hombre que está en búsqueda de la verdad jamás estará aprobando nada porque estar en búsqueda no aprueba ni reprueba. por lo tanto, Trigecio quedaría sin argumentos pues el hombre de Licencio busca la verdad y es feliz porque jamás está en el error. 

Capítulo V: ¿Qué es la sabiduría?

El tema cambia abruptamente, seguramente al ver que Trigecio no pudo rebatir la definición del error. Ahora la atención se enfoca a discutir sobre la sabiduría. 

Trigecio: definición de la sabiduría

Trigecio nos arroja la primera definición de sabiduría:

''Seguir el camino recto de la vida''

A Licencio no le gusta mucho esta definición (incluso se ríe de ella), pero la admite parcialmente para que se comience con el desarrollo del tema. 

Para Trigecio, el camino de la vida consiste siempre en tratar de evitar la muerte. Por ejemplo, cuando un hombre sabe que el camino izquierdo está lleno de ladrones escogerá el derecho ¿podemos llamar a eso sabiduría? el recorrido del buen camino sería justamente la búsqueda de la verdad por lo que Trigecio debería dar otra definición. 

Y así, Trigecio nos da la segunda definición:

''La sabiduría es el camino recto que guía a la verdad''


Sin embargo, esto está aún más a favor de Licencio, pues al decir que es ''el camino'' seguimos diciendo que es la búsqueda de la verdad, aún si no se logra pues no se está diciendo que además hay que alcanzarla. Por lo tanto quien está en ese camino será feliz porque está justamente en la verdad. 

Capítulo VI: Nueva definición de la sabiduría

Ante la disputa generada anteriormente, Licencio arroja una nueva definición de sabiduría contando una pequeña anécdota. 

Hubo un personaje en la historia de Roma llamado Albicerio que en Cartago decía cosas maravillosas y ciertas; era considerado un sabio. Siempre respondía con acierto y precisión a las cosas que se le preguntaban, pues incluso cuando un ladrón robaba, éste decía qué se había robado y dónde se encontraba sin ninguna información de antemano.

En este respecto tenemos dos cosas que afirmar porque Albicerio era un sabio en cuanto sabía cosas humanas (donde se encontraban los objetos perdidos o robados), pero también cosas divinas pues la adivinación no es algo humano sino que algo que pertenece a los divino. Por lo tanto: aquí tenemos la definición por Licencio. 

''La sabiduría es la ciencia de las cosas humanas y divinas''

Ahora que esta definición está explicada por el santo, ahora toca defenderla. 

Capítulo VII: Defensa a la definición anterior

Trigecio nos dice que la definición dada por Licencio es insuficiente pues este supuesto sabio también decía cosas falsas. Por otro lado, Trigencio no acepta que la adivinación sea una cosa divina, sino que más bien humana pues todos pueden hacer una predicción acertada sin ningún esfuerzo (así como también se dicen erróneas. 

Capítulo VIII: El adivino y el sabio

Sin embargo, Trigecio y Licencio están divididos pues uno cree que el sabio es el que sabe cosas humanas (Trigecio), mientras que el otro (Licencio) cree que es el que sabe cosas divinas y humanas. 

Para licencio, el adivino no es totalmente sabio, pues siempre es más sabio quien tiene en cuenta las dos cosas. Trigencio no esta de acuerdo pues el hombre no alcanzará nunca una cosa divina por ser hombre. Sin embargo, Licencio dice que el hombre es igualmente dichoso cuando quiere alcanzar a Dios quien es el poseedor de la verdad. Así, el sabio será feliz buscando la verdad. 

Capítulo IX: Conclusión

Al ver la actitud reflexiva de Trigencio, San Agustín decide intervenir hablándole a Licencio. 

San Agustín está de acuerdo con Licencio sobre la sabiduría porque Trigecio ya había perdido la discusión con tan sólo no poder definir el error. Por otra parte, si vamos a fondo podremos ver que Trigecio el hombre no puede ser feliz al solo poseer razón y que la verdad sólo estaría en las cosas divinas. No obstante, aquí estaría diciendo que el hombre sólo puede buscar la verdad, pero si ese es su fin, entonces el hombre será feliz y por lo tanto, el hombre que busca la verdad es feliz. 

El hombre si puede alcanzar la felicidad siempre y cuando se acerque a las cosas divinas. No sólo puede tener razón humana, sino que también puede conocer las cosas de Dios. Si Dios es dichoso, ¿la búsqueda de la verdad acaso no será dichosa? ¿Cual será estas cosas divinas que busca el hombre? pues nada más y nada menos que la virtud es una cosa divina. ¿Por qué? si Dios es virtuoso (porque sería ridículo decir que no lo es) el hombre entonces también será dichoso cuando posea la virtud. Finalmente, si se posee una cuestión divina se posee la verdad. 

