domingo, 21 de abril de 2024

Bartolomé de Las Casas - Brevísima Relación de la Destrucción del África (????)

Escrita como un opúsculo a continuación de su obra Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias, esta obra escrita por Bartolomé de las Casas nos brinda una perspectiva amplia, tal como en su obra sobre las indias, de la situación que vivió África con respecto a las grandes potencias con las que se relacionó. Las causas de su origen y destrucción están aquí, en estos apuntes de filosofía. 


BREVÍSIMA RELACIÓN DE LA DESTRUCCIÓN DE ÁFRICA

Capítulo I:

En el cual se contiene el reciente descubrimiento de las islas de Canaria, el primer intento de posesión por el «Príncipe de la Fortuna» y la guerra cruel e injusta que mosior Juan de Betancor, para sujetarlas, hizo a los vecinos dellas, que no le habían hecho ningún daño

Bartolomé de las Casas nos dice que en primer lugar se debe hablar de los orígenes de las siguientes islas cerca del África: 

  • Promontorio Hesperionceras más conocido como el Cabo de Buena Esperanza, localizado al sur de África 
  • Las islas Canarias 
  • Cabo Verde
  • Los Azores

Una vez identificadas las islas, entonces vamos a verificar su información.

Consideraciones sobre el descubrimiento de las islas

Las Casas destaca la importancia de buscar la voluntad de Dios antes de emprender cualquier acción, ya que solo se cumplirán los deseos cuando estén alineados con Su plan. Se menciona el ansia de los antiguos por explorar el océano y descubrir nuevas tierras, señalando que solo se logrará cuando Dios determine el momento adecuado. Se resalta la maravilla de que, a pesar de la antigüedad de las Islas Canarias y su proximidad a España, no se exploraron hasta tiempos recientes, cuando Dios permitió que se conocieran.

Descubrimiento de las islas y coronación de D. Luis de la Cerda por el Papa Clemente VI como ''príncipe de la Fortuna''

Una nave francesa o inglesa, en su viaje hacia España, fue desviada por los vientos hacia las Islas Canarias, donde luego dio noticias de su descubrimiento al regresar a Francia. Se menciona una referencia de Petrarca sobre una expedición genovesa a las Canarias, donde el Papa Clemente VI nombró a un capitán como rey de las islas. Petrarca especula sobre el significado de un aguacero repentino durante la coronación del rey, interpretándolo como un presagio de la abundancia de lluvias en las islas, sugiriendo dudas sobre el nombre "Fortunadas". Se concluye que estas referencias probablemente surgieron después del descubrimiento de las islas por la nave mencionada anteriormente.

Conquista de las islas por Juan de Betancor en tiempos de D. Enrique III de Castilla y D. Juan I de Portogal

En el año 1400, durante el reinado de Enrique III de Castilla, un caballero francés llamado Juan de Betancor propuso conquistar las Islas Canarias, que se creía estaban habitadas por paganos. Después de llegar a Castilla y hacerse vasallo del rey Enrique III, obtuvo el apoyo del monarca y armó una flota. Con esta, conquistó por la fuerza Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro, sometiendo cruelmente a sus habitantes sin motivo aparente más que su ambición. Este relato se encuentra registrado en las crónicas del historiador portugués Juan de Barros, quien también sugiere que la conquista implicó la muerte de muchos de los seguidores de Betancor y probablemente una gran cantidad de nativos canarios indefensos.

Consideraciones éticas sobre la guerra de conquista de las islas

Las Casas critica la ceguera de los cristianos que, a pesar de su profesa fe en la ley natural y el Evangelio, no siguen el ejemplo de Jesucristo en traer a los infieles a la fe con amor y paz. Señala que la verdadera enseñanza de Cristo no justifica la conquista y opresión de otros pueblos, sino que promueve la paz y el respeto por la humanidad de todos. Además, argumenta que la idea de conquistar a los infieles no proviene de Cristo, sino que va en contra de sus enseñanzas.

Continuación de la conquista de las islas y tratos con Portugal 

Juan de Betancor, agotado de recursos, decide regresar a Francia para reponer su fortuna o quedarse definitivamente en las islas. Deja a su sobrino Maciot Betancor a cargo, quien continúa su labor de conquista, especialmente en la isla de la Gomera. Maciot luego se traslada a Madeira, donde se enriquece y gana prestigio gracias al apoyo del infante Enrique de Portugal.


Capítulo II 

 

En el cual se corrige la Historia del portugués Juan de Barros en lo que dice sobre las islas de Canaria, se expone la tiranía de los portugueses en las islas y se resuelve la soberanía de Castilla sobre ellas 

Juan de Barros elogia al infante Enrique de Portugal, posiblemente sin conocer toda la verdad o evitando mencionar sus errores. El infante Enrique tenía un fuerte deseo de explorar nuevas tierras, especialmente la costa africana y más allá. Deseaba también el dominio de las Islas Canarias, que estaban estratégicamente ubicadas para sus objetivos. Para lograr esto, solicitó repetidamente al rey Juan de Castilla, e incluso envió a su hermano, el rey Duarte, y luego a su sobrino, el rey Alonso, junto con su hermano, el infante Pedro, para interceder en su nombre. También envió a su confesor, fray Alonso Bello, para pedir al rey que ordenara a Diego de Herrera que le vendiera las islas de La Gomera y El Hierro. Sin embargo, el rey Juan respondió que no podía tomar una decisión tan importante sin consultar con los tres Estados del Reino y su consejo, ya que las Islas Canarias estaban bajo la corona de Castilla.

Tiranías de los portugueses en las islas por sus asaltos a españoles y canarios 

Los portugueses, ya sea por orden del infante o del rey de Portugal, o por su propia iniciativa, realizaban incursiones en las Islas Canarias, saqueando tanto a los castellanos como a los nativos canarios. A pesar de las quejas del rey de Castilla, el rey de Portugal no tomaba medidas para detener estos ataques. Ante la imposibilidad de obtener el control de las islas por medios diplomáticos, el infante Enrique decide tomarlas por la fuerza, rompiendo las normas del derecho natural y los acuerdos de paz entre Castilla y Portugal. En 1424, organiza una gran expedición militar para invadir las islas, bajo el mando de D. Hernando de Castro. Aunque el historiador portugués Juan de Barros intenta justificar las acciones del infante como un acto de servicio a Dios y deseo de cristianizar a los nativos, en realidad representan una violación del derecho y la paz establecidos.


Reclamaciones de las islas por D. Juan II de Castilla a D. Alonso V de Portugal 

El rey Juan de Castilla, al enterarse de los planes del infante Enrique de Portugal para tomar las Islas Canarias, envió repetidas veces solicitudes al rey Alonso de Portugal, instándolo a detener las incursiones portuguesas y castigar a los responsables. El rey Juan también le recordó al infante Enrique que las islas estaban bajo la soberanía de Castilla y que debía cesar en sus intentos de apoderarse de ellas. Sin embargo, el infante Enrique continuó con sus planes y Maciot Betancor, al vender sus derechos sobre las islas al infante, cometió traición contra Castilla. La expedición militar liderada por D. Hernando de Castro no duró mucho en las islas debido a la falta de alimentos y los altos costos asociados. Aunque algunos nativos recibieron el bautismo durante este tiempo, probablemente lo hicieron por temor más que por convicción religiosa, dada la violencia y el caos que acompañaron la presencia portuguesa en las islas.

Documentos fehacientes de las reclamaciones de las islas por D. Juan II de Castilla 

El rey de Castilla envió cartas al rey de Portugal sobre la usurpación de las islas Canarias por parte del infante Enrique de Portugal y sus seguidores. El rey de Castilla exigió que el infante y sus seguidores cesaran sus acciones injustas y devolvieran lo robado. También solicitó que se entregaran los culpables para ser juzgados según la ley.

El rey de Portugal respondió que no podía tomar medidas contra el infante sin escuchar su versión. Sin embargo, el rey de Castilla argumentó que las islas Canarias siempre habían estado bajo su soberanía y que el infante y sus seguidores estaban violando la paz jurada entre los dos reinos.

Además, se menciona que algunos súbditos del rey de Portugal, incluido un capitán llamado Palencio, atacaron a los vasallos y mercaderes del rey de Castilla en las islas Canarias y en alta mar. El rey de Castilla exigió la restitución de las propiedades robadas y el castigo de los culpables.

En resumen, las cartas detallan las disputas entre los reyes de Castilla y Portugal por el control de las islas Canarias y las acciones violentas realizadas por el infante Enrique de Portugal y sus seguidores.


Capítulo III



Donde se trata del arreglo acerca de la soberanía de las islas de Canaria, de su mayorazgo y del señorío definitivo de Castilla; y se consideran también los salteamientos inicuos, perversos, tiránicos y detestables que en ellas se hicieron 


Arreglo del pleito acerca de las islas entre D. Enrique IV de Castilla y D. Alonso V de Portugal 


Las Casas relata la disputa por el control de las Islas Canarias entre los reinos de Castilla y Portugal, así como la sucesión de propiedades y títulos sobre estas islas. Muestra cómo tras la muerte del rey Juan de Castilla, Enrique IV de Castilla y su posterior matrimonio con Juana, hija del rey Duarte de Portugal, se estableció un acuerdo de paz que concedió el control de las islas a Portugal.

Luego, describe la reclamación de Fernán Peraza sobre las islas, basada en documentos que respaldaban su compra a Guillén de las Casas, quien a su vez las había adquirido del conde de Niebla. Tras la muerte de Peraza, las islas pasaron a su hija, quien las heredó y posteriormente se casó con García de Herrera. La sucesión de propiedades y títulos continuó con el paso de las islas a Guillén Peraza, quien luego se convirtió en conde de las mismas.

