Páginas

sábado, 30 de agosto de 2014

Platón - La República (Libro II: La naturaleza de la justicia y la ciudad).

El segundo libro de la República continúa el tema de la justicia, la naturaleza de ésta y algunas consideraciones sobre la ciudad. Esta vez la conversación es tomada con Glaucón y Adimanto quien es hermano de Glaucón y a la vez se une a la conversación para soportar ciertos fundamentos en cuanto a la justicia. 

Definiciones:

(1) Fogosidad: Entendida en este contexto como apasionamiento o fortaleza.


Referencias:


(1) El concepto de autosuficiencia en un estado se elaborará con más detalle por Aristóteles en ''La política''. El hombre es un animal político.


(2) Aristóteles difiere totalmente de la visión platónica de la poesía, ya que Aristóteles agrega un ''valor estético'' a cada arte independientemente de si sea verdad o no. En cambio Platón considera la poesía, una burda imitación de la realidad que nunca logrará imitarla perfectamente. 



Libro II

Capítulo I
Sócrates-Glaucón

No contento con la discusión que se había terminado con Trasímaco, Glaucón quiere seguir explorando el término de justicia para tenerlo absolutamente claro. Glaucón comienza a dar las preguntas y Sócrates responde:
  • ¿Crees que existe una clase de bienes a los que aspiramos no por los efectos que se producen, sino que por sí mismos? Sí.
Lo que quiere decir Glaucón, es que hay bienes que producen un efecto de goce al experimentarlos; por ejemplo, la alegría.
  • En segundo lugar ¿Crees que existen bienes que gozamos por lo que son en sí mismos y por sus resultados? Sí.
Glaucón se refiere al buen discernimiento, a la vista o a la salud.
  • Existen una tercera clase de bienes que son penosos, pero necesario de hacerlo. Solo queremos estos bienes por sus resultados.
Glaucón se refiere a la gimnasia, los cuidados del médico y el ejercicio de la medicina. Glaucón le pregunta a Sócrates en cual de estos bienes se encuentra la justicia. Sócrates responde que en la segunda clase de bienes; los que aspiramos por lo que son en sí mismos y también por sus beneficios.

Sin embargo, Glaucón dice que esa no es precisamente la opinión del vulgo; en cambio, dice que el vulgo considera a la justicia en la tercera clase de bienes es decir, esos bienes que son penosos pero que nos reportan beneficios. Además, dice que debido a la dificultad de lograr la justicia, el vulgo no prefiere este tipo de bienes.

Capítulo II
Sócrates-Glaucón

Sócrates sabe muy bien que ésta es la opinión del vulgo y además es la opinión de Trasímaco; no obstante, no quiere dejarse convencer por tales argumentos.

Glaucón manifiesta que no se vio convencido tras la discusión con Trasímaco y decide llevar a cabo el tema de la naturaleza de la justicia. Estas son las intenciones de Glaucón.
  1. Volver a soportar el argumento de Trasímaco en cuanto a la injusticia.
  2. Los que practican la justicia lo hacen en contra de su voluntad (como algo necesario y no como un bien).
  3. La vida del hombre injusto es mejor que la del justo.
Glaucón expresa que quisiera creer en la justicia, pero no puede verse convencido con tales argumentos. Sócrates acepta de buen agrado el tema y plantean resolver todas las dudas. Glaucón comienza a redactar sus primeras premisas.
  • Incurrir en injusticias se considera un bien y sufrirla un mal.
  • La injusticia se encuentra en el medio del mayor bien que es la injusticia, y el mayor mal que consiste en sufrir la injusticia.

Cometer injusticias sin ser castigado
La justicia
Sufrir la injusticia y no poder resarcirse












































El mayor bien
El justo medio
El mayor mal

De este modo, la justicia no sería apreciada como un bien, sino más bien la incapacidad del hombre para hacer actos injustos.


