viernes, 20 de noviembre de 2015

Aristóteles - Ética a Nicómaco (Libro III: Acciones voluntarias e involuntarias).

Platón ya nos decía en La República que el mal era involuntario y el bien era voluntario. En efecto, eso podemos pensar que el placer nos abruma y nos lleva a cometer actos del que luego nos arrepentimos. ¿Tendrá Aristóteles el mismo parecer de su maestro Platón? Por lo menos, gracias a las lecturas de los libros anteriores, podemos decir que para Aristóteles la virtud corresponde con el término medio entre dos excesos. Además, ya quedó explicitado que la virtud era algo voluntario más que involuntario, por lo que hay alguna similitud con su maestro. Ahora, ¿cómo se justifica esto de parte de Aristóteles? Eso es algo que tendremos que ver en esta sección.




Ética a Nicómaco


LIBRO TERCERO: ACCIONES VOLUNTARIAS E INVOLUNTARIAS

Capítulo I: Actos voluntarios e involuntarios


Las virtudes que se hacen de manera voluntaria son dignas de alabanza, mientras que las involuntarias son dignas de compasión e indulgencia. También puede suceder que haya una mezcla entre acciones voluntarias e involuntarias; por ejemplo, un tirano que obligue a un hombre bajo amenaza a hacer algo que no quiere. 

Acciones mixtas

Si bien estas acciones son mixtas, aquellas están más relacionadas como acciones voluntarias sólo por el concepto de circunstancia. Además, debemos decir que el principio de la voluntad reside en los movimientos del propio individuo. Sin embargo, como de cierta el individuo está obligado a hacer algo que no quiere, decimos que también es involuntario; como resultado, son acciones mixtas. 

Cuando los hombres son obligados a hacer estas acciones mixtas de manera vergonzosa, se dice que aquellos hombres tienen honor, pero cuando dicha obligación no es vergonzosa, entonces el hombre es un mediocre. 

Acciones involuntarias

Si las acciones mixtas son de alguna manera forzosas ¿dónde podemos situar las acciones netamente involuntarias? para diferenciar una de otra debemos establecer lo forzoso en términos de dolor y placer.

Acciones dolorosas: quienes actúan por la fuerza y contra su voluntad. 

Acciones placenteras: quienes actúan por la fuerza, pero con voluntad.

Por lo tanto, las acciones involuntarias pertenecen a las que son acciones dolorosas. 

Las acciones y la ignorancia

La ignorancia puede encontrarse en las acciones voluntarias cuando luego de haberlas hecho, el individuo no siente dolor ni pesar alguno. En el caso de la ignorancia en las acciones involuntarias es, que cuando luego de haberlas hecho, el individuo siente pesar y dolor. 

Hay una diferencia entre obrar con ignorancia y obrar por ignorancia. Obrar con ignorancia significa hacer las cosas de manera inconsciente (embriagado o encolerizado), mientras que obrar por ignorancia es hacer cosas erróneas de manera consciente. Cabe destacar que la obra con ignorancia va acompañada de arrepentimiento y pesar. 


Capítulo II: La elección

La elección difiere de lo voluntario porque ésto último es más abarcativo que el primero. Lo voluntario tiene que ver también con lo que es impulsivo, mientras que la elección es algo que se logra necesariamente con una deliberación (proairesis), reflexión o razón previa. 


El hombre que actúa sensatamente es un hombre que hace elecciones; en cambio, el hombre incontinente no obra por elección, sino por apetito.

Por otro lado, la elección no es algo impulsivo, al contrario, ésta se logra a través de la deliberación y tampoco es un deseo (puesto que a veces los deseos son imposibles, no se puede escoger lo imposible). Recordemos que los deseos son fines, pero la elección se refiere a los medios para llegar a un fin; por ejemplo, podemos desear estar sanos, pero elegimos el medio para estar saludables.

La elección y la opinión

La opinión es mucho más abarcativa que la voluntariedad además de referirse a cosas tanto verdaderas como falsas. Las elecciones solo son buenas o malas, la opinión no es así. También pueden distinguirse estos dos conceptos debido a que la opinión es utilizada en el entendimiento (¿qué cosa es esto?), mientras que la elección es utilizada para evitar o escoger una cosa.


Capítulo III: La deliberación

La deliberación es un tipo de elección pero nadie puede deliberar en los siguientes casos:

  • Cosmos 
  • Matemáticas
  • Solsticios
  • Sequías 
  • Lluvias
  • Azar


En efecto, ¿podemos deliberar sobre el agua? ¿sobre la sequía o los solsticios? evidentemente no. Estas cosas pasan y no se detienen por nuestra deliberación. 

Sobre lo que sí podría deliberar el hombre es sobre lo que está en su poder o es realizable para él.

  • Cuestiones médicas
  • Crematística
  • Navegación 
  • Gimnasia


Es necesario decir que el hombre puede deliberar sobre el arte, pero no sobre las ciencias exactas. Al igual que la elección, a deliberación se lleva a cabo por los medios y no por los fines. 


Capítulo IV: La voluntad

Lo voluntario es un fin y como fin entonces es bueno. Sin embargo, esto podría inducirnos a un error, pues si todo lo voluntario es bueno, si tenemos voluntad en algo malo no podremos decir que es bueno. Luego todo lo voluntario no puede ser siempre bueno. 

No obstante, lo voluntario sí es bueno ¿qué hacemos para definir bien la voluntad? La voluntad sea como sea es un fin y por lo tanto un bien, en lo que puede diferir es en el sujeto, es decir, el hombre. Por ejemplo, para el hombre bueno la voluntad será un bien, mientras que para el hombre malo la voluntad será cualquier cosa. 


Capítulo V: El vicio es voluntario

El fin es el objeto de la voluntad tanto como la deliberación y la elección son los medios para dicho fin. Esto quiere decir que las acciones que elegimos nos llevarán tanto a la virtud como al vicio. El obrar bello y vicioso siempre está en nuestras manos; por lo tanto la virtud y el vicio son voluntarios; como otra conclusión, depende de nosotros nuestro modo de vida, ser buenos o malos.   


