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lunes, 20 de marzo de 2023

Martín Lutero - La Disputación de Heidelberg (1518)

 


Uno de los iniciadores de esta disputación de Gabriel della Volta, el elegido por el papa León X para debatir con Martín Lutero.  Della Volta se reunió con Johann Staupitz para que Lutero demostrara sus tesis y resolviera el problema que las tesis suscitaron en la orden agustina. Martín Lutero tendrá la oportunidad de probar sus capacidades y virtudes para con sus 95 tesis, además de aclarar los puntos ya presentados. 


Referencias:

(1) Más bien la virtud


LA DISPUTACIÓN DE HEIDELBERG


Martín Lutero hace exposición de las tesis que se discutieron en Heidelberg. En total son 28 y se analizarán una por una. 


Conclusión 1: La ley de Dios, salubérrima doctrina de vida, no puede hacer llegar al hombre a la justicia, antes bien se lo impide.

Esta tesis tiene sustento en lo dicho en Romanos 3:21 donde se dice que ''Sin la ley, la justicia de Dios se ha manifestado''. En efecto, San Agustín de Hipona en una obra llamada ''Sobre el Espíritu y la letra'' el mismo obispo interpreta el versículo diciendo ''Sin ley, es decir, sin ayuda de la ley''. Lo mismo en Romanos 5 que dice: La ley empero entró para que el pecado creciese. 

El apóstol, en Romanos 8:2 llama a la ley de la siguiente manera: ''ley de la muerte''. Asimismo, el segundo de Corintios 3: ''La letra mata''. 


Conclusión 2: Muchos menos pueden conducirle, con la ayuda de la inspiración natural, las obras humanas frecuentemente repetidas, como se dice.

La justicia de Dios le ha sido dada al hombre para ayudarle más allá de sus fuerzas para conducirle al bien. Sin embargo, frecuentemente sucede todo lo contrario y el hombre se vuelve mucho peor. Por lo tanto, el hombre por sus propias fuerzas no podría alcanzar el bien, sino es con la ayuda de Dios.

Así lo establece también Romanos 3:10

''Todos los hombres son corruptos e inútiles y no entienden ni buscan a Dios; todos se apartaron''

Es decir, el hombre no puede por sí solo llegar al bien, necesitará de la Gracia porque de otro modo le será imposible. 


Conclusión 3: Las obras de los hombres, aun cuando sean siempre espléndidas y parezcan buenas, son, con toda probabilidad, pecados mortales

Las obras humanas pueden parecen hermosas, pero la verdad es que por dentro son inmundas como lo dice el Mateo 23:27


''¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia''

En consecuencia, si un hombre justo hace una obra pecaminosa, con más razón serán aquellas que hace el hombre injusto. Esto además se prueba con Galatas 3:10

''Porque todos los que son de las obras de la ley están bajo maldición''

Las obras del hombre son obras de la ley. Y la maldición se atribuye se atribuye a los pecados veniales, entonces, estas obras son pecados mortales. 

Por otro lado, tenemos el Romanos 2:21

''¿Tú que predicas que no se ha de robar, robas?''

San Agustín de Hipona decía que los ladrones son pecadores por su voluntad pecaminosa, aún cuando juzguen y enseñen a otros a no ser ladrones.



Conclusión 4: Las obras de Dios aun cuando sean siempre de aspecto deforme y parezcan malas, son en verdad, méritos eternos

Lutero nos dice que ciertos pasajes demuestran que las obras de Dios son deformes:

  • Isaías 53:2: No hay parecer en él ni hermosura
  • 1° Reyes 2: Jehova mata, y él da vida; el hace descender al sepulcro, y hace subir
Nosotros somos las obras deformes. Una vez que nos damos cuenta de lo malos, necios o incapaces que es como en verdad somos, en ese momento no existe en nosotros ni parecer ni hermosura. Esto nos lleva a la perdición, a la humillación para finalmente levantarnos con su misericordia. 

  • Habacuc 3:2: ''En la ira, acuérdate de su misericordia''

Las obras deforme de Dios que realizan en nosotros, esas que humillan y desesperan, son verdaderamente inmortales, porque la humildad y el temor de Dios constituyen un mérito total.




