La lucha contra los maniqueos aún no termina y es ahora el maniqueo Félix quien se enfrenta en este debate contra
San Agustín de Hipona. Cabe destacar la buena preparación de los dos contrincantes, pues Las Confesiones de
San Agustín han ahondado fuerte en el mundo religioso, mientras que los maniqueos no tienen menos adeptos que la Iglesia Católica. Lo que aquí veremos es una discusión primeramente sobre la carta de Manés en cuanto a la fundamentación religiosa de los maniqueos (que hemos visto en este blog en el siguiente
enlace) Luego se hablará principalmente de las cosas del Nuevo Testamento.
Referencias:
(1) Agustín trata de dejar en claro el argumento ''ad hominem'' que ha hecho Félix y trata de alejarse del mismo argumento.
(2) Debe decirse que la carta completa no se muestra, sólo se muestra un extracto de ella.
Definiciones:
(1) Paráclito: es el mismo Espíritu Santo, de hecho, Paráclito significa en latín ''consolador''.
Acta del debate contra el maniqueo Félix
LIBRO I: MANES Y EL ESPÍRITU SANTO
Primera parte de la carta del Fundamento
Manés como el Paráclito
El debate comienza con el reconocimiento de Félix a la carta del fundamento de la secta maniquea, reconocimiento pedido por el mismo San Agustín. Lo primero que Félix hace es leer el comienzo de la carta que reza así:
''Manés, apóstol de Jesucristo por providencia de Dios padre. He aquí las palabras saludables que manan de la fuente viva y perenne. Quien las oiga y primeramente las crea y luego cumpla lo que ordenan, nunca estará sujeta a la muerte, antes bien disfrutará de una vida eterna y gloriosa. En efecto, ha de ser considerado justamente dichoso quien haya sido instruido por este divino conocimiento; liberado por el permanecerá en la vida eterna''
La primera pregunta de San Agustín es: ¿de dónde salió Manés quien no fue nombrado en al biblia como apóstol? Félix responde con una petición a San Agustín y esta se trata de probar de que Manés no fue el paráclito es decir, el Espíritu Santo que Jesús enviaría para decir la verdad. En efecto, en la biblia dice:
''Os envío el Espíritu Santo paráclito''
(Juan 16:7)
Esto pertenece al libro de Juan y fue cuando los discípulos estaba reunidos con Cristo y sintieron que entraba una especie de sonido desde el cielo ''y vieron lenguas de fuego posicionadas en ellos mismos'', es decir, el Espíritu Santo había entrado como una especie de señal ese día que los apóstoles estaban reunido. En ninguna parte se nombra a Manés, al contrario, sólo se describe (en palabras nuestras) un cierto fenómeno.
La veracidad de los hombres
Félix se ve atrapado en este argumento por lo que cambia la dirección del debate revisando las palabras de San Agustín: ''Yo destruyo la ley de Manés'' a lo que Félix se basa en la biblia para decir:
''Todo hombre es mentiroso, sólo Dios es veraz''
(Salmos 115:2)
Si es así, entonces tendríamos que decir que Félix también es un mentiroso al ser hombre. En ese momento, Agustín le hace una pregunta clave a Félix ¿qué importa quién haya dicho que quiere destruir la ley de Manés? En efecto, ¿qué importa? si el verdadero significado es que se diga si realmente se puede destruir la ley de Manés(1).
Dejando en claro esto, Agustín se mueve a la imagen de Manés para demostrar lo pecador y contrario al Espíritu Santo que él era, citando un pasaje de la biblia que es el siguiente:
''El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos se alejarán de la fe prestando atención a espíritus engañadores, a doctrinas de los demonios construidas a partir de la hipocresía de proporciones falsas, que tienen cauterizada su propia consciencia; prohíben el matrimonio y el uso de alimentos que Dios creó para que los tomasen con acción de gracias los fieles y los que conocieron la verdad''
(1 Timoteo 4:1-6)
Este versículo describe perfectamente la secta maniquea, pues estos mismos prohíben el matrimonio y los alimentos como la carne.
Félix responde que el versículo no prueba nada, pues Manés nunca estuvo en otra secta, es decir, siempre se mantuvo cristiano; por lo tanto, no se podría decir que Manés apostató para seguir otra religión. No obstante, Agustín argumenta que el maniqueísmo ha convertido una gran cantidad de Católicos, así como también otras religiones para su secta. De ahí se podría decir que los ''vendedores'' de espíritus engañadores serían justamente los maniqueos.