Sin embargo, Licencio se queda con su posición diciendo que la felicidad consiste solamente en la búsqueda de la verdad y no necesariamente en tenerla. 

Conclusión

Extrañaba realmente estas conversaciones platónicas donde se va buscando la verdad. Sin duda que esta conversación deja en claro el pensamiento agustiniano donde los hombres pueden llegar a la verdad cuando contemplan a Dios en su totalidad. La razón por sí sola es insuficiente para alcanzar la verdad, pues el hombre debe aproximarse a Dios porque Dios es la verdad. Sinceramente, esto se aleja de todas las proposiciones de los filósofos vistos anteriormente, sobre todo de Plotino quien decía que el Uno (equivalente a Dios) no puede tener ningún atributo, pues de nada necesita la virtud si es el bien en sí mismo. 

jueves, 1 de diciembre de 2016

San Agustín de Hipona - Vida y obra (354 - 430).


Retrato de San Agustín de Hipona


No hay nada más paradójico que la vida de un santo que ha pecado hasta el cansancio y encima, un santo que más que religioso pareciera ser el más existencialista de los filósofos. Con San Agustín de Hipona emprendemos el camino de una filosofía muy especial en los fines del Imperio Romano. Si bien estamos en frente de una personalidad adorada en todo el mundo cristiano, no es menos el mérito que tiene en la filosofía, pues hasta el día de hoy se estudia a San Agustín de Hipona en las más grandes universidades del mundo. Veamos cómo fue la vida del santo que vio en la filosofía, la idea para comprender y justificar la existencia de Dios.

Referencias:

(1) Una religión universalista que creía que el alma del hombre es de dios y el cuerpo del mismo es del diablo. 
(2) El mismo San Ambrosio que vivió en el imperio de Constantino I. 
(3) Aunque muchas fuentes y biografías dicen que no se puede determinar con precisión la influencia de San Ambrosio en San Agustín. 
(4) Esta podría ser una conclusión más bien platónica.

SAN AGUSTÍN DE HIPONA


Infancia y juventud


Familia

Aurelius Augustinus Hipponensis más conocido como San Agustín de Hipona nació el 13 de noviembre del año 350 en la localidad de Tagaste en Numidia al norte de África. Su padre fue Patricio quien se mantuvo hasta los últimos días de su vida como propietario pagano, mientras Mónica, que era su madre, fue totalmente cristiana. Agustín demostró muchas habilidades académicas y la familia optó por invertir en su carrera académica para que quizás, algún día, trabajara en el gobierno. Su padre consiguió que su carrera fuera costeada por el potentado local Romaniano. 

Su padre hacía grandes sacrificios para que Agustín pudiera surgir. Hubo momentos difíciles y Agustín tuvo que interrumpir sus estudios en Madaura donde estudió gramática para volver a Tagaste (una ciudad pobre y llena de delincuencia). Sin embargo, aún con los sacrificios que hizo su padre, Agustín admiraba muchísimo más a su madre quien era creyente en contraste con su padre. 

Cuando tenía 16 años se entregó a los placeres del cuerpo, tanto así que a esta corta edad se casó con una pagana. Comenzó a ser un pecador como lo describió en su libro de Las Confesiones donde al mismo tiempo asume que Dios lo puede librar de aquellos pecados. Por lo demás, fue su madre quien nunca se rindió para que su hijo lograra sumarse al cristianismo. 

Educación

Cuando tenía 15 años estudió en su ciudad natal Tagaste donde recibió una educación muy dura. Sin embargo, Agustín se destacó por su oratoria y su percepción sobre los más mínimos detalles; amaba lo que aprendía en su escuela. Ese mismo año quiso estudiar en Madaura con profesores paganos que seguían la tradición de Apuleyo, un filósofo de roma que escribió el famoso Asno de Oro.

Al año siguiente volvió a Tagaste y tuvo que esperar para que su padre Patricio juntara el dinero suficiente para llevarlo a Cartago, a seguir una educación mejor. Este año de espera fue difícil para San Agustín, pues se convirtió en una especie de vándalo en Tagaste, de hecho, se decía que en esos tiempos se dedicaba al robo. Muchos padres en esa situación hacían que sus hijos se casaran, pero los padres de San Agustín no querían y así, éste los culparía de no hacerlo. 