Conclusión 5: Las obras de los hombres (hablamos de las que son aparentemente buenas) no son pecados mortales en el sentido que constituyan crímenes

Los verdaderos pecados mortales son aquellos que parecen buenos pero son frutos de una mala raíz.




Conclusión 6: Las obras de Dios (hablamos de las que se realizan por medio del hombre) no son méritos en el sentido de que no constituyen pecados

En esta conclusión hay dos cosas que tener en cuenta:

  1. Eclesiastés 7:20 : No hay hombre justo en la tierra que haga bien y no peque
  2. Otros dicen: es cierto que el justo peca, pero no cuando hace el bien

A Lutero, la segunda tesis le parece absurda. Las Sagradas Escrituras ya establecen que el justo que hace el bien peca. En consecuencia, lo que los otros dicen sobre que el justo no peca cuando hace el bien, es superfluo, confuso y contradictorio. 






Conclusión 7: Las obras de los justos serían pecados mortales, si los justos mismos, por un piadoso temor a Dios, no tuvieran miedo de lo que fuesen

Lo peor que puede hacer el hombre con las obras es vanagloriarse de sí mismo. En cambio, aquel que no está seguro de su obra goza en Dios y no en sí mismo, no puede vanagloriarse de su obra porque en verdad no es de él. 

''No entres en juicio contra tu siervo''
(Salmo 132:2)

Este no es un pecado venial (leve) porque no se necesita ni la confesión ni la penitencia para realizarlas. Por otro lado, los santos que realizan buenas obras u oraciones, las hacen con humildad, temiendo a Dios.

''Perdónanos nuestras deudas''
(Mateo 6:12)

Esta oración se trata justamente de los santos, los santos cuya deuda son las buenas obras. Luego dice lo siguiente:

''Mas si no perdonareis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas''
(Mateo 6:15)

Se nota, entonces, que estas deudas de los santos son mortales porque no estarían pidiendo la remisión de ellas sino rezasen sinceramente esta oración. 

También, se dice en un pasaje del apocalípsis:

''Ninguna cosa sucia entrará en el reino de los cielos''
(Apocalípsis 21:27)

Se supone que el pecado mortal impide la entrada al reino de los cielos, pero el pecado venial es una mancha que también lo impediría. Por lo tanto, los santos también tendrían esta mancha. 




Conclusión 8: Con mucha más razón las obras humanas son pecados mortales, ya que se realizan sin temor, con una seguridad engañosa y exenta de dudas

Lutero nos dice que donde no hay temor no hay humildad y donde no hay humildad hay soberbia, como lo dice la biblia:

''Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes''
(1 Pedro 5:5)

Cuando no hay orgullo no hay pecado en parte alguna.





Conclusión 9: Afirmar que las obras sin Cristo son sin duda muertas, pero no pecados mortales, parece constituir un peligroso abandono del temor de Dios

Esto porque los hombres se vuelven soberbios. La gloria es para Dios y no para el hombre, quien debería apresurarse a rendir la gloria inmediatamente. 

''No tardes en convertirte a Dios''
(Eclesiastés 5:8)

Si es reprobatorio ufanarse de la propia obra, aún mas lo será hacerlo reiteradamente.






Conclusión 10: En efecto, resulta dificilísimo comprender cómo una obra puede ser muerta sin ser, al mismo tiempo, un pecado pernicioso y mortal

Hay dos modos de probar esto:

  1. En la Escritura todo lo que es muerto es, en efecto, mortal. La obra muerta no es aquella que es destruida sino que aquella que no es viviente. Las obras no vivas desagradan a Dios como se dice en Proverbios: ''El sacrificio de los impíos es abominación a Jehová''
  2. Cuando se está en presencia de dicha obra, o se la ama o se la detesta. Esto lo hace la voluntad y esta no puede odiarla porque es mala, entonces la ama. Así, la voluntad inspira por sí misma un acto malo contra Dios

En este sentido, se debe comprender que la voluntad tiene esta característica porque estamos hablando de la voluntad del hombre: temporal y profana.




Conclusión 11: La soberbia no puede evitarse ni puede haber esperanza verdadera si, entre cada oportunidad en que se obra, no se teme el juicio de condenación

Si bien esto quedó establecido en el punto 4, a lo que Lutero nos dice que nada puede sernos útil si no es con Dios. Aún se confía en la criatura sin la presencia de Dios y esto llevaría a la soberbia. 