Señorío soberano definitivo de Castilla sobe las islas en las paces de Alcázovas 

En las paces entre los Reyes Católicos de Castilla y el rey Alonso de Portugal, se estableció que las Islas Canarias pertenecían al señorío supremo de Castilla, al igual que la conquista del reino de Granada. Se menciona también que el comercio de Guinea quedó bajo control de Castilla durante la vida de los reyes Alonso y Juan, sin embargo, el dominio de las islas Canarias fue disputado repetidamente por Portugal, a pesar de que el señorío supremo siempre fue reconocido como perteneciente a Castilla.

Observaciones acerca del relato de Juan de Barros basadas en las corónicas castellanas 

Las Casas explica las dos narrativas históricas: la Historia de Juan de Barros, portugués, y la Crónica del rey Juan II de Castilla.

La narrativa de Juan de Barros destaca el papel del almirante francés Rubín de Bracamonte, quien solicitó a la reina Catalina de Castilla la conquista de las Islas Canarias para su pariente Juan de Betancor. Describe la llegada de Juan de Betancor a las islas, su conquista de algunas de ellas y la construcción de un castillo en Lanzarote para controlarlas. También menciona la disputa entre el obispo de Canarias y mosén Menaute por el comercio de esclavos.

Por otro lado, la Crónica del rey Juan II de Castilla detalla la llegada de Rubín de Bracamonte y Juan de Betancor en 1417 durante la minoría de edad del rey Juan II. Narra cómo Juan de Betancor intentó conquistar Gran Canaria pero fracasó debido a la resistencia indígena. Posteriormente, describe cómo el rey y la reina de Castilla enviaron a Pero de Barba de Campos para tomar las islas, lo que llevó a la venta de las islas a Hernán Peraza.

Ambas narrativas proporcionan detalles sobre la historia de las Islas Canarias, pero difieren en algunos aspectos, como el papel de los protagonistas y los eventos específicos relatados.

Perversidad y tiranía detestable de la esclavización de los naturales de las islas por castellanos y portugueses

Las Casas discute las acciones violentas y de esclavitud llevadas a cabo por los Betancores, un grupo indígena en las Islas Canarias, contra los canarios, otro grupo nativo de las mismas islas. Se cuestiona la legitimidad y justicia de estas acciones, considerando que los canarios estaban viviendo pacíficamente en sus tierras sin haber causado daño a nadie. Se plantea la pregunta de qué razón, ya sea natural, divina o humana, podrían tener los Betancores para perturbar la paz, guerrear, matar y esclavizar a los canarios.

También aborda la postura del Obispo de Canaria, quien, aunque argumenta que la esclavitud de los canarios después de convertirse al cristianismo es incorrecta, se critica por no reconocer la injusticia de hacer esclavos a los canarios antes de su conversión. Se argumenta que este tipo de acciones no solo son inicuas y perversas, sino que también infaman el nombre de Cristo y obstruyen la conversión de los canarios al cristianismo.

Además, se mencionan las incursiones de los portugueses en las islas canarias, donde capturaron a personas para venderlas como esclavas en Portugal. Estas acciones se llevaron a cabo como una forma de obtener ganancias económicas y fueron justificadas bajo el pretexto de llevar la fe cristiana a los nativos. Sin embargo, estas acciones como moralmente injustificables y señala que generan una obligación de restitución.

Capítulo IV


En el cual se dice brevemente algo del cielo, suelo y bondad de las islas de Canaria



Se hace una descripción de las islas Canarias, centrándose en particular en la isla de Hierro. Se menciona que las islas son siete en total, aunque algunas fuentes antiguas sugieren que eran doce. Las islas nombradas son Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria, Tenerife (llamada "isla del Infierno" por los portugueses debido a la actividad volcánica en su pico más alto), La Gomera, La Palma y El Hierro. 

Se destaca especialmente la peculiaridad de El Hierro, que carece de agua superficial, como ríos, fuentes o pozos. Sin embargo, se menciona un fenómeno natural asombroso: un árbol en la isla que produce agua de manera constante, incluso en ausencia de precipitaciones. Esta agua, descrita como dulce, es vital para la supervivencia de los habitantes y el ganado de la isla. Se describe detalladamente cómo el agua se recolecta en un estanque construido por humanos y cómo los lugareños la utilizan para sus necesidades diarias.

En contraste, se menciona que las otras islas tienen agua proveniente de arroyos y fuentes, que además de ser utilizada para beber, también es empleada en los ingenios de azúcar que operan los colonos españoles en algunas de estas islas.

Clima, situación geográfica, prósperas calidades de fertilidad y amenidad de las islas

Ahora se habla sobre Islas Canarias, destacando su clima agradable y fértil suelo. Se menciona que estas islas están situadas entre los grados veinte y ocho y veinte y nueve de latitud, con la excepción de El Hierro que se encuentra en el grado veinte y siete. Se resalta que el clima es templado durante todo el año, sin extremos de frío o calor, lo que las hace habitables y confortables.

Se mencionan las cualidades de las islas según relatos históricos y antiguos. Se habla de la fertilidad de la tierra, que producía una gran variedad de frutos y verduras. También se destaca la moderación de las lluvias, la suavidad de los vientos y la presencia de rocío durante las noches. Se describe el suelo como fértil y capaz de producir frutos sin la necesidad de mucha intervención humana. Además, se hace referencia a la pureza y estabilidad del aire a lo largo del año.

Se menciona la creencia de que estas islas podrían ser los legendarios Campos Elíseos, un lugar de felicidad y abundancia según la mitología griega. Por esta razón, las islas a menudo eran llamadas "Bienaventuradas" o "Fortunadas" por su abundancia de recursos y su capacidad para sustentar una vida placentera y feliz.

Opinión de los antiguos, quienes pensaban ser estas islas los Campos Elísios

Se habla sobre la creencia de los antiguos filósofos en la existencia de un paraíso para las almas virtuosas después de la muerte, mencionando que Homero lo describe como los Campos Elíseos en su obra "La Odisea". Estos campos se creían estar llenos de felicidad y abundancia, y Homero los ubicaba en España debido a su riqueza en metales y fertilidad. También se menciona que se creía que figuras como Minos y Radamanto, conocidos por su justicia, eran los jueces de los infiernos y habitaban estos Campos Elíseos. Se incluye una traducción de un pasaje de Homero que describe estos campos como un lugar de paz y prosperidad, donde el viento suave sopla constantemente y el océano proporciona cosechas florecientes.

Los versos de Homero son los siguientes:

"No te está permitido, Menelao, cerrar los ojos en la tierra de Argos al final de tu vida, por voluntad de los dioses celestiales, sino que cuando te vea el juez del Elysium, Rhadamanthus, te conducirá hasta el extremo de la tierra.

Aquí la tierra ofrece una vida fácil a los hombres, sin nieve ni invierno, sin ninguna tormenta ni lluvia, sino siempre soplando suavemente los vientos del Océano, y el Océano devuelve cuerpos florecientes."

Con respecto a los Campos Elíseos, estos son un lugar de paz y prosperidad después de la muerte, donde se creía que habitaban las almas virtuosas. Se menciona que Homero ubicó estos campos en España, describiéndolos como un lugar con clima benigno, tierra fértil y abundancia de frutas, donde reinaba la alegría y la armonía. Además, se menciona una descripción más detallada de los Campos Elíseos realizada por Xenócrates, discípulo de Platón, que menciona reuniones de filósofos, coros de poetas y una eterna celebración de los misterios divinos.

La traducción al español del texto en latín es la siguiente:

"Este lugar es donde el camino se divide en dos partes: la derecha, que se dirige hacia las murallas del gran Dite, aquí está el camino al Elíseo para nosotros, y a la izquierda castiga a los malvados con penas y los envía al impío Tartaro".

Comparación de los Campos Elísios con el Paraíso de Mahoma y el Cielo de los cristianos

Los filósofos antiguos comprendían las recompensas de la virtud y la contemplación divina en la vida después de la muerte, influenciando así las creencias sobre los Campos Elíseos o paraísos similares en diferentes culturas. Se menciona cómo incluso culturas contemporáneas, como los moros y turcos, tienen sus propias visiones de un paraíso de deleites para aquellos que siguen sus enseñanzas religiosas. Sin embargo, se señala que estas visiones pueden diferir en cuanto a la importancia dada a la pureza espiritual y la contemplación divina. También se anticipa una discusión sobre las creencias similares entre los indios en la crónica.

Capítulo V


En el cual se dice brevemente algo del cielo, suelo y bondad de las islas de Canaria

Población que había en las islas

Cuanto a lo que toca decir de las costumbres y condiciones y ritos de los canarios, según refiere la dicha Historia portuguesa, en todas las susodichas islas habría hasta trece o catorce mil hombres de pelea, y bien podemos creer que habría por todos, chicos y grandes, cerca de cien mil ánimas.

Regimiento, gobernación y costumbres de Gran Canaria

En Gran Canaria, dos hombres principales gobernaban a los moradores y naturales: uno era llamado rey y el otro duque. El rey llevaba un ramo de palma como símbolo de su autoridad, y ciento noventa hombres dirigían la tierra bajo su regimiento. Estos líderes instruían al pueblo en materia de religión y comportamiento, dictando lo que debían creer y hacer. Se reconocía a un Dios que premiaba a los buenos y castigaba a los malos, aunque las prácticas religiosas variaban entre las islas.

Las mujeres no podían casarse sin el consentimiento de uno de los ciento noventa gobernantes, quienes las evaluaban por su apariencia física, prefiriendo aquellas más gordas como señal de fertilidad. La costumbre de elegir esposas podía tener origen en África, dado que las islas estaban cerca de ese continente.

Los habitantes vestían hojas de palma teñidas para cubrir sus partes íntimas, y se afeitaban con piedras afiladas debido a la falta de hierro. No valoraban el oro ni la plata, utilizando los escasos objetos de hierro para fabricar herramientas. Aunque tenían abundancia de trigo y cebada, no sabían hacer pan, por lo que consumían harina cocida con carne o grasa animal.

Criaban ganado pero rechazaban desollarlos, dejando esa tarea a esclavos capturados en guerra o a hombres considerados inferiores. Las madres preferían que sus hijos fueran amamantados por cabras, y la mayoría de los niños eran criados de esta manera. En la guerra, utilizaban piedras y palos cortos, demostrando habilidad y determinación en el combate.

Costumbres y ritos de La Gomera, Tenerife y La Palma

En La Gomera, las costumbres incluían compartir mujeres y heredar por línea materna, centrándose en la música, el baile y el placer como su principal estilo de vida. En Tenerife, se organizaban en linajes con sus propios reyes, siendo guerreros y ceremoniosos en los funerales. En La Palma, menos políticos, su dieta consistía en hierbas, leche y miel, y practicaban la venta de esclavos. Se refuta la opinión de Petrarca sobre la bestialidad de los canarios, destacando que las descripciones de los portugueses son más fiables.

Capítulo VI

En el cual se trata de los primeros descubrimientos de los portugueses en África más allá del cabo de No; de los primeros salteamientos injustos que hicieron a los moros; y de cómo se descubrieron y poblaron las islas de Puerto Santo y Madera

Prólogo

Ahora subraya la relevancia de los descubrimientos portugueses en el océano, incluyendo las islas Canarias y otras regiones como Madeira, Azores y Cabo Verde. Destaca la importancia de proporcionar información detallada en español sobre estos hallazgos, que son fundamentales para comprender la historia antigua de la región.

Los temores que tenían los portugueses de sobrepasar el cabo de No

En tiempos de los reyes Juan de Portugal y Juan II de Castilla, alrededor del año 1400, el conocimiento de las costas africanas se limitaba al cabo de No, lo que generaba temor entre los navegantes de aventurarse más allá. Sin embargo, con la determinación del rey Juan de Portugal de llevar a cabo una expedición militar contra los moros, surgió la oportunidad de explorar nuevas tierras. Acompañado por su hijo Enrique, conocido por su virtud y fervor religioso, se dirigieron más allá del mar hacia la ciudad de Cepta.


El infante D. Enrique de Portugal determina sobrepasar el cabo de No rumbo a la India

El infante Enrique se interesó en conocer los secretos de África a través de los moros con quienes trataba. Se enteró de que la tierra se extendía hacia el interior, más allá del reino de Fez, hasta los desiertos habitados por los alárabes y los negros de Jolof, marcando el comienzo de Guinea. Impulsado por su curiosidad, decidió enviar expediciones anuales para explorar la costa africana más allá del cabo de No. Sin embargo, se encontraron con dificultades al llegar al cabo del Bojador, a unas sesenta leguas de distancia, debido a las corrientes marinas y a los temores infundados de los marineros sobre las condiciones peligrosas del área.


Los portugueses saltean y esclavizan moros entre el cabo de No y el del Bojador, y compran negros que los moros tenían

Durante doce años, el infante Enrique dedicó esfuerzos y recursos considerables enviando numerosas expediciones para descubrir la costa africana más allá del cabo del Bojador. Aunque muchos caballeros se mostraban interesados en participar, ninguno se atrevió a cruzar el cabo en ese tiempo. En sus regresos, las expediciones a menudo tenían encuentros hostiles con los moros de la costa, y a veces realizaban intercambios o capturas de negros. A pesar de las instrucciones del infante de evitar conflictos, estas expediciones a menudo desobedecían sus órdenes.

Injusticia de estos saltos y esclavizaciones hechos por los portugueses

La ceguera de algunos cristianos lleva a creer que es justo saquear, robar, capturar y matar a los no bautizados. Sin embargo, Las Casas argumenta que los moros no deben ser tratados así, ya que no representan una amenaza directa para la cristiandad. Los portugueses deberían interactuar pacíficamente con ellos, mostrando el ejemplo de la cristiandad en lugar de incitar la enemistad. Además, al exhibir su codicia por los esclavos negros, los cristianos podrían provocar conflictos innecesarios y peligrosos.

Descubrimiento y población de las islas de Puerto Santo y Madera

En el año 1417 o 1418, dos caballeros portugueses, Juan González y Tristán Vázquez, se ofrecieron para explorar más allá del cabo del Bojador. Durante una tormenta, descubrieron la isla del Puerto Santo. Encantados por su belleza y deshabitada, decidieron regresar a Portugal para informar al infante Enrique. Impresionado por la noticia, el infante envió tres barcos para poblar la isla, liderados por Bartolomé Perestrello y los dos caballeros. Sin embargo, la isla se vio invadida por una plaga de conejos, lo que provocó dificultades. Los caballeros también descubrieron la isla de la Madera y la poblaron en 1420. El fuego accidentalmente provocado por la limpieza de la tierra causó daños, pero la isla prosperó gracias a su fertilidad. La isla del Puerto Santo, aunque tenía recursos, no era tan fértil y tenía problemas de agua.

Capítulo VII

En el cual se contienen los nuevos avances de los descubrimientos portugueses más allá del cabo del Bojador, y los nuevos salteamientos escandalosos e injustos que hicieron a los moros


El infante D. Enrique de Portugal insiste en enviar navíos para pasar el temido cabo del Bojador, al que finalmente sobrepasan

En Portugal, se criticaba al infante por su gran interés en explorar África, acusándolo de derrochar recursos y poner en peligro a los portugueses. A pesar de las críticas, el infante perseveraba, enviando expediciones para descubrir nuevas tierras. En el año 1434, una expedición liderada por Gilianes logró pasar el temido cabo del Bojador, descubriendo tierras fértiles. Esto animó al infante a continuar explorando, y en 1435 otra expedición llegó aún más lejos, confirmando la viabilidad de la navegación y la existencia de tierras habitables.

De cómo los de Gilianes arremetieron en Río de Oro contra algunos moros y los prendieron

En el año siguiente, el infante envió otra expedición con la orden de avanzar hasta encontrar tierras pobladas y establecer contacto con sus habitantes. Después de avanzar doce leguas más allá de la expedición anterior, encontraron una llanura sin montañas. Decidieron enviar a dos jóvenes en caballos ligeros, armados solo con lanzas y espadas, con la misión de explorar y, si era posible, capturar a alguien para interrogarlo. Encontraron a diecinueve hombres armados con lanzas, y aunque los jóvenes cristianos resultaron heridos, lograron herir a varios de los moros en la pelea.

Escándalo e injusticia de la acción de Gilianes y los suyos

El primer encuentro violento entre portugueses y los habitantes locales de la costa recién descubierta causó un escándalo e injusticia, creando un mal ejemplo de comportamiento cristiano. Esta acción afectó negativamente las futuras interacciones entre cristianos y locales, dificultando la aceptación de la fe cristiana en la región. Debido a conflictos internos en Portugal tras la muerte del rey D. Duarte, el infante no pudo continuar con las exploraciones desde 1435 hasta 1440.

Se relatan y condenan otros saltos a moros

En el año 1441, el infante envió un barco bajo el mando de Antón González para explorar la costa africana. Su misión era capturar a personas locales para obtener información, o en su defecto, cargar el barco con cueros de lobos marinos y aceite, productos valiosos en Portugal. Durante la expedición, capturaron a un moro y una mora, así como a otros moros más tarde, aunque no hubo enfrentamientos directos. En otra ocasión, al gritar consignas cristianas, atacaron a un grupo de moros, matando a tres y capturando a diez. Los portugueses celebraron estos actos violentos como una forma de propagar el Evangelio. Continuaron explorando y descubrieron el Cabo Blanco, a 110 leguas del Cabo Bojador. A pesar de los escándalos y daños causados, el infante recibió a los expedicionarios con alegría y les otorgó recompensas.

Capítulo VIII

En el cual se trata de la suplicación que hizo el infante D. Enrique al Papa Eugenio IV; y de cómo los portugueses llegaron más allá del cabo Blanco y se incrementaron los asaltos y, con ellos, las esclavizaciones, latrocinios y tiranías, incompatibles con el sentimiento natural y cristiano

El infante D. Enrique suplica al Papa Eugenio IV que le con- ceda la soberanía sobre los reinos que hubiese después del cabo del Bojador

En 1442, el infante, al ver el éxito de la expedición al Cabo Bojador y la prosperidad de la captura de esclavos moros para financiar sus gastos, decidió solicitar al Papa Martino V, quien había sido elegido en el Concilio de Constanza, que otorgara a la Corona Real de Portugal los territorios más allá del Cabo Bojador, hacia el Este e incluso hasta la India. El Papa, según las crónicas portuguesas, concedió estos territorios junto con sus recursos, imponiendo sanciones a cualquier entidad cristiana que intentara interferir. Posteriormente, se afirma que los sucesores de Martino, como Eugenio IV, Nicolás V y Calixto IV, confirmaron esta concesión.

