miércoles, 19 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Las confesiones (Libro XI: El concepto de Tiempo) (397)

Otro de los conceptos más puros en la filosofía de San Agustín de Hipona junto con la memoria, la voluntad, el mal, el alma o el albedrío es el concepto de tiempo. La hazaña no es de poca dificultad porque la esencia del tiempo siempre parece escaparnos por entre muchas limitaciones de nuestra mente. ¿Es realmente el tiempo un concepto que no puede abarcar la mente humana a menos que se le fraccione en partes? Sin duda que el santo de Roma tiene una de las tareas más difíciles en las páginas que siguen, por lo que se pide mucha atención a lo que se viene.

Referencias:

(1) Para más información sobre el concepto de lugar, véase Aristóteles - Física Libro IV.
(2) Nótese que estos ''errores'' son considerados así por San Agustín
(3) El mismo Plotino dice que lo que precede al tiempo es la eternidad en la tercera Enéada
(4) Probablemente porque esta respuesta (o más bien broma) alejaba el conocimiento. 

Las Confesiones

LIBRO XI: EL CONCEPTO DE TIEMPO

La creación total

San Agustín reconoce a Dios como el creador total de la existencia materiale inteligible. Hace al hombre y a todas las cosas con cuerpo, pero también añade un alma a dicho hombre para que pueda comprender cosas más elevadas que ciertos animales. Sin embargo, después de todo esto hay una pregunta implacable: ¿cómo Dios hizo todas las cosas?

¿Cómo pudo crear Dios la tierra y sus componentes? Tendría que haberlo hecho con algo que fuera algo aparte de la materia, pero esto sería imposible. Para San Agustín, la creación de las cosas proceden justamente de la boca de Dios, tal como lo hizo con el hijo:

''Este es mi hijo amado''
(Mateo 3:17)

Y así se hizo el hijo, pero también esto estaba anunciado:

''Hablaste tú y fueron hechas todas las cosas''
(Salmos 33:9)

Así, queda probado que Dios crea las cosas de su boca o más bien desde el habla. No obstante, para que el cielo y la tierra fueran creados debieron crearse sobre algo, obviamente, este algo proviene de la voz de Dios pero ¿qué es este algo? Este principio queda vedado por un momento a San Agustín, pero luego se deduce qué es ésta cosa que hace que existan las demás: el tiempo.

Por supuesto que esto nos puede recordar la teoría de la Física de Aristóteles donde se dice que todo tiene su contenedor y este contenedor un contenido. El lugar del vino es la vasija y el de la vasija la mesa, así como el contenido de la vasija es el vino. En este caso, San Agustín, haciendo algo aparte del concepto de lugar,añade el concepto de tiempo, es decir, todas las cosas están contenidas en el tiempo(1)

Consideraciones del tiempo por otros filósofos

Pitagóricos

En tiempos más antiguos, los pitagóricos fueron unos de los primeros filósofos en establecer una teoría formal en cuanto al tiempo. Estos decían que era ''la esfera que abraza todo'' y que por lo tanto, el tiempo se identificaba con el movimiento, es decir, el tiempo se debe al movimiento

Platón

El mismo Platón en el Timeo definía el tiempo como ''la imagen de la eternidad'' y además añadía que el Universo y el tiempo se hicieron juntos y perecerán juntos. Platón considera que el tiempo es el que imprime el movimiento, y este a su vez crea las demás cosas del mundo como el sol y la luna.


El estagirita definía al tiempo no como un movimiento, sino como algo que va mucho más allá, algo que subyace al movimiento. Nos decía también que el presente es el intermediario entre el pasado y el futuro, es decir, si no existiera el presente, entonces el pasado y el futuro se solaparían lo cual es ridículo. Así como esta explicación es verosímil, Aristóteles nos da la primera definición de tiempo: ''Numero de movimientos según el antes y después'', ahora, ¿por qué Aristóteles se refería al tiempo como ''número''? Porque el pasado, el presente y el futuro, según Aristóteles, se miden por magnitudes y las magnitudes son números. 


Cicerón también tenía su propia concepción del tiempo escrita en un libro llamado ''De Fato'' (o del destino), donde nos dice que tanto el pasado como el futuro son tiempos inmutables, es decir, que existen en sí mismos sin la necesidad del presente. 

En efecto, hay un futuro inmutable como sería decir que todos vamos a perecer, así como hay un pasado inmutable como es decir que todos los seres vivientes nacimos. 

Estas han sidos las teorías que por lo menos hemos visto en este blog con respecto al tiempo. Veamos lo que nos dice San Agustín sobre estas cosas.  

El concepto de Tiempo

Uno de los errores típicos de los maniqueos (y en parte también de Marco Tulio Cicerón)(2) era preguntarse ¿qué hacía Dios antes del tiempo? ¿Acaso estaba ocioso cuando de repente se le ocurrió crear la humanidad? En el libro sobre la interpretación del Génesis contra los maniqueos, Agustín respondía que sería ridículo decir que Dios estaba de ocioso antes del tiempo, pues entonces se tendría que hablar de otro tiempo donde Dios estuvo ocioso. De ahí que además pueda hablarse de las hipóstasis de Plotino, para decir que la creación debió darse fuera de las hipóstasis cognoscibles para el ser humano. 

¿Qué hacía Dios antes del tiempo?

Sin embargo, aún queda la pregunta ¿qué hizo Dios antes del tiempo? el tiempo es medible y tiene intervalos, para que éste fuera hecho se necesitaría algo sin movimiento y que permanezca siempre, en otras palabras, Dios creó el tiempo en la eternidad porque la eternidad no es tiempo(3)

Eternidad: presente perpetuo.
Tiempo: pasado, presente y futuro.

Pero ¿cómo puede crear el tiempo si para crearlo necesita movimiento y en la eternidad no lo hay? Es una de las preguntas cruciales de San Agustín quien humildemente contesta ''no lo sé''. 

Muchos decían en al época de Agustín que antes del tiempo, ''Dios preparaba el infierno para aquellos que se atrevían en escudriñar en los misterios más altos''. Esta frase era hecha en forma de broma o metáfora para que los niños no preguntaran cosas tan extrañas, cosa que a San Agustín molestaba profundamente(4)

Finalmente, San Agustín dice que no cabe preguntarse qué hacía Dios antes del tiempo porque antes del tiempo no había tiempo para realizar algo. En efecto, ¿cómo vamos a hablar de la creación del tiempo cuando no había tiempo? la pregunta es ridícula al razonamiento de San Agustín. En la nada no puede haber movimiento, así como tampoco puede haber creación. No obstante todo esto, Dios es el gran creador del tiempo.

¿Qué es el tiempo?


