lunes, 11 de noviembre de 2024

Poetas del renacimiento


Dante Alighieri, Francesco Petrarca, Giovanni Boccaccio, Garcilaso de la Vega, William Shakespeare y Miguel Ángel no solo marcaron hitos fundamentales en la literatura occidental, sino que también desempeñaron un papel crucial en el desarrollo del pensamiento filosófico y la exploración de la condición humana. Sus obras reflejan profundas preocupaciones filosóficas sobre la naturaleza del ser, el amor, la moralidad y la relación del ser humano con el mundo y lo divino.


Dante Alighieri, Francesco Petrarca, Giovanni Boccaccio, Miguel Ángel, Garcilaso de la Vega y William Shakespeare

Estudiar a estos autores significa acercarse a un momento clave en la evolución del pensamiento y la literatura, donde las palabras comenzaron a reflejar de manera más íntima las emociones, las ideas y las complejidades de la vida humana. A través de sus textos, encontramos una riqueza que trasciende fronteras y épocas, invitándonos a reflexionar sobre el legado cultural que compartimos.

Dante Alighieri

Dante Alighieri, uno de los poetas más grandes de la historia, en el contexto de la turbulenta política medieval de Florencia, su exilio y su obra maestra, La Divina Comedia. Nacido en 1265 en Florencia, Dante fue moldeado por un entorno cultural en crecimiento y por figuras intelectuales como Brunetto Latini y Guido Cavalcanti. Desde joven, mostró un talento excepcional para la poesía, inspirado por su amor idealizado por Beatrice Portinari, quien se convirtió en un símbolo central en sus escritos.

El conflicto político entre los güelfos (partidarios del Papa) y los gibelinos (simpatizantes del emperador) dominaba Florencia, dando lugar a divisiones internas que culminaron en la facción blanca y negra de los güelfos. Dante, un güelfo blanco, ascendió al poder como prior de la ciudad, pero su oposición al Papa Bonifacio VIII y su papel en el destierro de varios líderes políticos lo convirtieron en blanco de represalias. En 1302, fue acusado de corrupción, exiliado y sentenciado a muerte si regresaba. Aunque rechazó regresar bajo condiciones humillantes, el exilio marcó su vida y lo obligó a vagar por Italia, dependiendo de la generosidad de sus aliados.

La Divina Comedia

Durante su exilio, Dante escribió Comedia, un poema épico que describe un viaje alegórico por el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. La obra combina una visión crítica de la corrupción política y religiosa de su tiempo con profundas reflexiones teológicas y filosóficas. Beatrice aparece como una figura espiritual y guía en su camino hacia la redención. El poema se convirtió en un símbolo de la literatura universal, influyendo en generaciones posteriores. El nombre de ''Divina'' lo había dado el gran poeta Giovanni Bocaccio de quien hablaremos más tarde. 

La obra, escrita entre 1304 y 1321, está dividida en tres partes: Infierno, Purgatorio y Paraíso, cada una con 33 cantos y un canto introductorio, sumando un total de 100. Escrita en terza rima, un esquema métrico único creado por Dante, La Divina Comedia combina elementos de teología cristiana, filosofía medieval, astronomía y mitología. Explora temas como el libre albedrío, el pecado, la redención y la búsqueda de la gloria divina, presentando un viaje simbólico hacia la salvación.

Dante se encuentra perdido en una selva oscura, que simboliza el pecado y la confusión espiritual. Es de noche, y está intentando encontrar una salida cuando llega a los pies de una montaña iluminada por el sol, que representa la redención y la gracia divina. Sin embargo, tres animales simbólicos bloquean su camino: un leopardo, que representa la lujuria; un león, que simboliza el orgullo; y una loba, que encarna la avaricia. Estos animales lo aterrorizan y le impiden avanzar.

En medio de su desesperación, aparece el espíritu de Virgilio, quien se presenta como un guía enviado por Beatriz, el amor idealizado de Dante. Virgilio explica que Beatriz, desde el Paraíso, le ha encomendado la tarea de acompañar a Dante a través del Infierno y el Purgatorio, hasta que ella misma pueda guiarlo en el Paraíso. Virgilio, símbolo de la razón y la sabiduría clásica, ofrece su ayuda a Dante, quien lo reconoce como uno de los más grandes poetas de la historia.

El Infierno describe nueve círculos donde los pecadores sufren castigos proporcionales a sus faltas, guiado por Virgilio, símbolo de la razón. 

Dante describe el Infierno como un embudo formado por nueve círculos concéntricos, cada uno dedicado a un tipo de pecado específico, con castigos que reflejan la gravedad de las faltas cometidas. 

El primer círculo, conocido como el Limbo, alberga a los no bautizados y a los virtuosos paganos que vivieron antes de Cristo. Aunque no sufren tormentos físicos, estas almas experimentan una tristeza eterna al estar privadas de la visión de Dios. Este espacio es melancólico, iluminado apenas por la luz de la razón y la virtud natural. Aquí residen grandes figuras como Virgilio, Homero, Horacio, Ovidio, Sócrates y Aristóteles, quienes representan la sabiduría humana sin la gracia divina, un tema que invita a reflexionar sobre la relación entre la razón y la fe. También se encuentran Avicena (Ibn Sina) y Averroes (Ibn Rushd), reconocidos como grandes filósofos y médicos cuyas obras tuvieron un impacto duradero en la escolástica medieval. Su presencia en el Limbo no implica condenación, sino una melancólica exclusión del Paraíso debido a la falta de bautismo.

En el segundo círculo se encuentran los lujuriosos, aquellos que sucumbieron a sus pasiones carnales. Son castigados siendo arrastrados perpetuamente por una tormenta violenta, que simboliza la incontrolable fuerza de sus deseos en vida. Entre estas almas destacan Cleopatra, Helena de Troya, Tristán y otros personajes asociados a historias de amor y deseo. Este círculo aborda la fragilidad humana frente a los impulsos emocionales y físicos. 

El tercer círculo está reservado para los glotones, quienes en vida se entregaron a excesos de comida y bebida. Su castigo consiste en yacer bajo una lluvia helada y putrefacta, mientras son atormentados por el monstruo Cerbero. Este tormento refleja el vacío de su indulgencia en vida y su desconexión de los valores espirituales. Aquí, Dante plantea preguntas sobre el equilibrio entre los placeres materiales y las virtudes espirituales.

En el cuarto círculo, los avaros y los pródigos son castigados por su mal uso de las riquezas. Ambos grupos deben empujar enormes pesos en direcciones opuestas, chocando entre sí eternamente. Este castigo simboliza el desequilibrio y el caos causado por sus extremos en vida, destacando cómo la obsesión con los bienes materiales corrompe el alma y la sociedad. Nicolás III está enterrado cabeza abajo en un agujero, con las plantas de los pies ardiendo. Este castigo simboliza su avaricia y el uso indebido de su posición para obtener ganancias materiales. Cuando Dante lo encuentra, Nicolás espera la llegada de otros papas simoníacos, como Bonifacio VIII. Clemente V también es predicho como uno de los futuros ocupantes del Infierno por su corrupción y su sumisión al rey de Francia, Felipe IV.

El quinto círculo castiga a los iracundos y a los perezosos. Los primeros están sumergidos en el río Estigia, luchando constantemente entre ellos, mientras los perezosos permanecen sumergidos bajo las aguas, atrapados en su inacción eterna. Este círculo pone de relieve las consecuencias destructivas de las emociones no controladas y la apatía, ofreciendo una reflexión sobre la importancia del autocontrol y la acción en la vida.

En el sexto círculo se encuentran los herejes, aquellos que rechazaron la fe y promovieron ideas contrarias a la doctrina cristiana. Son castigados en tumbas ardientes, símbolo de la condenación eterna de sus creencias erróneas. Este círculo no solo castiga la desviación doctrinal, sino que también explora el conflicto entre la libertad de pensamiento y la fe dogmática.

El séptimo círculo está reservado para los violentos, divididos en tres anillos según el tipo de violencia cometida. Los que cometieron violencia contra otros hierven en un río de sangre custodiado por centauros. Los suicidas son transformados en árboles perpetuamente atormentados por Harpías, mientras que los que pecaron contra Dios y la naturaleza son castigados bajo lluvias de fuego. Este círculo aborda los límites del daño que el ser humano puede infligir a los demás, a sí mismo y al orden divino. Uno de los personajes más destacados en este anillo es Pier delle Vigne, un consejero de la corte de Federico II que, tras ser acusado injustamente de traición, se quitó la vida. Dante se detiene para hablar con Pier, quien lamenta su trágico destino y explica cómo la desesperación lo llevó al suicidio.

El octavo círculo, conocido como Malebolge, alberga a los fraudulentos. Este espacio está dividido en diez fosos, cada uno con castigos específicos para diferentes tipos de engaño: seductores, adivinos, hipócritas, falsificadores y otros. Aquí, Dante explora la corrupción moral y social causada por la deshonestidad y el abuso de la confianza, temas profundamente relevantes en el ámbito ético y político.