La voluntad en el vicio

Al ser dependientes de nuestros actos, hay vicios que dependen y no dependen de nosotros. Los que dependen de nosotros se censuran pues son deliberados, mientras que los que no dependen de nosotros no se censuran. 

Capítulo VI: Exámen de la valentía

Ya sabemos que la virtud es un término medio entre dos extremos. La valentía es una virtud puesto que está entre dos extremos: la cobardía y la temeridad. 

Cuando se teme a algo, ese algo es algún tipo de mal: la infamia, la pobreza, la enfermedad, la falta de amigos o la muerte. El valiente no teme a estas cosas, aunque hay cosas a las que se tiene que tener miedo como la infamia, si no la temieramos seríamos desvergonzados. 

Lo que no teme el valiente sería a la muerte gloriosa. Es decir, morir en una guerra o en una batalla, pero a la muerte sin gloria es digna de temerse. 

Capítulo VII: Cobardía y temeridad

Todo lo que excede las fuerzas humanas es digno de temerse si el hombre está en su sano juicio. El valiente siempre estará caracterizado por el temor a lo que debe temerse como por el valor a las cosas que no deben temerse. 

Por otro lado, tenemos a los que no temen a ninguna cosa en absoluto. Este tipo de hombres, llamados temerarios, sólo tienen la apariencia de valientes, se dejan llevar por el deseo y la precipitación a todo.

Capítulo VIII: Especies de valor

Acorde con Aristóteles, el valor puede dividirse en cinco formas:

Valor cívico
Valor experiencial
Coraje
Valor de la confianza
Valor por ignorancia

Veamos uno por uno de qué tratan estos diversos valores que menciona Aristóteles.

Valor cívico

Este es el más parecido al auténtico valor porque consiste en pasar por peligros a cambio de honor, o de evitar castigos y reproches. De hecho, podríamos decir que este valor es un cierto tipo de virtud porque desea la gloria y evita la vergüenza. 

Valor experiencial

También se pueden denominar valientes los que tienen experiencia en ciertas cosas específicas; por ejemplo, los soldados saben a qué temer y no temer en su área específica (la guerra). Por lo tanto, serían valientes gracias a la experiencia que tienen en su oficio. 

Coraje

El coraje también resulta muy necesario en la valentía porque para enfrentarse a una fiera o a un guerrero se necesita tener coraje y lanzarse a ellos. Ahora, el coraje puede diferir en ciertos puntos porque una cosa es tener coraje a peligros en los cuales será imposible ganar, y otro, tener coraje a peligros que serán posibles ganar. 

Valor de la confianza

Este tipo de valor en realidad es aparente porque consta de no tener temor debido a la confianza en triunfos anteriores. Incluso, se puede mostrar imperturbable antes los peligros imprevistos, pero es sólo una cuestión de carácter.

Valor de la ignorancia 

Este tipo de valor es inferior al anteriormente mencionado porque no tiene ninguna dignidad.

Capítulo IX: Valor, placer y dolor

El valor pareciera relacionarse mucho más con el dolor que con el placer. Pensemos en que un hombre es más valiente cuando enfrenta cosas que le inspiran temor que cuando le inspiran confianza. Aunque cuando se procede con este actuar, la recompensa es siempre buena para quien lo hace. 

En fin, vemos que ser valiente implica una vida dolorosa, pues la gloria no puede alcanzarse sin esfuerzo. Soportar placeres en realidad no tendría ningún mérito.

Capítulo X: La moderación

En el libro anterior establecimos que la moderación es un término medio entre el dolor y el placer. 

En cuanto a los placeres, no todos ellos están vinculados con la moderación, pues la visión como los colores y las formas no tienen un extremo. Tampoco llamamos moderados o licenciosos a los que tienen afán de escuchar melodías.

Capítulo XI: Deseos en la moderación

Los deseos pueden ser tanto generales como particulares. Los deseos generales se relacionan con la naturaleza (de hecho, se les llama deseos naturales); por ejemplo, el apetito. 

El deseo natural tiene que ver con la satisfacción de la necesidad de la naturaleza (el apetito). Este tipo de deseo es fácil de mantenerse de manera moderada, ya que son pocos los que son obesos en exceso o flacos en exceso. Por otro lado, tenemos los deseos particulares donde el exceso es lo central, aunque la cantidad de personas que comete excesos en los deseos particulares representan menos que la anterior.

El moderado no cae en ninguno de estos placeres en exceso y si deseara algo lo haría como es debido. Es decir, no se aflige por obtener las cosas inmediatamente.

Capítulo XII: Incontinente

Entre la incontinencia y la cobardía, la primera es mucho más voluntaria que la segunda. ¿Por qué es voluntaria? porque según Aristóteles, la incontinencia es algo que busca satisfacer un deseo natural, aunque desde otra perspectiva, nadie desea ser intemperante. Por otro lado, la incontinencia estaría relacionada con el placer más que con el dolor.

En fin, para ser moderado se necesita que el apetito y los deseos estén gobernados por la razón.

Conclusión

Sin duda que Aristóteles entra en más detalle sobre lo que es voluntario e involuntario. En el libro noveno de las leyes, Platón nos decía que la ira era un acto involuntario y que por lo tanto no se podría penalizar. En cierto modo los dos filósofos concuerdan puesto que Aristóteles nos dice que los actos involuntarios pueden ser dolorosos. La técnica de clasificación de Aristóteles (ya vista en los tratados de zoología o de naturaleza en general) nos muestran un estudio sistemático de lo que conocemos como actitudes morales. 

martes, 17 de noviembre de 2015

Aristóteles - Ética a Nicómaco (Libro II: Naturaleza de la virtud ética).