El mismo Agustín admite la dificultad de la respuesta diciendo:


''Sé bien lo que es, si no se me pregunta. Pero cuando quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé''

Para tratar de resolver esta duda, Agustín parte diciendo que si el presente no tuviera ni pasado ni futuro entonces sería eternidad, y por lo tanto no podríamos hablar de tiempo. Así, el presente necesita del pasado para ser tiempo, pues de otra forma sería eternidad. Ahora, el presente deja de ser una vez que es pasado; lo que significa, que el presente para existir debe tener tendencia a no-ser (de otro modo sería eternidad).

Pasado:

Hablado esto, San Agustín se propone analizar el pasado y el futuro. El pasado ya no existe y el futuro no existe todavía, pero ¿cómo podemos referirnos a ellos como si fuera un tiempo presente si no existen? No podemos referirnos al pasado de ninguna forma, ni siquier diciendo que ''fue larga la estancia'', pues dicha estancia ya no existe. 

Además, pensemos en lo siguiente: para haber dicho ''fue larga la estancia'' debimos haber dicho primero ''es larga la estancia''. Por otro lado, algo es largo cuando está colocado en el presente, cuando ya es parte del pasado ya no existe; por lo tanto, las cosas tienen magnitud cuando están en el presente y dejan de tenerla cuando están en el pasado (por eso, la estancia larga ya no existe). 

¿Cómo se debería decir algo que ''fue largo''? de la siguiente manera según San Agustín: ''Largo fue aquel tiempo mientras fue presente''. 

Forma incorrecta de referirse al pasado: ''fue larga la estancia'' es una forma incorrecta porque nada que pertenezca al pasado puede tener magnitud.

Forma correcta de referirse al pasado: ''Fue larga la estancia mientras fue presente'' es la correcta porque la magnitud existe mientras está en el presente. Es decir, la única forma de referirse al pasado, es refiriéndose al presente. 

Veamos ahora si el alma puede reconocer este tiempo presente con referencia en el pasado.

Presente:

Para entender el presente, San Agustín recurre a un pequeño símil de los cien años. Imaginemos a un hombre dentro de un intervalo de 100 años:

  • Cuando está en el primer año, el hombre tiene 99 días futuros.
  • Cuando está en el segundo año, el hombre tiene 98 días futuros y un día en el pasado. 

Bajo este razonamiento, podemos determinar que el presente nunca podrá estar en los 100 años simultáneamente, sino que sólamente en uno de ellos. Lo mismo pasaría si llevaramos el símil a un año, el hombre en el primer mes tendría 11 meses futuros y cuando pase al segundo tendrá 10 futuros y 1 pasado.

Lo mismo pasaría incluso si reducimos dichos años y el año en un día. El día tiene horas y minutos que tendrían la referencia de ser pasado o futuro según en qué hora o minuto nos encontremos; así, ni el día puede ser presente todo. 

De este modo, San Agustín define el presente como ''un instante'', pero entonces ¿a qué podemos llamar largo? ¿cómo es que el presente puede ser largo o puede ''durar'' ciertos minutos o ciertas horas si es un instante? 

Futuro:

Mucho menos podríamos decir que el futuro tiene un intervalo largo, pues aún no existe. Y si existe, es gracias al presente porque el futuro pasa a ser presente una vez que pasa por él. 

Conclusión:

¿Qué diremos pues de estos tres tiempos: pasado, presente y futuro? ¿Acaso tendremos que decir que el pasado y el futuro no existen por sí solos a menos que pasen por el presente?

Al menos en el pasado, todo lo que tenemos de él nos queda en la memoria. Ahora, si nos queda en la memoria, entonces está en el presente porque a medida que lo podemos evocar en la memoria estarán presentes; lo mismo ocurre con el futuro. 

Todas las cosas que existen se ven en el presente, pero es la memoria la que también las tiene. Por ejemplo, podemos ver una aurora y podemos predecir que el sol saldrá. La imagen que tenemos del sol saliendo, es una imagen presente en nuestra mente y la predicción sería decir ''el sol va a salir''. Por lo tanto, podemos retener el pasado y el futuro llevándolos al presente por medio de la memoria, como ya habíamos dicho, el pasado y el futuro sólo pueden existir por medio del presente. De hecho, podría decirse con justa razón que el pasado y el futuro no existen. 

Así, la referencia correcta al presente y al pasado sería de la siguiente forma:

Pasado: Presente de las cosas pasadas
Presente: Presente de las cosas presentes
Futuro: Presente de las cosas futuras

Volvemos a repetir, es el presente el que da existencia al pasado y al futuro. 

Este es un tema que ya se hablado entre los antiguos, sobre todo por Aristóteles quien decía que el pasado y el futuro tienen como límites al presente, pero nunca aseguró algo tal como decir que el pasado y el futuro no existen. Cicerón también tenía su opinión con respecto al tiempo, diciendo que el futuro y el pasado son inmutables, es decir, cada uno tiene su propia existencia.

En todo caso, Agustín acepta que los demás puedan decir que existe un pasado o un futuro, siempre y cuando se entienda que es con referencia al presente pero se debe estar consciente que la única forma correcta de referirse al pasado y al futuro es la descrita por San Agustín


Tiempo y espacio

¿Cómo podemos medir el tiempo si el presente es un instante? difícil respuesta tiene esta pregunta, pero lo que sí es claro es que podemos percibir que el tiempo cambia, que tiene intervalos y que esos intervalos ''pasan''.

Es una paradoja porque de acuerdo con Agustín, el pasado y el futuro no existen y sin embargo son medibles cuando pasan por el presente. ¿Cómo pueden existir y no-existir al mismo tiempo? en el lenguaje cotidiano podemos hablar perfectamente del pasado y el futuro diciendo (erróneamente) que tal período fue largo o tal período fue corto.

Los tiempos y los cuerpos

Muchos dicen que el tiempo no es más que el giro que da el sol y la luna para marcar los días, pero San Agustín no está en absoluto de acuerdo con eso. En efecto, si fuera así, entonces, el movimiento del sol sería el creador del tiempo; sin embargo, recordemos que el movimiento es posible gracias al tiempo. Por lo tanto, el tiempo es algo que va más allá de los cuerpos, como dijimos, el tiempo es el contenedor de los cuerpos. 

El movimiento no determina el tiempo, pues es posible que el sol se detenga pero el tiempo seguiría contando. Al contrario el movimiento se mueve gracias al tiempo y si es así, el tiempo va primero que todas las cosas. Por otro lado, otra cosa tan importante como el movimiento es el reposo de los cuerpos, porque este también tiene tiempo. De ahí que el movimiento de un cuerpo no es el tiempo mismo. 

La incógnita del fenómeno

Agustín acepta no saber la esencia del tiempo porque de hecho, asume que cuando mide un intervalo ''no sabe lo que mide'', y en efecto, no sabe qué se mide siendo que el instante (que es el presente) no puede tener una extensión precisa. Así definiría San Agustín el tiempo:


''Por ello, me parece que el tiempo no es otra cosa que una cierta extensión. Pero no sé de qué cosa''

Agustín se pregunta ¿Qué mido Dios cuando digo que este tiempo es más largo que otro? ¿Cómo se puede medir si el futuro no existe y el pasado aún no existe? Bien se sabe que el tiempo se mide, pero no el pasado ni el futuro, y, obviamente, tampoco el presente porque este no tiene extensión. Finalmente Agustín concluye lo dicho un poco antes, se mide el tiempo que ya ''pasa''. 

