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viernes, 27 de octubre de 2017

Al-Farabi - El Libro de las Letras.

La filosofía no sólo se ocupa de los conceptos abstractos inalcanzables del pensamiento, sino que también se ocupa del modo en que expresamos estas abstracciones: las palabras. Como buen aristotélico, Al-Farabi analiza los estudios de las palabras de distintos campos del saber como lo son la metafísica, la lógica y la teología. Tal como lo haría Platón en su texto llamado Crátilo, Al-Farabi analiza el nacimiento y evolución del lenguaje desde la perspectiva árabe, además de aclarar una serie de conceptos que nos ayudará (de forma propedéutica) a entender mucho más la filosofía.

Referencias:

(1) Es increíble que Al-Farabi, siendo musulmán diga que la razón va antes de la fe. En otros libros, Al-Farabi dejaba en claro que lo primero que debe conocerse es la religión, pero aquí hablamos en términos de una línea de tiempo histórica. 
(2) En el sentido que la ley mosaica fue la primera de las leyes que se constituyó.
(3) ¿Podrá ser que Al-Farabi, sin estimar las Sagradas Escrituras, está considerando que el orígen del lenguaje no se dio por la Torre de Babel sino que a través de la práctica de los sonidos?
(4) Definición de sonido por Al-Farabi.
(5) Para un estudio de los signos véase las siguientes obras de San Agustín de Hipona:
  1. La Dialéctica
  2. Sobre la doctrina cristiana
  3. El Maestro
Debemos decir que San Agustín fue el primer filósofo que comenzó a distinguir los signos. 

(6) Aún existen esta especie de trovadores en el mundo árabe.
(7) Debemos decir aquí que existe una discusión hasta el día de hoy sobre los sofistas en cuanto a si de verdad tenían el propósito de engañar o no. Su mala fama aún está en discusión. 

Definiciones:

(1) Polisemia: palabra que tiene varias acepciones o significados.



El Libro de las Letras

Capítulo I: La filosofía y la religión 

Anterioridad y posterioridad

Al-Farabi explica el orden que se debe conocer la filosofía y la religión. Si tenemos una especie de línea de tiempo, la filosofía sería anterior al derecho religioso (fiqh) siempre y cuando la religión sea una cosa humana. Si lo es (es decir, no tiene origen divino) entonces la filosofía precede la religión porque la filosofía es el razonamiento y la religión la imaginación de ese razonamiento con el cual se puede persuadir(1).

Por otro lado, la teología (kalam) surge de la religión cuando ésta es sometida a examen y también surge el Derecho, pues el legislador siempre se basa en su predecesor que en este caso sería Moisés(2)

Filosofía - Derecho religioso (fiqh) - Teología y Derecho
Religión (Kalam) - Filosofìa - Derecho

Sin embargo, también existe algo anterior a la filosofía porque la filosofía se sirve de la dialéctica y los razonamientos que son anteriores a la filosofía demostrativa.

Dialéctica y sofística - Filosofía - Religión - Teología y Derecho

La religión sirve para persuadir a los demás, ya sea por exhortaciones, imaginaciones o mediante sentimientos que la hacen más cercana al pueblo porque cualquier podría entender. La teología puede utilizar argumentos dialécticos complejos, pero esto produce una lejanía con respecto al pueblo, aunque la teología es servidora de la religión. Así, el teólogo sería miembro de la elite y no de la masa, mientras que el filósofo habla para todas las naciones; es decir, sus ideas y razonamientos son para todos y la teología (que puede ser igual de compleja) sirve sólo a la religión.

La élite de la filosofía y la religión 

El alfaquí (maestro religioso) imita al filósofo a causa de que el religioso se funda en los preceptos que sus maestros religiosos le han dado, mientras que el filósofo se funda en las concepciones que son conocidas por todos. Esta es otra razón para decir que el religioso pertenece a una élite, ya que el religioso pertenece a una religión determinada, y el filósofo pertenece a una élite en relación con todos. 