Finalmente, el noveno círculo, el más profundo, está reservado para los traidores. Congelados en el lago Cocito, estas almas representan el grado máximo de pecado según Dante, ya que traicionaron la confianza sagrada. En el centro del Infierno reside Lucifer, quien mastica eternamente a los tres grandes traidores de la historia cristiana según Dante: Judas Iscariote, Bruto y Casio. Este círculo culmina la reflexión filosófica y teológica sobre la gravedad de las acciones humanas y su impacto en el orden divino y social. Dante ubica a Mohammed, el profeta fundador del islam, y a su yerno Alí, una figura central en la tradición islámica chiita en este círculo. Según Dante, Mahoma es castigado como un divisor de la unidad espiritual, reflejando la perspectiva cristiana de la época que consideraba al islam como una ruptura de la fe verdadera.

Existen personajes que no son nombrados en circulos específicos, pero que igualmente se encuentran en el infierno. Es el caso de Felipe, el Hermoso, quien es condenado como falso monedero, es decir, falsificador de monedas. Podríamos suponer que se encontraría en el octavo círculo considerando dicho crimen. 

En el mismo canto XIX, Dante reprocha a Constantino I la conocida ''Donación de Constantino'' que en verdad fue un documento falso identificado por Lorenzo de Valla entre otros renacentistas. Recordemos que este documento supuestamente entregaba todo el poder del emperador al papa: una donación que Constantino I habría hecho en su tiempo. 

El Purgatorio representa un proceso de purificación en una montaña que Dante escala para expiar sus errores, reflexionando sobre la moralidad humana. 

La montaña del Purgatorio está dividida en tres secciones principales. Primero, el Ante-Purgatorio, donde permanecen las almas que retrasaron su arrepentimiento, como los excomulgados o aquellos que murieron violentamente pero lograron arrepentirse al final de sus vidas. Estas almas esperan pacientemente su turno para comenzar el proceso de purificación. Luego, el cuerpo principal del Purgatorio está formado por siete coros, cada uno dedicado a purgar uno de los siete pecados capitales: orgullo, envidia, ira, pereza, avaricia, gula y lujuria. Cada pecado tiene un castigo simbólico que refleja el camino hacia la corrección espiritual; por ejemplo, los orgullosos cargan pesadas piedras para aprender la humildad, mientras que los envidiosos tienen los ojos cosidos, obligándolos a reflexionar sobre su incapacidad de alegrarse por los demás en vida. 

El Purgatorio está marcado por un ambiente de constante movimiento y esfuerzo, pero también de esperanza y reconciliación. Las almas, conscientes de su destino celestial, abrazan sus sufrimientos como una forma de alcanzar la plenitud espiritual. La descripción de Dante subraya el poder del arrepentimiento, el valor del esfuerzo moral y la certeza del amor divino que guía a las almas hacia la salvación.

Finalmente, el Paraíso muestra nueve esferas celestiales y culmina con la visión de Dios y el misterio de la Trinidad, descritos con un lenguaje místico que enfatiza la trascendencia.

En el Primer Cielo, la Luna, Dante encuentra a las almas de aquellos que no pudieron cumplir sus votos debido a circunstancias externas, como Piccarda Donati, quien representa la devoción truncada, y la emperatriz Constanza de Sicilia. Estas figuras destacan la importancia del compromiso espiritual y la fortaleza frente a las adversidades externas.

El Segundo Cielo, Mercurio, está habitado por las almas de los ambiciosos que buscaron el bien, pero motivados por la fama terrenal. Entre ellos está el emperador Justiniano I, quien reflexiona sobre la justicia y el legado del Imperio Romano, subrayando el papel de la historia en el plan divino.

En el Tercer Cielo, Venus, residen las almas amorosas, aquellas que amaron con intensidad y dirigieron ese amor hacia Dios. Carlos Martel de Anjou y Cunizza da Romano son algunos de los personajes que aparecen aquí, mostrando cómo el amor, cuando se redime, puede convertirse en una fuerza divina.

El Cuarto Cielo, el Sol, está dedicado a los sabios y teólogos que iluminaron a la humanidad con su conocimiento. Dante conversa con figuras como Santo Tomás de Aquino y San Buenaventura, quienes representan dos órdenes religiosas distintas pero complementarias. Otros sabios como Boecio e Isidoro de Sevilla también residen en este cielo, destacando la importancia de la sabiduría como un camino hacia lo divino.

En el Quinto Cielo, Marte, se encuentran las almas de los valientes, mártires y guerreros de la fe. Cacciaguida, el antepasado de Dante, aparece aquí para motivarlo a perseverar en su misión poética y moral, mientras reflexiona sobre la decadencia de Florencia.

El Sexto Cielo, Júpiter, está reservado para los gobernantes justos, aquellos que administraron con rectitud y promovieron el bienestar común. Figuras como el rey David y el emperador Trajano, símbolo del poder justo, destacan en esta esfera, donde se celebra la virtud de la justicia como una manifestación del orden divino.

En el Séptimo Cielo, Saturno, habitan los místicos y contemplativos, quienes dedicaron sus vidas a la meditación espiritual. San Benito de Nursia es la figura principal aquí, reflexionando sobre la degeneración de los valores monásticos y recordando la importancia de la conexión directa con Dios.

El Octavo Cielo, las Estrellas Fijas, está lleno de almas que simbolizan las virtudes teologales. Aquí Dante encuentra a San Pedro, San Juan Evangelista y Santiago el Mayor, quienes lo examinan sobre la fe, la caridad y la esperanza, respectivamente. Este cielo representa la culminación de las virtudes que guían al alma hacia la salvación.

En el Noveno Cielo, el Primer Móvil, Dante contempla el orden cósmico y los coros angélicos que dirigen el movimiento del universo. Este cielo simboliza la cercanía máxima al Empíreo, donde reside Dios.

Finalmente, en el Empíreo, Dante alcanza la Rosa Celestial, el reino eterno de las almas redimidas. Aquí se encuentra con Beatriz por última vez, quien culmina su papel como guía. San Bernardo de Claraval lo acompaña en los momentos finales, guiándolo en la contemplación de la Virgen María y, finalmente, de la luz divina. La Virgen María es la figura central de la Rosa Celestial, representando la intercesión entre la humanidad y Dios.

El Paraíso, con sus personajes, no solo celebra la diversidad de las virtudes humanas, sino que también invita a reflexionar sobre el amor, la justicia, el conocimiento y el sacrificio como caminos hacia la unión con Dios. A través de estos encuentros, Dante construye una visión del destino último del alma, un lugar de eterna bienaventuranza y reconciliación con lo divino.

Beatriz

Beatriz fue una mujer real, hija de Folco Portinari, a quien Dante conoció en Florencia cuando ambos eran niños. Según las descripciones de Dante, se vieron por primera vez cuando él tenía nueve años, un encuentro que marcó profundamente su vida. Aunque Dante y Beatriz nunca tuvieron una relación amorosa en el sentido convencional, su imagen quedó idealizada en el corazón del poeta. Beatriz murió joven, en 1290, lo que intensificó su importancia en la memoria y la imaginación de Dante.

En La Divina Comedia, Beatriz desempeña un papel crucial como guía espiritual. Representa la gracia divina que ayuda al alma humana a elevarse hacia Dios. Aunque Virgilio guía a Dante a través del Infierno y el Purgatorio, es Beatriz quien lo lleva por el Paraíso, simbolizando la luz de la verdad y el amor divino. En el Empíreo, Beatriz deja de ser su guía, pero su misión se cumple al llevar a Dante a la contemplación de Dios.

El Italiano

Dante escribió en italiano vulgar, específicamente en el dialecto toscano, en lugar de usar el latín, que era el idioma literario predominante de su época. Esto marcó un hito en la literatura, elevando el italiano vulgar como una lengua literaria y accesible para un público más amplio. Creó y utilizó la terza rima, una forma métrica compuesta por tercetos encadenados con el esquema de rima ABA BCB CDC, que aporta un flujo continuo y musicalidad a su poesía.

Un ejemplo lo tenemos en la misma Divina Comedia:

Nel mezzo del cammin di nostra vita,
mi ritrovai per una selva oscura,
ché la diritta via era smarrita.

Ahi quanto a dir qual era è cosa dura
esta selva selvaggia e aspra e forte
che nel pensier rinova la paura!

Tant’ è amara che poco è più morte;
ma per trattar del ben ch’i’ vi trovai,
dirò de l’altre cose ch’i’ v’ho scorte.

El primer terceto: ABA ("vita" rima con "smarrita", "oscura" queda abierta para conectar con el siguiente terceto). El segundo terceto: BCB ("oscura" rima con "dura", y "forte" queda abierta). El tercer terceto: CDC ("forte" rima con "morte", y "trovai" queda abierta).