El tiempo y el alma

Nada puede ser medido a menos que se acabe, por lo tanto, la tendencia al no-ser (en cuanto al pasado y al futuro) es la que determina la duración de una cosa. ¿Con qué cosa el hombre mide el tiempo?  naturalmente que el hombre mide el tiempo con el alma, pues es allí donde quedan impresas las percepciones del tiempo.  

Por otro lado, tenemos un fenómeno aún más fuera de toda lógica que sería la extensión del futuro y del pasado que no tienen ninguna existencia. ¿Cómo podemos decir que el futuro tiene extensión si aún no existe? ¿cómo podemos decir que el pasado fue largo o fue corto si ya no existe? simplemente porque esta sensación queda en el alma y es ella la que nos deja la impresión de que fue larga y corta. El alma tiene tres funciones con respecto al tiempo: espera, atiende y recuerda. Estas tres acciones representan los tres tiempos de los que estamos hablando:

Espera: Futuro
Atiende: Presente
Recuerda: Pasado

Esta acción del alma sucede sobre todo cuando queremos cantar una canción que no conocemos. Esperamos como va a ser, prestamos atención a la letra y a la música y finalmente la volvemos a cantar cuando la recordamos. 

Finalmente, esta sería la solución a la cuestión del tiempo según San Agustín, es el alma la que puede retener todo pensamiento futuro y pasado. 


Conclusión

Con muchas más dudas que respuestas (como lo es la filosofía) nos deja este texto dificilísimo de San Agustín. El tiempo ha sido un tema de oscuros pasajes en la vida de los filósofos pero también en la vida de los científicos más grandes de la historia. Por supuesto, los precursores de estas ideas preciosas fueron los filósofos a lo que posteriormente los científicos soportaron con teorías que van renovándose por cada período. Si bien no hay una solución cierta para la medición del presente (más que del tiempo porque este comprendería pasado, presente y futuro), las pistas que nos deja San Agustín no son de menor tamaño; al contrario, queda mucho más ánimo para averiguar qué es realmente el tiempo. 

lunes, 17 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Las confesiones (Libro X: El concepto de memoria) (397).

¿Qué cosa más importante existe que la memoria del ser humano? sin ella no podríamos seguir adelante en ningún aspecto de la vida; ni siquiera en el más mínimo de ellos. Otro tema importante es el del alma que ha sido tratado largamente por todos los filósofos que precedieron a San Agustín de Hipona, y además de los filósofos que vendrán después de Agustín. Por supuesto que hay una mezcla entre la memoria y el alma, pues estas se complementan la una a la otra. Veamos qué nos dice el santo de Hipona sobre esto.

Referencias:

(1) Esta es una interpretación mía. 

Las Confesiones

LIBRO X: LA MEMORIA Y EL ALMA

La confesión a Dios

Esta podríamos decir que es la gran confesión de San Agustín, el filósofo se siente atrapado en un cuerpo y quiere entregarse totalmente a Dios. Esto nos puede recordar los deseos de Plotino, quien se sentía como un alma atrapada en un cuerpo; alguien que odiaba la corporalidad. 

Propósito de Las Confesiones

Agustín va calando hondo en el verdadero propósito de las confesiones. ¿Para qué escribir las confesiones? ¿Acaso será para que lo conozcan los otros hombres? ¿Qué interés pueden tener los otros hombres? El propósito de las confesiones es que los hombres de todo tipo de corazón y Dios (quien en realidad ya sabe sobre las cosas de Agustín) sepan quién es el filósofo. 

¿Quien conoce a quien?

Esta parte de Las Confesiones puede ser una de las más interesantes, pues discute con Dios diciendo que hay algo que desconoce de sí mismo; es decir, Agustín desconoce algo de sí mismo, y sólo Dios conoce esa parte. De ahí viene su gran pregunta:

''¿Qué amo cuando te amo?''

Agustín nos adelanta que no es nada corporal, ni una luz ni nada que esté sobre la tierra. ¿Qué es eso que ama? a Dios, pero la verdad es que metafóricamente, Agustín pregunta a todos los elementos de la tierra (agua, tierra, fuego y aire) quienes le responden que no son Dioses. Al contrario, estas cosas (la materialidad) le dicen a Agustín:

''Ipse fecit nos''
(Él nos hizo)

Al no encontrar las respuestas de qué ama en Dios, Agustín no tiene más a quién preguntar que a sí mismo: ''¿quién soy yo?'' a lo que se responde ''Un hombre'', luego se pregunta de nuevo desde la interioridad y se responde ''Soy el alma''. Sin embargo, esta alma también le dice:

''No soy Dios, soy una hechura suya''


Podríamos decir que los hombres tienen la gran facultad de percibir lo que es Dios. Pero ¿qué es esa cosa que percibe? sabemos que no es el cuerpo porque este sólo percibe las cosas sensibles. Los animales tampoco pueden percibir a Dios porque de ser cierto deberían evitar el pecado. Por lo tanto, lo único que nos queda es que sea el alma la que puede percibir todas las cosas. El alma sería el último escalón con el cual se puede conocer a Dios, pero aún nos queda vedado qué amamos de Dios. 

El concepto de memoria

La memoria, como habíamos dicho, es una de las facultades más importantes del alma. Todas las cosas exteriores como el sonido, las imágenes, los movimientos son almacenados en la mente, así como también son almacenados los movimientos interiores (sentimientos, emociones). Cada uno tiene su propia entrada, pero sus ''puertas'' son distintas entre las exteriores e interiores. 

Misterios de la memoria

Para Agustín, los procesos de almacenamiento de la memoria son un total misterio ¿cómo es que la memoria almacena el contenido? en efecto, uno puede evocar el color blanco estando en la oscuridad absoluta. No sólo eso, su administración es mucho más increíble porque si el hombre almacena todas los estímulos del exterior ¿cómo es que podemos evocar correctamente todas las imágenes, todos los sonidos sin confundir o mezclar (aunque también podemos mezclarlos a voluntad)? De hecho, el recuerdo puede ser muy bueno incluso cuando no movemos nuestra lengua o cerramos completamente los ojos. 

Lo otro que es fascinante es que la memoria me permite extraer todos los recuerdos de las cosas que más me agradaron, distinguiendo muy bien una cosa de otra (sabores, sonidos, olores). También se guardan las habilidades de las artes o disciplinas que se aprenden durante la vida, pero la diferencia con esto es que las disciplinas no están guardadas como imágenes, es decir, las matemáticas, la gramática o la dialéctica no son imágenes. 