Nuevas armadas de descubrimientos al Río de Oro y más allá del cabo Blanco; y saltos consiguientes

Después de que algunos en Portugal cruzaran el Cabo Bojador sin problemas y se enriquecieran en la costa africana, aumentaron las expediciones de descubrimiento. Uno de estos exploradores, Antón González, rescató a más de cien esclavos y descubrió oro en lo que llamaron el Río del Oro. Otro explorador, Nuño Tristán, llegó al Cabo Blanco y encontró una isleta llamada Arguim, donde observaron a gente remando con las piernas. Capturaron a varios de ellos y exploraron islas cercanas. Aunque intentaron saquear más tierras, encontraron resistencia y se retiraron con su botín, siendo recibidos con alegría en Portugal. Este relato revela la disposición de las personas locales hacia la fe y cómo recibieron a los predicadores.

El infante D. Enrique comienza a ser alabado por el pueblo al ver cómo los descubrimientos aportaban riquezas

Las noticias de enriquecimiento en las expediciones llevaron a la alabanza y bendición del infante, quien era visto como el abridor de caminos hacia la bienaventuranza en el océano. Esta actitud reflejaba la tendencia humana a valorar las acciones de otros cuando estas benefician personalmente, especialmente en la era de la búsqueda constante de ganancias.

Extensas consideraciones por las que se pone de manifiesto la ceguedad de los portugueses y se reprueban sus detestables injusticias

Se critica la justificación de las acciones del infante de Portugal como un celo por servir a Dios y convertir a los infieles, señalando que más bien ofendía a Dios al difamar la fe cristiana y forzar conversiones. Se argumenta que las conversiones obtenidas por miedo o coacción eran vacías y que el infante era culpable de enviar expediciones que cometían tales actos, al beneficiarse de ellos y aprobarlos.

Las Casas relata un acto atroz cometido por los portugueses durante sus expediciones de descubrimiento en el año 1444. Liderados por el infante de Portugal, saquearon y atacaron a personas inocentes en varias islas africanas, llevándose a cientos de personas como esclavos. La narración destaca la crueldad de separar familias y el sufrimiento de los cautivos. A pesar de intentar justificar estas acciones en nombre de Dios y la conversión de los infieles, el autor condena firmemente estas atrocidades, señalando que ningún bien obtenido puede excusar tales actos de violencia y opresión.

Otros viajes, saltos, robos, escándalos y despoblaciones hechos entre el cabo Blanco y los confines de Guinea

Los portugueses realizaron múltiples viajes a lo largo de la costa africana, desde el Cabo Blanco hasta los confines de Guinea, desencadenando una serie de acciones destructivas que incluyeron saqueos, capturas y disturbios, lo que resultó en el despoblamiento de la región. Estas acciones no solo llevaron a la pérdida de vidas y a la captura de personas para llevarlas a Portugal, sino que también alejaron a los habitantes locales tierra adentro en un intento de escapar de la violencia costera. A pesar de las supuestas intenciones de difundir la fe cristiana, estas acciones solo provocaron destrucción y caos en la región

Capítulo IX

Donde se cuenta cómo los portugueses, con sus guerras y totales destruiciones hechas a los moros de la costa, expusieron al escarnio la fe cristiana; y lo mismo hicieron después, más allá del cabo Verde, al llegar a Guinea, donde robaron y esclavizaron a los primeros negros en su tierra


Dos expediciones al Río de Oro

En 1445, el infante envió un navío que llegó a la isla de Arguim. El capitán y doce hombres desembarcaron en un bote hacia la tierra firme, pero encallaron cuando la marea bajó. Doscientos hombres de la tierra los atacaron, matando al capitán y a siete hombres, mientras los demás se salvaron nadando. Esta fue la primera confrontación justa entre los portugueses y los nativos, en respuesta a injusticias previas. Al año siguiente, en 1446, el infante envió tres carabelas, comandadas por su hermano D. Pedro, para explorar el río del Oro y convertir a los nativos al cristianismo, buscando paz y comercio si la conversión no era posible.

Escarnio de la fe cristiana por las violencias cometidas por los portugueses

Portugal demostró una ceguera aún mayor y un desprecio hacia la fe de Jesucristo. Enviaban a aquellos que solían saquear y robar a los hogares pacíficos como si fueran apóstoles idóneos, instándolos a convertir a los infieles o moros, sin considerar las dificultades y los malos ejemplos previos. A pesar de sus acciones inicuas, no comprendieron por qué los nativos rechazaron la fe ni buscaron establecer paz o comercio. Los nativos actuaron con justicia al resistirse a una gente que les había causado tantos males irreparables.

Las tres posibles causas de hacer la guerra justa a los infieles, excluidas otras fingidas

Es esencial notar que según la conciencia y el juicio racional, a ningún infiel, ya sea moro, árabe, turco, tártaro, indio, u otro de cualquier creencia, se le puede hacer guerra, molestar o dañar en persona o propiedad sin cometer graves pecados mortales. Solo se justifica hacerlo por tres razones: si atacan activamente la cristiandad, si obstaculizan maliciosamente la fe cristiana, o si injustamente retienen nuestros reinos o bienes y se niegan a devolverlos. Antes de iniciar una guerra, se debe examinar cuidadosamente la razón y la justicia detrás de ella, considerando los efectos negativos en la fe y las almas, así como los daños colaterales que pueden sufrir los propios cristianos. La guerra solo puede ser justa si se defiende la fe y la justicia, priorizando la honra divina sobre los bienes temporales. Por lo tanto, incluso si los infieles retienen nuestras tierras y bienes, si no representan una amenaza para la fe o la seguridad, la justicia de la guerra sería cuestionable ante el tribunal de Dios.

Ninguna de las tres causas se da en las violencias de los portugueses en la costa africana

Considerando las razones mencionadas, los portugueses infligieron daños extremadamente perjudiciales a esas gentes, realizando guerras crueles, matanzas, capturas y destrucciones de pueblos enteros, condenando a muchas almas sin haber sido provocados ni amenazados por ellos. Estas poblaciones vivían pacíficamente y nunca obstaculizaron ni pensaron en dañar la fe cristiana. Además, poseían sus tierras de manera legítima. No hay justificación para tantos males y agravios cometidos por los portugueses, excepto por la simple razón de que eran infieles, lo cual es una gran ignorancia y ceguera condenable. En cuanto a la narrativa, tres barcos regresaron a Portugal con un negro rescatado de los moros, mientras que otro barco capturó a veinte personas de un lugar cercano.

Descubrimiento del cabo Verde y primeros negros hechos esclavos en Guinea

En 1446, Dinís Fernández, motivado por las recompensas del infante, decidió explorar más allá de los lugares descubiertos. Pasó el río Saiaga, encontrando los primeros negros de Guinea, a quienes capturó. Descubrió el cabo Verde y regresó a Portugal debido a los malos tiempos. El infante se alegró con la noticia y recompensó a Dinís. Aunque el infante exhortaba a tratar a los nativos con paz y amor, aprobaba los actos violentos y la esclavitud, contradiciendo su supuesta buena intención.


Capítulo X

En el cual se trata de los descubrimientos de los portugueses hasta Sierra Leona, donde hicieron estragos, escándalos, robos, cautiverios y destruiciones de pueblos de negros; y, después, descubrieron las islas de los Azores y del Cabo Verde

Otras dos expediciones enviadas por el infante D. Enrique, acompañadas de grandes estragos, escándalos, robos y cautiverios y destruiciones de pueblos

En el año 1446, el infante envió otro barco que navegó sesenta leguas más allá del cabo Verde, seguido por otro que avanzó cien leguas más, todos causando gran daño con sus actos de saqueo, escándalo, robo y captura, tanto entre los negros como entre los moros. Estos descubrimientos, que duraron más de cuarenta años, fueron realizados por el infante D. Enrique, desde una edad temprana hasta su muerte a los sesenta y tres años. Dejó descubierta una extensa costa de África y Etiopía, desde el cabo del Bojador hasta la Sierra Liona, incluyendo la malagueta, una especia valiosa que antes era llevada por los moros a través de vastas tierras hasta llegar a Italia, donde se la conocía como "granos del paraíso".

Descubrimiento de las islas de los Azores

Entre 1440 y 1446 se descubrieron las siete islas de los Azores, aunque no se sabe quién ni cómo. El rey D. Alonso V de Portugal dio permiso al infante para poblarlas en 1449. Se cree que estas islas son las Cassitérides mencionadas por Estrabón, habitadas por una gente de piel oscura, rica en estaño y plomo. Aunque Estrabón mencionaba diez islas, hoy solo se conocen siete, sugiriendo que algunas podrían haberse hundido.

Descubrimiento de las islas del Cabo Verde

Durante este período, Antonio de Nolle, un noble genovés, descubrió las islas de Cabo Verde junto con su hermano Bartolomé y su sobrino Rafael, llegando a la isla que llamaron de Mayo el primer día de mayo y luego a la isla de Santiago el día de San Felipe y Santiago. Otros criados del Infante D. Pedro también exploraron la zona, descubriendo otras islas, sumando un total de diez, incluyendo Buenavista, San Nicolás, Santa Lucía, San Vicente y San Antón. Estas islas recibieron su nombre por su ubicación cercana al cabo en el oeste, con algunas al este y otras al oeste de la línea ecuatorial. Aunque algunas fuentes antiguas las relacionan con las Fortunadas, Juan de Barros argumenta que las condiciones climáticas de Cabo Verde difieren notablemente, siendo extremadamente calurosas y poco habitables. Además, durante el reinado de D. Alonso V, se descubrió la isla de Santo Tomé bajo la línea ecuatorial.

