Páginas

lunes, 14 de noviembre de 2016

Plotino - Las Enéadas (Libro V: La inteligencia) (270)

Pareciera ser que siguiendo la lógica de la bibliografía de Plotino vamos ascendiendo desde la materia, a la naturaleza, al alma y ahora en este libro veremos la inteligencia. Ya sabemos que la inteligencia es lo que está inmediatamente después del alma, y que representa tanto el bien como la razón. También nos queda clara la diferencia que una tiene con la otra, sin embargo, no estará nunca mal ver cada una de estas hipóstasis en más detalle individualmente. Bienvenidos a la quinta Enéada de Plotino que nos dará la solución a ciertos problemas metafísicos.

Referencias:

(1) Recordemos que el Uno no tiene atributos porque añadirle uno sería bajarlo de categoría.
(2) Simplicidad en el sentido platónico quiere decir algo indestructible en su unidad. 

LAS ENÉADAS

ENÉADA V: LA INTELIGENCIA


SOBRE LAS TRES HIPÓSTASIS PRINCIPALES

Es obvio que lo más conveniente para el hombre será ascender por medio de las hipóstasis de arriba hacia abajo. Primero vamos por el alma, luego aspiramos a la inteligencia y finalmente la contemplación del Uno que sería lo más difícil. 

Es el alma la que puede avanzar en esta procesión, por lo que el hombre que quiera ir en ascensión tendrá que aspirar a lo incorpóreo. El alma es intelectiva, pues admira la inteligencia, es más, es la sombra o la imagen de la inteligencia. Por otro lado, lo que formó la inteligencia fue el sublime Uno. 

Si retrocedemos en el tiempo veremos que algunos filósofos, de alguna manera aceptaron la hipóstasis, quizás, no idénticamente al modo de Plotino, pero sí a su manera:

Parménides: Nos decía que existía el Uno, pero no sólo uno indivisible sino que también divisible:

Uno
Unimultiple
Uno y múltiple

El filósofo Parménides nos dice que el Uno es unidad y que no puede ser parte, pero si tiene que estar en los seres tendrá que ser comprendido en partes sólo en ese caso. 

Anaxágoras: Nos decía que la inteligencia era simple y que el Uno es trascendente. 

Heráclito: Nos decía que el Uno era eterno y no se transformaba, pues la materia que no era el Uno estaba expuesta al devenir. 

Empédocles: Nos decía que la amistad es la que une y por lo tanto esto sería el Uno. La discordia sería el alma y los elementos la materia. 

Platón: Reconocía que luego de la opinión (que es vinculada al alma) existía la inteligencia (representada por los números matemáticos o ''nous'') y finalmente teníamos la idea del bien.  

Aristóteles: Difería un poco de las hipóstasis a causa de la multiplicidad de los motores. Quizás podríamos decir que el primer motor es el Uno, aunque este también tiene características que Plotino no añadiría (como pensarse a sí mismo). Por lo tanto, el primer motor a lo único que podría parecerse es a la inteligencia. 

En fin, cada uno reconoce un ser poderoso que domina sobre los otros y que para llegar a él se necesitará mirar lo que a él se asemeja. 



SOBRE LA GÉNESIS Y LA ASCENSIÓN DE CADA HIPÓSTASIS

Lo Uno es lo primero que existe y es la génesis de todo lo demás. Es clave la cita de Plotino cuando dice:

''El Uno es todas las cosas y ni una sola''

Todo proviene del Uno, ahora ¿por qué no es ni una sola? porque está en todas las cosas, pero no se encuentra en el mundo sensible. Podríamos decir que lo del mundo inteligible puede estar libremente en los dos planos (mundo inteligible y mundo sensible). El Uno se encuentra en el mundo sensible, pero nosotros al ser cuerpo no lo podemos ver, sólo podríamos intuirlo. 

La única forma de ascender hacia el Uno sería mirar la parte inteligible del alma y alejarse de la materia lo más que se pueda. 


SOBRE EL AUTOCONOCIMIENTO

Es ridículo pensar que el alma y la inteligencia no se pueden autoconocer; en efecto, ¿cómo al ser tan sublimes no pueden tener consciencia de sí mismas? para responder a esta pregunta, veremos estas dos hipóstasis de manera particular.

El autoconocimiento del alma

En primer lugar, el alma puede conocer las cosas externas debido a su cercanía con el cuerpo y con el mundo sensible. También tiene una facultad judicativa que permite al hombre juzgar los fenómenos que se le presentan.  

Cuando el alma se acerca a la inteligencia, entonces puede formar juicios usando las experiencias y conceptos que tiene almacenado a través de su historia. En todo caso, el alma si se conoce a sí misma y por lo tanto nosotros como seres humanos también, pues el alma está consciente de que es inferior a la inteligencia, tanto como la inteligencia sabe que es superior al alma. 

El autoconocimiento de la inteligencia

Está más que claro que el hombre se conoce a sí mismo a través de la inteligencia. Ahora, la manera en que el alma se conoce a sí misma es diferente, pues para conocerse a sí misma necesita de inteligencia y la inteligencia no necesita de nada más que de sí misma. ¿Por qué? porque para ver el bien, la inteligencia no tiene nada más(1)

La inteligencia se ve a sí misma porque tiene la necesidad de hacerlo. El Uno no tiene necesidad de verse a sí mismo por lo que desde la inteligencia para abajo, todos tienen la necesidad de verse a sí mismos. 