Cuando viajó a Cartago cuando tenía 17 años y ahí recibió una educación muy estricta y competitiva. Las lecturas de Virgilio y Cicerón eran la base de la enseñanza y estas debían ser pronunciadas perfectamente. Por otro lado, el ambiente que había en Cartago era muy difícil, pues todo estaba lleno de lujuria y vandalismo, mucho más que en Tagaste. Su padre Patricio murió un año después que Agustín pudo zarpar a Cartago, aunque pareciera ser que dicha muerte no lo afectó mucho.

A los 19 años, Agustín quedó impresionado por un tratado de Cicerón llamado ''Hortensio'', del cual no se tiene ningún registro en nuestros tiempos. De aquí empezó su gusto por la filosofía que era considerada la disciplina que busca la verdad (vita contemplativa). La verdad es que a San Agustín, la fe de la iglesia católica le parecía desesperanzadora y muy poco filosófica; por lo tanto, Agustín se vio mucho más interesado en el maniqueísmo(1) que era mucho más racional en esos tiempos. En la misma ciudad de Cartago se casó con una concubina de nombre desconocido, con quien tuvo un hijo llamado Adeodato. 

En cuanto a los grandes pensadores del pasado, Agustín no tomó mayor interés a Platón o Aristóteles o a los presocráticos. Agustín siempre siguió la línea de los pensadores romanos más que de los griegos, de hecho, se dice que ni siquiera llegó a conocer el idioma griego.  



Religión de Agustín (conversiones)

Maniqueísmo 

El maniqueísmo era una religión que tenía muy arraigada la idea del estoicismo y el celibato. Todo lo que tuviera relación con el cuerpo era parte del mundo de las sombras, mientras que lo divino (como el alma) era parte de Dios. El mismo Jesús nos vino a anunciar esta dicotomía cuerpo/oscuridad a través de su mensaje de redención. Esto nos hace pensar que el maniqueísmo sí acepta la cristiandad. 

Agustín aceptó el maniqueísmo en la ciudad de Cartago donde atestiguó mucho amor pecaminoso; no es que no le gustara ser amado, pues encontraba que era una de las cosas más bellas. Es sólo que rechazaba la lascivia y la adoración excesiva al cuerpo antes que al alma. 

En todo caso, una de las cosas que convenció a San Agustín de unirse a la secta maniquea fue la retórica y elocuencia que tenían al refutar a sus oponentes. En el lado intelectual, los maniqueos trataban el problema del mal y la materialidad, cosas que a San Agustín interesaban mucho. Uno de sus amigos llamado Honorato se unió a la secta con él y estuvieron ahí por largo tiempo. 

Cuando Agustín llegó a su ciudad natal, su madre Mónica lo recibió horrorizada al ver que su hijo tenía ideas revolucionarias sobre la religión. Santa mónica lo echó de su casa. 

Catolicismo 

Como fue rechazado de su ciudad natal por su madre, Agustín volvió a Cartago para fundar una escuela de retórica basada también en el maniqueísmo. Este sello que Agustín se había hecho del maniqueísmo (llamándola ''La religión de la iluminación''), duró relativamente poco pues ninguno de los maestros maniqueos podían resolver las dudas del joven Agustín. 

Su amigo Honorato seguía siendo maniqueo, pero Agustín finalmente lo convenció para que saliera de ella, aunque pareciera ser muy tarde pues al poco tiempo después su amigo moriría como lo dice en el libro IV de Las Confesiones. Una de las pérdidas más grandes que Agustín consideraba en su vida.

Agustín se fue desilusionando poco a poco del maniqueísmo y fue cayendo en un completo agnosticismo. A la edad de 28 años decidió dejar Cartago donde trabajaba como profesor de retórica y se dirigió hacia Roma. En el año 383, cuando tenía 29 años, Agustín regresó a Tagaste donde declaró haber quedado desilusionado del maniqueísmo luego de un debate con el maniqueo Fausto. 

Volvió a Roma nuevamente, pero Agustín no estuvo del todo conforme pues cuando era profesor sus alumnos no le pagaban sus clases. Quiso probar suerte en Milán e hizo algunos contactos y residió en el lado oeste de la ciudad. Fue ahí donde conoció al obispo Ambrosio(2) que lo convenció del catolicismo, y al mismo tiempo sacudió todos los prejuicios de Agustín por esta religión. No obstante, Agustín aún seguía pensando que la visión materialista de los maniqueos era totalmente válida (aunque ya había dejado para siempre esa doctrina). 

El último comentario hacia los maniqueos lo podemos ver en la obra sobre Juliano cuando dijo:


''Pero si dicen que la naturaleza de la carne es mala, es en el sentido de que ella es el mal, no que ella posee el mal, porque según ellos creen, el vicio mismo no es accidente de una sustancia, sino sustancia''

Es muy fácil darse cuenta por qué San Agustín dejó la doctrina maniquea. El sólo hecho de decir que el vicio es una sustancia y no un accidente, hunde la teoría maniquea en un error garrafal que ni siquiera sigue la lógica. De hecho, si el mal fuera sustancia, entonces el mal sería bueno porque todo lo que existe tiene sustancia y la sustancia es buena. 

