Hemos visto la vista de Marco Tulio Cicerón sobre la oratoria, el género que conviene a los oradores, los principales oradores de Grecia y Roma y ahora veremos que hace que podamos ser un buen orador. Este es un texto que igualmente está dedicado a Brutus, pero ya no nos viene en la forma de un diálogo, sino que es el mismo Cicerón el que nos habla. De acuerdo con la bibliografía, este será el último libro de Cicerón dedicado a la oratoria, y no es una cosa menor, pues ya son cinco libros dedicados a esta disciplina. Veamos que más nos puede ofrecer este gran orador.
Definiciones:
(1) Facecia: chiste o cuento gracioso.
(2) Dicacecia: mostrarse crítico, irónico o mal intencionado.
(3) Sinécdoque: figura retórica para sustituir el significado de una palabra por otro significado; por ejemplo, ''tiene 20 primaveras''(tiene 20 años).
(4) Hipálage: figura retórica que consiste en atribuir un adjetivo a un sustantivo que no corresponde (lógicamente); por ejemplo, ''la noche está estrellada''.
Referencias:
(1) Creencia popular en Roma.
(2) Considerado uno de los primeros lingüistas de la humanidad.
Definiciones:
(1) Facecia: chiste o cuento gracioso.
(2) Dicacecia: mostrarse crítico, irónico o mal intencionado.
(3) Sinécdoque: figura retórica para sustituir el significado de una palabra por otro significado; por ejemplo, ''tiene 20 primaveras''(tiene 20 años).
(4) Hipálage: figura retórica que consiste en atribuir un adjetivo a un sustantivo que no corresponde (lógicamente); por ejemplo, ''la noche está estrellada''.
Referencias:
(1) Creencia popular en Roma.
(2) Considerado uno de los primeros lingüistas de la humanidad.
Orator
Oratoria y la filosofía
Cicerón trata de resolver algunas dudas de Brutus sobre cuál es el género que él prefiere para recitar oraciones. Si bien han existido multitud de oradores que han colaborado fuerte y significativamente a la oratoria, Cicerón no se conforma con aquellos pues él tiene una imagen del orador ideal.
Si bien en libros anteriores se ha separado la filosofía de la oratoria, aquí se hará una unión entre las dos, pues nadie puede ser elocuente si no sabe filosofía; como esta abarca muchos tópicos y abundancia de temas.
Es sabido que Cicerón da por maestros a los oradores de Roma, pero añade también la elocuencia de Demóstenes. Si hay alguien que puede tener un tono más grave, templado e ingenioso, es Demóstenes.
Los buenos oradores
Ya habíamos visto en De optimo genere oratorum que los oradores áticos eran los mejores. Veamos una lista de los oradores áticos.
Pericles: siempre con un estilo grave en la oratoria.
Lisias: nunca una palabra desusada e impropia.
Tucídides: excelente narración de las batallas.
Jenofonte: con un estilo dulce en las palabras.
Isócrates: creador de sentencias blandas y muchos escritos sobre retórica.
Al parecer Cicerón reconoce gran valor en la obra de Isócrates, al igual que en otros escritos. Por lo demás, a Bruto nunca le gustó Isócrates (no aparecen los motivos).
Consideraciones
Tres son las cosas que se deben considerar en un orador:
- Lo que dice
- Cómo lo dice
- Cuándo lo dice
El primer punto se dice utilizando la invención y la elección de lo que se va a decir. Cuando queremos decir algo necesitamos más prudencia que elocuencia.
Esto se hace obvio pues el cómo se dice de la manera y la manera en este caso sería la elocuencia. Por otro lado, el orden de los argumentos también pertenece a este punto; por lo tanto, los argumentos más sólidos debemos ponerlos al principio y los más débiles después.
El último punto se debe deducir del propio orador porque es necesario saber cuándo y dónde decir las cosas que pretende decir.
Esto se hace obvio pues el cómo se dice de la manera y la manera en este caso sería la elocuencia. Por otro lado, el orden de los argumentos también pertenece a este punto; por lo tanto, los argumentos más sólidos debemos ponerlos al principio y los más débiles después.
El último punto se debe deducir del propio orador porque es necesario saber cuándo y dónde decir las cosas que pretende decir.
Acción y elocución
La acción es una cierta elocución del cuerpo que consta de voz y movimiento. Para conmover a la audiencia el orador siempre utilizará un tono de pasión en su discurso.
Por lo demás, el tener una buena voz no depende del hombre, pues la buena voz sólo se da por naturaleza(1). Lo que sí está en manos del hombre es mejorarla y educarla.
Postura del orador
Un aspecto importantísimo del buen orador es saber la postura que debe tener. Cicerón nos aconseja que los pies y la cabeza deben estar levantada, siendo el acercamiento a la audiencia de manera prudente, es decir, rara vez y no a pasos largos.