Capítulo III
Exposición de Glaucón

Glaucón comienza a relatar la leyenda de Giges:
''Dicen que era un pastor que estaba al servicio del entonces rey de Lidia. Sobrevino una vez un gran temporal y terremoto; abrióse la tierra y apareció una grieta en el mismo lugar en que él apacentaba. Asombrado ante el espectáculo descendió por la hendidura y vio allí, entre otras muchas maravillas que la fábula relata, un caballo de bronce, hueco, con portañuelas, por una de las cuales se agachó a mirar y vio que dentro había un cadáver, de talla al parecer más que humana, que no llevaba sobre sí más que una sortija de oro en la mano; quitósela el pastor y salióse. Cuando, según costumbre, se reunieron los pastores con el fin de informar al rey, como todos los meses, acerca de los ganados, acudió también él con su sortija en el dedo. Estando, pues, sentado entre los demás, dio la casualidad de que volviera la sortija, dejando el engaste de cara a la palma de la mano; e inmediatamente cesaron de verle quienes le rodeaban y con gran sorpresa suya, comenzaron a hablar de él como de una persona ausente. Tocó nuevamente el anillo, volvió hacia fuera el engaste y una vez vuelto tornó a ser visible. Al darse cuenta de ello, repitió el intento para comprobar si efectivamente tenía la joya aquel poder, y otra vez ocurrió lo mismo: al volver hacia dentro el engaste, desaparecía su dueño, y cuando lo volvía hacia fuera, le veían de nuevo''. 
Tras este relato, Glaucón dice que si existieran dos anillos, y cada uno se pusiera el anillo, ninguno de los dos podría perseverar en la justicia y caería en la misma ambición que en el relato. Según Glaucón, nadie podría resistir la tentación de la injusticia ni siquiera el hombre más justo, así, la justicia no podría ser una virtud personal debido a que si se presenta una oportunidad de cometer injusticia, el hombre la aprovechará.

Capítulo IV
Glaucón


Glaucón propone examinar las diferencias del hombre justo y del injusto. Para esto, se establece que cada uno de estos hombres representa su característica perfectamente, es decir, el injusto es perfectamente injusto mientras que el hombre justo es perfectamente justo.

El hombre injusto:
  • Debe cometer las más perfectas injusticias pasando inadvertido y parecer justo cuando no lo es en verdad. Que pueda persuadir a todo mundo con sus palabras y que tenga la más intachable reputación de bondad puesto que puede simularla de modo perfecto. Recordemos que estamos hablando de la más perfecta injusticia.
El hombre justo:
  • A este hombre debemos quitarle todo lo que vimos en el hombre injusto y solo dejarle con la justicia. Tampoco con la bondad y demás cosas para no pensar que es justo solo por interés. Solo tener la justicia y que además, sin haber cometido la menor falta, se le trate como el peor de los criminales y así hasta el final de sus tiempos.
Capítulo V
Glaucón



De esta manera, el hombre injusto sería mucho más beneficiado que el justo quien tendrá que sufrir toda su vida. Glaucón asegura que solamente el hombre debe parecer ser justo y no serlo porque si es así, se verá en vuelto en una vida muy desdichada.

Capítulo VI
Sócrates-Adimanto



Apenas terminó Glaucón todo su argumento, Sócrates se dispone a contestar pero inesperadamente Adimanto, quien es hermano de Glaucón, interviene para formar parte de la conversación. 

Adimanto toma parte de la conversación y en este caso defiende a Sócrates. El argumento está basado en la religión griega de aquellos tiempos. Adimanto dice que a los hombres injustos una vez muertos, van a parar al Hades mientras que los que practican la justicia y la bondad tendrán la recompensa divina y además tendrán una gran descendencia a partir de los hijos de sus hijos.

Capítulo VII
Adimanto



Adimanto añade además que lo que está en favor de la justicia, es mucho más difícil y penosa de practicar mientras que la injusticia, que refiere a la licencia y la injusticia, es mucho más agradable y fácil de practicar y son vergonzosas solamente por que la opinión pública lo establece así.


Por otra parte, Adimanto sigue añadiendo el argumento de los dioses:
Gran maldad puede ser obtenida fácilmente, dado que llano resulta el camino y habita bien cerca del hombre, pero en cambio, los dioses han puesto el sudor por delante de la virtud y una ruta larga, difícil y escarpada.


