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viernes, 17 de junio de 2022

Al-Kindi - Sobre los rayos

 


En el presente tratado al-Kindi nos habla sobre los rayos. Sin embargo, se dice que este tratado, en realidad, es sólo atribuido al filósofo ya que originalmente el texto está escrito en latín así que su originalidad está en discusión todavía. como el título sugiere, este texto se trata sobre los rayos y en general, cómo es que cuestiones remotas pueden afectarnos sin estar en contacto con nosotros. En efecto, los rayos son invisibles pero podemos percibirlos además de que pueden entrar en contacto con otros objetos, Y el filósofo se propone ver cómo es que estos rayos tienen una influencia en nosotros. La estructura del texto es diferente, se menciona en capítulos explícitamente por lo que ahí podemos ver la diferencia con sus obras anteriores. No obstante, muchos se acuerdan en que esta es una verdadera obra de al-Kindi.

SOBRE LOS RAYOS

Capítulo uno: el origen de la idea

Todos los hombres que perciben objeto de sensación tienen alguna forma aprendida. esto es porque ellos las aprenden a través del ejercicio de la razón y son percibidas por la sensación correspondiente. la razón y la sensación concuerdan, y excluyen aquellas cosas que no pertenezcan al objeto. esto lo hacen por una regla de unidad que cada hombre tiene consigo (unitas regitiva).

El acto del entendimiento mental por el intelecto es llamado universal después de que las cosas son aprendidas de este modo es decir, por el intelecto universal. De acuerdo con la naturaleza de la forma que es aprendida, y el modo en cual esta es aprendida, uno puede dividir este entendimiento mental en 5 tipos: género, especie, diferencia, esencia, y accidente.

Sin embargo, algunos particulares o universales, o alguna condición que es aprendido en el pensamiento no tienen objetos similares de sensación, en otras palabras, cuando el intelecto y la sensación no coinciden, entonces tal noción queda vacía en él intelecto humano. En efecto ciertos universales y sus condiciones son formados a través de la razón pero no mostradas por la sensación. Por ejemplo, el calor que emite el fuego se puede razonar, pero no se puede entender a través de los sentidos.

Por este modo, el hombre puede entender primeramente lo particular y después el intelecto porque para incorporar los objetos que forman parte de un mismo género tendrá que razonarlo. el hombre no entiende los grupos de cosas por medio de los sentidos. En consecuencia, el hombre estudia cada objeto que está sometido a los sentidos y luego puede formar un grupo de ellos a través del intelecto.

Así la habilidad de la raza humana es formar un universal a partir de las cosas particulares percibidas a través de la sensación e instancias individuales, porque es imposible percibir a todos los individuos de una vez. Por lo tanto, las condiciones de todas las cosas son primeramente conocidas a través de los sentidos; por ejemplo, el tipo, el tamaño, el acto, la adaptación, y cómo ellos se relacionan con otros sujetos.

Con todo, algunos hombres son más o menos hábiles para percibir a través de la sensación o la razón. Esto se debe a las habilidades individuales que tienen ellos para entender las cosas de la sensación o la razón en gran o menor medida. Si tuviéramos que poner como ejemplo de aquellos hombres que captan en mayor medida la sensación y la razón, estos serían los antiguos padres. Estos hombres tenían, de acuerdo al filósofo, un ''deseo sagrado'' que los movía a conocer; y por lo tanto, podían conocer aquellas cosas que se encontraban ocultas en la realidad.

El deseo sagrado de conocer unido con la moral los llevaba a nunca cesar de conocer las cosas de la realidad. 

Segundo capítulo: sobre los rayos de las estrellas

Cada estrella tiene su propia naturaleza y condición impresa, entre otras cosas, tienen la característica de emitir rayos. Debido a  esta individualidad, cada estrella tiene su propio rayo; son diferentes en todas ellas. Tampoco tendrán la misma posición ni los mismos efectos. 

Así, el efecto de los rayos que produce el sol son diferentes a los que produce cualquier otra estrella. Existe una diferencia entre los múltiples cuerpos celestes a propósito de sus rayos emitidos. Sin embargo, todas estas diferencias confluyen en una armonía llamada ''Armonía del cielo'', que solo sería el conocimiento de este mundo sensible, pero el que conoce las condiciones de esta armonía del cielo, conocería el pasado, el presente y el futuro. quien comprende la armonía del cielo, sucesivamente comprenderá la armonía universal. 

Tercer capítulo: sobre los rayos de los elementos

El mundo de los elementos es la imagen del mundo de las estrellas. de este modo cada cosa contiene la anterior la apariencia de la última. Es obvio que cada cosa en este mundo sea sustancia o accidente produce rayos por sí solo como las estrellas.

