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jueves, 23 de febrero de 2017

San Agustín de Hipona - Sermón de la montaña (Libro II: La buena obra) (394).

¿Sabemos en realidad lo que es realizar una buena obra? ¿Acaso obramos porque es bueno obrar o porque queremos ser recibidos en el reino de los cielos? ¿Habría algo de malo en eso? El sermón de la montaña donde Jesús hablaba a sus apóstoles y a otras personas, es el reflejo de todas las normas del comportamiento que tendrán los que cumplen con la palabra. También es el consuelo para los pobres y mancillados por el poder de los más grandes, para que no se apenen y busquen sus respuestas en cosas humanas. San Agustín de Hipona nos esclarece de forma nítida todo lo que Dios quiere para nosotros.

Referencias:

(1) No quiere decir que tenemos el mal de forma perenne, de hecho, el mal no lo tenemos de acuerdo a la visión agustiniana. 

SERMÓN DE LA MONTAÑA


LIBRO II: LA BUENA OBRA


Intención y acción

San Agustín parte diciendo que las buenas obras no se deben hacer con miras hacia las alabanzas. Quien busca las alabanzas de los hombres, perfectamente puede ocultar la intención de lo que hace; por lo tanto, las obras buenas las tiene que hacer por el bien y por Dios. 

Un corazón limpio, es aquel que es simple, es decir, aquel que sólo ama a uno y ese uno debería ser Dios. Quien hace el bien para recibir la alabanza de los hombres y las de Dios, entonces tendrá un doble corazón lo cual Dios aborrece. 

La intención es lo que realmente vale, no es que sea malo hacer buenas obras delante de los hombres; lo realmente malo, es que sólamente ese sea el propósito de hacer buenas obras. En todo caso, si las buenas obras pueden hacer que otros hombres sigan el ejemplo, no habrá ningún inconveniente, porque más allá de las alabanzas lo importante es el fruto así como lo dijo San Pablo:

''No busco dádivas (hablando de sus obras), busco frutos''
(Filipenses 4:17)

Los que buscan dádivas buscando las alabanzas son justamente llamados hipócritas. 

Los hipócritas

Quien se deja convencer por estas personas que haciendo buenas obras buscan las alabanzas de los hombres no entrarán en el reino de los cielos. El hipócrita es similar a un comediante, pues estos son los que imitan a otros personajes de la realidad. 

En el caso de la limosna, un versículo muy preciso se encuentra en Mateo:

Sin embargo, cuando tú des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha''

En cuanto a la mano derecha, San Agustín nos dice que significa el cumplimiento de los preceptos de Dios, mientras que la mano izquierda significa las alabanzas humanas. 

Que la mano izquierda no sepa lo que hace la derecha, nunca se podrán mezclar la conveniencia de las alabanzas. Por eso, los cumplimientos deben estar lejos del deseo de las alabanzas de otros hombres. 

De alguna manera, la mano izquierda representa el mundo exterior mientras que la mano derecha el mundo interior del hombre. Obviamente, la limosna más conveniente es la que pertenece al mundo interior, y por lo tanto a la mano derecha. 


Mano derecha: cumplimiento de preceptos (mundo interior)
Mano izquierda: alabanzas humanas (mundo exterior)

La limosna siempre debe darse en el anonimato y jamás debe salir al mundo exterior. Sólo se debe dar la limosna por la mano derecha, aunque esto no lleva poca recompensa, pues Dios se encargará de premiar abiertamente a quien ha colaborado anónimamente. 

Nada puede ser más perjudicial que hacer buenas obras a los ojos de los hombres y más aún, hablar con muchas palabras para dar la sensación de ser convincente hacia los otros hombres. La forma correcta de hacer caridad será tener la intención de corazón y hablar con Dios a través de los sentimientos y no a través de las palabras. 

La interpretación de la oración


Padre nuestro que estás en los cielos...