El proceso de recordar

Pero ¿cómo entra esta información? a través de los sentidos, luego, la memoria los almacena en la mente. Por otro lado, todas las cosas que sentimos tienen una especie de validez en la memoria, es decir, no sabemos qué es lo dulce hasta que lo probamos, pero pareciera ser que es el alma quien sabe mucho antes qué es lo dulce antes de que nosotros pudiéramos decir ''esto es dulce''. Este recuerdo de las cosas debe ser constante; por ejemplo, el hombre debe rememorar las cosas una y otra vez para que no se le olvide. De ahí que la palabra pensar en latín sea ''cogitare'' que significa ''recoger'', por lo tanto, podríamos decir que se ''recogen'' los recuerdos. Esto podría recordarnos justamente la teoría de Platón donde aprender significa efectivamente recordar

¿Cómo podemos recordar los números? el latín y el griego tienen su propios números, pero en los dos lenguajes los números tienen algo en común. Es decir, los números se entienden en los dos lenguajes, pero no es necesario saber latín o griego para tener la noción del número. Esa noción del número es común a todas las personas sin necesariamente saber el nombre de cada número (uno, dos, tres...). Quizás a lo que se refiere San Agustín es justamente el concepto de unidad, en efecto, no hay que tener un aprendizaje especial para saber qué es la unidad(1)

Ahora, hay muchas cosa que gracias a las imágenes que tenemos de ellas podremos recordarlas; por ejemplo, si yo recuerdo las palabras piedra o sol, no me servirán de nada si no tengo la imagen de ellas. Si no es por las imágenes no podríamos saber ni recordar que es cada cosa. 

La memoria también puede recordar hechos que nos hicieron alegres y tristes, sin que necesariamente nos pongamos tristes o alegres. Hay algo similar entre el alma y la memoria, pues mucho se dice que quien guarda algo en el alma lo guarda en la memoria. Sin embargo ¿cómo se explica que el alma esté alegre y luego se recuerda algo triste? De aquí se resuelve que son entes separados.

La teoría del olvido

El olvido es obviamente la privación de la memoria, pero ¿cómo es posible que pueda recordar el olvido? el olvido está dentro de la memoria, dice Agustín porque de otra manera no podríamos saber lo que es el olvido. 

No obstante, queda mucho por resolver en el tema del olvido, pues ¿cómo se puede recordar algo que consiste en omitir el recuerdo? Agustín asume que es un tema difícil, pero a la vez también dice que debería saberlo pues en sus palabras ''no hay nada más cerca de mí que yo mismo'' y aún así ''no puedo saber qué es la memoria que en efecto, es algo mío''. 

Además, cuando recordamos el olvido ¿recordamos el olvido mismo o una imagen del olvido? Agustín dice que el olvido no está retenido en sí mismo en la memoria, sino que está retenido como una imagen. En efecto, recordamos la cosa olvidada y no el olvido mismo, pero ¿cómo la memoria nos puede dar una imagen del olvido? Agustín nos dice finalmente que sólo podemos tener una imagen del olvido por más misterioso e increíble que parezca este fenómeno del olvido. 

¿Trascender la memoria?

El fin último de San Agustín es encontrar a Dios sea por el medio que sea. Ya sabemos que por el cuerpo es imposible, por lo que lo más cercano que existe para acercarse a Dios sería el alma. El mismo Agustín dice que se debe trascender la memoria para encontrar a Dios, pero esto trae un problema. Todo lo que está fuera de la memoria es el olvido; ¿cómo podemos trascender la memoria si fuera de ella no recordamos? ¿cómo podremos recordar a Dios (y más aún llegar a él)? 

Suele pasar que quien pierde una cosa, por medio de un método de descartes mental encuentra lo que perdió. ¿Qué nos ayuda a encontrar lo perdido? justamente la imagen de esa cosa y he aquí que la memoria es importante. Ahora, ¿podemos olvidar algo absolutamente? No, nada se olvida completamente. 

La felicidad y la memoria

Todos quieren una vida feliz, o al menos ese es el fin al que aspiran la mayoría de los hombres. ¿De dónde viene este recuerdo de la felicidad? ¿cómo los hombres pueden saber de la felicidad sin nunca haberla tenido? Agustín nos dice que la felicidad está en el hombre de una forma misteriosa. Si el hombre reconoce la felicidad, entonces esta debe estar en la memoria, pero si la reconoce significa también que ya la obtuvo.

¿Recordamos la felicidad así como recordamos un número? ¿Recordamos la felicidad como si fuera una especie de país donde todos están alegres? De ninguna de estas formas porque la felicidad no es corporal. El único, gozo, la única felicidad es Dios porque Dios no es corporal o elemental.

Ahora, ¿qué pasa con la felicidad? ¿acaso se elige o se tiene por fortuna? Dios es la felicidad, pero ¿por qué no todos tienen la felicidad? simplemente porque por voluntad no quieren escogerla, aunque también hay una presión por parte de la carne, es decir, la carne hace que el ser humano sienta una felicidad ''falsa'' y se conforme con aquella. Sin embargo, habíamos dicho que la felicidad era un concepto que el hombre ya tenía incorporado dentro de su memoria. ¿Cómo es que el hombre, sabiendo que es la felicidad, escoge otros caminos para obtenerla? Es simplemente porque esas cosas que no es la felicidad divina los detienen y deleitan, haciéndoles querer que esa sea la verdadera felicidad.

Por otro lado, ¿cómo puede el hombre conocer a Dios? ¿Acaso lo tenía en la memoria así como también tenía la felicidad? San Agustín se preguntaba cómo era posible que tuviera noción o memoria de Dios sin haberlo nunca conocido. La respuesta es que Dios está en las cosas verdaderas y que por lo tanto, como todas las cosas que existen son verdad, entre el hombre y Dios no hay espacio, por lo que se deduce que Dios siempre ha estado con el hombre. 


El alma frente a los placeres del cuerpo

Este es un tema del cual todos los filósofos han hablado y San Agustín no es la excepción. Los placeres del cuerpo tiran al hombre por los caminos de la carne, pero el hombre es perfectamente capaz de dejarlos. 

San Agustín acusa a los sentidos de llevar al pecado sin excepción y también aborrece aquellos estímulos de los sentidos que están relacionados con Dios y las S.E.; por ejemplo, los cantos al rey David que son deleitables, pero que no dejan de ser estímulos para los sentidos. Por lo tanto, los estímulos y los sentidos son medios para conocer otras cosas, entre ellas la verdad, pues, debemos oírla, verla o sentirla para conocerla. 

La curiosidad

¿Qué lleva al hombre a querer estos placeres? San Agustín nos dice que es la curiosidad. Esta nos lleva a querer conocer los misterios de la naturaleza que finalmente no sirven para nada a la vida del hombre. Ningún tipo de ciencia sirve si no está acompañada de la gran sabiduría de Dios. 