Esto puede ser establecido por la sensación en ciertos casos: el fuego, por ejemplo, transmite rayos de calor de manera adyacente a los lugares y la tierra transmite rayos de frío. Estos rayos se emiten en todas direcciones y a su modo propio. estos rayos afectan a las cosas de forma diferente cada una.

La diferencia de la distancia entre una cosa y los rayos que produce la otra cosa establecerá distintos efectos.

Cuando los rayos caen sobre un objeto, esto se mejoran; pero, cuando se dividen sobre un objeto estos disminuyen, se vuelven más débiles. Todos estos efectos, son tantos, que es muy difícil determinar todos los distintos efectos que producen en una cosa. A veces, estos efectos no son perfectamente visibles a través de los sentidos, y otras veces se vuelven mucho más claros.

Cuarto Capítulo: Sobre la posibilidad

El hombre adquiere su conocimiento y su confianza cuando interactúa con las cosas. Así es como el hombre forma sus deseos y voluntades y elige aquello que le es más conveniente. Como el conocimiento procede de la sensación y todo lo que tiene que ver con la sensación no es adquisición completa, es natural que el hombre no conozca algunas cosas. 

Ahora bien, cuando el hombre tiene un conocimiento sustancial de las cosas y puede conocer aquellas cosas escondidas, entonces conocerías las causas de todas ellas. Según al-Kindi, los filósofos son los que llegan a este tipo de conocimiento, pero aún así no lo conocen todo. 

Estos conocimientos que incluso quedarían vedados a los filósofos, son relativos y contingentes. En consecuencia, es en ese momento que los hombres comienzan a pensar en la posibilidad de que las cosas pasen; en efecto, el hombre observa que unas cosas pasan bajo ciertas circunstancias y otras cosas pasan bajo otras circunstancias distintas. 

Sin embargo, hay hechos más probables que otros y algunos son imposibles. Los filósofos saben que hay cosas que son imposibles que ocurran y por eso no son afectados por los sentimientos de esperar que ocurra algo que es imposible. Por tanto, mientras sepamos la posibilidad de una cosa, la esperaremos más o menos dependiendo de la naturaleza de su probabilidad. 

Se podría decir entonces que los rayos de los elementos determinan nuestra voluntad, y que cada uno de ellos determina la voluntad de otro como ya se vio en las obras anteriores. No obstante, ya hemos observado que el movimiento de los astros, y por lo tanto de los elementos, no es autónomo y proviene directamente de Dios. Si buscamos la causa elemental de las cosas, entonces estaremos ante un problema físico, pero si buscamos las causas celestiales de los elementos entramos en un problema metafísico. 

Quinto Capítulo: Sobre las cosas que traen el efecto del movimiento

Todas las cosas que existen en acto en algo realizan consigo algún tipo de movimiento. El hombre imita el movimiento del mundo porque tiene un microcosmo dentro de él; en otras palabras, el hombre se asemeja al mundo. El movimiento del hombre proviene de la imaginación primeramente, pues esta la que forma una imagen deseable en el hombre por la cual discernirá si realizará una acción o no. 

En cierto modo, así como los rayos de los cuerpos influencian a otros cuerpos, los rayos de la imaginación inician el movimiento en el hombre. Es más, dice el filósofo, cuando el hombre concibe un cuerpo en su imaginación, este se vuelve real; a esto lo llama ''el espíritu de la imaginación''. Pero el deseo que se encuentra en el hombre debe ser fuerte para que pueda producir algún movimiento y crear por medio de la imaginación.

En consecuencia, tenemos tres conceptos dentro del hombre que producen movimiento en él; por un lado, tenemos la imaginación; luego, el deseo; y finalmente, la confianza (fides).

Con todo ¿cómo se materializa aquello que fue concebido en el espíritu? al-Kindi nos dice que se materializa por medio de los discursos de la boca y las acciones de la mano. Por eso es que la oración tiene un efecto en quien la pronuncia y hacia qué o quien va dirigida. En todo caso, sería necesario combinar las palabras con otro tipo de actos (como se verá más adelante). 


Conclusión

Como podemos ver, este no solo fue un texto físico y metafísico del orden de las cosas. Si bien fue una explicación de cómo se entienden los rayos de los elementos, también nos presentó una compleja construcción del entendimiento humano con respecto a la posibilidad y la imaginación. Ciertamente, es uno de los textos más interesantes y de los que más se duda su autenticidad, aunque en cierto modo concuerda con los textos vistos anteriormente.

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