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domingo, 23 de enero de 2022

Boecio - Comentario a la Isagoge de Porfirio

 


La obra de Porfirio, el filósofo neoplatónico, comentarista de la obra aristotélica ''el órganon'', está siendo sometida a análisis por el pensador romano Boecio. Sin duda que la Isagoge es una pieza maestra en la historia de la filosofía y de la lógica, la cual fue comentada numerosas veces por muchos filósofos. De hecho, como veremos en esta obra, este comentario a la Isagoge es de fundamental trascendencia por el concepto de Universales que plasma en este importantísimo texto. Veamos el brevísimo comentario a la Isagoge de Porfirio.

Referencias:

(1) Postura que más tarde se conocerá como ''nominalismo'', que significa básicamente que los universales serían nombres más que realidades. 

(2) Godofredo de San Víctor le reprocha a Boecio no resolver o adherir a una de las dos posturas o resolver una tercera

Comentario a la Isagoge de Porfirio


Lo que oculta Porfirio

Corporales e incorporales

Comenzando con este texto, Boecio nos habla de la Isagoge de Porfirio, algo que el filósofo nos estaba ocultando.

''Omitiré hablar sobre si el género y la especie subsisten en la naturaleza o son meras concepciones, si son corpóreas o incorpóreas, si están separadas o son sensibles, porque ese trabajo sería más extenso y de una profunda investigación''

Boecio nos dice que si bien Porfirio explica correctamente los conceptos de género y especie, también esconde algunas cosas que filósofos predecesores no pudieron resolver. Veamos en general cuáles son aquellas cosas.

  1. Todo lo que el ánimo entiende o bien lo capta con un concepto y se lo describe a sí mismo con un enunciado, como algo que está constituido en la naturaleza de las cosas, o bien se figura con la vana representación de algo que no existe

A partir de esto, Boecio se pregunta si el concepto de género y especie tratado en la Isagoge de Porfirio se entiende como aquellas cosas que existen, y a partir de las cuales captamos un concepto verdadero, o si en realidad se refieren a cosas que no existen y producto de esto nos engañamos.

Por lo tanto, cabe investigar al menos tres cosas:

  • Género
  • Corporalidad
  • Incorporalidad

En este sentido, Boecio comienza por los corporales e incorporales diciendo que hay de dos tipos:

  • Los que podrían existir más allá de los cuerpos y separados de estos (Dios, alma o mente)
  • Los que existen en la corporalidad y en sus límites (toda clase de cuerpos)

En primer lugar, Boecio nos dice que los primeros no existen fuera del cuerpo, a excepción del punto, la línea, el número o las cualidades. Todos estos elementos son incorpóreos porque no se extienden en tres dimensiones, pero al mismo tiempo no pueden estar ausentes de los cuerpos. Si estuviesen desligados, de ninguna manera podrían subsistir los cuerpos, no permanecerían.

Luego de explicar estas cuestiones referentes a los elementos que permanecen, Boecio se propone analizar tanto el género y la especie.

Género y especie

Boecio nos revela dos opciones en cuanto al género y la especie:

  1. Son y subsisten
  2. Solo son formados por el pensamiento y el entendimiento

Para comenzar, Boecio nos dice que la especie no tiene al género como si fuera una parte del mismo género, sino que la especie tiene todo el género y no está separado de él. Sin embargo, el género es numéricamente uno porque de ser múltiple, entonces su extensión sería infinita y consecuentemente no se podría crear la especie. 

No obstante, por otra parte, el género no es numéricamente uno. Si se divide en partes, entonces no podremos decir que es unidad perfecta. De hecho, si fuera numéricamente uno, no será común a muchos. 

Una cosa es común cuando:

  1. Respecto de sus partes
  2. Por el uso de sus poseedores a través del tiempo (esclavo o caballo)
  3. Común en todo tiempo (un espectáculo o un teatro)

El género no es común a las especies por ningún modo de los antes mencionados. Esto porque el género no solo debe estar en las especies en todo tiempo y en todo momento, sino que también es sustancia de aquello que se constituye: sus partes. 

Además, ya establecimos que el género no es numéricamente uno por lo que nos da como resultado que a su vez no es múltiple (porque es común) ni es uno (porque pueden buscarse otro género). Sin embargo, si no es uno ni muchos nos parecerá que el género en verdad no existe. 

