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martes, 27 de octubre de 2020

El concepto de amor para los romanos


El amor para los romanos

Si bien ya habíamos visto el concepto de amor por los griegos, ahora resta ver el concepto de amor por los romanos. Aquí tendremos una visión totalmente distinta, fundida también con la religión cristiana propia de fines del imperio romano. ¿Cómo entendían el amor los romanos? Veámoslo en lo siguientes apuntes de filosofía.

Romanos precristianos


Marco Tulio Cicerón

Cuando se trata de describir el amor por parte de los romanos, al primero que tenemos en la lista es a Cicerón. En efecto, el senador romano entendía el concepto de amor como eso que se procura el hombre para su conservación.

Sin embargo, eso no es todo. El amor, dice Cicerón, tiene relación más con la inutilidad que con la utilidad ¿por qué? porque la utilidad tiene como elemento intrínseco el interés. No obstante, ¿qué clase de amor o de amistad sería esa que está basada en el interés? aquella que cuando acaba el interés acaba el amor. Por lo tanto, el amor y la amistad deben ser conceptos que no tengan relación con el interés, es decir, deben ser amores y amistades desinteresados. 

Por supuesto, esta es una profunda crítica a la visión que los epicúreos tenían del amor, un amor interesado y útil. 

Plotino

Plotino nos dice que Dios no es amor pues Dios es un ente inefable, indescriptible del cual nada puede atribuirse. Por lo tanto, el amor es uno más de los caminos para llegar hacia él. Además, al igual que Platón, Plotino nos dice que el amor es el camino al bien, es decir, el amor no se dirige hacia sí mismo sino que al bien, que, de hecho, es el fin de todo amor. 

Cristianos


En primer lugar, el cristianismo entiende el amor extensivo a todos los que se consideran ''prójimo'', quien quiera que este sea. Ya vemos que el Mateo 5:44 decía

''Amad a vuestros enemigos y ruega por los que os persiguen''

Por lo tanto, como en Platón, en el cristianismo hay un amor universal, un amor a la humanidad, no a un particular en sí. 


San Agustín de Hipona

Si bien en la Patrística no encontramos filósofos que definan el amor, San Agustín de Hipona es uno de los primeros que se atreve a relacionarla con el Espíritu Santo. Si se une al Espíritu Santo, entonces este concepto está realmente en la Santísima Trinidad y por lo tanto, el concepto de amor es único.

En consecuencia, el hombre que ama el amor ama a Dios, pero el hombre no puede amar el amor sino ama a quien ama; en otras palabras, el hombre debe amar a los otros hombres para que pueda amar a Dios. 

Conclusión

Entre los romanos muy poco se habló del amor, y mucho más se habló del concepto de amistad. Ya para un filósofo como San Agustín, amar a Dios significaba vivir en celibato, en efecto, en ése amor no hay imperfecciones, no hay injusticia, no hay adulterio, pues Dios es perfecto y ese amor no sufre de ninguna dolencia humana. Es por esto que muchos hombres deciden dedicar su vida a la obediencia estricta a Dios y se convierten en devotos. Cada quien toma su camino en el amor


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