Conclusión 12: Los pecados son verdaderamente veniales ante Dios, cuando los hombres temen que sean mortales

Tanto más nos acusamos, más Dios nos excusa:

''Di tus delitos para que seas justificado''
(Isaías 43:26)

El temor a Dios, en consecuencia, es uno de los elementos fundamentales. 




Conclusión 13: El libre albedrío no es más, después de la caída, que un simple nombre, y en tanto que el hombre hace aquello que en sí mismo es, comete pecado mortal

El libre arbitrio es cautivo y siervo del pecado; solo se es libre para lo malo. 


''Todo aquel que comete pecado, es siervo del pecado''

(Juan 8:34)

También dice San Agustín de Hipona:


''El libre albedrío sin la gracia solo sirve para pecar''

(Del Espíritu y la letra)


Y un pasaje de Oseas:

''Te perdiste, oh Israel, más en mi está tu ayuda''

(Oseas 13:9)


Podemos verificar en esta conclusión que para Martín Lutero, el libre albedrío solo sirve para hacer el mal, y que no consistiría en la opción de hacer el bien o el mal. 




Conclusión 14: Después de la caída, el libre albedrío no tiene para hacer el bien, más que una capacidad subjetiva, pero para el mal, una capacidad siempre activa

Lutero hace la comparación con el hombre, si está muerto, solo subjetivamente puede estar vivo; pero cuando vive, tiene una capacidad activa para la muerte. Esto lo prueba los muertos que Dios resucitó de acuerdo a los Santos Padres, además de las discusiones que San Agustín de Hipona tuvo con los pelagianos que afirmaban al hombre libre de corrupción y con libre albedrío. 



Conclusión 15: Y no ha podido en efecto permanecer en el estado de inocencia por una capacidad activa, sino por una capacidad subjetiva; y menos aun pudo progresar hacia el bien


Pedro Abelardo dice que Agustín de Hipona dijo que el hombre ha recibido en la creación la rectitud y la buena voluntad, y asimismo la ayuda para perseverar. 

Sin embargo, esto contradice lo dicho por Agustín en su obra ''Sobra la corrupción y la gracia'' donde se establece que el hombre había recibido el don de obrar, pero no tenía la voluntad por la cual podía obrar.

Obrar: potencia subjetiva

Voluntad por la cual podía obrar: potencia activa




Conclusión 16: El hombre que crea tener la voluntad de alcanzar la gracia, haciendo algo que él es en sí mismo, agrega pecado sobre pecado, de modo tal que permanece doblemente culpable

Mientras el hombre hace lo que él es en sí mismo, peca gravemente porque busca únicamente lo suyo. Ahora bien, si suponen que por el pecado se vuelve digno de la gracia, agregará una presunción de pecado aun doblemente peor. Sin embargo, queda una duda: si no hacemos más que pecar, entonces, ¿qué podemos hacer? cuando el hombre se percata del pecado que cometió debe inmediatamente buscar la gracia


''Y el que se humillare será ensalzado''

(Mateo 23:12)


Es la ley la que da el conocimiento del pecado y cuando se da cuenta de esto el hombre, luego tiene que humillarse. Así recibirá la gracia y la misericordia.




Conclusión 17: Empero hablar así, no significa dar al hombre motivo para desesperarse, sino para humillarse y despertar el anhelo de buscar la gracia de Cristo

El Reino de los Cielos es dado a los humildes y a los niños, y Cristo los ama. No son humildes aquellos que creen que no son pecadores condenables y nauseabundos. Ahora bien, que seamos pecadores no quiere decir que se debe caer en el desespero, sino todo lo contrario, en la esperanza. La predicación del pecado es la preparación para la Gracia, pues el anhelo de la Gracia surge cuando hay conocimiento del pecado. Es como el enfermo que sabe que tiene una enfermedad y recurre inmediatamente al médico.




Conclusión 18: Es cierto que el hombre debe desesperar totalmente de sí mismo, a fin de hacerse apto para recibir la gracia de Cristo

Justamente, la ley es la que hace que el hombre desespere de sí al ''hacerlo descender al infierno'' y ''empobrecerlo'' como dicen las Cartas a Santiago. El que no desespera cree que puede por medio de sus propias fuerzas alcanzar la Gracia, y este no sería apto en lo absoluto. 