Neoplatonismo

El neoplatonismo es la doctrina que sigue las ideas de Platón, pero con algunas reformas; es decir, ya no se concibe el mundo como dos realidades separadas, sino más bien dos realidades que están juntas en un mismo mundo. 

Agustín también revisó y estudió los escritos de Plotino con los cuales quedó impresionado. Los pensamientos de Plotino también se los presentaba a Ambrosio para que pudieran discutirlos. Esta filosofía la vimos en el apartado del filósofo quien postulaba que la realidad era una sola, y que para llegar a la ''entidad'' máxima debería seguirse una procesión específica que consistía en Alma, Inteligencia y El Uno. 

El Uno está en todas partes pero a al vez no está en ninguna, pues sería ininteligible para nosotros. Por lo tanto, la realidad es una y está impregnada de esta última presencia. El Uno representaría el bien, así como el Cuerpo representaría el mal en toda la humanidad. Para alcanzar el bien uno tiene que mirarse a sí mismo y no fuera de sí, porque en nuestro interior está el bien. Plotino dice finalmente que para llegar al Uno se necesitará recurrir a la intuición y no a la razón.

Cristiandad

Las ideas del neoplatonismo incrementaron la influencia en cuanto al desprecio al cuerpo y el amor al alma. Esta idea de los maniqueos y los neoplatónicos lo llevó a aceptar la idea de rechazar la sexualidad. Paralelamente a esto, en el año 385, Agustín rechazó a esta concubina anónima con la cual se dice que no estaba muy contento. Finalmente, Agustín dejó a la concubina y lo último que se supo de ella es que estuvo en África. 

Esto lo pudo ver también en la biblia cuando leyó un versículo del libro Romanos con la ubicación 13:14.

''Vestíos del señor Jesucristo y dejen a un lado los deseos de la carne'' 

Esta frase la vio justamente cuando antes de haberla leído, un niño estaba gritando ''tolle lege; tolle lege'' (levántate y lee; levántate y lee) en el jardín de su amigo Alipio. El otro encuentro que lo transformó definitivamente en cristiano fue su encuentro con San Pablo, quien lo orientó en el cristianismo y Agustín se transformó en cristiano el año 387 por San Ambrosio.  En el verano del año 388 decidió tomarse unas vacaciones llevándose algunos alumnos, a su esposa y a su hijo, a una fiesta de lectura. 

Sin embargo, Agustín quería dedicarse devotamente a la religión cristiana y para eso debía alejarse de su esposa; por lo tanto, su esposa se fue sola y abandonada a Cartago para que Agustín pudiera seguir su filosofía. 


Carrera política y religiosa

Obispo y filósofo cristiano

Agustín fue bautizado por San Ambrosio en el año 387 y después de este acontecimiento decidió dejar Milán. San Ambrosio era 14 años mayor que Agustín, y además tenía muchos problemas con el emperador Vespasiano y su madre Juliana. Lo estaban forzando para que aceptara a los arrianos nuevamente en la Iglesia. Recordemos que los arrianos habían sido rebatidos en el primer concilio de Nicea en la época de Constantino I. 

En verdad, Ambrosio tenía muy poco interés en Agustín, ya que pensaba que éste sólo quería casarse con una cristiana para obtener una posición importante. No obstante, San Agustín lo comenzó a admirar poco a poco debido a la constante motivación de estudiar que tenía Ambrosio. El mismo Ambrosio tuvo que enfrentar a muchos maniqueos cuando trataba de defender el Antiguo Testamento, San Agustín se decía que estaba admirado(3)

En el año 388, Agustín viaja con su hijo Adeodato y con sus amigos Alipio y Evodio para Roma. La madre de San Agustín muere en el año anterior en el puerto de Ostia, Roma, pero antes de que la madre lo dejara, Agustín le explicó la procesión a través de las hipóstasis neoplatónicas, a modo de consuelo. 

De vuelta a su casa en Tagaste, Agustín se reunió con sus amigos para formar una comunidad de contemplación y estudio. Este fue un período de paz, aunque le duraría muy poco pues en el año 391 Agustín fue forzado a asistir al obispo Valerio. Cinco años después Valerio murió y Agustín entró al episcopado donde ejercerá hasta el final de sus días; se convertiría en obispo en el año 396. 

Lamentablemente, para Agustín este fue un tiempo difícil como obispo a causa de que se muere su muy querido amigo Nebridio y en el mismo año su hijo Adeodato. 