Ahora, dentro de los niveles conceptuales más que prácticos, la filosofía también es una especie de élite a causa de que los gobernadores tienen que ser los mejores, y para serlos necesitan conocer la filosofía. Si es así, entonces la filosofía sería el conocimiento incuestionable y por lo tanto, el concepto de élite por excelencia. 

Capítulo II: Origen de las letras de la nación

Los primeros conocimientos

Las masas y el pueblo son anteriores a la élite, así como los conocimientos comunes son anteriores a los razonamientos complejos (como la filosofía). El primer tipo de conocimientos que tendríamos es el conocimiento vulgar que sale de la practicidad. Esto es así porque estos conocimientos salen de las impresiones que el hombre saca de los órganos y otras materias sensibles; es la manera más fácil de conocer. 

Luego el hombre mueve sus órganos ya que son los movimientos que debe hacer por naturaleza. Cuando ya puede articular todos su movimientos, el hombre se ve en la necesidad de hablar, primeramente a través de gritos y sonidos arbitrarios(3)

Las primeras articulaciones

Las voces que el hombre debió producir comenzaron con los sonidos del aire de la respiración, o producidos en la garganta o con los labios pues de estos tres órganos (nariz, garganta y boca) se produce el lenguaje.

El sonido se produce desde la fuerza con la que el aire respirado fluye desde el pulmón y la parte más profunda de la garganta hacia el extremo de la garganta, que está junto a la boca y la nariz, y hacia los labios(4). Luego la lengua recibe el aire y lo oprime contra las partes que están al interior de la boca; cuando la lengua traslada el aire se produce una variedad de sonidos que a su vez producen voces distintas. 

En un principio, la lengua se mueve sólo a los lugares que le es más fácil moverse, por lo que cada idioma de una nación se forma a partir de estos movimientos. Es por esto que cada nación tiene su propio idioma, ya que el idioma se inventa por el movimiento que más le acomoda al hablante; por ejemplo, a unos les resultará mejor mover la lengua hacia arriba, otros hacia atrás, otros hacia adelante, etc. Los movimientos más fáciles de lengua para una sociedad determinarán el idioma que se formará por convención (17). 

Sonidos, palabras y conceptos

Una vez que se van formando los sonidos pequeños se pasa a los gritos. Los gritos se forman de un solo sonido, pero cuando este sonido se combina con otro, entonces se forman las palabras. 

Luego de que se forman las palabras comienzan a formarse los signos, es decir, lo que significa cada palabra(5). Estos signos derivan a significados universales tanto como a los significados particulares.

Capítulo III: Origen de la lengua de la nación y su madurez

Construcción de un lenguaje

Después de que todos los sonidos son reunidos y conceptualizados de manera uniforme, estos se transmiten con otros hombres para formar finalmente un idioma. 

Las primeras palabras son creadas a través de la opinión de los habitantes de la misma lengua. De ahí que se pongan de acuerdo en las palabras propias como cielo, astros, tierra, etc. Luego, cuando se establece el nombre a través de experiencias sensibles, los hombres refieren a esos conceptos las acciones que se pueden realizar con los mismos. La adaptación de nuevas palabras, hace obligatorio que el hombre deba formar nuevos conceptos para las nuevas cosas que aparecen o se inventan. 

Después de esto hay un proceso de hacer calzar el significado con la realidad existente y lo existe con el significado. Es preciso que quienes están formando el lenguaje deban investigar y llamar a cada cosa con un nombre específico para no caer en imprecisiones; Así, el hombre se verá libre de la opinión que se forma el lenguaje y así podrá formar un saber en el lenguaje. 

Las palabras pueden cambiar de significado modificando alguna de sus características; por ejemplo, si tenemos la palabra ''casa'', esta puede cambiar a ''casas'' que es su modalidad plural. En cierto sentido, Al-Farabi ve las palabras de la misma manera que la veía Aristóteles, es decir, una palabra sería un ser (casa) y su accidente es todo lo que la modifica (la ''s'' en el plural de ''casa'').  