La alabanza

Este es otro de los temas que ha hablado San Agustín, pues la importancia de la alabanza es un tema incluso hasta los días de hoy. En efecto ¿a quién debemos alabar? si nos enfocamos en las S.E. veremos que siempre será bueno amar a los hombres, siempre y cuando esto signifique amar a Dios. Lo más peligroso de esto es quedarse con el poder de la costumbre y amar a los hombres antes que a Dios. 


Conclusión

Tremendamente interesante el décimo libro de San Agustín que les dejo en este blog. Nunca el tema de la memoria había sido tratado con tanta verdad en algún filósofo antiguo, de hecho, esta teoría pasará a la historia para ser tratada por otros filósofos, científicos e incluso psicólogos que tomarán todos estos conceptos para describir lo que es la memoria. Aunque hay muchas cosas explicadas sobre ellas, también es increíble reflexionar sobre los grandes misterios de la memoria. San Agustín fue muy humilde al reconocer las limitantes del por qué no se puede conocer todo sobre la memoria. 

miércoles, 12 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Las confesiones (Libro IX: Bautismo y muerte de Santa Mónica) (397).

Nada más importante en la vida de un cristiano como el bautismo que se realiza en la Iglesia Católica. Por supuesto, este proceso es uno de los más importantes (sino el más importante) donde el hombre asume una posición frente a la vida y también una responsabilidad de cumplir a cabalidad con los mandatos divinos. Ya no hay excusas para hacer el mal porque ya se conoce el bien y por eso, se acaba una etapa de maldad e ignorancia y comienza una etapa de sabiduría y caridad. Lamentablemente, hay otro proceso más bien difícil para San Agustín de Hipona y esa es la muerte de su madre: Santa Mónica. Una madre devota que rezó y lloró por Agustín que ahora nos dice adiós.

Referencias:

(1) Decio persiguió a los cristianos y tiempo después lo haría Valeriano. Es aquí donde surge la secta donatista, quienes condenaban a los cristianos que entregaron a otros cristianos en dicha persecución.
(2) El encuentro de dichos cuerpos se celebra el 19 de Junio. 

Las Confesiones

LIBRO IX: BAUTISMO Y MUERTE DE SANTA MÓNICA

Problemas preliminares


San Agustín se ha enfermado terriblemente de los pulmones y por esta razón decide dejar sus clases de retórica. Después de haber partido y estar en Roma, Agustín se entera de la muerte de su amigo Verecundo.

Acontecimientos con Ambrosio

Agustín por fin reconoce la justicia y voluntad de Dios, pero no deja de sentirse mal con todos los pecados que cometió antes de entregarse a esta voluntad. El filósofo buscó a San Ambrosio para confesarse y decirle que se sentía totalmente arrepentido de sus pecados y que ahora quería ser cristiano. 

Uno de los libros que San Ambrosio recomendó a San Agustín fue el libro de Isaías porque justamente, al ser un libro profético, este anuncia la mayoría de las cosas que sucederían en el N.T. Al principio, Agustín no entendió mucho el libro de Isaías y lo dejó para después, para que de ese modo, cuando estuviera más instruido pudiera leerlo mejor. 

No sólo Agustín quiso convertirse y bautizarse sino que también su amigo Alipio. Los dos se sometían a un proceso de expiación de los pecados y al arrepentimiento de los mismos. 

Persecución a Ambrosio

Valentiniano era un emperador de Roma que no gustaba de los católicos. La verdad es que Vespasiano no tenía mucha voluntad como emperador, pues era tan sólo un niño cuando lo fue; quien realmente tomaba esas decisiones era su madre Juliana (a quien tampoco le gustaban los católicos). 

Sin embargo, Ambrosio nunca se dejó avasallar por el séquito del emperador. Era un hombre de carácter fuerte que exigía muchas cosas al emperador, sin ofender la autoridad del mismo. Todos los que eran amigos del emperador querían deshacerse de él, pero aún no lograban como hacerlo sin cometer un escándalo. 

Finalmente, la persecución a Ambrosio se acabó cuando éste descubrió los cuerpos de Gervasio y Protasio, quienes eran mártires y santos de la Iglesia Católica muertos por la persecución de cristianos por el emperador Decio(1). Cuando se descubrieron los cuerpos, el emperador dejó de perseguir a los católicos a causa de la misericordia e impacto que surgió en la población. ¿Cómo encontró San Ambrosio estos cuerpos? Según él, el mismo Dios le dijo que los cuerpos estaban en cierto cementerio del Imperio(2)

Finalmente, en el año 387 San Agustín fue bautizado por San Ambrosio junto con otro amigo nuevo llamado Evodio. Un amigo de San Agustín con el cual discutiría algunas cosas sobre la vida y a filosofía. 

Muerte de Santa Mónica

Preparado ya para presentarse a su madre como un verdadero cristiano, San Agustín deja Milán y decide dirigirse a África para ver a su madre. No obstante, en Ostia Tiberina muere Santa Mónica, uno de los hechos más dolorosos para San Agustín.

De aquí comienza a describir uno de los acontecimientos de Santa Mónica, por ejemplo, la madre de Agustín era muy abocada al vino y al alcohol. Un día, una criada le dijo que era una ''borrachuela'' y dejó inmediatamente de tomar alcohol ese día.  

Mónica y Patricio

Su templanza y obediencia siempre fueron algo característico de Santa Mónica. Su lucha por querer convertir a su marido al cristianismo nunca pudo hacerlo del todo. Sólo cuando su marido se encontraba en el lecho de muerte, éste se hizo bautizar por la Iglesia Católica seguramente por una preocupación escatológica. 

Patricio, si bien era un hombre que traía el sustento al hogar, también era un hombre violento. Mónica nunca se ponía de frente a Patricio cuando éste estaba enfadado; no obstante, Mónica lo quería de igual manera, además, los dos sabían muy bien los votos de matrimonio donde dice que la mujer le debe respeto al marido. 

Agustín recordaba los últimos momentos que estuvo con su madre, el cual fue una conversación amena apoyados en una ventana frente a un huerto. Conversaron sobre Dios, la materialidad y el espíritu. Una de las conclusiones que sacaron es que cualquier materialidad, por muy grande que sea, no se compara con la vida casta y pura de un buen cristiano. Estas fueron sus palabras:

''Hijo mío, por lo que a mi respecta, ya no encuentro placer en esta vida. Nosé lo que hago ya no por qué estoy en este mundo. No tengo nada que esperar en esta tierra. Había una sola razón por la que quería permanecer un poco más en esta vida. Quería verte cristiano católico antes de morir. Mi Dios me ha cumplido ese deseo y aún más calmadamente de lo que yo deseaba. Te veo siervo suyo, que desprecia la felicidad de la tierra. ¿Qué hago ya aquí?''

Agustín no recuerda la respuesta que le dio a su madre ante esta pregunta, pero luego de cinco días la madre de San Agustín cayó en una fiebre muy grave. En uno de esos días Agustín se acercó a ella y les dijo:

''¿Dónde estoy ya?''  