Capítulo VIII
Adimanto


Se argumenta que la apariencia del hombre injusto vence incluso la realidad en la que todos lo ven, puesto que todos creen que el hombre injusto puede ser bondadoso si simula ese tipo de apariencia. Es verdad en todo caso, que a la furia de los dioses se puede clamar a través de los sacrificios, en realidad si los dioses existieran, poco interés tendrían de preocuparse de las cosas humanas y de su existencia solo nos la dan los relatos de Homero y Hesíodo. Nada sabemos hasta que hayamos muerto.

Capítulo XIX
Adimanto



Adimanto continua tratando de convencer a Sócrates de que la justicia es menos provechosa que la injusticia y que ésta es buena en casi todos los aspectos. No hay mucho que agregar a este capítulo, ya que todo ha sido expuesto con claridad en los capítulos precedentes.

Capítulo X
Sócrates-Glaucón-Adimanto



Sócrates queda impresionado por los argumentos de Glaucón y Adimanto y les da las gracias por tales defensas; sin embargo, admite que será un poco difícil defender a la justicia, ya que Adimanto y Glaucón se empeñan en afirmar el argumento de Trasímaco. De todas formas, Sócrates prefiere la justicia y no se rendirá en defenderla.

Para hacerlo, Sócrates quiere ampliar el concepto de justicia a la ciudad, es decir, defender el concepto de la justicia que fue abollada por Adimanto y Glaucón, a través de la descripción de la ciudad.

Adimanto y Glaucón acceden al planteamiento de Sócrates de analizar la ciudad en cuanto a justicia e injusticia.

Capítulo XI
Sócrates-Adimanto



La ciudad nace de la necesidad de establecer relaciones humanas y de la incapacidad de ser autosuficiente (1). Además, el cambio que surge en una ciudad, también es en beneficio de los hombres.

Los elementos más importantes para la ciudad en orden de prioridad son:
  1. La provisión de alimentos.
  2. La habitación.
  3. Los vestidos y cosas similares.
Sócrates le dice a Adimanto y a Glaucón que todos estos recursos tendrán que ser distribuidos por hombres con ciertas profesiones. Así, cada hombre está ocupado en una de estas profesiones.
  • Cada hombre cumple una función específica en la ciudad, ya que todos los hombres tienen diferencias innatas.
Adimanto y Glaucón aceptan ésta premisa acordada por Sócrates. Luego Sócrates pregunta y Adimanto y Glaucón contestan:
  • ¿Trabajaría mejor una persona dedicándose a varios trabajos o solamente a uno? A uno solo.
Por supuesto, de esta manera las cosas producidas serán de mucho mayor calidad al dedicarse cada hombre a componerla.
  • Ahora, si un labriego quisiera calidad al construir un arado, necesitaría de algunos hombres más. 
De este modo, la ciudad crece y se establecen asociaciones entre los hombres para emprender un proyecto. Así, se forma la ciudad.
  • Si hubiera algo que faltara en la ciudad, se tendría que recurrir a los pueblos vecinos e intercambiar objetos.
  • Será necesario no solamente hacer bienes que convengan a los ciudadanos, sino también hacer bienes para ocupar estos en el intercambio con otras ciudades.
Capítulo XII
Sócrates-Adimanto



En éste capitulo comienza el análisis de la ciudad en cuanto a sus integrantes, es decir, la labor de cada uno de ellos, pero antes, Sócrates hace preguntas para introducir el tema. Adimanto es quien responde.
  • ¿Como intercambiaran entre sí las cosas que cada uno produzca? Por medio de la compra y la venta.
  • Entonces se tendrá que crear un mercado (ágora) y una moneda que sea un símbolo que permita los intercambios.
Adimanto responde afirmativamente a Sócrates por el momento.
  • Existe otro tipo de comerciante quien se caracteriza por su vigor y fuerza, y es quien intercambia su fuerza de trabajo por dinero. Estos son los asalariados.
Sócrates comenta que los hombres que vivan en esta ciudad tendrán que hacer actividades para tener un sueldo y luego para utilizarlo. Estos ciudadanos no harán más que trabajar y descansar dándose banquetes y todo tipo de alimentos para seguir viviendo.




Capítulo XIII
Sócrates-Glaucón



Glaucón le reprocha a Sócrates que los ciudadanos no solo necesitan de alimentos para esta mejor, sino que también necesita un lugar en donde comerlos. Sócrates con mucha amabilidad dice a Glaucón que el mobiliario también esta entre las necesidades de una ciudad. Sin embargo, existen también otras necesidades y es por esto que Sócrates plantea la idea que una enfermedad ataque la ciudad. 