¿Es Manés el Paráclito?
Félix nos dice que Manés es el enviado por el Espíritu Santo, incluso cuando San Pablo no lo menciona. Esto se debe a que Félix recurre a lo dicho por el mismo apóstol en la biblia:
''Parcial es nuestro conocimiento, parcial nuestra profecía''
(1 Corintios 13:9)
Esto quiere decir que ningún hombre podrá saber nunca nada sobre las cosas divinas, mucho menos el apóstol Pablo, por lo que bien puede decir Félix que Manés es el Paráclito del Espíritu Santo. Sin embargo, ¿cómo es que esto no aparece en la biblia, en efecto, nada se dice sobre un Paráclito que vaya a instruir a los hombres por medio de profecías del bien y el mal separados como naturalezas.
Félix queda nuevamente sin argumentos para probar la autenticidad de Manés, aceptando la superioridad de San Agustín frente a estos temas.
Segunda parte de la carta del Fundamento
Félix insiste en la superioridad de Manés en cuanto a ser el elegido por Jesús para ser el Paráclito. Aunque sin muchos argumentos, Félix pide que se lea la segunda parte de la carta del Fundamento que reza así:
''Que la paz invisible y el conocimiento de la verdad esté con sus hermanos y amadisimos que también creen y obedecen a los mandatos celestes; pero que también la diestra de la luz os proteja y os libre de toda incursión maligna y del lazo del mundo. Que la piedad del Espíritu Santo abra la intimidad de vuestro corazón para que veais con vuestros propios ojos vuestras almas''
En ese momento, San Agustín no vio nada malo en las escrituras de la segunda carta de Manés. Luego siguieron leyendo y encontraron algunas cosas que a San Agustín no le gustaron mucho(2). Esta parte fue cuando se decía que en el principio existían dos naturalezas: el bien y el mal cada una independiente con un reino.
El problema de separar el reino del bien y del mal, es que el reino, según los maniqueos, anteceden al Padre (que también consideran eterno) lo que implica eliminar la omnipotencia de Dios, pues no sería el creador de todas las cosas. Más aún, el reino de Dios es tan eterno como el mismo, por lo tanto., ¿cómo Dios que no creó ese reino podría ser el inquilino siendo que él también es eterno? Sin duda es un argumento sin salida, y por lo demás un error grave de los maniqueos.
LIBRO II: LAS DOS NATURALEZAS OPUESTAS
El bien y el mal
Félix trata de justificar las dos naturalezas contrarias con el Evangelio, pues ahí se dice:
''El árbol que nunca da frutos malos y el árbol malo que nunca da frutos buenos''
(Mateo 7:17)
Por otro lado, también tenemos este versículo:
''¿No sembraste buena semilla en el campo? ¿De dónde salió la cizaña ? Fue del enemigo''
(Mateo 13:27)
Esto prueba las dos naturalezas que existen, en efecto, la palabra enemigo ya nos habla sobre un contrario al bien. Además, Félix añade que Cristo fue crucificado por una fuerza contraria a las fuerzas del bien, porque, de otro modo, si los que lo crucificaron eran buenos, entonces no se entiende que le hayan hecho mal a Cristo.
San Agustín responde hábilmente diciendo que todo el ''poder'' del mal yace en el libre albedrío, la cual es una construcción de Dios. Todos cometen sus actos a partir de su libre voluntad, lo que significa que si alguien decide hacer el mal, no habría otra naturaleza llamada mal para cometerla, sino que sería el mismo hombre quien ha escogido hacer el mal. Por lo demás, estos hombres no quedarán impunes pues Dios castiga el mal que hacen estos, y que hacen sin necesidad de tener una naturaleza externa a ellos. Si existiera una naturaleza exterior al hombre que lo incite a cometer el mal, entonces tendríamos que librar al hombre de toda responsabilidad del mal que ha hecho, lo cual sería un desastre.
