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viernes, 2 de septiembre de 2016

Lucio Anneo Séneca - Sobre la firmeza del sabio (55 d. C.).

Las ofensas son un tema complicado incluso en la actualidad. La ofensa puede significar un agravio a la ley si se molesta a personas con ciertas cosas. El discurso es castigado severamente, aunque unos, que son de alguna manera hirientes, pueden ser permitidos bajo los márgenes de la ley. En fin, es probable que nos ofendan y nos ataquen constantemente, pero ¿a quién no? Lucio Anneo Séneca nos dice que es imposible que al sabio lleguen a ofender. ¿Cómo es posible esto? Veámoslo en los siguientes apuntes de filosofía. 

Referencias:

(1) Lo dice en el sentido de que el fuego sólo puede extinguirse y no dañarse. 

Sobre la firmeza del sabio


El sabio no recibe ni ultaje ni ofensa

Así como dice el título, el sabio es impenetrable a las ofensas, pues su espíritu es como el fuego, que no puede ser dañado por nada(1), o como los peñascos que por más que lo azoten las olas sigue quedando igual. 

Clases de daño

Los daños los hay de distintas especies:
  • Ofensa: Cuando se recibe un insulto por parte de alguien más.
  • Ultraje: Afectar a alguien con una desgracia.

La primera será fácil de evadir porque la ofensa, por decirlo de alguna manera, sólo está en nuestra mente. Cuando imaginamos cómo va a ser el dolor, más nos angustiamos y dejamos que la ofensa penetre en nosotros y finalmente nos dañe.

El ultraje será difícil para afectar al sabio, pues el sabio será una persona que siempre se mantendrá alejada de la desgracia. Si no hay desgracia, entonces tampoco puede existir el ultraje. Por otro lado, el sabio tampoco podrá salir favorecido de algo, pues ¿cómo podremos favorecer a alguien que en sí mismo ya es bueno?

La ofensa

Refutar la ofensa es fácil de decirlo, pero quizás complicado en la práctica. En efecto, hay cosas que quizás son más difíciles de resistir como la pérdida de un ser querido, o que a un ser querido lo azote una enfermedad. Que el sabio no tome las ofensas no quiere decir que no pueda sentir, por supuesto que siente, pero también conoce las condiciones en que los hombres viven. 

Cuando al sabio lo ofenden y este tiene las facultades para ''castigarlos'' lo hará, pero no lo hará en el sentido de venganza, sino que en el sentido de corrección. Los padres también corrigen a sus hijos para que sean mejores personas. Es así que las leyes corrigen y enmiendan las actitudes, obviamente por el bien de los ofendidos. 

Mientras el sabio tenga a la virtud de su lado, ningún golpe, herida ni ofensa podrá dañarlo de ninguna manera. De hecho, la mejor manera de enfrentar la ofensa es como lo han hecho los propios filósofos: con el humor. Sócrates se reía de todas las comedias que habían escrito sobre él: en el ejemplo del libro ''Las Nubes'' de Aristófanes.

Libertad del sabio

La libertad no quiere decir estar exento de todas las cosas que existen, sino más bien enfrentar a tal punto las injurias, que estas ya no puedan dañarnos. 

Conclusión

¿Qué injurias podrán surtir efecto en nosotros si nos convertimos en sabios? Pues, ninguna. Ahora llama la atención que el sabio tampoco reciba beneficios más allá, supuestamente, de lo que se considera ser sabio. Cada vez nos parece más que el objetivo de llegar sabio está cerca. Tal vez, si comprendieramos mucho más a fondo las características de la naturaleza, no sería necesario que nos sintamos ofendidos por nuestros enemigos. 

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