Esta ha sido una de las inquietudes que ha despertado el interés entre los filósofos de la Antigua Grecia: la virtud. Ya Platón nos nombraba ciertas características en el Menón, pero Aristóteles ve la virtud con otra mirada muy diferente. Sin duda que la virtud ha de ser algo excelso y maravilloso, pero ¿cómo llegamos a ella? ¿será que existe independiente de nosotros para luego alcanzarlo? ¿o es algo que está dentro de nosotros y debemos descubrirlo? Si no podemos responder a estas preguntas, por lo menos veamos la definición que nos muestra el gran Aristóteles, y veamos si coinciden con nuestra concepción de dicho término. 

Definiciones:

(1) Ethos: en griego antiguo significa costumbre o conducta.

Referencias:

(1) Con respecto a Platón, esta idea aparece en el séptimo libro de Las leyes.

Ética a Nicómaco


LIBRO SEGUNDO: NATURALEZA DE LA VIRTUD ÉTICA

Capítulo I: La virtud y el hábito


El libro anterior terminó con la descripción de los dos conceptos de virtud: ética (generosidad o moderación) y dianoética (sabiduría e inteligencia). Para alcanzar las virtudes éticas son necesarias la costumbre (ethos(1)) y el hábito, mientras que para alcanzar las virtudes dianoéticas se necesita la inteligencia o el pensamiento

De este modo, tenemos que las virtudes éticas no se desarrollan en nosotros por naturaleza. En efecto, estas sólo pueden ser alcanzadas por medio del hábito. La naturaleza no puede cambiarse por el hábito; por ejemplo, no podemos hacer que una piedra se acostumbre a moverse hacia arriba por más que la lancemos, ya que su naturaleza es dirigirse hacia abajo.  

Toda virtud ética coincide con el hábito o la costumbre de una determinada acción, por ejemplo, ser moderado sólo se podrá lograr practicando la moderación; ser justo sólo practicando la justicia; o ser músico practicando la música. Además, la constancia de práctica determinará quien es bueno o malo en cada actividad, e.g, el mal músico es el que tiene menos práctica que el bueno. 

Capítulo II: La moderación


Queda establecido como una primera premisa que la virtud se lleva a cabo por medio de la acción. Ahora, dicho ejercicio de la virtud debe ser cuidando de las carencias y excesos que están presentes en la naturaleza. Por ejemplo, quien tiene miedo se vuelve cobarde, quien no teme absolutamente nada se vuelve temerario, pero quien se enfrenta a los peligros de manera inteligente es valiente


Exceso
Justo medio
Exceso
Cobardía
Valentía
Temeridad
La cobardía y la temeridad representan por una parte la destrucción y el incremento de la valentía. 

Capítulo III: La virtud y el dolor

Pensemos ahora cómo es posible alcanzar este término medio que se encuentra en algunas acciones. Si nos abstenemos de los placeres y esto mismo nos da placer (la abstinencia), entonces podremos decir que somos personas moderadas. Por otra parte, quien se entristece por dicha abstinencia es una persona intemperante. Lo mismo pasa con las personas que se enfrentan al peligro y se deleitan con eso, a esos llamaremos valientes; por el contrario, quien teme a los peligros será el cobarde. 

La virtud moral está directamente relacionada con los placeres y los dolores, hacemos lo malo a causa del placer y nos abstenemos de ellos por causa del dolor que puedan tener posteriormente. 

En este punto, Aristóteles concuerda con Platón en que a los niños hay que hacerlos gozar del placer cuando sea indicado y hacerlos entristecer cuando sea indicado(1). Es de ésta forma en que las virtudes son placeres en algunos casos y dolores en otros.

La virtud nos ayuda a escoger de manera correcta lo que se debe hacer, lo que no se debe hacercuándo se debe hacer. Para que quede más claro este punto, establezcamos lo que Aristóteles considera como preferencias y desprecios:

Preferencias

  • Bello 
  • Conveniente
  • Agradable

Desprecios

  • Vergüenza 
  • Perjudicial
  • Penoso

El hombre bueno y virtuoso siempre acertará con lo preferible y el hombre malo caerá en lo despreciable. Cabe destacar que por medio del placer y el dolor es donde puede conseguirse dicha virtud. 

Capítulo IV: Naturaleza de las acciones

No solo basta realizar acciones justas o moderadas para alcanzar la virtud. También es necesario que quien realice las acciones sepa en base a qué las está haciendo, es decir, que esté consciente de que hace una acción justa o moderada. 

Se podría objetar que quien practica la gramática y la música se le considerará gramático y músico, pero no es el caso. Para que este tipo de artes sea alcanzada sólo basta el conocimiento de aquellas y no necesariamente, estar consciente de que se ejecutan. 

Por lo tanto, no sólo basta tener conocimiento de lo justo y lo moderado, sino que es necesario practicarlo tal y como lo hacen los hombres justos y moderados, de otra manera, no lo serán. 

Capítulo V: La virtud como disposición

En esta sección veremos en concreto qué es la virtud considerando los tres géneros del alma: pasiones, facultades y hábitos. A una de estas tres debe corresponder la virtud. 

Géneros del alma:

  • Pasiones: todas aquellas que provoquen dolor o júbilo. Por ejemplo, la codicia, la ira, la saña, el temor, el atrevimiento, la envidia, el regocijo, el amor, el odio, el deseo, los celos, la compasión, etc.
  • Facultades: capacidad de las virtudes por las cuales somos afectados por las pasiones. Por ejemplo, la capacidad de enojarse, entristecerse o compadecerse. 
  • Hábito: se entiende como el buen o mal comportamiento de las acciones con respecto a los placeres. Por ejemplo, excederse con los deseos (mal comportamiento) y moderarse con la ira (buen comportamiento).
Las virtudes no pueden establecerse como pasiones, pues estas son cosas involuntarias que nos pasan y que no tenemos control sobre ellas. La virtud por sobre todo es algo voluntario que se hace. No nos llamamos virtuosos por tener compasión o por estar enojados, sino cuando hacemos cual y tal acción. 