No sólo se dedicó a la predicación y a la filosofía, Agustín también intervenía en casos judiciales en los grandes sumarios de Roma. Se dedicaba a sus escritos contra los herejes y otros escritos sobre exegéticos sobre la biblia, e incluso legitimó la violencia contra los paganos. Una contradicción para alguien como San Agustín quien en todos sus escritos decía que el buen cristiano debía enseñar a aquellos que no conocían las Sagradas Escrituras, e incluso a aquellos que eran contrarios a ellos. 

Su principales enemigos fueron:

Maniqueos
Donatistas
Pelagianos
Gentiles


Paulatinamente, San Agustín fue dejando la filosofía dura y lógica por una teología más cristiana. Modificó el neoplatonismo insistiendo que el conocimiento de Dios se encuentra en nuestro interior y no en el exterior(4)

La vuelta a África

Agustín vuelve a Numidia para erigir una comunidad monástica donde los obispos de su diócesis podrían convivir con él. Muchos de los obispos de esta diócesis ejercieron su labor en otras diócesis, pero sus influencias agustinianas jamás pudieron borrarse. 

Era el año 409 y Agustín ya llevaba mucho tiempo en África. El imperio romano ya estaba llegando a su fin, pero el obispo seguía defendiendo lo poco de catolicismo que quedaba en África. Ya en el año 410, los godos que estaban dirigidos por Alarico protagonizan el gran saqueo a Roma. El imperio que parecía que iba a durar para siempre debido a su gran poder, ahora estaba en manos de los bárbaros y a punto de caer sin remedio.  


Muerte

San Agustín pasó los últimos tres años de su vida en su biblioteca, pasando sus tiempos de ocio ejercitándose en las Sagradas Escrituras. En esos tiempos, Agustín desarrollaba distintos problemas que surgían muy rápido; por ejemplo, las discusiones con Juliano, los ataques contra los judíos, la rebelión de los monasterios entre otras cosas. Le quedaba poco tiempo de vida, pero aún así tuvo una basta producción de libros en ese tiempo, sobre todo con el Emperador Juliano al cual no dejaba de criticar.

Siempre escribió en favor de la Iglesia, cosa que la iglesia necesitaba porque en esos tiempos, los católicos sufrían diversas crisis ideológicas por los constantes cismas que surgían. Hubo tiempo incluso para escribir ''Retractaciones'' que fue un libro sobre ciertas modificaciones a algunos de sus libros. 

Los vándalos, que era una tribu beligerante al imperio romano, venía avanzando inexorablemente, y las pocas localidades que quedaban era Numidia en África, lugar donde vivía el obispo. El vándalo Genserico llegó a Roma en el año 430 y San Agustín muere a los 75 años edad el 28 de Agosto del mismo año en el proceso de este asedio, debido a una fiebre muy agresiva. Agustín sabía que iba a morir, y a pesar de que recibió la visita de muchos amigos, Agustín quería estar solo. 

Los testimonios de sus amigos indicaban que Agustín miraba sus propios escritos en la pared y lloraba al verlos. Cuando el asedio pasó, Hipona fue evacuada y en parte incendiada, pero la biblioteca de San Agustín se salvó milagrosamente del desastre. 


Legado

En términos filosóficos, uno de los legados más importantes de San Agustín fue haber unido la fe y la razón, en una mezcla de justificación para el cristianismo. Sin embargo, por supuesto que la obra de San Agustín recibió mucha más recepción por la Iglesia Católica que en cualquier otra entidad. 

De hecho, ya en el año 1244 se funda la orden de los Eremitas que se dedican a  difundir el pensamiento de San Agustín por todo el mundo conocido. 

¿Optimismo o pesimismo cristiano?

Muchos debates se han hecho entre los filósofos sobre el pesimismo y optimismo agustiniano. Es fácil notar que aunque Dios sea todopoderoso, el mal tenga que ser una cuestión innata, pues ¿acaso eso significa que Dios es indiferente? 

Por otro lado tenemos a un Agustín optimista diciendo que el mal para existir depende del bien, porque todo lo que existen debe ser necesariamente bueno. Por otro lado, también podríamos decir que San Agustín es más optimista que pesimista porque debemos recordar los libros ''Contra los académicos'', donde discute contra los neoplatónicos quienes decían que la verdad no se podía conocer; tesis que San Agustín rebate de manera magnífica diciendo que la verdad se encuentra en nuestro interior. 

Pensadores medievales

Muchos pensadores medievales compartieron la visión de San Agustín. Los más conocidos son Anselmo, Buenaventura, Gerson y otros que defendieron a ultranza a San Agustín, atacando las teorías filosóficas o paganas que surgieron a través de la Edad Media. 