Francesco Petrarca

Francesco Petrarca, conocido comúnmente como Petrarca, fue un poeta, erudito y pensador italiano nacido el 20 de julio de 1304 en Arezzo, Italia. Hijo de un notario exiliado, creció en Aviñón (Francia), donde la corte papal residía temporalmente, y donde Petrarca vivió una parte importante de su vida. Este ambiente culturalmente vibrante y políticamente complejo influyó en su formación intelectual.

A lo largo de su vida, Petrarca se destacó por su devoción al estudio de los textos clásicos, lo que lo convirtió en una figura central en el Renacimiento temprano. Su pasión por la antigüedad y su trabajo en la recuperación de manuscritos perdidos contribuyeron al renacimiento del pensamiento clásico.

Petrarca es considerado uno de los precursores del humanismo renacentista. Creía en la importancia del individuo, la introspección y el estudio crítico de las obras antiguas. Su interés por los textos de autores romanos como Cicerón y Virgilio lo llevó a desarrollar una visión más secular y personal de la vida, que influyó profundamente en los pensadores renacentistas.

Fue también un crítico de las instituciones medievales, incluidas las eclesiásticas, pero sin dejar de ser profundamente religioso. Este equilibrio entre lo terrenal y lo espiritual se refleja en su obra.

La poesía de Petrarca está marcada por su delicadeza, introspección y profunda emoción. Es particularmente famoso por su obra "Canzoniere" (Cancionero), una colección de más de 300 poemas, principalmente sonetos, dedicados a una mujer idealizada llamada Laura, a quien amó profundamente aunque probablemente su relación fue más platónica que real.

Laura

Laura fue la inspiración central en la obra de Francesco Petrarca, especialmente en su famosa colección de poemas, el "Canzoniere" (Cancionero). Aunque su identidad real ha sido motivo de debate, se cree que Laura podría haber sido Laura de Noves, una mujer casada que Petrarca habría conocido en Aviñón en 1327. Sin embargo, para el poeta, Laura no era solo una persona real, sino un símbolo que trascendía lo terrenal.

Humanismo

Petrarca creía que la antigüedad clásica contenía enseñanzas universales sobre ética, virtudes y belleza que podían enriquecer la vida contemporánea. A diferencia de la teología medieval que subordinaba el conocimiento al dogma, el humanismo de Petrarca ponía el énfasis en el autoconocimiento y en el estudio crítico de los textos antiguos. Obras como las cartas de Cicerón y los poemas de Virgilio fueron fundamentales en su pensamiento, inspirándolo a recuperar y difundir manuscritos olvidados en monasterios y bibliotecas, un esfuerzo que influyó profundamente en los intelectuales renacentistas.

El sentido de la vida del ser humano se encontraría más en las artes que en las ciencias exactas, que, por cierto, nos hablan de forma mucho más elocuente del sentido de la naturaleza.

Poesía

Aunque no inventó el soneto, Petrarca lo perfeccionó y lo convirtió en la forma lírica más reconocida de la tradición occidental. Su estructura de dos cuartetos y dos tercetos, con un esquema rítmico armonioso (ABBA ABBA en los cuartetos, seguido de CDE CDE o variantes en los tercetos), proporcionó un marco ideal para expresar ideas complejas en un espacio reducido. Su capacidad para combinar la musicalidad con la profundidad conceptual convirtió al soneto en una herramienta literaria inmortal.

Cuartetos
Erano i capei d'oro a l'aura sparsi
che 'n mille dolci nodi gli avvolgea,
e 'l vago lume oltre misura ardea
di quei begli occhi, ch'or ne son sì scarsi.

E 'l viso di pietosi color' farsi,
non so se vero o falso, mi parea:
i' che l'esca amorosa al petto avea,
qual meraviglia se di subito arsi?

Tercetos
Non era l'andar suo cosa mortale,
ma d'angelica forma, e le parole
sonavan altro che pur voce umana.

Uno spirto celeste, un vivo sole
fu quel ch'i' vidi: e se non fosse or tale,
piaga per allentar d'arco non sana.


Este poema refleja perfectamente el estilo de Petrarca: introspectivo, idealizado y lleno de imágenes simbólicas que exploran el amor terrenal y espiritual.


Giovanni Bocaccio

Boccaccio nació en Certaldo o quizás en Florencia, en el seno de una familia burguesa. Su padre, un comerciante y banquero, lo envió a Nápoles a estudiar comercio y derecho, pero Boccaccio pronto se inclinó por las letras y los estudios clásicos. En Nápoles, se sumergió en el ambiente cortesano y cultural, que influiría profundamente en su obra.

El contexto de su tiempo estuvo marcado por la peste negra, las luchas políticas entre güelfos y gibelinos, y la creciente influencia de la cultura clásica en el pensamiento europeo. Estas experiencias moldearon su visión del mundo y su obra literaria.

Boccaccio fue uno de los precursores del humanismo renacentista, compartiendo con Petrarca la fascinación por los textos de la antigüedad clásica. Recuperó y estudió obras de autores latinos y griegos, promoviendo un enfoque más secular y terrenal en la literatura. Creía en el valor de la experiencia humana como tema central de las narraciones y en la importancia del individuo en el contexto histórico.

En sus obras, Boccaccio exploró las relaciones humanas, el amor, la fortuna, y el ingenio como temas principales, alejándose de la literatura moralizante medieval.

Decameron

El Decamerón, o el príncipe Galeotto escrita entre 1349 y 1353, es una de las obras maestras de la literatura italiana y un hito en la transición del pensamiento medieval al renacentista. La obra consta de una colección de 100 cuentos narrados por diez jóvenes (siete mujeres y tres hombres) que se refugian en una villa campestre cerca de Florencia para escapar de la peste negra que asola la ciudad. Durante diez días, cada uno cuenta una historia diaria, abordando temas que van desde el amor, el ingenio y la fortuna hasta la corrupción e hipocresía del clero y la sociedad.

El contexto histórico de la peste le da al Decamerón una atmósfera de urgencia y carpe diem, reflejando un deseo de disfrutar la vida en medio de la muerte y el caos. Los cuentos combinan humor, erotismo y crítica social, destacando el ingenio humano frente a la adversidad. La obra es pionera en la literatura por su enfoque en personajes comunes y sus problemas cotidianos, alejándose de las narrativas heroicas de la época medieval.

Boccaccio utiliza un lenguaje claro y directo, con descripciones vívidas que capturan la psicología de sus personajes. Su estilo narrativo influenció enormemente a autores posteriores, como Geoffrey Chaucer en Los cuentos de Canterbury y William Shakespeare en el desarrollo de sus tramas.

El Decamerón no solo es una celebración del arte de contar historias, sino también una reflexión sobre la condición humana, la fragilidad de la vida y las contradicciones de la naturaleza humana. Es un testimonio del poder de la narración como consuelo en tiempos de crisis y un retrato de una sociedad en transición hacia el Renacimiento.

Poesía

Una de las aportaciones más destacadas de Boccaccio a la poesía italiana es su uso del octavo real (ottava rima), una estrofa compuesta por ocho versos endecasílabos con un esquema de rima ABAB ABCC. Este esquema se convirtió en un modelo estándar para los poemas épicos italianos durante el Renacimiento.

"Poi quando il primo raggio apparì chiaro
e il mattiniero al suo cammino sprona,
levò il grido ciascuno alto e sonoro,
la tromba suonò e si spezzò la zona.
I destrier da la stalla ognun dichiaro
fuor trasson prestamente in su la prona,
ove s’armar fuor con grande fretta
per la battaglia la gente eletta."

Estas formas se basaban en tradiciones épicas latinas, adaptadas al contexto vernáculo italiano.

Fiametta

Giovanni Boccaccio, al igual que Petrarca con Laura, tuvo una musa que inspiró gran parte de su obra: Fiammetta. Aunque la verdadera identidad de Fiammetta ha sido objeto de debate, se cree que pudo haber sido Maria d'Aquino, una hija ilegítima del rey Roberto de Nápoles, con quien Boccaccio habría tenido una relación amorosa durante su estancia en la corte napolitana.

Fiammetta aparece de forma recurrente en las obras de Boccaccio, especialmente en textos como "Elegía de Madonna Fiammetta" y "El Filocolo". En estas obras, Fiammetta es retratada como una figura compleja: una amante idealizada, pero también una mujer real con emociones humanas, lo que refleja el enfoque humanista de Boccaccio hacia la literatura.

A diferencia de Laura, la musa de Petrarca, que es presentada como un ideal casi inalcanzable, Fiammetta es una figura más cercana y realista, con defectos y contradicciones que enriquecen su carácter.

Hasta aquí tendríamos descrito a las conocidas ''Tres Coronas'' italianas de la literatura renacentista.

Miguel Ángel

Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564) fue un artista polifacético del Renacimiento italiano, reconocido por sus destacadas contribuciones en escultura, pintura, arquitectura y poesía. Su obra refleja una profunda comprensión de la anatomía humana, una habilidad técnica excepcional y una creatividad que ha influido en generaciones posteriores.

