sábado, 18 de octubre de 2014

Platón - La República (Libro X: La poesía).

La poesía es una de las artes más antiguas en Grecia y su legado aún permanece inexorable hasta nuestros días. Sin embargo, la dureza con que Sócrates se refiere a ésta llama la atención. Su visión es totalmente contraria a la que postularía más tarde Aristóteles quien da a la poesía una oportunidad de expresión retratada en su libro ''Poética''. Veamos que tiene que decir el filósofo con respecto a uno de los artes más antiguos.

Definiciones: 

(1) Pathos: Palabra griega que significa ''pasión'' (πάθος).

(2) Nomos: Palabra griega que significa ''ley'' (Νόμος).

Referencias:

(1) Se hace referencia a Dios, ya que solo un Dios sería el constructor de todas las cosas.

(2) En el libro Fedón se ven todas la características platónicas del alma.

Libro X

Capítulo I
Sócrates-Glaucón
Sobre la poesía imitativa

Sócrates adhiere a la conversación hablando sobre la poesía. Desde el principio, Sócrates rechaza la poesía imitativa debido a su lejana proximidad con la realidad. Tengamos en cuenta que si queremos deleitarnos con algún arte, éste debe ser el que posea como cualidad el bien en sí mismo, puesto que la imitación es solo un alcance a la realidad y no la realidad en sí misma. Además, consideremos que la imitación podría estar relacionada forzosamente con el mundo de las imágenes correspondientes al fondo de la caverna. Estas son unas de las razones por las cuales Sócrates rechaza fervientemente la poesía imitativa.

De todas formas, aunque pueda quedar claro el concepto de imitación, Sócrates quiere ahondar un poco más. Para hacerlo, Sócrates le pide a Glaucón que lo analice de la siguiente forma:
  • Tenemos dos conceptos: Cama y mesa.
  • Tenemos dos artesanos que construyen estos muebles.
  • Sin embargo, los dos construyen los muebles a partir de ideas que tienen de estas. 
Por lo tanto, no existe un artesano que pueda concebir la idea misma de su arte. Sócrates le dice a Glaucón que existe otro artesano que puede crear con sus propias manos todas las cosas de los otros artesanos y además, todas las cosas del mundo. Glaucón sorprendido dice que seguramente está hablando de un Dios o algo parecido. Sin embargo, Sócrates dice que esto no sería difícil para un artesano, lo podría hacer, pero estas cosas no corresponderían a la realidad, sino más bien a las apariencias. El artesano que corresponde a este creador de cosas, es el pintor.


Capítulo II
Sócrates-Glaucón
Sobre la imitación

Por lo tanto, el pintor solo puede representar la realidad. Ahora, el artesano que construye camas, también estaría creando apariencias, ya que solo está reproduciendo la idea de una cama en sí. 

Sócrates no queda satisfecho y comienza a distinguir a los artesanos que se pueden describir:
  • Tenemos la primera idea concebida de una cama. Construida por un dios(1).
  • Luego tenemos la cama hecha por el carpintero.
  • Y finalmente la cama hecha por el pintor.
Así, dios sería el creador de la idea original de una cama mientras que el carpintero sería el creador de la cama determinada en cuanto a lo material; sin embargo, el pintor no participaría de la creación del mismo objeto. Por consiguiente, así como el pintor está en esta tercera posición en cuanto al creador de un objeto, el escritor de tragedias también se encontraría en este lugar. 


Capítulo III y IV
Sócrates-Glaucón

Existen muchos autores trágicos que tratan de plasmar en sus obras, la realidad que les rodea. Unos por ejemplo van más allá de ellas e inventan sus propias historias o fábulas y otros se encargan de describir la realidad de un pasado como lo hizo Homero en la ''Ilíada'' y ''La odisea''.  No obstante, los poetas como Homero no son reconocidos por la guerra ni por la medicina, sino por sus escritos, ya que él trata de imitar la guerra y trata de imitar al médico en sus obras; entonces, el poeta solo sería relator de cosas en apariencia y no de la realidad. Por otra parte, si el poeta quisiera ser reconocido por tales disciplinas, tendría que saber un poco más de aquellos objetos reales; por ejemplo, la verdadera descripción de la guerra.

De esta forma, los poetas también estarían considerados en la tercera categoría igual que el pintor. Solo pueden retratar la realidad de forma aparente sin la necesidad de saber que son realmente los objetos. Entonces, se desprende que cada objetos hay tres artes distintas:
  • El saber utilizarlo.
  • El saber fabricarlo.
  • y el saber imitarlo.
El primero será quien diga al fabricante como debe diseñarlo, ya que es él quien conoce el buen y mal uso de dicho objeto. Luego tenemos al fabricante de objeto quien sabe de las características adecuadas que debe tener dicho objeto, puesto que la persona que lo usa le cuenta como lo puede hacer de mejor manera. Por último, tenemos al imitador quien no necesariamente debe saber de un objeto para retratarlo, sino que solo los construye en apariencia, en imágenes.

La imitación entonces estaría tres veces alejada de la verdad.

Capítulo V
Sócrates-Glaucón


Hay algunos objetos que nos parecen de determinada forma cuando nos acercamos a ellos y cuando nos alejamos. Pero para determinar las verdaderas dimensiones de los objetos sin dejar que nos engañen, usamos el peso, el volumen, la medida y el número. 

Por lo tanto, tenemos dos impresiones (por decirlo de alguna manera) , una que nos da la percepción a simple vista en relación a la distancia con la que vemos un objeto y otra que tiene que ver con la medición de todas sus características. La Segunda será la que deberá prevalecer el alma si se quiere conocer la verdad y la primera formará parte de las cosas negativas y viles que pretenden engañarnos. 


Capítulo VI
Sócrates-Glaucón

Desde otra perspectiva, el hombre puede sentir dos cosas contradictorias a la vez debido a que en él mismo tiene elementos distintos para cada sentido. Sin embargo, el sentido de la ley y la razón siempre va a imperar por sobre el otro sentido que tenga que ver con el descontrol. Por ejemplo, existen leyes (dice Sócrates) que nos instan a mantener la calma en medio de las desdichas, es decir, la obediencia a las leyes es entendida aquí como el elemento que es capaz de controlar los impulsos; dicho en otras palabras, es la subordinación del pathos(1) por el nomos(2). 

Es por eso que la razón sigue siendo el elemento que debiera dominar a los otros, ya que forma parte de las leyes. De la misma forma, como se debe obedecer a la razón en las cuestiones del alma, se debe obedecer a las leyes en cuanto a las cuestiones de la ciudad.

Es así que la razón y las leyes nos dan por consiguiente el elemento reflexivo el cual no se puede imitar, mientras que el ''pathos'' sería el elemento irritante e irreflexivo que si se puede imitar. Por eso, Sócrates acusa a los poetas imitativos de corromper la ciudad porque ellos son los que tienen cercanía con el elemento imitativo y aparente-


Capítulo VII
Sócrates-Glaucón

Aún queda más para acusar a los poetas de corrupción en la ciudad. En la Antigua Grecia, los ciudadanos tenían una especie de catarsis al leer las poesías de Homero y cada ciudadano se identificaba con los personajes ya sea llorando, sintiéndose orgullosos o  sintiendo miedo por los dioses. No obstante, cuando a los mismos ciudadanos les pasa una desgracia, no lloran o sienten una catarsis sino que al contrario, son capaces de dominarse e incluso reflexionar sobre lo ocurrido.

Evidentemente, cuando nos ocurre una desgracia siempre tratamos de contenernos de las emocionas que nos embargan. Por otro lado, hay gente que al no ser educada en las disposiciones del alma, deja que todos estos sentimientos afloren y embarguen totalmente el alma.

Capítulo VIII
Sócrates-Glaucón


La poesía, dice finalmente Sócrates, debe ser desterrada de la ciudad por corromper a los seres humanos. Además, la discordia entre la filosofía y la poesía ya venía dándose de mucho tiempo atrás. 

Pareciera ser que para Sócrates, la poesía no tiene justificación en la ciudad al estar directamente relacionada con la imitación y el mundo de las apariencias. En la creación de la ciudad, la poesía no estaría contemplada y si existiera debe ser desterrada inmediatamente por estar completamente alejada de la realidad.