Seguramente lo decía por descubrir si estaba en el reino de los cielos o en la tierra misma. Al ver los rostros de quienes la rodeaban dijo:

''Enterrad aquí a vuestra madre''

Uno de los que estaban ahí le dijo a su madre que era mejor enterrarla en la patria y no en un lugar tan lejano, a lo que Mónica responde:

''Mira lo que dice éste. Enterrad este cuerpo en cualquier parte. No os preocupéis por él. Una cosa sola os ruego: que os acordéis de mí ante el altar del Señor donde quiera que os halléis''

Añadió luego:

''Nada hay lejos de Dios, ni temo que ignore, al final del mundo, donde me ha de encontrar para resucitarme''

Agustín lloró luego de su fallecimiento y entre lágrimas estaban todos los parientes y amigos alrededor de su madre. Mónica tuvo un único marido que fue Patricio quien como sabemos falleció antes que ella. 

Conclusión

Más que una filosofía pura total y cristiana, en este libro de las confesiones presenciamos la vida del santo y su relación con dos grandes figuras dentro de su vida. Un texto biográfico de cómo se alegró de ser cristiano y como sufrió cuando su madre murió. Desde el primer libro hemos visto solamente una visión biográfica de San Agustín junto con algunas reflexiones que ya había tratado en otros libros. De aquí en adelante, San Agustín comenzará a desarrollar cuestiones más filosóficas; podría decirse que lo que sigue son las reflexiones filosóficas de las confesiones. 

martes, 11 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Las confesiones (Libro VIII: Conversión cristiana) (397).

La significación de este libro es totalmente importante en la vida de San Agustín de Hipona. Es aquí donde acepta la cristiandad en su totalidad y la defiende y defenderá con ahínco por el resto de su vida en el Imperio Romano. Tenemos ahora muchísimas razones para aceptar a Dios dentro de nuestros corazones, porque ¿será que podría haber un argumento en contra? Hubo muchos grupos contrarios a la iglesia católica e incluso dentro de la misma iglesia que cuestionaban muchas cosas de las Sagradas Escrituras. El testimonio de Agustín nos ayudará a comprender por qué un hombre decide convertirse. 


Las Confesiones

LIBRO VIII: CONVERSIÓN CRISTIANA

La figura de Simpliciano


Simpliciano fue para San Agustín uno de los siervos más fieles de Dios. Ya teníamos un texto analizado sobre las diversas preguntas que Simpliciano le hacía a San Agustín, si quieren volver a repasar esas preguntas, entonces hagan click en este link

Simpliciano era considerado el padre espiritual de San Ambrosio, quien en ese tiempo era obispo. El mismo Ambrosio amaba mucho a Simpliciano, y San Agustín, en base a estos datos buscó a este hombre. Cuando le encontró, Agustín le explicó que había leído la interpretación de los textos de Platón por Victorino quien se consideraba un experto en Platón. Simpliciano se alegró de que Agustín sólo haya leído a este hombre porque los demás eran hombres que hablaban con muchas falacias sobre Platón. 

Victorino era muy amigo con Simpliciano, de hecho, al principio, Victorino era pagano y adoraba a los dioses romanos pero con el tiempo el Senador optó por ser cristiano. Siempre tenían conversaciones entre los dos:

Victorino: Sepa usted que yo ya soy cristiano.
Simpliciano: No te creeré hasta que estés en la iglesia.
Victorino: ¿Acaso son las paredes de la iglesia las que hacen que uno sea cristiano?

Sin embargo, Victorino le dijo a Simpliciano que quería hacerse cristiano oficialmente, y para eso debía dar un discurso en la Iglesia Católica. 

Todos los adeptos de la Iglesia estaban fascinados con la llegada de Victorino, quien era considerado en Roma como un gran orador. Esto significa que Dios no sólo ve a los grandes hombres de una ciudad, sino que también llama a los hombres más pequeños a formar parte de la Iglesia. 

El proceso de conversión cristiana

Agustín tenía tres amigos inseparables: Alipio, Nebridio y Verecundo. Los tres decidieron promover la enseñanza de la retórica, en un gesto de amistad para con Agustín. Nuevos hombres se unían a este grupo de amigos, incluso un hombre llamado Ponticiano que para su sorpresa era uno de los más devotos cristianos. 

A Agustín le costó asumir y aceptar el cristianismo, pues aún conociendo las S.E., las escrituras de San Pablo, las lecturas del A.T. y del N.T., Agustín seguía sin ser oficialmente cristiano. ¿Qué hacía que Agustín no asumiera o aceptara ser cristiano? Simplemente un concepto y el pecado más terrible: la soberbia. 

Agustín vive aquí un proceso parecido a lo que describía en uno de sus libros sobre el bautismo. En efecto, existen hombres que no conocen la gracia divina y se consideran ateos e incluso, se burlan del cristianismo. Estos hombres que es burlan y no conocen la graci divina serán perdonados sin excepción, pero aquel hombre que conoce la gracia divina y sigue dudando de las S.E. y de la gracia de Dios, entonces ese hombre será condenado. Pero ¿qué significa tener la gracia? significa ser bautizado, en otras palabras, quien esté bautizado conoce el bien y no tienes excusas de cometerlo ni de desconocerlo. 

El cuerpo y el alma 

¿Cómo superó todo esto San Agustín? Primero que todo se preguntó cómo era posible que el alma no pudiera darse órdenes, es decir, el alma puede comandar las partes del cuerpo, pero no puede mandarse a sí misma. De hecho, ni siquiera podríamos decir que la voluntad puede mandarse a sí misma, pues es ella la que da las órdenes y en cierto sentido es la orden misma. 

Los maniqueos, así como muchos filósofos (Platón por ejemplo), decían que el hombre tenía dos almas: una irascible y otra tranquila. Entre estas dos almas se representaban el bien y el mal, porque para ellos estas dos cosas son de naturalezas distintas y se enfrentan la una con la otra. Lo que significa, que el hombre cuando hace el mal lo hace por coacción de otra cosa (otra naturaleza), pero San Agustín ya nos dice que esto no es posible, pues es la misma voluntad del hombre lo que lo lleva a la perdición. 

Además, aceptar dos voluntades (porque hay dos almas en el hombre) chocarían entre sí y habrían una multitud de almas porque, si un hombre decide a matar a otro con veneno o con cuchillo, tendrá que decidir y ahí se enfrentarán dos voluntades malas lo cual es ridículo. 

Es la misma alma la que quiere las cosas y por lo tanto tenemos una sola voluntad, lo que pasa es que esa misma voluntad cuando quiere dos cosas al mismo tiempo, siempre va a querer una cosa más que la otra. 