Capítulo VI: La virtud como término medio

Es claro que la virtud debe ser un término medio entre dos excesos. Los excesos siempre destruyen la perfección del término medio, en efecto, siempre será mejor ser valiente que cobarde o temerario. De este modo, la virtud es la que siempre tiende a ser un término medio entre dos tipos de vicios. 

Hay tipos de vicios que existen en sí mismos, es decir, en donde el término medio no está presente; por ejemplo, la desvergüenza, la envidia y la malignidad). En estos vicios nunca se acierta porque están sumidos en el error. 

Capítulo VII: Ejemplos de término medio

Expongamos algunos ejemplos para describir el término medio en algunos conceptos y así encontrar la virtud. Es necesario decir que hay vicios (como en el caso anterior) y virtudes que no tienen un término medio. 

 Conceptos
Defecto
Justo medio
Exceso
Acciones
Cobardía
Valentía
Temeridad
Placeres
Insensibilidad
Moderación
Intemperancia
Dinero
Tacañería
Generosidad
Prodigalidad
Honor
Pusilanimidad
Magnanimidad
Vanidad
Deseos
Hombre sin ambición
------------
Ambición
Ira
Incapaz de ira
Apacibilidad
Iracundo
Verdad
Fanfarronería
Veracidad
Disimulo
Diversión
Bufonería
Gracia
Rusticidad
Agrado
Desagradable
Amabilidad
Adulación
Compasión
Envidia
Indignación
Malignidad

Como vemos no hay palabras para algunos términos como para el justo medio de los deseos ni tampoco su defecto. En el concepto de ''compasión'' cabe destacar que la envidia se entiende como la aflicción de las personas por las personas que tienen mucha prosperidad, mientras que el malicioso se alegra sobre las aflicciones de otras personas. 

Capítulo VIII: Término medio y exceso

El término medio y sus excesos son llamadas por Aristóteles como disposiciones. Puede ser que en algunos casos el término medio se parezca al exceso (la valentía se parece a la temeridad más que a la cobardía), pero la relación entre excesos es totalmente contraria. La causa de que el término medio se parezca a su exceso es porque el exceso proviene del término medio. (la temeridad proviene de la valentía).   

Capítulo IX: Alcanzar el término medio

Con sólo ver el término medio podemos decir que la dificultad que implica alcanzarlo es considerable. Los excesos en cambio si son fáciles de conseguir porque errar se hace muchas veces. 

La manera para alcanzar el término medio es acercarse al extremo menos erróneo. Es posible cometer errores, pero la idea es estar en el error menos malo para que así no se juzgue con dureza; en cambio, quien comete un error tremendamente malo no pasará inadvertido. 

Conclusión

Ya tenemos entendida cómo es la naturaleza de la virtud. Esta es la que determina si estamos realizando una buena acción en términos morales, y también cuando se logra algo con satisfacción. Quizás no es difícil entender la virtud en los términos aristotélicos, pero creo que hoy en día éste concepto ha caído en la vorágine de la subjetividad (aunque la religión también propone algunos modelos de virtud). A menos que nos unamos a una organización, secta, institución o corporación, la virtud dependerá de las leyes y los objetivos de cada una; de otra manera, estaremos obligados a construir nuestra propia virtud.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Aristóteles - Ética a Nicómaco (Libro I: Sobre la felicidad).

La felicidad es un concepto tan subjetivo que podría llevarnos a un error debido a las convenciones sociales que existen hoy en día. De ahí que se diga que se debe alcanzar la felicidad de cada uno, pero ¿cómo se logra esta felicidad? ¿acaso haciendo lo que uno quiera? ¿o haciendo todo lo que se considere bueno? Ya hemos visto en algunos libros de Platón el concepto de felicidad y el placer. Es hora de que veamos al gran Aristóteles que hasta ahora sólo nos ha hablado de lógica, física, naturaleza, biología y metafísica. Está demás decir que éste libro no está exento de críticas a las teorías platónica como ya estamos acostumbrados en algunos libros.

Definiciones:

(1) Zoion politikon: Significa ''animal político'' en griego antiguo. Esto quiere decir que el ser humano se relaciona social, colectiva y políticamente con sus semejantes.  
(2) Dianoético: en griego significa ''intelectual''.

Referencias:

(2) Sardanápalo era un rey de Siria conocido por su vida licenciosa.


Ética a Nicómaco


LIBRO PRIMERO: SOBRE LA FELICIDAD

Capítulo I: Toda actividad humana tiene un fin

Toda investigación y acción están orientadas hacia un fin y por lo tanto hacia el bien. Los fines en general se pueden desarrollar a través de las acciones, las actividades o las obras. Cada arte tiene un fin como por ejemplo, el fin del a medicina la salud, de la construcción el navío, de la guerra la victoria y etc.

Capítulo II: La ética y la política

Si todas nuestras acciones tienen un fin, ese fin debe ser el bien supremo no entendido en general, sino más bien para nosotros. Como ese fin tiene una gran importancia en nuestra vida, es necesario conocerlo bien. 

Si lo pensamos de manera general, veremos que dicho conocimiento (o dicha ciencia) es la política, pues ésta es la que rige las ciudades y decide qué debe hacerse y qué se debe evitar. A causa de que la política está en todas las ciencias, el fin de ésta significará el fin de las demás (economía, retórica, educación, etc). 

La política es el bien moral para todos los ciudadanos, en otras palabras, la política es lo que llamamos ética pública. Por otra parte, el bien particular, es decir, de un hombre, constituye la ética privada. Evidentemente, el bienestar de todos los ciudadanos será preferible al bien estar de un sólo hombre. 

Capítulo III: La política requiere de experiencia

La ciencia política debe llevarse a cabo por hombres que tengan experiencia y conocimiento para ejercerla. Es por esto que los jóvenes no deben involucrarse en los temas de la ciencia política, pues no poseen experiencia suficiente, además de conducirse éstos últimos siempre por las pasiones.