Sin embargo, la palabra por sí sola, a veces, no es suficiente para comprender la totalidad del concepto; por lo tanto, el ser humano debe recurrir a los sinónimos y antónimos para llegar a ser aún más preciso. Pero también puede existir otro problema en unir los sinónimo y antónimos, pues esto también puede producir ambigüedad en algunas palabras. Un ejemplo en el español sería la palabra ''pendiente'' que tiene relación con el objeto que cuelga, o tiene relación con un asunto que no ha sido abordado. 

Los equívocos en las palabras pueden surgir también a través de las metáforas cuando una palabra se utiliza con un significado diferente al que por defecto se supone que tiene. Cuando se utilizaron los sentidos figurados y las metáforas, entonces comienza a surgir el embellecimiento de las palabras: la poesía. De acuerdo con esto, también mediante metáforas y sentidos figurados se forma los modismos propios de un idioma. 

Capítulo IV El origen de las artes vulgares

Expresiones de un lenguaje

Como dijimos, en la parte última de un lenguaje teníamos la poesía que se sirve de la imaginación. Luego tenemos la retórica que sería el ordenamiento de un discurso para persuadir a una audiencia, sea cierta o no el tema que se está relatando.  

La poesía no por ser sacada de la imaginación está totalmente desligada a la razón; por el contrario, la poesía tiene su métrica y estudio que muchas veces no es fácil de entender. Su composición, su ritmo y entonación deben ser exactos para formar una buena obra poética.

A partir de estas dos artes se comienzan a crear los primeros artistas que eran narradores que hablaban sobre los hechos del pasado y el presente. Se dedicaban a informar a la gente en diferentes asuntos del mundo árabe(6)

Al mismo tiempo, estos hombres se ocupan de hacer que todas las palabras que pudieran sonar mal, convertirlas en palabras dulces para el oído. Reflexionan sobre las posibles estructuras gramaticales que pueden ayudar a mejorar el género de lo que se está hablando. Luego, un aprendiz toma estas enseñanzas para transmitirlas a los otros y en su etapa de madurez, quizás, mejorarlas.

En un principio no existían registros de la comunicación oral y con el tiempo empezó a surgir la escritura para justamente registrar toda narración y comunicación oral. Por supuesto, esto surgió por la necesidad de no olvidar los cánticos y los mensajes que se transmitían en la antigüedad. 

Al-Farabi hace notar especialmente en esta parte que el hombre nacionalista no debe confundir su lengua con la extranjera. Siempre debe aprender muy bien su lengua para que no tenga confusiones al hablar. 

Historia del lenguaje árabe

A continuación, Al-Farabi ahora se propone hablar sobre el nacimiento del lenguaje árabe. 

En el principio existían dos clases de habitantes:


  1. Habitantes del desierto
  2. Habitantes de la ciudad

En la ciudades de Kufa y Basora (Iraq) comenzaron las primeras alfabetizaciones y comienzos de la gramática árabe. Los hombres de las ciudades trataron de estudiar la lengua de los habitantes del desierto. Se acercaron incluso a los habitantes del desierto que eran más desobedientes y que no entraban en las tribus de Qasy, Tamin, Asad, Tay y Hudayl ya que estas eran las tribus que transmitían el lenguaje árabe.

Los gramáticos árabes sólo tomaban en cuenta a los habitantes del desierto que estaban cerca de la ciudad, mientras que los que estaban más lejos no eran considerados. Esto resultó en que los habitantes del desierto más alejados de las ciudades estuvieran en las fronteras de Iraq, mezclando su lenguaje con el de los extranjeros que en esos tiempos eran la India, Egipto y Persia. 

