sábado, 10 de diciembre de 2016

San Agustín de Hipona - Soliloquios (Libro II: El alma y la verdad) (386).

Por lo visto en lso capítulos anteriores, hemos podido ver que para contemplar la verdad, lo único que debemos hacer es mirar en nuestra alma, en nuestro interior y si hacemos una introspección más profunda, tendremos la posibilidad de ver y conocer a Dios finalmente. Este libro parece ser otro exhortación a dejar los bienes materiales de una vez por todas, y dedicarnos a la vida contemplativa que tanto habían hablado los filósofos griegos. Por supuesto, esta vida no puede estar llena de pereza sino más bien como Marco Tulio Cicerón lo llamaba ''otium cum dignitate'' (ocio con dignidad).

SOLILOQUIOS


LIBRO II: EL ALMA Y LA VERDAD

Capítulo I: La inmortalidad del alma

Agustín quiere saber si él es inmortal, es decir, si su alma sobrevive al cuerpo y puede contemplar todo lo que ha querido en vida. Razón le comenta a Agustín que al saber sobre el alma y las verdades que esta conlleva, entonces las preguntas de su existencia quedarán claras, pues ya estará contemplando la verdad. 

Capítulo II: La verdad es eterna

Como habíamos visto, la verdad es la esencia de las cosas y por esta razón siempre vivirá. Aunque lo verdadero se destruya, la verdad de esa cosa destruida sobrevivirá por siempre. Así es que lo verdadero siempre dependerá de la verdad que es su esencia, de hecho, es la verdad lo que hace a las cosas verdaderas. 

Capítulo III y IV: Lo falso y lo verdadero

Ya sabemos dónde está la verdad ahora queda resta saber ¿dónde está la falsedad? La falsedad dice Razón se encuentra en los sentidos del hombre y no en su lado inteligible. Sin embargo, gracias al alma podemos tener sentidos, entonces, ¿cómo se entiende que el alma nos muestra la verdad si es cómplice de los sentidos? Por ahora, Agustín no hace más que aceptar ésta premisa de Razón. 

Perpetuidad de lo falso y lo verdadero

Lo falso siempre será aquello que difiere de lo verdadero, o que nos parece verdadero. Si el sujeto no está para mirar el objeto, entonces la falsedad y la verdad desaparecen. Pero el alma siempre está en el sujeto y por lo tanto siempre tendrá la oportunidad de ver la verdad. Sin embargo, solamente mediante el alma podrá verla, pero no por eso debemos despreciar los sentidos, pues los sentidos no pueden existir sin cuerpo y el cuerpo no puede existir sin el alma. 

Capítulo V: ¿Qué es la verdad?

Agustín había acertado en decir que todo lo que se aleja de lo falso a través de los sentidos era finalmente verdadero. ¿Qué consecuencias trae esto? Unas muy curiosas... Imaginemos que tenemos una piedra en la mano. Arrojemos esta piedra muy lejos de modo que no podamos verla. ¿Existirá la piedra mientras no la veamos? Se podría pensar que sí, pero pensémoslo de esta manera. Si me ocultan una piedra en el cajón y yo paso por el cajón sin saber que hay una piedra ¿existirá para mí la piedra oculta? Según San Agustín, esta piedra no existiría porque lo verdadero consta de percibir lo verdaderos de lo falso y esto sólo se puede hacer a través de los sentidos. 

Agustín admite que esto puede ser algo absurdo y trata de redefinir el concepto de verdad diciendo lo siguiente:

''Es verdadero aquello que en sí es tal como le parece al sujeto''

Esto quiere decir que si una cosa no es conocida, entonces no puede ser verdadera. Por lo tanto, nada puede ser verdadero por sí mismo, sólo el sujeto puede determinar qué cosa es verdadera. 

Capítulo VI: Definición de falsedad

La falsedad como es esperado es eso que no es tal como parece. Cuando vemos un hombre o un perro en sueños, estos no pueden ser verdaderos porque solamente se parecen a hombres y perros verdaderos; por lo tanto, todo lo de los sueños es falso. Lo mismo pasa con las cosas que se ven reflejadas en el agua y en el espejo. 

Razón le relata a Agustín la teoría de la semejanza la cual consiste en deducir que todo lo falso está en las cosas que aparentan ser. 

Capítulo VII: Lo verdadero y lo semejante

En este capítulo la perspectiva y argumentación de Razón cambia un poco porque ahora, Razón nos dice que la verdad representa a la semejanza entre dos cosas y la falsedad representa la ilusión o desemejanza entre dos cosas. Así, Razón dice que la semejanza es la madre de la verdad, así como la desemejanza es la madre de la falsedad. 

Capítulo VIII y IX: Lo falso, lo falaz y lo mentiroso

En un principio Agustín se ve algo confuso. Si lo verdadero es lo que es y los ojos son lo que ven lo verdadero, entonces nada sería falso. Pero si decimos que lo semejante existe entonces nada verdadero existe, puesto que todas las cosas se parecen unas a otras. 

Definiciones

Para arrojar algunas luces en el terreno de la falsedad, Razón ayuda a Agustín a resolver la confusión.

Falso: lo que parecer ser no es
Falaz: lo que desea engañar
Mentira: sin ánimo de engañar se asevera algo que no es cierto

Desde esto nos guiaremos para analizar lo que sigue en adelante del tema. 