Capítulo IV: Investigar la felicidad por inducción

¿Cuál es el fin que debe perseguir la política y todos los hombres? En efecto, la felicidad. La felicidad quiere decir vivir bien y obrar bien. Sin embargo, la naturaleza de la felicidad es difícil de determinar. Por lo pronto, podemos decir que la felicidad de un pobre será ser rico, la felicidad de un enfermo la salud, la felicidad de un ignorante la inteligencia. 

Sería un trabajo tremendo investigar todas las opiniones que surgen del concepto ''felicidad'', por lo tanto, será mejor recurrir al método deductivo que va de lo general a lo particular. 

Capítulo V: Los modos de vida


Principalmente, los modos de vida son tres:


  1. Placer: los que se dejan llevar por los placeres y la licencia.
  2. Político: el que busca el bien para los ciudadanos.
  3. Contemplativa: la vida dedicada a la reflexión.

La mayoría de los hombres, según Aristóteles, escogen el primer modo de vida. La vida que permite la licencia que se asemejaba a la vida de Sardanápalo(2). 

Tenemos otro tipo de hombres cuyo fin son los honores, al cuidado de la ciudad y a la virtud. Son aquellos los que se dedican a la política, pero no obstante esto hay muchas personas que tratan de alcanzar la virtud sin éxito viviendo grandes infortunios. 

Con respecto a la vida contemplativa, ésta se analizará más adelante.

Capítulo VI: Refutación a Platón sobre el bien


Antes de comenzar el argumento, Aristóteles nos dice que aunque se esté refutando las teorías de los amigos, es preferible siempre estar de parte de la verdad. 

El bien puede decirse de muchas formas, de hecho, podríamos clasificarlos con algunas de las categorías del ser. 

Cualidad: la virtud
Cantidad: el justo medio o lo moderado
Relación: lo útil
Tiempo: oportunidad adecuada
Lugar: sitio correcto

De esto se desprende que el bien puede decirse de muchas formas y no sólo de una; por lo tanto, no hay una sola noción universal del bien. Es decir, es múltiple y no uno. 

Categorizaciones del bien

Muchos de los filósofos han tratado de agrupar el concepto del bien en un grupo. Los pitagóricos decían que el bien era una especie de unidad, Espeusipo también era de ésta opinión. Los platónicos solo consideraban que el bien solo abarcaba un aspecto de las cosas. 

Para Aristóteles el bien es definido de dos formas posibles: los que son por sí mismos (la virtud, la honestidad, el valor) y los que resulta por razón de ellos (el ocio como condición de la virtud). Podríamos decir que el mayor bien es que se encuentra en sí mismo, pero ¿qué pasa con el placer, el honor y la prudencia? En efecto, son bienes por una parte y por otra no. 

Si existiera la idea del bien, entonces sería difícil (por no decir inalcanzable) que el hombre pudiera conseguirla porque recordemos que la idea, según Platón, es una separación de las cosas sensibles. Quizás, al tener la idea del bien como un modelo podremos aproximarnos a bienes más próximos, pero si es así, esto reforzaría el concepto de bien como algo inalcanzable. 


Capítulo VII: El bien del hombre es un fin en sí mismo

Tenemos por tanto, fines que son en sí mismos y otros que nos procuramos por estos (por ejemplo, la virtud en la flauta nos dará relajo o tranquilidad). Estos últimos no resultan ser los bienes perfectos porque siempre son en vista de algo más, la idea es alcanzar el bien en sí mismo el cual es perfecto.

La felicidad como bien en sí mismo

Pero ¿cuál sería específicamente el bien perfecto y en sí mismo? Ese debería ser la felicidad, pues ninguna otra cosa se puede lograr utilizándose, sino que las otras virtudes se hacen para alcanzar ese bien. Por ejemplo, podríamos adquirir felicidad por medio de la inteligencia, pero inteligencia por medio de la felicidad. Por lo tanto, la felicidad es un bien perfecto y en sí mismo. 

La autosuficiencia como bien en sí mismo


La autosuficiencia está en las mismas condiciones de la felicidad, pero no debe entenderse de manera aislada y solitaria, sino más bien dentro de una familia porque el hombre es un animal político (Zoion politikon(1)). 

Según Aristóteles, la autosuficiencia es lo que da más felicidad al hombre que cualquier otra cosa, es lo más deseable. 

El bien propio del hombre

Éste bien que es propio del hombre, es la acción dirigida por el alma para alcanzar la virtud. No obstante, no es que el hombre haga una sola acción y se vuelve inmediatamente virtuoso, sino que debe practicarlo siempre y mientras más lo haga, más estará cerca del bien. De ahí la frase que utiliza ''Una golondrina no hace verano''. 

Capítulo VIII: La felicidad es una actividad de acuerdo con la virtud

Los bienes también pueden extrapolarse al ser en su dualidad porque existen los bienes exteriores (la fortuna), del alma y del cuerpo. De estas tres los bienes del alma son los más importantes, ya que ahí se encuentra la virtud, la prudencia, la sabiduría y todo lo anímico. 

La virtud en sí misma es agradable y por lo tanto, lo más preferible entre los hombres y lo que lo hace ser feliz. Sin embargo, Aristóteles añade que es necesario que se tengan cosas externas para ser feliz; riqueza, familia, descendencia, etc. No podría ser feliz quien siendo virtuoso tenga hijos malos, o que siendo virtuoso haya tenido hijos buenos pero que ahora están muertos.

Capítulo IX: La felicidad y la buena fortuna

La felicidad es el bien más preciado que puede querer el hombre. ¿Cómo se podrá conseguir? ¿Por medio del estudio, la costumbre, los dioses o la fortuna? Conseguirla por la fortuna podría ser un error, ya que establecimos que la felicidad se alcanza por medio de los bienes del alma, es decir, la virtud. Por lo tanto, la felicidad sólo es alcanzable por medio de la virtud, si decimos que es la fortuna, entonces nos estaríamos refiriendo a los bienes externos, pero es con los bienes del alma con los que conseguimos la felicidad. 