Hubo una diferencia destacable entre los agustinianos y los tomistas que radicaba justamente en las diferencias entre Platón y Aristóteles. El tomismo necesita una esencia, una sustancia en los seres naturales; es decir, el hombre es alma y cuerpo como sustancia. Esto difiere con el agustinismo que toma al ser humano como compuesto de alma y cuerpo. 

H. Bremond y  H de Lubac

Dos autores que utilizaron las tesis de San Agustín para combatir al conservadurismo del neotomismo a finales del siglo XIX. Estos dos autores consideraban el neotomismo, una doctrina que podría hacer peligrar tremendamente a la Iglesia Católica. 

Hannah Arendt

La filósofa alemana Hannah Arendt, quien fuera alumna de Martín Heidegger, hizo su tesis de doctorado titulada: ''El concepto del amor en San Agustín: Ensayo de una interpretación filosófica''. Esta tesis fue hecha justamente en la década de los 60's, y es aquí donde podemos ver la gran influencia que ejerció San Agustín en su pensamiento, a pesar de que ella fue una mujer de orígen judío. 

Su obra fue profundamente criticada por muchos expertos en filosofía, literatura y religión, pues Arendt consideraba a Agustín como filósofos y no como padre de la Iglesia, aunque ella también advierte en su escrito que no es un texto dogmático. 

En el texto, Arendt explica la diferencia entre el amor como concepto natural (ley natural) en el ser humano y su diferencia en cuanto a las leyes escritas sobre el mismo. 

Jacques Lacan

A lo largo de sus seminarios, Jacques Lacan se inspiró mucho en la teoría de los signos de San Agustín. El texto le sirvió para construir una especie de teoría semiológica en la comunicación. Podríamos pensar que el libro que inspiró a Lacan a hacer esta teoría fue el ''De Magistro'', pero la verdad es que Lacan no sólo vio esta obra, sino que muchas más; sobre todo Las Confesiones. 

Juan Pablo II

El Papa Juan Pablo II nos da un largo discurso en el decimosexto centenario de la conversión de San Agustín. Sin duda que lo más característico de la vida del santo es su conversión y por supuesto, su obra más difundida, leída e interpretada ha sido sus Confesiones.

El Papa si tenía una crítica para con San Agustín y es que el obispo de Hipona trataba a la fe y a la razón como si fuera algo que se pudiera elegir por sobre la otra. De ahí que Juan Pablo II le critica a San Agustín dijera que ''había que creerles a los racionales, antes que a los que te manden a creer''. 

La dicotomía que San Agustín mezclaba no era aceptada por el Papa Juan Pablo II. En efecto, Agustín no deja de decir en muchos de sus libros ''Nisi credideritis, non intelligetis'' (Si no creen, no entenderán) por lo que la fe quedaría unida con la razón. Es así que el Papa haya dicho que la razón nos dice ''a quién hay que creer'', la cual es la idea vertebral de San Agustín.  

En fin, Juan Pablo II siempre tuvo la impresión de que San Agustín era más racional que espiritual.; de hecho, en su homilía del XVI centenario de la conversión de San Agustín, Juan Pablo II se refiere a él como un ''espíritu racionalista''. Sin embargo, Juan Pablo II admira la vida de San Agustín, tanto como su idea de que el hombre debe someterse a la autoridad para creer; así lo dice en algún texto San Agustín: ''no creería en el Evangelio si no me lo dijera la autoridad de la Iglesia Católica. 

Benedicto XVI

El Papa Benedicto XVI admiraba la gran serenidad y abstinencia que San Agustín tuvo durante su vida de obispo. Se le pueden achacar muchas cosas de cuando era pecador, pero su reivindicación hace que su legado sea aún más grande y esperanzador para todos los hombres. El Papa invita a todos los jóvenes a buscar la verdad tal y como lo hacía San Agustín en sus escritos sobre Dios. 

Obras

Las obras de San Agustín son muy numerosas pero aquí las tenemos reunidas en el blog. Sus obras son fundamentalmente neoplatónicas, aunque se podría decir que de alguna manera supera el neoplatonismo. Su principal objetivo fue unir fe y razón

Contra los Académicos (386): tres libros que refutan las ideas de los académicos.

  • Libro I: Sobre la verdad y la virtud
  • Libro II: Doctrina Académica
  • Libro III: Sabiduría y felicidad

Sobre la vida Feliz (386): un libro que habla sobre cómo obtener una vida feliz.

El orden (386): dos libros que hablan sobre el orden que Dios tiene en el mundo.