En el ámbito de la escultura, Miguel Ángel es célebre por obras monumentales que capturan la esencia del humanismo renacentista. Entre sus creaciones más destacadas se encuentran el "David", una escultura de mármol de 5,17 metros que representa al joven David antes de enfrentarse a Goliat, simbolizando la fuerza y la belleza del cuerpo humano. Otra obra notable es "La Piedad", ubicada en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, que muestra a la Virgen María sosteniendo el cuerpo de Cristo después de la crucifixión, destacando por su emotividad y detallado trabajo en mármol.

Aunque se consideraba principalmente escultor, las contribuciones de Miguel Ángel a la pintura son igualmente significativas. Encargado por el Papa Julio II, pintó el techo de la Capilla Sixtina entre 1508 y 1512, un monumental trabajo que incluye escenas del Antiguo Testamento, siendo "La Creación de Adán" una de las imágenes más reconocidas. Posteriormente, entre 1536 y 1541, realizó "El Juicio Final" en la pared del altar de la misma capilla, representando la segunda venida de Cristo y el juicio de las almas, destacando por su dinamismo y complejidad compositiva.

Poesía

Miguel Ángel Buonarroti, además de ser un destacado escultor, pintor y arquitecto del Renacimiento, también incursionó en la poesía, dejando aproximadamente 300 composiciones, principalmente sonetos y madrigales. Sus poemas abordan temas como el amor platónico, la espiritualidad, la naturaleza del arte y la mortalidad, reflejando sus profundas reflexiones personales y filosóficas. Una parte significativa de su poesía está dedicada a Vittoria Colonna, una noble italiana con quien compartía una estrecha amistad y afinidad espiritual, explorando en estos escritos la búsqueda de la belleza divina y la conexión entre el amor y la fe. Además, sus poemas ofrecen meditaciones sobre el proceso creativo y las dificultades inherentes al oficio artístico, como se evidencia en el soneto donde describe las penalidades sufridas al pintar los frescos de la Capilla Sixtina.

Aunque no publicó sus poemas en vida, estos fueron recopilados y editados póstumamente, permitiendo apreciar una faceta más íntima y reflexiva de su genio multifacético. La poesía de Miguel Ángel, influenciada por escritores como Dante Alighieri y Francesco Petrarca, se caracteriza por una expresión directa y sincera, con un lenguaje que transmite intensa emotividad y profundidad reflexiva, enriqueciendo la comprensión de su legado artístico y humano.

Garcilaso de la Vega

Garcilaso de la Vega (1501-1536) fue un destacado poeta y militar español del Renacimiento, cuya obra tuvo una influencia significativa en la literatura en lengua castellana.

Nacido en Toledo, Garcilaso provenía de una familia noble y desde joven estuvo vinculado a la corte del emperador Carlos I. Participó en diversas campañas militares, incluyendo la expedición a Rodas en 1522 y la Jornada de Túnez en 1535, donde resultó herido. Su vida militar y cortesana influyó notablemente en su producción poética.

Aunque su producción poética es relativamente breve, Garcilaso es considerado uno de los principales introductores de las formas poéticas italianas en España, como el soneto, la égloga y la canción. Su poesía se caracteriza por la influencia de Petrarca y la tradición clásica, adaptando estas formas al castellano con gran maestría.

Sus poemas abordan temas como el amor, la naturaleza y la mitología, reflejando una sensibilidad renacentista y una profunda introspección. El estilo de Garcilaso se distingue por su elegancia, musicalidad y uso innovador del lenguaje, lo que le ha valido un lugar destacado en la historia de la literatura española.

La obra de Garcilaso de la Vega sentó las bases para el desarrollo de la lírica renacentista en España, influyendo en poetas posteriores y consolidando el uso de formas italianas en la poesía castellana. Su legado perdura como un referente de la poesía clásica española.

Poesía

La poesía de Garcilaso de la Vega se caracteriza por la adopción de formas poéticas del Renacimiento italiano, que adaptó con maestría al castellano. Entre sus composiciones más destacadas se encuentran los sonetos, las églogas, y las canciones y elegías, que marcaron un cambio significativo en la lírica española. Escribió 40 sonetos, los cuales siguen la estructura clásica de 14 versos endecasílabos organizados en dos cuartetos y dos tercetos. Los esquemas de rima más comunes en sus sonetos son ABBA ABBA CDE CDE, aunque también utilizó variantes. Estas composiciones, de gran musicalidad, exploran temas como el amor idealizado y el conflicto emocional.

Las églogas de Garcilaso, tres en total, son una de las cumbres de su obra. Estas largas composiciones pastoriles presentan a personajes que, en un entorno bucólico, reflexionan sobre el amor y la naturaleza. Están escritas en endecasílabos y utilizan la estancia, una forma de estrofa larga con rima irregular que permite gran flexibilidad expresiva. En estas composiciones, Garcilaso combina la descripción de paisajes idílicos con una introspección emocional profunda, logrando una armonía entre lo humano y lo natural.

Por otro lado, sus canciones y elegías destacan por la incorporación de la lira, una estructura métrica que alterna versos heptasílabos (7 sílabas) y endecasílabos (11 sílabas) con un esquema de rima típico: 7a 11B 7a 7b 11B. Esta forma métrica, que aprendió de los italianos, permitió a Garcilaso introducir un tono más melódico y reflexivo en sus composiciones. Su lenguaje claro, armonioso y cargado de imágenes pastoriles y mitológicas refuerza el carácter renacentista de su obra.

La estructura de la poesía de Garcilaso, unida a su capacidad para transmitir emociones universales, consolidó su posición como una de las figuras más importantes del Renacimiento español. Su obra marcó un punto de inflexión en la lírica española, influyendo en generaciones posteriores de poetas y estableciendo un modelo de equilibrio y belleza que aún se estudia y admira.

Veamos un ejemplo de su poesía:

Soneto XXIII

En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;

y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena;

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.

Este soneto aborda el tema del carpe diem (aprovechar el momento), alentando a disfrutar de la juventud y la belleza antes de que el tiempo, inevitablemente, las despoje. El poema utiliza imágenes de la naturaleza (la rosa y la azucena) para simbolizar la frescura y la pureza de la juventud. También es característico el tono melancólico al aludir a la fugacidad de la vida y al paso del tiempo, un tema central en la poesía renacentista.


William Shakespeare

Nombre

El nombre "William Shakespeare" tiene raíces en la tradición onomástica inglesa. El apellido "Shakespeare" se registra desde 1248 y se interpreta comúnmente como "el que agita la lanza" o "lancero". Este tipo de apellido era común en Inglaterra, con ejemplos como "Shakelance" (1275) y "Shakeshaft" (1332). El verbo "shake" en inglés antiguo también significaba "brandir o agitar un arma", lo que refuerza esta interpretación.

En cuanto al nombre de pila, "William" es una forma inglesa del nombre germánico "Wilhelm", compuesto por "wil" (voluntad o deseo) y "helm" (casco o protección), significando "protector decidido" o "voluntad de proteger".

Por lo tanto, el nombre completo "William Shakespeare" podría interpretarse como "el protector decidido que agita la lanza", reflejando una combinación de cualidades de protección y destreza marcial. 

Vida y obra

Nació en Stratford-upon-Avon, un pequeño pueblo en Inglaterra, hijo de un comerciante acomodado, John Shakespeare, y Mary Arden, de una familia terrateniente.

Se casó con Anne Hathaway en 1582, con quien tuvo tres hijos. Poco se sabe con certeza sobre su juventud y primeros años de vida, un período conocido como los "años perdidos". Hacia finales de la década de 1580 o principios de la de 1590, Shakespeare se trasladó a Londres, donde comenzó su carrera como dramaturgo y actor, vinculado al teatro Lord Chamberlain's Men, que más tarde se convertiría en King's Men bajo el patrocinio del rey Jacobo I.

Drag queen

Shakespeare tiene una conexión indirecta pero significativa con los orígenes de lo que hoy conocemos como "drag". Durante el período isabelino, cuando Shakespeare escribía y producía sus obras, las mujeres no tenían permitido actuar en el teatro en Inglaterra. Esto significaba que los papeles femeninos en las obras de teatro, incluidas las de Shakespeare, eran interpretados por hombres jóvenes o adolescentes, que vestían y actuaban como mujeres. Esta práctica teatral de cross-dressing (vestirse con ropa del género opuesto) es una de las primeras formas documentadas de hombres actuando en "drag".

Shakespeare aprovechó esta convención teatral en sus obras, escribiendo personajes femeninos interpretados por hombres que, a su vez, se disfrazan de hombres dentro de la historia. Esto ocurre en obras como:

Twelfth Night (Noche de Reyes): En esta comedia, el personaje de Viola se disfraza de hombre, lo que crea confusiones románticas y situaciones cómicas. En el contexto isabelino, un actor masculino interpretaba a Viola, quien luego se disfrazaba de hombre, generando una capa adicional de ambigüedad de género.

