Dentro de la filosofía musulmana el tema de la memoria es uno de los más recurridos por estos pensadores. Ya tenemos los antecedentes desde Platón de que en realidad, aprender es recordar pero ¿es realmente así? recordemos que Platón establecía que el conocimiento ya está en nosotros y basta recordarlo, pero para Aristóteles es todo lo contrario, nada tenemos en el entendimiento hasta que ingresa por los sentidos. Hasta ahora, San Agustín de Hipona nos decía que en todos los seres existía una verdad, por eso es que existen. Como vamos a ver, Al-Kindi considerará todos estos antecedentes y nos dará su postura con respecto al recuerdo.
SOBRE EL RECUERDO
En primer lugar, Al-Kindi nos dará las primeras formas de abordar este tema. Rompiendo con el estilo tradicional que ya hemos visto, el modo de realizarlo será por medio de preguntas y respuestas. A este respecto se comienza con dos preguntas fundamentales:
Con respecto al alma:
- ¿Recuerda el alma el mundo inteligible?
- ¿Recuerda el alma las cosas del mundo sensible en el mundo inteligible?
Sin embargo, a estas dos preguntas Al-Kindi contesta escuetamente, sobre todo la primera.
Contestando a la primera pregunta, Al-Kindi nos dice que es efectivo que el alma recuerda el mundo inteligible.
En cuanto a la segunda pregunta, el filósofo nos dice que el alma recuerda las cosas del mundo inteligible, pero no a través de un órgano sensorial. Hay órganos que ciertamente parecen tener una memoria, pero el alma recuerda cosas que no se encuentran en los órganos debido a su naturaleza inteligible.
Pruebas del recuerdo
Ahondando más en esta pregunta, Al-Kindi ofrece pruebas para demostrar su respuesta. Las cosas inteligibles no necesitan lugar, materia, espacio, tiempo o cosas sensibles para existir. No conocemos nada fuera de nosotros, solo recordamos dentro de nosotros las cosas que nos fueron dejadas al comenzar nuestra existencia. Cuando se recuerda algo, a este proceso llamamos ''aprendizaje'', pero la gente no nota este proceso porque básicamente recuerda aquello que aprendió remotamente; no recuerdan el lugar ni qué causó ese recuerdo. Solo recordamos aquello que se nos presenta una vez se concibe el cuerpo.
Al-Kindi realiza una distinción entre aprendizaje y recuerdo, puesto que el aprendizaje sería aprehender una estructura nueva en el conocimiento, mientras que recordar sería rememorar aquello que ya se sabía pero se olvidó. Por eso la gente dice ''aprendizaje'' porque como lo inteligible no tiene lugar ni espacio ni tiempo, entonces es algo nuevo.
Otras pruebas que nos ofrece Al-Kindi es que uno sabe cómo aprende, lo que aprende, y qué es aquello que aprendió. Si uno supiera las cosas sin saber qué son, entonces no se ha aprendido aquello que es, sino que solo se tiene un recuerdo de ella.
Por ejemplo, se sabe que lo plano viene de la planitud; sin embargo, no sabemos qué es la planitud porque no podemos comprender este concepto a través de la sensibilidad sino que a través de lo inteligible. Por lo tanto, cuando conocemos lo inteligible, no hay intermediario, solo lo sensible tiene intermediarios para ser conocido.
El pensamiento, lo pensante y lo pensado son una misma cosa, puesto que el sujeto es el acto mismo de pensar. Si se pudiera diferenciar el pensamiento, el pensante y lo pensado, entonces estos tres tendrían lugar, espacio, tiempo y todas las características de una cosa sensible.
En cuanto al alma y al intelecto se dice que estas dos son incorpóreas. El intelecto es una sustancia y el alma es su sustancia, además de ser una forma del intelecto. El intelecto no difiere de la forma, así como ''ser vivo'' no se diferencia de ''hombre'', a menos que se hable de otro ser vivo, pero en la sustancia no difieren. Si separáramos estos dos conceptos, es decir, los diferenciamos en su esencia ¿Cómo es que el hombre se diferencia de ser vivo mientras está viviendo? Lo mismo ocurre con el alma y el intelecto no son diferenciados en esencia.
Ahora bien, se puede decir que hombre y ser vivo se diferencian por accidentes como decir ''racional'' o ''mortal'', pero la verdad es que estas diferencias son esenciales para distinguir un animal de otro, por lo tanto, sigue siendo la diferencia esencial lo que realmente diferencia.
En conclusión, los objetos del intelecto no tienen intermediarios y por lo tanto no se aprenden, se recuerdan.
Conclusión
Sencillamente revelador esto que nos trae Al-Kindi. En cuanto al recuerdo y el aprendizaje nos habíamos visto otros argumentos que los de Platón, Aristóteles y San Agustín, hasta ahora que tenemos a Al-Kindi quien parece estar más conforme con la doctrina platónica respecto a cómo adquirimos conocimiento. Si el aprendizaje es aprehender algo nuevo, entonces lo que verdaderamente hacemos es recordar porque la intelección no es algo que recojamos nuevamente, sino que simplemente se recuerda.
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