Un moro va a Portogal y el portogués Juan Fernández se que- da con los moros

Después de pasar el cabo Blanco, un moro viejo y un portugués llamado Juan Fernández decidieron explorar las tierras del otro, el infante de Portugal se interesó en sus experiencias para conocer más sobre la región. El moro fue bien recibido en Portugal, mientras que Juan Fernández vivió con los moros durante meses, siendo tratado con cariño. Los moros con los que estuvo eran pastores y le dieron comida simple como grano, raíces y animales, ya que la región era árida y escasa en alimentos. Se mantenían principalmente con leche y queso debido a la falta de agua. La tierra era desértica con escasos árboles y sus casas eran chozas de cuero. Seguían un estilo de vida pastoral y tenían disputas con otras tribus por pastos y agua. No tenían un líder único, sino que seguían al mayor de sus familias. Juan Fernández encontró otra tribu liderada por un moro respetado, quien lo trató bien y lo dejó partir en busca de navíos portugueses, regresando en buena salud después de vivir con ellos.

Un alemán llamado Baltasar, de la casa del emperador Federico III, embarca en una expedición portuguesa para tener qué contar en su tierra

En aquellos tiempos de crecientes descubrimientos, extranjeros se sentían atraídos por las historias de nuevas tierras y gentes que llegaban desde Portugal. Uno de ellos, el caballero Baltasar de la casa del emperador Federico III, deseaba vivir una gran tormenta en el mar para tener una historia que contar en su tierra. Después de enfrentar una terrible tormenta en su primer viaje, regresó a Portugal. Sin embargo, después de reabastecerse, decidió embarcarse nuevamente para explorar la tierra firme. Su deseo de vivir nuevas experiencias lo llevó a continuar el mismo viaje que había iniciado.

Capítulo XI

En el cual se resumen las expediciones hechas en tiempo de D. Alonso V y D. Juan II de Portugal, se denuncia la corrupción en la trata de negros iniciada en este tiempo, y se habla del remedio que decidió poner D. Juan III

Expediciones durante el reinado de D. Alonso V de Portugal

El rey D. Alonso enviaba repetidamente expediciones para explorar la costa de Guinea. Los capitanes y exploradores que enviaba estaban motivados por la promesa de recompensas del rey, el deseo de gloria personal y los beneficios materiales obtenidos a través del comercio, el saqueo y la captura de personas. Su principal esperanza era descubrir las Indias, y muchos viajes se realizaron en este intento durante el reinado de D. Alonso. A medida que avanzaban, encontraron nuevas tierras, incluyendo la mina de oro en 1471. D. Alonso decidió cambiar la estrategia, optando por el comercio en lugar del saqueo, aunque la violencia y los abusos continuaron siendo una práctica común por parte de los portugueses en esas tierras y con esas gentes.

Expedición enviada por el rey D. Juan II de Portugal para la toma de posesión de toda la región de Guinea, centrada en San Jorge da Mina

El rey D. Juan II, sucesor de D. Alonso, mostró un gran interés en explorar hacia la India y buscar al preste Juan, creyendo que su territorio podría estar cerca de Guinea. En 1481, envió una armada para construir una fortaleza en el río San Jorge, en la región minera de Oro, con el objetivo de afirmar el dominio portugués sobre Guinea. El capitán portugués convenció al rey negro Caramansa de permitir la construcción, aunque este mostró preocupación por las posibles tensiones que podrían surgir. Después de algunas disputas, se construyó la fortaleza, estableciendo así una presencia portuguesa en la región. Se fundó una ciudad portuguesa en el lugar y se comerció con los nativos, aunque muchos portugueses murieron por enfermedades. El rey de Portugal se autodenominó señor de Guinea después de la construcción del castillo de San Jorge.

Expedición enviada por el rey D. Juan II de Portugal por la que se descubrió el Congo

En el año 1484, Portugal envió más exploradores que descubrieron el reino de Congo y llegaron hasta los veinticuatro grados al sur de la línea ecuatorial, donde hubo importantes intercambios comerciales y conversión al cristianismo. Sin embargo, se observa que los portugueses causan daños al capturar esclavos, lo que puede llevarlos a su propia esclavitud por la avaricia. En estos viajes, se encontró con el Almirante D. Cristóbal Colón y su hermano D. Bartolomé Colón.

Corrupción en la trata de negros que ahora se inicia en La Mina

Durante los reinados de D. Juan y D. Manuel, los portugueses se involucraron en graves prácticas corruptas al comerciar con esclavos negros, obteniéndolos en el reino de Benín y otras áreas de la costa. Los intercambiaban por oro en la mina donde se construyó el castillo de San Jorge. Aunque los habitantes de esa región también eran negros, estaban dispuestos a adquirir esclavos de otras áreas a cambio de oro para sus propias transacciones comerciales con otros negros o con los moros.

Remedio adoptado por D. Juan III de Portugal

El rey D. Juan III, sucesor de D. Manuel, al enterarse de la corrupción masiva en el comercio de esclavos, decidió prohibir completamente esta práctica. Reconociendo su deber como rey cristiano de guiar a las almas hacia la salvación, no podía permitir que fueran entregadas a los moros, quienes además de sus propios ritos idolátricos, les impondrían la ley de Mahoma. Sin embargo, aunque se prohibió la venta de esclavos a los moros, el comercio continuó, llenando el mundo de negros esclavos, especialmente en España y en las Indias. La codicia de los portugueses por los esclavos fomentó el robo y la captura indiscriminada por parte de los negros, quienes, careciendo de fe y temor de Dios, no dudaban en cometer tales actos. Esta situación no hacía más que aprobar sus acciones tiránicas y guerras injustas unos a otros.

Viaje de embajada al preste Juan de las Indias y descubrimiento del cabo Tormentoso o de Buena Esperanza

En el año 1486, el rey D. Juan de Portugal, motivado por noticias sobre un poderoso rey en Etiopía, decidió enviar barcos para obtener información sobre él, pensando que podría ser el Preste Juan de las Indias. Bartolomé Díaz fue designado como capitán de la expedición. Después de enfrentar grandes tormentas, alcanzaron una isla cercana a la costa africana. A pesar de las quejas de la tripulación sobre la escasez de provisiones y la ausencia de un barco auxiliar, Bartolomé Díaz decidió regresar. 

En el camino de vuelta, avistaron el cabo de Buena Esperanza, que había estado oculto durante siglos y se creía que era el punto de paso hacia la India. A su regreso a Portugal, se designó al cabo como Cabo de Buena Esperanza debido a la esperanza de descubrir la India que brindaba. Bartolomé Díaz escribió un informe detallado sobre el viaje, y se cree que tanto él como su hermano, Cristóbal Colón, participaron en este descubrimiento. La expedición también descubrió una técnica de navegación basada en la altura del sol, que posteriormente fue adoptada por los españoles. Durante el viaje de regreso, la tripulación encontró la nave de provisiones que habían dejado atrás, pero descubrieron que la mayoría de la tripulación había sido asesinada por los nativos. La alegría y el exceso emocional de algunos miembros de la tripulación causaron la muerte de algunos de ellos, un fenómeno que se ha observado en otros contextos históricos.

Conclusión

En conclusión, "Brevísima relación de la destrucción de África" de Bartolomé de las Casas, si bien es una obra controvertida, sigue siendo un testimonio invaluable sobre los horrores del colonialismo y la esclavitud en África. A través de sus relatos, Las Casas nos invita a reflexionar sobre la conquista de los pueblos africanos ejecutada por las potencias que rodeaban a los mismos. Un texto que nos da las primeras referencias de África y sus problemas.

viernes, 12 de abril de 2024

Restitutio (restitución)

Restitutio

Restitución

Si analizamos el alcance de la palabra ''restitución'' en su definición más simple significaría ''Devolución de una cosa a quien la tenía antes''. Si se ha tomado alguna cosa prestada, se debe devolver al dueño. 

Sin embargo, existen ciertos casos en que la restitución se vuelve un hecho muy complicado. ¿Es posible restituir en todos los casos? en los temas penales pareciera ser muy difícil. Vamos a ver, desde la mirada de los filósofos qué se entiende por restitución. 


Aristóteles

Restitución al ''acreedor''

El estagirita nos habla de la restitución a propósito de la obra ''Ética a Nicómaco'', libro noveno, capítulo VII.

En este pasaje, Aristóteles está reflexionando sobre la naturaleza de las relaciones entre los bienhechores (quienes hacen favores) y los beneficiarios (quienes reciben los favores).

Aristóteles comienza observando una aparente paradoja: los bienhechores suelen amar más a aquellos que reciben sus servicios y que los beneficiarios no aman a los bienhechores. Para explicar esta aparente contradicción, sugiere que los bienhechores consideran a los beneficiarios como deudores, mientras que los beneficiarios consideran a los bienhechores como acreedores.

Esta perspectiva se asemeja al concepto de deuda y crédito. Los deudores desearían que sus acreedores desaparecieran para librarse de la deuda, mientras que los acreedores, por el contrario, buscan activamente a sus deudores para asegurarse de que cumplan con sus obligaciones. Del mismo modo, los bienhechores esperan que los beneficiarios vivan para que eventualmente reconozcan y agradezcan los favores recibidos, mientras que los beneficiarios tienden a ser menos considerados con los favores que han recibido.

Aristóteles también menciona la opinión de Epicarmo, quien critica esta perspectiva como pesimista o negativa. Sin embargo, Aristóteles argumenta que esta visión es bastante consistente con la naturaleza humana, ya que los hombres tienden a tener poca memoria para los beneficios y prefieren recibir favores en lugar de darlos. En resumen, Aristóteles está explorando la dinámica psicológica detrás de las relaciones de ayuda y beneficio, señalando la tendencia humana a valorar más lo que reciben que lo que dan.