Conclusión 19: No se puede con derecho llamar teólogo a aquel que considera que las cosas invisibles de Dios se comprenden por las creadas

Esta conclusión se sostiene sobre la base del Romanos 1:20

''Porque las cosas invisibles de Él, su poder eterno y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tiene excusa''

Las cosas invisibles son la justicia, la bondad, la sabiduría, el poder, etc. El conocimiento de estas cosas no hace ni más sabio ni más digno a ningún teólogo. De ahí que también continúe el Romanos 1:22

''Profesando ser sabios se hicieron necios''

Estos teólogos que refiere Lutero son los que creen que en sus obras está la bondad, la justicia, el poder o la sabiduría de Dios. 





Conclusión 20: Más merece ser llamado teólogo aquel que entiende las cosas visibles e inferiores de Dios, considerándolas a la luz de la Pasión y de la Cruz

Por supuesto, las cosas invisibles son opuestas a las visibles e inferiores de Dios. Así lo dice la biblia en Corintios

''Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres''

(1 Corintios 1:25)


Los hombres habían abusado del conocimiento de Dios basado en las obras, pero Dios quiso ser reconocido más bien por su sufrimiento. En consecuencia, no sirve de nada conocer a Dios en cuanto a su Gloria y Majestad, si no se le conoce en la humildad y la vergüenza.


De ahí que en Juan, Felipe, uno de los apóstoles de Jesús le dijo:

''Muéstranos al Padre''

(Juan 14:8)

A lo que Jesús respondió:

''Felipe, el que me ve, ve también a mi Padre''

(Juan 14:9)


Por lo tanto, en Cristo crucificado está la verdadera teología además del conocimiento de Dios. Como dice Juan 1: ''Nadie viene al Padre sino por mi''.




Conclusión 21: El teólogo de la gloria llama a lo malo, bueno y a lo bueno, malo; el teólogo de la cruz denomina a las cosas como en realidad son

El hombre, al ignorar a Cristo, no conoce al Dios escondido en sus padecimientos. De este modo, prefiere la obra a los sufrimientos; la gloria a la cruz. A estos se les llamaba:


''Porque por ahí muchos andan, de quienes os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la Cruz de Cristo''

(Filipenses 3:18)


Las obras no son de los hombres sino que siempre son de Dios.




Conclusión 22: Aquella sabiduría que considera que las cosa invisibles de Dios se comprenden partiendo de las obras, infla, ciega y endurece por completo


Esta es una idea que ya se estableció. Lo que odian la teología de la Cruz nunca estarán satisfechos. El deseo de las obras crea más necesidad para desear más obras, el deseo de saber no se sacia con la sabiduría, todo lo contrario, se enciende aún más, y lo mismo ocurre con la gloria y el dominio, nunca se acaban. Tampoco la necesidad de ser elogiado se satisface con el elogio. Como dijo Cristo en Juan 4:13

''Cualquiera que bebiera de esta agua, volverá a tener sed''


La única forma de acabar con este deseo es extinguirlo; es decir, el que quiera ser sabio, debe volverse necio. El que quiera Gloria tendrá que huir de poder. En consecuencia, deberá hacer todo lo contrario. 




Conclusión 23: Y la ley obra la ira de Dios, mata, maldice, acusa, juzga y condena todo lo que está en Cristo


Existen varios pasajes donde se prueba que la ley no es motivo de gloriarse. 


''Cristo nos redimió de la maldición de la ley''

(Gálatas 3:13)


''Todos los que son de las obras de la ley, están bajo la maldición''

(Gálatas 3:10)


''La ley obra la ira''

(Romanos 4:15)


''Lo que era para vida, volviéndose para mi, muerte''

(Romanos 7:10)


''Los que estando bajo la ley pecaron, por la ley serán juzgados''

(Romanos 2:12)


''¿Por qué te glorias de la ley?''

(Romanos 2:23)


Esta conclusión solo tiene como propósito la información de las fuentes con respecto a la ley. El que se vanagloria de la ley como sabio, se vanagloria de confusión, de su maldición y de la ira de Dios. 



