La
perfección de la vida espiritual
Capítulo I: La vida espiritual vinculada con la caridad
Lo perfecto es todo aquello que se atiene a un fin. Cuando un animal cumple el fin para cual está determinado, entonces su vida es perfecta. También hay una segunda perfección (secundum quid) que versa sobre lo material o corporal de un animal.
Para el hombre, la primera perfección es su caridad. Así lo dice la sagrada escritura:
Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;...
...Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.
(Colosenses 3:14)
En efecto, se puede decir que alguien que da caridad es alguien que se desprende de algún beneficio material para dárselo a alguien menos afortunado.
Capítulo II: Amor a Dios y amor al prójimo
La caridad nos lleva a amar a dos seres que todo cristiano debiera amar: Dios y el prójimo. Primero se ama a Dios como el gran creador y luego amamos al prójimo a través de la unión de la caridad. Así dice la biblia sobre el prójimo:
''Ama a tu enemigo''
(Mateo 5:44)
Esta frase fue dicha por Jesús refiriéndose al mérito que debía tener un cristiano al amar a los que no te aman, pues no tiene ningún mérito amar solo a los que te aman.
Capítulo III: El amor divino que existe solamente en Dios
El amor de Dios es perfecto e infinito. Los seres humanos no son ni perfectos ni infinitos por lo que el amor divino solo lo tiene Dios. Dios puede amarse a sí mismo infinitamente ya que solo él tiene esa capacidad.
Capítulo IV: El amor divino que está en aquellos que siguen la beatitud
Si bien nadie puede alcanzar aquel amor que solo Dios puede tenerse, esto no quiere decir que un hombre o una mujer no pueda amar a Dios con todo lo que tiene; es decir, podrá amarlo con todas sus capacidades que en realidad serán limitadas comparado con el amor de Dios.
Capítulo V: El amor divino es necesario para la salvación
Primeramente, se ama a Dios cuando el hombre no sigue los actos pecaminosos y sigue aquellos actos de virtud que lo guían hacia Dios. Por lo tanto, el querer realizar actos de virtud y despojarse del pecado es amar a Dios.
Capítulo VI: La perfección del amor la cual es materia de consejo
La perfección de la bendición no es posible alcanzarla en este mundo, pero el hombre debe esforzarse lo más posible por obtenerla. En otras palabras, debe tratar de emular el concepto en la vida real, hasta que esté lo más cerca. Para esto, el hombre debe desprenderse de sus bienes materiales y acercarse más a la caridad.
Capítulo VII: El primer medio de perfección: la renuncia a los bienes materiales
La primera posesión material de la que hay que deshacerse es de los bienes llamados ''riquezas''. Es así que las Sagradas Escrituras digan ''Es difícil que un rico entre en el reino de los cielos'', en efecto es difícil pero no imposible ya que puede desprenderse de sus bienes materiales.
Capítulo VIII: El segundo medio de perfección: la renuncia de las ataduras materiales y del matrimonio
Esto quiere decir que si el primer paso es deshacerse de las riquezas que son posesiones materiales superfluas, un paso más allá será deshacerse de las posesiones que están más cerca y más unidas a nosotros. Estas uniones son efectuadas por medio de la afinidad y comunión entre las personas. De ahí que se diga:
''El hombre que viene a mi y no odia a su padre, a su madre, a su esposa, a su hermanos, a sus hijos y aún también su propia vida, no puede ser mi discípulo''
(Lucas 14:26)
Esto quiere decir que a las personas hay que amarlas por su sustancia y no por su naturaleza terrenal. En otras palabras, hay que odiarlos cuando estos no nos permiten estar más cerca de Dios (esto fue dicho por San Gregorio).
Por lo tanto, si se quiere tener una vida perfecta el único modo de hacerlo es a través de la castidad. Esto significa que el hombre debe tener continencia de todo lo que es terrenal en este mundo, y eso lo acercará mucho más a Dios, en contrario a alguien que no pudiese contenerse.
Nadie puede compararse a Cristo en cuanto a bondad y virtud, pero sí puede considerar que la vida de castidad es superior a la vida de matrimonio, la cual tampoco es mala pero es inferior a la vida de castidad.
Capítulo IX: Ayuda para la preservación de la castidad
Ciertamente es difícil optar y mantener la castidad, pero el primer paso es deshacerse de todas aquellas cosas que dificulten el logro de obtenerla.
Santo Tomás de Aquino distingue tres obstáculos:
- El cuerpo: en efecto, el cuerpo es un obstçacilo para la continencia del afecto carnal. Dice Santo Tomás que el consumo excesivo de comida es justamente lo que alienta este placer. Por eso, el aquinate sugiere el ayuno y las vigilias como ejercicio contra esta incontinencia
- La mente: los pensamientos que no son castos son también obstáculo para la continencia. El único remedio para esta incontinencia es que el hombre ocupe sus pensamientos en la oración y en la contemplación divina de Dios.
- Circunstancias externas (personas o cosas): puede ser quizás el obstáculo más difícil de superar pues proviene de las mujeres. El hombre debe abstenerse de mirar a las mujeres sobre todo aquellas que son jóvenes. Otro remedio para esto es la soledad y la austeridad para evitar el contacto carnal.
Estas son las tres incontinencias y medidas que tiene Santo Tomás de Aquino para que el hombre no caiga en la no contemplación de Dios.