Dice Aristóteles:

''En cuanto a mí, la causa me parece mucho más natural, y creo que no tiene ninguna relación con lo que pasa en punto a deudas. Por lo pronto, los acreedores no tienen el menor afecto a sus deudores; y si desean verlos prósperos, es únicamente con la mira de la restitución que esperan''

Esto se condice con el pensamiento del filósofo donde refuerza que la naturaleza humana busca su propio beneficio, siempre mira lo que le es conveniente como naturalmente debe ser. 

Por lo demás, la restitución pertenecería a la categoría de justicia correctiva, que es aquella que regula el intercambio de bienes de forma independiente sin observar sus particularidades.


Antigua Roma

Restitutio in integrum 

Los antecedentes de la restitución en la antigua Roma tiene relación con el derecho civil. Esta tiene su origen específicamente en la conocida Lex Plaetoria (o Lex Plaetoria de circunscriptione adolescentium) introducida por el tribuno Marco Plaetorius en un plebiscito. 

Esta ley del siglo II aproximadamente, tenía como propósito proteger a los menores que por su naturaleza, no conocían el negocio jurídico de los contratos y podían caer fácilmente en las artimañas de personas inescrupulosas. La ley disponía que toda persona, toda vez que un joven menor de 25 años o una persona ausente, iniciara un negocio jurídico, se denunciaba al pretor a ejercer la restitutio in integrum que consistía en llevar a las partes a la situación anterior a la que estaban luego de celebrado el contrato. El contrato y la transacción en sí son validos, pero declarados por el pretor podrían ser nulos y en consecuencia, las partes volverían al estado anterior. 

Lo mismo consta para aquellos actos contratos donde se constituyen error, fuerza y dolo, es decir, la restitutio in integrum procede en estos casos de igual manera. 

Por otro lado, es necesario que a la hora de proceder a ejecutar la restitutio in integrum no exista ningún otro medio jurídico por el cual se pueda proceder, realizarlo en un tiempo determinado y finalmente debía contar con la autorización del pretor. 


Edad Media

Código de Justiniano

El Código de Justiniano (o Corpus iuris civilis) es la compilación de constituciones imperiales desde Adriano hasta el mismo Justiniano, emperador romano de oriente. 

Desde este código, la institución de la restitutio in integrum comienza a decaer. Se modificó con el fundamento de las nuevas exigencias de la época, cuya pretención era, en verdad, hacerla revivir en un periodo posterior. 

Ya no se necesitaba invocar esta disposición en el ámbito procesal, sino que más bien en el ámbito extraprocesal. Por otro lado, no se necesitaba la valoración de un juez, o como en la época clásica, de un pretor. También se excluían las causales de error, fuerza y dolo en la institución, cuestión que se podía sanear por otros medios judiciales. En consecuencia, los únicos que podían reclamarla eran los menores de edad y los ausentes. 

Siete Partidas

La restitutio in integrum fue integrada en las Siete Partidas, un cuerpo legal redactado por Alfonso X. Su requisitos eran que existiera una causa justa, el daño al menor, que el remedio se ejerciera dentro de los cuatro años en que se causó el daño y finalmente, que la restitutio in integrum fuera el último recurso a utilizar.

Santo Tomás de Aquino

Para Santo Tomás de Aquino, la restitución consiste en ''poner de nuevo a uno en posesión o dominio de lo suyo''. En consecuencia, la restitución pertenece a la categoría de justicia conmutativa, que es aquella que Aristóteles llamaba justicia correctiva. Es una equivalencia, pues la restitución ''restituye'' cosas que se miran como equivalentes; por lo tanto, la restitución consiste en una igualdad. 

Restituir significa adquirir aquello que injustamente se ha quitado. Como la conservación de la justicia es necesaria para la salvación, se entiende que la restitución es absolutamente indispensable para la salvación. 

En el ámbito penal, cuando el reo no es juzgado por un juez y alcanza a restituir, entonces dicha restitución lo salva. En el caso contrario, si no restituye y el juez lo condena, entonces el transgresor tendrá que pagar con la pena. Dilatar la restitución también es causal de pecado. 

Renacimiento

Martín Lutero

Siguiendo casi el mismo tenor y no dando más importancia a las cuestiones legales que a las espirituales, Martín Lutero nos habla de la restitución a propósito de la autoridad secular. Nos señala que la restitución entre cristianos se resuelve pronto al tener los dos su deber de restituir para alcanzar la salvación. Sin embargo, cuando se trata de hombres que no son cristianos, entonces deben acudir a los tribunales para que se resuelva el litigio. Se peca contra el derecho natural, pero no necesariamente contra la ley. 

Bartolomé de las Casas

Las Casas ve la restitución desde el punto de vista del contexto indiano. A los indios se les ha hecho un daño haciéndolos esclavos, pues la posesión de ellos se ha hecho con una mala conciencia, una mala fe; en consecuencia, se debe restituir el daño causado retrotrayendo todos los efectos que esto les produjo a los indios. En otras palabras, devolverlos a su prístina libertad. 

En efecto, este problema no se puede sanear sino es por medio de la libertad y el reparo por la injuria y los daños provocados

Non dimittitur pecatum nisi restituatur ablatum

(El pecado no se perdona, a menos que se haya devuelto lo quitado)

Esto, pues la libertad se presume y quien la toma debe invocar justo título, sin embargo, el que no lo invoca con justo título (cosa que ha sido justamente así en la mayoría de los casos de acuerdo a Las Casas) entonces debe restituir. 

Por lo demás, y coincidiendo con Tomás de Aquino, el no realizar la restitución es una causal de pecado mortal pues es parte de la justicia conmutativa. 

Tomás de Mercado

El economista y filósofo Tomás de Mercado sigue las ideas de Tomás de Aquino y el cardenal Cayetano con respecto a la restitución. Mercado, citando a los dos intelectuales mencionados anteriormente, nos decía que quien haya cometido perjuicio debe restituir, pero aquel que ha pecado de buena fe, entonces puede conservar la cosa. Claro, entonces, una vez que se vende al precio que excede la tasa, entonces no se pecaría si se está de buena fe. Pero este mensaje o entendimiento que se tiene de Santo Tomás de Aquino debe contrarrestarse con el concepto de justicia presentado por Tomás de Mercado:

'Mas la justicia ordena al hombre para con su prójimo y, así considerada, principalmente el agravio que se le hace exteriormente, aunque el ánimo de quien agravió no esté del todo corrupto''

Por lo tanto, para el filósofo no hay ningún motivo para vender a una tasa que supere aquella impuesta por la República. 

Si bien en algún sentido puede que la ignorancia libre del ilícito a quien lo cometió, la obligación de restituir aquello por lo que ha pecado queda firme. La ignorancia libra de la culpa, pero no de la restitución. 

Juan de Solorzano

Uno de los padres del Derecho Indiano, es decir, aquel conjunto de normas y derechos que regulan las materias concernientes a los indios, fue el padre Juan de Solórzano quien creó una figura de protección para los indios llamada ''persona miserabilis'', lo que los convertía en sujetos de protección por la corona. 

En este caso, a los indios, por ser persona miserabilis, no se les presumía dolo, serían libres de tutelas, sus juicios serían sumarios, pueden anular los contratos, entre otros. Sin embargo, aunque se pueda pensar que estos tienen una libertad y autonomía, en verdad siguen siendo súbditos de la corona. En consecuencia, quien actuaba en contra de los indios y caía en una de las causales, se configuraría el concepto de restitutio in integrum, que de ser posible, se restituiría todo lo quitado, o se lo compensaría de alguna otra forma.


Edad Moderna y Contemporánea

Fin de la institución

Después de siglos en que regía la restitutio in integrum a favor del indio, esta institución desaparecería poco a poco con la independencia que alcanzarían las incipientes naciones de las Indias. 

Un ejemplo claro lo tenemos en Chile con la redacción de su Código Civil redactado por Andrés Bello, siguiendo a los autores franceses, cuyo propósito era generar un corpus independiente y distinto a las conocidas Siete Partidas. 

Así lo podemos verificar en el Artículo Final del Código Civil:

El presente Código comenzará a regir desde el 1.º de enero de 1857, y en esa fecha quedarán derogadas, aun en la parte que no fueren contrarias a él, las leyes preexistentes sobre todas las materias que en él se tratan.

Sin embargo, las leyes preexistentes sobre la prueba de las obligaciones, procedimientos judiciales, confección de instrumentos públicos y deberes de los ministros de fe, sólo se entenderán derogadas en lo que sean contrarias a las disposiciones de este Código.


Como podemos ver, la publicación del Código Civil en 1857 deroga tácitamente la institución de la restitutio in integrum, dejando atrás las Siete Partidas pero solo en aquello de lo que no es contrario al Código. 

Si bien la derogación es tácita, es mucho más clara en el artículo 1686 que habla sobre los incapaces relativos, y la validez que tienen los actos y contratos que ellos ejecutan. 

El artículo 1686 señala:

''Los actos y contratos de los incapaces en que no se ha faltado a las formalidades y requisitos necesarios, no podrán declararse nulos ni rescindirse, sino por las causas en que gozarán de este beneficio las personas que administran libremente sus bienes''

Es decir, que los actos de los incapaces es consideran válidos desde el primer momento, pero posteriormente puede pedirse la nulidad del acto o contrato. En consecuencia, si bien se derogo la restitutio in integrum de las Siete Partidas, sus vestigios quedan en el artículo 1686.

