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lunes, 17 de julio de 2017

San Agustín de Hipona - La ciudad de Dios (Libro XX: El juicio final) (413).

Nada tiene más expectación en el mundo religioso que el destino del juicio final que todos los seres humanos tendríamos al final de este mundo. Todos se aseguran un lugar en el cielo si han seguido los preceptos que mandó Dios al inicio de los tiempos ¿Cuánto deberemos esperar para ser juzgados? o más bien ¿queremos ser juzgados? En esta parte de la ciudad de Dios, veremos la interpretación de San Agustín de Hipona sobre el final de los tiempos guiándose por los profetas y grandes hombres bíblicos.

Referencias:

(1) Por supuesto, esta interpretación es totalmente debatible. 

LA CIUDAD DE DIOS

LIBRO XX: EL JUICIO FINAL

El juicio de Dios


Primeramente, ¿a qué llamamos el juicio de Dios? a ese día en que Cristo bajará desde los cielos a juzgar a vivos y a muertos. Juzgará a todos los hombres y mujeres a partir del fruto de sus acciones que fueron realizadas desde el libre albedrío. No se discriminará  a nadie por si es feliz, por si es infeliz, por si es rico o pobre. Todos tendrán el mismo juicio. 

¿Cómo es que Dios juzga?

De acuerdo a San Agustín Dios juzga todo el tiempo. Sin embargo, es común que veamos a gente impía obteniendo los más grandes beneficios de esta vida, y que por otro lado, la gente más humilde sufre todas las calamidades de su época. 

Si Dios es el que juzga todo el tiempo y además el que todo lo sabe ¿cómo es que permite tal desigualdad? Ya lo dice el libro de Romanos:

''En Dios no hay injusticia''
(Romanos 9:14)

Sería muy difícil determinar para nosotros cómo es que Dios resuelve los juicios de cada hombre, pues no sabemos qué hizo cada hombre en su vida ni cómo Dios podría sacar un veredicto final para decir que tal hombre es bueno y tal hombre es malo, pues todos los hombres o hacen el bien o hacen el mal. 

En todo caso, a los malos suelen ocurrir cosas desagradables y buenas tanto como a los buenos. Por eso, quizás el juicio de Dios sí se realiza porque recordemos que Dios permite el mal o lo evita. Cada uno podrá sacar su propia reflexión de cuándo Dios le evitó o le permitió un mal.

Algunas reflexiones sobre el juicio final

El rey Salomón:

Ya Salomón reflexionaba sobre las acciones buenas y malas que el hombre debe considerar antes de que llegue el juicio final. Sabemos que Salomón habló mucho de la vanidad que existe en la tierra:

''Vanidad de los vanidosos; todo es vanidad''
(Eclesiastés 1:23)

La idea de Salomón es que el hombre es siempre cambiante, mientras que Dios es el único que no lo hace. Por esta razón también, Salomón advierte a todo hombre de esta tierra de la siguiente manera:

''Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto es ser hombre perfecto; porque Dios juzgará todas las acciones, incluso las del más insignificante, buenas y malas'' 
(Eclesiastés 12:13-14)

Este es el mensaje más claro que el rey Salomón nos puede dar. Nada escapa a la vista de Dios en cuanto a las acciones y por eso es necesario que el hombre procure siempre realizar buenas acciones. 

Jesús de Nazareth:

Los pasajes de Jesús tienen muchas referencias sobre el juicio final, pero una de las más interesantes es cuando él mismo dice que junto a sus discípulos juzgarán a los hombres:

''Os aseguro que cuando llegue la nueva creación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentareis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel''
(Mateo 19:28)

Claro, que se refiera al número 12 no quiere decir que sean exactamente 12 jueces los que se sentarán con Dios, sino que con esa cantidad se refiere a la totalidad. ¿Cómo? San Agustín desarrolla una especie de explicación numérica a través del número 12. De acuerdo con Agustín, el número 7 significa la totalidad de todas las cosas, ¿entonces porque la totalidad es el número 12? porque así como 4+2 es 7, 4x3 son 12. Por lo tanto, el número 12 lleva en sí mismo el número 7 que es la totalidad. 

