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sábado, 1 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Las confesiones (Libro I: Infancia) (397).

Al fin hemos llegado a uno de los libros que hizo famoso al obispo de Hipona: ''Las confesiones''.Ningún libro fue tan emotivo y filosófico al mismo tiempo, pues no sólo veremos aquí reflexiones filosóficas en cuanto a Dios y la vida, sino que también un testimonio de vida y conversión inspirador que trascendió la era cristiana, e incluso la actual por los Papas de la iglesia. Pareciera ser incluso que lo que estoy escribiendo ahora es totalmente innecesario, pues si es así, comencemos inmediatamente con Las Confesiones de San Agustín de Hipona


Las Confesiones

Invocación y alabanza al Señor

El comienzo de este libro trata sobre la inmensidad de Dios en comparación a la pequeñez del hombre. ¿Qué debe hacer un hombre? ¿invocar o alabar a Dios? Sin embargo, antes de hacer alguna de estas dos cosas, se supone que el hombre debe conocer a Dios. Pero ¿es posible que el hombre vea y conozca a Dios? si no puede conocerlo ¿cómo sabe que existe?

Por supuesto, esto es un problema que los traían ya de antaño los antiguos griegos, sobre todo Platón en su texto ''El menón''. donde dice:

''Es inútil que el hombre investigue lo que sabe y es imposible que el hombre investigue lo que no sabe''

Este mito tenía el concepto de ''anamnesis'' del cual deben buscarse los recuerdos para encontrar la verdad. Por supuesto, la frase dicha por Menón es todo lo contrario a la anamnesis, de hecho, Platón considera que la frase es más sofistica que filosófica, pues sólo deja al hombre en un estado de pereza en el cual no investigaría nada.

¿Cuál fue la solución que dio Platón a esta argumentación? que la verdad está en nosotros, y por lo tanto ya sabemos qué tenemos que buscar porque el conocimiento está en nosotros. Agustín ocupará el mismo principio, cambiando el conocimiento por el concepto de Dios. En Platón, para encontrar el conocimiento que está en el interior se necesita recordar, y en el caso de Agustín para encontrar a Dios se necesitará fe.

Dios en un lugar o espacio

Si la invocación puede realizarse a través de la fe ¿cómo es que Dios va hacia el hombre? ¿Acaso Dios cabe en el hombre? ¿Acaso Dios está fuera del hombre para que tenga que ir a él? 

El hombre no tiene como abarcar a Dios de ninguna forma, pero Dios está en todas partes, incluso en el infierno pues así dice:

''Incluso en el infierno estás tú''
(Salmos 139:8)

¿Qué extensión puede tener Dios? si incluso está en el mal debiera ser infinita. En esta parte San Agustín compara la extensión de Dios como un esparcimiento de sí mismo por todas las cosas, así como el Uno que expandía todo su ser dentro de todas las hipóstasis. 

Dios da la vida a todas las cosas que existen y además siempre está en reposo. Puede recibir todas las heridas del hombre sin ser herido, es decir, enojarse sin enojarse, arrepentirse sin arrepentirse. Sin embargo ¿qué necesidad tiene Dios de amar o enojarse dependiendo las actitudes del hombre? ¿para qué necesita que el hombre haga esto o aquello? Es la infinita misericordia de Dios la que puede lograrlo, ya que lo contrario a la misericordia es un defecto. 

Omnipresencia de Dios en todas las cosas

San Agustín dice que cuando era niño era alimentado por su madre quien le daba pecho, pero era Dios quien le daba pecho realmente, porque de todo bien procede Dios y ahí donde las cosas existen, ahí está Dios también. Por supuesto, al ser Agustín un niño no tenía la conciencia para saber quién era Dios, pues el hombre a esa edad aún está amarrado a la carne.

Nadie puede hacerse a sí mismo. Sólo Dios puede hacer a los seres y él, de alguna manera, sería el responsable de la creación de los hombres, sean estos buenos o malos. 

Perdón de los pecados

¿Cómo podemos estar libres de pecado si cuando niños estábamos pecando? Esto ya lo dijo San Agustín en el comentario al libro de los Gálatas donde dice que incluso los gentiles y paganos merecen el perdón aunque pequen en lo más hondo. ¿Por qué? porque el pecado es imperdonable a la hora de ya estar bautizado. En otras palabras, quien peca estando bautizado no tendrá perdón de Dios, porque el bautismo indica que el hombre ya sabe lo que es el bien y no tiene excusas para hacer el mal; en cambio, el hombre que no ha sido bautizado y peca, tendrá el perdón sin ningún problema. 

Por eso es que en este pasaje, Agustín relata algunos arrepentimientos de haber pecado cuando niños, ya porque no tuviera conciencia, ya porque se entregó a sus instintos de niño.

Habilidades que Dios otorga

Agustín nos dice que nadie le enseñó a hablar sino que fue Dios mismo quien le enseñó por medio del entendimiento. Seguimos viendo aquí cierta autonomía intelectual del hombre, por supuesto, con una influencia platónica al punto de decir que el aprendizaje de ciertas habilidades son innatas y no adquiridas

Unas habilidades son mejores que otras, y Agustín condenaba las del juego. En efecto, Agustín dejó los estudios por los juegos de la infancia lo que lo hundieron aún más en una distracción total fuera de las cosas inteligibles. 

Los padres de Agustín

Más allá de todas las cosas que los padres de Agustín hicieron por él, nunca se vieron como los principales artífices, pues siempre Agustín relacionaba todo lo que le pasaba con sus padres a Dios. Su madre, San Mónica, era ya devota de la Iglesia Católica y Agustín, a pesar de tener cierta reticencia a sus creencias, siempre acudía a su madre. ¿Por qué? porque estaba Dios en ella de alguna forma. 

Algunas veces, Agustín se refiere a su madre como ''madre carnal'' lo que significa que Agustín sigue los versículos del Mateo:

''Quien ame a su padre y a su madre más que a mi, no es digno de mi''
(Mateo 10:37)

En efecto, los padres de San Agustín son carnales en vida y serán espirituales una vez que estén en el reino de los cielos. Por eso Jesús exhorta a no amar a los padres, sino que a amarlo a él mucho más que cualquier cosa. 

Dificultad en aprender las cosas relativas a la cultura griega

Para San Agustín nunca fue un agrado estudiar la lengua griega, en cambio si la latina que practicaba sin ningún problema. Sin embargo, ahora grande San Agustín reconoce la importancia de las letras griegas que de antaño no estuvo dispuesto a aprender. Todo ello gracias a Dios quien le permitió entender todo lo relativo a las S.E. y los filósofos griegos y latinos. 

Desprecio a los Dioses romanos

Agustín encontró fútil haber aprendido sobre los dioses paganos que nada de le dejaron en su infancia. No obstante, no hay que olvidar que San Agustín también fue un gran orador, pero su queja va en base a la obligación que tenía de hablar de todos ellos. 

Todo lo aprendían de otros hombres, porque aquellas historias se extraían de los poemas. Nada en comparación a la biblia que fue dictada por Dios para que, a través del testimonio de hombres, los santos pudieran hacer el bien. 

Conclusión

Ya hemos revisado la primera parte de las confesiones de San Agustín. De alguna forma, las cosas aquí dichas las habíamos visto implícitas en los otros textos del obispo. Quizás, las confesiones son el relato de cómo San Agustín fue dando respuestas poco a poco a las cosas de su infancia. En efecto, primero debió haber estudiado las S.E. y debatido mucho para haber creado una obra tal e interpretar todos los momentos de su vida desde una perspectiva tan existencial. Seguimos con la segunda parte de Las confesiones. 

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