As You Like It (Como gustéis): Rosalind, la protagonista, también se disfraza de hombre. En su época, un actor masculino interpretaba a una mujer que, dentro de la obra, se disfrazaba de hombre, produciendo juegos de género y de identidad que Shakespeare exploró ampliamente.

Esta práctica isabelina de representar personajes femeninos con hombres jóvenes en trajes y comportamientos femeninos influyó en cómo se entendía el concepto de género en el teatro y, eventualmente, en el entretenimiento en general. Aunque el término "drag" no se originó directamente en la época de Shakespeare, su trabajo contribuyó a una tradición de cross-dressing teatral que allanó el camino para el desarrollo de la cultura de drag en los siglos posteriores. Además, la obra de Shakespeare, con su exploración de identidad, género y deseo, sigue siendo una referencia cultural para el drag moderno, que celebra la fluidez y la performance de género.

Poesía

Shakespeare es conocido por su uso magistral del verso blanco (iambic pentameter), un tipo de poesía sin rima que le permitió expresar la intensidad emocional de sus personajes. Sus sonetos combinan estructuras meticulosamente rítmicas con una exploración profunda de las emociones humanas.

Por ejemplo, el Soneto 18 ("Shall I compare thee to a summer's day?") es una celebración del amor y la belleza, mientras que el Soneto 73 reflexiona sobre la mortalidad y el paso del tiempo.

Los sonetos de Shakespeare siguen una estructura específica conocida como soneto inglés o soneto shakesperiano. Esta forma tiene las siguientes características:

Estructura:

  • 14 versos escritos en pentámetro yámbico, un tipo de verso de diez sílabas métricas con un patrón rítmico de una sílaba átona seguida de una sílaba tónica (da-DUM da-DUM da-DUM da-DUM da-DUM).
  • Se dividen en tres cuartetos (estrofas de cuatro versos) y un pareado final (estrofa de dos versos).

Esquema de rima:

  • ABAB CDCD EFEF GG
  • Los tres cuartetos desarrollan un tema o problema, y el pareado final lo resuelve, concluye o introduce un giro sorprendente.

Ejemplo:

En el Soneto 18 ("Shall I compare thee to a summer's day?"), Shakespeare utiliza esta estructura para comparar la belleza del amado con un día de verano, concluyendo en el pareado final con la idea de que la poesía inmortalizará esa belleza:

Cuarteto 1:
"Shall I compare thee to a summer's day?
Thou art more lovely and more temperate:
Rough winds do shake the darling buds of May,
And summer's lease hath all too short a date."

Cuarteto 2:
"Sometime too hot the eye of heaven shines,
And often is his gold complexion dimmed;
And every fair from fair sometime declines,
By chance or nature's changing course untrimmed."

Cuarteto 3:
"But thy eternal summer shall not fade,
Nor lose possession of that fair thou ow'st;
Nor shall Death brag thou wander'st in his shade,
When in eternal lines to time thou grow'st."

Pareado final:
"So long as men can breathe, or eyes can see,
So long lives this, and this gives life to thee."

En sus obras teatrales, Shakespeare emplea principalmente el verso blanco, que es poesía escrita en pentámetro yámbico sin rima. Aunque este estilo es más característico de sus dramas, también se observa en algunas secciones poéticas de sus textos teatrales.

Características del verso blanco:

  • No tiene rima, lo que permite una mayor fluidez y naturalidad en el habla de los personajes.
  • Se adapta bien a la conversación y al monólogo, como en los famosos soliloquios de Hamlet y Macbeth.

Ejemplo del verso blanco en Hamlet (Monólogo "To be or not to be"):

"To be, or not to be, that is the question:
Whether 'tis nobler in the mind to suffer
The slings and arrows of outrageous fortune,
Or to take arms against a sea of troubles,
And by opposing end them."

Musa

Anne Hathaway fue la esposa de William Shakespeare y una figura enigmática en la vida del dramaturgo debido a la escasez de información documentada sobre ella. Nació alrededor de 1556 en Shottery, un pueblo cercano a Stratford-upon-Avon, en el seno de una familia acomodada. Anne tenía 26 años cuando se casó con Shakespeare, quien entonces tenía 18, una diferencia de edad poco común para la época. Su matrimonio en 1582 parece haberse llevado a cabo apresuradamente, ya que Anne estaba embarazada de su primer hijo, Susanna, quien nació en mayo de 1583. Más tarde, tuvieron gemelos, Judith y Hamnet, aunque este último murió a los 11 años, lo que pudo influir en las obras trágicas de Shakespeare. Su relación ha sido objeto de especulación, especialmente debido a la mención de Anne en el testamento de Shakespeare, donde le dejó su "segunda mejor cama", un gesto interpretado tanto como un insulto como una posible señal de afecto sentimental. Durante gran parte de su matrimonio, Shakespeare vivió en Londres mientras Anne permanecía en Stratford-upon-Avon cuidando de sus hijos y administrando su hogar, lo que ha alimentado debates sobre la naturaleza de su relación y las posibles tensiones entre ambos.

Las musas de William Shakespeare, aunque envueltas en misterio, son figuras centrales en su poesía, especialmente en sus sonetos. Estas figuras incluyen al enigmático Fair Youth (Joven Hermoso) y a la Dark Lady (Dama Oscura), quienes representan polos opuestos en el espectro emocional y estético del autor. A través de estas musas, Shakespeare explora temas como el amor, la belleza, la traición, el deseo y la mortalidad, mostrando no solo su genio literario, sino también una complejidad emocional que ha intrigado a lectores y estudiosos durante siglos.

El Fair Youth es el protagonista de los primeros 126 sonetos. Representado como una figura masculina de juventud y belleza idealizada, Shakespeare lo alaba con un afecto profundo y, a menudo, ambiguo, dejando lugar para interpretaciones sobre la naturaleza de su relación, ya sea amistosa, platónica o romántica. La poesía dedicada al Fair Youth expresa un deseo de inmortalizar su belleza y carácter a través del arte, como se ve en el famoso Soneto 18 ("Shall I compare thee to a summer’s day?"). Sin embargo, también hay momentos de conflicto y celos, lo que sugiere que la relación era compleja y no exenta de tensiones. Entre las teorías más aceptadas, se postula que el Fair Youth podría haber sido Henry Wriothesley, conde de Southampton, o William Herbert, conde de Pembroke, ambos mecenas de Shakespeare.

Por otro lado, la Dark Lady, mencionada en los sonetos 127 al 154, es un personaje completamente diferente. A diferencia del Fair Youth, cuya belleza es celestial y casi ideal, la Dark Lady es descrita de manera más terrenal y sensual, con rasgos que desafían los estándares de belleza de la época, como su cabello negro y su piel oscura. Shakespeare expresa una atracción física intensa hacia ella, pero también sentimientos de frustración, celos y angustia, especialmente cuando menciona su infidelidad. En estos sonetos, la relación parece ser más carnal que espiritual, lo que añade un matiz de crudeza y realidad a la poesía del autor. Se ha especulado que la Dark Lady podría haber sido Emilia Bassano Lanier, una poeta y música de origen italo-judío, o Mary Fitton, una dama de la corte conocida por sus escándalos románticos.

Un aspecto notable es el triángulo amoroso que parece formarse entre Shakespeare, el Fair Youth y la Dark Lady, lo que añade una dimensión de drama y conflicto emocional a los sonetos. Shakespeare expresa sentimientos encontrados hacia ambos, oscilando entre la admiración, el deseo y la decepción. Este triángulo refleja la lucha interna del autor entre el idealismo y la realidad, el amor puro y el deseo carnal, temas que resuenan profundamente en su obra y que han contribuido a su inmortalidad literaria. Las musas de Shakespeare, en última instancia, no solo inspiraron su arte, sino que también sirvieron como vehículos para explorar la complejidad de la condición humana.

Derecho

La obra de William Shakespeare está profundamente entrelazada con conceptos jurídicos y legales, reflejando su aguda observación de la sociedad y las leyes de su tiempo. A través de sus piezas teatrales, Shakespeare explora temas como la justicia, la equidad, el poder y la interpretación de la ley, ofreciendo una perspectiva crítica sobre el funcionamiento del sistema legal y sus implicaciones éticas.

El Mercader de Venecia es una de las obras más emblemáticas en este contexto. En ella, el contrato entre Shylock y Antonio, que estipula una libra de carne como garantía de un préstamo, plantea cuestiones sobre la rigidez de la ley frente a la misericordia y la justicia. La escena del juicio, donde Porcia, disfrazada de abogado, argumenta sobre la necesidad de la misericordia en la aplicación de la justicia, es un claro ejemplo de la tensión entre la letra de la ley y su espíritu.

Otra obra relevante es Medida por medida, donde Shakespeare aborda la corrupción y el abuso de poder dentro del sistema judicial. La trama se centra en la aplicación estricta de las leyes morales y las consecuencias de dicha rigidez, cuestionando la moralidad de quienes las aplican y la posibilidad de redención.