Resurrección primera y resurrección segunda

Hay una primera resurrección que trata el N.T. y es una que trata sobre el alma. Es la primera resurrección que ocurre y por lo tanto, es la resurrección del cuerpo la que sucede a la del alma. 

Entonces, si el alma tiene resurrección ¿cómo es que se muere el alma? el alma se muere a causa de los pecados, y el cuerpo a través de las heridas, enfermedades, envejecimiento y otros. El mismo San Pablo afirmaba en la biblia que ya todos están muertos desde un comienzo. Es decir, sea como sea tenemos el mal porque todos los hombres llevan la carga del pecado de Adán y Eva. 

Por supuesto, de estos dos tipos de resurrecciones la más importante es la primera.

El apóstol Juan:

Juan describe el juicio final a través de unas visiones que tuvo. se dice que muchos intérpretes han tomado estas narraciones de Juan como simples fábulas, debido al contenido extravagante y fantástico que tiene. 

Dice:

''Vi entonces un ángel que bajaba del cielo llevando la llave del abismo y una cadena grande en la mano. Agarró al dragón, la serpiente primordial, el diablo o Satanás y lo encadenó para mil años''
(Apocalipsis 20:1-6)

Por supuesto, la frase ''mil años'' no se entiende para nosotros como lo que entendemos por mil años. El encierro significa que Dios pone al diablo en un lugar para que no vuelva a extraviar a los miembros de la Iglesia, cosa que antes sí podía hacer. 

''Atar'' y ''soltar'' al diablo

El mismo Apocalipsis dice:

''Tiene que estar suelto (el diablo) por un poco de tiempo''
(Apocalipsis 20:3)

¿Podrá el diablo una vez que esté suelto dominar a la Iglesia? Imposible. La Iglesia no se dejará dominar nunca por la seducción de Satanás. El problema es otro: el diablo no puede seducir a la iglesia, pero sí podrá hacerlo contra quienes no creen en Dios y los hará inmediatamente enemigos de la Iglesia. La disensión final será entonces entre los cristianos y el diablo. 

Habíamos dicho que existían dos tipos de resurrección: una del alma y otra del cuerpo. Sin embargo, muchos pensadores de la época sostenían que lo único que podía tener resurrección era el cuerpo, pues siendo inmortal ¿de qué resurrección va a necesitar el alma? 

Sin embargo, San Agustín asegura que muchas partes de la biblia habla de una resurrección del alma:

''Sobre ellos, la segunda muerte no tiene poder''
(Efesios 5:4)

''Que siga en pie o se caiga es cosa de su Señor''
(Romanos 14:4)

''No os apartéis de Él, no sea que vayáis a caer''
(Efesios 4:26)

Todas estas ''caídas'' San Agustín las relaciona con la caída del alma y su posterior ''resurrección''(1).

Las condenas de los impíos y la recompensa de los justos

Condena de los impíos

Cuando el diablo quede suelto después de mil años, éste soltará a Gog y Magog para dar la batalla contra la Iglesia. También vendrá el conocido Anticristo que atormentará la tierra por un período de 3 años y 6 meses. 

En esta brevedad de tiempo (puesto que el tiempo de los santos y de la Iglesia debe ser más prolongado) los hombres buenos se mostrarán ante los impíos. Será ahí la mayor prueba de fe para con Dios, pues son los demonios los que seducen a los hombres de poca fe y los engañan posteriormente. Finalmente, es al mismo diablo a quien arrojarán al abismo:

''Al diablo que los había engañado lo arrojaron al lago de fuego y azufre''
(Apocalipsis 20:8-10)

Y con el diablo irán todos los muertos que con él estaban al mismo lago de fuego y azufre. 

La recompensa de los justos y la destrucción

Aún después del fin son los justos los que obtendrán la vida eterna y todos los que pertenezcan a la Iglesia. Así lo dice Dios con referencia a los justos:

''Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni siquiera dolor alguno''
(Apocalipsis 21:2-5)

Todas estas advertencias no son por mera casualidad o por infundir temor (aunque en el fondo puede ser), sino que para avisar al hombre de que habrá una destrucción del mal en el juicio que será llevado por el Hijo. 

