miércoles, 23 de mayo de 2018

San Anselmo de Canterbury - Monologion (XXI - XXXVII) (1076)

Seguimos ya con la tercera parte de este interesante libro de San Anselmo de Canterbury, continuación que nos conecta con la parte final del libro anterior. Es decir, la relación del Ser Supremo con la nada y otros conceptos que podrían confundir hasta el más fino intelecto. ¿Cómo es posible que un solo hombre pueda hacerse cargo de tan difíciles cuestiones? es que Anselmo no se cierra a los conocimientos que están en el pasado sino que los une y los relaciona. Veamos esta tercera parte del libro de Anselmo.

MONOLOGION
(Capítulos XXI - xXXII)

Capítulo XXI: El Ser Supremo no existe en lugar ni en tiempo


Enteros y partes

Lo que viene a colación en este capítulo es ver si el Ser Supremo existe en algún lugar o está en todas partes. Obviamente, la respuesta de Anselmo no va por la parcialidad del Ser Supremo por lo que tendríamos que decir que está en todas partes. Veamos las consecuencias de esto. 

Si está en todas partes, entonces cada parte de un entero representaría una parte de él. Por lo tanto, el Ser Supremo del que se habla tendría composición lo cual es absurdo. ¿Cómo es que el Ser Supremo puede existir como un todo y no estar compuesto de partes?

El problema estriba en que también hay muchos enteros por los lugares, lo cual lleva a pensar que los enteros también serían partes. Esto nos hace concluir que el Ser Supremo no puede ser un conjunto de enteros existiendo al mismo tiempo, ya que inmediatamente serían partes.

Tiempo

Mucho más difícil será decidir si el Ser Supremo puede vivir a través del tiempo, pues el tiempo es una de las cosas más divisibles. Si el Ser Supremo existe en el tiempo lo podemos dividir en pasado, presente y futuro. 

Finalmente, Anselmo acepta que no se puede decir que el Ser Supremo viva como un entero en un lugar ni en el tiempo. Sin embargo, como se ha dicho que no tiene comienzo ni fin, es necesario decir que el Ser Supremo vive en todas partes y siempre. 

Capítulo XXII: Cómo es que el Ser Supremo existe en todos los lugares en todo tiempo y en ningún lugar en todo tiempo


Parece bastante contradictorio el título de este capítulo a resolver. Anselmo trata de resolver esto diciendo que las cosas están sometidas al lugar y al tiempo de la siguiente manera:

  • Lugar: las cosas solo pueden estar en un lugar mientras estén en un espacio delimitado.
  • Tiempo: las cosas solo pueden estar en el tiempo mientras estén sometidas a la medición y a la duración. 
Ahora si tenemos un ser que no está en un lugar delimitado y no está sometido al tiempo, entonces podemos hablar del Ser Supremo cuya característica es ilimitada en todo sentido. En otras palabras, el Ser Supremo no está sometido a las leyes del tiempo y del lugar, pero sí está presente en ellos como un Todo. De aquí se entiende que el Ser Supremo no esté contenido en un lugar o en el tiempo, sino que está con ellos. 

Capítulo XXIII: Cómo es entendido que el Ser Supremo está en todo lugar más que en un lugar

Se puede decir que el Ser Supremo está en todos lados, pero de él no se pueden predicar indicativos como ''allá'' o ''aquí''. Esto siempre se predica de las cosas que tienen límites y que además son contenidas. Por lo tanto, obedeciendo a este razonamiento debemos decir que el Ser Supremo está en todas las cosas sin ser sometido a ellas. 

Capítulo XXIV: Cómo es entendido que el Ser Supremo existe siempre en vez de en todo tiempo

La verdadera eternidad está presente en el Ser Supremo y es por eso que se entiende que trasciende todos los tiempos y no es sometido a ellos. La delimitación de tiempo es para aquellos seres creados, y no para aquellos increados. 

Capítulo XXV y XXVI: El Ser Supremo no tiene accidentes

El Ser Supremo es innegablemente idéntico a si mismo ne substancia, pero ¿será diferente de sí mismo en accidente? Es obvio que el Ser Supremo no necesita de ningún accidente y tampoco los tiene. El accidente es solo para aquellos seres que sufren cambios y modificaciones en el ser, por lo tanto, el Ser Supremo estaría excluido de ellos. 

Capítulo XXVII: Cómo el Ser Supremo no es cualquier sustancia

Uno de los problemas para entender la substancia del Ser Supremo es ver que todas las demás substancias tienen algo único, pero al mismo tiempo son diferentes de otras. 