''Tolle, Lege''

Agustín seguía angustiado en cuanto a querer saber la verdad de las cosas y eso lo tenía reprimido a aceptar el cristianismo. Tenía muchas preguntas que no podía resolver y esperaba una señal que lo iluminara y finalmente aceptara el cristianismo. 

De pronto, San Agustín quien estaba llorando en el jardín de su amigo Alipio cuando escuchó a un niño decir en latín ''tolle, lege (levántate y lee)'', Agustín se incorporó inmediatamente para saber cuál era el juego que el niño estaba jugando, pero no lo pudo identificar. En ese momento, San Agustín tomó sus palabras como una orden divina y se paró y tomó la biblia como si en ella estuviera la señal que necesitaba.

No encontró la biblia, pero sí encontró las cartas de San Pablo; las abrió y encontró el siguiente versículo. 

''Nada de borracheras ni comilonas; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades ni envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo y nos os preocupeis de la carne para satisfacer sus concupiscencias''
(Romanos 13:13-14)

Fue en este momento en que Agustín decidió convertirse lo que le dijo a su amigo Alipio inmediatamente. Se lo contó a su madre la que lloró de gozo al saber que San Agustín finalmente se convirtió al cristianismo. 

Conclusión


Finalmente tenemos a un Agustín convertido al cristianismo después de la experiencia que tuvo en el jardín de su amigos Alipio. Es el acontecimiento más grande y favorable para la Iglesia Católica quien podrá ser concedida con muchos años de defensa ideológica y metafísica. En efecto, no fue despreciable para la Iglesia Católica tener un hombre tan inteligente y sabio como lo era San Agustín. Con esta conversión podemos ver el concepto de autoridad importantísimo en la fe cristiana, ya que la misma premisa de San Agustín: ''Si no crees, no entenderás'' es un llamado a obedecer las leyes de Dios y luego utilizar la razón para servirle. 

lunes, 10 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Las confesiones (Libro VII: Filosofía y cristiandad) (397).

Llegamos por fin a la etapa madura en que San Agustín de Hipona enfrenta toda la teoría filosófica de los contemporáneos de su época. Este ha sido el esfuerzo de años de trabajo, así como también de las experiencias que ha vivido San Agustín que no han sido pocas. La gran pregunta que se puede establecer en el pretexto es ''¿Cuál es la brecha entre la religión y la filosofía?'' o una mejor ''¿Puede existir la religión sin filosofía?'' La opción de San Agustín es mezclar estos dos conceptos para formar su teología cristiana y su visión de la vida en general.

Referencias:

(1) Esto podría recordarnos la pereza de los sofistas al tratar de explicar que es vano encontrar algo que no se sabe, pues ¿cómo partiremos a buscarlo (nuevo conocimiento) si no sabemos qué es?
(2) No son las palabras textuales, sólo sirve como énfasis. 
(3) Una referencia a los textos de física aristotélicos donde se diferenciaba el concepto de contenedor/contenido. 
(4) Una posible referencia a la teoría de Plotino en la cual el Uno cubre a todos los seres, es infinito, pero no infinito en el sentido material, sino que más bien en el sentido inteligible. 

Las Confesiones

LIBRO VII: FILOSOFÍA Y CRISTIANDAD

La extensión de Dios

San Agustín quería quitarse ese pensamiento que le traía a Dios como algo corpóreo, algo que necesitaba espacio para existir. Pero si no tiene cuerpo, se podría decir que no existe pues todo lo que no tiene espacio no es absolutamente nada. ¿Acaso Dios era la nada? San Agustín se imaginaba a Dios como un ser que se extendía por todo el Universo: todo estaba limitado por Dios, pero Dios no estaba limitado por nada. De hecho, San Agustín dice que el aire no es más que un cuerpo material que es llenado por la luz del sol. Así se imaginaba San Agustín a Dios, como una especie de luz que llena a todos los hombres. No obstante, todo esto para San Agustín era falso

¿Por qué? el razonamiento de San Agustín explica que si Dios estuviera en los animales, entonces un elefante ocuparía una parte pequeña de Dios, así como el planeta tierra una parte más grande. Para el filósofo, que los animales y las cosas materiales llenaran a este ser divino no podía ser posible. 

El problema del mal

Otra de las cosas que más atormentaba a San Agustín era el concepto del mal, porque, ¿cuál es el orígen de éste? ¿Será que es una sustancia como lo decían los maniqueos? No. San Agustín siempre nos ha dicho que el mal proviene de la misma voluntad del hombre. Sin embargo, aunque sea la voluntad del hombre, ¿qué es lo que lleva al hombre a elegir el mal? Por una parte decimos que el mal proviene de la nada, pero luego se pregunta Agustín ¿por qué sabemos de algo que no existe en absoluto?

San Agustín nos dice que una señal del mal es el temor. Por lo tanto, o el temor es el mal, o el mal está en el hecho de temer, no obstante, Agustín no quedaba convencido con esta explicación. En todo caso, si leemos los libros anteriores, quizás podamos añadir algo complementario al problema del mal: que este existe para que los buenos aparezcan, pues no se puede ser bueno si no hay mal. 

Contra la astrología

Nebridio era otro de los amigos de San Agustín que creía mucho en la astrología. La familia de Nebridio era muy creyente de estas cosas, y tal como leían estos libros, así era su familia. Sin embargo, San Agustín nunca creyó en el horóscopo diciendo que este era un arte de la mentira. 

El carácter humano se debe mucho más al ser humano que a la voluntad de los astros. ¿Acaso los astros determinan nuestras voluntades según el nacimiento? ¿o acaso es la cultura que rodea al ser humano? Cuando las predicciones de los astros son ciertas, San Agustín dice que eso sólo se debe a la suerte, pero la mayoría de las veces son mentira, sobre todo en el caso de los mellizos. Aquellos que nacen el mismo día pero tienen distinta personalidad; el ejemplo más claro para San Agustín que refuta la astrología es la vida de Esaú y Jacob. 

Vuelta al planteamiento del mal

Agustín sigue dando vueltas al problema del mal, a pesar de las numerosas explicaciones que ha dado. De alguna forma, para Agustín Dios es un ser incorruptible mientras que el mal es corruptible. Además, Dios hizo todas las cosas buenas tal como lo dijo en las S.E. 

''Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera''
(Génesis 1:31) 

El hombre puede pensar que algunas criaturas o algunas cosas son malas, pero esto siempre es malo en cuanto a que no es conveniente para el hombre; por ejemplo, que el veneno del escorpión es malo, pero este es malo cuando está en el cuerpo del hombre, no en el del escorpión. Por lo tanto, unas cosas parecen ser malas, pero cuando están en el orden correcto no son malas sino buenas.  

En este sentido, San Agustín no desea un mundo mejor porque el mundo ya es bueno por sí mismo. Por supuesto, esto nos recuerda la famosa frase de Leibniz ''Vivimos en el mejor de los mundos posibles'' referenciando la perfección de la naturaleza. 