Capítulo X: El tercer medio de perfección: abnegación de la propia voluntad
No solo la renuncia a los placeres materiales es requerida para tener una vida perfecta, sino que también es necesario renunciar a sí mismo. De aquí que Santo Tomás nos hable de una auto-abnegación y un auto-odio balanceado hacia nosotros mismos para amar aquello que nos corresponde amar.
Capítulo XI: Los tres medios de perfección mencionados anteriormente pertenecen al estado religioso
Cuando el hombre logra estos tres medios de perfección se entrega de manera triple a Dios. Por un lado, la pobreza es el desprendimiento material, luego la castidad sería la entrega del cuerpo del hombre a Dios, y finalmente la voluntad sería la entrega del alma y la obediencia que debe tenerse a Dios.
Capítulo XII: Algunos errores que se cometen
Santo Tomás de Aquino puntualiza algunos errores que cometen los hombres en general con respecto a las conductas del hombre. Veamos cada una de ellas
- Aseveración: se dice que los hombres deben dar de una vez toda su fortuna y bienes a los pobres Falso: Los bienes deben ser distribuidos prudencialmente a los pobres, de modo que uno mismo no salga perjudicado.
- Aseveración: el matrimonio es igual en mérito a la virginidad.
Falso: la virginidad es aùn más meritoria que el matrimonio ya que el hombre ha cedido a la carne. El amor de la virginidad es un amor dirigido a Dios y no a una persona. - Aseveración: las acciones son mejores cuando no se hacen por obedecer.
Falso: cuando las cosas se hacen por voluntad propia y no por votos o mandatos, el hombre cede aún más a sus propios instintos carnales y mundanos.
Capítulo XIII y XIV: Perfección del amor fraternal
Hay diversas clases de amor para el prójimo:
- Amor sincero
- Compromiso hacia aquel amor
- Nuestro amor por el prójimo debe ser sagrado
Todo esto esta dicho desde la perspectiva en que los hombres deben dar caridad unos a otros.
Capítulo XV: Lo que es requerido para el estado de Perfección
Básicamente, lo que el hombre necesita para tener un estado de perfección con Dios, es que este mismo renuncie a sí mismo para estar con Dios. Si renuncia a sí mismo para estar con sus semejantes y no con Dios, entonces será un esclavo. Si renuncia a sí mismo pero no hace los votos con Dios es igual de inútil que en el primer caso.
Capítulo XVI: La condición de perfección es digno de obispos y religiosos
Los obispos son los primeros en entregar su vida y dedicación a aquellos que le están comprometidos. Es por esto que el obispo debe cumplir obligatoriamente las reglas de la perfección para que pueda ser ejemplo de los demás. Recordemos que el obispo es un mediador entre Dios y los hombres; por lo tanto, el obispo debe tener una vida digna de perfección para poder guiar a otros hombres.
Capítulo XVII y XVIII: El oficio episcopal es más sagrado que la vida religiosa
Los obispos están dedicados a una vida activa consagrada a sus seguidores y al prójimo, mientras que los religiosos tienen una vida contemplativa dedicada a la reflexión.
Recordemos que Aristóteles nos decía en su libro ''La Política'' que el hombre tenía dos tipos de vida: política y contemplativa. De este modo, podemos decir que la vida política es una vida activa porque el político centra sus esfuerzos en el gobierno y los gobernados; en cambio, son los filósofos aquellos hombres que tienen una vida contemplativa.
La mayoría de la gente juzga la vida de un obispo porque el obispo puede tener una vida activa además de tener la posibilidad de manejar dinero. Por otro lado, los monjes tienen una vida mucho más correcta ya que enfocan sus esfuerzos en tener una vida de acuerdo a las sagradas escrituras. Se deshacen de sus bienes materiales y no son dependientes de nadie; todo lo contrario a la imagen del obispo.
Sin embargo, Santo Tomás de Aquino no está de acuerdo con esa visión. Es muy diferente ''ser'' perfecto que ''realizar actos de perfección'' y en ese caso, es el obispo quien está primero. Esto es porque el obispo debe hacer que otros también tengan una vida perfecta, cosa que el religioso no siempre hace al pensar en su bien propio. De ahí que sean mejores las acciones que el estado de perfección.
Cuando el obispo posterga su vida para dedicarse a su rebaño, entonces la vida de este es mucho mejor que la vida del religioso.
Capítulo XXIX: La vida del obispo no debe ser codiciada
Si bien la vida del obispo es perfecta en cuanto a sus acciones, la vida del obispo no debe ser codiciada. De hecho, la vida del obispo no se puede presuponer perfecta sino que en lo sucesivo. También puede ser que un obispo pierda su perfección ya que sigue siendo un hombre.
Conclusión
Esta última comparación que hace Santo Tomás de Aquino muestra la relación y la aceptación que el aquinate tenía hacia Aristóteles. Debemos decir que la comparación entre la vida espiritual del obispo y del político es hecha por el autor de este blog, y no necesariamente se encuentra en el texto de Tomás de Aquino. Sin embargo, pareciera ser inevitable que esta comparación pueda establecerse. De todas formas, ¿qué vida elegirían ustedes? ¿una vida activa o contemplativa?
Photo by spbda on Trend Hype / CC BY-ND
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