  • Libro I: La providencia
  • Libro II: El concepto de orden

Soliloquios (386): dos libros hechos en forma de diálogo sobre la razón y el alma. Los dialogantes son Razón y Agustín.


  • Libro I: Dios y Razón 
  • Libro II: El alma y la verdad

La inmortalidad del alma (387): libro que continúa la investigación del alma.

Sobre la música (388): un tratado de cinco libros dedicado a la poesía, el ritmo y el metro. 

Libro I: El arte de la música.
Libro II: Los pies métricos.
Libro III: Sobre el metro y el ritmo.
Libro IV: El estudio sobre el metro.
Libro V: El estudio del verso.
Libro VI: Dios y los números.

Las dimensiones del alma (388): un libro donde se discute las dimensiones del alma. 

El libre albedrío (388-391): un tratado de dos tres libros donde se justifica la creación del libre albedrío. 


  • Libro I: El origen del mal
  • Libro II: Voluntad, razón y sentido
  • Libro III: Presencia y existencia

Sobre las costumbres de la Iglesia Católica y sobre las costumbres de los Maniqueos (388): Dos libros sobre las costumbres de estas dos religiones de la antigüedad:

  • Iglesia Católica
  • Maniqueos

Sobre el Génesis contra los Maniqueos (388): dos libros sobre el análisis e interpretación del Génesis, con el propósito de refutar a los maniqueos.
  • Libro I: La creación
  • Libro II: Adán y Eva

Ochenta y tres preguntas diversas (389): un libro que contiene diversas preguntas que San Agustín se hacía hasta ese año. 

El Maesto (389): uno de los libros más importantes de San Agustín que además contribuyó con el estudio de la lingüística general.

Sobre la verdadera religión (389): libro que exhorta al lector a abrazar la religión católica.

Sobre la utilidad de la creencia (391): libro que fundamenta epistemológicamente la importancia de la creencia en el conocimiento.

Sobre las dos almas de los hombres (391): libro que trata sobre la refutación sobre la existencia de dos almas en el hombre. 

Acta contra el maniqueo Fortunato (392): un debate entre San Agustín y Fortunato sobre las Sagradas Escrituras.

Comentario literal al Génesis, incompleto (392): Algunas anotaciones que San Agustín hizo al Génesis. 

Salmo contra la secta de Donato (394): Un salmo creado por San Agustín en contra de Donato y sus seguidores. 

Sermón de la montaña (394): Un análisis al suceso donde Dios habló con sus discípulos sobre las bienaventuranzas.
  • Libro I: Bienaventuranza
  • Libro II: La buena obra

Exposición de algunos textos de la Carta a los Romanos (394): Análisis exegético sobre el libro de la biblia llamado ''La Carta a los Romanos''.

Exposición incoada de la Carta a los Romanos (394): Segunda parte del análisis sobre el texto de la Carta a los Romanos. 

Exposición de la Carta a los Gálatas (394): Análisis sobre el libro del Nuevo Testamento llamado ''Carta a los Gálatas''.

Sobre la mentira (394): Un libro que trata sobre el tema de la mentira de manera filosófica, pero también sin dejar el cristianismo.  

El combate Cristiano (395): Un libro que trata sobre la dicotomía entre Dios y los demonios. 

Sobre la doctrina cristiana (395): Cinco libros que tratan sobre las conductas y deberes de un cristiano. 


  • Libro I: Reglas del hombre
  • Libro II: Palabras y escritura
  • Libro III: Comprensión lectora
  • Libro IV: Retórica y elocuencia

Cuestiones diversas a Simpliciano (396): este libro recopila las dudas del sacerdote Simpliciano que San Agustín le responde. 


  • Libro I: Preguntas sobre la Carta a los Romanos
  • Libro II: Preguntas sobre Reyes

Réplica a la carta de Manés llamada ''El Fundamento'' (396): Una de las cuantas refutaciones de San Agustín, pero esta vez a la carta magna de los maniqueos.

Cuestiones sobre el Evangelio de San Mateo (397): Análisis de algunos versículos del Libro de Mateo. 

Cuestiones sobre el Evangelio de San Lucas (397)Análisis de algunos versículos del Libro de San Lucas. 

Réplica a Fausto, el maniqueo (397): Voluminoso libro donde se debaten San Agustín con Fausto sobre las costumbres e ideas católicas y maniqueas.

Las Confesiones (397): Un libro biográfico de la vida de San Agustín de Hipona, donde también se encuentran tanto reflexiones filosóficas como religiosas.  