Capítulo IX
Sócrates-Glaucón


Pasando directamente a otro tema, Sócrates le propone a Glaucón examinar las características del alma desde otro ámbito. Sócrates dice que el alma es inmortal y para demostrarlo lo hará de la siguiente manera:
  • Existen cosas buenas y cosas malas.
  • Las cosas buenas permanecen y benefician mientras que las malas perecen y se destruyen.
Ahora, todas las cosas tienen una enfermedad o un elemento malo que las destruye hasta hacerlas perecer totalmente. Sin embargo, hay una enfermedad que pervierten y corrompen a un ser, pero sin llegar a destruirlo. Entre estos seres está el alma. Por más que el alma se pervierta, nunca puede ser destruida. Por ejemplo, se dice que la injusticia y otro males pueden corromper el alma, pero por más que se corrompa, jamás va a dejar de ser alma. Por lo demás, nada que sea ajeno al alma puede destruirla. 

y halando del cuerpo, este sí puede ser destruido por medio de la enfermedad. Los alimentos rancios o podridos producen la enfermedad que mata al cuerpo. 


Capítulo X y XI
Sócrates-Glaucón
Naturaleza del alma(2)

Por más que se destruya el cuerpo en miles de pedazos, el alma no muere y sigue viva. Sí puede que el alma se vuelva más injusta e impía, pero eso no implicaría necesariamente su destrucción, más bien su corrupción. 

Como, conclusión aquello que no puede perecer, existe para siempre y por toda la eternidad. Ahora, para observar la naturaleza del alma, a ésta se le tiene que quitar todas las injusticias y perversiones que la hayan corrompido, es necesario observar la naturaleza del alma en su esencia más pura, fuera de sus corrupciones. Cabe destacar que el alma también pertenece a una concepción divina.

Capítulo XII
Sócrates-Glaucón


La práctica de la justicia sería la práctica más adecuada para el alma, aún cuando podamos usar el argumento del anillo de Giges. Por otro lado, el hombre injusto que quisiera pasar por hombre justo, sería severamente castigado por los dioses, ya que el alma pertenece a una concepción divina y los dioses pueden identificar a las almas verdaderamente justas e injustas. Por lo tanto, se sabría quien está siendo justo en apariencia.

Capítulo XIII
Sócrates-Glaucón


Para explicar la vida después de la muerte, Sócrates relata el mito de Er, hijo de Armenio:

Er fue un guerrero que murió había muerto en una guerra. A los diez días de haber recogido todos los cadáveres que quedaron en la tierra, se recogió el de Er. El cuerpo estaba en buen estado, lo iban a colocar en la pira y de repente resucitó. Inmediatamente, Er se dispuso a contar todo lo que había cuando estaba muerto. 

Dijo que, después de salir del cuerpo, su alma se había puesto en camino con otras muchas y habían llegado a un lugar maravilloso donde aparecían en la tierra dos aberturas que comunicaban entre sí y otras dos arriba en el cielo, frente a ellas. En mitad había unos jueces que, una vez pronunciados sus juicios, mandaban a los justos que fueran subiendo a través del cielo, por el camino de la derecha, tras haberles colgado por delante un rótulo con lo juzgado; y a los injustos les ordenaban ir hacia abajo por el camino de la izquierda, llevando también, estos detrás, la señal de todo lo que habían hecho. Y, al adelantarse él, le dijeron que debía ser nuncio de las cosas de allá para los hombres y le invitaron a que oyera y contemplara cuanto había en aquel lugar; y así vio cómo, por una de las aberturas del cielo y otra de la tierra, se marchaban las almas después de juzgadas; y cómo, por una de las otras dos, salían de la tierra llenas de suciedad y de polvo, mientras por la restante bajaban más almas, limpias, desde el cielo. Y las que iban llegando parecían venir de un largo viaje y, saliendo contentas a la pradera, acampaban  como en una gran feria, y todas las que se conocían se saludaban y las que venían de la tierra se informaban de las demás en cuanto a las cosas de allá, y las que venían del cielo, de lo tocante a aquellas otras; y se hacían mutuamente sus relatos, las unas entre gemidos y llantos, recordando cuántas y cuán grandes cosas habían pasado y visto en su  viaje subterráneo, que había durado mil años; y las que venían del cielo hablaban de su bienaventuranza y de visiones de indescriptible hermosura.

Básicamente, lo que quiere decir este mito, es que después de la muerte todo se paga; si se fue un hombre injusto, se le castigará a ese hombre diez veces peor con respecto de las injusticias que él cometió; en cambio al hombre justo, eran recompensados en la misma proporción.

Capítulo XIV
Sócrates-Glaucón



El relato de Er continúa describiendo lo que es el Tártaro y el Hades. 

En efecto, entre otros espectáculos terribles hemos contemplado el siguiente: una vez que estuvimos cerca de la abertura y a punto de subir, tras haber pasado por todo lo demás, vimos de pronto a ese Ardieo y a otros, tiranos en su mayoría. Y había también algunos particulares de los más pecadores, a todos los cuales la abertura, cuando ya pensaban que iban a subir, no los recibía, sino que, por el contrario, daba un mugido cada vez que uno de estos sujetos, incurables en su perversidad o que no habían pagado suficientemente su pena, trataba de subir. Entonces –contaba– unos hombres salvajes y, según podía verse, henchidos de fuego, que estaban allá y oían el mugido, se llevaban a los unos cogiéndolos por medio, y a Ardieo y a otros les ataban las manos, los pies y la cabeza y, arrojándolos por tierra y desollándolos, los sacaban a orilla del camino, los desgarraban sobre unos aspálatos y declaraban a los que iban pasando por qué motivos y cómo los llevaban para arrojarlos al Tártaro"

Aquellos eran los castigos que daban a los impíos en el Hades. Ahora pasaba a describir ese universo en general:

Y, después de pasar siete días en la pradera, cada uno tenía que levantar el campo en el octavo y ponerse en marcha; y otros cuatro días después llegaban a un paraje desde cuya altura podían dominar la luz extendida a través del cielo y de la tierra, luz recta como una columna y semejante, más que a ninguna otra, a la del arco iris, bien que más brillante y más pura. Llegaban a ella en un día de jornada y allí, en la mitad de la luz, vieron, tendidos desde el cielo, los extremos de las cadenas, porque esta luz encadenaba el cielo sujetando toda su esfera como las ligaduras de las trirremes. Y desde los extremos vieron tendido el huso de la Necesidad, merced al cual giran todas las esferas. Su vara y su gancho eran de acero, y la tortera, de una mezcla de esta y de otras materias. Y la naturaleza de esa tortera era la siguiente: su forma, como las de aquí, pero, según lo que dijo, había que concebirla a la manera de una tortera vacía y enteramente hueca en la que se hubiese embutido otra semejante más pequeña, como las cajas cuando se ajustan unas dentro de otras; y así una tercera y una cuarta y otras cuatro más. Ocho eran, en efecto, las torteras en total, metidas unas en otras, y mostraban arriba sus bordes como círculos, formando la superficie continua de una sola tortera alrededor de la vara que atravesaba de parte a parte el centro de la octava.

La tortera primera y exterior tenía más ancho que el de las otras su borde circular; seguíale en anchura el de la sexta; el tercero era el de la cuarta; el cuarto, el de la octava; el quinto, el de la séptima; el sexto, el de la quinta; el séptimo, el de la tercera, y el octavo, el de la segunda. El borde de la tortera mayor era también el más estrellado; el de la séptima, el más brillante; el de la octava recibía su color del brillo que le daba el de la séptima; los de la segunda y la quinta eran semejantes entre sí y más amarillentos que los otros; el tercero era el más blanco de color; el cuarto, rojizo y el sexto tenía el segundo lugar por su blancura. El huso todo daba vueltas con movimiento uniforme, y ese todo que así giraba los siete círculos más interiores daban vueltas a su vez, lentamente y en sentido contrario al conjunto; de ellos el que llevaba más velocidad era el octavo; seguíanle el séptimo, el sexto y el quinto, los tres a una; el cuarto les parecía que era el tercero en la velocidad de ese movimiento retrógrado; el tercero, el cuarto; y el segundo, el quinto. 