En cuanto la ciudad se ensanche más, se necesitarán nuevas profesiones para ocupar dicho territorio. Aparte de los que ya habíamos tenido, necesitaremos obligatoriamente médicos, empresarios, músicos, poetas, preceptores o nodrizas.


Capítulo XIV
Sócrates-Glaucón



Debido a que en el país aparezcan más ciudadanos, la capacidad de este para la población será insuficiente. Sócrates pregunta y Glaucón responde:
  • Si no tenemos ese espacio ¿Deberemos tratar de obtener el del enemigo y el hará lo mismo en la misma situación? Sí.
  • ¿Tendremos que librar una guerra entonces con ellos? Necesariamente Sócrates.
Sócrates dice a Glaucón que la ciudad necesitará de un espacio para formar tal ejercito e ir al combate por ese territorio necesitado.
  • El hecho de ganar una guerra ¿Estaría relacionado con el arte? Desde luego.
  • ¿Merece más atención el oficio de zapatero que el de militar? No.
Se advierte que no debe ser posible que un zapatero desempeñe múltiples cargos, sino solamente los que el puede desempeñar según su profesión. Es por esto que se necesitan ejércitos y que estos solo hagan lo que es concerniente a ellos. 



Capítulo XV
Sócrates-Glaucón


Estos ejércitos constan de guardianes y estos guardianes deben estar absolutamente dedicados al oficio de la guerra y no en otro.
  • ¿Pero, no habrá de tener este guardián un modo de ser para ésta ocupación? Sí.
Los atributos apropiados del guardián serían:

  1. Sentidos agudos.
  2. Velocidad.
  3. Vigor a la hora de pelear.
  4. Fogosidad (1) en el alma.
No obstante, Sócrates dice que esto representaría un problema. Si los guardianes reunieran estas características, se pelarían entre ellos y además con los ciudadanos. Entonces, los guardianes deben ser también amables con el amigo pero fieros con el enemigo.

Sócrates se ve envuelto en un problema, pero al poco pensarlo da un ejemplo sobre los perros. Los perros se muestran hostiles contra el enemigo y amables con la familia y el amo; por lo tanto, lo que se persigue puede ser posible en los hombres también.



Capítulo XVI
Sócrates-Glaucón-Adimanto



Sócrates considera que el guardián ademas de ser fogoso, debe ser un filósofo por naturaleza. Glaucón se muestra confundido ante tal afirmación y Sócrates le dice:
  • ¿No es verdad que los perros al ver al enemigo se muestran fieros incluso sin haber sufrido daño alguno de éste? Sí.
Es aquí donde se ve el verdadero sentido natural y filosófico que tienen los perros.
  • Los perros no solo distinguen a un enemigo o un amigo por ser conocidos o no. Se muestran como verdaderos amigos de la filosofía, ya que pueden delimitar lo ajeno y lo familiar por sus sentidos.
Es decir, el guardián debe reconocer quien es el enemigo y quien es el amigo, para eso, tiene que ser un filósofo. Entonces, además de todos los atributos anteriormente mencionados, se les debe adjudicar el de filósofos.



Capítulo XVII
Sócrates-Glaucón-Adimanto



Inmediatamente Sócrates comienza a realizar las preguntas sobre la educación de los guardianes.


  • ¿Sera buena forma empezar por la gimnasia y la música? Sí.
  • ¿Empezaremos a educarlos por la música o por la gimnasia? Por la música.
  • ¿Deben incluirse las fábulas en al música? Sí
  • ¿Debemos empezar por las verdaderas o por las falsas? Si son niños por las falsas.
Las fabulas y relatos falsos en la Antigua Grecia, han constituido la base del conocimiento y la base de la cultura griega. Autores como Homero y Hesíodo han sido los exponentes más fuertes; sin embargo, Sócrates no tiene una buena opinión de relatos como ''la Ilíada'' o ''Teogonía'' llamándoles de falsas narraciones (2).