La razón para excluir la restitutio in integrum era fundamentalmente la dificultad que surgía al querer contratar con un incapaz. Era así, que las personas consideradas incapaces, por ejemplo, un menor de edad, no podría entrar a la órbita del negocio jurídico. De este modo, si un menor de 15 a 18 años quiere ser contratado, podrá hacerlo con la autorización de sus padres. Con la restitutio in integrum, esto no podría ser posible.

En el Mensaje del Código Civil se expresa de la siguiente forma:

Sobre la nulidad y rescisión de los contratos y demás actos voluntarios que constituyen derechos, se ha seguido de cerca del código francés ilustrado por sus más hábiles expositores. La novedad de mayor bulto que en esta parte hallaréis, es la abolición del privilegio de los menores, y de otras personas naturales y jurídicas, asimiladas a ellos, para ser restituidos in integrum contra sus actos y contratos. Se ha mirado semejante privilegio no sólo como perniciosísimo al crédito sino como contrario al verdadero interés de los mismos privilegios. Con él, como ha dicho un sabio jurisconsulto de nuestros días, se rompen todos los contratos, se invalidan todas las obligaciones, se desvanecen los legítimos derechos. “Esta institución, añade, es un semillero inagotable de pleitos injustos, y un pretexto fácil para burlar la buena fe de los contratos…”. Todas las restricciones que se ha querido ponerles no bastan para salvar el más grave de los inconvenientes, a saber: que inutiliza los contratos celebrados guardando todos los requisitos legales, deja inseguro el dominio, y dificulta las transacciones con los huérfanos, que no suelen tener menor necesidad que los otros hombre de celebrar contratos para la conservación y fomento de sus intereses….

Lo que se entendería más o menos de forma cercana a esta restitución, es la institución de la nulidad relativa y la nulidad absoluta, que consiste en retrotraer a las partes al estado anterior de haber contratado. 

En el Derecho Internacional

Sin embargo, la restitución, como concepto general, sí existe en otras áreas como el fideicomiso, el comodato, la restitución anticipada del inmueble como medida precautoria, entre otras. También, dentro del aspecto del Derecho Internacional se hablado ampliamente de los perjuicios ocasionados a personas que recurren a la jurisdicción internacional, en cuanto a las infracciones de la Convención Internacional de Derechos Humanos, por responsabilidad internacional del Estado. 

En ella, se exige al Estado realizar la reparación de la víctima donde se ordena la restitutio in integrum, la que ha sido definida como “el restablecimiento de la situación anterior a la violación”.

Sin embargo, como podemos apreciar, existen ciertas acciones que por su naturaleza, no son posibles de rescindir; por ejemplo, la desaparición de personas, torturas o ejecuciones extrajudiciales. Por este motivo, la Convención Interamericana de Derechos Humanos debe tomar las medidas que fuesen posible para reparar las consecuencias de la infracción y a ordenar el pago de indemnizaciones.


Conclusión

El análisis detallado de la noción de restitución a lo largo de la historia y bajo diferentes contextos revela su complejidad y variedad de interpretaciones. Desde Aristóteles hasta las modernas leyes internacionales de derechos humanos, la restitución ha sido considerada como un medio para corregir injusticias, devolver a las partes afectadas a su estado anterior o compensar pérdidas. Sin embargo, su aplicación y alcance varían según el marco legal y cultural en el que se encuentre.

A pesar de su declive en ciertos contextos, la restitución sigue siendo un principio fundamental en el derecho internacional de los derechos humanos, donde se busca reparar el daño causado a las víctimas de violaciones de derechos fundamentales. Aunque su aplicación puede ser compleja en casos extremos como desapariciones forzadas o ejecuciones extrajudiciales, sigue siendo un objetivo clave para garantizar la justicia y la reparación de las víctimas.

lunes, 8 de abril de 2024

Bartolomé de las Casas - Tratado sobre la esclavitud (1552)

 

Escrito por el fraile dominico español Bartolomé de las Casas en el siglo XVI, este tratado expone de manera contundente y apasionada los horrores y las injusticias sufridas por los pueblos indígenas del continente americano a manos de los colonizadores europeos, especialmente en lo que respecta a la esclavitud y la explotación laboral.


TRATADO SOBRE LA ESCLAVITUD


Primera conclusión

Guerra injusta

Bartolomé de las Casas comienza diciendo que todos los indios han sido esclavos injustamente, y los españoles los poseen de manera también injusta. 

Las Casas argumenta que la causa más leve y menos justa que los españoles tuvieron para esclavizar a los indígenas fue iniciar guerras injustas contra ellos. Ya que bajo este pretexto de guerras injustas, ninguna esclavitud podría justificarse legítimamente. Por lo tanto, concluye que todos los esclavos creados en las Indias desde el descubrimiento hasta el presente han sido injustamente esclavizados.

La razón de esto es simplemente que el supuesto de guerra justa no se ha cumplido, esto es, que sea autorizada por el príncipe o por una causal de guerra justa como la legítima defensa. Por lo demás, los indios no han hecho daño a los españoles por medio de injurias como sí lo han hecho turcos y moros. 

Los indios jamás tuvieron la intención de acabar con la fe cristiana, antes, fueron los españoles quienes atacaron y acabaron con muchas de las creencias de los indígenas. De hecho, fueron los mismos españoles quienes engañaban a los indios para que, una vez atraídos con buenas palabras, confesaran ante la justicia española que eran esclavos, sin ellos entender lo que significaba ser esclavo. De este modo, los españoles los hacían trabajar de manera forzada y sirviéndoles hasta que no les quedara vida. Todo esto bajo la venia de los gobernadores oficiales de Su Majestad, cuya práctica se realizó en todas las Indias. 

Por otro lado, Las Casas nos dice que todo lo dicho aquí es creíble porque los mismos que perpetraron estos actos lo dicen y lo afirman. 

No hay justa causa, dice Bartolomé, toda vez que los indios estaban pacíficos en sus tierras y en consecuencia, toda guerra que se iniciara contra ellos sería una guerra injusta. 

Segunda conclusión

Mala conciencia

En esta segunda conclusión, Las Casas nos dice que los indios están bajo el control de los españoles en sus propiedades bajo una mala conciencia. Este problema no se puede sanear sino es por medio de la libertad y el reparo por la injuria y los daños provocados

Non dimittitur pecatum nisi restituatur ablatum

(El pecado no se perdona, a menos que se haya devuelto lo quitado)

Por lo demás, los indios no tienen la misma concepción de lo que significa ser ''esclavo'' tal como la tienen los españoles. En lugar de denotar una condición de total subyugación y falta de libertad, indica más bien un tipo de relación de servicio más cercana a la de un sirviente o ayudante con obligaciones específicas. En la sociedad indígena, el esclavo era tratado más como un miembro de la familia o un hijo que como una propiedad. Tenían su propia casa, bienes, familia y libertad, excepto cuando se necesitaba su trabajo para tareas específicas como construir una casa o trabajar en los campos. El resto del tiempo, tenían libertad para sus propios asuntos, lo que los hacía, en cierto sentido, más libres que los súbditos libres de otras culturas.

Sin embargo, la esclavitud entre los indios no era pacífica en muchos sentidos, pues a veces eran tremendamente injustas. 

  • Una fue que aquel que era hallado haber hurtado cinco mazorcas o espigas de maíz, le hacía esclavo de su propia autoridad aquel cuyo era el maíz; y dicen los religiosos que esto han examinado, que con fraude, cautela y dolo muchas veces ponían diez o doce mazorcas o espigas de maíz cerca del camino para que cualquiera que pasase por él cayese en el lazo de la dicha servidumbre.
  • En el juego de la pelota, quien perdía era esclavo, y dizque esto  era con fraude y dolo, persuadiendo, importunando y engañando los más astutos jugadores, que comúnmente eran vagabundos, y mostrábanles dos o tres mantas de algodón para acudiciar, a los simples, a ellas, fingiéndose que no sabían jugar, y así los llevaban por esclavos
  • Si alguno tenía alguna esclava virgen y se la violaba otro, le hacía esclavo, y también, si era casado, a su mujer; y en esto dizque había dolo y fraude, porque los amos de las esclavas les mandaban que solicitasen a los estupradores que pecasen con ellas. 
  • Siendo tiempo de hambres, el padre y la madre vendían algún hijo, sirviendo algunos años a su amo, o si se hacía viejo y tenía hermanos o hermanas, salía él y entraba en la servidumbre otro de ellos, y si era mozo, daba el amo alguna cosa a los padres; y padres e hijos a servirle todos eran obligados; pero cuando los padres, u otro por ellos, pagaba lo que se había prestado por él, luego era puesto en libertad.
  • Indios que se vendiesen a sí mismos, había muy pocos, y los que se vendían eran los muy holgazanes por no trabajar, los cuales voluntariamente se vendían por dos mantas de algodón; pero el servicio que habían de ser no era más de para estar en casa de sus señores para mandar a otros y no para trabajar. 


Todas estas imágenes, dice Bartolomé de las Casas, tengo escritas en latín, que me dio el primer Obispo de México, varón bueno y religioso, colegidas por los religiosos de San Francisco, por las cuales parece bien claro cuan ilícitamente los indios tenían a otros indios por esclavos.

De lo susodicho se sigue que porque los indios eran  infieles y carecían (como está tocado) de conocimiento de Dios y de la ley cristiana que sus obras reglase, y del temor de los infiernos, y de esperanza que por virtudes se les había de dar paraíso eternal, que así como eran corruptos y defectuosos en estas maneras injustas de hacer a sus prójimos esclavos, también se debe presumir que erraban y se corrompían en la justicia de las guerras, y por consiguiente, que los esclavos que en ellas hacían podían más fácilmente ser ilícitos o no carentes de injusticia.