Dios es el Padre nuestro de la oración y es a él a quien nos debemos dirigir. ¿Qué quiere decir que digamos ''Padre nuestro que estás en los cielos''? los cielos son cuerpos limitados y Dios no está limitado por ningún espacio de cuerpos; por lo tanto, el padre sólo se encuentra ahí, pero no es que esté contenido allí. 

Este cielo es lo que entendíamos en el Génesis como una especie de cielo divino. El cielo y la tierra tienen su equivalencia entre sí, pues uno es referente a las cosas divinas y el último es referente a la carne. Esos cielos también son interpretados como ''santos'', porque Dios está con todos ellos; de ahí, todos los que pertenecen al cielo son santos y los de la tierra pecadores. Aquí tenemos el principio de la oración:

''Padre nuestro que estás en los cielos''
(Mateo 6:9)

De ahí que digamos entonces que el padre está en el corazón de los justos, porque el cielo es el lugar de los santos y virtuosos. 

Santificado sea tu nombre...

Esto es lo primero que se le debe pedir al Padre que está en los cielos: que su nombre sea santificado. No es que su nombre no lo estuviera antes, esta expresión sólo indica que reconocemos a Dios como una divinidad pura. 

Venga a nosotros tu reino...

Esta parte podría entenderse como si Dios no gobernara ahora, pero la verdad es que incluso la palabra ''venga'' significa: manifiestese ante los hombres. Por otro lado, que Dios venga con su reino significa que vendrá para dar el juicio final a todos los humanos. 

Hágase tu voluntad... 

Esto quiere decir que así como la voluntad de Dios se hace con los seres divino los ángeles, que se haga también en la tierra donde están los humanos. También significa que socorra a los buenos y convierta a los malos hacia el cristianismo. 

Así en la tierra como en el cielo...

El cielo representa el espíritu como la tierra representa el cuerpo. La forma en que la voluntad de Dios será hecha en la tierra, será cuando los justos puedan renacer de la muerte y ser sanos mucho más allá de lo que tenían al ser simples hombres. 

Danos hoy nuestro pan de cada día...

Por supuesto, el pan significa la comida diaria con la que se alimenta el hombre y no el pan propiamente dicho. En esta parte de la oración, lo que le hombre pide en verdad es la comida cotidiana, como también es el pan espiritual por el cual el hombre reconoce a Dios. 


Perdona nuestras ofensas como nosotros también perdonamos a los que nos ofenden...

Aquí se está llamando a la deuda que todo ser humano pecador tiene para con Dios. Sin embargo ¿qué pasa con aquellos que no tienen cómo pagar o con aquellos que no quieren pagar? se perdona a todos los que tengan una deuda, pues entonces no podríamos decir ''perdona nuestras ofensas''.

No nos dejes caer en la tentación... 

Dios es quien deja caer en la tentación a los demás para que se den cuenta de su error. Por eso se pide en la oración que Dios, quien deja caer en las tentaciones, no lo haga. ¿Por qué nos tienta? porque nadie puede ser puesto a prueba de su virtud si no es tentado a cometer un pecado. 

No se está pidiendo que no seamos tentados, sino que no caigamos en dicha tentación. Por lo demás, esta tentación, como lo dijimos anteriormente, no viene de Dios, sino que de Satanás. Es él quien es la tentación misma, y Dios permite que lo haga para ponernos a prueba. 

Líbranos del mal, Amén...

Se pronuncian estas palabras para pedir que se nos libre del mal que ya tenemos(1) y del que puede sobrevenir. Por lo demás, también significa que estamos diciendo a Dios que nos diga cómo debemos conducirnos al camino del bien. 

Los tipos de peticiones

Si comprendemos bien la oración, en ella podremos ver que hay 7 peticiones. Las tres primeras tienen lugar como peticiones celestiales más que terrenales, mientras que las otras cuatro son definitivamente temporales. 

Peticiones divinas:

  • Santificado sea tu nombre
  • Venga a nosotros tu reino
  • Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo

Peticiones terrenales

  • Danos hoy nuestro pan de cada día
  • Perdona nuestras ofensas como nosotros también perdonamos a los que nos ofenden
  • No nos dejes caer en la tentación
  • Líbranos del mal

Estas últimas peticiones no son más que las cosas que hará Dios en su venida cuando traiga el reino de los cielos. Por supuesto, bajo la oración a Dios también está la petición del perdón de los pecados. 