Las artes prácticas

La gramática hace que las palabras logradas por convención tengan un orden y un sentido para poder comunicarse de manera efectiva. Sin embargo ¿por qué sería considerada un arte vulgar? simplemente porque la gramática es una delimitación del conocimiento restringido a una lengua en particular y por lo tanto, a una tradición; en otras palabras, no es ciencia en sentido estricto

De este modo, por el lenguaje se distinguen cinco artes:

La Retórica
La Poesía
La Memorización
La Gramática
La Escritura

Por supuesto, el pueblo sólo tiene retórica pues no se dedica al estudio teórico del lenguaje. El pueblo sólo puede persuadir a otros con sus ideas que son llevadas a través de un jefe. Este jefe es cercano a ellos y les enseña todo lo que deben saber del arte práctico, es decir, de la retórica, la poesía, la memorización, la gramática y la escritura. 

Capítulo V: El origen de las artes silogísticas en las naciones

La dialéctica y la sofística

A partir de las artes retóricas y prácticas del lenguaje, el ser humano pasó a comprender los razonamientos sofísticos y después los dialécticos. 

¿Cómo surgió la dialéctica? por medio de las artes prácticas de la retórica, los hombres se vieron con la necesidad de uniformar el lenguaje porque recordemos que la retórica consiste en persuadir sea verdadero o falso lo que se está postulando. 

Primeramente, antes de la dialéctica, surgió la sofística que era el método de emplear argumentos engañosos con el sólo objetivo de hacer que el emisor obtenga la ''victoria''(7). Con el tiempo, la sofística fue criticada y rechazada por los argumentos que se empeñaban en demostrar la verdad, independientemente de quién las dijera. Fue así que nació la dialéctica. Finalmente, la dialéctica pasa a ser algo más cuando se descubre la lógica y los perfectos modos de construir un silogismo. 

Podríamos decir que la evolución se da de la siguiente manera:

Poemas: embellecer las palabras 
Retórica: exhortar a las personas 
Sofisma: engañar a través de argumentos 
Dialéctica: llegar a la verdad a través de argumentos (Sócrates y Platón).
Lógica: perfeccionar la dialéctica a través de silogismos (Aristóteles).

Luego de entender todo esto, los hombres comienzan a establecer las leyes para el pueblo. Estas leyes para el pueblo deben ser presentadas a través de la retórica para que el pueblo pueda aprenderlas, pues la lógica y la dialéctica pertenecerían a los más doctos quienes son los que construyen las leyes.

Capítulo VI: Relación entre la religión y la filosofía

Desviaciones entre filosofía y religión

La filosofía antecede a la religión como habíamos dicho anteriormente. Si la filosofía construida anteriormente tiene buenas bases, entonces la religión será la más excelente. Sin embargo, si la filosofía es mala, entonces la religión lo será aún más, ya que estará basada en una filosofía de la falsedad, de la opinión o del engaño. 

Cuando la ciudad se funda con una religión en vez de filosofía, las consecuencias pueden ser catastróficas. Sería una situación delicada porque una vez que surja la filosofía aparecerán los conflictos, ya que los hombres no atenderán a la filosofía (convencidos de que la religión que tienen está bien sentada) y finalmente la expulsarán. De hecho, esta era la situación de los árabes cuando recibieron el islam.

De esta forma, los religiosos no considerarán a los filósofos ni los filósofos a los religiosos. ¿Por qué ninguno atenderá al otro? simplemente porque el religioso está persuadido de su religión, mientras que el filósofo sabe que el religioso está convencido a través de argumentos persuasivos (retóricos) y no lógicos o dialécticos. ¿Cuál es la solución? que el filósofo comprenda los argumentos de los religiosos y los convenza a ellos de que las bases religiosas no son las correctas. 

Capítulo VII: La invención de los nombres y su traducción

La invención en la religión y en la filosofía

¿Qué pasaría si un hombre quisiera inventar una religión? tendría que inventar palabras nuevas para establecer leyes que la dirijan. Si no es así, entonces dicho hombre tendrá que utilizar las palabras tomadas de la religión que existía antes en esa nación, o utilizar las palabras de la religión de otra nación. 

