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domingo, 13 de octubre de 2019

Santo Tomás de Aquino - De sortibus (Sobre la suerte) (1272).

La herradura es un símbolo de buena suerte

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La suerte es un concepto que nos lleva a muchas interrogantes en esta vida, es decir, ¿Pasan las cosas por algo predestinado o por suerte? Por supuesto, el mundo cristiano nos comenta que nada pasa por casualidad ni mucho menos por la suerte, sino que todo lo contrario. Todo está predeterminado por un ser todopoderoso que comanda este mundo hasta la más mínima de sus creaturas. Veamos como Santo Tomás de Aquino enfrenta esta postura.
De Sortibus


Capítulo I: Información sobre la suerte

Santo Tomás de Aquino nos dice que hay cosas que existen por necesidad como las matemáticas cuando se dice dos más tres es igual a cinco, o de la naturaleza como cuando aparece el sol. Sin embargo, entre todas estas cosas (naturales o matemáticas) la suerte no está considerada en ellas.

No obstante, hay muchos quienes recalcan y consideran importante el concepto de suerte. 

Capítulo II: El fin de la suerte

La suerte no sería necesaria si todo en la vida del hombre estuviera ordenado y armonioso. Pero cuando no existe el orden y la armonía, entonces el hombre recurre a la costumbre de echarlo todo a suerte. Como dice la biblia:

''La suerte pone fin a las contiendas''
(Proverbios 18:18)

También ocurre que los títulos o las dignidades se han elegido por medio de la suerte. Así, en el Antiguo Testamento algunos individuos entraron al sacerdocio por suerte: Zacarías en el evangelio de Lucas fue elegido por suerte en el sacrificio de los inciensos y Saúl quien fue elegido rey por suerte.  

Bajo este respecto, Santo Tomás de Aquino describe tres tipos de suerte:

  1. Suerte distributiva: cuando algo es desconocido de como debe ser distribuido
  2. Suerte consejera: aquella que da consuelo en tiempos de necesidad
  3. Suerte divina: aquella que los hombres recurren para tener un buen pasar en el futuro

Capítulo III: Los modos de buscar la suerte

Hay algunas cosas que van más allá del esfuerzo humano. Hay algunas señales que son claramente de Dios o del demonio. Los hombres que pueden ver las señales de Dios sobre los acontecimientos, o la suerte de las demás personas son los profetas. Los del segundo grupo, los de las señales de los demonios son llamados nigromantes,  cuyos sacrificios y tributos les permiten ver algunas cosas de la suerte. 

También existen otros que por sus conocimientos de los movimientos de los astros y cálculos matemáticos pueden predecir la suerte. Estos son los llamados matemáticos.

Sin embargo, un tercer grupo tiene que ver con aquellas manifestaciones de ciertos actos donde se deduce una suerte. Esto es por ejemplo la geomancia, ver la suerte a partir de cosas arrojadas al mar o a la tierra, o tirar los dados para adivinar otras ciertas cosas. Este es el grupo que está mucho más relacionado con la suerte que los otros anteriores. 


Capítulo IV: La fuente de poder de la suerte

Si bien el argumento anterior es bueno para calificar a la suerte como un fenómeno futuro, también debemos decir que las cosas que ocurren en el futuro aún no existen. Si esto es así, la suerte tampoco existiría si la consideramos en el futuro. 

Sin embargo, contra este argumento existe el que se dice que los augures del futuro son manifestados por aquello que practican geomancia, ya que en el movimiento de sus manos y cuerpo van manejando la suerte de los demás. 

Por otro lado, también los cuerpos celestes tendrían cierto poder ya que hay ciertas cosas que pueden mover e influir (el movimento del mar por la luna, por ejemplo). Por lo tanto, la suerte también estaría en los astros. 

No obstante, este último argumento es débil ya que los astros no conducen el comportamiento del ser humano. De ser así, entonces podría decirse que el astro, que es un cuerpo material, puede manejar la voluntad del hombre lo que sería absurdo, ya que la voluntad es un proceso intelectivo y no material. En otras palabras, lo material está al servicio de lo intelectual

Ahora, esto no es aplicable a las cosas de la naturaleza, pues ellas sí pueden tener una especie de predicción en el futuro. Por ejemplo, por el clima sabremos qué cultivar en el campo, así como también el movimiento de las estrellas nos ayudará a discernir cuando es la temporada de algún alimento. Como dice Ptolomeo:


''El hombre sabio maneja las estrellas''


Se dice que los astros influyen de cierta manera en el comportamiento del hombre, pero debe tenerse algunas cosas en consideración: los cuerpos celestes actúan naturalmente. Además, las cosas de la naturaleza tienen sólo un principio que es el principio de acción natural; por ejemplo, el crecimiento de la planta solo tiene un solo fin: su crecimiento. 