Ostentación perniciosa

El mismo Jesús dijo en el Mateo 7:16 ''Los conoceréis por sus frutos'' refiriéndose a aquellos hombres que se jactan de tener la bendición de Dios, haciendo lujo de las cosas superfluas que tienen. No obstante, también es cierto que los hipócritas se visten con ropas simples y necesarias, para embaucar a los demás dando la apariencia de ser simple. 

Si podemos superar la ostentación de las cosas que poseemos, podremos dar la limosna sin ningún problema. Quizás nunca sepamos qué hace dicha persona a quien damos limosna; no sabemos si con lo que le dimos hace el bien o el mal, pero si nuestra acción de dar limosna fue dada con la mejor intención, no importará su resultado

De acuerdo con San Agustín, quien pide limosna se encuentra en las tinieblas y cuando se le da lo que pide se encuentra en la luz; sin embargo, puede volver a las tinieblas dependiendo de cómo use lo que le fue dado. En este caso, la intención vale más que el resultado. 

El alimento y el evangelio

No se evangeliza para comer sino todo lo contrario, comemos para evangelizar. Ahora, tampoco se debe evangelizar por necesidad, sino más bien por propia voluntad. Recordemos que es la voluntad lo que determina si nosotros realizamos una acción por medio del bien o del mal. 

En todo caso, bastará buscar el reino de Dios para que luego no nos falte ninguna necesidad. Por otro lado, las cosas más divinas estarán por sobre el alimento y todas las cosas terrenales. La idea es que, en la búsqueda de las cosas necesarias (como el alimento) no sólo se tenga en cuenta la necesidad, sino que también no se piense en ella a la hora de evangelizar. Si nos concentramos en el evangelio, nada podrá faltarnos posteriormente, pues ya dice el versículo de Mateo 6:33


''Buscad primero la justicia y el reino de Dios y todas estas cosas se os darán por añadidura'' 

No tiene nada de malo privar del alimento que viene de sobra en el ser humano. 

El temor y el odio

El juicio de Dios es posterior a la acción de los pecados, y probablemente, el hombre pensaría que es menos de temer porque el juicio aún no llega. Sin embargo, nadie quedará exento de culpa cuando llegue el juicio de los cielos. 

Por otro lado, también deberemos tratar de no emitir juicios temerarios (prejuicios); por ejemplo, si alguien tiene dolor de estómago, podemos pensar que es por glotonería o por una bacteria. Cualquier juicio que emitamos desde nuestra subjetividad, antes de saber realmente lo que es será un prejuicio. Y así decía el Mateo 7:1


''No juzgueis o sereis juzgados''

El juicio previo sólo afecta a quien juzga y no al juzgado; por lo tanto, la temeridad sólo podrá afectar al temerario y a quien recurra a estos juicios. 

La moral y la ocultación de la verdad

Para San Agustín, la ocultación de la verdad (o la omisión de ella) no es mentir ni tampoco algo malo, pues ocultar no es lo mismo que mentir. Por supuesto, las cosas que se deben ocultar no son aquellas que sean realmente importantes, es decir, se debe decir la verdad y omitir aquellas verdades que en realidad, no sean tan importantes como la primera. 

Conclusión

Terminamos al fin el sermón de la montaña dado por Jesús a sus discípulos. Sin duda que las cosas dadas por Jesús son valiosas y honestas; pero, ¿podrán ser llevadas a cabo? Todo este sermón de la montaña, junto con las otras enseñanzas dadas en otras instancias, me recuerda al libro de J.D. Salinger llamado ''Frank and Zoey'' donde se hablaba de la imposibilidad de ser Cristiano. ¿Quién ha podido ser capaz de cumplir los preceptos del sermón de la montaña o los otros preceptos dados? Realmente es difícil poder decirlo y aún así demostrarlo.