Lo mismo pasa con el hombre que quiere fundar una nueva filosofía. Sin embargo, esto tomará mucho más tiempo del que se piensa, pues se tendrá que recordar los conceptos filosóficos de la nación anterior, es decir, de la que ya había estado o de las extranjeras. Si va a inventar las palabras, entonces tendrán que modificar las que conocen sea en menor o mayor grado. 

Los árabes y otras lenguas

Los árabes no consideraron necesario traducir todas las palabras griegas al árabe. De hecho, hay algunas palabras que tienen significados parecidos:

Elementos:

Árabe: 'unsur
Griego: stoicheion 

Materia:

Árabe: hayula / 'unsur
Griego: hyle

Como vemos, en la lengua árabe la palabra hayula puede designar tanto la materia como los elementos. 

Esta especie de polisemia(1) que se da en estos dos idiomas puede ser confusa, pero Al-Farabi la prefiere antes de crear otro concepto (neologismo) que sea aún más específico. 

Por supuesto, para acabar con la confusión y si se quiere inventar una palabra, entonces esa palabra tendrá que ser la más conocida por todos. También se podría decidir el nombre en base a cuál de los conceptos es el primero, o el que dio existencia al otro. 

Conclusión

Es una interesante perspectiva de la historia del lenguaje la que ofrece Al-Farabi. Una de las cosas que más me sorprende es que no haya considerado la historia de la torre de Babel como inicio del lenguaje, sino que adhiere mucho más a la teoría de que el lenguaje nació de los gritos. Sigue sorprendiéndome que siendo árabe, Al-Farabi ponga la filosofía como precedente de la religión, aunque por otro lado también me hace mucho sentido. Siempre vi la religión como una especie de filosofía primitiva, pero la verdad es que es posterior a la filosofía. Realmente un libro muy interesante. 

sábado, 11 de marzo de 2017

San Agustín de Hipona - Sobre la doctrina cristiana (Libro IV: Retórica y elocuencia) (395).

San Agustín de Hipona advierte inmediatamente que este libro no pretende ser una guía o un manual de retórica, pues él mismo dice que no esperen aprender nada de los tiempos en que el mismo fue profesor de retórica. En efecto, este libro sólo habla sobre la utilidad que le reporta al cristiano el ser elocuente y mantener la práctica de la retórica frente a sus hermanos y hermanas. Ya habíamos hablado anteriormente sobre retórica y algunas palabras que pueden obstruir nuestra comprensión sobre las Sagradas Escrituras, y ahora toca ver cómo estas pueden hablarse y comprenderse retóricamente.

Referencias:

(1) San Ambrosio fue el obispo anterior a San Agustín de Hipona, y quien además fuera su maestro en materias católicas. 

SOBRE LA DOCTRINA CRISTIANA

LIBRO IV: RETÓRICA Y ELOCUENCIA

Retórica para los cristianos


Los cristianos deben aprender retórica desde los años más tempranos. Los grandes retóricos de Roma siempre recomendaron que la retórica se debía aprender desde jóvenes si se quiere alcanzar su perfección.

La única forma en que la retórica puede aprenderse es a través de la observación e imitación de los grandes hombres que saben sobre retórica. Puede ser que en algunos casos ni siquiera se recurra a la gramática, pues la retórica pareciera ser un arte muy práctico. Ahora, esto no significa que no se estudie formalmente las reglas estrictas de la retórica posteriormente. 

En todo caso, la retórica es inútil si está no contiene la sabiduría necesaria para emplearse. La retórica y la sabiduría deben ser complementarias la una con la otra para agradar a la audiencia; mientras la retórica tiene elocuencia que es oída con gusto, la sabiduría que lleva la retórica es oída con provecho. Cuando el discurso logra ser entendido por la audiencia, es porque la retórica producida es buena, cuando da lugar a la confusión entonces es mala. 