Sócrates advierte a Adimanto que sería peligroso enseñar este tipo de cuentos a la juventud, ya que sería terrible que los jóvenes se enteraran que incluso hasta los dioses tienen disensiones y conspiran entre si para lograr sus fines. Las fábulas deben llevar al joven hacia la virtud.



Capítulo XVIII
Sócrates-Adimanto


Adimanto acepta todo esto de buena forma, pero se pregunta cuales serían las fábulas adecuadas de las que habla Sócrates. Y Sócrates le contesta, que serían adecuadas ellas donde muestren a los dioses tal cuales son: Como divinidades; es decir, sin maldad ni vicio.

Capítulo XIX
Sócrates-Adimanto



Quedan de acuerdo Sócrates y Adimanto en censurar estas leyendas y mitos poéticos que alientan a ver a los dioses con vicios y defectos siendo que son divinidades. En esta ciudad no se deben promover esta clase de mitos; nadie debe escucharlos por ningún motivo.

Por otro lado, tampoco se debe mostrar a la divinidad como alguien que cambia constantemente y se confunde con los seres humanos. El alma siempre es la misma y nunca cambia, es por esto que es divina, todo lo que no cambie de su forma prístina, será un alma divina y buena.

Capítulo XX
Sócrates-Adimanto

Los diálogos se centran en la metamorfosis que sufren los dioses al tratar de ayudar a los humanos. Sócrates pregunta y Adimanto contesta:
  • ¿Se deberán estas transformaciones divinas a su propia voluntad? Sí.
  • ¿Se transformarían para embellecerse o empeorar? Para empeorar, ya que la divinidad es perfecta y el humano no lo es.
  • ¿Y el hombre en su condición querrá empeorar en alguna ocasión? Imposible.
  • Entonces, imposible es que la divinidad quiera empeorar también. No necesitan empeorar para ayudar a los humanos debido a que ellos ya son perfectos.
Con ésta conclusión, Sócrates pide a Adimanto no dejarse engañar por estos poetas que dicen que las divinidades se transforman en humanos; por ejemplo, la diosa Hera cuando se transforma en Sacerdotisa para ayudar a unos indigentes.

Podríamos pensar que los dioses nos engañan y en realidad se transforman tan solo pro engañarnos, pero el engaño es aliado de la mentira y los dioses y los hombres aborrecen la mentira.



Capítulo XXI
Sócrates-Adimanto


Una vez convenido que las mentiras son aborrecidas por el hombre y por los dioses, se comienza a examinar la mentira.
  • La mentira puede llegar a ser útil para engañar al enemigo sobre alguna estrategia que tomara su contrincante.
  • ¿Necesitará la divinidad recurrir a la mentira para engañar a sus enemigos? En absoluto.

Conclusión

Aunque no ha quedado resuelta la duda de la justicia que planteó Glaucón y Adimanto en el principio, sí se analizaron temas muy interesantes como la construcción de una ciudad y la cualidad de ciertos habitantes. Por lo demás, se desarrolló algo tan interesante como la poesía y como en ella se expresa la mentira; en realidad, esta aseveración suele ser un poco fuerte en nuestros tiempos en donde la música y el arte de la literatura son un deleite para todo el mundo hoy en día. Queda pendiente el tema de la justicia con Glaucón y Adimanto, veamos si en el próximo libro queda resuelto.

4 comentarios:

  1. En la actualidad, como seria vista esta ciudad donde lo necesario; es decir, la necesidad es el elemento originario de las relaciones humanas... Es privativa o recelosa de otras expresiones artística... La introducción de esos placeres para no ser parte de la ciudad inicial de Platón. Hasta el momento le parece al sistema comunista

    ResponderEliminar
  2. En la actualidad, como seria vista esta ciudad donde lo necesario; es decir, la necesidad es el elemento originario de las relaciones humanas... Es privativa o recelosa de otras expresiones artística... La introducción de esos placeres para no ser parte de la ciudad inicial de Platón. Hasta el momento le parece al sistema comunista

    ResponderEliminar
  3. Bueno, la verdad es que el sistema comunista en cierto modo rescata las cosas de Platón. Platón nos presenta un régimen más utópico, mientras que el sistema comunista estaba más adecuado (o ajustado) a las condiciones de la época (siglo xx).

    Muchas gracias por comentar!

    ResponderEliminar