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sábado, 13 de agosto de 2016

Marco Tulio Cicerón - Tusculanae Quaestiones (Cuestiones tusculanas) (Libro IV: Otras aflicciones del alma) (45 a.C.).

Es el cuarto libro de las Cuestiones Tusculanas y por lo tanto es el cuarto día de las conversaciones de Marco Tulio Cicerón con Bruto. Este libro podría ser la continuación del diálogo anterior, pues se vuelve a abordar el tema de las aflicciones del alma. Ya vimos que Cicerón no se conforma con la mirada de los epicúreos, así como tampoco con la mirada de los peripatéticos, aunque también se nota una cierta preferencia hacia la filosofía estoica reconociendo que el dolor es algo que depende de nosotros y no a la naturaleza. 

Referencias:

(1) Aquí las llamamos así, Cicerón las trata como aflicciones a secas. 
(2) Esto se debe a que las perturbaciones se dan por la opinión, en otras palabras, por la parte pensante del alma. 
(3) En la editorial Gredos aparece que esta nunca fue una conclusión de los peripatéticos. Al contrario, ellos decían que las perturbaciones coincidían con la parte irracional del alma. 

Tusculanaes
Quaestiones


LIBRO IV: OTRAS AFLICCIONES DEL ALMA

Las aflicciones

Ya sabemos que al sabio no le puede afectar el miedo, pues es una ''aflicción'' que ocurre por nuestra opinión sobre las cosas, lo cual es totalmente manejable. Sin embargo, Bruto aún no está convencido y pide otro análisis esta vez con la euforia. 

Zenón de Citio nos daba una definición de perturbación (pathos): es un movimiento del alma contrario a la naturaleza que depende de nuestra percepción. Lo que viene a corroborar lo dicho por Cicerón anteriormente. 

Es cierto que luego del deseo viene la euforia, pero esta solo se daría cuando el deseo es desenfrenado, o en otras palabras excesivamente placentero. El sabio jamás caerá en ese extremo de querer de manera excesiva una cosa; al contrario, siempre tendrá un deseo moderado. 

Aflicciones pasivas(1)

Este Tipo de aflicciones son la envidia, los celos y la compasión, pues existe cierto ''dolor'' cuando nos referimos a ellas. También están el placer y la perturbación por ejemplo:

Placer

El placer para Cicerón consta de algunas partes:

Malevolencia: placer que se ocurre cuando nos enteramos de un mal ajeno y en el cual no hay provecho propio. 

Deleite: placer que es deseado por los cinco sentidos. 

Perturbación

La perturbación también tiene sus partes:

Ira: deseo de castigar a quien nos ha perjudicado injustamente.

Furor: es la ira pero en su estado naciente

Odio: es la ira que se mantiene en el tiempo (inveterada).

Enemistad: es la ira que termina en el deseo de la venganza. 

Rencor: ira amarga que también se mantiene en el tiempo.

Insaciabilidad: es el deseo inextinguible de un bien que aún no tenemos delante de nosotros. 

Intemperancia: es la fuente de toda aflicción pues se abandona toda la irracionalidad. 

Obviamente, estas perturbaciones del alma son solo transitorias y no permanentes como sí lo son los defectos

Está claro que un alma sana no caerá en las perturbaciones que le corresponderían; sin embargo, el cuerpo si puede caer en las perturbaciones que les son propias, por más que goce de salud. En el caso de las bestias, estas no tendrían perturbaciones; es decir, no sufrirían de esas cosas(2).

Cicerón nos dice que las perturbaciones no puede ser moderadas como lo decían los peripatéticos(3), en otras palabras, una perturbación es un mal no importa donde se le mire. Así es como decimos que quien pone límites a lso vicios, en realidad esta aceptándolos y asumiendo una parte de ellos. 

Conclusión


Aquí concluye la cuarta conversación con Bruto sobre las perturbaciones del alma y otras cosas. Nunca está demás definir las cosas para tener un propio esquema de qué significa cada concepto. En este caso, vemos a Cicerón dando una lección gravísima a quienes consideran que el ser humano debe alejarse del dolor; al contrario, el dolor debe soportarse y aceptarse porque depende de nosotros el hacerlo. La naturaleza no tiene la culpa de nuestra miseria, más bien somos nosotros mismos los que estamos en ella. 

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