El huso mismo giraba en la falda de la Necesidad, y encima de cada uno de los círculos iba una Sirena que daba también vueltas y lanzaba una voz siempre del mismo tono; y de todas las voces, que eran ocho, se formaba un acorde. Había otras tres mujeres sentadas en círculo, cada una en un trono y a distancias iguales; eran las Parcas, hijas de la Necesidad, vestidas de blanco y con ínfulas en la cabeza: Láquesis, Cloto y Átropo. Cantaban al son de las Sirenas: Láquesis, las cosas pasadas; Cloto, las presentes y Átropo, las futuras. Cloto, puesta la mano derecha en el huso, ayudaba de tiempo en tiempo el giro del círculo exterior; del mismo modo hacía girar Átropo los círculos interiores con su izquierda; y Láquesis, aplicando ya la derecha, ya la izquierda, hacía otro tanto alternativamente con el uno y los otros de estos círculos. 


Capítulo XV
Sócrates-Glaucón


Los que llegaban allá tenían que presentarse con Laquesis de quién decía lo siguiente:

Ésta es la palabra de la virgen Láquesis, hija de la Necesidad: ‘Almas efímeras, he aquí que comienza para vosotras una nueva carrera caduca en condición mortal. No será el Hado quien os elija, sino que vosotras elegiréis vuestro hado. Que el que salga por suerte el primero, escoja el primero su género de vida, al que ha de quedar inexorablemente unido. La virtud, empero, no admite dueño; cada uno participará más o menos de ella según la honra o el menosprecio en que la tenga. La responsabilidad es del que elige; no hay culpa alguna en la Divinidad. 

Luego se empezaba a relatar lo que le pasó a Er.

Habiendo hablado así, arrojó los lotes a la multitud y cada cual alzó el que había caído a su lado, excepto el mismo Er, a quien no se le permitió hacerlo así; y, al cogerlo, quedaban enterados del puesto que les había caído en suerte. A continuación puso el adivino en tierra, delante de ellos, los modelos de vida en número mucho mayor que el de ellos mismos; y las había de todas clases: vidas de toda suerte de animales y el total de las vidas humanas. Contábanse entre ellas existencias de tiranos: las unas, llevadas hasta el fin; las otras, deshechas en mitad y terminadas en pobrezas, destierros y mendigueces. Y había vidas de hombres famosos, los unos por su apostura y belleza o por su robustez y vigor en la lucha, los otros por su nacimiento y las hazañas de sus progenitores; las había asimismo de hombres oscuros y otro tanto ocurría con las de las mujeres. No había, empero, allí categorías de alma, por ser forzoso que estas resultasen diferentes según la vida que eligieran; pero todo lo demás aparecía mezclado entre sí y con accidentes diversos de pobrezas y riquezas, de enfermedades y salud, y una parte se quedaba en la mitad de estos extremos

Así, Sócrates advierte a Glaucón que se debe siempre obrar correctamente si no se quiere caer en el Tártaro o ser castigado por los dioses.

Capítulo XVI
Sócrates-Glaucón

Fue entonces cuando Er dijo que el mensajero del otro mundo le dijo:

"Hasta para el último que venga, si elige con discreción y vive con cuidado, hay una  vida amable y buena. Que no se descuide quien elija primero ni se desanime quien elija el último". 

Y contaba que, una vez dicho esto, el que había sido primero por la suerte se acercó derechamente y escogió la mayor tiranía; y por su necedad y avidez no hizo previamente el conveniente examen, sino que se le pasó por alto que en ello iba el fatal destino de devorar a sus hijos y otras calamidades; mas después que lo miró despacio, se daba de golpes y lamentaba su preferencia, saliéndose de las prescripciones del adivino, porque no se reconocía culpable de aquellas desgracias, sino que acusaba a la fortuna, a los hados y a todo antes que a sí mismo. Y este era de los que habían venido del cielo y en su vida anterior había vivido en una república bien ordenada y había tenido su parte de virtud por hábito, pero sin filosofía. Y en general, entre los así chasqueados no eran los menos los que habían venido del cielo, por no estar estos ejercitados en los trabajos, mientras que la mayor parte de los procedentes de la tierra, por haber padecido ellos mismos y haber visto padecer a los demás, no hacían sus elecciones tan deprisa. De esto, y de la suerte que les había caído, les venía a las más de las almas ese cambio de bienes y males. Porque cualquiera que, cada vez que viniera a esta vida, filosofara sanamente y no tuviera en el sorteo uno de los últimos puestos, podría, según lo que de allá se contaba, no solo ser feliz aquí, sino tener de acá para allá y al regreso de allá para acá un camino fácil y celeste, no ya escarpado y subterráneo. 

Tal –decía– era aquel interesante espectáculo en que las almas, una por una, escogían sus vidas; el cual, al mismo tiempo, resultaba lastimoso, ridículo y extraño, porque la mayor parte de las veces se hacía la elección según aquello a lo que se estaba habituado en la vida anterior. Y dijo que había visto allí cómo el alma que en un tiempo había sido de Orfeo elegía vida de cisne, en odio del linaje femenil, ya que no quería nacer engendrada en mujer a causa de la muerte que sufrió a manos de estas; había visto también al alma de Támiras, que escogía vida de ruiseñor, y a un cisne que, en la elección, cambiaba su vida por la humana, cosa que hacían también otros animales cantores. El alma a quien había tocado el lote veinteno había elegido vida de león, y era la de Ayante Telamonio, que rehusaba volver a ser hombre, acordándose del juicio de las armas. La siguiente era la de Agamenón, la cual, odiando también, a causa de sus padecimientos, al linaje humano, había tomado en el cambio una vida de águila. El alma de Atalanta, que sacó suerte entre las de en medio, no pudo pasar adelante viendo los grandes honores de un cierto atleta, sino que los tomó para sí. Después de esta vio el alma de Epeo, hijo de Panopeo, que trocó su condición por la de una mujer laboriosa; y, ya entre las últimas, a la del ridículo Tersites, que revistió forma de mono. Y ocurrió que, última de todas por la suerte, iba a hacer su elección el alma de Ulises y, dando de lado a su ambición con el recuerdo de sus anteriores fatigas, buscaba, dando vueltas durante largo rato, la vida de un hombre común y desocupado y por fin la halló echada en cierto lugar y olvidada por los otros y, una vez que la vio, dijo que lo mismo habría hecho de haber salido la primera y la escogió con gozo. De igual manera se hacían las transformacionesde los animales en hombres o en otros animales: los animales injustos se cambiaban en fieras; los justos, en animales mansos, y se daban también mezclas de toda clase.  

Y después de haber elegido su vida todas las almas, se acercaban a Láquesis por el orden mismo que les había tocado; y ella daba a cada uno, como guardián de su vida y cumplidor de su elección, el hado que había escogido. Este llevaba entonces al alma hacia Cloto y la ponía bajo su mano y bajo el giro del huso movido por ella, sancionando así el destino que había elegido al venirle su turno. Después de haber tocado en el huso se le llevaba al hilado de Átropo, el cual hacía irreversible lo dispuesto; de allí, sin que pudiera volverse, iba al pie del trono de la Necesidad y, pasando al otro lado y acabando de pasar asimismo los demás, se encaminaban todos al campo del Olvido a través de un terrible calor de asfixia, porque dicho campo estaba desnudo de árboles y de todo cuanto produce la tierra. Al venir la tarde acampaban junto al río de la Despreocupación, cuya agua no puede contenerse en vasija alguna; y a todos les era forzoso beber una cierta cantidad de aquella agua, de la cual bebían más de la medida los que no eran contenidos por la discreción, y al beber cada cual se olvidaba de todas las cosas. Y, una vez que se habían acostado y eran las horas de la medianoche, se produjo un trueno y temblor de tierra y al punto cada uno era elevado por un sitio distinto para su nacimiento, deslizándose todos a manera de estrellas. A él, sin embargo, le habían impedido que bebiera del agua; pero por qué vía y de qué modo había llegado a su cuerpo no lo sabía, sino que de pronto, levantando la vista, se había visto al amanecer yacente en la pira.

Finalmente, Sócrates termina el relato del mito de Er para enseñar a Glaucón el deber del ciudadano de ser bueno y justo, ya que de lo contrario, tendría los mayores castigos de parte de los dioses.



Conclusión

Sin duda es duro el juicio que Sócrates hace a la poesía imitativa, considerando que esta deba estar fuera de la ciudad. El alumno de Platón, Aristóteles, será quien rescate a la poesía de la censura total que Platón hace en esta excelsa obra. Por otro lado, es interesante ver la concepción que Platón tiene de la muerte y sobre las cosas que pasan en el Hades y el Tártaro. Mucha similitud tiene esta perspectiva cultural de la vida después de la muerte que seguramente, los cristianos tomarán para explicar lo que compete a su aspecto.

Este es el final del análisis del libro ''La República'' espero que les haya servido y cualquier cosa, pueden dejar un comentario al final de la pagina. Muchas gracias por leer estos apuntes.









miércoles, 15 de octubre de 2014

Platón - La República (Libro IX: El tirano y los placeres).



Hoy en día, los tiranos son reconocidos por tener gobiernos nefastos y corruptos donde el pueblo es oprimido y despojado de todos sus derechos. Platón en este libro, determina la naturaleza y los deseos de este ciudadano, diciendo que hasta sería capaz de violentar a sus propios padres si es que le fuera necesario para cumplir sus deseos. Un hombre absolutamente despótico que nace del desorden de la democracia y la mala educación de los padres. 

Libro IX

Capítulo I y II
Sócrates-Adimanto
Sobre el hombre tiránico y los deseos

De acuerdo con Sócrates, el hombre tiránico nace del hombre democrático. Al tener el régimen democrático demasiada libertad, la tiranía se hace inevitablemente presente.

Se había establecido que el hombre tiránico en su niñez había sido educado por padres ahorrativos que preferían los deseos orientados a la adquisición del dinero, despreciando lo que tenga que ver con el embellecimiento del cuerpo y la diversión. Sin embargo, cuando este se junta con personas que le inspiran un desprecio a sus padres, entonces éste hombre comienza a caer en los excesos.

Sócrates le pide a Adimanto que imagine al hijo de éste hombre tiránico. Que al mismo tiempo imagine que el hijo pasa la misma crianza que el padre. Los padres por una parte querrán atraerlo hacia los deseos más moderados, mientras que los que sean ajenos a la familia lo atraerán al vicio y la corrupción. Cada uno de estos personajes extraerá lo mejor de éste hijo tirano y lo transformarán en un zángano. Por esto mismo, el hijo tirano al ver que estas dos fuerzas lo exprimen, explota en locura y se entrega a los más impuros deseos.

En cuanto a los placeres y deseos innecesarios, Sócrates dice que existe una regulación por parte de las leyes, o bien por parte de la razón. Por otro lado, estos placeres innecesarios (y que van muchas veces en contra de las leyes) son satisfechos en el mundo de los sueños. Los sueños son el lugar donde los impulsos pueden desatarse sin ningún problema, ya que estos pasan en la mente del ciudadano. Estos sueños motivarían aún más el acto de cometer cosas ilícitas. Sin embargo, si el ciudadano está entregado a los buenos deseos y a los placeres que no están fuera de la ley, pues los sueños serán reparadores y no tendrán la tentación de cometer actos inapropiados.


Capítulo III
Sócrates-Adimanto
Sobre los deseos del hombre tiránico


La naturaleza del hombre tiránico correspondería a un ciudadano que frecuenta las fiestas, los banquetes y cosas por el estilo. Estos deseos pertenecientes a la naturaleza del tirano, lo harán gastar mucho dinero y en consecuencia no poder ahorrarlos o gastarlos de manera inteligente; por lo tanto, todo su capital se verá mermado y sus deseos se mantendrán latentes independientemente que ya no tenga dinero, diciéndolo de otra manera, estos deseos le pedirán más y más gastos. De este modo, el tirano tendrá que robar y violentar para obtener lo que le piden sus deseos.

Serán capaces incluso de atentar contra sus padres para obtener lo que quieren. Cuando haya guerra, defenderá a un tirano a cambio de dinero y cuando haya paz y tranquilidad, se aprovechará para cometer engaños. Si es elegido como gobernador, lo hará ejerciendo la violencia; si no lo eligen, castigará a su pueblo y gobernará por la fuerza con tal de satisfacer sus deseos de gobernante.

Así, los tiranos no gozarían de la confianza de su pueblo ni de la amistad o del amor debido a su naturaleza indeseable. Por lo demás, el tirano estaría esclavizado por los placeres indignos que necesita satisfacer.

Capítulo IV
Sócrates-Glaucón
Sobre la felicidad del tirano


Por lo tanto, un hombre con estas características, no solo recibirá el odio de los demás, sino que también será muy desdichado. Si gobierna la ciudad, la ciudad se volvería tiránica; y así, sería una de las ciudades más desdichadas.

Capítulo V y VI
Sócrates-Glaucón
Sobre la ciudad y la desdicha tiránica


Sócrates comienza a relacionar las características del tirano con las características de la ciudad gobernada por este. Glaucón dice a Sócrates que la ciudad gobernada por el tirano, sería una ciudad esclavizada. No obstante, Sócrates advierte a Glaucón que aún en la ciudad tiránica existen hombres libres, pero estos serían unos pocos. 

Existe una similitud entre esta ciudad y la disposición del alma del tirano. Cuando la ciudad es gobernada por el tirano, se encuentra esclavizada; sin embargo, hay unos pocos hombres libres: éstos hombres libres serían las cosas perversas que gobiernan el alma del tirano. Estas partes son las relacionadas con el desenfreno y la ira.

El alma tiránica al esclavizar al ciudadano, no podrá hacer lo que él quisiera, puesto que está esclavizada. Lo mismo ocurrirá en la ciudad. De este modo, se diría que la ciudad gobernada por el tirano debiera ser pobre, al igual que el alma del tirano.

Aunque queda establecido que el gobernador tiránico es el hombre más desdichado de todos, Sócrates asegura que hay uno aún más desdichado que éste. Estos serían los ciudadanos particulares y ricos porque en efecto, aquellos se parecen al tirano, ya que ejercen un mando sobre sus esclavos, pero estos lo hacen con un menor número en comparación con el gobernador.

Sócrates le dice a Glaucón que este hombre vive con muchos miedos debido a que los esclavos pueden tomar la decisión de liberarse de sus dueños. Entonces, el hombre rico debe transformarse de alguna manera, en adulador de sus esclavos para que estos no se vean en la necesidad de rebelarse; por lo tanto, este sería uno de los más desdichados al tener que verse como esclavo de sus esclavos. 

Capítulo VII, VIII, IX y X
Sócrates-Glaucón
Sobre los tres componentes de la ciudad y el alma

Así como la ciudad se divide en tres especies (racional, irascible y apetitiva), el alma del hombre también. La especie apetitiva es uno de los componentes del alma donde podemos encontrar el ansia de lucro. Ésta característica del alma nos señala que el alma, con respecto a ésta parte, sería amiga de las ganancias.

Ahora, Sócrates trata de determinar que en la ciudad existe una clase de hombres que encajan muy bien con estas especies del alma. 

Especie de alma
Característica
Inclinación
Tipo de hombre
Alma racional.
Conocimiento.
Verdad.
Filósofos.
Alma irascible.
Sentimientos.
Dominación y victoria.
Guerreros.
Alma apetitiva.
Placeres.
Ganancia de lucro.
Ciudadanos.

Capítulo XI
Sócrates-Glaucón
Sobre el placer verdadero


Sócrates menciona que el componente irascible, en cuanto a lograr su acometidos, podría resultar nefasto en el hombre y en la ciudad, sin embargo, si estos acometidos están guiados por la prudencia y la razón, no habría ningún problema en llevarlos a cabo.

Así, si en cada alma la razón no esta presente para guiar sus deseos, entonces estas almas caerán en el exceso de sus propios deseos, pero con la razón podrán encontrar el disfrute de los deseos más elevados.

Por lo tanto, los deseos utilizados con la razón y el alma que tiene una tendencia e inclinación hacia la verdad, será la mejor para gobernar la ciudad. En cambio, la que esta más alejada del raciocinio gobernará de forma tiránica y la que este menos alejada tendrá un gobierno similar a la monarquía. En otras palabras, reafirmaríamos lo que dijimos anteriormente, la vida del tirano es la más desdichada.