Por el contrario, la mente humana no está supeditada a un solo fin sino que a múltiples. Las cosas que le ocurren a un ser humano son casualidades, por ejemplo, un hombre que cavando una tumba encuentre un tesoro. Pero lo que es por accidente (casualidad) no es uno, es decir, lo accidental de cavar una tumba y encontrar el tesoro. Sin embargo, la naturaleza no es accidental porque tiene un solo fin. 

En otras palabras, encontrarse un tesoro mientras cava no es algo natural porque surgen dos fines: cavar y encontrar el tesoro, pero sí sería natural que el hombre, teniendo un medio como cavar para encontrar un tesoro, pues hay un solo fin: encontrar el tesoro. Pero esto interviene también con el supuesto con el que se dice que lo material no maneja lo intelectual; por lo tanto, los astros no pueden manejar el comportamiento del hombre ni puede decidir sus fines. Por lo demás, encontrar un tesoro es un fin humano y no natural.  

Como la voluntad no puede ser manejada por la naturaleza (en la naturaleza incluimos los astros), debe existir una voluntad superior que incline a los hombres a realizar ciertos actos: esta voluntad superior es Dios. 

En suma, la suerte del hombre es manejada por Dios. Dios hace a los hombres afortunados o desdichados. La sola voluntad del hombre no es manejada autónomamente, sino que Dios la hace posible al ser una voluntad superior. En este sentido, así como una materia superior puede mover una materia inferior, una mente superior puede mover una inferior. Por el contrario, una materia (los astros por ejemplo) no pueden mover el intelecto pues el intelecto siempre es superior a la materia. 


Capítulo V: Si es permitido usar la suerte

No es permitido usar los artificios de los demonios en un cristiano que cree en la divinidad. Las creencias o costumbres que traen buena suerte a través de los demonios son llamadas por San Agustín de Hipona como ''nulidad supersticiosa''. En efecto, Santo Tomás pone el ejemplo de cuando un hombre se siente mal y toma alguna medicina, este se cura y por lo tanto aquí no hay ninguna superstición; ya que justamente la medicina sirve para curar un mal. En cambio, un hombre que lleva un amuleto y dice que ese amuleto lo curó, entonces estamos frente a una nulidad supersticiosa, ya que un accesorio que no tiene que ver con la medicina que cura la enfermedad, no puede curar esta (valga la redundancia). 

Por lo tanto, pedir a un astrólogo si lloverá o no en el futuro no corresponde a una suerte sino más bien a algo natural que es probable de predecir. Sin embargo, que un hombre encuentre un tesoro es algo encargado por los demonios ya que no pertenece a la naturaleza. 

Tampoco lo sería si se ve a los pájaros huyendo de un lugar pensando que existe algún peligro; esto no sería superstición. Lo que sí sería superstición sería creer que el susurro de los pájaros predice eventos futuros. 

La pregunta es ''¿se puede pecar usando la suerte?'' la respuesta es sí, pero desde cuatro puntos de vista:


  1. Cuando un hombre recurre a los métodos de adivinación para saber cómo vendrá el futuro. Esto implicaría probar a Dios ya que él es el único que sabe nuestro destino
  2. Cuando se quiere saber del futuro sin haber realizado las correspondientes ovaciones a Dios
  3. Cuando se quiere saber la suerte de cosas banales o tengan relación con la vanidad
  4. Cuando se deja por suerte y no a la inspiración divina los cargos eclesiásticos

Santo Tomás de Aquino termina este capítulo sobre la suerte citando un pasaje de la biblia:

''No os toca saber a vosotros saber los tiempos o las razones, que el Padre puso en su sola potestad''
(Hechos 1:7)

Finalmente, podemos entender que Santo Tomás de Aquino considera la suerte, pero como una oportunidad que Dios da a los hombres. Los hombres por otro lado, no tienen conocimiento de esta ya que es solo el Padre quien sabe su destino. 

Conclusión

Es primera vez que de los filósofos que hemos tratado en el blog hable de este tema tan relevante para la vida y la filosofía. Siento que de alguna manera la suerte está en las circunstancias, pero también es cierto que muchas cosas se pueden predecir, entonces, la pregunta es ¿puede ser suerte si es predecible? si todo es predecible o todo cae en el rango de la posibilidad, entonces no podemos hablar de suerte ¿o sí? realmente es un tema que confunde pero interesa. 


1 comentario:

  1. Pero lo que nos sucede es por consecuencias de nuestros pensamientos palabras y acciones como vamos a negar que lo que nos sucede es causa de nosotros mismos y cuando no somos conscientes de que estamos donde nosotros mismos nos hemos llevado le damos a algo externo nuestra fortuna o desgracia.

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