Capítulo X: La felicidad y los bienes externos

Solón nos decía que sólo se podía determinar la vida feliz de un hombre cuando éste moría. Seguramente, Solón lo decía porque una vez muerto, el hombre se deshace de todos los dolores y males que nos da la vida. Sin embargo, esto entraría en contradicción con lo dicho previamente porque habíamos establecido que la felicidad tenía que ver más bien con la actividad. 

Puede ser que a la actividad que se esté realizando para alcanzar la felicidad, muchas cosas y vicisitudes puedan obstaculizar (una tristeza, una pérdida, etc.), pero una vez superadas también podríamos llamar a esto una especie de felicidad. La superación de estos hechos hacen al hombre noble y magnánimo. 


Capítulo XI: La felicidad, los muertos y los descendientes

Aristóteles asegura que la tristeza o felicidad de los vivos (sobre todos de sus descendientes) no afecta en nada a los muertos. No obstante, reconoce que quizás la felicidad o infortunio de los amigos pueda afectar a los muertos (sólo en un grado ínfimo), pero éstos últimos no pueden hacer nada para que sus amigos sean más felices o sean menos felices.  

Capítulo XII: La felicidad y el elogio

Hay dos formas de elogiar a un hombre o las facultades que este tiene. Se elogia por una parte porque hay cierta naturaleza que hace ser elogiable algo, y por otro, se elogia a algo por relación a una cosa. 

Así, los dioses son elogiados porque son divinos y magnánimos; por otra parte, también se elogian a los hombres más próximos a lo divido y magnánimo. Por lo tanto, la felicidad es digna de elogio porque todos los seres divinos son felices. 

Capítulo XIII: El alma y la virtud

Si la felicidad se logra a través de la virtud y los bienes del alma, entonces debemos decir que la felicidad tiene que ver más con el alma que con el cuerpo. Es aquí donde reside la virtud humana. 

Veamos ahora lo que concierne a las partes del alma:

  1. Parte vegetativa: Una parte del alma tiene que ver con la nutrición y el crecimiento. Esta parte del alma en específico no está dotada de razón.
  2. Parte sensitiva: Una parte del alma la cual se deja llevar por los deseos y los placeres. Está desprovista de razón, pero puede entrar en ella en el sentido en que el deseo y el apetito, algunas veces escuchan a la razón
  3. Parte intelectiva: Una parte del alma que escucha a la razón para obrar correctamente. Obviamente, esta parte es racional. 

La virtud también se puede dividir en dos especies: tenemos las virtudes éticas (moderación y generosidad) y las virtudes dianoéticas(2) (sabiduría, inteligencia y prudencia). La diferencia entre las dos es que las éticas son ''sensibles'' y afectan al ser humano, mientras que las dianoéticas pertenecen a un plano más intelectual. 

Conclusión

Aquí vemos la preferencia de Aristóteles por una felicidad que debe llevarse a través de la virtud, despreciando el placer y el deseo que nos entrega el alma sensitiva. Su creencia en un dios que lo puede todo queda intacta, además de considerarlo como el bien sí mismo y la felicidad. Podríamos agregar una pregunta ¿un ser eterno puede ser feliz? ¿qué pasaría si fuéramos inmortales lo pudiéramos todo? ¿no nos aburriremos en algún momento? Supongo que eso dependerá de cada uno, en todo caso, Aristóteles prefiere más la virtud que ninguna otra cosa en la vida.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Aristóteles - Metafísica (Libro XII, XIII y XIV).

En esta ocasión resumimos los últimos tres libros de Aristóteles con respecto a la filosofía primera: la metafísica. Los temas a tratar están relacionados con la esencia, los seres y críticas a algunas teorías de sus antecesores. Podemos decir que todos estos libro, si bien son abstractos y van más allá de la física, son bastante inspirados en lo que es la Física. De hecho, como opinión personal, este tratado sería muy difícil de entender en su absoluta complejidad sin los tratados de Física y lógica. En fin, todo es una mezcla que no puede verse desvinculada una de otra. El lugar donde explicamos nuestro conocimiento es el mismo siempre. Tendremos una consecuencia y consistencia en nuestro pensamiento si todo eso está vinculado; y bueno, cambiar si algo más fuerte y más fundamentados que nuestros pensamientos nos haga cambiar.

ADVERTENCIA: Se han omitido todas las redundancias que se hacen a libros posteriores y también las cosas que ya se dijeron de la teoría de las ideas. 

Referencias:

(1) Es el estudio del no-ser porque se considera el cambio constante de un ser como no-ser. En otras palabras, el accidente siempre va cambiando con respecto a sus categorías. 
(2) Una teoría ya vista en física y en los tratados sobre el cielo. 
(3) Esto ya lo hemos visto en el libro ''Acerca del cielo''.
(4) Calipo de Cícico fue un astrónomo quien fuera alumno de Eudoxo de Cnidos.
(5) En esta parte vemos claramente como Aristóteles no acepta la doctrina de que la Unidad sea el principio de todo. 

 METAFÍSICA



LIBRO DUODÉCIMO (Λ)

Capítulo I: La esencia

Si el universo se considerara en partes, entonces la esencia sería la primera parte de éste. Nada puede tener una existencia separada, excepto la esencia. 

Capítulo II: Esencia susceptible de cambio

Específicamente, este tipo de sustancia es susceptible a la mudanza (cambio de lugar), pero si dicho cambio se hace a un opuesto o intermedio, entonces es un sujeto el que experimenta el cambio. El cambio de esencia sólo se puede dar por la producción y la destrucción. La materia siempre cambia a excepción de la materia de los seres eternos; por lo tanto, también es susceptible a la mudanza. 