La substancia también debería ser comprendida a través de la composición, es decir, a través de las partes. Es innegable que necesitamos otro concepto para diferenciar el Ser Supremo, y para esto, Anselmo añade el concepto de Espíritu. El Espíritu es aquello que no tiene partes y no tiene accidente alguno. Vive para siempre porque no está sometido ni al tiempo ni al lugar.

Como ninguna sustancia es tal como la hemos descrito, la substancia del Ser Supremo que es ser espíritu es siempre la misma. 

Capítulo XXVIII: Los sentidos en este Espíritu

Este espíritu existe en un sentido incalificable e indescriptible. Todas las demás cosas pueden ser descritas mediante él, pero él no puede ser entendido apropiadamente por los sentidos. Todos los seres que son entendidos en la existencia tienen un comienzo y un fin, mientras que este ser no la tiene. 


Capítulo XIX y XXX: La expresión del Espíritu es lo mismo que el espíritu; sin embargo, no existen dos espíritus

Una pregunta buena sería ¿cómo es que el Espíritu hace las creaciones? como habíamos visto en la primera parte, es el pensamiento de este Ser Supremo el que hace los seres. Sin embargo, este pensamiento tiene una expresión y dicha expresión es él mismo. 

¿Cómo puede ser la expresión lo mismo que el Espíritu? La expresión sería lo mismo que el pensamiento, pues primero se piensa una cosa y después se expresa. El pensamiento del Espíritu va unido a él, no de forma separada. 

Se podría reprochar ¿cuántas expresiones tiene el Espíritu? la misma que su naturaleza, es decir, una. Como es una, la naturaleza del Espíritu no puede ser otra que sí mismo. 

Capítulo XXXI: Cuestiones sobre La Palabra

Una de las cuestion se que se da cuenta Anselmo es de la igualdad entre la palabra y su realidad. En otras palabras, si el concepto es idéntico al objeto en cuestión, por ejemplo, que la idea de perro sea igual al perro como objeto de la realidad. 

Por supuesto, La Palabra del Espíritu es semejante a las cosas que creó; por lo tanto, cada objeto recibe su concepto de manera inequívoca porque es La Palabra la que los hace. 

La Palabra hace que las cosas existan y mientras las cosas estén más conscientes de que existen, mucho más sublimes son. Por lo tanto, aquello que es mejor es aquello que ''existe más''. Para Anselmo, el hombre existe mucho más que los seres ''sintientes'', ya que estos no están conscientes de su existencia. 

Todas las creaciones del Espíritu son imitaciones del Espíritu y no tienen igualdad. Las cosas creadas tienen igualdad en cuanto a que son creadas y mueren; en cambio, el Espíritu no fue creado por lo tanto no tiene ninguna semejanza con el hombre, salvo que el hombre es una imitación de este en cuanto a la existencia

Capítulo XXXII: El Espíritu y la palabra co-eterna

Si hemos observado bien, cuando Anselmo se refiere a ''La Palabra'', este quiere decir ''el Verbo'', que es la segunda entidad dentro de la Santísima Trinidad. 

El Espíritu tiene una palabra coeterna que sería la mencionada ''Palabra'' del capítulo precedente. En efecto, el Espíritu debe tener una palabra coeterna que le permita entenderse a sí mismo. De otra manera, sin La Palabra no podría haber creación ni entendimiento, ni siquiera para el Espíritu lo cual es absurdo. 

Sin La Palabra, el Espíritu no podría expresar la sabiduría que tiene, ni se le podría atribuir la sabiduría que posee. No podemos llamar al Espíritu ''sabio'' si no puede expresar dicha sabiduría. 

Capítulos XXXIII - XXXVII : A quien va dirigida la expresión de La Palabra

Puede surgir otra duda, pues nos podemos preguntar si La Palabra del Espíritu es la misma palabra formadora de los demás seres. Sin embargo, esto no es así en tal caso.

Anselmo nos dice que una cosa es que La Palabra sea concebida desde el Espíritu mismo, y otra es cuando es concebida para formar los seres. Recordemos que los seres materiales son una imitación o tienen cierta semejanza con los celestiales; por lo tanto, La Palabra puede referirse a los dos: al pensamiento del Espíritu o a la imagen de los seres. 

En este sentido, podemos decir que para el hombre es incomprensible la creación de las cosas a través del pensamiento.  

Conclusión

Ahora vemos con muchas más claridad lo que Anselmo quiere decir con el concepto de Espíritu y La Palabra, las cuales son parte de la Santísima Trinidad. Anselmo nos está introduciendo a la doctrina cristiana a través de la lógica filosófica lo cual es de mucha estima. No se puede dejar de observar las concesiones que da Anselmo a todas las interrogantes cristianas, sin embargo, nos sirve para reflexionar aún más profundamente.

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