Conclusión 24: No obstante, aquella sabiduría no es mala ni debemos huir de la ley; pero el hombre sin la teología de la cruz, malgasta las mejores cosas en forma pésima


Todo lo que es hecho por Dios es bueno, pero quien no ha sido reducido al sufrimiento de la Cruz, y a tribuye a sí mismo las obras, en realidad, abusa de los dones de Dios y de las cosas buenas que le ha dado. Sin embargo, el que ha sido anonadado por los padecimientos, ya no obra él mismo, sino que Dios es el que está obrando. 

''Os es necesario nacer otra vez''

(Juan 3:7)


Para renacer es necesario morir y ser exaltado  con el Hijo del hombre; morir significa, sentir de cerca la muerte.



Conclusión 25: No es justo el que mucho obra, sino aquel que sin obrar cree grandemente en Cristo

Aristóteles decía que la justicia(1) se obtenía por medio del hábito, es decir, por actos repetitivos. Sin embargo, esto no es así para Lutero, pues la justicia de Dios se obtiene por la fe. 


''El Justo vivirá por la fe''

(Romanos 1:17)


Lutero nos explica que la palabra ''sin obrar'' quiere decir que las obras del justo no constituyen justicia, sino que la justicia lo lleva a hacer obras. La Gracia y la Fe se derraman en nosotros sin obrar.


''Por las obras de la fe no se justificará hombre alguno''

(Romanos 3:20)


''Concluimos, pues, que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley

(Romanos 3:28) 


En consecuencia, las obras del hombre no son suyas sino que son de Dios. En este sentido, el hombre es instrumento de Cristo



Conclusión 26: La ley dice: ''haz esto'', y ello es hecho jamás; la Gracia dice: ''cree en esto'', y todas las cosas ya están hechas

La ley obra la ira y sujeta a todos los hombres a maldición. De acuerdo con san Agustín de Hipona, la fe justifica y la ley ordena lo que la fe obtiene. Cristo está en nosotros por la fe y es uno con nosotros. Es justo y cumple todos los mandamientos, y si esto es así, entonces nosotros también cumplimos con todos los mandamientos. 



Conclusión 27: Podría afirmarse con razón, que la obra de Cristo es a la vez el sujeto que opera y el cumplimiento de nuestra obra y, que de esta manera aquello que es operado agrada a Dios por la gracia de la obra operante

Cristo mora en nosotros por la fe y nos impele a realizar las obras. Los mandamientos de Dios son dados a nosotros por medio de la fe. Las obras de misericordia son causadas por sus obras, por las cuales nos salvó. 




Conclusión 28: El amor de Dios no encuentra, sino crea aquello que le place; el amor del hombre se origina por su objeto

Esto también lo corrobora Aristóteles; toda potencia de alma es pasiva y material y actúa en la medida que recibe. Con esto, se demuestra que Aristóteles es contrario a la teología puesto que la filosofía busca lo suyo, y recibe lo bueno antes que darlo. 


El amor de Dios viviendo en los hombres ama a los pecadores, a los miserables, a los necios y a los débiles con el fin de hacerlos justos, buenos, sabios y fuertes. El amor de Dios confiere y derrama lo bueno. En ese sentido Lutero nos dice que los pecadores son bellos por ser amados y no amados por ser bellos

''No he venido a llamar justos, sino a pecadores''

(Mateo 9:13)

El amor de la cruz, nacido en la cruz, no se dirige donde se halla el bien para gozar de él, sino allí donde confiere el bien al miserable o indigente. 


''Bienaventurado el que piensa en el indigente y en el pobre''

(Salmo 41:1)


En consecuencia, el objeto del intelecto no puede ser lo que no es nada, es decir, el pobre o el indigente, sino aquello que es; la verdad y el bien. 


Conclusión

Sin duda que lo que hace Lutero en esta obra es establecer que el hombre no se ufane ni de su saber ni de sus obras. El hombre solo por la fe puede ser salvo porque es ella quien puede justificarlo y no las obras. Parece ser que esto es también una crítica a las órdenes monásticas que son conocidas justamente por las obras. ¿Será que las obras son inútiles? No si son llevadas por la fe, la humillación y la vergüenza, pues para alcanzar a Dios debemos disminuir nuestros deseos.  

1 comentario:

  1. Muy bueno.
    ¿usted es cristiano? De lo contrario no me explico el porque un filósofo le dedicaría tiempo a estos temas.

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