En resumen, los placeres que son guiados por la razón, son los placeres verdaderos.


Capítulo XII
Sócrates-Glaucón
Sobre la práctica de la justicia y la injusticia


Una de las primeras afirmaciones que se hicieron en los primeros capítulos de La República, era una que tenía relación con el hombre injusto. ''Resultaría ventajoso que el hombre injusto cometiera injusticias con una apariencia de ser justo''.

Para verificar esto, Sócrates le pide a Glaucón que imagine un ser que pueda cambiar de apariencia cada vez que él quiera. Luego le pide que forme otro ser con forma de león y otro de hombre, pero que la forma de león sea más grande que la del hombre. Finalmente, le pide que reúna los tres seres entre sí.

Si pusiéramos delante de ellos a un hombre injusto, éste propagaría la pelea entre los tres seres de modo que luchen entre sí y se maten. En cambio si fuera un hombre justo el que se pare frente a ellos, propagaría la justicia y le diría al hombre que logre educar a los otros seres de manera apacible para no emprender una lucha entre ellos.

Capítulo XIII
Sócrates-Glaucón
Las disposiciones morales y el gobierno de sí mismo


Para terminar el libro, Sócrates dice que la vida del injusto siempre estará vinculada a la desgracia y a la esclavitud. No es dueño de sí mismo y sus pasiones lo llevarán al desenfreno; por la misma razón, conviene siempre ser un hombre justo, ya que es ésta clase de hombre la que sí es dueña de sí misma y la que vive de mejor manera.


Conclusión

Tanto el hombre injusto como el tirano, serían las personas más desdichadas si se encontraran en una ciudad. Así lo ha demostrado la historia a través de los castigos que se les da a los tiranos; sin embargo, es cierto que hay algunos que parecieran no tener castigo alguno y que siguen gobernando de manera despótica. Finalmente, queda saldado el tema de la injusticia y la justicia y cuál resulta ser más ventajosa. En el próximo libro, veremos asuntos relacionados con la poesía y su relación con la imitación.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Platón - La República (Libro VIII: Las formas de gobierno).


Ya se han establecido las características de los gobernantes como tal. Sabemos que quien conozca la filosofía, es quién puede dirigir mejor el gobierno. Se necesita alguien que pueda conocer el bien en sí mismo y llevar a los demás a contemplar las cosas en sí mismas. De otro modo, tendremos el resultado del desprestigio de dicho hombre y de la filosofía. Solo un alma dotada de buena disposición puede dirigir el mejor de los gobiernos. A continuación, el octavo libro de Platón referente a las formas de gobierno.

Definiciones:

(1) Timocracía: Se deriva de la etimología griega: Timé (honores) y kratia (poder o gobierno). En este gobierno solo pueden gobernar los que tienen grandes honores y grandes propiedades.

(2) Zánganos: Tipos de abeja que no tiene aguijón. Sócrates las relaciona a los mendigos y perezosos.

Libro VIII

Capítulo I y II
Sócrates-Glaucón
Sobre las diversas formas de gobierno


En forma de resumen, la ciudad debería estar conformada por la comunidad de mujeres e hijos, la educación de los jóvenes, las ocupaciones en tiempos de guerra y paz y la milicia.
Con respecto a cada uno de los puntos:
  • Nadie puede tener una propiedad privada y todas las mujeres e hijos deben ser comunes.
  • La educación tomando como eje fundamental las matemáticas y el uso de la dialéctica.
  • Los ciudadanos solo se deben ocupar de su profesión y no de múltiples.
Ya que se describe todo esto de la ciudad, ahora se proponen analizar las formas de gobiernos que existen, y ver si estas son apropiadas para la ciudad.

A continuación nombramos las formas de gobierno nombradas por Sócrates:
  1. El gobierno aristocrático.
  2. El gobierno de los cretenses y lacedemonios.
  3. El gobierno oligárquico (el que tiene más popularidad).
  4. El gobierno democrático (contrario al oligárquico).
  5. El gobierno tiránico.
Las formas de gobierno nacen de las diversas formas de ser del hombre, es decir, del alma de los hombres. Primero nos aparece el gobierno llamado aristocracia donde Platón lo califica de bueno y justo y sus distintas formas degradadas. 

Capítulo III
Sócrates-Glaucón
Sobre el número perfecto y los cambios de la forma de gobierno


Sócrates dice a Glaucón que todo lo que nace está sujeto a corromperse. Entonces los gobiernos, así como el hombre desde su nacimiento, está sujeto a corromperse en algún momento; solo los seres divinos permanecen y nunca sufren cambios, siempre son uno solo debido a que están asignados con un número perfecto.

¿A qué se refiere que estén asignados con un número perfecto e imperfecto? Los seres humanos estamos sujetos a la corrupción y eso significa que cambiamos. Es por eso que estamos asignado con un número imperfecto que está sujeto a la sustracción y a la adición constantemente. La divinidad está asignada con un número perfecto que nunca cambia y siempre permanece siendo el mismo sin estar sujeto a corrupción.

Entonces, existe una discordia entre las distintas razas de la ciudad, puesto que unas crecen y otras estarán sometidas a la pobreza. Al existir una diversidad de ciudadanos, existirá también una guerra entre ellos. Cuando este gobierno se extinga, surgirá uno que está en medio de la aristocracia y la oligarquía.

Capítulo IV
Sócrates-Glaucón
Sobre los sistemas mixtos de gobierno


Considerando que el gobierno timocrático es el gobierno donde mandan los que tienen más honores, este  gobierno no podrá ser posible debido a que están todos mezclados por su diversidad; por lo tanto, se elegirán ciudadanos mediocres y poco ilustrados. 

Estos hombres si estarán ávidos de riquezas como en la oligarquía, pero derrocharán este dinero en placeres ajenos y los ocultarán como verdaderas propiedades privadas. En este punto se puede observar la preponderancia de la pasión y la ambición.


Capítulo V
Sócrates-Adimanto
Sobre el hombre que corresponde al sistema mixto de gobierno


El hombre que correspondería al régimen de gobierno que se desea en la ciudad, debe ser deseoso de honores pero también debe ser obediente hacia la ley. Para hacer esto, la educación de la filosofía y la música es fundamental.  Así, se nos aparece el hombre timocrático que se encuentra en los regímenes timocráticos.

Adimanto le pregunta a Sócrates como podría nacer este hombre. Sócrates le dice que este hombre comienza a conformarse cuando escucha a su madre discutir con su padre porque éste no pertenece a la parte dirigente de la ciudad y esto le hace sentirse humillada. El padre en este aspecto está preocupado de sí mismo, pero no de las riquezas. Los criados convencerán a este joven desde pequeño para que cuando crezca, tome venganza de su padre y no siga su ejemplo.

Debido a la mala influencia que pueden ejercer los terceros, el joven timocrático(1) decidirá por no ser como su padre (quien se preocupaba de si mismo en cuanto al alma) y en cambio querrá obtener riquezas y honores.

Capítulo VI
Sócrates-Adimanto
Sobre la oligarquía


Sócrates llama oligarquía al gobierno basado en las riquezas, sin que el pobre tenga acceso al gobierno. La adicción de las riquezas en la timocracia, conduciría inevitablemente a la oligarquía. Por el contrario, la virtud sufriría un detrimento, ya que en este tipo de gobierno, los honores son atribuidos solamente a las riquezas. Los más ricos son los que pueden gobernar, es decir, el mando del gobierno dependerá de qué tan rico sea el ciudadano que quiere gobernar.

Capítulo VII
Sócrates-Adimanto
Sobre la riqueza y la pobreza en la oligarquía

En la oligarquía, el gobernante es elegido por la cantidad de riquezas que tenga, es decir, no importan las dotes que tenga para dirigir un gobierno, solo importa las riquezas que tenga. Así, sería terrible que un ciudadano que no tenga las habilidades para dirigir un gobierno, dirija este tan solo por que tiene riquezas.