Además, en Hamlet, se exploran temas de legalidad y legitimidad en el contexto de la sucesión al trono y la venganza, reflejando las complejidades del derecho sucesorio y la justicia personal versus la justicia institucional.

La influencia de Shakespeare en el ámbito jurídico ha trascendido su época, siendo objeto de análisis en estudios de derecho y literatura. Por ejemplo, la profesora Emilia Jocelyn-Holt, en su obra "Del caos al imperio del derecho: la búsqueda de la justicia en Shakespeare", explora cómo las obras del dramaturgo abordan la búsqueda de la justicia y la aplicación de la ley.


Conclusión

El análisis resalta la trascendencia de autores como Dante, Petrarca, Boccaccio, Miguel Ángel, Garcilaso de la Vega y Shakespeare, cuyas obras han marcado profundamente la literatura y el pensamiento filosófico. A través de temas universales como el amor, la moralidad y la relación con lo divino, estos creadores han logrado plasmar las complejidades y aspiraciones de la naturaleza humana. Su legado, que trasciende épocas y fronteras, constituye un pilar fundamental del patrimonio cultural, ofreciendo perspectivas que siguen dialogando con las inquietudes y emociones del ser humano contemporáneo.

viernes, 8 de noviembre de 2024

Jean Bodin - Respuesta a las paradojas de Monsieur de Malestroit (1568)


La "Respuesta a las paradojas de Monsieur de Malestroit" se considera una obra pionera en economía, ya que sienta las bases para futuras discusiones sobre la inflación y el papel del dinero en la economía nacional e internacional. En este texto, Bodin responde directamente a las observaciones de Monsieur de Malestroit, quien sostenía que la inflación y el aumento de precios eran una ilusión creada por la manipulación de las monedas y no un cambio real en el valor de los bienes. Además de su análisis económico, Bodin aprovecha la ocasión para exponer su visión sobre la justicia social y la necesidad de reformas que permitan una economía más equilibrada y justa. Veamos qué nos trae el filósofo del Estado.  



RESPUESTA A LAS PARADOJAS DE MONSIEUR DE MALESTROIT

Jean de Malestroit

Breve figura

Malestroit nació probablemente en el seno de una familia noble en Bretaña, en algún momento a finales del siglo XIV. Su ascendencia noble facilitó su acceso a la educación eclesiástica y política, lo que era común para miembros de la aristocracia que buscaban posiciones de poder en la Iglesia. En 1419, fue nombrado Obispo de Nantes, un cargo que le otorgó considerable autoridad en Bretaña, una región autónoma con una fuerte identidad y tradición de resistencia frente a la corona francesa.

Durante su tiempo como obispo, Malestroit vivió de cerca los conflictos de la Guerra de los Cien Años, un enfrentamiento intermitente entre Francia e Inglaterra que duró más de un siglo. Su papel en la guerra fue principalmente diplomático. La Guerra de los Cien Años no solo involucraba conflictos entre países, sino que también tenía fuertes repercusiones internas, como las luchas de poder entre los nobles franceses y los bretones. Malestroit trató de mediar y mantener una posición que favoreciera los intereses de Bretaña y su autonomía dentro del Reino de Francia.

Poco después, se unió al Consejo Privado del Duque de Bretaña, Juan VI, y asumió varios roles administrativos, incluyendo el de Presidente de la Cámara de Cuentas y Tesorero General del Ducado.

En 1419, fue transferido a la diócesis de Nantes, donde inició junto al duque Juan V la construcción de la catedral de San Pedro y San Pablo, colocando la primera piedra en 1434. También promovió la construcción del Château-Gaillard en Vannes. En 1440, presidió el juicio eclesiástico de Gilles de Rais en Nantes.

Observaciones económicas

Malestroit también fue un economista y teórico francés del siglo XVI conocido por sus observaciones sobre la inflación y el valor de la moneda, en un periodo en el que Europa comenzaba a experimentar los efectos económicos de la afluencia de metales preciosos procedentes de América. Su obra más importante, titulada "Les Paradoxes sur le faict des Monnoyes" (Las paradojas sobre el hecho de las monedas), publicada en 1566, abordó el fenómeno del aumento de los precios y la depreciación de la moneda, lo cual sentó las bases para el entendimiento de la inflación en la economía moderna.

El contexto estuvo marcado por la afluencia de metales preciosos, especialmente oro y plata, que llegaban de América a través de España y luego se difundían por toda Europa. Este aumento repentino de los metales preciosos influyó en las economías europeas, incluyendo la de Francia, y produjo un efecto de devaluación de las monedas que entonces se acuñaban principalmente en metales preciosos.

La Cámara de Cuentas de París busca explicaciones a este tipo de ''inflación'' y para eso se consulta a Jean de Malestroit que explica este fenómeno por medio de sus paradojas.

Primera paradoja:

Malestroit presenta su argumento en un silogismo: en primer lugar, define la "carestía", señalando que algo solo puede considerarse más caro si cuesta ahora más de lo que costaba anteriormente en términos de oro o plata. En segundo lugar, observa que la experiencia demuestra que efectivamente se requiere ahora más oro y plata para adquirir ciertos bienes, llegando a la conclusión de que, en realidad, nada se ha encarecido, sino que el aumento de precios es simplemente una ilusión provocada por la depreciación de la moneda. Según Malestroit, los intercambios en moneda de cuenta (unidad de medida) no reflejan un incremento real en el costo cuando se comparan con intercambios en moneda de circulación (valor real).

Malestroit describe el intercambio monetario en términos que anticipan conceptos de la economía política moderna. Desde la antigüedad, los intercambios se medían en oro y plata, las cuales eran formas estándar de riqueza y valoración. Sin embargo, Malestroit argumenta que aunque los precios en "moneda de cuenta" han subido, no ha habido un cambio real en el "valor" de los bienes cuando se mide en oro o plata en especie (monedas o lingotes). Esto lo lleva a concluir que los precios actuales no reflejan una "encarecimiento real" de las mercancías, sino una ilusión creada por la desvalorización de la moneda oficial.

Para ilustrar esta idea, Malestroit compara el precio de varias mercancías en diferentes tipos de monedas y concluye que, aunque los precios hayan cambiado en términos de la moneda de cuenta, el valor de intercambio en términos de oro y plata ha permanecido estable. Según él, si se comparan estos precios en términos de oro o plata, no existe una verdadera inflación.

  • En el reinado de Felipe de Valois (1328-1350), una aune de terciopelo costaba 4 libras, lo cual equivalía a 4 escudos de oro.
  • En 1566, el mismo terciopelo costaba 10 libras, pero aún equivalía a 4 escudos de oro.

¿Por qué el valor de los escudos no cambia? porque el oro suele tener un valor estable por largo tiempo. En tiempos de Malestroit, el valor del oro y la plata era más estable que cualquier otro metal, y en consecuencia, este podía servir de referencia con respecto a otras monedas. 

Así, como el valor de una unidad de terciopelo variaba en cuanto a libras, con respecto al oro este no cambiaba mucho. Esto quiere decir que no hay un aumento en el valor del objeto, sino que existe una depreciación de la moneda que en este caso es la libra.

Segunda paradoja:

La segunda paradoja de Jean de Malestroit trata sobre el impacto negativo que los aumentos en los precios (a los que él llama "sobrevaluaciones") tienen sobre los ingresos fijos de las personas, en particular aquellos que dependen de rentas constantes, como los nobles, el rey y otros miembros de la aristocracia. Malestroit sostiene que estos aumentos de precios no son la causa de la depreciación de la moneda, sino una consecuencia de ella. Según su análisis, la devaluación de la moneda de cuenta (la moneda en la que se calculaban estos ingresos) reduce el poder adquisitivo de los ingresos fijos, ya que, aunque las personas reciban la misma cantidad de moneda, esta ahora vale menos.

Para ilustrar su punto, Malestroit compara los ingresos de las personas en dos períodos: el reinado de Felipe de Valois (1328-1350) y el año 1566. En el primer período, una renta de 50 sous era equivalente a un escudo de oro, y con ese escudo se podía comprar media aune de terciopelo (una medida de tela). Sin embargo, en 1566, esa misma renta de 50 sous equivale a menos: ahora solo permite adquirir un cuarto de aune de terciopelo. Esto demuestra que los ingresos fijos han perdido poder adquisitivo a lo largo del tiempo, ya que el mismo monto de dinero ahora compra menos bienes debido a la depreciación de la moneda.

Malestroit concluye que esta pérdida de poder adquisitivo de los ingresos fijos genera un empobrecimiento general en el reino. A pesar de que el valor nominal de las rentas se mantenga, el hecho de que las personas puedan comprar menos bienes con la misma cantidad de dinero refleja una pérdida de riqueza real. Este fenómeno afecta a todos aquellos que dependen de ingresos estables en moneda de cuenta y, según Malestroit, contribuye a una situación de pobreza generalizada en el reino, donde el alza de precios en la moneda de cuenta no refleja una verdadera prosperidad, sino una disminución del valor del dinero.


