Domingo de Soto, nacido en Segovia en 1494 y fallecido en Salamanca el 15 de noviembre de 1560, fue un destacado teólogo y dominico español cuyo trabajo marcó un hito en el desarrollo del pensamiento filosófico y teológico del Renacimiento. Su labor académica no solo consolidó su reputación como un erudito de renombre, sino que también contribuyó significativamente a la evolución de la filosofía escolástica y a la economía en su época. Domingo de Soto es recordado por su habilidad para integrar y reformar las corrientes filosóficas de su tiempo, influyendo en el desarrollo del pensamiento teológico y educativo en la España del Renacimiento. Veamos su vida y obra.
DOMINGO DE SOTO
Vida y obra
Domingo de Soto nació en el año 1494 o 1495 en Segovia. Su nombre original era Francisco, pero al entrar a la orden de los dominicos cambió su nombre por Domingo, en honor al fundador de la orden. Su familia es de origen humilde.
Estudios
Aprendió latín con distintos preceptores en Segovia y para perfeccionarse se presentó como sacristán en la aldea de Ochando, cerca de Segovia. en 1510 con unos pequeños ahorros que tenía, Francisco pudo estudiar en la Universidad de Alcalá de Henares. Se graduó de bachiller en 1516 teniendo a profesores como Tomás de Villanueva, Antonio y Luis Coronel con quienes entabló una gran amistad.
Luego se trasladó a la Universidad de París donde estudiaría Teología, donde tendría como maestro al mismísimo Francisco de Vitoria.
En Salamanca
En 1520 regresaría a la Universidad de Alcalá impartiendo clases de filosofía, licenciándose en 1522. Inicialmente con un futuro profesional prometedor, Soto optó por un retiro espiritual en 1524, alejándose de Alcalá para ir a Montserrat en busca de consejo y reflexión. Su notable erudición y habilidades lo llevaron a ser un influyente profesor de Filosofía en el Colegio de San Ildefonso y, posteriormente, a ocupar la cátedra de Vísperas de Teología en la Universidad de Salamanca. Soto, junto a Francisco de Vitoria, fue fundamental en el renacimiento teológico y jurídico en Salamanca, convirtiendo a la universidad en un centro de excelencia.
El 23 de julio de 1525, tomó el hábito de Santo Domingo en el convento y adoptó el nombre del santo fundador de la Orden de Predicadores, pasando a ser conocido como Domingo. Tras este cambio en su vida, visitó a sus padres y amigos en Segovia y luego continuó con su labor docente, dedicándose a enseñar Lógica.
Durante el curso académico 1531-1532, Soto actuó como suplente del maestro Francisco de Vitoria en la cátedra de Prima de Teología en la Universidad de Salamanca. Vitoria, quien había sido una figura prominente en la universidad desde 1526, estaba enfermo, y Soto asumió sus responsabilidades académicas durante este período.
En este período, el trabajo de Domingo de Soto fue tan grande que en las aulas de la universidad se repetía el viejo adagio: ''Qui scit Sotum, scit totum'' (Quien conoce a De Soto, conoce todo).
Trabajos de Domingo de Soto
En 1540, Domingo de Soto asumió el cargo de Prior del convento de San Esteban en Salamanca, durante un período de hambruna y dificultades sociales. Su mandato coincidió con una grave crisis de pauperismo, lo que le llevó a tomar medidas significativas para ayudar a los necesitados y enfrentar problemas asociados con la escasez de recursos. Soto se dedicó a resolver cuestiones relacionadas con el alumnado y a implementar gestiones para socorrer a los menesterosos, demostrando así su profundo compromiso con el bienestar social en tiempos de crisis.
En 1543, Domingo de Soto, además de su actividad académica, fue notablemente activo en el ámbito religioso y devocional. Compuso un rezo en octava que fue aceptado y adoptado por la Orden Jerónima, y también escribió un oficio a Santo Tomás de Aquino que se rezaba en el Convento de San Esteban, reflejando su dedicación a la vida espiritual y su influencia en la liturgia.
En 1545, Soto participó activamente en el Concilio de Trento, convocado para abordar importantes cuestiones teológicas y eclesiásticas. Al recibir una solicitud del Emperador Carlos V para representar a España en la asamblea, Soto suspendió sus clases y viajó a Trento, donde tuvo un papel fundamental en las discusiones con los protestantes. Durante el concilio, pronunció un sermón inaugural que impresionó a los padres conciliares por su dominio del latín y la seguridad doctrinal. Además, publicó "Concio de extremo iudicio" ese mismo año, un trabajo que recibió varias ediciones en los años posteriores y que subraya su destacada participación en el evento.
Como dijimos, Domingo de Soto desempeñó un papel crucial en el Concilio de Trento, siendo uno de los teólogos más preparados y destacados presentes. Durante el concilio, presentó su obra "De natura et gratia", que se imprimió en Venecia en 1547, y que tuvo varias ediciones adicionales en ciudades como París, Amberes, Lyon y Salamanca a lo largo del siglo. Esta obra fue significativa ya que reflejaba su profunda comprensión y participación en los debates teológicos del concilio. Además, Soto fue elegido junto con el obispo franciscano Cornelio para redactar y organizar los textos finales del concilio, un reconocimiento de su habilidad y erudición. Por su destacada labor, Soto recibió un emblema heráldico, que representa dos manos estrechándose con llamas y la leyenda de San Pablo "Fides quae per charitatem operatur". Este emblema se muestra en la escalera del Convento de Salamanca y en algunas de sus obras impresas, destacando su impacto y contribución en la primera etapa del Concilio de Trento (1545-1549).
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