Por otra parte, la ciudad que tenga como gobierno la oligarquía, tendrá que dividirse en dos ciudades. Esto se debe a que al tener una diferencia tan marcada entre ricos y pobres, la ciudad se vería dividida ante esta dos clases antagónicas; una conspiraría en contra de la otra. Sin embargo, si se enfrentan unas con otras, la ciudad se vería expuesta a ser atacada por una ciudad enemiga y así, sufrir su inevitable fin. De este modo, a los pobres se tendrían que sustentar de algún modo ¿de qué modo? Vendiendo todas sus pertenencias. Si lo hacen, no tendrán que trabajar en ningún oficio. Este según Sócrates, es el más grande defecto de la oligarquía.

Capítulo VIII
Sócrates-Adimanto
Sobre la transformación del hombre timocrático en oligárquico


La transición o cambio que hace que el hombre timocrático se transforme en hombre oligárquico, está relacionado con la misma analogía que hacía Sócrates en el capítulo V. 
  • El joven desde un principio tiene un respeto hacia su padre. Pero en cuanto ve que en la ciudad existe riqueza y honores, se vuelve adicto a estos y no deja de obtener dichos bienes.
Es así cómo se forma el hombre oligárquico. El elemento deseante y ambicioso de tener nada más que riquezas, convierte a este hombre timocrático en un hombre oligárquico.


Capítulo IX
Sócrates-Adimanto
Sobre los deseos del hombre oligárquico y su disposición moral


Hay una similitud entre estos dos hombres y es que los dos tienen un amor por las riquezas y no quieren dejarlas. Sócrates dice que esto ocurre por falta de educación y por ende, se crían en este ciudadano, pensamientos parásitos y deseos que son propios del vulgo (el vulgo quiere siempre tener las mayores riquezas). 

Este hombre si bien es cierto, tendrá muchos elogios y será muy respetado. Pero en lo que concierne a las buenas disposiciones del alma estará muy lejos de eso. Su moral se ve opacada por el deseo inexorable de riquezas.

Capítulo X
Sócrates-Adimanto
Sobre el origen de la democracia

La democracia se originaría después de la oligarquía. Esta nacería debido al deseo insaciable de los ciudadanos de obtener riquezas, es decir, lo pobres no aguantarán estar en la misma situación. La solución para pasar de una oligarquía a una democracia sería la promulgación de una ley que obligue a los ciudadanos actuar a favor de la virtud. Así no habría riquezas excesivas y más que al dinero, los ciudadanos se dedicarían a la templanza. 

Entonces la democracia se originaría por la dura batalla que tienen que enfrentar los pobres contra los ricos. Esta es llevada ya sea por medio de las armas o por medio de la intimidación.

Capítulo XI
Sócrates-Adimanto
Sobre la diversidad en el régimen democrático


En este modo de gobierno se pueden encontrar la más diversa de las naturalezas en los hombres debido a que en este sistema de gobierno, la libertad es algo fundamental. Cada cual vive como se le plazca. Por lo tanto, este sería el más bello de los sistemas políticos que existe. 

Capítulo XII y XIII
Sócrates-Adimanto
Sobre las especies del deseo: necesarios, innecesarios e ilegales


Antes de proceder a indagar al hombre democrático, Sócrates comienza a mencionar los deseos necesario, innecesario e ilegales:

  1. Deseos necesarios: Aquellos que no podemos rechazar y su satisfacción nos beneficia.
  2. Deseos innecesarios: Aquellos que se orientan la gasto y no a la adquisición.
  3. Deseos ilegales: Aquellos deseos que trasgreden las leyes y se acercan a la perversión.


Los deseos de riqueza y honores hasta la saciedad, corresponderían al hombre oligárquico mientras que los necesarios a los democráticos. El transito que ocurre para pasar de un hombre oligárquico al democrático, es justamente escoger la virtud como el máximo deseo y despojarse de los otros deseos.

Capítulo XIV
Sócrates-Adimanto
Sobre los excesos de la libertad en la democracia


La democracia también tiene un defecto dice Sócrates a Adimanto. Pero antes de indagar en él, se proponen hacer un sumario de las cosas que desvían a los dos últimos gobiernos mencionados:
  • El bien de la oligarquía es la riqueza, pero el exceso de ésta misma la lleva a la ruina.
  • El bien de la democracia es la libertad, pero el exceso de ésta misma la lleva a la tiranía.
Lleva a la tiranía, ya que la democracia pierde el control de la libertad que le otorga a los ciudadanos, por eso, debe intervenir un tirano a poner orden en la ciudad. En esta libertad, el respeto no existe y el gobernado no muestra ningún respeto por el gobernante, así como el padre no muestra ningún respeto al hijo ni el hijo a su padre, puesto que todo es libertad.


Capítulo XV y XVI
Sócrates-Adimanto
Sobre la raza de hombres producida por la democracia


Así, de la democracia saldría la tiranía, como del exceso de libertad nace la más excesiva esclavitud. Sócrates menciona que hay un tipo de enfermedad que nace de la oligarquía y termina esclavizando a la democracia. Esta enfermedad la traen los hombres perezosos, los hombres que aprovechándose del régimen toman las circunstancias a su favor, y no aportan nada a la ciudad. 

Sócrates lo trata de explicar dividiendo la ciudad democrática en 3 partes:
  1. La primera parte estará compuesta por los ciudadanos licenciosos, los zánganos(2)
  2. La segunda por los ricos (de quien los zánganos se aprovechan).
  3. La tercera es el pueblo quien hace su trabajo con sus propias manos. 
Es el pueblo mismo quien al ver destruida la democracia, hace emerger a un nuevo gobernador para que ponga orden en el desorden que produce el exceso de libertad. 


Capítulo XVII
Sócrates-Adimanto
Sobre la naturaleza del tirano

En un comienzo, cuando el tirano gobierno promete cosas tanto a los públicos como a los privados y los colma de beneficios. Se muestra muy amable y noble en su tarea de reorganizar la ciudad. Luego, éste suscita algunas guerras para que el pueblo sienta la necesidad de que haya un líder que los apoye en una guerra. El tirano eliminará a todo aquél que siga queriendo la libertad que tenía en el régimen anterior. El tirano frecuenta siempre promover guerras.

Capítulo XVIII
Sócrates-Adimanto
Sobre la vida del tirano


El tirano tendría que aniquilar a todo aquel que estuviera contra él, incluyendo a sus ciudadanos si es necesario. Por otra parte, también deberá apoyarse por aliados que le protejan y estos vendrán desde su propia ciudad. A los esclavos los hará ciudadanos para que sean su propia guardia personal.

Conclusión

Estas son en resumen las distintas formas de gobierno que se presentan en una ciudad. De la Timocracia hasta la tiranía. Hoy en día pareciera ser que existen solo tres formas de gobierno, la democracia, la monarquía y la tiranía o como fueron llamadas aquí en América Latina, dictaduras. Es interesante ver como la disposición del alma y de los hombres es la que concibe el futuro régimen que tendrá la ciudad. 

En el próximo libro ahondaremos un poco más en la figura del tirano y en el concepto de los placeres que nos propone Platón.



jueves, 25 de septiembre de 2014

Platón - La República (Libro VII: La alegoría de la caverna).

Quien salga de la caverna podrá entender el concepto de bien.


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La alegoría de la caverna puede ser el legado más preciado de la filosofía idealista. La dualidad que existe entre el mundo sensible e inteligible nos hace pensar en que mundo nos ubicamos. ¿Estamos en el fondo de la cueva viviendo de las imágenes? ¿O contemplamos las cosas en sí mismas, la idea del bien? A modo personal, debo decir que aún estoy en ese mundo de apariencias, que a todo mundo cuesta salir y que incluso, se rehúsa a salir. Veremos en este libro, una de las teorías del conocimiento más asombrosas y las múltiples interrogantes que plantea.

Definiciones: 

(1) Obnubilación: Visión borrosa que se tiene de los objetos.


Referencias:


(1) Los sofistas solían decir que ellos ponían el conocimiento en las almas de los menos doctos, asunto que Sócrates rechazaba.

(2) Lo que quiere decir Platón, es que el ser no está expuesto a la transformación, sino que siempre es uno y está sometido a la permanencia.

(3) Requisito visto en el Libro III sobre los guerreros.