Capítulo III: La materia y la forma no devienen

Ni la materia ni la forma primitiva (que no se puede dividir) devienen. La materia puede destruirse y producirse pero nunca devenir (por ejemplo, el fuego no puede devenir en agua) y la forma tampoco deviene en cuanto a que es lo que persiste siempre en los sujetos. 

Capítulo IV: La causa de los principios

Algunos principios comprenden a todos los seres en una perspectiva, pero de otra no. Podríamos decir que la materia y sus contrarios (como podrían ser lo caliente y lo frío) son de alguna manera principios. De hecho, estos podrían encerrar lo que es una esencia y un principio, pues muchos seres comparten estas características. 

Por lo tanto, la materia, la forma y la privación serían comprendidos como principios de los seres. Sin embargo, también cabe considerar el principio motor, es decir, lo que mueve a un ser también es un tipo de principio. 

En fin, comprendido lo anterior tendríamos cuatro principios: la materia, la forma, la privación y el primer motor (no el de todos los seres). 

Capítulo V: Principio de los seres sensibles

Existen unos seres que puede existir ''aparte'', es decir, que no necesitan de otro para existir; estos se refiere a la sustancia que son la causa de todas las cosas. Las cosas que no existen aparte son los que corresponden con la forma, pues estos necesitan de la sustancia para existir. 

También se pueden considerar como principios el acto y la potencia, aunque estos difieren en cada ser. De hecho, muchos de los seres pueden comprenderse como acto y potencia al mismo tiempo. 

Por último, es claro que las causas se pueden considerar como principios; causa material, causa formal, causa eficiente y causa final que difieren en cada ser. Sin embargo, la materia primera es el principio de los seres sensibles. 

Capítulo VI: Necesidad de una existencia eterna

El movimiento y el tiempo deben ser eternos porque de otra manera, ninguno de los seres podría existir. Estos seres inmortales deben tener una sustancia inmaterial y además estar en acto porque como dijimos en el libro anterior, el acto es anterior a la potencia. 

Profundizando más en este último punto, si la potencia fuera anterior significaría que nada podría existir. La potencia representa la posibilidad de que una cosa pueda ser y pueda no ser; por lo tanto, la anterioridad debe estar en acto. 

Capítulo VII: Dios como el primer motor

El primer movimiento que debe tener el primero de los seres es el movimiento circular(2). Dicho movimiento lo produce un ser intermedio entre lo que mueve y es movido y lo que es movido y no mueve; por otro lado, también es actualidad pura y no potencia. 

Este ser que está en acto mueve a los demás seres por el objeto del amor sin ser movido. Además de eso, este ser es necesario y por esto representa el bien. Es un ser digno de nuestra consideración, pues nos contempla y la contemplación es la felicidad perfecta de los seres (la que en los otros seres a excepción de éste último, sólo está en pequeños momentos). Finalmente, Dios es el primer motor, mueve a los demás sin ser movido.

Capítulo VIII: El movimiento de los cielos

El ser primero

Según Aristóteles, el primero de los seres no es susceptible de ningún movimiento (no se le puede mover), sino que él es el primero que imprime un movimiento único y eterno. No hay que olvidar que dicho ser también es eterno. 

Los astros (o planetas)

Es claro que los planetas son esféricos y tienen un giro circular, ésto se deba a que estos seres tienen una esencia eterna y se ubica anteriormente a lo que es movido.

Todos estos planetas tienen un número de movimientos(3). Cada filósofo hizo su aporte en este respecto y los presentaremos a continuación:

Eudoxo proponía este número de movimientos en los astros.

La luna: 3 
El sol: 3
Marte: 4
Mercurio:4
Jupiter: 4
Saturno: 4
Venus: 4
Estrellas fijas:1 

Todo esto daba una suma de 27 esferas y por lo tanto 27 movimientos distintos. 

Calipo de Cícico(4) agregó más movimientos a los ya mencionados por Eudoxo, quedando ordenados de esta manera:

La luna: 5
El sol: 5
Marte: 5
Mercurio: 5 
Júpiter: 4
Saturno: 4
Venus: 5
Estrellas fijas: 1

La suma de más movimientos por parte de Calipo se debe a que consideraba que los movimientos propuestos por su maestro eran insuficientes. Las esferas de Calipo suman 34 esferas en total. 

Para Aristóteles, el movimiento de los planetas también es errático. Al ser así, entonces el filósofo añade más esferas al sistema de Calipo.

La luna: 5
El sol: 5+4
Marte: 5+4
Mercurio: 5+4
Júpiter: 4+3
Saturno: 4+3
Venus: 5+4

Estrellas fijas: 1

Así vemos que sólo se añadieron 22 esferas al sistema de Calipo sin contar la luna ni las estrellas fijas. Por lo tanto, el sistema aristotélico de las esferas del universo quedarían en 55 (sin contar las estrellas fijas). 

Capítulo IX: La inteligencia suprema

La inteligencia debe ser la más excelente divinidad que existe porque ésta es la que imprime el primer movimiento. No debe ser movido y debe al mismo tiempo permanecer inmóvil y moviendo a los otros. La inteligencia se piensa a sí misma y no es pensada por otro ser anterior.


Capítulo X: El universo y el bien

Todo en el universo está ordenado en una armonía única y por un solo ser. En un ejército el orden existe porque el general es el que da orden a éste y no al revés.

Teorías de otros filósofos

Muchos filósofos dicen que los principios se encuentran en los contrarios, pero los contrarios por sí mismo no pueden hacer nada. Es por esto que Aristóteles proporciona un tercer elemento que es el que hace que un objeto pase de un contrario a otro. En otras palabras, hace que ocurra el movimiento de un contrario a otro. 

Los pitagóricos decían que el bien es el principio de todas las cosas, pero no dicen cómo es que éste es el principio. 

Para Empédocles el bien se representa por el acto de unión hecho por la amistad. Sin embargo, aquí vemos que entonces la amistad sería una causa motriz, es decir, un principio anterior al bien.

