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lunes, 13 de marzo de 2023

Martín Lutero - La indulgencia y la gracia (1517)

 


Siendo una de las primeras obras de Martín Lutero, luego de las 95 tesis, esta obra nos presenta el preludio de lo que va a significar la Reforma Protestante. El impacto que tuvo sus 95 tesis no paso desapercibido y de un debate local se transformó en un debate público. A consecuencia de esto, Lutero tuvo que volver a explicar sus tesis, sobre todo aquellas que parecían desafiar el gran poder de la Iglesia en esos tiempos, como así parecía ser a partir de sus lecturas. Veamos lo que nos tiene que decir.


LA INDULGENCIA Y LA GRACIA


Martín Lutero comienza diciendo que de acuerdo con Pedro Lombardo y Santo Tomás de Aquino comprendían la penitencia en tres partes:

  1. Contrición 
  2. Confesión 
  3. Satisfacción

Sin embargo, Lutero nos dice que esto no aparece en las Sagradas Escrituras, ni tampoco están en los escritos de la época de la Patrística (Los Padres de la Iglesia). Con todo, para seguir el desarrollo, Lutero admitirá esta teoría por ahora. 

Estos doctores (Lombardo y Aquino) dicen que las indulgencias no pertenecen ni a la primera ni a la segunda parte de la penitencia, sino que solamente la tercera. Luego, la Satisfacción se divide en tres partes más:

  1. Oración: toda clase de obras del alma como por ejemplo, leer, meditar, escuchar la Palabra de Dios, predicar, enseñar y otras similares
  2. Ayuno: obras de mortificación de la carne; vigilias, trabajo penoso, lecho duro, vestidos toscos, etc. 
  3. Limosnas: todo genero de buenas obras; obras de caridad y misericordia para el prójimo. 

Para estos dos pensadores, la indulgencia suprime solo las obras de la Satisfacción, lo que sería un problema porque de acuerdo a Lutero, si las indulgencias eximen de la responsabilidad de la Satisfacción, entonces no sería necesario hacer buenas obras. 

Entre otros intelectuales se decía que la indulgencia anula algo más que las buenas obras impuestas, sino que también las penas que la justicia divina exige del pecado. Pero Lutero prefiere no referirse a este tema. 

Ahora bien, Lutero dice que no hay otra forma de realizar la Satisfacción de la forma anteriormente mencionada, aun cuando no hubiesen sido impuestas por alguien. Esto está probado por la siguiente lectura de Ezequiel:

''Si el impío se apartare de todos sus pecados e hiciere justicia, no se le recordará ninguno de sus pecados''
(Ezequiel 18:21)

De ahí que se haya absuelto a otras personas:

  • Magdalena: Lucas 8:2
  • Paralítico: Lucas 5:20
  • Mujer adúltera: Juan 8:10

Es Dios, entonces, quien castiga con justicia o mediante penas empuja a los hombres a la contrición como en el Salmo:

''Si sus hijos pecaren, castigaré con vara a sus transgresiones, más no quitaré de ellos mi misericordia''
(Salmo 89:30)

Solo Dios puede remitir las penas, por lo tanto, por mucho que la Iglesia Católica establezca que efectivamente las indulgencias suprimen las obras de Satisfacción, será mucho mejor que la persona pase por las penas de la Satisfacción porque la indulgencia no significa otra cosa que el descuido de las buenas obras. 

Algunos afirman que las penas y las obras son demasiado numerosas como para que el hombre pueda cumplirlas en su vida. Sin embargo, Lutero nos dice que esto es un argumento sin fundamento porque Dios no dará a nadie una carga que no pudiese superar.

''No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podáis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar''
(1 Corintios 10:13)

Sería un verdadero oprobio que la indulgencia quitara más de lo que podamos soportar. 

El Derecho Canónico establece un período de 7 años de penitencia por un pecado mortal, pero de acuerdo con lo leído no se puede dar más tiempo de lo que a una persona se le puede dar. De este modo, la indulgencia bien propiciaría la pereza de los cristianos al pagar por estas. En palabras del mismo Lutero:

''La indulgencia no impulsa a nadie a enmendarse, sino que tolera y certifica su imperfección''

Ahora bien, inmediatamente Lutero sostiene:

''Por ello, no hay que hablar en contra de la indulgencia, pero tampoco se debe recomendarla a nadie''


Lo que sí podría considerarse es que aquel que quiera dar dinero, lo diera por medio de la donación para construir el edificio de San Pedro, o a cualquier persona, ya que de otro modo, habría más amor a la indulgencia que a Dios.

No hay obligación de tomar estas indulgencias, así como tampoco hay algo que aconseje tomarlas sino que más bien son cosas que se autorizan y se permiten. Por lo tanto, la indulgencia no es una obra de obediencia ni meritoria, sino que es una evasión a la obediencia. no se debe impedir a nadie comprarlas, pero sí se debe promover que se realicen las obras de buena caridad antes de comprar indulgencias. 

Además, algunos doctores, como dice Lutero, dicen que por indulgencias las almas pueden salir del purgatorio. Sin embargo, eso no se tiene cómo comprobarlo y aún la Iglesia no lo ha decidido. Lo que sí lo hace es la oración y las buenas obras por las almas, y esto está fundamentado en las Sagradas Escrituras. Con respecto a estos doctores que lo afirman Lutero dice:

''Dejen a los escolásticos ser escolásticos''

Finalmente, Lutero nos dice que todos aquellos que sostienen lo contrario son y lo tildan de hereje, en verdad, no hay que darles importancia porque son charlatanes que no han leído la Biblia ni tampoco entienden bien a sus propios maestros. 

Conclusión

Este es el segundo ataque de las indulgencias contando las 95 tesis, y aquí, la franqueza del reformador es clara y valiente, pues no solo podemos ver lo contrario que es a los doctores, sino que también a la Iglesia Católica. La queja sobre las indulgencias no es una cuestión de forma, es decir, de cómo se hacen sino que desde un punto de vista espiritual y teológico. Veamos más adelante como se van desarrollando estos temas. 

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