(4) El filósofo alemán Martín Heidegger comentaba a sus alumnos que para convertirse en filósofo se debía estudiar 15 años a los griegos.


Libro VII

Capítulo I
Sócrates-Glaucón


Sócrates comienza a construir la imagen mental del mencionado mito. Aquí va la descripción:
  • Unos hombres atados con cadenas a una pared desde su infancia, y obligados a ver unas imágenes proyectadas en la pared por el fuego.
  • Por detrás de la pared hay unos hombres que transportan objetos de modo que la sombra de estos se proyectan en la pared.


Si analizamos solo esta parte de aquellos hombres, veremos que ellos al estar atados desde su infancia y al ser expuestos a las sombras, toman esta realidad como verdadera. Si tomamos la alegoría de la linea, tendríamos las imágenes como primer objeto de conocimiento.


Capítulo II
Sócrates-Glaucón

¿Que pasaría si se liberara a uno de los prisioneros? Naturalmente, tendría que observar los objetos que le fueron mostrados a través de las sombras, pero esta vez como son en realidad y de manera concreta, es decir, ya los puede tocar. Siguiendo con la alegoría de la linea, tendríamos el segundo nivel que son los objetos materiales.

Sin embargo, si el prisionero fuera más allá de los objetos, se encontraría inevitablemente con la luz del día. Esto naturalmente lo obligaría a volverse rápidamente a contemplar los objetos materiales, ya que la luz del día lo podría enceguecer.

Por lo tanto, el proceso que debe hacer el prisionero hasta llegar al exterior, debe ser gradual y la única forma de poder contemplar los objetos por sí mismos, sería viendo primero dichos objetos a través del reflejo de las aguas. La contemplación abstracta de los objetos a través del reflejo de las aguas, correspondería al tercer nivel, los objetos matemáticos.

Una vez que el prisionero pueda contemplar los objetos por sí mismos gracias a la luz del sol, podrá contemplar también la idea del bien. Y con esto, ya puede obtener las ideas de dicho mundo. No olvidemos que el sol que todo lo ilumina, es a la vez la idea misma del bien.

Ahora, ¿que haría el prisionero que se ha liberado, cuando observe a sus compañeros que quedaron en el fondo de la caverna? Supuestamente, tendría que bajar a liberarlos y a mostrarles, que las cosas que ellos contemplan como sombras, no son más que imágenes que no se asemejan a la realidad. Sin embargo, los que están como prisioneros no le creerían aquella realidad e incluso lo amenazarían de muerte si es que él los suelta de ahí. Además, es más fácil permanecer en el mundo de las imágenes que en el mundo de lo inteligible.



Capítulo III
Sócrates-Glaucón



El arduo trabajo que significa salir de la cueva, es el arduo trabajo para alcanzar la idea del bien. El proceso de pasar de la oscura caverna a la luz del exterior se llama ''obnubilación(1)'' lo mismo para el proceso que significa ir del mundo exterior a la oscura caverna.

Naturalmente, el hombre que contempla el exterior, no querrá obnubilar su alma una vez que esta puede contemplar las cosas en sí. Al contrario, querrá siempre apreciar este tipo de vida. 


Capítulo IV
Sócrates-Glaucón

De este modo, la educación resulta un medio eficaz para salir de esta caverna y con esto, Sócrates quiere decir que el conocimiento reside en el alma y no es adquirido(1). Así como los ojos, el oído tiene sus propias facultades de conocimiento, el alma también tiene las suyas. 
  • Por lo tanto, la educación no es una entrega de conocimientos, sino más bien una evocación de conocimientos.
El alma es considerada como un elemento divino y en lo cual no es posible que en ella, los conocimientos sean agregados. Así, los filósofos que salen de la caverna, no deberían volver a oscurecer su alma en el fondo de la caverna. Sin embargo, Glaucón le pregunta a Sócrates ¿Y que pasará con los prisioneros al fondo de la caverna? ¿No estaremos cometiendo una injusticia al dejarlos ahí cuando podríamos ayudarlos?

Sócrates le dice que aquellos que han alcanzado la contemplación del bien en sí mismo, están obligados a servir al estado y que por medio del ejercicio de este se logre una unidad en el.

Capítulo V
Sócrates-Glaucón


Cuando el filósofo entre a gobernar, se les debe persuadir por medios razonables y justos de modo que no rechacen dicho cargo. Deberán participar de todas las actividades de la ciudad e incluso se tendrán que acostumbrar a estar en la oscuridad con los ciudadanos que aún estén allí, y así, poder ayudarlos a avanzar por medio de la educación.

Capítulo VI
Sócrates-Glaucón


Sócrates y Glaucón se proponen analizar cómo es que el ciudadano puede ascender hacia el mundo de las ideas, considerando que primero está en las tinieblas. Es decir, que el devenir se transforme en ser (2). 

Para lograr la ascensión, la educación debe ser primordial, por lo tanto, la gimnasia y la música debe ser impartidas a los jóvenes desde muy pequeños. Sin embargo, la gimnasia se ocupa de un elemento que nace y que muere, el cuerpo. Similarmente, la música solo da una especie de ordenamiento al ser humano, pero no necesariamente entrega sabiduría. ¿Cual es el tipo de educación que entonces se busca?

Sin duda responde Sócrates, que deben ser las matemáticas el elemento clave a enseñar antes que ningún otro.


Capítulo VII
Sócrates-Glaucón

Dentro de las matemáticas, el cálculo debe ser la materia primordial a la hora de alcanzar el ser y sobre todo primordial para la guerra y la estrategia.  

No obstante, hay cosas que el alma puede ignorar y Sócrates se lo muestra con el ejemplo de los 3 dedos.
  • Tenemos 3 dedos: uno pequeño, uno largo y el del medio.
  • A pesar de sus diferencias, los 3 siguen siendo dedos.
  • El alma no necesita preguntar a la inteligencia si lo son, ya que no son contrarios a un dedo.
  • De esta forma, hay cosas que no suscitan interés al entendimiento.
El alma no necesita de razonamiento para saber que en realidad son dedos, pero si lo necesitará para calcular el tamaño, el grosor, la delgadez y la liviandad de estos.

De aquí se desprenden el conocimiento de lo visible (saber que son dedos sin recurrir al razonamiento) y el conocimiento de lo inteligible (calcular sus dimensiones).



Capítulo VIII
Sócrates-Glaucón


Sócrates comienza el capítulo preguntando a Glaucón a que categoría correspondería el número y la unidad.

Si la unidad es percibida por los sentidos sin ninguna consulta especial al razonamiento, entonces ésta no podría pertenecer al mundo que tiene relación con la esencia (recordemos que contemplar las cosas en sí mismas, significa contemplar su esencia).

Números: se pueden contemplar en sí mismos y no están sujetos al devenir. Pertenecen al mundo inteligible.

Unidad: Se puede dividir y se utiliza en la vida comerciante, está sujeta al devenir. Pertenece al mundo de lo visible.

Así, la enseñanza del calculo y del álgebra, serán las materias imprescindibles para constituir la educación de la ciudad. Se establece como la primera enseñanza de la educación en la ciudad.

Capítulo IX
Sócrates-Glaucón


Sócrates comenta a Glaucón que aún hay una segunda materia a enseñar a los jóvenes que es la geometría. En efecto, la geometría no se ocupa de los asuntos de nacimiento y muerte, la geometría está directamente vinculado a las cosas que no perecen y por eso, esta asociada al mundo inteligible. La esencia no muere. 

Capítulo X
Sócrates-Glaucón


Antes de establecer la astronomía como la tercera enseñanza en la ciudad, Platón dice que se debería anteponer a esta, la enseñanza de la profundidad. Aunque luego, se establece que la astronomía es ''movimiento en profundidad'' y así se conforman las 3 enseñanzas. 

Capítulo XI
Sócrates-Glaucón

No solo basta mirar las estrellas para contemplar la astronomía, es preciso que se valga de cálculos, dimensiones y ejercicios matemáticos para entender los cuerpos celestes. Es por eso que la mera utilización de los sentidos, no nos llevara a contemplar las cosas en sí, ni tampoco nos ayudaría a elevarnos hasta la contemplación del ser. Es el estudio de ésta disciplina la que nos lleva al ser.