Respuestas a las paradojas

Dirigido al rey

Bodin se dirige a una autoridad (Monsieur Prevost) para expresar sus preocupaciones sobre las ideas de Malestroit, a quien acusa de sostener opiniones contrarias al sentido común o de proponer ideas "paradójicas" que, según Bodin, no están alineadas con la realidad.

La carta destaca que Malestroit ha argumentado en contra de una percepción común, y Bodin, como respuesta, presenta su propia visión, señalando que él y otros han tratado de corregir el problema, posiblemente en referencia a temas económicos, como la inflación o el valor de la moneda, un tema que Bodin abordó en otras obras. Bodin parece confiar en la experiencia y juicio de Prevost para que actúe como mediador en esta disputa, y sugiere que con su conocimiento y habilidad se podrá resolver el asunto de manera prudente y efectiva.

La crítica de Bodin hacia Malestroit apunta a la necesidad de un manejo racional y basado en la experiencia de los asuntos públicos, confiando en que las autoridades puedan tomar medidas para corregir lo que él percibe como errores en el análisis o interpretación de la economía o el gobierno por parte de Malestroit.

Observaciones de Bodin

Bodin argumenta que, contrariamente a lo que sugiere Malestroit, la inflación y el encarecimiento de productos como el vino, el trigo y los bienes manufacturados no pueden atribuirse a la misma cantidad de dinero en circulación. Según Bodin, la comparación de precios históricos y actuales de diferentes productos demuestra que ha habido un cambio significativo en el valor del dinero.

Bodin presenta ejemplos detallados de cómo los precios han aumentado considerablemente a lo largo del tiempo, especialmente en el caso de productos de primera necesidad. Refiere, por ejemplo, el costo del trigo y otros alimentos que han aumentado varias veces en comparación con los precios de hace cien años. Argumenta que el problema se deriva en gran parte de la abundancia de oro y plata, que ha provocado la devaluación del dinero, y no de causas relacionadas con las políticas o prácticas comerciales locales.

En este sentido, Bodin también rechaza la idea de que se pueda controlar la economía mediante restricciones o regulaciones arbitrarias. Critica a Malestroit por no tener en cuenta el efecto de la abundancia de metales preciosos que llega de las colonias y cómo esto afecta inevitablemente la inflación. Enfatiza que los precios seguirán subiendo si no se aborda el verdadero problema, que es la desvalorización de la moneda debido a su abundancia.

La crítica de Bodin es meticulosa, pues muestra que Malestroit no ha tomado en cuenta ciertos factores económicos que él considera fundamentales. En resumen, Bodin defiende que el aumento de precios es una consecuencia de cambios en la oferta monetaria y no un simple capricho del mercado o del comportamiento de los comerciantes.

El filósofo señala que, en tiempos anteriores, incluso el pueblo romano experimentó aumentos similares en los precios cuando recibieron abundantes riquezas de sus conquistas. En concreto se refiere al capitán Paulo Emilio, quien trajo a Roma una gran cantidad de oro y plata obtenida de las campañas militares. Este flujo masivo de riquezas afectó la economía de la ciudad, ya que el pueblo romano se encontró con una situación en la que el valor del dinero disminuyó en relación con el precio de los bienes. Según Bodin, los impuestos y los precios de la tierra en Roma aumentaron en dos tercios de manera casi inmediata. Bodin también menciona casos históricos, como los excesos de Heliogábalo y Calígula en el Imperio Romano, quienes mostraron una actitud de despilfarro y desprecio hacia la riqueza. Señala cómo estos emperadores intentaron imponer controles para moderar la inflación o limitar el gasto en lujos, aunque sin éxito.

Bodin argumenta que el exceso de riquezas provoca desprecio por los productos comunes y, a la vez, genera inflación debido a la disminución del valor del dinero. Critica la interpretación de Malestroit, quien parece atribuir la carestía a factores como la escasez de bienes o políticas específicas, en lugar de considerar la influencia del flujo de metales preciosos en la economía.

Además, Bodin destaca que este fenómeno no solo afecta a Francia, sino que ha sido un patrón recurrente en varias naciones que han experimentado un aumento en su riqueza sin un incremento proporcional en la producción agrícola o industrial. Recalca que los bienes necesarios, como la comida y la vestimenta, suben de precio debido a la mayor cantidad de dinero en circulación, no porque haya una verdadera escasez de estos bienes.

Caso de otros países

Bodin explica que esta abundancia de riqueza ha permitido a algunas naciones (como España e Italia) dedicarse a la importación y al comercio en lugar de la producción. Esto ha llevado a un desequilibrio, donde el consumo y el comercio internacional prevalecen sobre la autosuficiencia y el desarrollo de industrias locales.

Esto no solo pasa con las monedas, sino que también con las piedras preciosas y perlas, Bodin critica cómo la abundancia ha causado una pérdida de valor percibido en bienes que antes eran considerados excepcionales. Menciona que incluso las perlas, que antes se apreciaban enormemente, ahora son despreciadas y vendidas a bajo precio debido a su abundancia.

Monopolios y gobernantes

Bodin identifica que otra causa de la inflación es la monopolización de ciertos productos y el control de precios por parte de comerciantes y gremios. Esta manipulación del mercado, junto con la acumulación de riqueza por un grupo reducido, contribuye al aumento de los precios y la dificultad de acceso a ciertos bienes para la población común. Bodin critica las medidas de algunos gobernantes que, al intentar regular los precios y limitar la circulación de metales preciosos, no abordan el problema de raíz. Sugiere que las políticas restrictivas o los intentos de controlar el mercado solo generan efectos temporales y no resuelven el problema de la inflación derivada de la sobreabundancia de metales.

Despilfarro

Menciona el caso del pan en tiempos de Varrón, que inicialmente costaba cincuenta denarios de plata pero cuyo precio se incrementó diez veces debido a la sobreabundancia de dinero. Bodin utiliza este ejemplo para ilustrar cómo el exceso de riqueza en forma de oro y plata puede causar la devaluación del dinero, lo que lleva a un aumento generalizado en los precios de productos básicos. Este patrón, advierte, se repite históricamente cada vez que una sociedad recibe un flujo masivo de metales preciosos sin un incremento proporcional en la producción de bienes.

Además, Bodin critica la cultura de despilfarro que existía en Roma, donde los ricos invertían grandes sumas de dinero en lujos innecesarios y extravagancias. Menciona, por ejemplo, al actor Roscio, quien ganaba sumas astronómicas, y a otras figuras que gastaban en entretenimientos y banquetes excesivos. Este consumo ostentoso contribuía a encarecer los productos y a una inflación descontrolada, ya que el dinero se destinaba a satisfacer gustos personales y lujos en lugar de invertir en actividades productivas. Para Bodin, esta tendencia no solo genera inflación sino también una cultura de desprecio hacia los bienes esenciales, haciendo que aumenten de precio y sean inaccesibles para la mayoría de la población.

Bodin también reflexiona sobre la naturaleza efímera de estas riquezas y advierte que, aunque una sociedad pueda experimentar un período de prosperidad por la entrada de metales preciosos, este crecimiento es insostenible a largo plazo. A medida que el valor del dinero disminuye, la economía se vuelve vulnerable a crisis y recesiones. Para Bodin, la verdadera riqueza no debería medirse solo en la cantidad de oro y plata acumulada, sino en la estabilidad y la producción de bienes esenciales. Critica la dependencia en estos metales como base de la economía y defiende que una economía fuerte debe basarse en la producción y en un consumo equilibrado que no dependa exclusivamente de los lujos y el despilfarro.

Evolución de la moneda

Bodin aborda la evolución histórica del valor de la moneda y los precios de los bienes, explorando cómo factores políticos y económicos han influido en estos cambios. Una de las ideas centrales es la fluctuación del valor del dinero en diferentes períodos, ilustrada con ejemplos específicos. En el año 1422, por ejemplo, el marco de plata equivalía a una suma mucho mayor de dinero en comparación con años posteriores, un hecho que Bodin relaciona con la devaluación y las decisiones políticas.

El autor destaca cómo las crisis políticas, como la ocupación inglesa de París, afectaron el sistema económico de la época. Durante este período, los valores de la moneda y los bienes esenciales fluctuaron considerablemente, con precios que reflejan el impacto de la guerra y la inestabilidad. Carlos VII, según relata Bodin, intentó introducir nuevas monedas en un esfuerzo por estabilizar la economía y garantizar un sistema más equitativo.

Otro aspecto importante que desarrolla Bodin es el costo de vida y los precios de los productos básicos, como el vino, la carne y otros bienes esenciales. Muestra cómo estos precios variaban dependiendo de la época y la región, y utiliza estas cifras para reflexionar sobre la economía y las dinámicas sociales. Por ejemplo, menciona que el precio del "mouton" (cordero) era considerablemente más alto en ciertos momentos históricos, mientras que el precio del vino se mantenía más accesible, reflejando prioridades económicas y cambios en la producción.