Libro I: Infancia
Libro II: Adolescencia y concupiscencia
Libro III: Conversión maniquea
Libro IV: Profesor de retórica
Libro V: Camino al catolicismo
Libro VI: Fin de la adolescencia
Libro VII: Filosofía y cristiandad
Libro VIII: Conversión cristiana
Libro IX: Bautismo de San Agustín y muerte de Santa Mónica
Libro X: Concepto de memoria
Libro XI: Concepto de tiempo
Libro XII: Análisis del Génesis
Libro XIII: Interpretación alegórica del Génesis

Puede ser uno de los libros más importantes del filósofo. 

Acta del debate contra el maniqueo Félix (399): Un debate donde se discuten varios temas ya discutidos por otros maniqueos. Felix pierde el debate y reconoce la superioridad del catolicismo. 

La naturaleza del bien (399): Un libro que habla sobre la teoría del bien de San Agustín, contrastándola con el imaginario maniqueo. 

Catequesis para los principiantes (399): Un libro que enseña sobre cómo llevar a cabo una catequesis efectiva en la relación que existe entre catequista y catequizando. 

La Trinidad (399): Un tratado que habla sobre las constantes interrogantes que surgen tras el concepto de Trinidad. 

Libro I: Naturaleza de Cristo
Libro II: Naturaleza del Espíritu Santo
Libro III: Fenómenos naturales y religiosos
Libro IV: Cristo y el hombre
Libro V: La esencia de la Santísima Trinidad
Libro VI: El lenguaje aplicado al Padre y al Hijo
Libro VII: Relación Padre, Hijo y Espíritu Santo
Libro VIII: Virtudes en la Santísima Trinidad
Libro IX: Razón en la Santísima Trinidad
Libro X: El amor y el conocimiento en la Santísima Trinidad
Libro XI: El hombre exterior
Libro XII: El hombre exterior y el hombre interior
Libro XIII: Ciencia, sabiduría y fe
Libro XIV: La sabiduría del hombre
Libro XV: Conclusiones finales

Contra pelagianos (417 - 429): Un resumen de todas las controversias que San Agustín tuvo con los pelagianos.

Contra arrianos (418 - 428)Un resumen de todas las controversias que San Agustín tuvo con los arrianos.

Contra priscilianistas y origenistas (415)Un resumen de todas las controversias que San Agustín tuvo con los priscilianistas y origenistas.

La adivinación diabólica (405): Un libro sobre los fenómenos de adivinación de los demonios. 

La utilidad del ayuno (408): Un libro que trata sobre el concepto espiritual del ayuno aplicado al cristianismo. 

La ciudad de Dios (413): Una obra monumental que comprende 21 libros donde se habla desde los inicios de Roma, hasta el tardío Imperio Romano. 

Libro I: Contra paganos
Libro II: Dios cristianos y dioses paganos
Libro III: Los dioses y la historia
Libro IV: Las guerras y los dioses
Libro V: El destino y la providencia
Libro VI: Teología de Marco Terencio Varrón
Libro VII: Teología civil y los dioses romanos
Libro VIII: Teología natural y filosofía
Libro IX: Cristo, mediador
Libro X: El culto al verdadero Dios
Libro XI: El orígen de las dos ciudades
Libro XII: Naturaleza de los ángeles y de los dioses
Libro XIII: La caída del hombre hacia el pecado
Libro XIV: El pecado y las pasiones
Libro XV: Las dos ciudades en la tierra
Libro XVI: Desde Noé hasta los profetas
Libro XVII: Desde los profetas hasta Cristo
Libro XVIII: Paralelismo entre las dos ciudades
Libro XIX: El fin de las dos ciudades
Libro XXEl juicio final
Libro XXIEl infierno, fin de la ciudad terrenal


Libro XXII: El cielo, fin de la ciudad de Dios

El tratado contra los judíos (429): Tratado que habla sobre la resurrección de Cristo y la prueba de que el Antiguo Testamento lo profetizó.

La devastación de Roma: obra en donde explica que la devastación de Roma no es atribuible a Dios

La dialéctica (???): Libro que trata sobre el ejercicio de la dialéctica y su teoría en todos sus componentes. 

Sus obras alcanzan los más diversos temas ya sea dentro de la filosofía como dentro de la religión. 


Conclusión

La filosofía parece ascender por el lado del cristianismo esta vez con esta figura tan preponderante en la historia de la filosofía. Podríamos pensar que la filosofía se aleja de la religión de manera celosa, pero la verdad es que no buscamos religión en el pensamiento de San Agustín (aunque nunca está mal aprender de las religiones y de cualquier otra cosa) sino más bien su importante contribución al pensamiento. No nos alejemos del conocimiento por tener una vía de pensamiento en particular. Seamos más abiertos a la lógica y a lo que nos parece correcto, y luego verifiquemos si realmente es correcto.

Estos apuntes van dedicados a mi padre Venancio Díaz Urzúa.