Capítulo XII
Sócrates-Glaucón

Muy parecido es el del sonido en relación la astronomía, mientras de manera sensible se perciben los cuerpos celestes, de igual manera se perciben las notas que salen de una guitarra o de un violín. En el sonido se debe llevar a cabo el mismo estudio si se le quiere contemplar en sí mismo.

Capítulo XIII
Sócrates-Glaucón


La dialéctica sería el diálogo que se mantiene en vías de conocer lo que se quiere conocer. Es decir, partir de un principio conocido (saberes previos) para luego someterlo a una creencia (Pístis) hasta llegar al último nivel de conocimiento que sería la ciencia. Su relación con el bien esta vinculado directamente, ya que al partir desde una creencia, estaríamos partiendo desde el nivel de los objetos materiales y así en adelante. Un ejemplo lo pone la alegoría de la línea.


Mundo visible
Mundo inteligible
Dialéctica >>>
Imaginación

(Eikasia)
Creencia

(Pístis)
Razón discursiva o pensamiento

(Dianoia)
Inteligencia

(Nóesis)

Así, la dialéctica sería el proceso con el cual podemos avanzar hacia la inteligencia.

Capítulo XIV
Sócrates-Glaucón

El método dialéctico sería el único recurso para concebir el bien en sí mismo. Así mismo, se separan los dos mundos y se les asigna de la siguiente manera:

Mundo sensible                  Mundo inteligible      
           ↓                                           ↓
     Opinión                            Conocimiento
           ↓                                           ↓
     Devenir                                  Esencia

La dialéctica lleva al hombre a conocer la esencia de las cosas. El hombre quien no pueda observar la esencia de las cosas, estará esclavizado en el mundo de las apariencias y solo podrá ser capaz de concebir la multitud de cosas, en vez de contemplar lo único e inteligible.

En resumen podría quedar un cuadro como el siguiente:

Mundo sensible
Mundo inteligible
D
C
B
A
Imaginación
Creencia
Pensamiento
Inteligencia
Opinión
Conocimiento
Devenir
Esencia

Capítulo XV
Sócrates-Glaucón


Ahora se disponen a describir a los que deben impartir las enseñanzas en la ciudad. Su características son las siguientes:

  • Firmes.
  • Valientes.
  • Bellos en apariencia.
  • Disposición para los estudios.
  • Que aprendan rápido.
  • Que posean buena memoria.
  • Infatigables.
  • Amantes del trabajo.
Todas estas características deben estar en un ciudadano con buena disposición en cuanto al alma y el cuerpo; de lo contrario, este ciudadano podría convertirse en un tirano y de ahí el descrédito a la filosofía.


Capítulo XVI
Sócrates-Glaucón


Sócrates menciona que las disciplinas que se deben aprender son principalmente las matemáticas y se deben impartir sin violencia. Esto es debido a que el alma no puede aprender nada que le sea introducido por la fuerza, el alma concibe mejor los conocimientos en libertad y sin restricciones. De ahí que Sócrates aconseja a Glaucón no instruir a los jóvenes por medio de la violencia.

Para elegir a los mejores en la ciudad, se debe seguir un proceso desde la niñez:
  • Los jóvenes que vean como luchan los guerreros desde un lugar seguro(3) y que se muestren atentos en todo momento, serán seleccionados como los mejores. 
  • Una vez terminado el período de gimnasia obligatoria, se verá la resistencia del joven en cuanto a los estudios. El cansancio y el sueño con enemigos del estudio.
  • Cumplidos los 20 años, estos jóvenes tendrán beneficios y honores que el resto no tendrá.
  • Además tendrá que tener buena capacidad para el diálogo. Como se dio anteriormente, la dialéctica es el proceso que nos lleva a la inteligencia.
Con estás características, se podrán elegir a los mejores para dirigir la ciudad. 

Sin embargo, Sócrates añade que hay un obstáculo en contra de la dialéctica. Estos serían la injusticia y el desprecio hacia la ley. Pondremos un ejemplo:
  • Un niño adoptado que es criado de una buena forma, entre grandes riquezas, lleno de estímulos, rodeado de aduladores y buena familia, una vez que se convierta en hombre ¿acaso no volverá su ira en contra del mundo y en contra de quienes lo engañaron pensando que los padres que tenía eran sus verdaderos padres?

Capítulo XVII
Sócrates-Glaucón


Este hombre en un principio, adoraría más a los padres y personas que lo hayan criado que a los aduladores. Obedecería más a los padres que a los aduladores. Pero si se enterara de la verdad, perdería el respeto por sus padres adoptivos y tendría más cercanía con los aduladores.

¿Cómo se vincula esto con la dialéctica? Desde niños hemos tenido principios sobre lo que es justo y honroso y los respetamos como si fueran nuestros padres. No obstante, existen otros principios que adulan nuestra alma y quieren enajenar el alma para llevarla al mal, pero no lograrán convencer a las almas que se mantengan más firmes con los primeros principios mencionados.

Por lo tanto, esas almas que caigan en esos malos principios, tendrán una disposición negativa en cuanto al respeto y a la obediencia de las leyes. Es por esto que la enseñanza de la dialéctica debe ser firme para que dicho aprendizaje no se vuelque al lado de la injusticia y de esa manera, el hombre desobedezca la ley.

Capítulo XVIII
Sócrates-Glaucón


Así, se debe impartir la dialéctica, y ésta, se debe estudiar mucho más tiempo y con mucha más intensidad que las cosas relacionados con el cuerpo y la gimnasia. El tiempo que se dedicará al ejercicio de  la dialéctica es de 15 años(4). Aquí no se discrimina entre hombres y mujeres, incluso, Sócrates añade la palabra gobernantas en su conversación con Glaucón. Todo esto debe considerar el gobernante filósofo. 

Conclusión

Uno de los conceptos claves para entender la filosofía platónica,''La alegoría de la caverna''. Desde este punto se desprenden las cosas más importantes de la educación, de hecho, muchas cosas que aún hoy en día tratamos de realizar. La enseñanza que se imparte a la fuerza aún es una realidad hoy en Chile y seguramente en muchos otros países, los griegos en cambio, ya sabían desde estos tiempos que el alma no admite nada por la fuerza. Las matemáticas son la asignatura fundamental para alcanzar el bien en sí mismo o como lo dice la alegoría, el mundo de las ideas. 

Quisiera contar en esta conclusión, una experiencia que me ha tocado vivir en un colegio donde la enseñanza se pone cuesta arriba. 

Un día estaba en mi práctica profesional y escuche a un profesor de castellano hablar de la alegoría de la caverna. De pronto, se me ocurrió preguntarle cómo estaba él con sus alumnos y él me dijo...
''Mal. Estos cabros no aprenden nada. Hay algunos que sí, por supuesto, pasarán de curso y podrán graduarse, pero la mayoría no''.

Yo guardé silencio y al tiempo después dijo:
''Están enfrascados en sus celulares, sacándose fotos, grabando videos o jugando video juegos. Viven de las apariencias, les gustan las apariencias, ¡viven de las imágenes!''

Inmediatamente, se me vinieron a la mente la imagen de los prisioneros en el fondo de la caverna contemplando las sombras en la pared. Junto con eso la canción de John Lennon ''Watching the wheels'' la parte de: ''When I tell that I'm doing fine watching shadows on the wall'' (Cuando les digo que estoy bien mirando sombras en la pared), me atreví a preguntar:
''¿No será profesor, que estos chicos al estar asombrados con las imágenes, se encuentran a su vez al final de la caverna de Platón?''
 El me dijo:
''¡Nada más exacto! Somos nosotros los profesores quienes estamos constantemente tratando de enseñarles lo que son las cosas en sí, el lenguaje en sí, el inglés en sí, las matemáticas en sí, la química en sí... pero las imágenes suelen ser más enajenadoras''.
Extrapolando la alegoría, somos los profesores quienes tratamos de enseñar el bien en sí mismo contra alumnos que enceguecidos con el mundo visible, tratan de matarnos y decirnos que no los desatemos de tal mundo... Una analogía para la risa ¿no?

El próximo libro en el que ahondaremos, es el octavo y trata sobre las formas de gobierno.


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