La destrucción del mundo será inminente por lo dicho por Pedro en su propio libro:

''Ese día incendiará los cielos hasta desintegrarlos, abrazará los elementos hasta fundirlos. Ateniéndonos a su promesa, aguardamos un cielo nuevo y una tierra nueva en los que habite la justicia''
(Pedro 3:3-13)

Pedro quiere advertir que el mundo será destruido tal y como lo vivió en su tiempo Noé y su arca. Nos recuerda Pedro que el diluvio fue algo devastador, pero lo que sigue será la destrucción total (considerando que será el cielo y la tierra lo que perecerá). 

Otro de los apóstoles que advierte a los buenos es San Pablo para que nadie caiga en las garras de quien será el Anticristo. Es probable que luego de la liberación del diablo muchos otros comiencen a hacer apostasía, y es por esto que San Pablo exhorta a todos a mantenerse firme en las creencias. No obstante, nadie se librará de la muerte aunque sea de la del cuerpo. Todos deben pasar por la muerte corporal para dar paso a la vida eterna o al infierno.

Por otro lado, los buenos y justos podrán ver a aquellos que son considerados malos, pero los malos nunca podrán ver a los buenos. ¿Por qué? porque a los buenos de corazón jamás se les puede ocultar nada ni siquiera en el plano de la ''muerte''.

El juicio final en el Antiguo Testamento

San Agustín partió caracterizando el juicio final partiendo desde el N.T. y ahora, en las últimas páginas de este libro comienza a analizar el juicio final desde la mirada del A.T.

Es verdad que en el A.T. no está expresado el juicio final con tanto énfasis como sí lo hace el N.T., pero sí lo hace en ciertas figuras proféticas:

Isaías

Con el profeta Isaías tenemos algunas frases como las siguientes:

''Y ahora el Señor Dios y su Espíritu me han enviado''
(Isaías 48:12-16)

Por supuesto, atendiendo a la Santísima Trinidad, ya en decir ''Señor Dios'' tenemos al Padre y al Hijo, mientras que el resto habla del Espíritu Santo. Por último tenemos otra frase de Isaías muy curiosa en la que no podría referirse más que a Jesús.

''Fue conducido como oveja al matadero''
(Isaías 53:7)

Si bien Isaías existió antes de Jesús, al decir ''Fue'' no cambia en nada pues hablar en pasado es típico de la tradición del discurso profético.  

Zacarías

Zacarías habla a través de Dios diciendo:

''Yo agitaré mi mano contra ellos, y serán botín para quienes habían sido sus esclavos. Sabréis así que es el Señor omnipotente el que me ha enviado''
(Zacarías 2:8-9)

San Agustín nos dice que quien está hablando a través de Zacarías es el mismo Hijo. Aquí tenemos que sería el mismo Hijo quien dictaría el juicio final en el fin de los tiempos. 

Tenemos otra profecía apocalíptica:

''Aquel día me dispondré a aniquilar a todas las naciones que invaden a Jerusalén; sobre la dinastía davídica y los vecinos de Jerusalén derramaré un espíritu de compunción y de pedir perdón''
(Zacarías 12:9-10) 

Nadie más que Dios tiene la facultad de hacer destruir las naciones, por lo tanto, tenemos aquí una profecía totalmente apocalíptica de parte del A.T. en estos dos profetas. 

Conclusión

Sin duda que podemos notar el término de esta gran obra de San Agustín. Podríamos decir que tenemos en frente de nosotros un análisis de cómo debemos presentarnos ante Dios para de alguna manera ''conducir'' nuestro destino. Me parece muy cierto lo que dicen aquellos agnósticos o paganos sobre el apocalipsis, pues la narrativa sugiere una escena mítica casi de películas mágicas o algo parecido. En fin, este es sólo el comienzo de lo que San Agustín se referirá a los últimos tiempos.