Ahora bien, si decimos que el género y la especie son captados como conceptos, entendiendo que los conceptos proceden de los objetos sea que existan o no, y si se encuentran en la cosa misma, entonces no solo se captan en el entendimiento sino que también en la verdad de las cosas. Sin embargo, existe otra postura que señala que estos conceptos no coinciden con las cosas en verdad, y por eso estos conceptos serían falsos. 

Conceptos y naturalezas

Para el comentarista de Aristóteles, Alejandro de Afrodisias, los universales solo existen en la mente y no en la realidad, es decir, él representaría la segunda postura con respecto a los universales(1).

Boecio nos dice que claramente los conceptos no necesariamente provienen de los objetos, sobre todo si este concepto no coincide con el objeto en sí mismo. Esto surge por una opinión, o sea, una composición sobre el objeto y no por el entendimiento simple.

En efecto, si alguien uniera un concepto divisible sobre una naturaleza que no puede aceptarla, entonces ese concepto es falso. En ese sentido, combinar la naturaleza de un hombre con el concepto de un caballo (o un centauro), este razonamiento sería falso. No obstante, no es completamente (o absolutamente) falso. Esto porque hay muchas cosas que

''tienen su ser en otras''

y si estas se separan perfectamente podrían dejar de existir, de lo contrario no sería aborrecible a la mente. Por ejemplo, la línea es algo en el cuerpo y debe su ser al cuerpo, en otras palabras, su ser se debe al cuerpo. 

Todas aquellas cosas incorpóreas que tienen su ser en los cuerpos, el sentido nos la otorga en conjunto con el cuerpo. Pero el ánimo (el espíritu) que tiene la facultad de separar lo incorporal de lo corporal, puede contemplar esos incorporales sin la ayuda de los cuerpos. 

Ahora bien, estos conceptos no pueden exceder la misma naturaleza del cuerpo, porque de ser así, entonces tendríamos la confusión de unir los conceptos de caballo y hombre y posteriormente conformar el centauro, y, como los conceptos de cada uno existen, entonces el centauro también existiría. 

Por lo tanto, tenemos que las cosas incorporales existen en las corporales, pero estos no pueden entenderse mediante los cuerpos sino que más allá de estos. 

''Al punto de que su naturaleza puede ser observada y su propiedad comprendida''

Cuando el género y la especie son pensados, se reúne una similitud de individuos en los que los universales existen. Por ejemplo, entre la reunión de los hombres se identifica la humanidad. Cuando la similitud se piensa y se observa, entonces esta se convierte en especie. Por lo tanto, estos existen en los singulares pero se entienden universales. 

Por otro lado, Boecio reconoce que los universales sí pueden ser distintos en uno y otro ser. Por un lado, un ser puede tener una figura cóncava y otra convexa, pero estas siempre se encontrarán en los mismos cuerpos y en todo caso, la línea cóncava contiene la línea convexa. 

En conclusión, el género y la especie son entendidos universalmente y percibidos individualmente. Sin duda que son percibidos por el alma, pero luego son percibidos en las cosas sensibles. Como son conceptos, pueden entenderse por sí mismos sin necesitar a otros. Ahora, con respecto a esto hay dos cosas a entender para con el género y la especie:

  • Platón: los universales son entendidos en los cuerpos y más allá de los cuerpos.
  • Aristóteles: los universales son entendidos pero subsisten en los cuerpos

Boecio nos dice que sigue con más aplicación la doctrina de Aristóteles, pero solo porque el texto justamente abarca y se entiende mediante conceptos aristotélicos. Sin embargo, aclara que no adhiere totalmente a esta postura, dejando un velo de misterio a lo que él cree(2)

Conclusión

Interesantísimo el comentario a la Isagoge de Boecio, sobre todo porque explica muy bien qué son estos universales y cómo se entienden. Por lo que podemos concluir, el razonamiento de Boecio es que los universales no existen de manera independiente, sino que pueden razonarse y estudiarse (separarse de las cosas) de manera independiente, pero para que sean válidos deben subsistir en las cosas. Podríamos decir que Boecio sería un realista moderado, muy cercano a la posición de Aristóteles. 

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