A medida que la oración sea elevada, las manos deben levantarse y si el tono es bajo las manos se tendrán abajo. Los movimientos de izquierda a derecha también se harán de manera poco frecuente, al igual que el movimiento del cuello.
Elocuencia
Hay dos conceptos fundamentales en la elocuencia. Ellos son: probar y deleitar. Una vez que haya convencimiento ente la audiencia podremos decir que dicho orador es elocuente. Por otro lado, el orador elocuente debe ser moderado, pero teniendo en cuenta que lo mucho ofende mucho más que lo poco.
Estilo de oratoria
Áticos
Uno de los mejores estilos de oratoria de acuerdo con Cicerón debido a la moderación que tiene este frente a otros estilos.
Cierta falta de adorno tiene este estilo, pero solamente el necesario para encantar a su audiencia. Siempre se preferirán las palabras propias o usadas con frecuencia, pero que al mismo tiempo aclaren más lo que se quiere decir. El arte debe siempre estar presente con metáforas; por ejemplo:
''Los campos tienen sed''
''Las mieses están alegres''
''La vegetación es lujosa''
Este estilo tiene como objetivo fundamental no mostrar las verdaderas intenciones o propósitos a la audiencia, es decir, que no sea demasiado evidente.
También se admiten dos tipos de géneros dentro de este estilo llamados: Facecia(1) y Dicacidad(2). La primera se usa para las narraciones y la segunda para poner a alguien en ridículo.
Severo
Por más que sea duro y un poco tosco, el estilo severo no carece de elegancia. El uso de metáforas es tan empleado como la sinécdoque(3) e hipálage(4).
Sutil y agudo
Es el estilo más deseado y uno de los que existió tardíamente en la antigua Grecia. Implica todas las características de los demás estilos sin caer en los arrebatamiento de los demás.
El perfecto orador
Cicerón nos dice que el que más se acerca al perfil de mejor orador es Craso y Antonio (Marco Antonio). De todos modos, Cicerón también se considera por sus defensas y acusaciones a sus clientes, pues en aquellos textos tiene distintos estilos, sobre todo de los mencionados anteriormente.
Por otra parte, la dialéctica es una técnica importante tanto en la retórica como en la oratoria. En efecto, a los dialécticos pertenece el arte de la disputa, mientras que a los oradores les pertenece el arte del buen decir. Es recomendable, según Cicerón, recurrir a las lecturas de Crisipo de Solos(2) para conocer de un modo más teórico el origen y uso de las palabras.
El orador perfecto debe conocer de filosofía y sobre todo los tema, ya sean humanos o divinos, incluso debe aprender del derecho civil. Habrá de hablar convenientemente, es decir, lo que necesite enojo se hablará seriamente, mientras que en la deliberación se hará pausada y claramente.
Partes de la oración
Los exordios deben ser modestos y con palabras agudas más que de palabras altisonantes. Las narraciones no deben de ser de estilo histórico, sino que más bien simples y familiares. Todas las argumentaciones las tendrá que explicar de todas las formas posibles para que no queden (mentalmente) preguntas entre su audiencia.
Por otra parte, la dialéctica es una técnica importante tanto en la retórica como en la oratoria. En efecto, a los dialécticos pertenece el arte de la disputa, mientras que a los oradores les pertenece el arte del buen decir. Es recomendable, según Cicerón, recurrir a las lecturas de Crisipo de Solos(2) para conocer de un modo más teórico el origen y uso de las palabras.
El orador perfecto debe conocer de filosofía y sobre todo los tema, ya sean humanos o divinos, incluso debe aprender del derecho civil. Habrá de hablar convenientemente, es decir, lo que necesite enojo se hablará seriamente, mientras que en la deliberación se hará pausada y claramente.
Partes de la oración
Los exordios deben ser modestos y con palabras agudas más que de palabras altisonantes. Las narraciones no deben de ser de estilo histórico, sino que más bien simples y familiares. Todas las argumentaciones las tendrá que explicar de todas las formas posibles para que no queden (mentalmente) preguntas entre su audiencia.
Conclusión
Con este libro terminamos la opinión y el concepto de oratoria que tiene Marco Tulio Cicerón. Hasta lo que hemos visto, Cicerón es uno de los pocos que considera tremendamente el aprendizaje de la filosofía y dialéctica en la oratoria, pues como vimos en libros anteriores, los oradores amigos de Cicerón consideraba que no era necesaria para ser buen orador. Es más, consideraban que ni siquiera el derecho podría ser útil. De todas formas, Cicerón no se queda atrás y también se propone el mismo, no como un perfecto orador, pero sí como alguien que está cerca.
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