Ejemplos de la elocuencia

San Pablo

Par dar un ejemplo de elocuencia cristiana, San Agustín evoca un versículo de San Pablo:

''Nos gloriamos en las tribulaciones sabiendo que la tribulación labra la paciencia, la paciencia la prueba, la prueba la esperanza, y la esperanza no nos engaña por que el amor de Dios se infundió en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos ha sido dado''
(Romanos 5:3-5)

Aquí vemos el ejemplo claro de un elemento retórico que los griegos llamaban ''klimax'', mientras que los romanos la llamaban ''gradación''. Este consiste en usar de un término para pasar a otro como una especie de ''escalera'' (De hecho, San Agustín prefiere llamarlo así); por ejemplo, la tribulación labra la paciencia, la paciencia la prueba, la prueba la esperanza. El último término va siendo el comienzo del primero. 

San Gerónimo

Otro ejemplo de un gran retórico sería San Jerónimo quien dijo:

''Ay de los que sois opulentos en Sión, y confiáis en el monte de Samaria, Nobles, cabezas de los pueblos, los que entráis pomposamente en la casa de Israel. 

Pasad a Calanna y contemplad, y desde ahí marchad a Emath la grande, y bajad a Geth la de los palestinos, y a sus mejores reinos, por si el territorio de ellos es más dilatado que el vuestro. 

Los que estáis separados para el día malo y os acercáis al solio de la iniquidad. Los que dormís en lechos de marfil; y os holgáis libidinosamente en vuestros aposentos, los que coméis el cordero del rebaño y los novillos de en medio de la vacada; los que cantáis al sonido del salterio. 

Juzgaron que, como David, tenían instrumentos musicales, bebiendo el vino en tazas, y ungiéndose con el más precioso ungüento, y permanecían impasibles ante el aplastamiento de José''

San Jerónimo relata aquí la arrogancia y la ingratitud de ciertos pueblos que no miran a su prójimo teniendo en cuenta las Sagradas Escrituras (SE). Por supuesto que este es un versículo de denuncia hacia los judíos quienes eran tremendamente opulentos. 

La última parte del versículo ''el aplastamiento de José'' podría haberse reemplazado perfectamente por ''hermano'', pero mucho más bello fue decir José como si fuera un homónimo de hermano. 

Enseñanza de la retórica


Tal como Marco Tulio Cicerón lo hubiera dicho en ''Sobre el orador'', se deben preferir las palabras entendibles en el discurso. San Agustín dice que el discurso debe omitir las palabras complicadas para que el discurso sea comprensible para la audiencia, es decir, sacrificar la precisión y la gramática, por el estilo y el aprendizaje sobre el discurso. 

¿A qué se debe que sea así? San Agustín divide la audiencia en dos tipos: aquellos que pueden preguntar y aquellos que no. Por lo tanto, en un conversación particular, por supuesto, todas las palabras complejas pueden aflorar, pero en un discurso donde sólo hay una audiencia pasiva que sólo escucha, deben preferirse las palabras simples a las complejas. 

El deber del orador

Más que presentar un discurso verosímil a una audiencia pasiva, el deber del orador siempre será enseñar a los menos doctos. Todo esto debe ir adornado con una voz correcta para cada situación, recordemos que a cada propósito del discurso hay que mantener cierto decoro al pronunciar las palabras. 

La palabra de Dios ante todo

Cada orador cristiano debe considerar fundamentalmente las tres cartas del apóstol San Pablo y los versículos que éste anuncia:

Carta a Timoteo:

1-Timoteo 4:11 ''Anuncia y enseña estas cosas'' (hablando de la palabra de Dios. 

1-Timoteo 5:1 ''Al anciano no le reprendas, sino adviertele como padre''.

1-Timoteo 1:13 ''Conserva la forma de las palabras sanas''.

1-Timoteo 2:15 ''Esfuérzate en presentarte a ti mismo como obrero probado a Dios, que no se avergüenza y que trata debidamente la palabra de la verdad''.

2-Timoteo 4:2 ''Predica la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, exhorta, reprende con toda paciencia y enseñanza''.