Capítulo X, XI y XII: Cosas que son verdaderas y cosas que son falsas

Las cosas falsas no son del todo malas, pues muchas de ellas son apreciadas en el arte; por ejemplo, en la música, en la pintura y en la poesía. De alguna manera, la falsedad realza la verdad y le pone más énfasis. 

La verdad en las ciencias

Las ciencias como la gramática o también cosas como las fábulas tienen que ser verdaderas para ser posibles. Sin embargo, el contenido de las fábulas son mentiras y la gramática estaría al servicio de ellas. ¿Cómo será que estas dos disciplinas son verdaderas? Para Agustín, las fábulas son creadas sólo con un propósito educativo, es decir, son mentiras al servicio de los valores. 

En cuanto a la gramática diremos pues que es verdadera porque está basada justamente en la dialéctica. Todos sabemos que la dialéctica es la disciplina de la verdad porque busca la misma. 

Capítulo XIII : ¿Dónde está la inmortalidad del alma?

Nada puede ser más contrario a la vida que la muerte, y así como el alma está vinculada a la muerte, entonces el alma al mismo tiempo que el cuerpo muere. Por lo menos, esto es lo que a primeras luces acierta en decir Agustín de Hipona.

Sin embargo, Razón le dice que por esos mismos razonamientos, Agustín está asumiendo que el alma es inmortal. En efecto, todo lo que pertenece al sujeto debe ser verdad ¿qué cosas? las disciplinas como la gramática y la dialéctica, al ser verdades en un sujeto deben quedar en un lado del alma. Y si las disciplinas son verdades, entonces son inmortales. En ese caso, el alma sería la verdad, y el cuerpo lo verdadero. 


Capítulo XIV y XV: Naturaleza de lo verdadero y lo falso


Agustín se muestra un poco escéptico a el razonamiento de Razón, y pide que se indague con mucho más detalle. Razón le dice a Agustín que aún mantengan la premisa de que la verdad no puede perecer. 

La duda de Agustín es aceptable de pensar, pues si la gramática y la fábula tienen cosas de verdad, entonces podríamos decir que la tortuga de los cuentos de Esopo realmente hablaba y realmente tuvo una carrera con un conejo. Sin embargo, Razón le dice a Agustín que para que eso sea falsedad, primero, esa falsedad tendría que existir porque nada se puede predicar de lo que no existe. Por lo tanto, no podríamos decir que el cuento de Esopo es falso, pues existe. 

¿Cómo? acaso cuando decimos que un conejo le ganó a un tortuga en una competencia, y que encima pudieron conversar antes de la carrera ¿estaré diciendo algo falso o no? Sí, sería falso, pero se asemeja a la verdad porque existe. En otras palabras, la existencia es equivalente a la verdad. 

Capítulo XVI, XVII: ¿Existe lo completamente falso o completamente verdadero?

Esta pregunta parece simple pero al mismo tiempo es muy compleja. Razón le dice a Agustín que una cosa completamente verdadera sería una piedra, pues esta no tiene que imitar nada, y al estar fuera de la imitación no puede ser falsa. Agustín le dice a Razón que a lo mejor una piedra podría pertenecer a la categoría de los cuerpos, es decir, que imita la forma de un cuerpo. A lo que Razón responde que eso sería lo mismo que decir que Dios cae en la categoría de cuerpo, a modo de tratar de entenderlo lo cual sería falso. Lo mismo pasaría con la nada, para describirla tendríamos que imaginarla en un lugar lo cual es ridículo. 

Capítulo XVIII y XIX: La veracidad de las cosas

Resta saber si la verdad que hablan Razón y Agustín se encuentra en los cuerpos y en la materialidad en general. Razón le pregunta a Agustín si las figuras geométricas están presente en los cuerpos, a lo que San Agustín responde negativamente, a lo más, los cuerpos aspiran a ser figuras geométricas pero no les alcanza. 

Capítulo XX: El recuerdo de las cosas

¿Cómo es que recordamos? seguramente si nos preguntan de nuestra infancia no podremos decir nada, puesto que, según Razón esa parte de la memoria está cubierta por un pesadísimo olvido. Otras cosas pueden recordarse pero con un sumo esfuerzo de quien recuerda, pues no son memorias tan lejanas. De ahí que se nos presenta a una persona y si la hemos visto comenzamos a recordarla hasta dar con ''dónde'' se vio a dicha persona. Cuando la recordamos su imagen se nos viene como a una luz en nuestra mente. 

Por otro lado están las cosas que nunca olvidaremos porque están teñidas de una verdad inconfundible. Cuando las cosas son claras y manifiestas nunca se olvidarán en la mente de los hombres. Aquí razón representa dos formas del pensamiento o de la mente, un pensamiento superior que se impone con colores e imágenes falsas y otro pensamiento inferior que trata de llevarnos a la racionalidad y al entendimiento real de las cosas. 

Conclusión

Podemos ver aquí una especie de psicología del entendimiento humano retratada en un diálogo, al más puro estilo platónico por supuesto. El tema de la verdad ha sido un tema controversial en la historia de la filosofía., y en este blog la hemos visto de mil y un maneras. No importa la ideología o paradigma en que se vea el tema de la verdad, siempre será importante analizarlo y tomando todos los puntos de vista posibles. Claro, el tema de la verdad en el cristianismo es revelada por Dios y eso debe ser indiscutible. 

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