Bodin también analiza la influencia de las leyes romanas y su continuidad en el sistema monetario medieval y renacentista. Compara los estándares de pureza de la moneda en diferentes momentos históricos, señalando cómo las adulteraciones en la acuñación de monedas afectaron la confianza en el dinero y alteraron los valores económicos. Critica las decisiones de ciertos monarcas que, para recaudar más fondos, redujeron la calidad de las monedas, causando inflación y perjudicando a los ciudadanos comunes.

Moralidad en la economía

Para él, una economía desprovista de moral no solo genera desigualdades sociales, sino que fomenta la corrupción y la inestabilidad. En este sentido, argumenta que el bienestar colectivo debe prevalecer sobre los intereses individuales o de unos pocos.

Otra de sus reflexiones filosóficas se centra en la responsabilidad de los gobernantes hacia sus súbditos. Bodin considera que los líderes tienen el deber de garantizar un sistema económico justo que proteja a la población de prácticas como los monopolios y la especulación. Insiste en que una buena gobernanza no se mide solo por el enriquecimiento del Estado, sino también por la capacidad de crear condiciones de justicia económica y estabilidad social.

Para Bodin, la economía es un reflejo directo de las virtudes o vicios de una sociedad. Afirma que una comunidad virtuosa tenderá a implementar prácticas económicas justas, mientras que una dominada por la avaricia enfrentará desorden y pobreza. Desde esta perspectiva, el comportamiento económico no es solo una cuestión técnica, sino un indicador de la salud moral de la sociedad.

En cuanto al comercio, Bodin lo concibe como un medio para fomentar la cooperación entre los pueblos en lugar de perpetuar la explotación. Critica los sistemas que privilegian la acumulación desmedida de riqueza y aboga por un comercio justo que beneficie a todas las partes involucradas. En su visión, el comercio debe ser una herramienta para fortalecer las relaciones humanas y promover el bienestar común.

Bodin también reflexiona sobre la distribución de la riqueza, resaltando que las desigualdades extremas son una amenaza para la estabilidad social. Considera que las políticas económicas deben buscar no solo el crecimiento, sino también una distribución equitativa que permita a todos los ciudadanos vivir con dignidad. Para él, la economía debe estar al servicio del bien común y no de los intereses de una élite privilegiada.

Administración

Jean Bodin aborda cómo, a pesar de existir leyes para controlar monopolios y regular los excesos en alimentos y vestimentas, estas rara vez se aplican. Señala que el ejemplo de los cortesanos, que viven con lujos desmedidos, influye negativamente en la administración de la república. Para Bodin, la salud de un estado depende directamente de la moral y la disciplina de sus líderes, pues todo mal o beneficio se transmite desde la cabeza al resto del cuerpo político.

El autor reflexiona sobre la exportación de bienes del reino. Algunos personajes influyentes proponen eliminarla por completo, creyendo que el reino puede prosperar sin depender de productos extranjeros. Sin embargo, Bodin considera esta idea inviable, argumentando que el comercio internacional no solo fomenta el desarrollo económico, sino también la amistad y el entendimiento entre naciones.

Bodin también subraya la importancia moral del comercio. Argumenta que un reino tiene la responsabilidad de compartir sus riquezas y virtudes con otros pueblos, viéndolo como un deber natural. Critica a los romanos por rechazar alianzas con pueblos que ofrecían lealtad voluntaria, calificándolo como un acto de arrogancia y debilidad moral.

Bodin examina las preocupaciones en torno a la corrupción moral que el comercio con extranjeros podría causar. Cita a filósofos como Platón y Licurgo, quienes evitaron tales intercambios para proteger la pureza de sus comunidades. Sin embargo, Bodin defiende que permitir el comercio es prudente, siempre y cuando se establezcan límites claros y se actúe con virtudes ejemplares.

Además, Bodin aboga por proteger los bienes esenciales del reino, como el trigo y la sal, evitando que caigan bajo el control de extranjeros o enemigos. Propone medidas como la creación de graneros públicos y sistemas de almacenamiento para garantizar la estabilidad alimentaria del reino, sugiriendo que esto permitiría reducir la dependencia de mercados externos.

Comercio moral y la moneda

A pesar de que se establecen leyes para limitar los excesos, estas no se aplican de manera efectiva, lo que genera un impacto negativo en la administración del reino y la estabilidad económica.

El autor analiza la importancia del comercio internacional, destacando cómo algunos sectores buscan limitarlo bajo la creencia de que la autosuficiencia puede asegurar la prosperidad. Sin embargo, Bodin argumenta que el intercambio con otras naciones es necesario no solo para el desarrollo económico, sino también para fortalecer las relaciones diplomáticas y el entendimiento entre los pueblos.

Bodin también aborda el impacto del comercio en la moral y los valores del reino. Critica a aquellos que ven el intercambio con extranjeros como una amenaza a la pureza moral, señalando que con una regulación adecuada, el comercio puede ser un medio para compartir virtudes y recursos, promoviendo la justicia y el equilibrio social. Los que señalan el comercio de esta forma, argumenta que los extranjeros podría influir negativamente en la pureza cultural y las virtudes tradicionales de la sociedad. Los intercambios podrían introducir lujos innecesarios o prácticas consideradas decadentes.

En cuanto a la producción de bienes esenciales, Bodin propone medidas concretas para evitar la dependencia de recursos externos, como la creación de graneros públicos y la regulación de la producción local. Esto garantizaría la estabilidad alimentaria del reino y protegería su soberanía económica.

El texto también examina la cuestión de la moneda y su impacto en la economía. Bodin sugiere que la calidad y la uniformidad de la moneda son esenciales para evitar abusos y fraudes. Propone estándares estrictos para la acuñación de monedas, asegurando su peso y pureza para mantener la confianza del público y la estabilidad del comercio.

Producción de la moneda

Jean Bodin describe los problemas asociados a la refinación de metales como el oro y la plata para la producción de monedas. Explica que este proceso es costoso, genera pérdida de peso y fragilidad en las monedas. Propone el uso de metales menos puros como una posible solución para reducir costos, aunque reconoce que esto puede comprometer la durabilidad y el valor intrínseco de las monedas.

El filósofo analiza cómo los falsificadores mezclan metales inferiores con los nobles, lo que produce monedas de menor calidad que circulan en la economía como si fueran legítimas. Bodin critica severamente estas prácticas porque erosionan la confianza en el sistema monetario y perjudican a la economía en general.

Bodin subraya que la adulteración de la moneda afecta principalmente a los sectores más pobres de la sociedad, quienes terminan recibiendo monedas de menor valor y calidad. Además, critica las decisiones gubernamentales de devaluar las monedas para cubrir gastos, lo que tiene consecuencias negativas sobre la economía popular y exacerba la pobreza.

A lo largo del texto, Bodin menciona ejemplos históricos de alteraciones monetarias, como las llevadas a cabo por la reina de Inglaterra y Felipe el Hermoso en Francia. El rey Felipe el Hermoso llevó a cabo una significativa alteración en la moneda de su reino. En su análisis, describe cómo el monarca degradó la calidad de la moneda de plata, disminuyendo su contenido metálico noble, lo que resultó en una pérdida de valor real. Esta alteración se realizó como una medida para cubrir las necesidades económicas del reino, particularmente en momentos de crisis financiera. Esto resultó en disturbios entre la población, incluyendo saqueos y enfrentamientos, especialmente en París. La insatisfacción social fue tan severa que el rey tuvo que restablecer parcialmente el valor original de las monedas para calmar a los ciudadanos.

Explica cómo estas decisiones políticas, dirigidas a resolver problemas financieros inmediatos, generaron descontento social y dañaron la economía a largo plazo.

Bodin propone un manejo más responsable de la moneda, basado en mantener un estándar de calidad para los metales y evitar prácticas como la devaluación y la mezcla de metales inferiores. También sugiere regular las monedas extranjeras para proteger la economía nacional y garantizar la estabilidad financiera del país.

Subraya que una moneda debe mantener su calidad y valor para proteger el bienestar económico. Propuestas como mantener altos estándares en la pureza de los metales y evitar prácticas de devaluación son esenciales para una economía estable. También reflexiona sobre la necesidad de regular las monedas extranjeras para proteger las economías locales de la competencia desleal.


Conclusión

Una reflexión personal que surge al leer a Bodin es cómo su análisis económico está profundamente conectado con la justicia social. Bodin no solo busca entender los fenómenos económicos, sino también proponer soluciones que busquen un equilibrio entre los intereses de diferentes grupos sociales. Este enfoque es un recordatorio de que la economía no puede divorciarse de la ética y la política, ya que las decisiones económicas tienen consecuencias directas en la vida de las personas, especialmente de las más vulnerables.