Solución a la extensión de  Dios

Hablando sobre la perfección del mundo, Agustín da solución a la extensión de Dios que había descrito en la primera parte del libro. Dios es infinito no de la manera en que el todo es la parte de algo (como en el ejemplo de que la tierra ocuparía una porción de Dios), sino que de una manera muy diferente. 

Dios completa todos los seres que creó, pero los completa conteniendo a todos ellos en su mano de la verdad. De alguna forma, Dios es el gran contenedor del universo(2), mientras que todas sus cosas son el contenido(3)

El problema del mal queda reducido finalmente a la voluntad del hombre, quien es el que decide si hacer el bien o el mal. 

Conclusión

Aquí vemos finalmente la entrega de San Agustín a las Sagradas Escrituras y su comprensión final de todas las cosas filosóficas. Agustín nos exhorta a comprender que Dios es infinito(4), pero no en el sentido de que los seres humanos entendemos el infinito, sino que es mucho más allá de eso. Cubre a todos los seres, pero no es todos los seres, es el contenedor de todos pero nada lo contiene. Finalmente, no podemos dejar de mencionar el optimismo de San Agustín, al aclarar que el mundo es perfecto tal como es porque Dios hizo todas las cosas buenas. 

domingo, 9 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Las confesiones (Libro VI: Fin de la adolescencia) (397).

Muy importante fue para San Agustín de Hipona su relación con San Ambrosio, pero aún más importante fue la relación con su madre. De alguna manera, el filósofo de Hipona fue ingrato con su madre en los primeros períodos de su vida, pero su madre nunca se rindió al pedir por él todos los días. Los valores católicos de San Agustín han entrado profundamente en su pensamiento y desde ahora dedicará su vida a defender a la Iglesia Católica, con los argumentos apropiados para alejar todos los cismas posibles.

Las Confesiones
LIBRO VI: SAN AMBROSIO Y SANTA MÓNICA

Mónica en Milán

Como decíamos en el libro anterior, Mónica sentía que algo grave pasaba con Agustín. En efecto, San Agustín, aparte de estar con fiebre pasaba por una crisis de identidad al dejar la secta maniquea y desconfiar de la Iglesia Católica. Sin embargo, cuando Mónica se enteró de esto era suficiente para que comenzará a sentir cierto alivio. 

La voluntad que tenía mónica para con él maravillaba al filósofo. A Mónica le estaba prohibido entrar a Milán para dar ofrendas a los mártires caídos y cuando lo supo, obedeció con tal actitud. Además, Mónica ponía toda su fe y esperanza en el obispo San Ambrosio quien la ayudaría para que finalmente San Agustín se convirtiera. 

La relación entre San Agustín y San Ambrosio

Agustín tenía una admiración completa por San Ambrosio, quien recitaba y enseñaba a sus alumnos con una retórica admirable. El obispo nunca tenía tiempo para leer los libros que él quisiera, al contrario siempre andaba preocupado de sus clases lo que no le dejaba tiempo para seguir estudiando. 

De todas formas, Agustín se sentaba cerca de él para escucharlo. Siempre quiso saber más de él, pero lamentablemente, el obispo siempre estaba muy ocupado para hablar con Agustín, por lo que no pudieron hablar mucho.

Es en esta parte de la vida de San Agustín en que comprende la diferencia entre la lectura literal y lectura interpretable. Como dice el Corintios 3:6 ''La letra mata, más el espíritu vivifica'', lo que quiere decir que la lectura literal de la biblia es inservible para entender la profunidad de lo que quiere decir. 

Alipio y la felicidad

Agustín estaba arrepentido de todo lo que había hecho y le contaba a sus amigos que debían dejar las locuras. Agustín se sentía de algún modo tranquilo cuando creía saber estas verdades de los maniqueos, pero en realidad es que tenía muchas dudas que lo angustiaban. Aquí es cuando se compara con un mendigo, quien, al recibir unas pocas monedas está feliz, pero con una felicidad temporal. Al menos la felicidad del mendigo fue alcanzada y la felicidad de Agustín no era alcanzada.

Alipio, un amigo cercano de San Agustín, era un libertino en la ciudad de Cartago. Se divertía con todo tipo de entretenimientos, pero San Agustín nunca lo siguió. De hecho, Alipio asistía regularmente a las clases de San Agustín, pero luego el filósofo tuvo problemas con el padre de Alipio y no pudo volver a asistir a clases.

Pasado el tiempo, Alipio pudo reencontrarse con Agustín y escuchar ciertas lecciones del filósofo. En ese momento, Agustín aprovechó de darle una lección sobre los mejores tipos de vida: la libertina o la cristiana, a lo que Alipio quedó convencido de que la segunda era muchísimo mejor que la primera. Desde esa clase, Alipio cambió su forma de ser. 

Angustia y desesperación de Agustín 

Luego de enterarse de que Ambrosio estaba muy ocupado como para ayudarlo, San Agustín cayó en una desesperación por conocer la verdad de la vida. 

No obstante, sea con o sin la ayuda de Ambrosio, Agustín aceptó la fe católica y comenzó a responder a las preguntas inquietantes que tenía. 

Una de aquellas era acerca de la muerte Si Dios no está aquí y lo vemos una vez estemos muertos ¿por qué vivir entonces? porque el cuerpo que es creación de Dios no es algo a aborrecer. Todas las creaciones provienen de Dios y por lo tanto, el cuerpo y la materialidad deben amarse tanto como las inteligibles. 


Pretensiones de casamiento

El mismo Alipio trataba de persuadir a San Agustín de que no se casara pues así nunca podrían ir en busca de la verdad como se habían prometido, ya que San Agustín no tendría tiempo para hacerlo. 

San Agustín, por su parte, le decía que no tenia nada de malo casarse, que incluso habían hombres muy doctos que tenían tiempo tanto para sus estudios como para su familia. A pesar del argumento presentado por el filósofo, Agustín no estaba muy convencido de lo que había dicho pero el hecho es que sólo quería casarse. 

Finalmente, San Agustín decide casarse con el consentimiento de su madre, quien pensaba que por fín Agustín podría liberarse del pecado a través del bautizo. Sin embargo, las cosas se complicaron un poco porque en el Imperio Romano,la regla del matrimonio consistía en esperar dos años antes de tomar como esposa a la mujer. En este tiempo, Agustín dejó a la esposa con quien se casaría y buscó otra mujeres.

Conclusión

Aún no podemos ver la conversión al catolicismo de San Agustín, aunque debemos considerar esta etapa de San Agustín como un período de lascivia y pecado, pues con estos acontecimientos acababa su adolescencia. De hecho, así nombra a su adolescencia San Agustín: ''merecedora del olvido y el reproche''. En efecto, la adolescencia es un período difícil en todo niño que busca su identidad en las numerosas culturas y subculturas que eventualmente pueden existir en una sociedad. A partir del siguiente libro, veremos un Agustín maduro y con ganas de encontrar la verdad.