Cartas a Tito:

Tito 1:9 ''Que el obispo debe ser perseverante conforme a la enseñanza de la palabra de la fe, para que pueda redargüir en la sana doctrina a los que le contradigan''.

Tito 2:1-2 ''Tú habla las cosas que convienen a la sana doctrina, que los viejos sean sobrios''.

Tito 3:1 ''Habla estas cosas, y exhorta y arguye con todo imperio. Nadie te menosprecie. Amonéstalos que estén sujetos a los príncipes y a las autoridades''.


Carta a los Colosenses

1-Colosenses 3:7 ''ni el que planta es algo ni el que riega, sino Dios que da el incremento''.

Todas estas cosas fueron consideradas por los oradores cristianos. La enseñanza de la retórica debe ir unida de la inspiración cristiana para poder llegar a convencer y enseñar a una audiencia (cualquier audiencia). 

Modos de elocuencia

Quien quiera ser realmente elocuente deberá seguir tres modos del decir:

Enseñar: decir palabras sencillas.
Deleitar: hablar con moderación.
Mover: exponga los grandes temas con grandilocuencia. 

¿Qué quiere decir grandes temas? Si se quiere hablar de cosas grandes se tiene que hablar siempre de la salud y la vida. Por supuesto, la justicia, la bondad o el entendimiento son temas relacionados con la vida misma. Para estas cosas siempre se necesitará palabras grandes y convincentes, pues así mismo lo requieren dichos temas. Por otro lado, el tema más simple de hablar será el dinero y las deudas; para estos temas será bueno hablar con palabras sencillas y sin mucha explicación con palabras grandes. 

Ahora, para que el hombre pueda realmente convencer a los que lo escuchan, su discurso debe ser moderado entre las palabras complejas y las simples. De hecho. se preferirá hacer mucho más las simples que las complejas. De ahí que San Agustín hable de unas palabras llamadas ''llanas'' que son aquellas que de manera simple explican cosas grandes.

Ejemplo de palabras llanas

Un ejemplo de esto es el mismo San Pablo quien dice:

''Decidme los que deseáis estar bajo la ley. ¿No habéis oído la ley? Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos: uno de la esclava y otro de la libre, pero de la esclava nació según la carne, más la libre, en virtud de la promesa. 

Estas cosas están dichas en alegorías. Porque ellos son dos testamentos, uno que parte del monte Sinaí, el cual engendra para servidumbre, que es Agar''

En este pasaje vemos la claridad y la paciencia con que el orador habla a su audiencia. Cada concepto que parece oscuro lo explica de modo que todo resulte claro y sin ningún error. 

Principales autores de los tres géneros de elocuencia

En opinión de San Agustín, las autoridades más apropiadas para hablar de los tres géneros mencionados anteriormente son San Cipriano y San Ambrosio(1). 

Es Cipriano quien escribe con estas palabras llanas que San Agustín se refirió en el pasado capítulo. Cipriano escribió sobre el dilema de tener agua en el cáliz o si más bien el cáliz debiera tener vino. Con mucha elocuencia y palabras llanas, Cipriano nos dice que el cáliz debe tener el vino ya que ese es la sangre de Cristo y no el agua. Veamos una comparación entre Cipriano y Ambrosio sobre el mismo versículo de unas vírgenes. 

Si un excelente pintor hubiera hecho el retrato de la cara y figura de alguno, con color que imitase la naturaleza del cuerpo; y pintado y terminado el retrato, otro, dándoselas de más mérito, pusiese sus manos con el fin de reformar lo ya acabado y perfecto, se tendría por una grave injuria hecha contra el primer maestro, y su indignación sería justísima. 


¿Y juzgas tú impune el llevar a cabo la audacia de tan abominable temeridad, ofendiendo al artífice Dios? Pues dado caso que con esos adornos de meretriz no seas impúdica y deshonesta ante los hombres, no obstante, violando y corrompiendo las obras de Dios, serás tenida por peor que una adúltera. 