En consecuencia, el buen cristiano debe intervenir en estos problemas cuanto fuere posible la dicha ley mala o mala costumbre, o al menos no guardarla ni obrarla, porque no parezca que se aprueba. Los hombres cristianos son obligados por el Evangelio de Cristo a perder todo cuanto son y tienen, antes que cometer un solo pecado, al menos mortal.

Responsabilidades

Ahora bien, cuando se buscan a los responsables de estos daños, bajo las reglas de los derechos humanos y del derecho natural, se debe siempre proceder cuando haya existido una investigación y una distinción clara de quiénes cometieron el mal. Por eso, cuando se haya cometido un mal, se investigue y analice, y no se sepa quiénes son los malos luego de hacerlo, entonces no debe tomarse alguno de ellos por malo, pues podría hacerse perjuicio a alguien que es inocente. 

''porque mejor es que se toleren y vivan los malos, que no injustamente algún perjuicio, daño o muerte padezcan los buenos''


Como la libertad de los hombres, después de la vida, sea la cosa más preciosa y estimable, y por consiguiente sea la causa más favorable. Cuando hay duda en la libertad de alguno, que si se pregunta y trata de ella, se ha de responder y sentenciar en favor de la libertad.

Así, la libertad de los indios fue violada por los españoles quienes los tomaron como esclavos sin justo título. Esto, se vuelve a reiterar, es la posesión en mala conciencia que nos habla Las Casas. De esto se desprende que los españoles que esclavizaron indios no tienen ningún derecho sobre ellos, pues esta posesión se dio por medio de venta, gracia, permuta u otro contrato, nadie puede transferir más derechos de los que tiene. Todos los que hacen este tipo de contratos con respecto a los indios, son poseedores de mala fe, todos sus actos y contratos están viciados. 

Si bien, Bartolomé nos dice que pudo haber posesiones hechas en forma justa y con la voluntad del indio (aunque con la voluntad viciada), esos actos y contratos son escasos comparados con todos los casos de injusticias y esclavitud.

Los jueces de la Real Audiencia decían:

"no hallamos un indio en esta tierra que justamente sea esclavo"

En las sentencias de la misma audiencia, los jueces resolvían que los los españoles acerca de esta materia eran obligados a dudar en cuanto a la venta o posesión de un indio. Muchos religiosos predicadores y confesores que sabían muy bien las lenguas y penetraban los secretos de los indios, tuvieron cargo de examinar e hicieron muy gran diligencia en público y en secreto en este negocio.

Todos los indios que los españoles tienen en las Indias por esclavos, al menos en toda la Nueva España, y en la Nueva Galicia, y en el reino de Guatemala, y en la provincia de Chiapa, y en el reino de Yucatán, y en las provincias de Honduras, y en la de Nicaragua, y en todas las otras partes a donde de las susodichas los han llevado, habidos de otros indios, o por vía de tributos, o rescatados, o comprados (sacados los que a sabiendas lo hicieron, de quien nadie puede dudar haber gravemente pecado), ciertamente dudaron, o eran obligados a dudar de aquella injusticia plagiaría.

La libertad

La libertad es uno de los conceptos más fundamentales. No se puede pensar a priori que todos son esclavos, todo lo contrario, y como se había dicho antes, la libertad se presume. Esto es lo que Bartolomé llama la vía y opinión benigna. Por lo demás, la esclavitud bajo los españoles es mucho más cruel y despiadada que bajo los indígenas, y que la vida de los esclavos bajo los españoles es comparable a una "pestilencia mortal", mientras que entre los indígenas experimentan una libertad relativa y un trato más suave. 

Incluso si los indígenas esclavizaban a otros indígenas, lo hacían de acuerdo con sus leyes y costumbres, las cuales considera justas. Sin embargo, señala que la forma en que los españoles tratan a los indígenas es extremadamente despiadada y cruel, incluso hasta el punto de matarlos. Las leyes y la razón no son suficientes para moderar el trato inhumano de los españoles hacia los indígenas. Por lo tanto, Las Casas propone que si un indígena es esclavo justamente entre su propio pueblo, no se debe permitir que los españoles lo mantengan en esclavitud, sino que el indígena debe ser compensado por el valor excesivo que el español está usurpando, tomando en cuenta todo lo que excede lo que el indígena originalmente había cedido o vendido legítimamente. De esta manera, se sugiere que el indígena recupere su libertad y comience a comprender lo que significa ser libre. 

Bartolomé concluye, 

''Todos los indios que se han hecho esclavos en las Indias del mar océano,  desde que se descubrieron hasta hoy, han sido injustamente hechos esclavos, y los españoles poseen a los que hoy son vivos por la mayor parte, con mala conciencia, aunque sean de los que hubieron de los indios''

Inmediatamente, luego de llegara a esta conclusión, Las Casas propone el siguiente corolario.


Corolarios

Primer corolario

Bartolomé señala el primer corolario:

Su Majestad es obligado, de precepto divino, a mandar poner en libertad todos los indios, que los españoles tienen por esclavos.

Esto se prueba por tres motivos:

  • Proteger a los débiles
  • Vivir según la virtud y la justicia propia de un rey. Disponer y reparar los daños
  • Los reyes y príncipes temporales son obligados a ayudar por derecho divino. Por lo demás, solo por estos hechos, muchas almas españolas están en la perdición por los pecados cometidos

Segundo y tercer corolario

Ahora señala el segundo corolario, los cuales no se explican más allá de lo que muestran:

Los obispos de las Indias son de precepto divino obligados y, por consiguiente, de necesidad, a insistir y negociar importunamente ante Su Majestad y su Real Consejo, que mande librar de la opresión y tiranía que padecen los dichos indios que se tienen por esclavos, y sean restituidos a su prístina libertad; y por esto, si fuere necesario, arriesgar las vidas

Docta y santamente lo hicieron los religiosos de la Orden de Santo Domingo, y San Francisco, y San Agustín, en la Nueva España, conviniendo y concertándose, todos a una, de no absolver a español que tuviese indios por esclavos, sin que primero los llevase a examinar ante la Real Audiencia, conforme a las Leyes Nuevas; pero mejor hicieran si absolutamente a ello se determinaran sin que los llevaran a la Audiencia.

En este pasaje del corolario de Bartolomé de las Casas, se argumenta que los religiosos de las órdenes mencionadas (franciscanos, dominicos y agustinos) tienen conocimiento o al menos una alta probabilidad de conocer las injusticias y corrupciones cometidas al esclavizar a los indígenas por parte de los españoles y algunos indios. Se afirma que este conocimiento o probabilidad se equipara a la certeza en cuestiones morales, y que los confesores que tenían dudas estaban obligados por su función a liberar a los esclavos o llevar el caso ante la Audiencia.

El argumento se fundamenta en que el confesor, al asumir el papel de juez espiritual, está obligado a tener conocimiento suficiente, prudencia y discreción para emitir juicios justos, especialmente en casos de injusticia, agravio o daño. Se compara al confesor con un obispo, un cura y un juez espiritual, lo que implica una responsabilidad ética y moral equivalente. Si el confesor, debido a su falta de conocimiento o negligencia, no ordena la restitución de lo usurpado o mal ganado (en este caso, la libertad de los esclavos), él mismo se hace responsable de la injusticia y está obligado a compensar a la parte agraviada.

Se hace una analogía con la responsabilidad de otras profesiones, como la del médico que es responsable por el daño causado por su impericia o negligencia, y el asesor o juez que también son responsables por sus malos consejos o sentencias debido a su falta de conocimiento, negligencia o impericia.

La idea central es que la ignorancia o negligencia no exime de responsabilidad moral y que aquellos que tienen el poder o la autoridad para corregir injusticias están obligados a hacerlo en concordancia con su función y conocimiento.

En la segunda parte de este corolario de Bartolomé de las Casas se refiere a la necesidad de liberar a los indígenas de América sin llevar sus casos a examinar ante las Audiencias reales. Bartolomé de las Casas fue un fraile dominico y defensor de los derechos de los indígenas durante la colonización española de América. En este corolario, sugiere que los religiosos que tienen influencia sobre los indígenas deberían liberarlos directamente, sin esperar a que sus casos sean examinados por las Audiencias reales, que eran tribunales españoles establecidos en las colonias.

Las Casas argumenta que los religiosos deberían actuar de acuerdo con su conciencia y su creencia en que los indígenas son injustamente esclavizados. Afirma que muchos religiosos comparten esta opinión y están obligados a seguir su conciencia en este asunto. Además, critica las injusticias y opresiones que observa en el sistema de las Audiencias reales, sugiriendo que no serían un recurso efectivo para garantizar la justicia para los indígenas.


Conclusión

En conclusión, Bartolomé de las Casas expresa la preocupación por la gran cantidad de personas que son injustamente esclavizadas en los reinos indígenas, instando a Vuestra Alteza (posiblemente refiriéndose al rey o a una autoridad real) a liberarlas rápidamente. Esta es la acción necesaria para corregir la situación y evitar la perdición espiritual de estas personas. Se enfatiza el papel de los prelados como guías espirituales y se advierte sobre las consecuencias eternas si no se toma acción. Por otro lado, es importante lo que Bartolomé de las Casas decía con respecto a los derechos humanos; el principio de buena fe y de presunción de inocencia: todos son inocentes hasta que no se demuestre lo contrario.