La ''fuerza'' contraria a Cristo
Se cambia el tema de la discusión cuando Félix reprocha a Agustín acusar a Manés de cruel, cuando Cristo había dicho:
''Id al fuego eterno''
(Mateo 25:41)
¿Qué crueldad puede ser ésta tan terrible que dijo Cristo? Recordemos que este pasaje trata de la venida de Dios a la tierra, diciendo a los impíos ''id al fuego''. ¿Quienes son estos impíos? los hombres y mujeres que no asistieron al humilde cuando lo necesitaba. Por supuesto, aquí Félix apela a la poca paciencia y crueldad de Dios para quienes cometieron el ''error'' de esto, pero San Agustín no lo considera un error, pues ignorar al menesteroso es un acto de voluntad. El hombre ha preferido ir al fuego eterno al no obedecer la ley.
Félix sigue contraatacando diciendo que si existe una naturaleza externa a Dios, o al bien. Félix argumenta que si Cristo vino a ''liberarnos'' como dicen las S.E., entonces el ser humano debió estar sometido a una cierta maldad antes de la llegada de Cristo. Por otro lado, ¿cuál fue el propósito de Cristo al ser crucificado? ¿no fue acaso liberar a los hombres de sus pecados? El pecado, dice San Agustín, se encuentra en el libre albedrío. Esto quiere decir que los hombres que crucificaron a Cristo pudieron ser tanto bueno como malos. ¿A quien liberó Cristo del pecado? a aquellos hombres que por voluntad pecaron.
Sigue Félix tratando de argumentar con otro tópico. ¿Cómo el alma que es divina y que procede de Dios puede ser mancillada? Ésta pregunta tiene sentido en cuanto el alma es creación de Dios. San Agustín dice que el alma no procede de la naturaleza de Dios, sino que enfatiza que es la creación de Dios así como lo fue el hombre y tanto así, el hombre como el alma, pueden ser mancillados. Esto hace sentido a través de la lógica, pues ningún hombre nace iguala su progenitor, así como ninguna creación es igual a su creador. ¿De dónde hizo Dios el alma entonces? Dios creó todo lo que creó de la nada; algo imposible para el hombre.
No obstante, Félix sigue insistiendo en que si el alma proviene de Dios y al mismo tiempo, cuando el alma es mancillada Dios también lo es. Agustín le dice que en un sentido es cierto y en otro no, pero del mismo modo como lo piensa Félix; Agustín sigue recalcando la separación entre creador y creación.
Como sabemos, los maniqueos dicen que en el reino de la luz, Dios y las cosas divinas fueron mancilladas por el mal. Y así refutaban al cristianismo diciendo que Dios podría ser mancillado por el mal, pero el supremo bien no puede ser condenado por el mal.
La firma de las actas
Finalmente, el debate se termina firmando ambos contrincantes, un acta donde declaran la condena de Manés. Sí, Félix también acepta los errores maniqueos y condena a su maestro anterior convirtiéndose al mismo tiempo al catolicismo. El primero que comienza es San Agustín:
''Yo, Agustín, obispo de la Iglesia Católica, ya he condenado a Manés, a su doctrina y al espíritu que por medio de él profirió tan execrables blasfemias; era un espíritu que arrastraba no a la verdad, sino al error nefasto: ahora condeno de nuevo al ya mencionado Manés y al espíritu de su error''
Luego se acerca Félix para declarar:
''Yo, Félix, que había dado fe a Manés, ahora le condeno a él, a su doctrina y al espíritu seductor que moraba en él, quien afirmó que Dios había mezclado una parte suya con la raza de las tinieblas, y que la libera de forma tan vergonzosa que trasfigura sus virtudes en hembras frente a los demonios machos, y a su vez, a estas en machos frente a los demonios hembras, y después sujeta para siempre en el globo de las tinieblas a los restos de su propia parte. Condeno estas y las restantes blasfemias de Manés''
Los dos firman las actas del debate y se retiran, dejando un aire de victoria al cristianismo frente al maniqueísmo.
Conclusión
Este es otro de los maniqueos que queda en evidencia de su sacrilegio. Manés ya no parece ser más un ser iluminado ni mucho menos; sin embargo, aún faltan contendientes que esperan debatir con San Agustín. Muchas fuentes indican que el maniqueísmo existió aproximadamente hasta el siglo XX, principalmente en los pueblos asiáticos. ¿Será que existe una naturaleza distinta del bien y que le es contraria? San Agustín insistiría en que no y que lo único que existe es el bien, y que el mal existe en cuando es nuestra voluntad hacerlo.