Lo que tú crees que te adorna, lo que piensas que te compone es un ataque a la obra divina, es alejarse de la verdad. Voz es del Apóstol que avisa: Purificaos de la levadura antigua para que seáis masa suave, así como sois ácimos. Porque Cristo, que es nuestra pascua, ha sido inmolado por nosotros. Por tanto celebremos fiesta, no con la antigua levadura, no con levadura de malicia y de maldad, sino con ácimos de sinceridad y de verdad. ¿Y acaso persevera la sinceridad y la verdad cuando se manchan los rostros que son sinceros, y con adulterarlos de colores y falsos adornos de afeites se cambia la verdad en mentira? Tu Señor dice: No puedes convertir un cabello en blanco o en negro, ¿y tú quieres ser tan poderosa que venzas el mandato de Dios? Con audaz intento y con desprecio sacrílego te pintas tus cabellos; funesto presagio de lo por venir que lleves ya cabellos de color de llama

San Ambrosio, por su parte, tiene un estilo sencillo para explicar las cosas. Uno de sus ejemplos es cuando escribe sobre la unión entre el Espíritu Santo, el Padre y el Hijo y como estos se justifican. Veamos el fragmento de San Ambrosio. 


De aquí nacen los incentivos de los vicios, pues, cuando se pintan la cara con colores postizos por temor de no agradar a los hombres, traman con el adulterio del rostro el adulterio de la castidad.

¡Cuánta locura no es pretender cambiar el semblante natural buscando otro pintado! Mientras recelan del juicio que de su belleza pueden dar sus maridos, traicionan el suyo propio.

La primera que contra sí pronuncia sentencia es la que desea cambiar el color natural, porque mientras intenta agradar a otros, ella primeramente se desagrada a sí misma. ¿Qué juez más veraz, oh mujer, buscaremos de tu fealdad que a ti misma, que temes ser vista? Si eres hermosa, ¿por qué te escondes? Si fea, ¿por qué te finges hermosa, si no has de tener el consuelo de engañarte a ti misma, ni al conocimiento de nadie? Tu marido ama de este modo a otra, y tú quieres agradar a otro; no te irrites, pues, si ama a otra, porque en ti aprendió a adulterar.

Mala maestra eres de tu agravio. Rehúye ser alcahuete aun la misma que toleró al alcahuete, y por vil que sea una mujer, para sí misma peca, no para otro. Casi son más tolerables los crímenes de adulterio pues allí se adultera la honestidad, aquí la misma naturaleza


En fin, son estos dos oradores quienes pudieron lograr los tres géneros fundamentales que describe San Agustín. 

El estilo elevado

El estilo elevado es aquel que tiene las tres combinaciones de los géneros anteriormente mencionados. Este incluso sirvió a San Agustín para disuadir una gran pelea que tuvo que afrontar frente al público. Luego de pronunciar su discurso pudo hacer desistir a los que peleaban para que incluso lo aplaudieran. 

No por esto estará descartado el género moderado, ya que en realidad cada género tiene su utilidad según la ocasión. El buen orador siempre tendrá que intentar los tres géneros antes de procurarse el último estilo que es el elevado. 

En este estilo elevado, la veracidad es algo de suma importancia también. En otras palabras, la verdad debe enseñar, debe deleitar y debe mover a la audiencia. Tampoco será mal si un orador, al no poder encontrar las palabras precisas o la manera precisa para expresar lo que quiere decir, basarse en otro orador. 

Conclusión

Un libro que nos recuerda de alguna manera las lecciones de Marco Tulio Cicerón sobre las partes de la operación y de la oratoria en general. Salió un poco más largo y en efecto es así, pues el mismo San Agustín al terminar el libro confiesa que se lamenta alargarse tanto en este libro sobre la retórica. Supongo que el obispo de Hipona tenía mucho que decir sobre los modos de la retórica cristiana, pues en la misma biblia deben haber muchos ejemplos más de cómo se encuentran estos modos.