SOBRE DE DÓNDE PROVIENE LA INTELIGENCIA

Como bien lo dice Platón en el Fedro, el principio es ingénito, es decir, el principio no tiene nacimiento. De aquí provienen las cosas que son simples y también las múltiples en un plan descendente. El Uno 

Como el Uno está en todas las cosas, entonces la inteligencia también lo estará con la condición de que nos acerquemos a ella. Por supuesto, la inteligencia no es algo que no se pueda alcanzar y mucho menos es ininteligible. Todos tenemos acceso a ella por medio del alma superior. 



SOBRE LO INTELIGIBLE Y LA INTELIGENCIA

Parece una obviedad que la inteligencia pertenezca al mundo inteligible. De hecho, podríamos decir que todos los seres son pertenecientes a la inteligencia. Allá (el mundo inteligible) morarán los seres que no pueden ser divididos y que en su mayoría son simples.

Si la inteligencia pertenece a este mundo y es el que origina a todos los demás seres, entonces la inteligencia será la verdad así como todo lo que vive en el mundo inteligible. La inteligencia, en palabras de Plotino es un Dios segundo, no es el Uno pero se le parece; no es el bien, pero se le parece. 

El Uno sí es el bien, pero nada más puede atribuírsele, ni siquiera podríamos decir que es bueno porque ya es bien; por lo tanto, no hay cosa más simple(2) ni más sublime que el bien mismo. Después del bien no existe nada más. 



SOBRE EL PENSAMIENTO PRIMARIO Y EL SECUNDARIO


Hay dos acciones del pensamiento entre los seres: pensarse a sí mismo y pensar en otro. Si lo vemos como una procesión descendente, entonces podríamos verlo de esta manera:

El Uno: No piensa (no lo necesita)
Inteligencia: Piensa a sí misma y piensa a los demás
Alma: Piensa a los demás.

En efecto, lo múltiple viene después de lo Uno y por lo tanto, la inteligencia y el alma siempre estarán tratando de pensarse a sí mismas porque en realidad están buscando su identidad. 



SOBRE LAS IDEAS EN LOS INDIVIDUOS

Plotino nos dice que es natural que las ideas se encuentren en los individuos, siempre y cuando este sujeto se acerque al mundo inteligible. 

Las ideas no son infinitas en el ser humano, aunque todo lo del mundo inteligible es infinito. Entonces, sólo con la condición de que el individuo se acerque al mundo inteligible podrá tener ideas (idea muy platónica por cierto).


SOBRE LA BELLEZA INTELIGIBLE 

La belleza parte y nace de la inteligencia y se va degradando hasta convertirse en materia. El artesano construye un objeto de manera; primero tiene la idea en mente; luego comienza a crearlo; y finalmente lo crea en materia. Por supuesto el objeto final jamás será igual a la idea concebida primeramente. 

Podríamos decir en todo caso que una materia es bella en cuanto materia, y en ese caso, la forma o la idea que tendríamos de la materia creada ya no sería bella. Sin embargo, la belleza entra en nosotros como forma; es decir, una materia será bella no en cuanto materia sino en cuanto forma. 

De hecho, Plotino nos asegura que todo viene por la forma, al igual que Platón, la creación se concibe por la forma y luego por la materia. Puede que exista un problema cuando digamos que un sujeto está mirando a otro por su belleza, puesto que está mirando hacia el exterior. Pero una de las cosas más sublimes e inteligibles es mirarse en el interior y poder comprobar el mundo inteligible por nosotros mismos, luego de esto podemos mirar al otro y comprender la belleza de lo otro. 



SOBRE LA INTELIGENCIA Y EL SER

Cuando el hombre es arrojado al mundo, al mismo tiempo es arrojado a la materia sensible. Primeramente, el hombre se sirve de esta para empezar a ascender en la procesión plotiniana. 

Hay hombres que se quedan inmersos en el mundo sensible y prefieren las imágenes más que la razón. Otros son más racionales y emprenden el camino por el lado del mundo inteligible y con el tiempo se vuelven sabios y filósofos. 

¿Cómo llegar a contemplar el mundo inteligible? es una respuesta que ya se ha dado de forma tanto explícita como implícita. El desapego a las cosas materiales será clave para avanzar en la procesión plotiniana. Aquel hombre que sea capaz de inteligir en vez de sentir, entonces podrá admirar la inteligencia en su máxima expresión. 

CONCLUSIÓN

En fin, la inteligencia está un escalafón más allá del alma superior, y representaría el bien en tanto mire al Uno. No le restemos mérito a algo que nos ayuda a ver la belleza de las cosas y que de paso nos ayuda a contemplar lo más absoluto que sería el Uno. Todos aspiramos al bien y por tanto tenemos que aspirar a la inteligencia, pues ¿con qué otra cosa haremos el bien? Pues no hay otra forma que concentrarse en alcanzar primeramente la inteligencia, de ahí seguiremos adelante en la procesión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario