sábado, 14 de septiembre de 2019

El origen de la confesión

La confesión como un modo de aliviar la carga de la culpa

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El origen de la confesión

La confesión también se ha conocido como el Sacramento de la Penitencia, aunque las penitencias pueden ser variadas y de otros tipos. De hecho, la Penitencia es un sacramento que lleva diversos pasos en los cuales la confesión se encuentra en ellos. 

  1. Examen de conciencia
  2. Contrición o arrepentimiento
  3. Confesión
  4. Satisfacción o Penitencia

Antes de hablar de la confesión propiamente tal, lo apropiado será ver la evolución de las penas que los cristianos consideraron factibles. 

Luego del Nuevo Testamento y de la vida de Jesús, las penitencias se consideraron como algo necesario para el perdón de los pecados. En estos existen tres períodos con respecto a las penitencias:

  1. Primeras penitencias cristianas: de los tiempos apostólicos hasta el siglo VII
  2. Penitencia arancelaria: desde el siglo VII hasta el siglo XIV
  3. Confesiones individuales: desde el siglo XII en adelante

A continuación veremos las tres penitencias indicadas desde principio a fin.

Penitencias varias

Siglo II

Desde el siglo II d. C., los pecados no eran una cuestión que estuviera fuera o erradicada de los cristianos. De hecho, grandes pecados eran adjudicados a los cristianos, a pesar de haberse instruido lo suficiente en las Sagradas Escrituras. Cuando hablamos de pecados nos referimos a todos aquellas malas acciones que transgreden los diez mandamientos:

Asesinato
Idolatría
Magia
Avaricia 
Robo
Envidia
Mentiras
Orgullo
Intemperancia

¿Cómo es que los cristianos se liberaron de estos grandes pecados? lo que hacían era rezar, dar limosna, realizar buenas acciones y ayuno. Todo esto era hecho públicamente para que todos se enteraran, aunque también muchas veces la confesión (que aún no existía) se hacía al sacerdote para no quedar en vergüenza.

Siglo III 

El perdón que recibían los cristianos en el siglo III era casi inmediato. De hecho, el papa siempre estaba dispuesto a perdonar incluso a aquellos cristianos que cometían graves pecados. 

La doctrina del Montanismo criticará esta indulgencia extrema hacia los cristianos pecadores. 

Siglo IV - VI

Las primeras fuentes de estas penitencias se extraen de los textos de San Agustín de Hipona y Caesarius de Arles. Las Actas del Concilio prohibían que los cristianos penitentes se unieran inmediatamente a la comunidad de la iglesia. 

Así, el Canon 29 del Concilio de Epione (517) dice que el obispo debe reconciliar al pecador con la Iglesia. A estos penitentes se les autorizaba a entrar a algunas reuniones, pero se les negaba la comunión en la mesa con el Señor.

Penitencia arancelaria

Siglo VII

Un nuevo enfoque se empezó a perfilar en el siglo VII en los actos del Concilio de Chalon-sur-saone (644), donde se aceptó que cada vez que se cometía un pecado, este pecador debía encontrarse con el cura confesor para que establecieran la penitencia de forma privada. Luego el pecador se acercaba nuevamente al cura para obtener la absolución.

Esta práctica fue empleada primero por los monjes de las iglesias de las islas británicas. 

Confesión individual

Siglo XIII

El cuarto Concilio de Letrán estableció que cada cristiano en la edad de la discreción (edad de madurez de la iglesia que indicaba la edad de 7 años), debía confesar una vez al año todos sus pecados con su sacerdote particular. 

¿Qué efectos tiene la confesión? por supuesto, la absolución de los pecados, pues recordemos que luego del bautismo el hombre no se supone que hace el mal porque ya conoce el bien; en otras palabras, al presumirse que conoce el bien, entonces se presume que el mal lo tiene excluido de su mundo. Sin embargo, si aún así pecara, entonces la absolución del pecado debe llevarse por medio de la confesión. 

Conclusión

Es interesante ver la forma en que las penitencias evolucionaron en la historia de la iglesia. También es necesario destacar la importancia de la confesión la cual de alguna manera libera de una carga de conciencia que cualquier persona tiene. Una verdadera herramienta psicológica que aliviaba las culpas, pero también una herramienta de poder que podía ser ocupada en favor de los eclesiásticos. 

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4 comentarios:

  1. Interesante,pero las confesiones de tortura por torquemada,en que lugar queda.

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  2. Interesante, pero pasa por alto lo principal: la confesión no sólo libera de culpa sino que nos otorga acceso a la gracia, como sacramento que es, y por ende, nos adentra más en la vida sobrenatural acercándonos a Jesucristo. Esto no lo invento yo, puede ser consultado en cualquier devoción ario y catecismo. Está bien destacar lo bueno natural que,se deriva de la confesión y el perdón que ella significa, pero quedarse en los bienes sólo naturales pierde algo más valioso, que es la vida sobrenatural de nuestra alma inmortal.

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    1. El llamado “sacramento de la confesión” o “reconciliación” es una más de las “tradiciones” desarrolladas por los hombres y acomodando a su gusto algunas frases bíblicas, pues claramente Jesucristo, sin necesidad de que los pecadores hicieran una confesión (Dios lo sabe todo), perdonó y limpió de pecados a quienes sanó, curó, liberó de demonios y/o resucitó, cosa que no sucede con quienes relatan o confiesan sus pecados ante un “ministro consagrado.”

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    2. Y también les dijo a los apóstoles id y perdonar los pecados a quien le perdonéis los pecados en la tierra les será perdonados en el cielo y a quienes se los retuvierais en la tierra les serán retenidos en el cielo

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