Anaxágoras decía que la inteligencia (el nous) era el principio de todas las cosas. Este filósofo sí estaba más cerca de la idea de los principios propuestos por Aristóteles, aunque Anaxágoras no menciona ningún propósito. 

Finalmente, Platón nos decía que la idea era un principio, pero se podría objetar  ¿en base a qué idea existe el principio de la idea? y es aquí donde también puede estar el argumento del tercer hombre ya utilizado en otros libros. Sin embargo, el principio tampoco se puede basar en los seres sensibles porque de ser así, habría una cadena infinita de principios, lo cual es imposible. 





LIBRO DECIMOTERCERO (M)

Capítulo I: ¿Existen los seres matemáticos?

En Platón los seres matemáticos sí existen y están luego de ''conocer'' a los seres sensibles; luego de los seres matemáticos están las ideas. Otros pensadores (tales como los pitagóricos) aceptan solamente a los seres matemáticos como única sustancias. Veamos en el capítulo siguiente si de verdad existen y dónde se encuentran.


Capítulo II y III: ¿Se encuentran en los seres sensibles o separados de ellos?

Algunos libros atrás se había establecido que los seres matemáticos no podían existir en los seres sensibles, pues no podían haber dos sólidos en un mismo cuerpo. 

Sin embargo, toda la materia está unida a lo que es la superficie, la línea, el punto, etc. y pareciera ser que no se separa de la materia por ningún motivo. Además, ¿podría ser posible que un animal tenga una existencia separada de la que tiene? ¿una existencia basada en el número? no parece viable. Por lo tanto, Aristóteles nos dice que si bien los seres matemáticos son anteriores (sólo por anterioridad lógica: no es que sean lo primero que existan en un ser) a la materia, no están separados de ella.

Los seres matemáticos como el punto, la superficie, la línea no tienen una existencia separada, pero tampoco tienen movimiento. 

Además, la ciencia matemática es una de las más rigurosas pues examina a los seres que no tienen movimiento que además son seres simples (indivisibles como el punto o la superficie). 

Capítulo IV: No hay ideas en el sentido que lo propone Platón

Orígen de las ideas

Aristóteles nos da en esta parte una introducción de cómo surgió la teoría de las ideas. 

Heráclito postulaba que todo lo sensible estaba sometido a un flujo constante y esto era lo verdadero; el cambio constante. Los pitagóricos reducían todo a los números. Sócrates se enfocó en las virtudes morales y en la definición de las cosas. Gracias a esto, se pudo elaborar una forma de investigación llamada inducción, que según Aristóteles es el punto de partida de la ciencia. 

De acuerdo con Aristóteles, Sócrates no separaba a los seres de lo universal ni de la definición, lo que sí hicieron sus sucesores. Es decir, ellos consideraron a la idea como una representación de todos los seres. 

Ya hemos visto algunas refutaciones por parte de Aristóteles como la teoría del tercer hombre. De hecho, si hay ideas acerca de lo sensible, también tendrán que existir ideas sobre la esencia ¿cuál sería la idea de la esencia? En otras palabras ¿cuál sería la idea de la idea?

Propuesta de Aristóteles

¿Dónde se encuentra la idea entonces? La idea en contraste a Platón, es la esencia misma de las cosas. Todo género de las cosas es una idea y no está separada de ningún ser. 

Capítulo V: Las ideas son inútiles

Las ideas no son causa de ningún movimiento ni de cambio ni contribuyen a la ciencia de dichos seres. En efecto, la idea no es la causa de una obra, pues no es necesario tener la atención en la idea de la obra para comenzar a producirla. Además, las ideas no están sometidas ni a la producción ni a la destrucción porque son inmutables; por lo tanto, no pueden ser causa en este sentido. 

Capítulo VI: La doctrina de los números

Como dijimos anteriormente, los números existen en las cosas sensibles. Algunos filósofos dicen que los números se diferencian entre sí, y entonces habría mónadas diferentes unas de otras; por otro lado, hay unos que dicen que estas en realidad tienen identidad y se mezclan. 

Otros como Platón dicen que los números existen separados de la materia sensible y otros que los consideran como los primeros de los seres. 

Capítulo VII: Las unidades

¿Podrán las unidades ser combinables entre sí? ¿la mónada es parte de la díada así como la díada parte de la tríada? ¿o son separadas? Veamos lo que nos dice Aristóteles.

Si las unidades fueran incombinables, entonces el número no podría existir. Esto se debe a que el número posee unidades que no se distinguen entre sí. Por otro lado, las unidades también deben tener anterioridad y posterioridad; por ejemplo, antes de la díada está la mónada y después está la tríada. Cada unidad se va adhiriendo a un las otras unidades reunidas (e.g. si a una díada se le agrega una unidad se transforma en tríada).


Capítulo VIII: La unidad y el número 

Podríamos decir que la unidad y el número se distinguen por la categoría de cantidad, pero estaríamos en un error al afirmarlo. Los número solo se pueden distinguir por la categoría de cantidad, pero la unidad no se puede distinguir por cantidad porque de ser así, entonces un número se distinguiría de otro a pesar de tener la misma cantidad de unidades. Tampoco puede tener cualidad porque ésta va junta con los números, es decir, el número dos tiene como cualidad ser dos veces (pluralidad). 

La unidad, según Aristóteles, es la materia mientras que el número es la forma de ésta. Por otra parte, la mónada (o la unidad) es anterior a la díada, pero también es posterior si se quiere que la díada se convierta en tríada. 

Capítulo IX: El número y la magnitud

La magnitud sería lo relativo a la materia de lo grande y lo pequeño en los objetos. El número por su parte está compuesto de unidad indivisible y no de magnitudes. Sin embargo, los números no existen independientes de la magnitud. En efecto, cada número puede ser más grande o pequeño que otro y por lo tanto, están fuertemente relacionados.