A partir de estos libros comienza la parte conocida como la explicación de la Santísima Trinidad.Ya hemos visto algunas señales de esto en los libros precedentes de San Anselmo de Canterbury, porque, en efecto, San Anselmo explica todo el cristianismo teológico y filosófico a través de la lógica tal como se lo pidieron sus hermanos benedictinos. No es que las explicaciones de San Agustín de Hipona en otros libros no nos fueran suficientes de comprender, sino que San Anselmo viene a explicarnos la importancia de entenderlo por medio de la razón.
Referencias:
(1) Por supuesto, en este caso Anselmo rescata la tradición bíblica.
MONOLOGION
(Capítulos XXxviiI - xLIX)
Capítulo XXXVIII: Imposibilidad de ser dual
Capítulo XXXVIII: Imposibilidad de ser dual
Anselmo insiste en que el Espíritu y su voz son uno solo, pero el problema viene cuando con la mente aprehendemos que esto es una pluralidad. Anselmo dice que el modo en que el Espíritu y su Verbo son uno solo es inefable, es decir, no se puede describir con palabras.
Una de las cosas que podría proponerse es que estos dos fueran iguales, y sin embargo, aún estaríamos pensando en pluralidad. Viendo la dificultad de este problema, Anselmo se pone a ejemplificar esta inefabilidad del Espíritu y el Verbo; por ejemplo, ¿cómo podemos decir que dos líneas iguales son diferentes? sería un absurdo la oración ''dos líneas iguales son diferentes'', y así se podría entender esta ''dualidad'' de la cual Anselmo habla.
Capítulo XXXIX: Cómo esta palabra es unigénita
La Palabra o el Verbo son unigenitus al Ser Supremo, es decir, los dos son coeternos y ninguno es dependiente del otro. Se relacionan tal como el pelo a la cabeza, en efecto, el pelo no es lo mismo que la cabeza pero pertenece a él.
Capítulo XL, XLI, XLII: El Ser Supremo es Padre y La Palabra es descendencia
Si seguimos la conclusión anterior, entonces debemos decir que tanto el Ser Supremo como La Palabra son unigénitos, eternos y se emparentan el uno con el otro, sin ser los mismos. Sería necesario tratarlos como Padre e Hijo, ya que el hombre es el primer sexo que surgió en la humanidad(1). No podría ser Madre porque el sexo femenino está en segundo lugar en cuanto a orden de existencia.
Capítulo XLIII: Màs consideraciones sobre lo anterior
Anselmo quiere clarificar aún más lo anterior diciendo que el Padre es uno y el Hijo es otro, y los dos son uno. Son opuestos en relación pues son Padre e Hijo, pero son uno en cuanto a la esencia porque en cuestiones de descendencia sólo puede existir un Padre y un solo Hijo y no dos de cada uno.
Capítulo XLIV: Cómo uno es la esencia del otro
Tanto el Padre como el Hijo viven y existen a través de sí mismos. Podría pensarse que el Hijo es inferior que el Padre por el concepto de relación, pero sí decimos que el Hijo puede existir a través de sí mismo ¿cómo será inferior al Padre siendo que este último también lo hace?
De esto se desprende, que cada uno tiene una esencia que les permite existir a través de sí mismos. Por lo tanto, poseen la misma esencia y la misma existencia.
Capítulo XLV: Las Características del Hijo
El Padre no tiene la esencia del Hijo, pero el Hijo sí tiene la esencia del Padre. Por lo tanto, el Hijo sí es la esencia del Padre y como esencia, tendría la sabiduría, la fuerza, la verdad, la justicia del mismísimo Padre.
Esto no quiere decir que el Padre no tenga sabiduría ni fuerza ni verdad ni justicia. Sólo quiere decir que el Hijo es el que la contiene; por lo tanto, tendríamos que decir que el Hijo tiene el conocimiento del conocimiento, la verdad de la verdad y la justicia de la justicia.
Anselmo nos dice que la característica intrínseca del Padre que el Hijo adopta es la memoria, es decir, el Hijo recuerda al Padre gracias a la memoria intrínseca de este.
Esto no quiere decir que el Padre no tenga sabiduría ni fuerza ni verdad ni justicia. Sólo quiere decir que el Hijo es el que la contiene; por lo tanto, tendríamos que decir que el Hijo tiene el conocimiento del conocimiento, la verdad de la verdad y la justicia de la justicia.
Anselmo nos dice que la característica intrínseca del Padre que el Hijo adopta es la memoria, es decir, el Hijo recuerda al Padre gracias a la memoria intrínseca de este.
Conclusión
Vemos una vez más cómo el Padre y el Hijo se entrelazan en conceptos para alcanzar la unidad que necesitan. Sin embargo, si somos muy estrictos deberíamos decir que sigue existiendo una pluralidad enter el Hijo y el Padre, aunque sea relacional (parentesco). Al parecer, esto podría ser un problema de menor grado para Anselmo que ve esta unión como un proceso ''a priori'' que luego muchos otros filósofos criticarían.
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